domingo, 13 de octubre de 2013

Lunes de la semana 28 de tiempo ordinario (impar). Jesús es signo de salvación, y la misma salvación, que nos hace libres, hijos de Dios
      «Habiéndose reunido una gran muchedumbre, comenzó a decir: «Esta generación es una generación perversa; busca una señal y no se le dará otra sino la señal de Jonás.
Porque, así como Jonás fue señal para los habitantes de Nínive, del mismo modo lo será también el Hijo del Hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y los condenará; porque ella vino de los extremos de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, pero mirad que aquí hay algo más que Salomón. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán, porque ellos hicieron penitencia ante la predicación de Jonás; pero mirad que aquí hay algo más que Jonás» (Lucas 11, 29-32).

1. –“Como sea que el gentío se apiñaba a su alrededor, Jesús se puso a decirles:...” La gente te busca, Señor, tenemos necesidad de ti, de tu Palabra y Vida.
-“Se puso a decirles: "Esta generación es mala. Pide una señal...” Es una pena que a veces te busquemos con ese afán de lo extraordinario…
-“Y no se le dará otra señal, excepto la señal de Jonás”. Jesús, habías hecho tantos milagros ante sus propios ojos. Pero nunca es bastante. Danos humildad de corazón para aceptar la acción de Dios en el mundo que de ordinario es gris, sin relieve. Que nuestros ojos tengan más luz, para que sepamos ir discerniendo más y más "lo que Tú, Señor, estás obrando" en los acontecimientos, en las personas que me rodean, en los grupos donde convivo, en los que trabajo...
-“En efecto, igual que Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive así va a serlo el Hijo del hombre para la gente de esa generación”. Jonás recorre las calles de Nínive gritando que hay que convertirse… El "signo" de Dios, la llamada a la conversión que percibimos a veces: - esa vocecita tímida que alguna vez nos habla en el fondo de nuestras conciencias y que nos repite: "cambia de vida". Ese vozarrón del evangelio que nos sacude a menudo y que nos increpa: "cambia de vida" (Noel Quesson).
La historia de Jonás habla de ti, Señor. En la versión de Mateo, se refiere a que vas a morir por nosotros, pero resucitarás al tercer día. Tu resurrección de entre los muertos será tu señal ante los hombres. Eres el Hijo de Dios hecho hombre, Dios y hombre verdadero. Aquí vemos la persona de Jonás como un signo de salvación.
El signo mejor que nos ha concedido Dios es Cristo mismo, su persona, su palabra. El sábado afirmaba Jesús que los verdaderos discípulos son los que "escuchan la Palabra y la cumplen". Nosotros la escuchamos con frecuencia: pero ¿se puede decir que la ponemos en práctica a lo largo de la jornada? Si a Jonás le hicieron caso y a Salomón le vinieron a escuchar desde tan lejos, ¿no tendrán razones los ninivitas y la reina de Sabá para echarnos en cara nuestra falta de fe en el Maestro auténtico, Jesús?
Pienso que en mis tiempos también se ha de cumplir tu señal. En esta nueva Evangelización a la que nos anima el Papa tanto en los viejos países de tradición cristiana, como en los que está menos desarrollado el anuncio de la fe, adquiere actualidad lo que el último Concilio decía: «Los laicos cumplen también su misión profética evangelizando, con «el anuncio de Cristo comunicado con el testimonio de la vida y la palabra». En los laicos, esta evangelización «adquiere una nota específica y una eficacia particular por el hecho de que se realiza en las condiciones generales de nuestro mundo». Este apostolado no consiste sólo en el testimonio de vida; el verdadero apostolado busca ocasiones para anunciar a Cristo con la palabra, tanto a los no creyentes, como a los fieles» (CIC 905).
-“Los ninivitas se levantarán en el Juicio contra esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay algo mayor que Jonás”. Señor, nos dices que eres más que Jonás. Eres en presente, por eso me pides: «Enciende tu fe. -No es Cristo una figura que pasó. No es un recuerdo que se pierde en la historia. / ¡Vive!: «Jesus Christus heri et hodie: ipse et in saecula!» -dice San Pablo- ¡Jesucristo ayer y hoy y siempre!» (J. Escrivá, Camino 584).
“Tú eres más que un profeta o un filósofo sabio que dejó doctrinas admirables. Eres Dios vivo: ayer, hoy y siempre.
”Por eso vivir cristianamente no consiste sólo en conocer tu doctrina, sino que, sobre todo, consiste en vivir contigo, unido a Ti por la gracia y por el trato personal contigo en la oración. Sólo si te tengo presente durante el día, convirtiendo cada actividad en verdadera oración contigo, podré ser testigo de tu resurrección anunciando con mi vida cristiana que Tú vives, que no eres una figura que pasó.
Para esta presencia de Dios, son buenos “pequeños trucos: tener una estampa de la Virgen en la cartera y decirle una jaculatoria cuando la vea; pedir por alguna intención cada vez que miro el reloj, o veo la cruz de una farmacia, o pongo en marcha el ordenador”.
Señor, “ayúdame a mantener mi fe ardiente, a base de rezar pequeñas jaculatorias y hacer actos de fe durante el día” para crecer en tu presencia (Pablo Cardona).
-“La reina de Saba se pondrá en pie en el Juicio para carearse con esa generación y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y hay más que Salomón aquí”.  Los paganos sí supieron reconocer la voz de Dios en los signos de los tiempos. Y los del pueblo elegido, no. Una vez más resuena la queja con que empieza el evangelio de Juan: "vino a su casa y los suyos no le recibieron”(Jn 1,11).

2. “Dice la Escritura que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre.  Pero el de la esclava nació según la naturaleza; el de la libre, en virtud de la Promesa.  Hay en ello una alegoría: estas mujeres representan dos alianzas; la primera, la del monte Sinaí, madre de los esclavos, es Agar”. Igual que en nuestro tiempo se pelean islamistas y de otras religiones, en tiempos de San Pablo los judíos se peleaban contra cristianos. El nuevo mandamiento del amor es de libertad, ya no hacen falta tantos mandatos de esclavitud de la Antigua Alianza como tenían los judíos, que se perdían en reglas. Somos "hijos de la libre". Cristo nos ha "liberado para la libertad". ¿Es verdad eso para cada uno de nosotros? Jesús habla de libertad, no aguanta la imposición, de las autoridades.
“Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre,  pues dice la Escritura: Regocíjate estéril, la que no das hijos; rompe en gritos de júbilo, la que no conoces los dolores de parto, que más son los hijos de la abandonada que los de la casada”.  Ser libres significa que vivimos nuestra fe cristiana con coherencia, con fidelidad, pero no movidos por el interés o el miedo, sino por el amor y la convicción, y lo hacemos con ánimo esponjado, libres tanto de las modas permisivas del mundo como de los voluntarismos exagerados de algunas espiritualidades, que se refugian en un cumplimiento meticuloso que impide respirar.
“Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre. Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud”.  No nos ganamos la salvación por nuestros méritos sino que es un don gratuito, un regalo sobrenatural. Así como Sara no podía tener hijos, Dios es el amo de lo imposible. Nada es imposible a Dios. El ángel lo repetirá a la Virgen María, el día de su anunciación, y le dirá que también Isabel, ya mayor, podrá tener a san Juan. Este es un bello símbolo de la gracia, de la gentileza del don gratuito de Dios: una esterilidad vencida, una tristeza vencida... Dios da la fecundidad y la alegría a la que ya no podía esperar, humanamente, nada más. ¡Señor, cólmanos de tu gracia! ¡Señor, haznos disponibles y abiertos a las gracias que quieras otorgarnos!
También nosotros podemos sentirnos esclavos, pero con Jesús seremos siempre libres. ¿De qué libertad habla san Pablo? De romper cadenas y ser por dentro libres. En una pared de un puesto de guardia de mi cuartel, cuando hice el servicio militar, alguien que se sentía allí obligado escribió en la pared su “reivindicación” que me gustó: “no morirá jamás / quien de esclavo se libera / rompiendo para ser libre / con su vida / cadenas”.
No estar encadenado a nada, no tener miedo de nada, la ley ya no es nada de fuera sino lo de dentro: «¡ama, y haz lo que quieras!» será la traducción de san Agustín… ¿Soy yo libre, interiormente? ¿Es mi religión "opresora", onerosa, una carga que hay que arrastrar? ¿O bien, es una «liberación» una alegría, una espontaneidad? (Noel Quesson).
3. “¡Aleluya! ¡Alabad, servidores de Yahveh, alabad el nombre de Yahveh! (…) ¡Excelso sobre todas las naciones Yahveh, por encima de los cielos su gloria!”  Es un canto de alabanza a Dios, que nos hace más contentos, pues cuando nos ponemos a proclamar cosas buenas por la “ley de atracción” estas vienen como un imán… “¿Quién como Yahveh, nuestro Dios, que se sienta en las alturas,  y se abaja para ver los cielos y la tierra?  El levanta del polvo al desvalido, del estiércol hace subir al pobre”.

Llucià Pou Sabaté

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