Lunes de la
semana 28 de tiempo ordinario (impar). Jesús es signo de salvación, y la misma
salvación, que nos hace libres, hijos de Dios
«Habiéndose reunido una gran
muchedumbre, comenzó a decir: «Esta generación es una generación perversa;
busca una señal y no se le dará otra sino la señal de Jonás.
Porque, así como Jonás fue señal para
los habitantes de Nínive, del mismo modo lo será también el Hijo del Hombre
para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el juicio contra
los hombres de esta generación y los condenará; porque ella vino de los
extremos de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, pero mirad que
aquí hay algo más que Salomón. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio
contra esta generación y la condenarán, porque ellos hicieron penitencia ante
la predicación de Jonás; pero mirad que aquí hay algo más que Jonás» (Lucas 11, 29-32).
1. –“Como sea que el gentío se apiñaba a su alrededor, Jesús se puso a
decirles:...” La gente te busca, Señor, tenemos necesidad de ti, de tu
Palabra y Vida.
-“Se puso a decirles: "Esta
generación es mala. Pide una señal...” Es una pena que a veces te busquemos
con ese afán de lo extraordinario…
-“Y no se le dará otra señal,
excepto la señal de Jonás”. Jesús, habías hecho tantos milagros ante sus
propios ojos. Pero nunca es bastante. Danos humildad de corazón para aceptar la
acción de Dios en el mundo que de ordinario es gris, sin relieve. Que nuestros
ojos tengan más luz, para que sepamos ir discerniendo más y más "lo que
Tú, Señor, estás obrando" en los acontecimientos, en las personas que me
rodean, en los grupos donde convivo, en los que trabajo...
-“En efecto, igual que Jonás fue una
señal para los habitantes de Nínive así va a serlo el Hijo del hombre para la
gente de esa generación”. Jonás recorre las calles de Nínive gritando que
hay que convertirse… El "signo" de Dios, la llamada a la conversión
que percibimos a veces: - esa vocecita tímida que alguna vez nos habla en el
fondo de nuestras conciencias y que nos repite: "cambia de vida". Ese
vozarrón del evangelio que nos sacude a menudo y que nos increpa: "cambia
de vida" (Noel Quesson).
La historia de Jonás habla de ti, Señor.
En la versión de Mateo, se refiere a que vas a morir por nosotros, pero
resucitarás al tercer día. Tu resurrección de entre los muertos será tu señal
ante los hombres. Eres el Hijo de Dios hecho hombre, Dios y hombre verdadero.
Aquí vemos la persona de Jonás como un signo de salvación.
El signo mejor que nos ha concedido Dios es Cristo mismo, su persona, su
palabra. El sábado afirmaba Jesús que los verdaderos discípulos son los que
"escuchan la Palabra y la cumplen". Nosotros la escuchamos con
frecuencia: pero ¿se puede decir que la ponemos en práctica a lo largo de la
jornada? Si a Jonás le hicieron caso y a Salomón le vinieron a escuchar desde
tan lejos, ¿no tendrán razones los ninivitas y la reina de Sabá para echarnos
en cara nuestra falta de fe en el Maestro auténtico, Jesús?
Pienso que en mis tiempos también se ha
de cumplir tu señal. En esta nueva Evangelización a la que nos anima el Papa
tanto en los viejos países de tradición cristiana, como en los que está menos
desarrollado el anuncio de la fe, adquiere actualidad lo que el último Concilio
decía: «Los laicos cumplen también su misión profética evangelizando, con
«el anuncio de Cristo comunicado con el testimonio de la vida y la palabra». En
los laicos, esta evangelización «adquiere una nota específica y una eficacia
particular por el hecho de que se realiza en las condiciones generales de
nuestro mundo». Este apostolado no consiste sólo en el testimonio de vida; el
verdadero apostolado busca ocasiones para anunciar a Cristo con la palabra,
tanto a los no creyentes, como a los fieles» (CIC 905).
-“Los ninivitas se levantarán en el
Juicio contra esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron con
la predicación de Jonás, y aquí hay algo mayor que Jonás”. Señor, nos
dices que eres más que Jonás. Eres en presente, por eso me pides: «Enciende
tu fe. -No es Cristo una figura que pasó. No es un recuerdo que se pierde en la
historia. / ¡Vive!:
«Jesus Christus heri et hodie: ipse et in saecula!» -dice San Pablo-
¡Jesucristo ayer y hoy y siempre!» (J. Escrivá, Camino 584).
“Tú eres más que un profeta o un
filósofo sabio que dejó doctrinas admirables. Eres Dios vivo: ayer, hoy
y siempre.
”Por eso vivir cristianamente no
consiste sólo en conocer tu doctrina, sino que, sobre todo, consiste en vivir
contigo, unido a Ti por la gracia y por el trato personal contigo en la
oración. Sólo si te tengo presente durante el día, convirtiendo cada actividad
en verdadera oración contigo, podré ser testigo de tu resurrección anunciando
con mi vida cristiana que Tú vives, que no eres una figura que pasó.
Para esta presencia de Dios, son buenos
“pequeños trucos: tener una estampa de la Virgen en la cartera y decirle una
jaculatoria cuando la vea; pedir por alguna intención cada vez que miro el
reloj, o veo la cruz de una farmacia, o pongo en marcha el ordenador”.
Señor, “ayúdame a mantener mi fe
ardiente, a base de rezar pequeñas jaculatorias y hacer actos de fe durante el
día” para crecer en tu presencia (Pablo Cardona).
-“La reina de Saba se pondrá en pie
en el Juicio para carearse con esa generación y la condenará, porque ella vino
desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y hay más
que Salomón aquí”. Los paganos sí
supieron reconocer la voz de Dios en los signos de los tiempos. Y los del
pueblo elegido, no. Una vez más resuena la queja con que empieza el evangelio
de Juan: "vino a su casa y los
suyos no le recibieron”(Jn 1,11).
2. “Dice la Escritura
que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la
naturaleza; el de la libre, en virtud de la Promesa. Hay en ello una alegoría: estas mujeres
representan dos alianzas; la primera, la del monte Sinaí, madre de los
esclavos, es Agar”. Igual que en nuestro tiempo se pelean islamistas y
de otras religiones, en tiempos de San Pablo los judíos se peleaban contra
cristianos. El nuevo mandamiento del amor es de libertad, ya no hacen falta
tantos mandatos de esclavitud de la Antigua Alianza como tenían los judíos, que
se perdían en reglas. Somos "hijos de la libre". Cristo nos ha
"liberado para la libertad". ¿Es verdad eso para cada uno de nosotros?
Jesús habla de libertad, no aguanta la imposición, de las autoridades.
“Pero la Jerusalén
de arriba es libre; ésa es nuestra madre,
pues dice la Escritura: Regocíjate estéril, la que no das hijos; rompe
en gritos de júbilo, la que no conoces los dolores de parto, que más son los
hijos de la abandonada que los de la casada”.
Ser libres significa que vivimos nuestra fe cristiana con
coherencia, con fidelidad, pero no movidos por el interés o el miedo, sino por
el amor y la convicción, y lo hacemos con ánimo esponjado, libres tanto de las
modas permisivas del mundo como de los voluntarismos exagerados de algunas
espiritualidades, que se refugian en un cumplimiento meticuloso que impide
respirar.
“Así que, hermanos,
no somos hijos de la esclava, sino de la libre. Para ser libres nos libertó
Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo
de la esclavitud”. No nos ganamos la salvación por
nuestros méritos sino que es un don gratuito, un regalo sobrenatural. Así como
Sara no podía tener hijos, Dios es el amo de lo imposible. Nada es imposible a
Dios. El ángel lo repetirá a la Virgen María, el día de su anunciación, y le
dirá que también Isabel, ya mayor, podrá tener a san Juan. Este es un bello
símbolo de la gracia, de la gentileza del don gratuito de Dios: una esterilidad
vencida, una tristeza vencida... Dios da la fecundidad y la alegría a la que ya
no podía esperar, humanamente, nada más. ¡Señor, cólmanos de tu gracia! ¡Señor,
haznos disponibles y abiertos a las gracias que quieras otorgarnos!
También
nosotros podemos sentirnos esclavos, pero con Jesús seremos siempre libres. ¿De
qué libertad habla san Pablo? De romper cadenas y ser por dentro libres. En una
pared de un puesto de guardia de mi cuartel, cuando hice el servicio militar,
alguien que se sentía allí obligado escribió en la pared su “reivindicación”
que me gustó: “no morirá jamás / quien de esclavo se libera / rompiendo para
ser libre / con su vida / cadenas”.
No estar
encadenado a nada, no tener miedo de nada, la ley ya no es nada de fuera sino
lo de dentro: «¡ama, y haz lo que quieras!» será la traducción de san Agustín…
¿Soy yo libre, interiormente? ¿Es mi religión "opresora", onerosa,
una carga que hay que arrastrar? ¿O bien, es una «liberación» una alegría, una
espontaneidad? (Noel Quesson).
3. “¡Aleluya! ¡Alabad,
servidores de Yahveh, alabad el nombre de Yahveh! (…) ¡Excelso sobre todas las
naciones Yahveh, por encima de los cielos su gloria!” Es un canto de alabanza a Dios, que
nos hace más contentos, pues cuando nos ponemos a proclamar cosas buenas por la
“ley de atracción” estas vienen como un imán… “¿Quién como Yahveh, nuestro
Dios, que se sienta en las alturas, y se
abaja para ver los cielos y la tierra?
El levanta del polvo al desvalido, del estiércol hace subir al pobre”.
Llucià Pou Sabaté
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