miércoles, 1 de mayo de 2024

1 de Mayo San José, obrero, su paciencia y ejemplo en trato con Jesús y María

1 de Mayo San José, obrero, su paciencia y ejemplo en trato con Jesús y María

 

 

Evangelio (Mateo 13, 54-58): «Y, llegado a su ciudad, les enseñaba en su sinagoga, de manera que se admiraban y decían: ¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos poderes? ¿No es éste el hijo del artesano? ¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas ¿no viven todas entre noso­tros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto? Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta menospreciado sino en su tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros a cau­sa de su incredulidad». 

 

Comentario: Jesús era llamado «el hijo del artesano». No estuvo sin trabajar como en la época de la nobleza española que consideraban algo poco respetable el trabajo manual, y aún hoy muchos lo consideran menos respetable que ser intelectual, médico u oficios "superiores". Jesús fue carpintero, trabajador, obrero. «Por su sumisión a María y a José, así como por su humilde trabajo durante largos años en Nazaret, Jesús nos da el ejemplo de santidad en la vida cotidiana de la familia y del trabajo» (Catecismo Iglesia Católica 564).

San José es modelo para nuestra santificación del trabajo ordinario, de él y de su madre aprendió Jesús a hacer las cosas bien hechas, acabadas, con constancia, sin abandonos, con intención sobrenatural. San José sostenía a la Sagrada Familia con su trabajo, y también esto es importante, la responsabilidad económica sin que se caiga en la codicia de querer siempre más.


En este día dedicado a san José obrero, podemos ver que  es modelo para nosotros… ¿como reacciona ante la "duda" de que su esposa María esperaba un hijo? Nos dice escuetamente el Evangelio: "María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto".


Hay quien ha visto un sentido negativo en la conducta de María. Así Ratzinger en su libro sobre la infancia de Jesús dice: "lo que Mateo anticipa aquí sobre el origen del niño José aún no lo sabe. Ha de suponer que María había roto el compromiso y —según la ley— debe abandonarla". Aunque esta idea de que José dudó está mencionada por algún Padre de la Iglesia, me parece que repugna a una espiritualidad latina y concretamente española. Esta visión positiva en la conducta de Jesús la siguen algunos Padres de la Iglesia que hablan de que José pensó en quitarse del medio, viendo un misterio demasiado grande para él. No dudó de María, simplemente suspendió el juicio, y dejó paso a la confianza. Sabe del pacto de virginidad, que habían acordado entre los dos, respetando la intuición de María; él, seguramente por acompañarla pues la quería en la situación que ella dispusiera, respetando su compromiso con Dios, pues eso hace el amor. 

¿María le dijo lo del ángel a José? Quizá sí, y él la acompañó en su misterio escondido. Quizá se sintió entonces indigno de estar ahí por medio, que molestaba en un plan que no tenía nada que ver con él. Nos dice el Evangelio que Dios interviene en sueños por medio de un ángel que le dice: "José, hijo de David, no tengas recelo... Le pondrás por nombre Jesús, que significa 'El Señor salva'".

A nivel espiritual, veo que estos pasajes nos enseñan a saber esperar ante las dificultades, meditar en el silencio, aguantar sin dejar paso al desconcierto, esperando que se manifiesten las cosas con el tiempo, yo sigo esta norma de conducta: cuando no veo útil actuar de un modo u otro, dejo que el tiempo ponga las cosas en su sitio. Algunos hablan de esperar que nos señalen por dónde desde "arriba", esperar el "dedo" de Dios… 

 

En resumen, nos cuesta esperar y nos impacientamos, buscamos actuar enseguida porque no sabemos esperar, perdemos la calma ante las personas cuando no entendemos su modo de actuar. Dios ilumina a José en sueños, en su conciencia, y José es dócil: aprende a ir al paso de Dios.

Benedicto XVI dijo de que el mundo lo salva la paciencia de Dios, y lo pierde la impaciencia de los hombres. En eso sí estoy plenamente de acuerdo con él. Así, la paciencia está unida a la esperanza, y ese confiar va más allá de la razón, muestra una intuición profunda que tiene que ver con la luz pascual, que ilumina la cosas con una fuerza singular. Es un arte no dejarse llevar por las apariencias y saber esperar para ver las cosas en profundidad, con esa luz interior. Al igual que José no entendía nada nosotros tampoco entendemos nada muchas veces pero al igual que él nunca dudó podemos también nosotros no dudar, pues la duda es humana y la aceptación y la confianza es algo divino. Somos invitados a superar las suposiciones (armas del diablo) con esa luz pascual.

Podríamos resumir la devoción a san José con siete pinceladas para verlo modelo de nuestra vocación, y maestro de como tratar al Señor.

1. Hombre justo y sencillo. Así se puede definir la grandeza de su vida: santidad al alcance de todos. Nosotros queremos hacer cosas extraordinarias, soñamos en heroicidades donde demostramos lo mucho que valemos. Él, el más grande de los santos, después de María, paso inadvertido, nos habla de la grandeza extraordinaria de la vida cotidiana, que la santidad no está en hacer como en el circo las cosas cada vez más complicadas: "¡más difícil todavía!", sino en hacerlas con más amor.

2. Hombre fiel: de fe a prueba de fuego, dócil a la voz del Señor, aunque sea en sueños, como solía hablarle el ángel. Se acomoda a los planes divinos sin protestar. Es el hombre del santo encogimiento de hombros, que todo le está bien. Le veo con una fe que rezumaba paz: cuando una cosa iba como esperaba diría: "gracias a Dios!", y cuando iba al revés, diría: "bendito sea Dios!", de manera que siempre estaba entre dar gracias y bendecir a Dios.

3. Modelo en el amor esponsal: ama a María con el amor más puro y delicado que podemos imaginar. Lo ha pintado de edad avanzada, pero debía ser joven. El corazón sí que lo tenía muy grande, y con una pureza digna del esposo de Maria. "Participó de la plenitud de la Santísima Virgen de una manera bien singular: por su amor conyugal, por su mutua sumisión a las obras y por la comunicación de sus consolaciones interiores. La Santísima Virgen no pudo consentir que San José se viese privado de su perfección, joya y consuelos. Era bondadosísima, y por la presencia de Cristo y de los ángeles gozaba de alegrías ocultas a todos los mortales, que solo podía comunicar a su esposo amadísimo, para que en medio de sus trabajos tuviese un consuelo divino; y así, mediante esta comunicación espiritual con su esposo, la Madre intacta cumplía el precepto del Señor de ser dos una sola carne" (Isidoro de Isolano). Esta unión había de ser muy fuerte. Cuando estuve en el santuario catalán de Montserrat, un monje me comentó que la imagen que hay allí de san José joven se debía a san Josemaría Escrivá que lo imaginaba así, lleno de vitalidad. También se nos dice que san José, que moriría acompañado por María y Jesús, los acompañaría en la resurrección, cuando Jesús subió a los cielos y más tarde su madre María, también José les esperaba ya allí…

4. Padre de Jesús y nuestro. Relación misteriosa y llena de gracia, ser "padre nutricio del Verbo encarnado; fue creado y puesto en el mundo con este fin; es el objeto primero de su predestinación y la razón de todas las gracias" (R. Garrigou-Lagrange). Para nosotros, el santo Patriarca es Padre y Patrón de la Iglesia y de cada miembro de ella; a él le han sido encomendados todos los cristianos de todos los tiempo, y en la multiplicidad de las vocaciones, como cantan sus Letanías: "San José, ilustre descendiente de David, luz de patriarcas, esposo de la Virgen María (...), modelo de los trabajadores, honor de la vida doméstica, guardián de las vírgenes, apoyo de las familias, consuelo de los afligidos, esperanza de los enfermos, patrón de los moribundos, terror de los demonios, protector de la Iglesia santa..."

5. Modelo de vocación eclesial. "A todos los que Dios escoge para alguna cosa, los prepara y dispone para que sean idóneos" (Santo Tomàs de Aquino). Él fue llamado a custodiar el gran Misterio, del que participó como ninguna otra persona, salvo María. Su alma fue revestida con dones eminentes, para llevar a cabo la misión extraordinaria; y dice B. Llamera que –ya que a él Dios encomendó aquello que más estimaba de este mundo- el ministerio de San José fue de tal importancia que todos los ángeles juntos no sirvieron tanto a Dios como José él solo.

6. Intercesor para el apostolado. A él acudimos para pedir más vocaciones, y la fidelidad a nuestra vocación: "cuando, por gracia divina, Dios escoge a alguien para una misión muy elevada, le otorga todos los dones necesarios para llevar a cabo esta misión, lo cual se verifica en grado eminente en San José, padre nutricio de nuestro Señor Jesucristo y esposo de Maria" (San Bernardino de Siena).

7. Es Maestro de vida interior, y tiene mucho poder delante del Señor y delante de la Virgen María: "Quien no encuentre maestro que le enseñe oración, coja este glorioso santo por maestro, y no errará el camino" (Santa Teresa de Jesús). Lo dice aquella rogativa: "¡Oh, José!, varón bienaventurado y feliz, a quien fue concedido de ver y oír a Dios, a quien muchos reyes quisieron ver y oír, y no oyeron ni vieron. Y no solamente verlo y oírlo, sino llevarlo en brazos, besarlo, vestirlo y custodiarlo: rogad por nosotros."

 

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