Semana XXIX, lunes (impar): Jesús nos
lleva a tener confianza en la gracia de Dios y no idolatrar el dinero
“En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: -«Maestro, dile a mi
hermano que reparta conmigo la herencia.» Él le contestó: -«Hombre, ¿quién me ha
nombrado juez o árbitro entre vosotros?» Y dijo a la gente: -«Mirad: guardaos
de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de
sus bienes.» Y les propuso una parábola: -«Un hombre rico tuvo una gran
cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar
la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y
construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi
cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para
muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo:
"Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de
quién será?" Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante
Dios»” (Lucas
12,13-21).
1. Uno le pidió a Jesús: "Maestro, dile a mi hermano que comparta
conmigo la herencia". El derecho de sucesión estaba regido, como
siempre en Israel, por la ley de Moisés. Pero se solía pedir a los rabinos que
hicieran arbitrajes y dictámenes periciales. En este caso una persona va a
Jesús para que influya sobre su hermano injusto.
-Le contestó Jesús: "¿Quién me
ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?" Jesús, no quieres mandar
sobre cosas temporales. Así aprende la Iglesia, como nos dice en su último concilio:
"Es de suma importancia distinguir claramente entre las responsabilidades
que los fieles, ya individualmente considerados, ya asociados, asumen, de
acuerdo con su conciencia cristiana... y de los actos que ponen en nombre de la
Iglesia en comunión con sus Pastores... La Iglesia no está ligada a ningún
sistema político" (G. S. 76). "Que los cristianos esperen de los
sacerdotes la luz y el impulso espiritual, pero no piensen que sus pastores
vayan a estar siempre en condiciones de tal competencia que hayan de tener al
alcance una solución concreta e inmediata por cada problema, aun grave, que se
les presente" (G. S. 43). Jesús no quiere responder a un problema entre
hermanos causado por dinero de una herencia. Me gustaría que lo hubieras hecho,
Señor, y que hubieras dicho algo sobre cómo comportarse en esos casos, pues veo
que en muchas familias los hermanos se pelean por causa de la herencia.
Prefieres dar unas normas generales que guíen nuestras acciones, sin entrar en
la casuística. Es la doctrina social: puntos de referencia morales para
afrontar los problemas, con una solución diversa, y da también criterios de
actuación, para vivirlos libremente, con discernimiento personal.
-“Luego, dirigiéndose Jesús a la
multitud dijo: "Cuidado, guardaos de toda codicia porque la vida de una
persona, aunque ande en la abundancia, no depende de sus riquezas”. Jesús, hoy me hablas de uno de los pecados
capitales: la avaricia, que va contra el décimo mandamiento que «prohíbe la
avaricia y el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos.
Prohíbe el deseo desordenado nacido de la pasión inmoderada de las riquezas y
de su poder. Prohíbe también el deseo de cometer una injusticia mediante la
cual se dañaría al prójimo en sus bienes temporales» (Catecismo 2536). Tu consejo, Señor, es claro: «guardaos de toda avaricia». El avaro nunca se contenta con lo que
tiene, porque, en el fondo, su principal fin está en la posesión de riqueza
material. Y como es un fin que no llena, el avaro pierde absurdamente su vida
en una continua búsqueda por acaparar dinero y poder. Jesús, ayúdame a luchar
contra la avaricia, y hacer examen: ¿Sé dejar a otros lo mío cuando lo
necesitan? ¿Me creo necesidades por lujo, capricho, vanidad, comodidad, etc.?
¿Dónde tengo puesto el corazón, en Dios y los demás, o en las cosas materiales?
O lucho por despegarlo de las cosas materiales, o acabaré siendo avaricioso
(Pablo Cardona). Jueces y magistrados que hagan la aplicación al caso concreto,
pero tú, Señor, nos vas a dar una parábola para ilustrarnos:
-"Un hombre rico... cuyas
tierras dieron una gran cosecha... decidió derribar sus graneros y construir
otros más grandes para almacenar más grano y provisiones. Se dijo: "Tienes
reservas abundantes para muchos años. Descansa. Come. Bebe. Date la buena
vida". Pero Dios le dijo: "Estás loco: Esta misma noche te van a
reclamar la vida". Hay una parábola de Antonio Machado que dice:
“Érase de un marinero / que hizo un jardín junto al mar / y se metió a
jardinero. // Estaba el jardín en flor / y el marinero se fue / por esos mares
de Dios”. Pienso en tantas ilusiones que nos hacen felices, pero cuando se
hacen realidad, ya no sacian. Juan Ramón Jiménez escribía: “Mariposa de luz, la
belleza se va cuando yo llego a su rosa. / Corro, ciego, tras ella... La medio cojo aquí y allá... ¡Solo queda en
mi mano la forma de su huida!” Se puede quedar como frustrada nuestra esperanza,
pensando: “¿sólo era eso?”. Son deseos que nos mueven hacia algo más allá de lo
tangible, nos transportan siempre más allá…
Pienso en los tebeos antiguos con esa imagen del burro que va con un palo
atado que le pone delante una zanahoria, para que siga adelante, pensando que
podrá comérsela... ahora pienso que nosotros pasamos toda nuestra vida
siguiendo zanahorias de metas y de propósitos, y al tener esas cosas materiales
según la publicidad que nos anima -“consigue esto y serás feliz”- vemos que al
tener por fin aquello deseado, no alcanzamos aquella “felicidad...” es como lo
de la mariposa que se fue… El alma del hombre es infinita y los anhelos de algo
grande no pueden satisfacerse con lo limitado, con lo material. Dios es
infinito.
-“Eso le pasa al que amontona
riquezas "para sí" y no es rico "para Dios"”. El dinero
puede ser esclavitud o servicio. Ayúdame, Jesús, a guardarme de toda avaricia,
y a tener libre el corazón para ser más generoso con los demás y con Dios, a
seguir el consejo de san Pablo: "Buscad las cosas de arriba".
2. -“Hermanos,
ante la promesa de Dios, Abraham no cedió a la duda con incredulidad”...
Abrahán es una persona de fe; el gran patriarca no tuvo una vida fácil: "creyó contra toda esperanza":
podía dudar de que siendo viejo pudiera tener hijos. Pienso en mis
preocupaciones, mis responsabilidades aplastantes, las cargas que pesan sobre
mí... mis pecados, mis impotencias... Señor, todo esto que me podría «hacer
caer en la duda», te lo ofrezco como Abraham, lo confió a tu cuidado, creo en
tus promesas.
-“Sino que halló su fuerza («dunamis») en la fe y dio gloria a Dios”: «fue
dinamizado por su Fe»... el evangelio es «una fuerza de Dios». Reconoce
a Dios y no se apoya más que en Él, le da gloria. Quien no ve salida a sus
problemas cae en desesperación, en cambio la confianza en Dios nos lleva a
«Acción de gracias» («Eucaristía»): Señor, me fío de ti.
-“Porque estaba plenamente convencido de que
Dios tiene poder de cumplir «lo que ha prometido» Por ésta su fe, Dios le «declaró justo». Dios nos declarará justos
también a nosotros, porque creemos en Aquel que resucitó de entre los muertos,
en Jesús, Señor nuestro, quien fue entregado por nuestros pecados y resucitado
para nuestra justificación”. Cristo se une a cada uno de nosotros. Fue
entregado «por» mí, resucitó «por» mí...
3. Como
salmo tenemos el canto que proclama que “Juan viene a ser como la línea divisoria
entre los dos Testamentos, el Antiguo y el Nuevo… Es como la personificación de
lo antiguo y el anuncio de lo nuevo. Porque personifica lo antiguo, nace de
padres ancianos; porque personifica lo nuevo, es declarado profeta en el seno
de su madre. Aún no ha nacido y, al venir a la Virgen María, salta de gozo en
las entrañas de su madre. Con ello queda ya señalada su misión, aun antes de
nacer; queda demostrado de quién es precursor, antes de que él lo vea…
Finalmente, nace, se le impone el nombre, queda expedita la lengua de su padre…
Este silencio de Zacarías significaba que, antes de la predicación de Cristo,
el sentido de las profecías estaba en cierto modo latente, oculto, encerrado.
Con el advenimiento de aquel a quien se referían estas profecías, todo se hace
claro” (S. Agustín). Y nos llega Jesús al mundo por María Virgen: "dichosa
tú, porque has creído". El Benedictus
que leemos nos hace ser más conscientes de lo mucho que hace Dios y de lo poco
que somos capaces de hacer nosotros por nuestra cuenta: "el Señor Dios ha visitado a su pueblo...
realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando el
juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos que le sirvamos con
santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días".
Llucià Pou Sabaté
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