domingo, 18 de abril de 2010

JUEVES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA: la vida nueva lleva a obedecer a Dios en lo profundo de nuestra conciencia.

Hechos (5,27-33): "Los trajeron y los presentaron al tribunal supremo.
El sumo sacerdote les preguntó: «¿No os ordenamos solemnemente que no
enseñaseis en nombre de ése? Y, sin embargo, habéis llenado Jerusalén
de vuestra doctrina y queréis hacernos responsables de la sangre de
este hombre». Pedro y los apóstoles respondieron: «Hay que obedecer a
Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres ha resucitado
a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero. Dios lo
ha ensalzado con su diestra como jefe y salvador para dar a Israel el
arrepentimiento y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de
estas cosas, como lo es también el Espíritu Santo que Dios ha dado a
los que lo obedecen». Ellos, enfurecidos con estas palabras, querían
matarlos".
Los apóstoles no admiten un mandato injusto, por eso desobedecen al
Sanedrín, recuerdan a los gobernantes que la obediencia a Dios es lo
primero. La profundidad de las convicciones que Jesús ha despertado ya
no se apagará con el martirio, al revés: se extenderá más y más la fe.
"Este grito –serviam!- es voluntad de 'servir' fidelísimamente, aun a
costa de la hacienda, de la honra y de la vida, a la Iglesia de Dios"
(J. Escrivá).
"-Los guardias se llevaron a los Apóstoles y los presentaron ante el
Gran Consejo. Imagino la escena. Once hombres. El grupo de los
apóstoles, conducidos por la policía al tribunal. En Jerusalén, están
de actualidad estos días: arrestos sucesivos... cárcel...
interrogatorios. Se piensa en ese Gran Consejo, el Sanedrín, ante el
cual compareció, hace poco otro «personaje» llamado Jesús, y que ese
mismo Gran Consejo tuvo a bien hacer desaparecer.
-Os prohibimos severamente enseñar en ese nombre... Queréis, pues,
hacer recaer sobre nosotros la sangre de ese hombre... En el fondo,
los jefes de Jerusalén tienen miedo. Les remuerde la conciencia el
recuerdo del homicidio cometido hace poco: ¡la sangre derramada les
atormenta! No se atreven siquiera a pronunciar su nombre: El caso
Jesús continúa embarazándolos. De hecho Jesús está siempre allí, se
prolonga en sus apóstoles. En realidad, ¡la cosa no les ha salido
bien! Se creyó haberlo suprimido. En vez de uno, ¡son ahora once! Y no
es por azar que reproduzcan casi físicamente la vida de su maestro:
Vedlos también, a pocos días de distancia, ante el mismo tribunal. La
Iglesia es la continuación de Cristo. Hoy, la Iglesia sigue también
estando expuesta al «juicio» del mundo.
-Pedro y los apóstoles contestaron... Toda la realidad del «colegio
apostólico» existe ya y se está manifestando. El papel de Pedro no
compite con el de los demás. El Papa es el continuador de esa misión
de unificación, de fiador, de porta-voz en nombre de todos.
-Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. En su situación de
acusados, los apóstoles continúan siendo testigos. Ninguna situación
incluso la más desfavorable nos dispensa de ser apóstoles. ¿Me
encuentro yo también, alguna vez, ante opciones o decisiones de ese
género: obedecer a Dios, o bien, obedecer a los hombres? Decidirme por
lo que Dios quiere y no por lo que el mundo quiere. Ser capaz de
resistir a las mentalidades corrientes, a las incitaciones recíprocas,
a los hábitos. ¡Ayúdanos, Señor!
-Dios resucitó a ese Jesús a quien vosotros disteis muerte. Tiempo
pascual. Tiempo de testimonio y de resurrección. Tiempo de audacia y
de valentía. Tiempo de esperanza y de certeza: Dios conducirá bien su
obra. La obra de Dios no puede fracasar. La muerte no puede quedar
victoriosa. El pecado no puede vencernos siempre. «¡Dios resucitó a
Jesús!».
-Nosotros somos testigos de estas cosas, nosotros y el Espíritu Santo.
«Nosotros... y el Espíritu...» ¡Qué audacia y que conciencia de ser
los portavoces de Dios! Se han entregado totalmente a la empresa de
Dios. Señor, envía tu Espíritu.
-El Espíritu Santo que ha dado Dios a los que le obedecen. «Los que le
obedecen...» Una de las definiciones del cristiano. ¡Si fuese así, en
realidad! ¡Qué imagen más dinámica del apóstol nos dan esas páginas!:
un hombre apasionado de Dios, investido por Dios... para ser testigo
de Dios entre los hombres; apasionado por sus hermanos, vuelto hacia
sus hermanos para dirigirlos hacia Dios" (Noel Quesson).

Salmo (34,2.9.17-20): "Bendeciré al Señor a todas horas, su alabanza
estará siempre en mi boca; / Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el hombre que se refugia en Él. / El Señor se enfrenta con los
criminales para borrar su memoria de la tierra. / Ellos gritan, el
Señor los atiende y los libra de todas sus angustias; / el Señor está
cerca de los atribulados, Él salva a los que están hundidos. / El
hombre justo tendrá muchas contrariedades, pero de todas el Señor lo
hará salir airoso". Habla de cómo la ley divina es una pedagogía hacia
la libertad interior, que da seguir esta ley inscrita en la conciencia
"en cuya obediencia consiste la libertad humana y por la cual será
juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo más secreto y el
sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya
voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla" (Gaudium et spes 16),
la base para vivir la moralidad. A veces tenemos miedo de que esa voz
interior nos hable y nos diga lo que no queremos oír, porque nuestros
sueños nos parecen más interesantes que la verdad. También podemos
dudar de Dios y de que nos ame, pero -me decía una persona- "noto a
Dios entre las costillas, algo así como un dolor que me hace ver lo
que he hacer aunque cueste", es hacer aquello que es justo, "lo que
hay que hacer"… de algún modo es lo que hace ver Susanna Tamaro al
pintar qué pasa cuando no se escucha la voz: "Mi madre vivió
plenamente su tiempo, se dejó arrastrar por aquella corriente
colectiva sin sospechar la inminente vorágine del precipicio. Habiendo
crecido sin raíces sólidas la arrolló el ímpetu del torrente… puede
que ante el estruendo de la cascada, que al cabo de poco la arrojaría
a lo desconocido, haya sentido nostalgia de esas raíces que nunca
tuvo… las estalactitas continúan bajando hacia las estalagmitas como
enamorados separados por una divinidad perversa. En ese mundo creado
por el agua todo vive y se repite con un orden casi invariable. Así
mi madre vivió con fervor los años de la revolución y, para abrazar
ese sueño, llegó hasta alterar sus sentimientos: entonces era más
importante la aprobación del grupo… prosiguiendo su navegación
llegarían al fin a un mundo nuevo, una tierra en la que el mal no
tendría ya razón de existir y reinaría soberana la fraternidad. La
grandeza de esa meta no permitía dudas ni indecisiones, había que
seguir adelante unidos, sin individualismos, sin añoranzas, marcando
todos el mismo paso como las hormigas africanas, capaces de devorar un
elefante en pocos instantes"… esa falta de moralidad conduce al
desastre, al comunismo o el nihilismo, "porque es amar y ser amado, y
no la revolución, la aspiración más profunda de toda criatura que
viene a este mundo". Y, en referencia a esta ley inscrita dentro,
añade: "Un niño que nace no es una pizarra limpia sobre la que se
puede escribir cualquier cosa, sino una tela en la que alguien ha
trazado ya la trama de un bordado: ¿recorrerá ese camino marcado por
otro o escogerá uno diferente? ¿Continuará calcando el surco trazado o
tendrá el valor de salirse de él? ¿Por qué uno rompe la urdimbre y
otro la completa con ciega diligencia?"… Esta ley con todos estos
condicionantes, "¿existe algún lugar del cielo que los contiene: un
catálogo, un archivo, una memoria cósmica?" No: nuestra percepción de
la verdad es dinámica, a través de las decisiones y de las
equivocaciones entramos en ese "saber", en el juicio de la balanza de
lo bueno y lo malo… hay una búsqueda de algo… "era precisamente la
belleza la luz que ilumina el corazón del hombre" que tiene muchas
manifestaciones artísticas, por eso dice: después de haber hecho Dios
el mundo, inventó la música para que el hombre lo pudiera comprender.
"Estoy convencido de que tenía mucho que ver en esto su relación con
la armonía, con la música: en el terreno de la belleza lograban
disolver cualquier conflicto". Esta estética es divina y constituye la
sabiduría, el árbol de la vida, que nos da Jesús ya ahora en la
esperanza...
En el salmo hay una intensificación de esa presencia de Dios que nos
infunde confianza, ante Él está el justo, que no sólo actúa con recta
conducta, sino también es quien vive el arrepentimiento y la vuelta
humilde a Dios. También nos indica que Jesús pasó por la Cruz para
llegar a la Resurrección. Es necesario que el grano de trigo muera
para que pueda dar fruto. Los sufrimientos de todo apóstol, de todo
creyente, pues todos hemos de ser apóstoles en nuestro ambiente, están
marcados con vida. El Señor está cerca de los que sufren. A Dios
pedimos hoy «que los dones recibidos en esta Pascua den fruto
abundante en toda nuestra vida» (oración), con la firme esperanza de
las palabras del Señor: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo» (aleluya). Damos gracias al Padre, que
"en la resurrección de Jesucristo nos has hecho renacer a la vida
eterna" (comunión) y le pedimos "que el alimento que acabamos de
recibir fortalezca nuestras vidas" (comunión).
San Juan Crisóstomo hablaba de esta rectitud de conciencia: «Lo que
hay que temer no es el mal que digan contra nosotros, sino la
simulación de nuestra parte; entonces sí que perderíais vuestro sabor
y seríais pisoteados. Pero, si no cejáis en presentar el mensaje con
toda su austeridad, si después oís hablar mal de vosotros, alegraos.
Porque lo propio de la sal es morder y escocer a los que llevan una
vida de molicie. Por tanto, estas maledicencias son inevitables y en
nada os perjudicarán, antes serán pruebas de vuestra firmeza. Mas, si
por el temor de ellas, cedéis en la vehemencia conveniente, peor será
vuestro sufrimiento, ya que entonces todos hablarán mal de vosotros y
os despreciarán; en esto consiste en ser pisoteados por la gente». Y
San Agustín advierte: «En otros tiempos se incitaba a los cristianos a
renegar de Cristo; en nuestra época se enseña a los mismos a negar a
Cristo. Entonces se impelía, ahora se enseña; entonces se oía rugir al
enemigo, ahora, presentándose con mansedumbre insinuante y rondando,
difícilmente se le advierte. Es cosa sabida de qué modo se violentaba
entonces a los cristianos a negar a Cristo; procuraban atraerlos así
para que renegasen; pero ellos, confesando a Cristo, eran coronados.
Ahora se enseña a negar a Cristo y, engañándoles, no quieren que
parezca que se les aparta de Cristo (…). Como ciego que oye las
pisadas de Cristo que pasa, le llamo... pero cuando haya comenzado a
seguir a Cristo, mis parientes, vecinos y amigos comienzan a bullir.
Los que aman el siglo se me ponen enfrente: "¿Te has vuelto loco? ¡Qué
extremoso eres! ¿Por ventura los demás no son cristianos? Esto es una
tontería. Esto es una locura". Y cosas tales clama la turba para que
no sigamos llamando al Señor los ciegos».
Evangelio (Jn 3,31-36): "El que es de la tierra es terreno y habla
como terreno; el que viene del cielo está sobre todos. Da testimonio
de lo que ha visto y oído, pero nadie acepta su testimonio. El que lo
acepta certifica que Dios dice la verdad. Porque el que Dios ha
enviado dice las palabras de Dios, pues Dios le ha dado su espíritu
sin medida. El Padre ama al hijo y ha puesto en sus manos todas las
cosas. El que cree en el hijo tiene vida eterna; el que no quiere
creer en el hijo no verá la vida; la ira de Dios pesa sobre él»".
Son como ideas básicas del Evangelio de Juan:
- Jesús ha venido del cielo, es el enviado de Dios, nos trae sus
palabras, que son la verdadera sabiduría y las que dan sentido a la
vida: son la mejor prueba del amor que Dios tiene a su Hijo y a
nosotros;
- el que acoge a Jesús y su palabra es el que acierta: tendrá la vida
eterna que Dios le está ofreciendo a través de su Hijo; el que no le
quiera aceptar, él mismo se excluye de la vida.
Nosotros seguramente hemos hecho hace tiempo la opción, en nuestra
vida, de acoger a Jesús como el enviado de Dios. Hemos considerado que
es él quien da sentido pleno a nuestra existencia, y nos esforzamos
por seguir su estilo de vida. Estamos guiándonos, no con los criterios
«de la tierra», sino los «del cielo», como decía Jesús a Nicodemo.
Esto supone que nos esforzamos, día tras día, en ir asimilando
vitalmente las categorías evangélicas, para no dejarnos llevar de las
categorías humanas que se respiran en este mundo, que son «de la
tierra» y a veces opuestas a las «de arriba».
Pedro nos ha dicho que Jesús es el Jefe y Salvador, que en él
encontramos el perdón de los pecados. El evangelio nos ha repetido que
el que cree y sigue a este Jesús posee la vida eterna. Esto nos llena
de alegría y a la vez de compromiso.
Si tenemos la posibilidad y la opción de una Eucaristía diaria, ella
nos da la mejor ocasión de acudir a la escuela de Jesús, de escuchar
su Palabra, de dejarnos iluminar continuamente por los criterios de
Dios. Para que nuestra categoría de valores y nuestra manera de pensar
y de interpretar a las personas y los hechos de la historia vayan
coincidiendo plenamente con la de Dios. Y además, la Eucaristía nos da
la fuerza diaria para que podamos realizar esto en la vida.

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