Martes la 28ª semana de Tiempo Ordinario
(impar). "Dad limosna, y lo tendréis limpio todo", nos dice Jesús: no nos esclavicemos a
tantas normas que ahogan, sino que vivamos el espíritu del amor.
“En aquel tiempo, cuando Jesús
terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a
la mesa. Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes
de comer, el Señor le dijo: "Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la
copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades.
¡Necios!
El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de
dentro, y lo tendréis limpio todo"” ( Lucas 11, 37-41).
1. Vemos el diálogo de Jesús con los fariseos:
-“Un fariseo invitó a Jesús a comer a
su casa. Jesús entró y se puso a la mesa”. Jesús era
"invitado" a menudo y aceptaba, pero mantenía su libertad ante esa
gente, que cuida lo de fuera -limpiarse las manos, purificar los vasos por
fuera- y descuidan lo interior.
-“El fariseo se extrañó al ver que no
se lavaba antes de comer”. Esa ablución ritual tenía mucha importancia
para los doctores de la Ley, para ser considerado como persona verdaderamente
piadosa. Ahora bien, Jesús la omite, y sus discípulos le siguen. Les dirá algo
duro:
-“Vosotros, los fariseos, limpiáis
por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis repletos de robos y
maldades”. Los detalles exteriores, que pueden ser legítimos, sin
embargo no son tan importantes como las actitudes interiores. Nosotros no nos
escandalizamos ahora si alguien no se lava las manos. Pero puede haber
"escándalos farisaicos" equivalentes, si nos contentamos con limpiar
lo de fuera, mientras que lo de dentro lo tenemos impresentable, si ponemos
demasiado énfasis en detalles insignificantes y casi hacemos depender de ellos
la justicia o la salvación de alguien. ¿Qué es lo que nos preocupa: el ser o el
parecer?, ¿cumplir los ritos externos o la conversión y la pureza del corazón?
Nuestra religión es "religión del deber" o "religión de la fe y
del amor"? (J. Aldazábal).
Este pasaje es uno de los más duros del
Evangelio: Jesús desenmascara el mayor vicio con el que se enfrenta, la
hipocresía revestida de legalismo (Biblia de Navarra). Recuerdo en
literatura La dama de blanco como el paradigma de la persona
que tiene que sufrir esos que, so capa de bien, cumpliendo la mera letra de los
preceptos, no cumplen su espíritu: no se abren al amor de Dios y del prójimo, y
bajo la apariencia de honorabilidad, apartan a los hombres del verdadero
fervor, haciendo intolerable la virtud. Pienso también en otras novelas que
retratan situaciones parecidas: Retrato de una dama, El idiota, La edad
de la inocencia, La letra escarlata, La regenta, Laura a la ciutat dels
sants… A la actitud de los fariseos que ponen su empeño, su religiosidad
en el cumplimiento de ritos, de normas exteriores, opone Jesús la actitud del
discípulo, que se esfuerza por la pureza interior, que pone lo esencial en el
corazón. El corazón, lo profundo del hombre, su interior, es lo que importa
mantener limpio. Porque aquello que brota del corazón -la injusticia, la
rapacidad, la avaricia- es lo que mancha al hombre. La actitud farisea, en
realidad, no conoce a Dios aun cuando le tenga constantemente en los labios.
Jesús, veo que no te sometías a todas las costumbres sociales o religiosas de
la época. Vas directamente a lo esencial. Hablas del "corazón",
"centro profundo del hombre": más allá de los impulsos superficiales
y ocasionales hay en nosotros una especie de opción decisiva que constituye
verdaderamente nuestra personalidad y que las ciencias humanas llaman hoy "el
proyecto fundamental del hombre"... un poco como en la expresión
corriente "lo que me embarga el corazón". Esto es lo que
cuenta para Dios. ¿Cuál es mi opción, mi proyecto fundamental?, ¿qué
es lo que quiero más hondamente?
-“¡Insensatos! El que hizo el
exterior, ¿no hizo también el interior?” Dios es también, y ante todo,
el que ha hecho el corazón humano, la conciencia. ¿Qué pasa en este
"interior" mío profundo?
-“Dad más bien en limosna lo que tenéis,
y así todas las cosas serán puras para vosotros.” ¡La pureza interior
es el resultado del amor a los demás! ¡El amor fraterno y la limosna hacen puro
nuestro corazón! El proyecto fundamental del hombre es amar: "daos como
limosnas...", y todo será puro para vosotros (Noel Quesson).
Lo de "dar limosna" es uno de
los temas preferidos de Lucas, pero no se sabe a qué se puede referir lo de
"dar limosna de lo de dentro": ¿darse a sí mismo, su tiempo, su
interés?, ¿dar desde dentro, con el corazón, y no sólo con apariencia exterior?
2. Pablo quiere
hablar de la justicia que Dios ofrece a todo el que puede llegar a ella
mediante la fe: “-Hermanos, no me
avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo
el que cree: del "judío" en primer lugar y también del «griego»
después”. "El Evangelio=fuerza de Dios". El termino griego utilizado
por san Pablo es "dinamis": es "dinamismo de Dios", es una
"fuerza en acción", es un germen, una levadura, según una imagen
utilizada por Jesús. Y la evangelización es considerada como una colaboración a
ese dinamismo divino ya en acción. Dios trabaja en el corazón de los hombres.
Está ya obrando como una fuerza poderosa. Te ruego, Señor, que los cristianos
de HOY encuentren de nuevo ese dinamismo gozoso... de anunciadores de la
"buena" nueva. Porque es una «buena noticia" saber que «todo»
hombre, si cree, puede salvarse, ya sea «judío», establecido en el Pueblo de
Dios, ya sea «griego», es decir, pagano. La llamada a la Fe es universal. No
hay ninguna restricción: «Quienquiera crea»...
-“Porque la
"Justicia-de-Dios" se revela en el Evangelio, de fe en fe, como dice
la Escritura: "el justo vivirá por la fe"”. La justicia no
es la que corresponde a un juez que recompensa o castiga, sino la que salva y
justifica inclusive al pecador, porque ella posee la "fuerza" y el
poder. El hombre no la recibe si no colabora. Pablo conoce demasiado bien el
judaísmo como para ignorar que ser justo significa hallarse delante de Dios en
la relación que Él ha querido. El término bíblico y paulino de justicia tiene,
efectivamente, muy ricos matices. Tiene un sentido religioso: fidelidad a la
alianza; otro jurídico: la relación entre el hombre y Dios: moral: la
valoración y juicio que Dios forma; escatológico; la acción de justificar Dios
al pecador ofreciéndole la salvación.
Esta justicia no se alcanza ni mediante los esfuerzos del hombre, ni por
cumplir la ley, ni por pertenecer a la raza de Abraham. Se obtiene mediante la
fe, la obediencia al Evangelio y aceptación de su poder. Según esto, tanto
judíos como paganos están en el mismo plano de igualdad: es a Dios a quien
deben confiar la salvación como hace el justo de Hab 2, 4.
Dice «de fe en fe» pues la Fe es una realidad que ha de ir creciendo, está
viva. Es un «continuo avance que se realiza todos los días en cada fiel».
-“La cólera de Dios se revela desde
el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la
verdad en la injusticia”. Dios no puede soportar el mal: es lo que aquí se
llama « cólera», imagen antropomórfica. Hay una incapacidad radical de todo
hombre de salvarse por sí mismo.
-“Lo que puede conocerse de Dios,
!es es manifiesto... sus perfecciones invisibles se dejan ver a la inteligencia
a través de sus obras...” Sí, el misterio de Dios «invisible» no está
totalmente fuera del alcance humano. Las obras de Dios, su maravillosa creación
en particular, deberían permitir a los hombres conocerle. Pero, precisamente,
el hombre pagano natural, habiendo reconocido un poco a Dios no quiere tener una
actitud consecuente: de adoración, acción de gracias. Es pues «inexcusable». Es
el caso de tantos hombres de hoy que tienen «una cierta idea de Dios», pero que
no adoran a Dios.
-“Adoraron y sirvieron a la criatura
en vez del Creador”. Es el drama de todos los materialismos. Se adora el
«confort», el «placer», el «progreso» o la «tradición». ¡Líbranos, Señor, de
los ídolos! (Noel Quesson).
3. El evangelio es salvación, y por otro lado está la debilidad humana. No
ven entonces, como ahora, a Dios por sus obras: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el
firmamento; el día al día comunica el mensaje, y la noche a la noche trasmite
la noticia”.
No hay evidencia, no es algo obligado creer: “no es un mensaje, no hay palabras, ni su voz se puede oír; mas por toda
la tierra se adivinan los rasgos, y sus giros hasta el confín del mundo.”
Llucià Pou Sabaté
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