jueves, 30 de mayo de 2024

31 de mayo: Visitación de la Virgen a santa Isabel: Dichosa tú, Virgen María, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor. Con tu amor y servicio nos ayudas a entender que servir es reinar

31 de mayo: Visitación de la Virgen a santa Isabel: Dichosa tú, Virgen María, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor. Con tu amor y servicio nos ayudas a entender que servir es reinar

A. Lecturas:

   1. Sofonías (3,14-18): Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: «No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.» Apartaré de ti la amenaza, el oprobio que pesa sobre ti.

   2. Is 12,2-3.4bcd.5-6: El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.

   Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso.

   Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.»

 

   3. Lucas 1, 39-56:  "Por aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". Entonces María dijo: "Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí cosas grandes el Poderoso. Su nombre es santo, y su misericordia es eterna con aquellos que le honran. Actuó con la fuerza de su brazo y dispersó a los de corazón soberbio.  Derribó de sus tronos a los poderosos y engrandeció a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y a los ricos despidió sin nada. Tomó de la mano a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros antepasados, en favor de Abrahán y de sus descendientes para siempre". María estuvo con Isabel unos tres meses; después regresó a su casa". 

 

B. Comentario:

   Se celebra esta fiesta para toda la Iglesia a partir de 1389, cuando se pidió a María su intercesión para que concluyera el cisma de Occidente. Culmina con ese día el mes dedicado de modo especial al culto de María, al menos en Europa. Esta fiesta nos manifiesta su mediación, su espíritu de servicio y su profunda humildad. Mediación que canta en el Magnificat, servicio de unos meses a su prima ya mayor, humildad que viene de su gran amor. Nos enseña a llevar la alegría cristiana allí a donde vamos: la Virgen, al conocer que su prima tendría un hijo, siendo ya mayor, fue a ayudarla "cum festinatione", haciendo fiesta, es decir con alegría. Y al saludar a su prima salta de gozo el niño que llevaba dentro Isabel, el que será llamado Juan Bautista.

   Canta un himno: "La Virgen santa, grávida del Verbo, en alas del Espíritu camina; la Madre que lleva la Palabra, de amor movida, sale de vista.

   Y sienten las montañas silenciosas, y el mundo entero en sus entrañas vivas, que al paso de la Virgen ha llegado el anunciado gozo del Mesías.

   Alborozado Juan por su Señor, en el seno, feliz se regocija, y por nosotros rinde el homenaje y al Hijo santo da la bienvenida.

   Bendito en la morada sempiterna aquel que tu llevaste, Peregrina, aquel que con el Padre y el Espíritu, al bendecirte a ti nos bendecía. Amén".

   En el segundo misterio de gozo del Santo Rosario contemplamos siempre esta entrega pronta, alegre y sencilla de la Virgen, que nos anima a hacer lo mismo con quienes nos rodean. A María no se le ha ahorrado el dolor y el esfuerzo, que lleva parejo el servicio, pues precisamente ahí es donde se produce nuestra transformación interior. Si estamos como ella muy cerca del Señor, podremos afrontar esas dificultades: "la unión con Dios, la vida sobrenatural, comporta siempre la práctica atractiva de las virtudes humanas: María lleva la alegría al hogar de su prima, porque 'lleva' a Cristo" (San Josemaría Escrivá, Surco, n. 566). Señor, te pido llevarte conmigo, con la alegría, allí a donde voy... al trabajo, a las relaciones de amistad o sociales; que sepa ser instrumento de alegría para los demás, al llevarles tu presencia.

   Su actitud al ir a atender a Isabel, se nos dice en la version latina, es que corre cum festinatione,  que puede traducirse "con celeridad", pero también "haciendo fiesta", con alegría.

   Hay un aspecto precioso implícito en la actitud de María: la dedicación generosa, el no hacerse la importante, la sencillez de quien sirve "sin que se le caigan los anillos". Recuerdo a mi madre, siempre atenta a la familia, a los trabajos domésticos, cuando un día se arregló para salir y ya en coche me dijo: "ya voy hecha una señora"; le contesté que ella "era siempre una señora". Me acordé de lo que se aplica a la Virgen María: "servir es reinar". El reinado del servicio es el más alto, la iluminación más perfecta. Es la luz radiante que hizo que su prima Isabel, al verla, se llenara del Espíritu Santo. Y es que en la escuela del Espíritu Santo las lecciones son prácticas, de servicio, y como se dice en un libro del Decenario, "si no se pone en práctica (...) la escuela se cierra y no se abre".

   Si vivimos este espíritu, también nosotros podemos tener esas visitaciones, siempre nos esas visitaciones siempre os dejan algo suyo, algo divino, como indica el Cantar de los cantares cuando el ama deseosa del amado después de una separación que no entiende, lo encuentra, y el amor deseado se hace amor comprobado, limpio y sano, fiel e incondicional más fuerte que la muerte y que todos los peligros y tentaciones. El alma que comienza se fortalece y se hace esposa fiel del amado. Hay allí como un canto de la fidelidad probada: "ponme como sello sobre tu corazón, ponme por marca sobre tu brazo: porque fuerte como la muerte es el amor, implacables como el infierno los celos; sus brasa, brasas ardientes y un volcán de llamas. Las muchas aguas no han podido extinguir la fuerza del amor" (Cant 8).

   El canto humilde y gozoso de María nos recuerda esta generosidad del Señor con los hombres y de cómo el alma se transforma en el amor, en el camino de la santidad a través de los detalles de servicio. María visita y consuela a su pariente, en su aparente tardía misión. Ella estaba sola, su marido mudo. Ella conoce el gozo de concebir después de muchos años, comprende que no hay mal, ni contradicción, que no venga para bien: y eso vale también para nosotros, así se asientan con más firmeza, en nuestro espíritu, la alegría y la paz, que ningún motivo humano podrá arrancarnos, porque esas visitaciones siempre os dejan algo suyo, algo divino.

  El clima que envuelve este momento que contemplamos hoy, la atmósfera es la alegría: Juan Bautista se alegra en el vientre de Santa Isabel; y leemos el canto de los tiempos mesiánicos, en el que converge la alegría de los antiguos del nuevo Israel que es también manifestación del secreto más íntimo de María, revelado al ángel, y por eso cierra esta fiesta el mes de María, en un ambiente pascual donde está cerca la fiesta de Pentecostés, que inunda a la Iglesia que se forma en torno a María.

   Isabel inventa el Avemaría... no se limita a llamarla bendita, sino que relaciona su alabanza con el fruto de su vientre, que es bendito por los siglos. ¡Cuántas veces hemos repetido también nosotros estas mismas palabras, al recitar el Avemaría!: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Quisiera, Madre mía, pronunciarlas con el mismo gozo con que lo hizo Isabel, al trabajar, al mirar una imagen tuya…

   María y Jesús siempre estarán juntos. Los mayores prodigios de Jesús serán realizados –como en este caso– en íntima unión con su Madre, Medianera de todas las gracias. "Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte" (Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 58).

   Aprendamos hoy, una vez más, que cada encuentro con María representa un nuevo hallazgo de Jesús: "la plenitud de gracia, anunciada por el ángel, significa el don de Dios mismo; la fe de María, proclamada por Isabel en la Visitación, indica cómo la Virgen de Nazareth ha respondido a este don" (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 1987,12).

   Rezamos con la Oración de hoy: "Dios todopoderoso, Tú que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por Nuestro Señor Jesucristo..."

    Tratando a María, descubrimos a Jesús. "¡Cómo sería la mirada alegre de Jesús!: la misma que brillaría en los ojos de su Madre, que no puede contener su alegría –"Magnificat anima mea Dominum!" –y su alma glorifica al Señor, desde que lo lleva dentro de sí y a su lado.

   "¡Oh, Madre!: que sea la nuestra, como la tuya, la alegría de estar con Él y de tenerlo" (San Josemaría Escrivá, Surco, 95). Te pedimos, Madre mía, participar de la fe que tienes, que se haga realidad en mí lo que dijo de ti tu prima: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45). Te pedimos una unión de amor como esas imágenes románicas que se te ve en el abrazo con tu prima, con un mismo mirar, con los ojos pegados que parecen el mismo, así quisiera ver las cosas con una identificación de tu mirada, desde tu mirar y desde tu corazón.

 

 

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