lunes, 11 de noviembre de 2013

Lunes de la semana 32 de tiempo ordinario (impar): pedimos a Jesús el don de perdonar, que es la cosa más grande; y también las otras cualidades de su corazón
«Dijo a sus discípulos: «Es imposible que no vengan los escándalos; pero, ay de aquel por quien vienen. Más le valdría ajustarle al cuello una piedra de molino y arrojarle al mar, que escandalizar a uno de esos pequeños: andaos con cuidado. Si tu hermano peca, repréndele; y, si se arrepiente, perdónale. Y si peca siete veces al día contra ti, y siete veces vuelve a ti, diciendo: "Me arrepiento", le perdonarás». Los apóstoles dijeron al Señor: «Auméntanos la fe». Respondió el Señor: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este moral: "Arráncate y plántate en el mar, y os obedecería"» (Lucas 17,1-6).
1. –“Jesús decía: "Es inevitable que sucedan los escándalos; pero ¡ay del que los provoca!” Estamos todos interconexionados, unidos como los siameses, y esto es la comunión de los santos: si nos esforzamos, ayudamos a los demás, y si hacemos daño, dañamos a todos. "Nadie es una isla". Toda persona esta religada a otras. Juan Pablo II pidió perdón por los errores históricos de la Iglesia, y vemos que en el mundo hay muchos crímenes, pero en primer lugar hemos de reflejar el rostro de Jesús a través de nuestra vida, de la vida de la Iglesia, para dar testimonio al mundo. Por desgracia, hemos visto también en la Iglesia graves pecados contra niños, que claman al cielo. Pidamos al Señor que arranque de la Iglesia todo daño grave, y hoy especialmente este: «El escándalo es la actitud o el comportamiento que induce a otros a hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo. Atenta contra la virtud y el derecho; puede ocasionar a su hermano la muerte espiritual. El escándalo constituye una falta grave, si por acción u omisión, arrastra deliberadamente a otro a una falta grave» (Catecismo, 2284).
-“Más le valdría que le colgaran al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar... antes que escandalizar a uno de esos pequeños”. Jesús es extremadamente riguroso cuando se trata de defender a "los pequeños".
Y pasas, Señor, a hablarnos del perdón: -“Si tu hermano te ofende, repréndelo; y si se arrepiente perdónalo. Si te ofende siete veces al día y vuelve siete veces a decirte: "Lo siento" lo perdonarás”. El amor "sin límites" es la característica propia del cristianismo. Lo vemos en una madre, cuando sigue perdonando la malicia o debilidad de un hijo, que con sus mentiras o faltas de respeto se aleja de ella, y luego siempre encuentra el perdón maternal cuando va a buscarla. El amor de una madre es el modelo más cercano de lo que Jesús nos muestra, de lo que es el amor de Dios. Señor, te pido aprender a perdonar según la medida de tu corazón.
-“Dijeron los Apóstoles al Señor... ¡Auméntanos la Fe!” Tenemos aquí un ejemplo de los diálogos provocados por tus palabras, Jesús. Eran muy conscientes de que era algo grande lo que pedías, Señor, y así te pedimos también nosotros: "danos, Señor, por gracia, eso que Tú esperas de nosotros". Como también decía San Agustín: pide lo que quieras y dame la fuerza para cumplirlo. O Santa Teresa de Jesús: “manda lo que quisieras y dime lo que mandares, que lo que tu mandares no he dejar de hacer por ningún tesoro del mundo”, claro, con tu fuerza, Señor. Así te pedimos en la plegaria de los fieles de cada misa: por las necesidades mías y de todo el mundo.
-“El Señor contestó: "Si tuvierais fe como un grano de mostaza, diríais a este árbol: Arráncate y plántate en el mar. Y os obedecería"”. ¡Cuántos "árboles" a arrancar, Señor! Soy como un pobre delante de ti; dame varios "granos de mostaza" (Noel Quesson).
2. -“Amad la justicia los que juzgáis la tierra; pensad rectamente del Señor y buscadle con sencillez de corazón...” Por "Justicia", hay que entender siempre en la Biblia, el pleno acuerdo del pensamiento y la acción con la voluntad divina. Así, el primer consejo de ese «sabio» es una invitación a "pensar justamente"... a pensar como Dios... a "buscar a Dios" en la sencillez del corazón. El esfuerzo de la meditación cotidiana va en ese sentido. A condición de que sea yo dócil a la Palabra de Dios y trate de ponerla en práctica.
-“Porque Dios se deja hallar de los que no le tientan y se manifiesta a los que no desconfían de él. Los pensamientos tortuosos apartan de Dios”. «¡Buscar a Dios!» Cuando Dios encuentra esta disposición en el corazón del hombre "se hace el encontradizo", «se revela»... En el fondo, lo que Dios espera de nosotros es la lealtad, la verdad. Los pensamientos «tortuosos» apartan de Dios.
El libro de la Sabiduría nos presenta la sabiduría de Dios como una joven hermosa que solicita a su amante para un encuentro feliz. "Fácilmente la ven los que la aman y la encuentran los que la buscan". Se hace la encontradiza para los que la aman, para los que la desean y la buscan. El verdadero conocimiento de Dios no es el resultado de una laboriosa operación intelectual, es un don que se ofrece con generosidad a cuantos se disponen a recibirlo con un corazón abierto. El Señor viene como un novio a celebrar su boda e invita a todos los hombres.
"Se anticipa a darse a conocer a los que la desean. Quien temprano lo busca no se fatigará, pues a su puerta la hallará sentada". La sabiduría de Dios madruga más que quienes la desean. Cuando éstos despiertan y empiezan a buscarla, se la encuentran esperando a la puerta, no necesitan andar detrás de ella todo el día. Dios se presenta siempre al hombre que le busca y se anticipa a sus deseos. Desgraciadamente, hay muchos cristianos que ni siquiera son capaces de imaginar que alguien este "sentado a su puerta", esperando para amarlos.
Este último libro del Antiguo Testamento, compuesto por un judío habitante de Alejandría (por el año 50 a. C.), capital del «Helenismo», aporta su humanismo refinado y pensamiento griego a la fe. Ayuda, Señor, a los hombres de nuestro tiempo a hacer ese mismo esfuerzo. Ayúdanos, Señor, a construir la verdad. A poner en práctica desde ahora la porción de verdad ya descubierta. ¿Cuál es hoy para mí esta correspondencia a Dios, esta conversión que El espera?
-“El Espíritu Santo, nuestro educador, huye de la mentira, se aleja de los pensamientos necios y se ve rechazado al sobrevenir la injusticia”. Estamos ya muy cerca de la doctrina del Nuevo Testamento. El Espíritu de Dios, educador del espíritu del hombre. La luz divina iluminando y animando la inteligencia humana: todo ello se realizará en plenitud en Jesús... ¡el hombre que comulgará totalmente con la voluntad de Dios!
Pero, en contrapartida, existe también ese riesgo terrible: la capacidad del hombre de hacer que se retire el Espíritu Santo... de «rechazar» el Espíritu de Dios. Esta actitud es considerada absurda y necia. Haznos inteligentes, Señor. Ayuda el esfuerzo de todos los «educadores, de todos los que se han consagrado a esa tarea maravillosa del avance de la verdad... ¡profesores, padres, educadores «con el Espíritu»! La Fe no ha de huir ante el mundo científico de HOY. El Espíritu Santo ilumina la inteligencia... ¡y se aleja de la necedad!
-“La Sabiduría es un espíritu que ama al hombre... pues el Espíritu del Señor llena el universo, y El, que lo envuelve todo, sabe todo lo que se dice”. Es el Espíritu de Dios quien realiza la cohesión del universo. Medito detenidamente esta frase y la realidad que representa: ¡Dios presente! (Noel Quesson).
3. La sabiduría es un don de Dios, es "un espíritu amigo de los hombres": porque "el espíritu del Señor, que llena la tierra y da consistencia al universo", "penetra en su interior". Pero esta sabiduría sólo la pueden llegar a poseer los de corazón sencillo, "los que no desconfían", los que no tienen "razonamientos retorcidos". La encuentran "los que la buscan con corazón entero". Sobre todo, "la sabiduría no entra en alma de mala ley ni habita en cuerpo deudor del pecado". Los necios y los deslenguados tampoco sabrán acoger en sí mismos esta sabiduría que viene de Dios. Con el salmo podemos pedirlo hoy a Dios: "Señor, tú me sondeas y me conoces, todas mis sendas te son familiares... Guíame, Señor, por el camino recto".

Llucià Pou Sabaté

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