Sábado de la semana XXX (impar). La
humildad va unida al servicio, y así estamos con el Señor, ya sin buscar gloria
humana
«Y sucedió que al entrar él un sábado a comer en
casa de uno de los principales fariseos, ellos le estaban observando. Proponía
a los invitados una parábola al notar cómo iban eligiendo los primeros puestos
diciéndoles: «Cuando seas invitado por alguien a una boda, no te sientes en el
primer puesto, no sea que otro más distinguido que tú haya sido invitado por
él, y al llegar el que os invitó a ti y al otro, te diga: "Cede el sitio a
éste"; y entonces empieces a buscar lleno de vergüenza, el último lugar:
Al contrario, cuando seas invitado, ve a sentarte en el último lugar, para que
cuando llegue el que te invitó te diga: "Amigo, sube más arriba".
Entonces quedarás muy honrado ante todos los comensales. Porque todo el que se
ensalza será humillado; y el que se humilla será ensalzado» (Lucas14,1.7-11).
1. –“Durante la comida en casa de uno de los
jefes de los fariseos, Jesús, notando que los invitados elegían los primeros
puestos...” El mundo judío -por ejemplo, las "reglas de la Comunidad
de Qumram- tenía gran preocupación por seguir el orden jerárquico. En un
banquete, antes de sentarse, cada invitado elegía "su" puesto según
su rango, según la idea que él tenía de su propia dignidad, en comparación a
los demás invitados. Y esto estaba codificado por las escuelas de Doctores de
la Ley. Se aconsejaba un poco de prudencia elemental, por ejemplo:
"Sitúate dos o tres puestos más allá del que te convendría". Hoy
tenemos muchos signos distintivos que permiten realzar la posición social de
cada uno: marcas en el vestir... o de automovil...
-“Jesús les propuso esta parábola:
"Cuando alguien te convide a una boda no ocupes el puesto principal...”
Jesús, no entras aquí en los problemas de las conveniencias mundanas, no es tu
objeto... te interesa decirnos lo que
otras veces: ¡sed humildes!, ¡disponeos a ser el servidor de los demás!,
¡ocupad el último puesto!, ¡los pequeños son los más grandes! Si no os hacéis
pequeños, ¡no entraréis en el Reino de Dios! No, nadie puede revindicar la
entrada a las Bodas eternas como algo que le es debido, en virtud de su propia
justicia.
-“Al revés, cuando te conviden, vete derecho
al último puesto”. Durante la última Cena, sabemos que hubo una discusión
entre los Doce sobre sus jerarquías y sus prelaciones. "Llegaron a querellarse sobre quién parecía
ser el mayor. Jesús les dijo: Los reyes de las naciones gobiernan como
señores... Pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros, ocupe el
puesto del más joven, y el que manda, el puesto del que sirve... Pues yo estoy
en medio de vosotros como el que sirve" (Lucas 22,24-27). En las
primeras comunidades había estas discriminaciones en las asambleas litúrgicas,
como cuenta Santiago: "Si en
vuestra reunión entra un personaje con sortijas de oro, magníficamente vestido
y entra también un pobretón con traje mugriento; si atendéis al primero en
detrimento del pobre, ¿no hacéis una discriminación?" Hoy, hay muchas
maneras de creerse superior, de excluir a un tal o a un cual, de hacer
discriminaciones.
Señor, haznos
acogedores los unos hacia los otros. Que todos los participantes a nuestras
asambleas dominicales se sientan cómodos. Que las celebraciones eucarísticas no
pasen a ser pequeños clubs cerrados en los que "las personas, allí
reunidas, se sientan bien", porque se ha comenzado por excluir a "los
que no piensan como nosotros".
-“El que se encumbre, lo abajarán, y al que
se abaja lo encumbrarán”. Es la condena de cualquier suficiencia. Dios
cerrará su Reino, a los que están persuadidos de su propia justicia. Ser
humilde. Hacerse pequeño. Juzgarse indigno... No juzgar indignos a los demás.
La parábola
del fariseo y el publicano se terminará con la misma fórmula (Lucas 18,14):
"Todo el que se encumbra lo
abajarán, y al que se abaja, lo encumbrarán." Señor, ayúdame; quiero
combatir todas mis formas de orgullo. Quiero conocer mis miserias, para que no
me estime superior a los demás. Ayúdame a encontrarme feliz en el "último
puesto". Como Tú, Señor: "Jesús, de tal manera tomó para sí el último
puesto, que nadie se lo ha podido quitar" (Noel Quesson).
"Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" (Mt 11,29): Jesús, nos enseñas que la
humildad va unida al servicio, y quiero aprender de ti, de Belén, de tu vida en
Nazaret, de tu entrega en la Cruz y en la Eucaristía.
"Dios resiste a los soberbios, pero a los humildes da su gracia"
(1 Pedro 5,5); dame, Señor, la humildad,
para estar abierto a ti, pues nos dices: "Sin mí, nada podéis hacer
" (Jn 15,5). Quiero pedirte ser humilde, Señor, por la intercesión de
tu Madre María Santísima, meditar tu ejemplo, rectificar cuando la soberbia
aprieta, ser sincero en la dirección espiritual, utilizar las experiencias
negativas para sacar más fuerza y humildad de ellas, y que todo me sirva para
hacer las cosas como tú las harías, para darme a los demás que es lo que me
enriquece y lo que tú dijiste de ti
mismo, que “no he venido a dejarme servir sino a servir” (Mt 20,28).
Animaba san Josemaría: “no pienses nunca en ti.
Huye de la soberbia de imaginar que eres eso que en mi tierra llaman el palico
de la gaita. Cuando no te acuerdes de ti, entonces haces buena labor. No
podemos creernos el centro, de modo que pensemos que todo debe girar alrededor
de nosotros. Y lo peor es que, si caes en este defecto, cuando te digan que
eres soberbio, no te lo creerás; porque mientras el humilde se cree soberbio,
el soberbio se cree humilde”. La santísima Virgen es modelo de humildad y por
eso es llena de gracia.
2. Pablo nos enseña que Dios no deja de ser fiel a su esposa infiel. Dios ama
a aquellos que no le aman. Dios no rechaza a nadie: –“Hermanos, os pregunto: ¿Habría Dios rechazado a su
pueblo? No, de ningún modo. Yo mismo soy prueba de ello: también soy uno de
Israel”. Y tomando la tesis de los profetas según
la cual sólo un «pequeño resto» subsistiría, hace notar que hay judíos, como
él, por ejemplo, que son los testigos de ese amor. Esto nos anima a conservar
las solidaridades. No quedarse aparte, resguardado, como aquellos que huyen del
peligro. Al contrario, considerarse como responsable de todos aquellos que son
solidarios con él: no soy un salvado "para mí", sino «para todos». Pablo-creyente
es ya una parte del pueblo de Israel... ¡creyente! Pablo-salvado es ya una
porción, algo del pueblo de Israel... ¡salvado!
-“¿Ha caído
Israel para no levantarse?... si por haber caído ellos la salvación ha pasado a
los paganos, su caída ha supuesto riqueza para el mundo”. Es preciso
comprender bien este sorprendente argumento. Pablo alude al «hecho histórico»
muy conocido: el rechazo de los judíos ayudó a Pablo a no encerrarse en el
mundo judío e ir a los paganos. Expulsado de la Sinagoga y de la comunidad
judía, se halló casi obligado a dirigirse a los paganos.
-“No quiero
dejaros en la ignorancia de este misterio: el endurecimiento de los judíos
durará hasta la entrada del conjunto de los paganos”. Así el rechazo de la
Fe, de los judíos, lejos de contradecir el prodigioso amor salvador de Dios por
todos los hombres no es sino una ilustración temporal y brillante de ese amor
universal. A través de este misterio quisiera comprender mejor el misterio de
la "incredulidad" HOY. ¡Muchos son los que "rechazan" HOY a
Dios o viven «como si no existiera»! Quiero creer que Tú sigues amándolos,
Señor, y que quieres también salvarlos a todos. Tu proyecto es ¡«la entrada del
conjunto de los paganos»! en la salvación.
-“Es así que
todo Israel será salvo. En cuanto al Evangelio, son enemigos para vuestro bien.
Pero en cuanto a la elección de Dios, son amados en atención a sus padres...
¡Los dones y la vocación de Dios son irrevocables!” También los judíos un
día serán creyentes. El Señor vendrá. Pero retrasa su venida para dar a todos un
«plazo» de conversión. Así, todo contribuye al proyecto de Dios. La
incredulidad de los judíos es la prueba dramática del fracaso del hombre que
quiere salvarse por sí mismo. Como tal, esta «incredulidad» tiene un aspecto
positivo, pone en evidencia que nos salvamos «por pura misericordia»: mas entonces
los judíos pueden también beneficiarse, y se beneficiarán de ello. Los dones de
Dios son "IRREVOCABLES" (Noel Quesson).
3. En Nostra
aetate, el Concilio quiso hablar de ese respeto de todo corazón a los que
viven otras religiones, y siguiendo el ejemplo de Pablo, llenarnos de esperanza
de que un día acabarán aceptando a Jesús. Con el salmo decimos: "El Señor no rechaza a su pueblo ni abandona
su heredad".
Llucià Pou Sabaté
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