Domingo de la 6ª semana de Pascua, C. La Iglesia es llevada
por el Espíritu Santo hacia la liberación de las imposiciones antiguas…
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: - «El que me ama
guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en
é1. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo
no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que estoy a
vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi
nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he
dicho. La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que
no tiemble vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: "Me voy y
vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al
Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que
suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo»” (Juan 14,23-29).
1. “Dijo
Jesús a sus discípulos: - «El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo
amará, y vendremos a él y haremos morada en é1”. Jesús,
prometes que te manifestarás a tus amigos, es decir, a quienes te amen y
guarden tus palabras. Y luego nos dices que ese templo de la ciudad santa ya está
aquí, y es el amor, donde está Dios, te haces presente por el Espíritu Santo: “El que no me ama no guardará mis palabras.
Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió”. Y
es por el amor, por el Espíritu de Amor, que somos templo de Dios… “Os he hablado de esto ahora que estoy a
vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi
nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he
dicho”. El Espíritu es «el maestro interior», y le pedimos con el himno
litúrgico: «Entra hasta el fondo del alma/... Mira el vacío del hombre / Si tú
le faltas por dentro».
Dios es
amor (1 Jn
4,8). Ésta es la novedad. El otro día con los niños de primera comunión al oír
“el pan vivo” escuchaban en su cabeza, con sus imágenes “el pan Bimbo” que ha
bajado del cielo, les sonaba más familiar que esta verdad que va unida al
mandato de Jesús: Os doy
un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros .
Y también: En esto conocerán todos que sois mis discípulos:
si os amáis los unos a los otros . Y también nos
dices: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma,
con toda tu mente y amarás al prójimo como a ti mismo. De estos dos preceptos
pende toda la ley y los profetas”.
San Agustín, como siempre, explica muy bien: “Si no dispones de tiempo para estudiar
todas las páginas santas, para quitar todos los velos a sus palabras y penetrar
en todos los secretos de las Escrituras, manténte en el amor, del que pende
todo; así tendrás lo que allí aprendiste y también lo que aún no has aprendido”.
Ahí está todo: “En lo que comprendes de las Escrituras, se descubre evidente el
amor; en lo que no entiendes se oculta. Quien tiene el amor en sus costumbres
posee, pues, tanto lo que está a la vista como lo que está oculto en la palabra
divina.
”Por tanto, hermanos, perseguid el amor, el
dulce y saludable vinculo de las mentes sin el que el rico es pobre y con el
que el pobre es rico. El amor da resistencia en las adversidades y moderación
en la prosperidad; es fuerte en las pruebas duras, alegre en las buenas obras;
confiado en la tentación, generoso en la hospitalidad; alegre entre los
verdaderos hermanos, pacientísimo entre los falsos”. Y cita a San Pablo en el
famoso pasaje: “si no tengo amor,
nada soy… El amor es
magnánimo, el amor es benigno; el amor no es envidioso, no obra el mal, no se
hincha, no es descortés, no busca las cosas propias, no se irrita, no piensa
mal, no goza con el mal, se alegra con la verdad. Todo lo tolera, todo lo cree,
todo lo espera, todo lo sufre. El amor nunca desfallece (1
Cor 13).
Y el amor da paz: “La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo”. Es lo único a lo que no punza la mala conciencia, porque no
obra el mal. Y acabas, Señor, diciéndonos que no tengamos miedo contigo: “Que no tiemble vuestro corazón ni se
acobarde”. Este pensamiento es de paz, como todo el mensaje de Jesús.
Quiere que no se turbe nuestro corazón, porque él está con nosotros y nos da su
paz: “la paz os dejo, la paz os doy”. Es la paz algo genuino de ti, Señor. -“Me habéis oído decir: "Me voy y
vuelvo a vuestro lado." Si me amarais, os alegraríais de que vaya al
Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que
suceda, para que cuando suceda, sigáis creyendo».
2. Cuando Pablo y Bernabé se
encuentran con que tienen que “ir a Jerusalén a consultar a los apóstoles
y presbíteros sobre la controversia” que montaron algunos, que querían
obligar a los “convertidos del paganismo”
a seguir cumpliendo la ley antigua. Y deciden “lo que sigue: Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no
imponeros más cargas que las indispensables”: y concretan algunas cosas,
más bien pocas (Hechos 15,1-2.22-29).
Ya vimos lo de Pedro cuando escuchó en su
visión que no tenía que tener miedo a comidas que los judíos llamaban impuras: «Lo que Dios ha purificado no lo llames tú
profano». Pedro comprende entonces que «Dios no hace acepción de personas. sino que en cualquier nación el que
le teme y practica la justicia le es grato». El muro que separaba al pueblo
escogido de los gentiles, comienza a derrumbarse. Pedro comprende que un judío
puede entrar en la casa de un extranjero, que «no hay que llamar profano o
impuro a ningún hombre» y que no puede negar el bautismo a los que han recibido
el Espíritu Santo, «aunque no sean judíos». Hoy también hay muros que nos
separan. Allí, entre judíos y árabes, moros y cristianos… pero también entre
los hermanos, necesitamos seguir mejor el Espíritu Santo y conocernos como
hijos de Dios, tratarnos, ver en los demás la imagen del mismo Dios. Además hay
aspectos culturales, cambiantes, y a veces hay disputas por preferir las
creencias a la verdad. Y cuando tengamos que escoger entre las dos, hay que
escoger la verdad, pues Dios es la Verdad. Las diferencias de creencias, que no
afecten a la Verdad, pueden ser pasajeras como los animales impuros y la
circuncisión para los antiguos judíos bautizados.
Nos habla el Salmo de esa luz de la Verdad: Ilumine
su rostro sobre nosotros. Agustín desarrolla su plegaria "cristiana" con estas
palabras: "Ya que nos grabaste tu imagen, ya que nos hiciste a tu imagen y
semejanza, tu moneda, ilumina tu imagen en nosotros, de manera que no quede
oscurecida. Envía un rayo de tu sabiduría para que disipe nuestras tinieblas y
brille tu imagen en nosotros... Aparezca tu Rostro, y si -por mi culpa-,
estuviese un tanto deformado, sea reformado por ti, aquello que Tú has
formado" (S. Agustín).
“Oh
Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. El Señor
tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra
tus caminos, todos los pueblos tu salvación”. Quiero que todo el mundo te
alabe, Señor. Te pido que bendigas mi vida y dirijas mi conducta frente a todos
éstos que quieren juzgarte a ti por lo que ven en mí, y tu santidad por mi
virtud. Bendíceme, Señor, bendice a tu pueblo, bendice a tu Iglesia; danos a
todos los que invocamos tu nombre una cosecha abundante de santidad profunda y
servicio generoso, para que todos puedan ver nuestras obras y te alaben por
ellas. Haz que vuelvan a ser verdes, Señor, los campos de tu Iglesia para
gloria de tu nombre. «La tierra ha dado
su fruto, nos bendice el Señor nuestro Dios. Oh Dios, que te alaben los
pueblos, que todos los pueblos te alaben» (Carlos G. Vallés).
“Que canten de alegría las naciones, porque
riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las
naciones de la tierra”. ¡La búsqueda de la felicidad, de la fiesta.
Atreverse a orar así! Atreverse a pedir a Dios no solamente que cese el dolor,
sino que aumente la felicidad y la alegría. Y si nosotros oramos para que los
pueblos estén "alegres" y "canten"... ¿Cómo podemos tener
caras aburridas? La alegría es el gran secreto del cristiano (Chesterton). Un
santo triste es un triste santo. Hagamos a aquellos que viven con nosotros la
primera caridad, la caridad de la alegría y de la sonrisa (Noel Quesson): “Que Dios nos bendiga; que le teman hasta
los confines del orbe” (Salmo
66,2-3.5.6.8).
3. “El
ángel me transportó en éxtasis a un monte altísimo, y me enseñó la ciudad
santa, Jerusalén, que bajaba del cielo, enviada por Dios, trayendo la gloria de
Dios. Brillaba como una piedra preciosa, como jaspe traslúcido. Tenía una
muralla grande y alta y doce puertas custodiadas por doce ángeles, con doce
nombres grabados: los nombres de las tribus de Israel. A oriente tres puertas,
al norte tres puertas, al sur tres puertas, y a occidente tres puertas. La
muralla tenía doce basamentos que llevaban doce nombres: los nombres de los
apóstoles del Cordero. Santuario no vi ninguno, porque es su santuario el Señor
Dios todopoderoso y el Cordero. La ciudad no necesita sol ni luna que la
alumbre, porque la gloria de Dios la ilumina y su lámpara es el Cordero” (Apocalipsis
21,10-14.21-23).
Allí no hace falta otro templo que Dios
presente en todo, y su Cordero que llena la ciudad con su presencia. El sol y la
luna son imágenes de la luz que Jesús irradia, como "luz del mundo", y
ahora en el cielo revela al fin toda su fuerza y toda su gloria. Los ciudadanos
de esta urbe son la comunidad de los salvados, hermanos llenos del Espíritu,
unidos por el amor. En ella son acogidos todos los pueblos y naciones, tal como
habían anunciado las profecías antiguas refiriéndose a la extensión universal
del reino mesiánico. Los reyes de la tierra caminan hacia la Jerusalén
celestial y le hacen ofrenda de sus riquezas y de su esplendor.
Juan, detenido en la visión de la
extraordinaria ciudad, ha contemplado el momento en que la Iglesia de la tierra
está ya en eI reino del cielo y canta alabanzas eternas al Señor (A. Puig). «Y
en tus calles -alegría trasparente- todas las piedras gritan ¡Aleluya! Oh,
¡cómo sonríes besando las oriflamas, Esposa del Cordero!» (M. Melendres).
Llucià Pou Sabaté
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