lunes, 14 de octubre de 2013

Martes la 28ª semana de Tiempo Ordinario (impar). "Dad limosna, y lo tendréis limpio todo", nos dice Jesús: no nos esclavicemos a tantas normas que ahogan, sino que vivamos el espíritu del amor.

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa. Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: "Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. 
¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo"”Lucas 11, 37-41).

1. Vemos el diálogo de Jesús con los fariseos:
-“Un fariseo invitó a Jesús a comer a su casa. Jesús entró y se puso a la mesa”. Jesús era "invitado" a menudo y aceptaba, pero mantenía su libertad ante esa gente, que cuida lo de fuera -limpiarse las manos, purificar los vasos por fuera- y descuidan lo interior.
-“El fariseo se extrañó al ver que no se lavaba antes de comer”. Esa ablución ritual tenía mucha importancia para los doctores de la Ley, para ser considerado como persona verdaderamente piadosa. Ahora bien, Jesús la omite, y sus discípulos le siguen. Les dirá algo duro:
-“Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis repletos de robos y maldades”. Los detalles exteriores, que pueden ser legítimos, sin embargo no son tan importantes como las actitudes interiores. Nosotros no nos escandalizamos ahora si alguien no se lava las manos. Pero puede haber "escándalos farisaicos" equivalentes, si nos contentamos con limpiar lo de fuera, mientras que lo de dentro lo tenemos impresentable, si ponemos demasiado énfasis en detalles insignificantes y casi hacemos depender de ellos la justicia o la salvación de alguien. ¿Qué es lo que nos preocupa: el ser o el parecer?, ¿cumplir los ritos externos o la conversión y la pureza del corazón? Nuestra religión es "religión del deber" o "religión de la fe y del amor"? (J. Aldazábal).
Este pasaje es uno de los más duros del Evangelio: Jesús desenmascara el mayor vicio con el que se enfrenta, la hipocresía revestida de legalismo (Biblia de Navarra). Recuerdo en literatura La dama de blanco como el paradigma de la persona que tiene que sufrir esos que, so capa de bien, cumpliendo la mera letra de los preceptos, no cumplen su espíritu: no se abren al amor de Dios y del prójimo, y bajo la apariencia de honorabilidad, apartan a los hombres del verdadero fervor, haciendo intolerable la virtud. Pienso también en otras novelas que retratan situaciones parecidas: Retrato de una dama, El idiota, La edad de la inocencia, La letra escarlata, La regenta, Laura a la ciutat dels sants… A la actitud de los fariseos que ponen su empeño, su religiosidad en el cumplimiento de ritos, de normas exteriores, opone Jesús la actitud del discípulo, que se esfuerza por la pureza interior, que pone lo esencial en el corazón. El corazón, lo profundo del hombre, su interior, es lo que importa mantener limpio. Porque aquello que brota del corazón -la injusticia, la rapacidad, la avaricia- es lo que mancha al hombre. La actitud farisea, en realidad, no conoce a Dios aun cuando le tenga constantemente en los labios. Jesús, veo que no te sometías a todas las costumbres sociales o religiosas de la época. Vas directamente a lo esencial. Hablas del "corazón", "centro profundo del hombre": más allá de los impulsos superficiales y ocasionales hay en nosotros una especie de opción decisiva que constituye verdaderamente nuestra personalidad y que las ciencias humanas llaman hoy "el proyecto fundamental del hombre"... un poco como en la expresión corriente "lo que me embarga el corazón". Esto es lo que cuenta para Dios. ¿Cuál es mi opción, mi proyecto fundamental?, ¿qué es lo que quiero más hondamente?
-“¡Insensatos! El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior?” Dios es también, y ante todo, el que ha hecho el corazón humano, la conciencia. ¿Qué pasa en este "interior" mío profundo?
-“Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros.” ¡La pureza interior es el resultado del amor a los demás! ¡El amor fraterno y la limosna hacen puro nuestro corazón! El proyecto fundamental del hombre es amar: "daos como limosnas...", y todo será puro para vosotros (Noel Quesson).
Lo de "dar limosna" es uno de los temas preferidos de Lucas, pero no se sabe a qué se puede referir lo de "dar limosna de lo de dentro": ¿darse a sí mismo, su tiempo, su interés?, ¿dar desde dentro, con el corazón, y no sólo con apariencia exterior?

2. Pablo quiere hablar de la justicia que Dios ofrece a todo el que puede llegar a ella mediante la fe: “-Hermanos, no me avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: del "judío" en primer lugar y también del «griego» después”. "El Evangelio=fuerza de Dios". El termino griego utilizado por san Pablo es "dinamis": es "dinamismo de Dios", es una "fuerza en acción", es un germen, una levadura, según una imagen utilizada por Jesús. Y la evangelización es considerada como una colaboración a ese dinamismo divino ya en acción. Dios trabaja en el corazón de los hombres. Está ya obrando como una fuerza poderosa. Te ruego, Señor, que los cristianos de HOY encuentren de nuevo ese dinamismo gozoso... de anunciadores de la "buena" nueva. Porque es una «buena noticia" saber que «todo» hombre, si cree, puede salvarse, ya sea «judío», establecido en el Pueblo de Dios, ya sea «griego», es decir, pagano. La llamada a la Fe es universal. No hay ninguna restricción: «Quienquiera crea»...
-“Porque la "Justicia-de-Dios" se revela en el Evangelio, de fe en fe, como dice la Escritura: "el justo vivirá por la fe"”. La justicia no es la que corresponde a un juez que recompensa o castiga, sino la que salva y justifica inclusive al pecador, porque ella posee la "fuerza" y el poder. El hombre no la recibe si no colabora. Pablo conoce demasiado bien el judaísmo como para ignorar que ser justo significa hallarse delante de Dios en la relación que Él ha querido. El término bíblico y paulino de justicia tiene, efectivamente, muy ricos matices. Tiene un sentido religioso: fidelidad a la alianza; otro jurídico: la relación entre el hombre y Dios: moral: la valoración y juicio que Dios forma; escatológico; la acción de justificar Dios al pecador ofreciéndole la salvación.
Esta justicia no se alcanza ni mediante los esfuerzos del hombre, ni por cumplir la ley, ni por pertenecer a la raza de Abraham. Se obtiene mediante la fe, la obediencia al Evangelio y aceptación de su poder. Según esto, tanto judíos como paganos están en el mismo plano de igualdad: es a Dios a quien deben confiar la salvación como hace el justo de Hab 2, 4.
Dice «de fe en fe» pues la Fe es una realidad que ha de ir creciendo, está viva. Es un «continuo avance que se realiza todos los días en cada fiel».
-“La cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia”. Dios no puede soportar el mal: es lo que aquí se llama « cólera», imagen antropomórfica. Hay una incapacidad radical de todo hombre de salvarse por sí mismo.
-“Lo que puede conocerse de Dios, !es es manifiesto... sus perfecciones invisibles se dejan ver a la inteligencia a través de sus obras...” Sí, el misterio de Dios «invisible» no está totalmente fuera del alcance humano. Las obras de Dios, su maravillosa creación en particular, deberían permitir a los hombres conocerle. Pero, precisamente, el hombre pagano natural, habiendo reconocido un poco a Dios no quiere tener una actitud consecuente: de adoración, acción de gracias. Es pues «inexcusable». Es el caso de tantos hombres de hoy que tienen «una cierta idea de Dios», pero que no adoran a Dios.
-“Adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador”. Es el drama de todos los materialismos. Se adora el «confort», el «placer», el «progreso» o la «tradición». ¡Líbranos, Señor, de los ídolos! (Noel Quesson).
3. El evangelio es salvación, y por otro lado está la debilidad humana. No ven entonces, como ahora, a Dios por sus obras: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el firmamento; el día al día comunica el mensaje, y la noche a la noche trasmite la noticia”.
No hay evidencia, no es algo obligado creer: “no es un mensaje, no hay palabras, ni su voz se puede oír; mas por toda la tierra se adivinan los rasgos, y sus giros hasta el confín del mundo.”
Llucià Pou Sabaté


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