Martes la 28ª semana de Tiempo
Ordinario. Por Cristo hemos recibido el don de la fe, y una misión, para hacer
que los gentiles respondan a la fe, para ello no nos esclavicemos a las normas,
sino que vivamos el espíritu del amor.
“En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús, y él se puso
a decirles: -«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero
no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los
habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se
levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confines de la
tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que
Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y
harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predicación de
Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás»” (Lucas 11,29-32).
1.
Vemos el diálogo de Jesús con los fariseos:
-“Un fariseo invitó a Jesús a comer a su
casa. Jesús entró y se puso a la mesa”. Jesús era "invitado" a
menudo y aceptaba, pero mantenía su libertad ante esa gente, que cuida lo de
fuera -limpiarse las manos, purificar los vasos por fuera- y descuidan lo
interior.
-“El fariseo se extrañó al ver que no se
lavaba antes de comer”. Esa ablución ritual tenía mucha importancia para
los doctores de la Ley, para ser considerado como persona verdaderamente
piadosa. Ahora bien, Jesús la omite, y sus discípulos le siguen. Les dirá algo
duro:
-“Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera
la copa y el plato, mientras por dentro estáis repletos de robos y maldades”.
Los detalles exteriores, que pueden ser legítimos, sin embargo no son tan
importantes como las actitudes interiores. Nosotros no nos escandalizamos ahora
si alguien no se lava las manos. Pero puede haber "escándalos
farisaicos" equivalentes, si nos contentamos con limpiar lo de fuera,
mientras que lo de dentro lo tenemos impresentable, si ponemos demasiado
énfasis en detalles insignificantes y casi hacemos depender de ellos la justicia
o la salvación de alguien. ¿Qué es lo que nos preocupa: el ser o el parecer?,
¿cumplir los ritos externos o la conversión y la pureza del corazón? Nuestra
religión es "religión del deber" o "religión de la fe y del
amor"? (J. Aldazábal).
Este pasaje es
uno de los más duros del Evangelio: Jesús desenmascara el mayor vicio con el
que se enfrenta, la hipocresía revestida de legalismo (Biblia de Navarra).
Recuerdo en literatura La dama de blanco como el paradigma de la persona
que tiene que sufrir esos que, so capa de bien, cumpliendo la mera letra de los
preceptos, no cumplen su espíritu: no se abren al amor de Dios y del prójimo, y
bajo la apariencia de honorabilidad, apartan a los hombres del verdadero
fervor, haciendo intolerable la virtud. Pienso también en otras novelas que
retratan situaciones parecidas: Retrato de una dama, El idiota, La edad de
la inocencia, La letra escarlata, La regenta, Laura a la ciutat dels sants… A
la actitud de los fariseos que ponen su empeño, su religiosidad en el
cumplimiento de ritos, de normas exteriores, opone Jesús la actitud del
discípulo, que se esfuerza por la pureza interior, que pone lo esencial en el
corazón. El corazón, lo profundo del hombre, su interior, es lo que importa
mantener limpio. Porque aquello que brota del corazón -la injusticia, la
rapacidad, la avaricia- es lo que mancha al hombre. La actitud farisea, en
realidad, no conoce a Dios aun cuando le tenga constantemente en los labios.
Jesús, veo que no te sometías a todas las costumbres sociales o religiosas de
la época. Vas directamente a lo esencial. Hablas del "corazón", "centro
profundo del hombre": más allá de los impulsos superficiales y ocasionales
hay en nosotros una especie de opción decisiva que constituye verdaderamente
nuestra personalidad y que las ciencias humanas llaman hoy "el proyecto
fundamental del hombre"... un poco como en la expresión corriente
"lo que me embarga el corazón". Esto es lo que cuenta para Dios. ¿Cuál
es mi opción, mi proyecto fundamental?, ¿qué es lo que quiero más hondamente?
-“¡Insensatos! El que hizo el exterior, ¿no
hizo también el interior?” Dios es también, y ante todo, el que ha hecho el
corazón humano, la conciencia. ¿Qué pasa en este "interior" mío profundo?
-“Dad más bien en limosna lo que tenéis, y
así todas las cosas serán puras para vosotros.” ¡La pureza interior es el
resultado del amor a los demás! ¡El amor fraterno y la limosna hacen puro
nuestro corazón! El proyecto fundamental del hombre es amar: "daos como
limosnas...", y todo será puro para vosotros (Noel Quesson).
Lo de
"dar limosna" es uno de los temas preferidos de Lucas, pero no se
sabe a qué se puede referir lo de "dar limosna de lo de dentro":
¿darse a sí mismo, su tiempo, su interés?, ¿dar desde dentro, con el corazón, y
no sólo con apariencia exterior?
2. Sigue S.
Pablo: “-No os dejéis oprimir nuevamente
bajo el yugo de la esclavitud: si os dejáis circuncidar, Cristo no os
aprovechará nada”. Siempre el mismo argumento: poner su esperanza de
salvación en prácticas religiosas o morales es tener la pretensión de «alcanzar
la justificación por sí mismo» es dejar por inútil todo lo que Cristo ha venido
a hacer.
Más importante
que nuestro esfuerzo por la observancia de los mandamientos, está en dejarse
amar por Dios, el amor gratuito y salvador de Dios, y dejarse guiar por él... A
santa Teresa de Lisieux le gustaba decir que «llegaría ante Dios con las manos
vacías».
-“Vosotros, que buscáis en la ley el medio de
alcanzar la justificación habéis "roto" con Cristo, os habéis
apartado de la gracia”. En efecto, lo esencial es no «romper» con Cristo.
Lo esencial es estar agregado a Cristo, creer que todo viene de El. Señor, yo
no confío en mis propias fuerzas, no me fío de mí, sé que soy débil... Pero
creo en tu amor, confío en Ti, sé que Tú me amas.
A partir de
esta convicción, ciertamente, se encuentra una correspondencia, en la obligación,
en la práctica cristiana, en la obediencia a su voluntad: pero ¡todo resulta
cambiado! Cuando se ama a alguien, cuando se le tiene confianza... se hacen por
él una serie de cosas. Pero es mucho más fácil. Ya no se tiene la impresión de
hacerlo por obligación. Se hace voluntariamente y gustosamente, por amor.
Señor, líbranos de todo miedo.
Señor, ayúdame
a seguirte por amor y no por temor. Yo quisiera, durante toda mi vida, darte
siempre gusto.
Palabra clave
de todo esto es lo que llama s. Pablo «don gratuito y gozoso». Es casi la misma
palabra que significa «gracia» y gozo o «alegría». La gracia es la acción de
Dios en nosotros... es la presencia activa de lo que es «más que nosotros»...
es un dinamismo divino que actúa en el núcleo de nuestra vida... Dios nos
precede siempre. Está "ahí", incluso cuando no prestamos atención a
ello. Señor, hazme atento a tu presencia, a tu gracia de cada minuto.
Señor, sé que
Tú también actúas en todo aquel con quien trato, o de quien tengo
responsabilidad. Tu gracia activa trabaja en el corazón de todo aquel a quien
hablo, con quien trabajo... Ayúdame, Señor, a adivinar lo que estás tratando de
hacer en el corazón de los demás, para colaborar yo también en ella, si puedo.
-“A nosotros nos mueve el Espíritu a aguardar
por la fe, los bienes esperados por la justicia. En efecto, en Cristo, ni la
circuncisión, ni la incircuncisión tienen valor: lo que cuenta es la fe que
actúa por la caridad”. No son nuestros méritos, sino el puro amor al cual
nos adherimos por la fe, la esperanza y la caridad, lo que salva. «Abandonarse»
es mucho más exigente: nos liberamos de una ley, cuando la cumplimos
exactamente... pero nunca nos liberamos de amar. Nunca amamos suficientemente (Noel
Quesson).
3. El salmo
respira una actitud así: "cumpliré
sin cesar tu voluntad, por siempre jamás, andaré por un camino ancho buscando
tus decretos: serán mi delicia tus mandatos, que tanto amo".
Llucià Pou
Sabaté
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