"En aquellos días dijo el Señor a Moisés: Anda, baja del monte, que se
ha pervertido tu pueblo... Se han desviado del camino que yo les había
señalado, y se han hecho un toro de metal, y se postran ante él, y le
ofrecen sacrificios... Veo que es un pueblo de dura cerviz..." Qué
tontería, adorar ídolos, cosas que no son Dios… como se adora el
dinero y la fama, el éxito y el poder… "Jesús, está claro que no puedo
amarte si primero no creo. La fe es muy importante, porque es el paso
previo a la caridad, al amor. Por eso, he de fomentarla y cuidarla; no
puedo jugar con la fe, ponerla en peligro. En otros tiempos se
incitaba a los cristianos a renegar de Cristo; en nuestra época se
enseña a los mismos a negar a Cristo. Entonces se impelía, ahora se
enseña; entonces se usaba de la violencia, ahora de insidias; entonces
se oía rugir al enemigo, ahora, presentándose con mansedumbre
insinuante y rondando, difícilmente se le advierte" (San Agustín). En
"El Señor de los Anillos" un protagonista, Gollum, tiene en su poder
"el anillo" que da poderes, pero quien se lo pone corre un gran
peligro, pues queda por él dominado. No es fácil sustraerse a esos
poderes y a ese dominio, pues la codicia lleva a ponerse el anillo,
hay una especial atracción en ello. Es entonces cuando el hombre,
imagen de Dios, que es libre, se rebaja hasta convertirse en esclavo
de los demás.
Moisés en solidaridad con sus hermanos, rezando por los pecadores, es
imagen de Jesús, que intercede por todos los pecadores... Cuaresma es
un tiempo en el que la plegaria de los fieles tiene una oración
específica por los pecadores, pues nosotros también nos identificamos
con Jesús en este punto. En la Postcomunión pedimos: «Que esta
comunión, Señor, nos purifique de todas nuestras culpas, para que se
gocen en la plenitud de tu auxilio quienes están agobiados por el peso
de su conciencia». ¿Cómo va el espíritu de reparación? ¿Desagravio a
Dios por los que veo que se portan mal? ¿Intento ayudar a los demás, a
salir de las esclavitudes en las que se encuentran? "Te ruego, Señor,
en nombre de todos los hombres pecadores. Yo soy uno de ellos, me
conozco. Sé también muy bien que muchos están como pegados, ligados a
sus hábitos de injusticia, de egoísmo, de impureza, de orgullo, de
desprecio, de violencia... ¡nuestros ídolos! y Tú, Señor, quieres
liberarnos de todo esto, darnos la auténtica libertad: ¡de tal manera
quieres el bien de la humanidad! Sé que Tú perdonas. Que esperas
nuestras intercesiones, nuestras plegarias. Ten piedad de nosotros"
(Noel Quesson).
El diálogo entre Yahvé y Moisés es entrañable. Después del pecado del
pueblo, que se ha hecho un becerro de oro y le adora como si fuera su
dios (pecado que describe muy bien el salmo de hoy), Yahvé habla a
Moisés, que intercede ante Dios en defensa de su pueblo. Es una
llamada a hacer oración, a que nosotros también hablemos con Dios,
como Moisés, que es imagen de Jesús, el único que conoce al Padre, que
habla cara a cara con Él.
«En Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen de un toro que come hierba. Se
olvidaron de Dios, su salvador, que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam, portentos en el Mar Rojo. Dios hablaba
de aniquilarlos; pero Moisés, su elegido, se puso en la brecha frente
a Él, para apartar su cólera del exterminio. Acuérdate de nosotros por
amor a tu pueblo».
Jesús sigue hablando de su unión con el Padre. ¿Cómo va nuestra
presencia de Dios? La madre que tiene el pequeño en la cuna, trabaja
arreglando las cosas de la casa; plancha, limpia..., pero siempre está
pendiente del hijo. Esta madre tiene presencia del hijo, no lo pierde
de vista. Lo mismo que esa madre podemos hacer nosotros con el Señor.
Mientras estudiamos, mientras hacemos deporte, cuando estamos en
clase, cuando vamos por la calle, a la hora de comer, al meternos en
la cama, y en todas las circunstancias en que nos podamos encontrar,
son situaciones en las que si nos empeñamos podemos hablar con el
Señor, decirle una jaculatoria, pedirle ayuda, etc...
Si no tienes concretada una jaculatoria para repetir durante el día,
la Cuaresma es buen momento para hacerlo, porque así el señor se
sentirá más acompañado y más querido. Alguna jaculatoria puede ser:
¡Jesús te amo!, ¡Señor, perdóname porque soy un pecador! Y los días
anteriores ya han salido buenas ocasiones para decir jaculatorias: al
ver un crucifijo, visitar sagrarios cuando pasas cerca de una iglesia,
al hacer un sacrificio, cuando te vienen a la cabeza excusas para no
mortificarte, cuando ves que actúas con la ley del gusto.
Puedes hacer un poco de examen para ver cómo vas en eso. Señor, yo
quiero acordarme y decirte muchas jaculatorias durante el día;
recuérdamelo Tú. Y tú, ángel de mi guarda (José Pedro Manglano).
Hoy Jesús nos dice que Juan Bautista "era la lámpara que arde y
alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz". Juan
hablaba de Jesús, era testimonio que señalaba el Cordero de Dios,
Jesús. "Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las
obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras
que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el
Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí". Jesús
está para cumplir la Pasión, la gran obra, después de tantos milagros
y obras buenas, ahora hará su sacrificio por nosotros y por nuestra
salvación. Él será el nuevo Moisés, que se sacrifica hasta el final
por la humanidad, por nosotros pecadores: «Que esta comunión nos
purifique de todas nuestras culpas» (comunión). Hoy vemos que se trata
de aceptar a Cristo, para tener parte con Él en la vida, para sentir
como Él la urgencia de la evangelización de nuestros hermanos de todo
el mundo.
"Padre, he venido a este mundo para glorificar tu nombre. He llevado a
término tu obra; glorifícame". Hemos visto estos días cómo Jesús es la
Luz que ilumina, da vida, refleja un Dios que es amor, que resucita y
salva. En la cruz, el Enviado será objeto de burla. "Pues he aquí "la
obra" que autentifica su misión: una vida entregada hasta el final. La
cruz derriba los pedestales de los falsos dioses. Los dioses de los
justos, de los ricos, de los satisfechos; los dioses cuyas gracias se
compran y cuyos favores hay que ganarse...; esos dioses sólo sirven
para ser derribados, pues no son más que becerros de oro de pacotilla,
imágenes deformadas de quienes las han fabricado. Dios tendrá para
siempre el rostro de un crucificado, expulsado fuera de las murallas
de la ciudad, ridiculizado, injustamente condenado.
"El Padre que me ha enviado es el que da testimonio de mí". En el
desierto, los hombres se habían unido a dioses conformes a sus deseos.
También en el desierto, Moisés erigió otra señal, un bastón coronado
por una serpiente de bronce. Señal desconcertante e irrisoria. Sin
embargo, dice la Escritura que los que la miraban eran salvados. Dios,
por su parte, ha erigido en el universo la única señal en la que se
reconoce: una cruz plantada en el corazón del mundo. Los que la miran
quedan salvados (Sal Terrae).
Llucià Pou Sabaté
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