1.Isaías (26,1-6) nos habla de un “canto en el país de Judá”: «Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes… porque el Señor es la Roca perpetua». La Iglesia está fuerte con Jesús, es la ciudad de Dios, como la llamaba s. Agustín. Me alimenta. Me conforta, cura mis fragilidades. Mis pecados. "Edificar su casa sobre roca"... "Tú eres Pedro, tú eres Roca, y sobre esta piedra, sobre esta Roca, edificaré mi Iglesia".
2. Salmo (117,1 y 8-9.19-21.25-27ª). “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres… Señor, danos la salvación... Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina”. Dios es bueno y misericordioso para con todos los que confían en Él. Sabemos que somos débiles, y que muchas veces podemos ser vencidos por el mal, por el pecado, por nuestras debilidades; la gracia de Dios no nos faltará pues Él nos escucha siempre, nos perdona y quiere salvarnos, pues no ha venido a condenarnos, sino a llevarnos a su Reino celestial.
3. Evangelio (Mateo 7,21.24-27). Jesús a sus discípulos: -«No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»
Ahora vemos que la roca es la amistad con Jesús, que nos enseña que somos hijos de Dios, que nos quiere siempre aunque no nos portemos bien. El otra día un niño, enfadado con su padre, le decía: “¡ya no te quiero!” y el padre le contestaba: “pues yo sí, te seguiré queriendo siempre”. Así hace Dios... Cuantas angustias se han causado, por no entender bien que la justicia de Dios sólo se entiende desde esta misericordia. Aunque está claro que solo entiende el corazón de Dios quien lo acepta como Dios y salvador.
Dicen de un niño que era un desastre, la maestra en lugar de reñirlo se le acercó, él esperaba ya una bofetada, pero ella le dio un beso, y le ayudó. Al cabo de los años, el chico, ya bien situado a la vida, le escribió a la maestra que no había tenido experiencia de los padres, vivía con unos tíos, y “el beso de aquel día fue el primero que recuerda de su vida”, que a partir de aquel momento cambió. Eso es lo que hace el amor, nos lleva a la salvación. El amor es lo que más mueve. A muchos el castigo no nos mueve tanto como el amor.
Babel fue la ciudad de los hombres que no se entienden, porque no se aman, son las palabras que llevan a la discordia, amar es edificar sobre roca, seguir a Jesús y construir sobre su palabra. Estos días de Adviento, siguiendo a María, la Madre de Jesús. Ella vive la fe, edifica su vida sobre la roca de la Palabra: «hágase en mí según tu Palabra».
Para construir bien, hemos de hacer buenos cimientos para que las tormentas no se lleven la casa, y edificar sobre roca es lo mejor: sobre nuestro padre Dios, no soltarnos. Y cuando nos perdemos, volver como el hijo pródigo, y no preocuparnos si caemos, porque la victoria está en que después de cada lucha, acompañados de la Virgen, tenemos más amor. Llucià Pou Sabaté
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