Lunes de la 33ª
semana (impar). Un
ciego lleno de fe pide a Jesús ver, y también nosotros pedimos al Señor la fe y
la perseverancia en el amor
“En aquel tiempo,
cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino,
pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le
explicaron: -«Pasa Jesús Nazareno.» Entonces gritó: -«¡Jesús, hijo de David,
ten compasión de mí!» Los que iban delante le regañaban para que se callara,
pero él gritaba más fuerte: -«¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se
paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: -«¿Qué
quieres que haga por ti?» Él dijo: -«Señor, que vea otra vez.» Jesús le
contestó: -«Recobra la vista, tu fe te ha curado.» En seguida recobró la vista
y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios” (Lucas 18,35-43).
1. Jesús, te
vemos hoy después de anunciar tu Pasión y resurrección, que curas a un ciego
que es modelo de fe. Veo que subes a Jerusalén para cumplir la ley y los
profetas; pero para comprender este misterio pascual hay que abrir los ojos de
la fe para poder entender las Escrituras, como los discípulos de Emaús. Lucas
concibe su Evangelio como una subida progresiva a Jerusalén en donde se
consumará el sacrificio de la cruz. El hombre judío quiere manifestar con su
peregrinación a la ciudad santa el contenido de su fe en Yahvé. Así también tú,
Señor, subes a Jerusalén para morir de amor por los hombres (Maertens-Frisque).
El ciego se ponía todos los días
en el mismo lugar, y aparece Jesús el Nazareno.
-“Al oír que pasaba gente”... Serán peregrinos, que cantan sin duda
los «cánticos de las subidas», los Salmos 120 a 134, según la tradición. El
ciego sentado está oyéndolos.
-“Preguntó qué era aquello”. Es el ciego, el que toma la iniciativa.
-“Le explicaron: «Está pasando Jesús, el Nazareno.
-Empezó a gritar diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mi!»”
Es el título mesiánico, anunciado a María el día de la concepción de Jesús
(Lucas 1,32): «el Señor Dios le dará el
trono de David, su padre». De modo que muchos vieron las obras de Jesús y
permanecieron ciegos sobre su verdadera identidad. Pero el Mesías, anunciado
por los profetas, es ciertamente aquel que «cura a los ciegos» (Isaías 35,5; Lucas 4,18) ¡y son esos «videntes
interiores», los pobres, los que ven justo!
Los
que estaban ahí le regañaban para que callara. Es triste que en el momento del
encuentro contigo, Señor, haya gente que quiera impedir que se te acerquen las
almas.
-“Jesús
se paró y mandó que se lo trajeran”.
Acepta ese título de realeza, cuyo uso había prohibido antes (Mateo 9,30).
Ahora que su Pasión está cerca, todas las esperanzas políticas y nacionales que
no quiso asumir, cuando todo el mundo le empujaba a ellas, han quedado atrás:
se dirige a Jerusalén, no para tomar el poder, sino para morir.
-El diálogo es breve: "Señor, que vea otra vez". «El
descubrimiento de la vocación personal es el momento más importante de toda la
existencia. Hace que todo cambie sin cambiar nada, de modo semejante a como un
paisaje, siendo el mismo, es distinto después de salir el sol que antes, cuando
lo bañaba la luna con su luz o le envolvían las tinieblas de la noche. Todo
descubrimiento comunica una nueva belleza a las cosas y, como al arrojar nueva
luz provoca nuevas sombras, es preludio de otros descubrimientos y de luces
nuevas, de más belleza» (F. Suárez, La Virgen Nuestra Señora).
-"Recobra tu vista, tu fe te ha curado". Y el buen hombre le
sigue lleno de alegría, glorificando a Dios. Podemos vernos reflejados de
varias maneras. También nosotros recobramos la luz cuando nos acercamos a
Jesús. El que le sigue no anda en tinieblas. Y nunca agradeceremos bastante la
luz que Dios nos ha regalado en Cristo Jesús. Con su Palabra, que escuchamos tan
a menudo, él nos enseña sus caminos e ilumina nuestros ojos para que no
tropecemos. ¿O tal vez estamos en un período malo de nuestra vida en que nos
sale espontánea la oración: "Señor, que vea otra vez"? También
podemos preguntarnos qué hacemos para que otros recobren la vista: ¿somos de
los que ayudan a que alguien se entere de que está pasando Jesús?, ¿o más bien
de los que no quieren oír los gritos de los que buscan luz y ayuda? Si somos
seguidores de Jesús, ¿no tendríamos que imitarle en su actitud de atención a
los ciegos que hay al borde del camino?, ¿sabemos pararnos y ayudar al que está
en búsqueda, al que quiere ver?, ¿o sólo nos interesamos por los sanos y los
simpáticos y los que no molestan?
Esos "ciegos" que
buscan y no encuentran pueden ser jóvenes desorientados, hijos o hermanos con
problemas, amigos que empiezan a ir por malos caminos. ¿Les ayudamos? ¿Les
llevamos hacia Jesús, que es la Luz del mundo? (J. Aldazábal).
-“Jesús le dijo: «Recobra la vista. Tu fe te ha salvado.» Y en el acto
recobró la vista, y siguió a Jesús bendiciendo a Dios.” ¡Concédeme, Señor,
que yo también te siga hasta la cruz y hasta la Pascua! (Noel Quesson).
El Señor nunca niega su gracia. Este hombre es imagen “de quien
desconoce la claridad de la luz eterna”, pues en ocasiones el alma puede sufrir
también momentos de ceguera y de oscuridad. Muchas veces esta situación está
causada por pecados personales, cuyas consecuencias no han sido del todo
zanjadas, o por falta de correspondencia a la gracia. En otras ocasiones, el
Señor permite esta difícil situación para purificar el alma, para madurarla en
la humildad y en la confianza en Él. Sea cual sea su origen, si alguna vez nos
encontramos en ese estado, ¿qué haremos? Dirigirnos al Señor, siempre cercano
para que tenga misericordia de nosotros, y pedirle: ¡Que vea, Señor!
Si el Señor permite que nos
quedemos a oscuras, incluso en cosas pequeñas; si sentimos que nuestra fe no es
firme, acudamos al buen pastor. La falta de objetividad con que nos vemos a
nosotros mismos hace imposible encontrar los senderos seguros que nos llevan en
la dirección justa. “El alma sola sin maestro, que tiene virtud, es como el
carbón encendido que está solo; antes se irá enfriando que encendiendo” (San
Juan de la Cruz). ¡Cuántas veces Jesús espera la sinceridad y la docilidad del
alma para obrar el milagro! Nunca niega el Señor su gracia si acudimos a Él en
la oración y en los medios por los cuales derrama su gracia.
En quien nos ayuda vemos al
mismo Cristo, que enseña, ilumina, cura y da alimento a nuestra alma para que
siga su camino. Sin ese sentido sobrenatural, sin esta fe, el acompañamiento
espiritual quedaría desvirtuado. Se transformaría en algo completamente
distinto: en intercambio de opiniones, quizá. Este medio es una gran ayuda
cuando lo que realmente queremos es averiguar la voluntad de Dios sobre
nosotros e identificarnos con ella. No busquemos en la dirección espiritual a
quien pueda resolver nuestros asuntos temporales; nos ayudará a santificarlos,
nunca a organizarlos ni a resolverlos. No es ésa su misión. Si seguimos bien
este medio de dirección espiritual, nos sentiremos como el ciego que seguía en
el camino a Jesús glorificando a Dios, lleno de alegría.
2. Los Macabeos surgen como testimonios de la fe, cuando en el año 175
a.C. cuando con Antíoco IV Epífanes se desató una fuerte persecución religiosa.
-“Entre los nobles que se repartieron la
sucesión de Alejandro, surgió un renuevo pecador, Antíoco Epifanes, hijo de
Antíoco el Grande”... La historia profana no es solamente profana, se juega
en ella un misterio de "gracia y de pecado". En mi
"empresa"... en mi "periódico"... en los
"acontecimientos" de todas clases... ¿sabré leer e interpretar los
"signos de Dios"?
-“En aquellos días surgieron de Israel unos hijos rebeldes, que sedujeron
a muchos diciendo: "concertemos alianza con los pueblos paganos que nos
rodean..."” No sólo prohibió el culto judío, sino que profanó el
Templo y el altar, y obligó a aceptar las costumbres helénicas. Bastantes
judíos adoptaron un estilo de vida que les parecía más moderno, y apostataron
de su fe. Otros, con los hermanos Macabeos, se mantuvieron fieles a la Alianza
y, humillaron a Antíoco, devolvieron la libertad al pueblo y restauraron el
culto verdadero en el Templo de Jerusalén.
-“Se les permitió adoptar las costumbres paganas: levantaron un gimnasio
en Jerusalén, disimularon su circuncisión, sacrificaron a los ídolos, violaron
el Sábado, quemaron los libros de la Ley”... ¡He aquí la provocación! ¡Hay
que elegir! Ya no se puede vivir entre dos aguas, mitad «a lo judío» y mitad «a
lo pagano». Es la opción radical. Hay unos gestos exteriores, visibles que
descubren la pertenencia o no pertenencia a tal tendencia. Claro está que esos
"gestos" exteriores no son lo esencial, lo que cuenta es el corazón.
Pero los ritos traducen el corazón y la Fe. ¿Qué sentido doy a los ritos? (Noel
Quesson).
-“Pero muchos israelitas resistieron... Y prefirieron morir antes que”...
Aparecen ese momento histórico algunos «mártires», que con el testimonio de sus
vidas ofrecidas hasta la muerte mostrarán la revelación de la vida eterna y la
resurrección de las personas.
3. El salmista, lleno de santo
celo, se queja a Dios: "sentí
indignación ante los malvados que abandonan tu voluntad; los lazos de los
malvados me envuelven, pero no olvido tu voluntad... ya se acercan mis inicuos
perseguidores, están lejos de tu voluntad": lo importante es la Alianza,
señal a su vez de la Nueva Alianza en Cristo.
Llucià Pou Sabaté
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