Miércoles
de la 34ª semana de Tiempo Ordinario (impar).
El Reino de Dios no es de este mundo, pero vencerá
al final: “Todos os odiarán por causa mía, pero ni un cabello de vuestra cabeza
perecerá”.
“En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus discípulos: -«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas
y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía.
Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra
defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente
ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes,
y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos
os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con
vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas»”
1. –“Os
harán comparecer ante Reyes y Gobernadores a causa de mi Nombre”. Jesús, eres
signo de contradicción. Tu nombre es salvación y también van contra tu nombre,
te persiguen… Nunca prometiste que en esta vida seríamos aplaudidos y que nos
resultaría fácil el camino. Lo que sí nos aseguras es que salvaremos la vida
por la fidelidad, y que tú darás testimonio ante el Padre de los que hayan dado
testimonio de ti ante los hombres.
-“Así
tendréis ocasión de dar Testimonio”. Tus discípulos irán probando, a lo
largo de la historia, lo que dice san Pablo: «Se ha hecho público en todo el
Pretorio que me hallo en cadenas a causa de Cristo» (Fil 1,12). Testimoniar.
Ser testigo.
Muchos cristianos, a lo largo de la historia,
han sido perseguidos, llevados a la muerte. ¡Cuántos mártires, de todos los
tiempos, también del nuestro, nos estimulan con su admirable ejemplo! Y no sólo
mártires de sangre, sino también los mártires callados de la vida diaria, que
están cumpliendo el evangelio de Jesús y viven con admirable energía y
constancia tu seguimiento, Jesús, en la lucha de cada día, como nos dijiste:
"con vuestra perseverancia
salvaréis vuestras almas". El amor, la amistad y la fortaleza -y
nuestra fe- no se muestran tanto cuando todo va bien, sino cuando se ponen a
prueba (J. Aldazábal). Nos lo avisó:
"si a mí me han perseguido, también
os perseguirán a vosotros" (Jn 15,20), pero también nos aseguró:
"os he dicho estas cosas para que
tengáis paz en mí; en el mundo tendréis tribulación, pero ¡ánimo! yo he vencido
al mundo" (Jn 16,33).
-“Por
tanto, meteos en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa: yo mismo
os inspiraré palabras tan acertadas que ningún adversario os podrá oponer
resistencia ni contradeciros”. Los apóstoles hablarán con sabiduría, cosa
que extraña a todos «porque se trataba de hombres sin instrucción» (Hch 4,13).
“Os
echarán mano y os perseguirán; os llevarán a las sinagogas y os meterán en la
cárcel”. Jesús anuncia que sus discípulos serán perseguidos, como
efectivamente pasó: «Pedro y Juan hablaban al pueblo... El jefe del Templo y
los saduceos fueron hacia ellos. Les echaron mano y los metieron en la cárcel
hasta el día siguiente» (Hechos 4,1-3; 5,18; 8,3; 24). «Los magistrados de la
ciudad de Filipos dieron orden de que quitaran la ropa de Pablo y de Silas y
los apalearan. Después de molerlos a palos los metieron en la cárcel» (Hch
16,22).
Los primeros cristianos fueron valientes y no
aceptaron el sistema de valores pagano. Fueron criticados por no divinizar el
Estado. Valoraron al ser humano por encima de las diferencias étnicas,
religiosas y sociales. Constituyeron la comunidad en el centro de interés
dejando a un lado el culto por el cuerpo y el placer. Este modo de ver y sentir
la vida los llevó a inevitables enfrentamientos.
Jesús, no prometes el éxito, sino la Verdad.
Tú no has mentido. Los cristianos se encuentran con la cruz. Pero esos,
vencidos la Bestia, la vencerán (servicio bíblico latinoamericano).
-“Todos
seréis detestados por causa de mi Nombre. Pero ni un solo cabello de vuestra
cabeza se perderá”. ¡Con vuestro aguante y perseverancia conseguiréis la
Vida! Perseverancia. Paciencia. Gozo, a pesar de todo. ¿Estoy yo convencido que
yendo hacia mi "fin" voy hacia la "Vida"? (Noel Quesson).
Aunque haya quienes no comprendan la vocación cristiana... Aunque lleguen dificultades
económicas, familiares... aunque llegue la enfermedad, el desaliento, el
cansancio... La paciencia es necesaria para perseverar, para estar alegres por
encima de cualquier circunstancia; esto será posible porque tenemos la mirada
puesta en Cristo, que nos alienta a seguir adelante, sin fijarnos demasiado en
lo que querría quitarnos la paz. Sabemos que, en todas las situaciones, la
victoria está de nuestra parte. Tú eres, Señor, mi esperanza, en quien confío,
quien sé que no me va a fallar.
La paciencia es una virtud bien distinta de
la mera pasividad ante el sufrimiento; no es un no reaccionar, ni un simple
aguantarse: es parte de la virtud de la fortaleza, y lleva a aceptar con
serenidad el dolor y las pruebas de la vida, grandes o pequeñas, como venidos
del amor de Dios. Entonces identificamos nuestra voluntad con la del Señor, y
eso nos permite mantener la fidelidad y la alegría en medio de las pruebas. Son
diversos los campos en los que debemos ejercitar la paciencia. En primer lugar
con nosotros mismos, puesto que es fácil desalentarse ante los propios
defectos. Paciencia con quienes nos relacionamos, sobre todo si hemos de
ayudarles en su formación o en su enfermedad: la caridad nos ayudará a ser
pacientes. Y paciencia con aquellos acontecimientos que nos son contrarios
porque ahí nos espera el Señor.
Para el apostolado, la paciencia es
absolutamente imprescindible. El Señor quiere que tengamos la calma del
sembrador que echa la semilla sobre el terreno que ha preparado previamente y
sigue los ritmos de las estaciones. El Señor nos da ejemplo de una paciencia
indecible. La paciencia va de la mano de la humildad y de la caridad, y cuenta
con las limitaciones propias y las de los demás. Las almas tienen sus ritmos de
tiempo, su hora. La caridad a todo se acomoda, cree todo, todo lo espera y todo
lo soporta (1 Cor 13,7). Si tenemos paciencia, seremos fieles, salvaremos
nuestra alma y también la de muchos que la Virgen pone constantemente en
nuestro camino.
2. El festín de Baltasar es un texto tan
«coloreado» de detalles concretos y que ha inspirado a tantos pintores
célebres, es evidente que hay que retener lo esencial –en lugar de verlo como histórico-:
ante Dios, el orgullo no vale nada. La orgía de la corte real, y además con los
vasos sagrados fruto del pillaje en el templo de Jerusalén, no puede acabar
bien. Este festín es como el símbolo del «paganismo» de todos los tiempos.
-"La
seducción del orgullo": un gran festín... de mil invitados... comiendo
en vajilla de oro y plata. El rey hace alarde de su lujo. ¿Quién paga el costo
de todo esto? Los pobres de su reino, sin duda. Pero no piensa en ello.
Deslumbra y aplasta a los humildes con su orgullo.
-«La
seducción de la carne»... nos imaginamos la orgía sensual que los artistas
han hecho resaltar... la abundancia de vinos... las «mujeres y las cantoras». Cuando la humanidad se abandona a sus
instintos, excitada por el alcohol y el sexo ya no se detiene en el camino de
la degradación y del envilecimiento. Hemos de ver la moral no tanto como algo
personal sino ligado a la caridad, pues estamos concatenados con los demás, la
comunión de los santos no es algo teórico, espiritualista o misticista, sino
algo real, algo “sensible” y los demás notan si luchamos, si yo venzo los demás
van adelante. Y es algo estimulante, ver la grandeza de la vida ordinaria, pues
si me motivo, me ilusiono por algo, por ideales nobles de ayuda a los demás,
tengo un motivo para levantame de la cama por la mañana, y ver que los demás
necesitan eso de mí… así, pasa ese momento quizá de oscuridad donde no se ve
nada sobrenatural, y cuando vuelve la luz, se da gracias a Dios por haber
aguantado la tormenta y haber seguido en medio de la oscuridad. Quizá es
también algo de eso la noche de la fe a la que se referían los místicos, cuando
no queda más que cierto recuerdo de aquella luz, y sólo se va adelante por la
intuición del amor…
-«El
insulto a Dios»: en este estado es frecuente que el hombre se las haya con
Dios. Baltasar, para mostrarse completamente «libre de todos los tabúes
religiosos», imaginó «beber en los vasos
sagrados, robados antaño al templo». Hay muchas otras maneras de burlarse
de Dios.
-«El
miedo y la angustia del más allá»: Se habla hoy mucho de la angustia
metafísica del ateo. Se constata la proliferación de prácticas supersticiosas y
mágicas, en las personas que no creen en el verdadero Dios. «El rey empalideció, su pensamiento se
turbó, sus piernas temblaron». Se pasa de la blasfemia presuntuosa a la
debilidad del timorato. Tiene miedo ante el misterio.
-“Tú
no has glorificado al Dios que tiene en sus manos tu propio aliento y de quien
dependen todos tus caminos”... Frente a ese materialismo pagano, Daniel
recuerda «al verdadero Dios». Al hombre que pretende pasarse de Dios, el
profeta, con una sola palabra le recuerda su dependencia radical: «¡Dios es el que tiene en sus manos tu
propio aliento!» Daniel, en su papel de intérprete de las visiones, es
valiente en anunciar lo que significan las letras que aparecen en la pared:
"Dios ha contado tus días",
"no has dado el peso en su balanza"
y "tu reino se ha dividido".
Antíoco Epífanes es contemporáneo a cuando se escribe esto, y a él se le puede
aplicar todo el texto. Pero también va para cada uno de nosotros: "has adorado a dioses falsos" como
el poder o dinero, "te falta peso
en la balanza de Dios" porque falta amor… (Noel Quesson).
3. “Sol
y luna, bendecid al Señor. Astros del cielo, bendecid al Señor. Lluvia y rocío,
bendecid al Señor. Vientos todos, bendecid al Señor.
Fuego
y calor, bendecid al Señor. Fríos y heladas, bendecid al Señor”. Que toda la naturaleza bendiga al Señor,
pues Él ha hecho resplandecer su Rostro sobre todas las cosas. Cuando la
naturaleza cumpla con la función que el Señor le ha asignado estará, con ello,
bendiciendo al Señor, pues estará, finalmente, al servicio de la vida y no de
la muerte.
Llucià
Pou Sabaté
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