Meditación:
Jueves de la semana 7 de tiempo ordinario
Ayudar a los demás es ayudar a
Jesús, hacer daño a los demás es hacer daño a Jesús
«Y cualquiera que os dé de beber un vaso de agua en mi
nombre, porque sois de Cristo, en verdad os digo que no perderá su recompensa.
Y al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le vale que
le pongan al cuello una piedra de molino, de las que mueve un asno, y sea
arrojado al mar. Y si tu mano te escandaliza, córtala: más te vale entrar manco
en la Vida que con las dos manos ir al infierno, al fuego inextinguible. Y si
tu pie te escandaliza, córtatelo: más te vale entrar cojo en la Vida que con
los dos pies ser arrojado a la gehena del fuego inextinguible. Y si tu ojo te
escandaliza, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que con
los dos ojos ser arrojado al fuego del infierno, donde su gusano no muere y el
fuego no se apaga. Porque todos serán salados con fuego. Buena es la sal; pero
si la sal se vuelve insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened en vosotros sal y
tened paz unos con otros» (Marcos 9, 41-50).
1. «Cualquiera que os dé de beber un vaso de agua en
mi nombre no perderá su recompensa.» Es el símbolo
del más pequeño servicio que pueda hacerse a alguien: ¡tan solo un vaso de
agua. En mi nombre…En razón de
pertenecer a Cristo... Jesús subraya la dignidad extraordinaria del
"discípulo": pertenece a Cristo. El más pequeño de los creyentes, el
más humilde discípulo de Jesús, ¡representa a Jesucristo! Jesús se identifica
con el menor de los cristianos… no será
defraudado de su recompensa. Es una verdad sorprendente que Jesús repetirá
y desarrollará a lo largo de su discurso sobre el Juicio final (Mt 25,31-45): “Lo que hicisteis con alguno de mis hermanos
más pequeños conmigo lo hicisteis"… Importancia de los menores gestos.
Nada es pequeño. ¡Cuántas ocasiones dejo que se pierdan!
-“Y al que escandalizare a uno de esos
pequeñuelos que creen en mí, mucho mejor le fuera que le ataran al cuello una
de esas muelas de molino que mueve un asno y ¡le echaran al mar!” Después
del consejo "positivo" -dar un vaso de agua-, la puesta en guardia
"negativa" -no escandalizar-. Pero de hecho es la misma conducta: ¡la
atención a los demás! Descubrimos aquí un nuevo aspecto de Jesús: su violencia
interior, su capacidad de vehemencia. Me imagino que no pronunció estas
palabras ¡de un modo dulzón y azucarado! Y la imagen que utiliza hace temblar:
"¡más le valiera que le echaran al
mar atado a una muela de molino!" ¿De quién se trata? ¿Quién es el
hombre que merece tal suerte? El que ha arrastrado a otro al pecado."
¡Señor! ¡Señor! Ten piedad de nosotros.
-“Si tu mano te "escandaliza", te
arrastra al "pecado", córtatela... Si tu pie te "escandaliza', córtatelo... Si tu ojo te
"escandaliza, arráncatelo...” Lógicamente Jesús no habla de
mutilarnos, sino de un sentido espiritual, y tiene toda la fuerza… Sólo Jesús
tiene derecho a decir palabras semejantes: Sólo El sabe, verdaderamente, qué es
el "pecado". ¡Es algo muy serio! ¡Es dramático!
-“Mejor te será entrar tuerto al reino de
Dios, que con ambos ojos ir a la gehena”. La vida eterna merece todos los
sacrificios. Ayúdanos, Señor. ¿Somos capaces de esa elección radical, absoluta?
¡Nuestra libertad no es un juego... para hacer como si...!
Y
es tremenda la posibilidad del pecado: «Por salvar al
hombre, Señor; mueres en la Cruz; y, sin embargo, por un solo pecado mortal,
condenas al hombre a una eternidad infeliz de tormentos...: ¡cuánto te ofende
el pecado, y cuánto lo debo odiar!» (san J. Escrivá, Forja 1002).
“El pecado mortal es una posibilidad radical de la
libertad humana como lo es también el amor. Entraña la pérdida de la caridad y
la privación de la gracia santificante, es decir; del estado de gracia. Si no
es rescatado por el arrepentimiento y el perdón de Dios, causa la exclusión del
Reino de Cristo y la muerte eterna del infierno; de modo que nuestra libertad
tiene poder de hacer elecciones para siempre, sin retorno” (Catecismo 1861).
-Buena es la sal; pero si la sal se hace
sosa, ¿con qué se la salará? Tened sal en vosotros y vivid en paz unos con
otros”. Marcos ha agrupado aquí una serie de consejos de Jesús sobre la
vida fraterna: nada de querellas sobre prelaciones entre vosotros, sed
servidores los unos de los otros, dejad a todo el mundo hacer el bien, ayudaros
unos a otros, no seáis escándalo para nadie, vivid en paz... Y todo esto,
después que les anunciara su propia Pasión: la moral cristiana está, por
entero, ligada a Jesús. ¡Si por lo menos en nuestras familias, en nuestras
comunidades cristianas se tuvieran esas exigencias profundas! (Noel Quesson).
2. –“No te apoyes
en tus riquezas... No te dejes arrastrar por tu deseo y tu fuerza para seguir
las pasiones de tu corazón... No digas: «¿Quién podrá dominarme?» porque el
Señor te castigará debidamente”. La arrogancia y la suficiencia del hombre
que, seguro de sí mismo, se cree invulnerable... es frágil. Jesús llamará «¡insensato!» a ese hombre que
se creía seguro porque sus cosechas habían sido excepcionales y estaba pensando
en engrandecer sus graneros.
-“No digas: «Pequé, y ¿qué me ha sucedido?»
porque el Señor es paciente. No te sientas tan seguro del perdón que acumules
pecado tras pecado”. La peor arrogancia es la del pecador desvergonzado que
se ríe de la conversión…
-“No digas: «Su compasión es grande, el Señor
perdonará la multitud de mis pecados»” Porque en él hay misericordia pero
también cólera y ésta se desahoga en los pecadores. ¿Tengo ese mismo punto de
vista tan equilibrado?: el sentido de la compasión y de la misericordia de Dios,
que son una llamada a la conversión. El sentido de su justicia y de su condena
de todo mal, que son una llamada a la conversión.
-“No tardes en volver al Señor, no lo
difieras de día en día”. Más condenable que el pecado es endurecerse en él,
rehusar reconocerlo y remitir día a día la confesión de ese mal. En efecto, el presuntuoso que no
quiere reconocer su fracaso lo transforma en mal definitivo, haciendo casi
imposible la conversión. En cambio,
el pecador que reconoce su pobreza y confiesa su falta abre con ello la
posibilidad de una nueva partida por el recto camino. ¡Envía, Señor, tu Espíritu para que seamos lúcidos! A menudo no sabemos discernir
claramente el mal que cometemos.
-“No lo difieras de un día para otro, pues de
pronto salta la ira del Señor y perecerás el día del castigo. No nos gusta
este lenguaje. Prestamos a Dios sentimientos humanos –ira, etc.- aunque no nos
parezca hoy lo más acertado pues las palabras cambian de sentido y también
nosotros evolucionamos en la sensibilidad y la comprensión de lo bueno, de lo
que es Dios (Noel Quesson).
3. El
salmo nos hace decir, por una parte, «dichoso
el que ha puesto su confianza en el Señor». Pero, por otra, nos recuerda
que «dichoso el que no sigue el consejo
de los impíos ni entra por la senda de los pecadores, sino que su gozo es la
ley del Señor». ¿Queremos ser «paja
que arrebata el viento», sin fruto, sin consistencia, o bien «un árbol plantado al borde de la acequia,
que da fruto en sazón»?
Llucià
Pou Sabaté
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