Jueves
de la semana 28 de tiempo ordinario (impar). Dios nos ha elegido en
Cristo para ser hijos suyos, por el amor. Si queremos a los demás, estamos
queriendo a Jesús.
«¡Ay
de vosotros, que edificáis los sepulcros de los profetas, después que vuestros
padres los mataron! Así, pues, sois testigos de las obras de vuestros padres y
consentís en ellas, porque ellos los mataron, y vosotros edificáis sus
sepulcros. Por eso dijo la sabiduría de Dios: Les enviaré profetas y apóstoles,
y matarán y perseguirán a una parte de ellos, para que se pida cuentas a esta
generación de la sangre de todos los profetas, derramada desde la creación del
mundo, desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, asesinado entre el
altar y el Templo. Sí, os lo aseguro: se le pedirá cuentas a esta generación.
¡Ay de vosotros, doctores de la Ley, porque os habéis apoderado de la llave de
la sabiduría!: vosotros no habéis entrado y a los que estaban por entrar se lo
habéis impedido» Cuando salió de allí, los escribas y fariseos comenzaron a
atacarle con vehemencia y a acosarle a preguntas sobre muchas cosas,
acechándole para cazarle en alguna palabra.» (Lucas 11,47-54)
1. Los escribas creen honrar a los profetas asesinados haciéndoles espléndidos
sepulcros. Prefieren llevar a Jesús a la muerte por mantener su
inteligencia de la ley. Poseedores de la llave de la ciencia cierran el camino
de la salvación a los que ponen en ellos su confianza y los siguen como guías.
Pecado personal y pecado en el desempeño de su misión. Por eso hoy dice Jesús:
-"¡Ay de
vosotros que edificáis mausoleos a los profetas después que vuestros padres los
mataron! Por tanto sois testigos y estáis de acuerdo con las obras de vuestros
padres; porque ellos los mataron y vosotros edificáis...” Libéranos, Señor,
de repetir los crímenes que hicieron entonces…
-“Por eso dijo
la Sabiduría de Dios: "Les enviaré Profetas y Apóstoles; a unos los
matarán, a otros los perseguirán"”. Líbranos, Señor, de los sectarismos
que te llevaron a ti a la cruz. ¿A quién quisiera yo anular, ningunear, suprimir?
¿Qué voz desearía que se callase?
-“También se
pedirán cuentas a esta generación, de la sangre de todos los profetas derramada
desde la creación del mundo, desde la sangre de Abel...” Llevaron a la
muerte al Justo por excelencia, que eras tú, Señor. Pero cada generación te ha
condenado, Jesús, cuando se hace daño o condena al inocente. ¡A cada generación
se le pedirá cuenta de la sangre de Jesucristo derramada! "Desde
Abel", hijo del primer hombre, hasta hoy corre la sangre de los profetas
sobre la tierra (Noel Quesson).
-“Cuando Jesús
salió de allí -según san Lucas, todo eso se dijo en casa de un doctor de la
Ley- los escribas y los fariseos comenzaron a acosarlo implacablemente sobre
muchas cuestiones, estando al acecho para atraparlo con sus propias palabras”.
Ayúdame, Jesús, a ser valiente como tú, y desenmascarar las actitudes de las
clases dirigentes de mi época. Porque si ellos se portan bien, hay menos
injusticias. La corrupción desaparece con esa honradez del que manda.
Pero más importante aún es el día a día: «Son
innumerables las ocasiones que tienen los seglares para ejercitar el apostolado
de la evangelización y de la santificación. El mismo testimonio de la vida
cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural tiene
eficacia para atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios» (Vaticano II. A. A. 6).
«Si los
cristianos viviéramos de veras conforme a nuestra fe, se produciría la más
grande revolución de todos los tiempos... ¡La eficacia de la corredención depende
también de cada uno de nosotros! -Medítalo» (J. Escrivá, Surco 945).
Me decía un joven que no creía… y que renegaba de Dios
con frecuencia. Le ayudé a ver que si se enfadaba con Dios, es porque creía en
él, aunque no entendía algo que le pasaba… que se puede enfadar con su padre,
pero no con alguien inexistente. Que muchas dificultades no generan una duda,
sino que habrá que resolverlas… que la vida sin Dios es un absurdo, y queriendo
arreglar el problema de que no se entienden muchas cosas, se problematiza todo
aumentando los problemas… de ahí que entre el absurdo y el misterio, estamos
llamados a escoger el misterio, con sus dificultades pero también sus alegrías…
con su responsabilidad: «Si; os lo aseguro: se le pedirá cuentas a esta
generación». Jesús, me vas a pedir cuentas de cómo aprovecho el don inmenso de
la fe.
Si yo, que
por ser cristiano tengo «la llave de la sabiduría», no doy buen ejemplo, estoy
cerrando la puerta a otros que podían haberte conocido y amado... Si los
cristianos vivieran de veras conforme a nuestra fe, se produciría la más grande
revolución de todos los tiempos... Ayúdame,
Jesús, a ser coherente con mi fe cristiana. De este modo estaré contribuyendo a
la nueva recristianización del mundo, que éste tanto necesita (Pablo Cardona).
2. Esboza Pablo la revelación de la
salvación en Jesucristo: -“Todos los
hombres están dominados por el pecado (la ley de Moisés servía solamente para
dar conocimiento del pecado). Pero hoy -independientemente de la Ley- Dios
manifestó su «justicia» que nos salva”. La visión que tiene Pablo de la
humanidad podría parecer muy trágica: un mundo entero encerrado en el mal. Pero
lo hace para que resalte más la salvación universal ofrecida también a todos
los hombres. Contrapone la justicia divina a la cólera: Dios salva a quien lo
acepta, no castiga.
-“Esta "justicia de Dios", dada por
la fe en Jesucristo, es para todos los que creen”. La justicia de Dios
culmina en Jesús, en la Cruz. La creencia judía de «merecer» la salvación, por
la observancia de los preceptos de la Ley, se declara inútil: la salvación, la
santidad, no son objeto de una conquista... se trata principalmente de un «don
gratuito» que hay que acoger.
-“En efecto, no hay diferencia alguna: todos los hombres pecaron y
están privados de la gloria de Dios que los justifica por el don de su gracia”. La gracia de
Dios es ofrecida a todos. Pero es necesaria una cooperación del hombre y ésta
es la Fe. El hombre no se salva por sus propias fuerzas. Pero tampoco Dios lo
salva a pesar suyo (recordemos el problema de la interpretación protestante, de
no creer en las obras y quedarse sólo con la fe).
-“En virtud de la redención realizada en
Jesucristo. Porque Dios exhibió a Cristo en la cruz a fin que, por la ofrenda
de su sangre, fuese perdón para todos los que creen en El”. Así, pues, ¡es
Jesús quien nos salva y no nosotros! Nuestra parte consiste en agarrarnos a Él, en estar
en comunicación con Él, vivir de Él, «creer en Él». La cruz es revelación de la
gravedad del pecado, y de la inmensidad del amor de Dios.
-«La ofrenda de su sangre». Evocación
del sacrificio de holocausto por los pecados, que se hacía en el templo de
Jerusalén, y que eran señal de la ofrenda que sí salva: el Calvario y de la
misa. En el día de la expiación el pecador era "rescatado" porque la
sangre (símbolo de la vida) de la víctima era puesta directamente en contacto
con Dios sobre el propiciatorio. Cristo es "propiciación" y su sangre
(la vida) humana está en contacto permanente con Dios, ¡comprendida la muerte! Aquí
sangre es signo de vida renovada por Dios, restaurada y perdonada. Un cambio de
vida tiene el pecador al contacto con Dios. Esta palabra «la sangre de Jesús»
en todo su realismo debe ayudarnos a orar. Nos recuerda el lado oneroso, el precio que pagó
Jesús por nosotros. Nos invita a comulgar en su ofrenda.
-“En orden a mostrar su justicia, para ser él
justo y justificador del que pertenece a Jesús por la fe”. Siempre la misma
noción activa de la Justicia de Dios. ¿Te pertenezco a Ti, Señor Jesús? ¿Qué
debo hacer para que mi pertenencia sea más sólida, más ligada a Ti, para
comulgar contigo?
-“¿Dónde está entonces el derecho a
gloriarse? ¡Queda eliminado...! Dios no es solamente Dios de los judíos, sino
también de los paganos.” La concepción judía del mérito -el hombre que «se
gana» la salvación mediante sus buenas obras-, está definitivamente destruida. Oremos
unos por otros sin ser pretensiosos: Señor, te ofrezco mi vida y mis pobres
esfuerzos para cooperar a esta salvación (Noel Quesson).
3.
La justificación se ha producido ya en Jesucristo, mientras que la salvación (y
el juicio de Dios) está reservado para el final de los tiempos (Rom 5,9). Para
beneficiarse de la justificación, no sirve ninguna obra de la ley; sólo la fe
permite llegar hasta ella. Por el contrario, para beneficiarse de la salvación
final son necesarias las obras. La vida cristiana es, en efecto, una actividad
rica en obras gracias a la compenetración de la acción divina y de la acción
humana, compenetración que garantiza la gratuidad de la salvación, pero de una
forma distinta de la gratuidad absoluta de la justificación (Maertens-Frisque).
Es la actitud que nos sugiere el salmo:
"si llevas cuenta de los delitos,
Señor, ¿quién podrá resistir? Pero de ti procede el perdón... Mi alma espera en
el Señor, espera en su palabra".
Llucià Pou
Sabaté
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