viernes, 21 de enero de 2011

1 Semana, martes, año 1: Jesús, superior a los ángeles, es señor de la creación; habla con autoridad y todos se le someten

Hebreos 2: 5 – 12: 5 En efecto, Dios no sometió a los ángeles el mundo venidero del cual estamos hablando. 6 Pues atestiguó alguien en algún lugar: ¿Qué es el hombre, que te acuerdas de él? ¿O el hijo del hombre, que de él te preocupas? 7 Le hiciste por un poco inferior a los ángeles; de gloria y honor le coronaste. 8 Todo lo sometiste debajo de sus pies. Al someterle todo, nada dejó que no le estuviera sometido. Mas al presente, no vemos todavía que le esté sometido todo. 9 Y a aquel que fue hecho inferior a los ángeles por un poco, a Jesús, le vemos coronado de gloria y honor por haber padecido la muerte, pues por la gracia de Dios gustó la muerte para bien de todos. 10 Convenía, en verdad, que Aquel por quien es todo y para quien es todo, llevara muchos hijos a la gloria, perfeccionando mediante el sufrimiento al que iba a guiarlos a la salvación. 11 Pues tanto el santificador como los santificados tienen todos el mismo origen. Por eso no se avergüenza de llamarles hermanos 12 cuando dice: Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la asamblea te cantaré himnos.

Salmo 8: 2, 5 – 9: 2 ¡Oh Yahveh, Señor nuestro, qué glorioso tu nombre por toda la tierra! Tú que exaltaste tu majestad sobre los cielos, 5 ¿qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides? 6 Apenas inferior a un dios le hiciste, coronándole de gloria y de esplendor; 7 le hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies: 8 ovejas y bueyes, todos juntos, y aun las bestias del campo, 9 y las aves del cielo, y los peces del mar, que surcan las sendas de las aguas.

Marcos 1: 21 – 28: 21 Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. 22 Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 23 Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: 24 «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.» 25 Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él.» 26 Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. 27 Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.» 28 Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.

Comentario: 1.- Hb 2, 5-12: En Jesús contemplamos al hombre cabal, al hombre tal como Dios le soñó el primer día, cuando amasaba el barro amorosamente para modelarlo. Un hombre que pertenece a nuestra historia y a nuestra raza ha sido substraído a las fuerzas que despojan al hombre de su propia existencia: el egoísmo, la injusticia, la desesperanza, el fatalismo, la indiferencia. El hombre es posible porque hubo un hombre que vivió en plena posesión de lo que hace que sea posible el hombre: el amor, la participación, la alegría, la apertura, la libertad, la inventiva, el aliento, el renacer...
Jesús es el hombre cabal y perfecto, el nuevo Adán, decía de él san Pablo. Por haberse roto en él el circulo infernal de nuestras alienaciones con la perfecta expansión de nuestras capacidades, podemos nosotros creer en el hombre. "Jesús es el primogénito de una multitud de hermanos". Habiendo compartido toda la aventura humana, él es, "por la gracia de Dios, la salvación de todos". Un hombre recorrió el camino del hombre, y se abrió para nosotros la vía que da acceso a nuestra plenitud. Pues la salvación tiene este primer momento: la prenda de que en la iniciativa de Dios, iniciada en la creación, llegará a feliz término. La tierra de los hombres no es país de destierro, sino el lugar en que, en un alumbramiento que dura todavía, se inaugura el triunfo del proyecto de Dios (Sal terrae).
El autor de la carta a los hebreos se ha preocupado por demostrar la superioridad de Cristo sobre los ángeles. Las especulaciones en torno a la misión de los Ángeles había adquirido una importancia considerable en el mundo judío después del exilio. El papel que desempeñan en el libro de Tobías, en el de Daniel y en los dos primeros capítulos de Lucas carece de importancia respecto al que le atribuían las especulaciones de los gnósticos. El autor se aprovecha de esa relevancia de los ángeles en el orden de la mediación para elaborar la doctrina de la mediación exclusiva de Cristo.
a) en cuanto hombre, explica la posición inferior de Cristo (v.9) respecto a los ángeles durante su vida terrestre (Sal 8, 5-7, citado en los vv. 6-8 según la versión de los Setenta). El autor ve en esa especie de postergación no precisamente la obediencia de Flp 2, 5-10, sino la sumisión a las leyes de la existencia humana, manejadas precisamente por los ángeles, según la manera de pensar de sus contemporáneos (Col 2, 15; Rom 8, 38-39; Gál 4, 3-9), comprendidas las de la muerte (cf. 1 Cor 2, 8). Cristo no está ya sometido a las leyes naturales dictadas por los ángeles, y muy pronto tampoco los hombres estarán sometidos a ellas, ya que conocerán un tiempo en que la naturaleza, en general, y su naturaleza en particular, se verán libres de estas leyes materiales: ya no habrá otras leyes cósmicas que las de la vida misma de Jesús glorificado irradiando sobre el universo.
b) El autor subraya a continuación la solidaridad (vv. 11-13) entre Cristo y los hombres en esa misma sumisión a las leyes naturales como una liberación de sus ataduras mediante la victoria final sobre el mal. Se trata de la solidaridad de un pueblo con el sacerdote surgido de su misma sangre, porque un sacerdote no es tal sacerdote si no ha surgido de las filas del pueblo (Heb 2, 14-18), al cual representa delante de Dios. Y esa es la razón por la cual no puede surgir solidaridad alguna en el orden de la salvación entre los ángeles y los hombres, puesto que los primeros no podrán ejercer jamás el sacerdocio en nombre de los segundos. Cuando cita el Sal 21/22, 23, el autor hace alusión (v. 12) a la totalidad del salmo y recuerda precisamente que esa solidaridad entre Cristo y los cristianos no ha podido nacer sino después de la ofrenda de su muerte de pobre. Ya no tiene interés alguno saber si hay ángeles para someter la naturaleza a las leyes cósmicas y fisiológicas. Esas leyes existen ciertamente, pero el hombre moderno no se preocupa ya por saber si los ángeles o Dios están detrás de ellas para vigilar su aplicación y mantener así al hombre en un estado de sujeción y de alienación. El cristiano sabe que el reino futuro de Cristo consistirá, no ya en la abolición del cosmos, sino en la espiritualización de esas leyes merced a la soberanía de Cristo. Esa es la esperanza a la que quiere abrirnos Hebreos. ¿No será acaso que esa esperanza esté comenzando a ser realidad en la medida en que el hombre contemporáneo influye en el curso de las leyes naturales y se asegura cierto dominio sobre ellas? El mundo configurado por la técnica, ¿no es acaso un mejor reflejo de Dios que el mundo alienado por las llamadas leyes naturales? ¿No quiere eso significar eficazmente que la mediación de Cristo tiende a hacerse real sobre el mundo y sobre la humanidad? (Maertens-Frisque).
La evolución del «mundo venidero» está en manos de Cristo, bajo su influencia. Fuente inmensa de esperanza y optimismo. “De gloria y de honor le coronaste. Todo lo sometiste bajo sus pies". Al someterle todo, nada dejó que no le estuviera sometido. Este salmo quería exaltar la vocación sublime del hombre en la creación, recordando el proyecto de Dios en el Génesis (1, 26): «dominad la tierra y sometedla». ¿Estoy convencido de la permanencia de esa misión del hombre? ¿No podríamos ver en la técnica que transforma el mundo una cierta aplicación de ese mandamiento del Creador? Un mejor conocimiento de las leyes cósmicas: físicas, biológicas, psicológicas permitirá dominarlas para impedir que aplasten al hombre. Uno de los fines de la ciencia es liberar al hombre de cantidad de alienaciones que la naturaleza bruta hace pesar sobre él. Vencer la sequía, el hambre, la enfermedad. Utilizar las energías destructoras del fuego, de la electricidad, del átomo para el bien del hombre. El hecho de que el Hijo de Dios se hiciera hombre no hace más que reforzar esta vocación sorprendente.
-Mas al presente, no vemos todavía que le esté sometido todo. Y sin embargo, a Jesús que fue hecho algo inferior a los ángeles, le vemos ahora "coronado de gloria y de honor".
-Si pues experimentó la muerte, por la gracia de Dios fue para el bien de todos. ¡Experimentar la muerte! Fórmula que conviene meditar. La muerte no resultó para Jesús un problema del que se discute desde el exterior: tuvo experiencia de ella. Volveremos de nuevo sobre ese tema. Jesús, sometiéndose a ella, la venció.
-Convenía, en efecto, que Aquel creador de todo y para quien es todo llevara muchos hijos a la gloria... He ahí, una vez más, el objetivo de Dios: llevar a los hombres a su propia vida, a su propia gloria divina... ¡tener hijos a quienes colmar de bienes! ¡Una vasta empresa de amor!
-Y era normal que lleve a su perfección, mediante el sufrimiento, a aquel que iba a guiarlos a la salvación. Así, Jesús es, en verdad, «la perfección del proyecto de Dios», su «cumplimiento»: en El se lleva a término la transformación radical del hombre elevándolo hasta Dios.
-Pues tanto Jesús el santificador, como los hombres, los santificados, son de la misma raza. Por eso no se avergüenza de llamarlos hermanos. El autor subraya la solidaridad de Jesús con la humanidad. Hay una especie de superioridad de los hombres respecto a los ángeles. Jesús se hizo uno de nosotros, sometiéndose totalmente a la condición humana, incluida la muerte (Noel Quesson).
La comparación entre Jesucristo y los ángeles como caminos salvíficos adquiere aquí toda su radicalidad: Jesucristo es el salvador, mientras que los ángeles no son salvadores (2,5) ni salvados (2,16). Esto responde al tema del segundo párrafo: el camino de la salvación de los hombres revelado en el camino del hombre Jesús (2,5-18).
Los versículos 10-16 desarrollan el aspecto preferido por el autor: el proceso personal de Jesús. Empiezan por una exposición misteriosa: «convenía» que Dios confiriese a Jesús la perfección a través de los sufrimientos; esta «conveniencia» forma parte del misterioso mundo de la vida humana que la revelación desvela. Los versículos siguientes la prueban partiendo de la función salvífica de Jesús: convenía que su camino fuese el camino propio de los hombres, camino de «sangre y carne» que conduce a la «muerte». Con extraordinaria fuerza evocadora Heb dice que los hombres, conscientes y a la vez angustiados por su condición mortal, viven toda la vida atenazados como esclavos. Pues bien: aquí se decide la comunión de Jesús con los hombres y aquí está la gran revelación. Jesús ha compartido nuestra condición humana y nuestra muerte y precisamente en el dolor y la muerte nos libra de la angustia de la muerte. Comprender y vivir la misteriosa conveniencia de este camino como único camino de salvación es, en definitiva, el objetivo de la carta.
Los dos últimos versículos (17-18) tienen particular importancia: resumen la primera parte, que acaba aquí, y anuncian los dos temas fundamentales de la segunda; además son un primer intento de expresar en categorías cultuales la fe cristiana explicada hasta ahora. E1 proceso personal de Jesús (sumo sacerdote) y su eficacia salvífica (expiación de los pecados) se enmarcan en la perspectiva propia de Heb: la interpretación cultual del insondable misterio de Jesucristo (G. Mora).
2. El Salmo 8, que el autor comenta -y que es el salmo responsorial de hoy-, habla del hombre en general cuando dice que es «poco inferior a los ángeles», «le diste el mando sobre las obras de tus manos». En la plegaria eucarística IV le damos gracias a Dios porque al hombre «le encomendaste el mundo entero para que dominara todo lo creado». Aquí se aplica el salmo a Cristo. Jesús, por su encarnación como hombre, aparece como «poco inferior a los ángeles», sobre todo en su pasión y su muerte. Pero ahora ha sido glorificado y se ha manifestado que es superior a los ángeles, coronado de gloria y dignidad, porque Dios lo ha sometido todo a su dominio. Por haber padecido la muerte, para salvar a la humanidad, Dios le ha enaltecido sobre todos y sobre todo.
Apunta además otro tema predilecto de la carta: Jesús ha experimentado en profundidad todo lo humano, incluso el dolor y la muerte. Más aún, llega a decir que «Dios juzgó conveniente perfeccionarle y consagrarle con sufrimientos». Así ha podido conducir a la gloria a todos los hombres, a los que «no se avergüenza de llamarles hermanos» (J. Aldazábal).
¿Qué somos nosotros, humanos, ante Dios? ¿Cuál es el valor que tenemos en su presencia? ¿Por qué nos ama tanto nuestro Dios y Padre? Somos inferiores a los ángeles; y sin embargo Dios nos dio el mando sobre las obras de sus manos, sometiendo todo bajo nuestros pies. Y para que esto sea realidad nos envió a su propio Hijo, el cual se levantó victorioso sobre el pecado y la muerte y sobre cualquier otro poder que pudiera querer dominarnos. Ciertamente mientras vamos por este mundo muchas veces las cosas pasajeras embotan nuestra mente y nuestro corazón; y, por desgracia, muchas veces vivimos encadenados a los bienes de este mundo. Sin embargo el Señor nos llama para que vivamos, no como esclavos, sino como señores de aquello que Él ha querido sujetar a nuestra autoridad. Más aún, hemos de procurar que los bienes de este mundo nos sirvan para alcanzar los bienes eternos; y esto será en la medida en que sepamos compartir lo nuestro con los más desprotegidos. Entonces nos habremos elevado muy por encima de la gloria y de la dignidad entendida conforme a los criterios de este mundo.
3.- Mc 1, 21-28 (ver domingo 4B). Todos estaban asombrados de lo que decía y hacía Jesús. Luego vendrán los conflictos, hasta llegar progresivamente a la oposición abierta y la muerte. Jesús enseña como ninguno ha enseñado, con autoridad. Además hace obras inexplicables: libera a los posesos de los espíritus malignos. Su fama va creciendo en Galilea, que es donde actúa de momento. Es que no sólo predica, sino que actúa. Enseña y cura. Hasta los espíritus del mal tienen que reconocer que es el Santo de Dios, el Mesías. Fuera cual fuera el mal de los llamados posesos, el evangelio lo interpreta como efecto del maligno y por tanto subraya, además de la amable cercanía de Jesús, su poder contra las fuerzas del mal. Nos conviene recordar que Jesús sigue siendo el vencedor del mal. O del maligno. Lo que pedimos en el Padrenuestro, «líbranos del mal», que también podría traducirse «líbranos del maligno», lo cumple en plenitud Dios a través de su Hijo. Cuando iba por los caminos de Galilea atendiendo a los enfermos y a los posesos, y también ahora, cuando desde su existencia de Resucitado nos sale al paso a los que seguimos siendo débiles, pecadores, esclavos. Y nos quiere liberar. Cuando se nos invita a comulgar se nos dice que Jesús es «el Cordero que quita el pecado del mundo». A eso ha venido, a liberarnos de toda esclavitud y de todo mal. Por otra parte, Jesús nos da una lección a sus seguidores. ¿Qué relación hay entre nuestras palabras y nuestros hechos? ¿Nos contentamos sólo con anunciar la Buena Noticia, o en verdad nuestras palabras van acompañadas -y por tanto se hacen creíbles- por los hechos, porque atendemos a los enfermos y ayudamos a los otros a liberarse de sus esclavitudes? ¿de qué clase de demonios contribuimos a que se liberen los que conviven con nosotros? ¿repartimos esperanza y acogida a nuestro alrededor? El cuadro de entonces sigue actual: Cristo luchando contra el mal. Nosotros, sus seguidores, luchando también contra el mal que hay en nosotros mismos y en nuestro mundo (J. Aldazábal).
-Jesús. acompañado de sus discípulos, llega a Cafarnaúm. Jesús no espera. En cuanto tiene cuatro discípulos, entra en acción y desde la primera jornada, veremos una especie de resumen de toda esta acción, es la famosa "primera jornada de Cafarnaúm": Jesús enseña... Jesús expulsa a los demonios y sana a los enfermos... Jesús reza... Todo esto por delante y con cuatro discípulos.
-Enseguida, el día de sábado, entrando en la sinagoga, enseñaba. He aquí su primer acto: Va al lugar público de reunión y de plegaria el día en que todo el mundo está allí, y hace la homilía. Jesús se inserta primero en la vida religiosa clásica de su tiempo. Pero no se encerrará en ella: se le verá predicar preferentemente en la vida profana. Incluso lo hará, con mayor frecuencia. Marcos sólo tres veces nos muestra a Jesús hablando en el cuadro de una sinagoga: la tercera y última en Nazaret, de donde se le expulsa bruscamente (Mc 6, 2).
-Se maravillaban de su doctrina pues hablaba como hombre que tiene autoridad y no como los escribas... Los escribas no hacían sino repetir las lecciones aprendidas. Jesús se distingue por su autoridad soberana, que viene del interior de sí mismo. He aquí otra observación indirecta sobre su "misteriosa persona"' que un día se descubrirá como "divina". Por el momento se quedan asombrados. Si tengo ocasión de hablar de Dios, o de Cristo, a mis hijos, a los amigos, ¿cómo lo hago? ¿Cómo un "escriba" preocupado sólo de repetir exactamente fórmulas escolares? o como un testigo que ha sabido interiorizar personalmente el evangelio y que se compromete con lo que dice? Pero ¿cómo un testigo servidor de la Palabra divina, que desaparece ante aquél del cual está hablando?...
Son los demonios los primeros en descubrir "quién" es Jesús. Por su naturaleza espiritual ¿serían ellos más sutiles que los hombres? Mientras los hombres se preguntan y se asombran solamente... los demonios saben. -Jesús les mandó callar. Será un tema esencial de todo el evangelio según san Marcos: el secreto mesiánico. Jesús hace callar a los que se apresuran a afirmar que El es el "Hijo de Dios"; quiere revelar este misterio progresivamente, a fin de evitar un entusiasmo popular que falsearía el sentido de su misión. Una revelación demasiado rápida hubiera sido el mejor medio de hacer desviar esta misión: "si tú eres el Hijo de Dios, haz esto... haz aquello..." ¿Qué hubiéramos hecho en su lugar? "¡Ved, hermanos, los mismos demonios reconocen quién soy yo!" ¡No!, Dios es desconcertante, no le interesa esta publicidad ruidosa. Todos se preguntaban: "¿Qué significa todo esto? ¡He aquí una enseñanza nueva, proclamada con autoridad! ¡Manda incluso a los espíritus impuros y le obedecen!" Una pregunta. Todo el evangelio según san Marcos no bastará para contestarla; No estamos más que en la primera página, en el primer día de predicación (Noel Quesson).
Por la fe sabemos que esta liturgia de la palabra nos hace contemporáneos de lo que acabamos de escuchar y que estamos comentando. Preguntémonos con humilde agradecimiento: ¿Tengo conciencia de que ningún otro hombre ha hablado jamás como Jesús, la Palabra de Dios Padre? ¿Me siento rico de un mensaje que tampoco tiene parangón? ¿Me doy cuenta de la fuerza liberadora que Jesús y su enseñanza tienen en la vida humana y, más concretamente, en mi vida? (Llucià Pou Sabaté, con textos tomados de mercaba.org).

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