El profeta Daniel dice que hizo esta oración al Señor: "¡Ah, Señor,
Dios grande y temible, que guardas la alianza y el amor a los que te
aman y observan tus mandamientos! Nosotros hemos pecado, hemos
cometido el mal, hemos sido malos, nos hemos rebelado y nos hemos
apartado de tus mandamientos y de tus normas. No hemos escuchado a los
profetas, que en tu nombre hablaban a nuestros reyes, a nuestros
príncipes, a nuestros padres... A ti, Señor, la justicia; a nosotros
la vergüenza en el rostro... Y al Señor Dios nuestro, la piedad y el
perdón..." El hombre, muchas veces, prefiere irse por su cuenta y
Daniel siente la carga de pecado y la traición de los hombres de su
pueblo, y esto nos pasa cuando no escuchamos la voz de la conciencia,
de nuestro corazón, no obedecemos a los que nos hablan de parte de
Dios. Recuerdo un niño que se enfadó en su casa y no quería obedecer,
y dando un portazo se fue: "¡me voy de casa!", gritó. Fue por la
calle, a jugar con los amigos, a hacer "el burro", pero al pasar las
horas los amigos fueron a sus casas a merender, se hacía de noche… y
él sintió hambre, y frío… y pensó que qué iba a hacer, y se le pasó el
enfado, y volvió a pedir perdón, y su madre le abrazó, porque estaba
preocupada por él.
Cuando estamos enfadados vemos como con gafas negras, recuerdo que al
ir en coche en verano yo me ponía gafas de sol y luego al entrar en un
túnel no veía nada y pensaba "esto está muy oscuro, ¡qué raro!" hasta
que caía en la cuenta de que llevaba gafas oscuras y por esto lo veía
negro. Un ojo enfermo deforma la realidad, nos engaña. Vemos a los
demás con el color que los miramos… Una mujer llegó con su familia a
un piso nuevo, y veía por la ventana a la vecina tender la ropa y
pensaba "qué sucia tiene la ropa la vecina, habrá que decirle algo", y
así un día y otro, hasta que su marido limpió los cristales de la
ventana, y vio que la vecina tendía la ropa limpia, pero eran los
vidrios de la ventana desde donde miraba que estaban sucios, si
miramos mal las cosas las personas nos parecerán llenas de maldad. Hoy
le pedimos a Jesús luz para nuestra conciencia, para ir por el buen
camino: "Sálvame, Señor, ten misericordia de mí. Mi pie se mantiene en
el buen camino". Empezamos la segunda semana de la Cuaresma con una
oración de Daniel sincera: «hemos pecado… Dios grande, que guardas la
alianza y el amor a los que te aman... Al Señor Dios nuestro la piedad
y el perdón».
En el evangelio de hoy, Jesús nos pide que seamos «misericordiosos»,
como Él es «misericordioso» con nosotros: nos perdona, toma la miseria
y la comprende, la entiende, pero luego quiere que yo perdone a los
demás, los comprenda, sea compasivo, y así todo irá bien. Así siempre
tendremos "gracia de Dios", no seremos "desgraciados", porque el
pecado es la pérdida de la gracia. Y la pérdida de la gracia es la
auténtica des-gracia.
A veces nos engañamos, y nos vienen ganas de cosas que no nos
convienen, como decía desconsolada una buena mujer, que estaba un poco
desorientada y además tenía mucho hambre: "Yo no sé lo que me pasa.
Pero todo lo que gusta, o es pecado o engorda". No es verdad que las
cosas sean malas porque están prohibidas ("¡qué lástima, si no
estuviera prohibido lo haría!") sino que están prohibidas porque son
malas (como un veneno que dice "no comer" o un poste de alta tensión
de electricidad "no tocar, peligro de muerte" y ponen una calavera
para que quede más claro). Dios no ha puesto los mandamientos para
fastidiar, sino para que seamos felices. Hemos de preguntar…
A San Felipe Neri le preguntó una mujer bastante vanidosa:
- Padre Felipe, ¿es pecado ir con tacones demasiado altos?
-No, pero cuidado con no romperte la cabeza al caer- respondió el santo.
Unas chicas querían tomarle el pelo al cura, se acercan y dice una:
-Padre, mi amiga y yo íbamos discutiendo si es o no es pecado
pintarse. ¿Usted qué dice?
El cura, que se dio cuenta, se le ocurrió devolver la broma: -La moral
no dice que sea pecado. Ahora bien: las guapas no necesitan pintarse;
las feas deben pintarse. Vosotras, haced lo que queráis…
No se trata de inventar pecados: una "palabrota" es pecado si insultas
a alguien, si no es mala educación. Matar la vaca del vecino sí que es
pecado, porque ya no podrá tomar leche, por eso es pecado mortal,
porque es un daño gordo. Pero pelearte con el amigo, si no le haces
daño serio, será pecado venial. Si tú no sabes que tomar una cosa es
malo, no es pecado, pero cuidado, que te hace daño igual, porque si
tomas una seta venenosa creyendo que es buena, aunque no seas
responsable de tu muerte, no hay quien te resucite. Mejor preguntar,
formarse la conciencia. Y también ayudar a los de casa, devolverles un
poco de lo mucho que nos dan, porque podemos ayudarles, a veces con
pillería...
Un niño de unos nueve años, un domingo recuerda a su padre que hay que
ir a misa.
-Hoy no vamos - dice el padre-. Yo tengo otras cosas que hacer.
-Pero, papá, -insiste el niño- es que hoy tenemos obligación de ir. Lo
manda el tercer Mandamiento de la Ley de Dios.
-No te preocupes. Eso no tiene importancia. Ya iras otro día.
El pequeño se calla. Pero al poco rato interviene de nuevo:
-Oye papá, si el tercer Mandamiento no tiene importancia, el cuarto
aún debe importar menos (Agustín Filgueiras Pita).
Con el Salmo cantamos confiados: «Señor, no nos trates como merecen
nuestros pecados… que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos
agotados… nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño, te daremos
gracias siempre, cantaremos siempre tus alabanzas».
Jesús dijo a sus discípulos: «Sed compasivos, como vuestro Padre es
compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados, no condenéis y no seréis
condenados; perdonad y seréis perdonados. Dad y se os dará; una medida
buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros
vestidos. Porque con la medida con que midáis se os medirá». Jesús nos
invita a saber perdonar a los demás: «sed compasivos... no juzguéis...
no condenéis... perdonad... dad». Hacer las cosas como Dios: «sed
compasivos como vuestro Padre es compasivo», y tal como hacemos se
hará con nosotros: «la medida que uséis, la usarán con vosotros». Es
lo que nos enseñó a pedir en el Padrenuestro: «perdónanos... como
nosotros perdonamos».
Me gustan mucho las devociones al Sagrado Corazón de Jesús y Corazón
de María, y la Divina Misericordia que dijo el Señor a Santa Faustina,
que tan devoto era Juan Pablo II, también polaco como ella, y que el
día que murió iba a decir su discurso ya preparado recordando que
Jesús liberaba "a la humanidad, que a veces parece extraviada y
dominada por el poder del mal, del egoísmo y del miedo, el Señor
resucitado ofrece como don su amor que perdona, reconcilia y vuelve a
abrir el ánimo a la esperanza. Es amor que convierte los corazones y
da la paz. ¡Cuánta necesidad tiene el mundo de comprender y acoger la
Divina Misericordia!". No se piden en esta devoción muchas cosas,
básicamente rezar aquella sencilla jaculatoria, resumen de la otra del
Sagrado Corazón ("Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío"): aquí es
simplemente: "Jesús, en ti confío": "Señor, que con tu muerte y
resurrección revelas el amor del Padre, nosotros creemos en ti y con
confianza te repetimos hoy: Jesús, confío en Ti, ten misericordia de
nosotros y del mundo entero". La mejor manera de participar de este
tesoro es desde el corazón de la Virgen: "contemplar con los ojos de
María, el inmenso misterio de este amor misericordioso que brota del
Corazón de Cristo."
Antes se decía "ojo por ojo", si me has dado una bofetada te doy otra,
pero Jesús nos enseña la "ley del talión al revés", devolver bien por
mal, "poner amor donde no hay amor para sacar amor", ya decía Gandhi
que el "ojo por ojo" nos dejaría a todos ciegos, y que la solución del
mundo es seguir la ley de Jesús. El perdón es lo más divino, es
parecerse a Dios. Ser bueno "sin medida", como Dios. –"Sed
misericordiosos..." Es una palabra difícil de explicar: -Compartid las
penas de los demás... -Sed indulgentes... -Dejaos conmover...
-Excusad... -Participad en las tribulaciones de vuestros hermanos...
-Olvidad las injurias… -Sed sensibles... -No guardéis rencor... -Tened
buen corazón... –"Así como también vuestro Padre es misericordioso."
"Dios es amor", "Dios es misericordia." Y hemos de ser "imagen de
Dios" para realizarnos, sentirnos felices: Tú esperas, Señor, que yo
me parezca a ti, que sea el representante de tu amor cerca de mis
hermanos. Ser el corazón de Dios, ser la mano de Dios... ser "como si"
estuviese Dios presente cerca de fulanito... Que Dios nos conceda, por
intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra Madre, la gracia de
recibir con amor la Vida que Dios nos ofrece. María, madre de los
dolores, ayúdame a perdonar a los demás, que me duelan más las cosas
que hago a los demás y me duelan menos las que me hacen, llorar un
poco más mis pecados y menos los de los demás, "quererlos" un poco más
y "quererme" un poco menos.
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