Sábado
de la semana 21 de tiempo ordinario (impar): al final de la
vida, seremos juzgados en el amor, en cómo aprovechamos los dones que Dios nos
da
«Es
también como un hombre que al marcharse de su tierra llamó a sus servidores y
les entregó sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno
sólo: a cada uno según su capacidad y se marchó. El que había recibido cinco
talentos fue inmediatamente y se puso a negociar con ellos y llegó a ganar
otros cinco. Del mismo modo, el que había recibido dos ganó otros dos. Pero el
que había recibido uno, fue, cavó en la tierra y escondió el dinero de su
señor. Después de mucho tiempo, regresó el amo de dichos servidores e hizo
cuentas con ellos. Llegado el que había recibido los cinco talentos, presento
otros cinco diciendo: Señor cinco talentos me entregaste, he aquí otros cinco
que he ganado. Le respondió su amo: Muy bien, siervo bueno y fiel; puesto que
has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: entra en el gozo de tu
señor. Llegado también el que había recibido los dos talentos, dijo: Señor dos
talentos me entregaste, he aquí otros dos que he ganado. Le respondió su amo:
Muy bien, siervo bueno y fiel; puesto que has sido fiel en lo poco, yo te
confiaré lo mucho: entra en el gozo de tu señor. Llegado por fin el que había
recibido un talento, dijo: Señor sé que eres hombre duro, que cosechas donde no
sembraste y recoges donde no esparciste; por eso tuve miedo, fui y escondí tu
talento en tierra: aquí tienes lo tuyo. Le respondió su amo, diciendo: Siervo
malo y perezoso, sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he
esparcido; por eso mismo debías haber dado tu dinero a los banqueros, y así al
venir yo, hubiera recibido lo mío junto con los intereses. Por tanto, quitadle
el talento y dádselo al que tiene los diez. Porque a todo el que tenga se le
dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. En
cuanto al siervo inútil arrojadlo a las tinieblas exteriores: allí será el
llanto y el rechinar de dientes.» (Mateo 25, 14-30)
1. Señor, nos hablas
hoy de velar, esperar tu venida. En estas parábolas del final, nos muestras que
vendrás como un "Ladrón"
inesperado, como un "prometido" que introduce en su intimidad...,
como un "dueño" que pide cuentas...:
-“Un hombre, al irse de viaje, llamo a sus empleados y los dejó
encargados de sus bienes”. Dios ha tenido confianza en nosotros al darnos
"sus bienes". -“A uno le dejó
cinco talentos, a otro dos, a otro uno solo... El que recibió cinco, ganó otros
cinco... El que recibió dos, ganó otros dos...” A cada uno se le pide
"lo que puede y debe dar". Aquí lo fundamental es que hay una
"nota" en el "concierto" que sólo yo puedo dar, y que Dios
escucha. Hay "talentos" en el conjunto de la historia del cosmos que
sólo yo puedo desarrollar y que Dios espera de mí. Soy irremplazable a los ojos
de Dios. Todo ser humano es
irremplazable a los ojos de Dios.
-“Al cabo de mucho tiempo volvió el dueño de aquellos empleados y se puso
a saldar cuentas con ellos”. A Dios le agrada la gente activa, con
inventiva, creadora. Tomar iniciativas. Poner en marcha nuevas empresas.
Desarrollar la propia inteligencia, mejorar la salud. Ayudar a la promoción
colectiva de los hombres. Estimular el crecimiento. Engendrar
"desarrollo"...
El que tiene varios,
los fructifica, pero el que tiene uno se ha quedado con la pobre seguridad de
enterrarlo. Y tú, Señor, le dices: -“¡Empleado
negligente y cobarde! Quitadle su talento... echadlo fuera, a las tinieblas;
allí será el llanto y el apretar de dientes”. El mismo final trágico que en la parábola de
las "doncellas prudentes y necias". Ninguna parábola como la de los
talentos, nos dice tan claramente, que cada ser humano construye su propio
Juicio: el Juicio ya ha empezado... Es HOY (Noel Quesson).
«El tiempo es un don
de Dios: es una interpelación del amor de Dios a nuestra libre y -si puede
decirse- decisiva respuesta. Debemos ser avaros del tiempo, para emplearlo
bien, con la intensidad en el obrar, amar y sufrir. Que no exista jamás para el
cristiano el ocio, el aburrimiento. El descanso sí, cuando sea necesario, pero
siempre con vistas a una vigilancia que sólo en el último día se abrirá a una
luz sin ocaso» (Pablo VI).
«Me parece muy
oportuno fijarnos en la conducta del que aceptó un talento: se comporta de un
modo que en mi tierra se llama cuquería. Piensa, discurre con aquel cerebro de
poca altura y decide: fue e hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de
su señor.
¿Qué ocupación
escogerá después este hombre, si ha abandonado el instrumento de trabajo? Ha
decidido irresponsablemente optar por la comodidad de devolver sólo lo que le
entregaron. Se dedicará a matar los minutos, las horas, las jornadas, los
meses, los años, ¡la vida!
¡Qué tristeza no sacar
partido, auténtico rendimiento de todas las facultades, pocas o muchas, que
Dios concede al hombre para que se dedique a servir a las almas y a la
sociedad!
«Mío, mío, mío...»,
piensan, dicen y hacen muchos. (...). No pierdas tu eficacia, aniquila en
cambio tu egoísmo. ¿Tu vida para ti? Tu vida para Dios, para el bien de todos
los hombres, por amor al Señor. ¡Desentierra ese talento! Hazlo productivo: y
saborearás la alegría de que, en este negocio sobrenatural no importa que el
resultado no sea en la tierra una maravilla que los hombres puedan admirar. Lo
esencial es entregar todo lo que somos y poseemos, procurar que el talento
rinda, y empeñarnos continuamente en producir buen fruto» (J. Escrivá, Amigos de Dios 45-47).
Nos dices, Jesús, que
antes de ese final conocerán un levantamiento contra el Rey (tu Pasión) y el
castigo ejemplar de la ciudad (la caída de Sión). Mientras, es el "tiempo
de la Iglesia", que sigue a la caída de Jerusalén y hay una extraordinaria
desproporción entre la tarea a llevar a cabo en este mundo y la recompensa
prometida. El amo distribuye sus riquezas (es decir, los intereses del Reino)
teniendo en cuenta las posibilidades de cada uno... aunque un solo talento
constituía entonces una considerable fortuna. Sería un error interpretar esos
"talentos" solamente como dones naturales a explotar. Se trata, principalmente,
de los intereses del Reino, riquezas del Señor de las que cada cristiano
deviene intendente, ya que el progreso del Reino sólo es posible con la
colaboración de cada uno de sus componentes. La parábola descubre a los
discípulos la obligación de hacer fructificar los bienes del Reino durante el
tiempo que se les concede para tal menester, el tiempo de la Iglesia.
El siervo que había
recibido un solo talento, rechazando mezquinamente toda clase de riesgos, se
decide por escoger una seguridad totalmente falsa, ya que una riqueza muerta,
sin invertir, se devalúa; y quien no multiplica lo que tiene, lo dilapida. Quien
"entierra" su talento por miedo a perderlo, se entierra a si mismo y
opta por la muerte. Este severa advertencia de Jesús a las autoridades
religiosas de su tiempo conserva para nosotros toda su fuerza: no podemos dejar
de participar en el mundo, con sus riesgos; atrevernos a poner en juego la
herencia recibida de Jesucristo, sin miedo, pues quien no administra la
herencia la tendría perdida ya de antemano (Maertens-Frisque).
2. La «marcha hacia la
santidad», a la cual la Fe nos invita es presentada por san Pablo en dos
terrenos concretos: -ayer vimos el problema de la sexualidad... y de la vida
conyugal; -hoy Pablo nos recuerda la moral social: -“En cuanto al amor fraterno, no necesitáis que os escriba, ya que habéis
sido instruidos por Dios para amaros mutuamente”. Lo repetimos nuevamente.
Cuando Pablo escribe esta carta, no ha sido redactado totalmente ningún
«evangelio». Pero es ya vivido y propagado en su autenticidad. El amor de los
demás considerados como hermanos... Hasta el amor de los mismos enemigos. Esto
será el núcleo, el corazón de los evangelios. Ya estamos oyendo aquí la
parábola del «buen Samaritano»... la invitación del «Juicio universal» a dar de
comer, vestir, visitar... el ejemplo de Jesús «lavando los pies a sus apóstoles
como un servidor»... Señor, ayúdame a interiorizar tu doctrina.
-“Hermanos, os exhortamos a que sigáis progresando”. ¡Progresar,
hacer nuevos progresos! Nada más contrario a Dios que el «conservadurismo», la
actitud que dice siempre «basta». En cambio Dios, nuestro Dios nos repite ¡«de
nuevo»! Caminad hacia adelante (Noel Quesson). -“Proponeos firmemente vivir con tranquilidad... -Ocupaos de vuestros
asuntos...” Es la paz, esa ciencia divina…
3. “Cantad a Yahveh un canto nuevo, porque ha
hecho maravillas; victoria le ha dado su diestra y su brazo santo”.
El Señor nos dará su
paz, pues “brama el mar y cuanto
encierra, el orbe y los que le habitan; los ríos baten palmas, a una los montes
gritan de alegría, ante el rostro de Yahveh, pues viene a juzgar a la tierra;
él juzgará al orbe con justicia, y a los pueblos con equidad”.
Llucià Pou Sabaté
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