jueves, 30 de mayo de 2024

31 de mayo: Visitación de la Virgen a santa Isabel: Dichosa tú, Virgen María, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor. Con tu amor y servicio nos ayudas a entender que servir es reinar

31 de mayo: Visitación de la Virgen a santa Isabel: Dichosa tú, Virgen María, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor. Con tu amor y servicio nos ayudas a entender que servir es reinar

A. Lecturas:

   1. Sofonías (3,14-18): Regocíjate, hija de Sión; grita de júbilo, Israel; alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén. El Señor ha cancelado tu condena, ha expulsado a tus enemigos. El Señor será el rey de Israel, en medio de ti, y ya no temerás. Aquel día dirán a Jerusalén: «No temas, Sión, no desfallezcan tus manos. El Señor, tu Dios, en medio de ti, es un guerrero que salva. Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo como en día de fiesta.» Apartaré de ti la amenaza, el oprobio que pesa sobre ti.

   2. Is 12,2-3.4bcd.5-6: El Señor es mi Dios y salvador: confiaré y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Y sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.

   Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso.

   Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.»

 

   3. Lucas 1, 39-56:  "Por aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y cuando Isabel oyó el saludo de María, el niño saltó en su seno. Entonces Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó a grandes voces: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Pero ¿cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque en cuanto oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. ¡Dichosa tú que has creído! Porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá". Entonces María dijo: "Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios mi Salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí cosas grandes el Poderoso. Su nombre es santo, y su misericordia es eterna con aquellos que le honran. Actuó con la fuerza de su brazo y dispersó a los de corazón soberbio.  Derribó de sus tronos a los poderosos y engrandeció a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos y a los ricos despidió sin nada. Tomó de la mano a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia, como lo había prometido a nuestros antepasados, en favor de Abrahán y de sus descendientes para siempre". María estuvo con Isabel unos tres meses; después regresó a su casa". 

 

B. Comentario:

   Se celebra esta fiesta para toda la Iglesia a partir de 1389, cuando se pidió a María su intercesión para que concluyera el cisma de Occidente. Culmina con ese día el mes dedicado de modo especial al culto de María, al menos en Europa. Esta fiesta nos manifiesta su mediación, su espíritu de servicio y su profunda humildad. Mediación que canta en el Magnificat, servicio de unos meses a su prima ya mayor, humildad que viene de su gran amor. Nos enseña a llevar la alegría cristiana allí a donde vamos: la Virgen, al conocer que su prima tendría un hijo, siendo ya mayor, fue a ayudarla "cum festinatione", haciendo fiesta, es decir con alegría. Y al saludar a su prima salta de gozo el niño que llevaba dentro Isabel, el que será llamado Juan Bautista.

   Canta un himno: "La Virgen santa, grávida del Verbo, en alas del Espíritu camina; la Madre que lleva la Palabra, de amor movida, sale de vista.

   Y sienten las montañas silenciosas, y el mundo entero en sus entrañas vivas, que al paso de la Virgen ha llegado el anunciado gozo del Mesías.

   Alborozado Juan por su Señor, en el seno, feliz se regocija, y por nosotros rinde el homenaje y al Hijo santo da la bienvenida.

   Bendito en la morada sempiterna aquel que tu llevaste, Peregrina, aquel que con el Padre y el Espíritu, al bendecirte a ti nos bendecía. Amén".

   En el segundo misterio de gozo del Santo Rosario contemplamos siempre esta entrega pronta, alegre y sencilla de la Virgen, que nos anima a hacer lo mismo con quienes nos rodean. A María no se le ha ahorrado el dolor y el esfuerzo, que lleva parejo el servicio, pues precisamente ahí es donde se produce nuestra transformación interior. Si estamos como ella muy cerca del Señor, podremos afrontar esas dificultades: "la unión con Dios, la vida sobrenatural, comporta siempre la práctica atractiva de las virtudes humanas: María lleva la alegría al hogar de su prima, porque 'lleva' a Cristo" (San Josemaría Escrivá, Surco, n. 566). Señor, te pido llevarte conmigo, con la alegría, allí a donde voy... al trabajo, a las relaciones de amistad o sociales; que sepa ser instrumento de alegría para los demás, al llevarles tu presencia.

   Su actitud al ir a atender a Isabel, se nos dice en la version latina, es que corre cum festinatione,  que puede traducirse "con celeridad", pero también "haciendo fiesta", con alegría.

   Hay un aspecto precioso implícito en la actitud de María: la dedicación generosa, el no hacerse la importante, la sencillez de quien sirve "sin que se le caigan los anillos". Recuerdo a mi madre, siempre atenta a la familia, a los trabajos domésticos, cuando un día se arregló para salir y ya en coche me dijo: "ya voy hecha una señora"; le contesté que ella "era siempre una señora". Me acordé de lo que se aplica a la Virgen María: "servir es reinar". El reinado del servicio es el más alto, la iluminación más perfecta. Es la luz radiante que hizo que su prima Isabel, al verla, se llenara del Espíritu Santo. Y es que en la escuela del Espíritu Santo las lecciones son prácticas, de servicio, y como se dice en un libro del Decenario, "si no se pone en práctica (...) la escuela se cierra y no se abre".

   Si vivimos este espíritu, también nosotros podemos tener esas visitaciones, siempre nos esas visitaciones siempre os dejan algo suyo, algo divino, como indica el Cantar de los cantares cuando el ama deseosa del amado después de una separación que no entiende, lo encuentra, y el amor deseado se hace amor comprobado, limpio y sano, fiel e incondicional más fuerte que la muerte y que todos los peligros y tentaciones. El alma que comienza se fortalece y se hace esposa fiel del amado. Hay allí como un canto de la fidelidad probada: "ponme como sello sobre tu corazón, ponme por marca sobre tu brazo: porque fuerte como la muerte es el amor, implacables como el infierno los celos; sus brasa, brasas ardientes y un volcán de llamas. Las muchas aguas no han podido extinguir la fuerza del amor" (Cant 8).

   El canto humilde y gozoso de María nos recuerda esta generosidad del Señor con los hombres y de cómo el alma se transforma en el amor, en el camino de la santidad a través de los detalles de servicio. María visita y consuela a su pariente, en su aparente tardía misión. Ella estaba sola, su marido mudo. Ella conoce el gozo de concebir después de muchos años, comprende que no hay mal, ni contradicción, que no venga para bien: y eso vale también para nosotros, así se asientan con más firmeza, en nuestro espíritu, la alegría y la paz, que ningún motivo humano podrá arrancarnos, porque esas visitaciones siempre os dejan algo suyo, algo divino.

  El clima que envuelve este momento que contemplamos hoy, la atmósfera es la alegría: Juan Bautista se alegra en el vientre de Santa Isabel; y leemos el canto de los tiempos mesiánicos, en el que converge la alegría de los antiguos del nuevo Israel que es también manifestación del secreto más íntimo de María, revelado al ángel, y por eso cierra esta fiesta el mes de María, en un ambiente pascual donde está cerca la fiesta de Pentecostés, que inunda a la Iglesia que se forma en torno a María.

   Isabel inventa el Avemaría... no se limita a llamarla bendita, sino que relaciona su alabanza con el fruto de su vientre, que es bendito por los siglos. ¡Cuántas veces hemos repetido también nosotros estas mismas palabras, al recitar el Avemaría!: Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Quisiera, Madre mía, pronunciarlas con el mismo gozo con que lo hizo Isabel, al trabajar, al mirar una imagen tuya…

   María y Jesús siempre estarán juntos. Los mayores prodigios de Jesús serán realizados –como en este caso– en íntima unión con su Madre, Medianera de todas las gracias. "Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte" (Conc. Vat. II, Const. Lumen gentium, 58).

   Aprendamos hoy, una vez más, que cada encuentro con María representa un nuevo hallazgo de Jesús: "la plenitud de gracia, anunciada por el ángel, significa el don de Dios mismo; la fe de María, proclamada por Isabel en la Visitación, indica cómo la Virgen de Nazareth ha respondido a este don" (Juan Pablo II, Enc. Redemptoris Mater, 1987,12).

   Rezamos con la Oración de hoy: "Dios todopoderoso, Tú que inspiraste a la Virgen María, cuando llevaba en su seno a tu Hijo, el deseo de visitar a su prima Isabel, concédenos, te rogamos, que, dóciles al soplo del Espíritu, podamos, con María, cantar tus maravillas durante toda nuestra vida. Por Nuestro Señor Jesucristo..."

    Tratando a María, descubrimos a Jesús. "¡Cómo sería la mirada alegre de Jesús!: la misma que brillaría en los ojos de su Madre, que no puede contener su alegría –"Magnificat anima mea Dominum!" –y su alma glorifica al Señor, desde que lo lleva dentro de sí y a su lado.

   "¡Oh, Madre!: que sea la nuestra, como la tuya, la alegría de estar con Él y de tenerlo" (San Josemaría Escrivá, Surco, 95). Te pedimos, Madre mía, participar de la fe que tienes, que se haga realidad en mí lo que dijo de ti tu prima: «¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc 1,45). Te pedimos una unión de amor como esas imágenes románicas que se te ve en el abrazo con tu prima, con un mismo mirar, con los ojos pegados que parecen el mismo, así quisiera ver las cosas con una identificación de tu mirada, desde tu mirar y desde tu corazón.

 

 

Viernes de la 8ª semana (año par). El episodio de la“higuera seca” es un estimulo para dar fruto, con la oración y el amormanifestado en las buenas obras.

Viernes de la 8ª semana (año par). El episodio de la "higuera seca" es un estimulo para dar fruto, con la oración y el amor manifestado en las buenas obras.

 

A. Lecturas:

   1. I san Pedro (4,7-13): El fin de todas las cosas está cercano. Sed, pues, moderados y sobrios, para poder orar. Ante todo, mantened en tensión el amor mutuo, porque el amor cubre la multitud de los pecados. Ofreceos mutuamente hospitalidad, sin protestar. Que cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios. El que toma la palabra, que hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén. Queridos hermanos, no os extrañéis de ese fuego abrasador que os pone a prueba, como si os sucediera algo extraordinario. Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo.

   2. Salmo 95,10.11-12.13: Decid a los pueblos: El Señor es rey, él afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente.

   Alégrese el cielo, goce la tierra, retumbe el mar y cuanto lo llena; vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque.

   Delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra: regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad.

   3. Marcos 11, 12-14, 20-26: «Al día siguiente, cuando salían de Betania, sintió hambre. Al ver de lejos una higuera que tenía hojas, se acercó por si encontraba algo en ella, y cuando llegó no encontró más que hojas, pues no era tiempo de higos. E increpándola, dijo: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y sus discípulos lo estaban escuchando.

   Por la mañana, al pasar vieron que la higuera se había secado de raíz. Y acordándose Pedro, le dijo. "Rabbí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado." Jesús les contestó: "Tened fe en Dios. En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: Arráncate y échate al mar sin dudar en su corazón, sino creyendo que se hará lo que dice, le será concedido. Por tanto os digo: todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo recibisteis y se os concederá. Y cuando os pongáis de pie para orar perdonad si tenéis algo contra alguno, a fin de que también vuestro Padre que está en los Cielos os perdone vuestros pecados".

 

B. Comentario:

    1. En este último pasaje de la carta de san Pedro, se nos habla también de aprovechar el tiempo: «El fin de todas las cosas está cercano: sed, pues, moderados y sobrios, para poder orar». Ayúdame, Señor, a que mi oración vaya acompañada de un estilo de vida sobrio y moderado, y sobre todo de amor a los demás, practicar la hospitalidad, ofrecer los talentos que me has dado en servicio a mis hermanos: "Ante todo, mantened en tensión el amor mutuo, porque el amor cubre la multitud de los pecados. Ofreceos mutuamente hospitalidad, sin protestar. Que cada uno, con el don que ha recibido, se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la múltiple gracia de Dios". Señor, que la caridad cubra mis pecados.

   "El que toma la palabra, que hable palabra de Dios. El que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del encargo recibido de Dios".

   Y así "Dios será glorificado en todo", también en las dificultades, este "fuego abrasador que os pone a prueba". Señor, te pido que éstas no nos hagan perder la alegría: "Estad alegres cuando compartís los padecimientos de Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo" (1 Pedro 4,7-13). La cruz en forma de dificultades no ha cesado en aquel tiempo de san Pedro, hasta el nuestro, a lo largo de la historia.

   2. Por eso, terminamos alabando a Dios con el salmo, al contemplar la salvación llevada a cabo por Jesús, con su obra redentora: "Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo llena; / vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, / aclamen los árboles del bosque".

   3. Jesús "sintió hambre". ¡Qué humano eres, Señor! Tienes también hambre de nuestro amor, y quiero corresponder mejor a partir de hoy. Aquel día, al no encontrar más que hojas en aquella higuera, le dijiste: -«Nunca jamás coma nadie de ti.»" Jesús, esta maldición es un enigma para mí, la explicarás más tarde, con la "purificación" del Templo, cuando entraste en él y echaste a los cambistas. Quizá quieres decirme que el culto del templo era falaz, y que en nombre de Dios oprimían al extranjero, al huérfano y a la viuda, pues citaste al profeta: "Robáis, matáis y venís luego a poneros delante de mí... ¿Es este Templo una cueva de bandidos?" Y citas también: "Ya no habrá más mercaderes en el templo del Señor, en ese día".

   Y los instruías, diciendo: -"¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos?" Entiendo que lo de la higuera va unido a que demos fruto de oración auténtica, y no seamos como ellos una «cueva de bandidos» y de ajetreo de cosas y comercio. Señor, te pido que me ayudes a cuidar mi vida de oración, para tener más fe. Así les dijiste al día siguiente, al ver la higuera seca: -«Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte: "Quítate de ahí y tírate al mar", no con dudas, sino con fe en que sucederá lo que dice, lo obtendrá". Ahora entiendo que estás hablando de oración, pues sigues diciendo: "Cualquier cosa que pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis".

   Veo también que la oración va unida al amor y su fruto más alto, el perdón: "Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas» (Marcos 11,11-26).

   Fe es esperar de Dios, no de nosotros mismos ni de nuestras obras. La fe lleva a los frutos de amor, y no excusarnos pensando que el ambiente no es favorable, que no estamos preparados o que no tenemos la suerte que tienen otros. En realidad, la parábola de los talentos nos habla de no guardar lo que hemos recibido sino emplearlo en que produzca fruto. Además, la suerte se da cuando estamos preparados, la mejor inversión es una buena formación, que tarde o temprano da fruto, y nos hace dependientes de las circunstancias externas, que a veces son la hojarasca que tiene mucha apariencia pero sin fruto. Recuerdo un amigo, que quedó impactado por las palabras de la higuera, decía que hacía mucho tiempo que no producía, que se dejaba ir por la poltronería y la dejadez, lo más placentero… no estaba contento de sí mismo. Al leer la escena de la higuera que no daba frutos y que quedaba seca, tuvo una conversión, acudió a los sacramentos y se quedó en paz.

Llucià Pou Sabaté

miércoles, 29 de mayo de 2024

Jueves de la semana 8ª (año par): Jesús nos cura la ceguera para con su luz poder ver con ojos de fe, y contemplar todo como obra Suya.

Jueves de la semana 8ª (año par): Jesús nos cura la ceguera para con su luz poder ver con ojos de fe, y contemplar todo como obra Suya.

 

A. Lecturas

   1. I san Pedro (2,2-5.9-12): Como el niño recién nacido ansía la leche, ansiad vosotros la auténtica, no adulterada, para crecer con ella sanos; ya que habéis saboreado lo bueno que es el Señor. Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Antes erais «no pueblo», ahora sois «pueblo de Dios»; antes erais «no compadecidos», ahora sois «compadecidos». Queridos hermanos, como forasteros en país extraño, os recomiendo que os apartéis de los deseos carnales que os hacen la guerra. Vuestra conducta entre los gentiles sea buena; así, mientras os calumnian como si fuerais criminales, verán con sus propios ojos que os portáis honradamente y darán gloria a Dios el día que él los visite.

   2. Salmo 99, 2.3.4.5: Aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores.

   Sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño.

   Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre.

   «El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades.»

   3.  Marcos 10,46–52. 46: "Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó,  acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al  enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David,  Jesús, ten compasión de mí!» Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.» Llaman al ciego, diciéndole: «¡Animo,  levántate! Te llama.» Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino  donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te  haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!» Jesús le dijo: «Vete, tu fe  te ha salvado.» Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino" ().

 

B. Comentario:

    1. Dice San Pedro: -"Hermanos, desead todos la leche espiritual, pura, de la Palabra de Dios". Todos hemos visto a niños recién nacidos lanzarse ávidamente sobre el pecho materno. ¡Pedro nos desea esta misma avidez! Ser bautizado es estar ávido de la Palabra de Dios. ¿Lo estoy? El texto griego es casi intraducible a nuestras lenguas. Los términos empleados sugieren netamente «una leche de palabras», una leche pura, no adulterada, sin engaño». La «leche» en la Biblia es tradicionalmente símbolo de lo mejor en alimentación. La tierra prometida es aquella de la que mana leche y miel... y son también ellas los alimentos del festín paradisíaco.

   -"A fin de que por ella crezcáis para la salvación si es que habéis «gustado que el Señor es bueno»". Así como el crecimiento del niño, queda asegurado por la leche de la cual se nutre, así también nuestro crecimiento de bautizados queda asegurado por la asimilación de la Palabra de Dios. Asimilar a Dios. Crecer en Dios. Gustar de Dios. Pensar en el crecimiento rápido del recién nacido durante las primeras semanas.

   -"Acercaos a El: piedra viva, elegida por Dios... Y también vosotros sed piedras vivas, materiales, del templo espiritual que se está construyendo". Recuerda el nombre que le dio Jesús: Simón, tú te llamarás en adelante Pedro; y sobre esta piedra edificaré... Dirigiéndose a cristianos dispersos en tierra pagana, y que seguían soñando en las grandiosas ceremonias del Templo de Jerusalén... Pedro repite que el verdadero Templo es Jesucristo y que todos ellos son el culto espiritual que Dios espera en adelante. Ya no es necesario entrar en el Templo de Jerusalén para ofrecer sacrificios: quienquiera que adopte, en su vida cotidiana, la actitud de Cristo -es decir, la actitud filial de sumisión respetuosa y amorosa a la voluntad del Padre- constituye el nuevo templo.

   -"Así seréis un sacerdocio santo para ofrecer sacrificios espirituales, aceptos a Dios, por mediación de Jesucristo". Los bautizados ya no han de descargarse en una casta sacerdotal como la de Aaron, especializada en el culto... El Pueblo cristiano entero está encargado de ese papel sacerdotal. Ser bautizado es "ofrecer a Dios un sacrificio espiritual" permaneciendo unidos al Señor Jesús. Y esta ofrenda o sacrificio es "nuestra propia vida". Esto decía san Pedro a los bautizandos, a los hombres y mujeres que iban a recibir el bautismo.

   -"En efecto, sois linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido por Dios y encargado de anunciar las alabanzas de Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz... A los que no habiais alcanzado misericordia, ahora Dios os ha mostrado su amor". Los cristianos son el «nuevo Israel». Todos los títulos y privilegios pasan a los cristianos. Ser bautizado, es anunciar las maravillas de Dios (Noel Quesson).

   2. El salmo nos anima: "aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en la presencia del Señor con vítores". En la perspectiva de los dones se hace más patente: Señor, te pido experimentar esa leche espiritual, en la escucha de su Palabra; te pido sentir que tú eres "la piedra viva escogida y preciosa ante Dios", y quisiera sentir esa responsabilidad que nos recuerda san Pedro: "también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu": esta vez es la dinámica imagen del edificio de la Iglesia, basado en la piedra angular de Cristo, pero formado por las piedras vivas que somos cada uno de los bautizados; quisiera sentirme como parte de la comunidad cristiana, «raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo adquirido por Dios»: Era éste el espíritu que animaba a los cristianos de los primeros siglos: saberse participantes del real sacerdocio de Cristo, tener conciencia de que su papel en la celebración de los sagrados misterios es activo y eficaz, y de que su contacto con Dios no se limita a los instantes del culto, sino que toda la vida, alimentada y transformada por la virtud del Señor, de quien es miembro, es una constante prolongación del santo sacrificio de Cristo, y , por ende, es un vivir ya en cierto modo con El glorificado, en calidad de ciudadanos del cielo, a pesar de peregrinar todavía en esta tierra lejos aún de Dios, pero cada vez más cerca de la patria. Estos pensamientos llenaban de entusiasmo a los primeros cristianos y los convertían en vencedores del mundo (Emiliana Löhr).

   Por eso sigue el salmista: "sabed que el Señor es Dios: que él nos hizo y somos suyos, ovejas de su rebaño". ¿Tenemos conciencia, y conciencia gozosa, de las riquezas que supone para nosotros el pertenecer al pueblo de Dios, a la Iglesia del Resucitado?

   Se nos anima a alabar a Dios y darle gracias: "el Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades."

   3. Marcos  nos cuenta de la curación de un ciego: "Llegan a Jericó. Y cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino. Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!» Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.» Llaman al ciego, diciéndole: «¡Animo, levántate! Te llama.» Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús. Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que te haga?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!» Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante, recobró la vista y le seguía por el camino".

   La ceguera de este hombre es símbolo de otra ceguera espiritual… Como cuando vamos al oculista a hacernos un chequeo de nuestra vista, hoy podemos reflexionar sobre cómo va nuestra vista espiritual. ¿No se podría decir de nosotros que estamos ciegos, porque no acabamos de ver lo que Dios quiere que veamos, o que nos conformamos con caminar por la vida entre penumbras, cuando tenemos cerca al médico, Jesús, la Luz del mundo? Hagamos nuestra la oración de Bartimeo: «Maestro, ¡que pueda ver!». Soltemos el manto de nuestro pasado, malas experiencias… y demos un salto hacia él, su luz.

   Señor, que no piense solo en mí; que tantos que no encuentran sentido a su vida, puedan encontrar en mí tu esperanza, que pueda yo decirles amablemente: «ánimo, levántate, que te llama» (J. Aldazábal). 

   Muchas veces quiero seguridades, controlar algo que se me va de las manos. También me preocupa estar en un mundo marcado por las guerras y el hambre, por el egoísmo que provoca tantas crisis. Me siento ciego, no entiendo nada… y tengo ganas de decirte una vez más: "¡Maestro, que pueda ver!" Eres tú, Jesús, quien me inspira este deseo de ver, de ti, de tu palabra de salvación que me da luz, porque en tu luz, Señor, puedo ver la luz. Por tu gracia puedo oír esta voz que me dice: "¡Animo, levántate, que te llama!".

Llucià Pou Sabaté

 

martes, 28 de mayo de 2024

Miércoles de la 8ª semana (ciclopar). Jesús sube a Jerusalén, va a ser entregado por nosotros: “Os rescataron aprecio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto”.

Miércoles de la 8ª semana (ciclo par). Jesús sube a Jerusalén, va a ser entregado por nosotros: "Os rescataron a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto".

 

A. Lecturas

   1. I Pedro (1,18-25): Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por vuestro bien. Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza. Ahora que estáis purificados por vuestra obediencia a la verdad y habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente. Mirad que habéis vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y duradera, porque «toda carne es hierba y su belleza como flor campestre: se agosta la hierba, la flor se cae; pero la palabra del Señor permanece para siempre.» Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos.

   2. Salmo 147,12-13.14-15.19-20: Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que ha reforzado los cerrojos de tus puertas, y ha bendecido a tus hijos dentro de ti.

   Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz.

   Anuncia su palabra a Jacob, sus decretos y mandatos a Israel; con ninguna nación obró así, ni les dio a conocer sus mandatos.

   3. Marcos 10, 32-45: «Iban de camino subiendo a Jerusalén. Jesús los precedía y estaban admirados; ellos le seguían con temor. Tomando aparte de nuevo a los doce, comenzó a decirles lo que le iba a suceder: Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles; se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán, pero a los tres días resucitará.

   Entonces se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, diciéndole: Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir Él les dijo: ¿Qué queréis que os haga? Y ellos le contestaron: Concédenos sentarnos uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu gloria. Y Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo bebo, o recibir el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le respondieron: Podemos. Jesús les dijo: Beberéis el cáliz que yo bebo y recibiréis el bautismo con que yo soy bautizado; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía concederlo, sino que es para quienes está dispuesto.

   Al oír esto los diez comenzaron a indignarse contra Santiago y Juan. Entonces Jesús, llamándoles, les dijo: Sabéis que los que figuran como jefes de los pueblos los oprimen, y los poderosos los avasallan. No ha de ser así entre vosotros; por el contrario, quien quiera llegar a ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor; y quien entre vosotros quiera ser el primero, sea esclavo de todos: porque el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida en redención por muchos.»

 

B. Comentario: 

   1. Pedro habla de que el bautismo que nos da Jesús es "rescate" de esclavitud. Te doy gracias, Jesús, por sacarme de la antigua vida, y volver a nacer de Ti. Gracias por rescatarme, por haber pagado un precio por mi liberación: con su propia sangre.

   Ayúdame a vivir lo que sigues pidiéndome hoy, pues nos dices que si «habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza», si hemos nacido de Ti, soy hermano de los demás, he de quererlos, como mandas: «habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente».

   Veo con claridad que mi vida tiene como centro el amor, a Dios y a los demás: soy "yo" mismo cuando me uno a Ti, Jesús, y cuando amo a los demás. En esto está todo, y veo que las otras palabras son «como flor campestre: se agosta la hierba, la flor se cae, pero la Palabra del Señor permanece para siempre». Tu Palabra es firme, Señor: ayúdame a construir sobre ella, para edificar mi vida para siempre.

   Esta catequesis del "bautismo", que hizo San Pedro, es una buena meditación para hacer memoria de mi bautismo, por ejemplo con el uso del agua bendita. Es una manera de actualizar ese "vivir delante de Dios y con Dios", tomar presencia de mi Padre y de que he de comportarme como hijo suyo. En mi familia, los padres en el trato con el su cónyuge y con sus hijos, y los hijos con los padres y hermanos. Ser bautizado, es vivir ese sueño de Dios, su proyecto de salvación con nosotros.

   "Habéis santificado vuestras almas obedeciendo a la verdad, para amaros sinceramente como hermanos". Señor, ayúdame a vivir esta santidad, esta obediencia a la verdad de esta «vida nueva» bautismal, este amor fraterno...: "Amaos intensamente unos a otros con corazón puro, pues habéis sido reengendrados de un germen no corruptible: la Palabra de Dios viva y permanente". Pienso que amar es tener tu «germen», Señor, que va creciendo y cuanto más sea yo Tuyo, más podré amar por participar más de tu ser Dios-Amor...

   2. Quiero terminar con el canto de hoy: "Glorifica al Señor, Jerusalén; alaba a tu Dios, Sión: que… ha bendecido a tus hijos dentro de ti". Pienso en el canto de nuestra Madre Santa María, que hizo posible esta obra. Sé que si soy dócil a tus inspiraciones, Señor, también podré yo ayudarte en tu obra: "Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz. Anuncia su palabra…" (Salmo 147,12-15.19-20).

   3. Este tercer anuncio de la pasión de Jesús nos muestra el cumplimiento de las promesas mesiánicas. Jesús está en el camino hacia Jerusalén, camino hacia la entrega de su pasión y muerte, por eso dice: «se burlarán de él; le escupirán, lo azotarán y lo matarán». Los discípulos le seguirán en ese camino. Les anuncia su muerte, pero los discípulos no entendían nada. Se distraen en pedir los primeros puestos en el Reino. Santiago y Juan se acercaron a Jesús... "Concédenos sentarnos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda en tu gloria." Jesús les respondió: "No sabéis lo que pedís." Llenos de vanidad, quieren los mejores sitios… como yo tantas veces, por eso quiero escuchar sus palabras con atención:

   -"¿Podéis beber el cáliz que Yo he de beber, o ser bautizados con el bautismo con que Yo he de ser bautizado?" Ayúdame a entenderte, Señor, a saber que a la gloria se llega por la cruz, no por el éxito o los mejores sitios. Les hablas de la copa amarga de la Pasión, del bautismo en la muerte. Y Santiago será precisamente el primero en sufrir el martirio por Cristo. Los otros se indignaron contra Santiago y Juan… quizá se indignan porque tienen la misma "ambición".

   Te pido, Jesús, que no ambicione yo puestos de honor, que aprenda la lección de servicio que nos das: «el Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos». Te pido entender la autoridad no como la de «los que son reconocidos como jefes de los pueblos», que dices que a los demás «los tiranizan y los oprimen». Ayúdame a imitar tu vida, a entender que «el que quiera ser primero, sea esclavo de todos». ¿Sabes? Me cuesta el dolor y sufrimiento necesarios, a veces los rechazo, y me gusta el placer inmediato: ayúdame a que quiera seguirte por el camino estrecho, como me pides al que es tuyo: «que cargue cada día con su cruz y me siga».

   Todo lo que es grande, cuesta… "Jesús, te has estado preparando para tu Pasión durante toda tu vida.

   Pero ahora, el momento está cerca.

   Calladamente -tal vez sólo la Virgen se da cuenta- estás sufriendo ya todos esos dolores que te esperan, esa agonía que tendrá su punto álgido en el huerto de los olivos, pero que se ha ido fraguando poco a poco a medida que se acerca tu hora.

   De alguna manera estás ya clavado en la Cruz, sufriendo voluntariamente por mí.

   Y yo no me entero: como Santiago y Juan, me acerco a Ti buscando mis intereses personales" (P. Cardona).

Llucià Pou Sabaté

lunes, 27 de mayo de 2024

Martes de la 8ª semana de Tiempo Ordinario (año par). Jesús nos trae la salvación, y si nos entregamos como Él, recibiremos cien veces más y la vida eterna

Martes de la 8ª semana de Tiempo Ordinario (año par). Jesús nos trae la salvación, y si nos entregamos como Él, recibiremos cien veces más y la vida eterna

A. Lecturas

   1. 1 Pedro (1,10-16): La salvación fue el tema que investigaron y escrutaron los profetas, los que predecían la gracia destinada a vosotros. El Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, les declaraba por anticipado los sufrimientos de Cristo y la gloria que seguiría; ellos indagaron para cuándo y para qué circunstancia lo indicaba el Espíritu. Se les reveló que aquello de que trataban no era para su tiempo, sino para el vuestro. Y ahora se os anuncia por medio de predicadores que os han traído el Evangelio con la fuerza del Espíritu enviado del cielo. Son cosas que los ángeles ansían penetrar. Por eso, estad interiormente preparados para la acción, controlándoos bien, a la expectativa del don que os va a traer la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis más a los deseos que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia. El que os llamó es santo; como él, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta, porque dice la Escritura: «Seréis santos, porque yo soy santo.»  

   2. Salmo 97,1.2-3ab.3c-4: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.

   El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.

   Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.

   3. Marcos 10, 28-31: «Comenzó Pedro a decirle: Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Jesús respondió: En verdad os digo que no hay nadie que habiendo dejado casa, hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o campos por mí y por el Evangelio, no reciba en esta vida cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y campos, con persecuciones; y, en el siglo venidero, la vida eterna. Porque muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán primeros.» 

B. Comentario:

   1. Pedro sitúa como tres etapas en nuestra salvación con la inspiración del Espíritu de Jesús: el pasado de los profetas, que escrutaban el futuro y «predecían la gracia destinada a vosotros», porque «se les reveló que aquello no era para su tiempo, sino para el vuestro»; el presente donde los pastores cristianos nos anuncian la buena noticia: que en Cristo Jesús se cumple todo lo anunciado antes; y en la esperanza del futuro: «estad interiormente preparados para la acción, a la expectativa del don que os va a traer la revelación de Jesucristo». En todo caso, imitando la santidad del mismo Dios: «Seréis santos porque yo soy santo».

   Te pido, Señor, que en mi vida crezca día a día tu presencia en mi corazón;  que yo comprenda lo que esperas de mí, que me des fuerza para llevar a cabo tu voluntad, que tenga mi espíritu vigilante para vivir lo que dice el Apóstol: -"Por lo tanto, tened alertado vuestro espíritu como servidores preparados para el servicio". Que mantenga mi mente despierta y vigilante, disponible!

   Señor, que sepa vivir entre la memoria del ayer y la esperanza del mañana; en una vivencia del presente, de la salvación que hoy nos ofreces, por la comunión en Tu vida. Dame la gracia de no seguir ya los criterios de este mundo sino los tuyos. Que sepa vivir cada Eucaristía con la memoria del pasado, profecía del futuro y celebración vivencial del presente: «Cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa (hoy), anunciáis la muerte del Señor (ayer) hasta que venga (mañana)» (I Corintios 11,26).

   2. El Salmo (97,1.2-4) nos habla de que esta salvación es universal, algo parecido a lo que dice Isaías: "Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo".

   Enséñame, Señor, a cantar esta acción de gracias con un cantar cada día nuevo por el amor. Gracias, por ese anuncio de tu obra redentora: "El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel".

   Enséñame, Señor, a cantar con toda la creación esta alegría de la salvación final: "Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclamad al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad."

   3. Ayer vimos al joven rico marchar triste, sin decidirse a seguir a Jesús. Luego, Pedro, que sí le ha seguido, pregunta: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». Mateo lo completa: ¿qué recibiremos en cambio?

   La respuesta de Jesús nos llena de esperanza para quien se entrega a Dios: «Recibirá en este tiempo cien veces más y en la edad futura vida eterna». No habla Jesús de tantos por ciento, sino que en la nueva familia que se crea en torno a Jesús, dejamos un hermano y encontramos cien. Es la familia: «¿Quién es mi madre y mis hermanos? Quien cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 3,34s).

   Una madre no pregunta cuánto le van a pagar por su trabajo, ni un amigo pone precio a un favor, ni Jesús pasa factura por su entrega en la cruz. Señor, yo todavía quiero honores, que me valoren: ayúdame a madurar en la fe, a ejemplo de tantos laicos en medio del mundo, entregados al apostolado, de sacerdotes que hacen presente a Jesús en nuestro mundo, de religiosos dentro de una comunidad, de misioneros… tantos que han abandonado esa familia biológica, para vivir tu misma vida, Jesús. Vivir tu felicidad… con algunas persecuciones. Además, sin renuncia aparece el egoísmo en sus formas de comodidad, pasiones varias e intereses, orgullo, que hacen daño. En cambio, la generosidad vence todo mal: «Este es el índice para que el alma pueda conocer con claridad si ama a Dios o no, con amor puro. Si le ama, su corazón no se centrará en sí misma, ni estará atenta a conseguir sus gustos y conveniencias. Se dedicará por completo a buscar la honra y gloria de Dios y a darle gusto a Él. Cuanto más tiene corazón para si misma menos lo tiene para Dios» (San Juan de la Cruz).

   -"Muchos de los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros". En economía se dice que hay que ir atentos a no crecer de manera imprudente y desmesurada en la empresa, pues alguien que vive bien con su familia puede vivir luego mal para mantener los costes de esa ampliación. Así también no podemos polarizar nuestra vida para proyectos materiales, pues solo el amor explica el motivo de una vida, y el amor de Dios es lo que da sentido a todo. Pero en el campo de las intenciones, es difícil conocer quien es el primero y cuál el último, por eso el último puede ser el primero.

   Todos los verdaderos pobres son ricos. "¿No os parece rico, exclama S. Ambrosio, el que tiene la paz del alma, la tranquilidad y el reposo, el que nada desea, no se turba por nada, no se disgusta por las cosas que tiene desde largo tiempo, y no las busca nuevas?".

 

Lunes de la semana 8 de tiempo ordinario “No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; creéis en él, y os alegráis con un gozo inefable”, nos anima san Pedro: hasta una entrega radical, vivir aquella invitación de Jesús: “Vende lo que tienes y sígueme”

viernes, 24 de mayo de 2024

Jesús está con nosotros por la gracia del Espíritu Santo, y con ellos el Padre (domingo de la Santísima Trinidad)

Jesús está con nosotros por la gracia del Espíritu Santo, y con ellos el Padre  (domingo de la Santísima Trinidad)

 

A. Lecturas

   1. Deuteronomio 4,32-34.39-40: Moisés habló al pueblo, diciendo: «Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos, prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores, como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre.

   2. Salmo 32: La palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra.

   La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos, porque él lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió.

   Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.

   Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti.

   3. Romanos 8,14-17: Hermanos: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

   4. Mateo 28,16-20: En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

 

B. Comentario:

   1. El Deuteronomio nos habla de Moisés que recibe de Dios la Alianza, un pacto de amor: "medita en tu corazón que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos, después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor tu Dios te da para siempre". El Dios del cielo está aquí en la tierra, junto a los hombres. No hay nación que tenga a los dioses tan cercanos. Y lo admirable de Dios es que se acerca de manera salvadora, que actúa liberadoramente en favor de su pueblo. Y lo incomprensible de Dios es su amor, un amor de predilección hacia los pequeños,  hacia el que «reconoce... y medita... y guarda». Como María. Un día me dijo un niño de 6 años: "yo he visto mi ángel de la guarda". Yo le contesté: "me parece muy bien… yo no he visto nunca el mío". No creemos porque veamos ángeles, o tengamos ganas de ir a Misa, sino porque nos fiamos de Dios, porque seguimos a Jesús, aunque a veces no haya sentimientos como hablaba san Josemaría a los que dicen: "mi piedad antes tan segura y llena, me parece una comedia... Pues a los que atraviesan esa situación, y a todos vosotros, contesto: ¿una comedia? ¡Gran cosa! El Señor está jugando con nosotros como una padre con sus hijos. / Se lee en la Escritura: … que El juega en toda la redondez de la tierra. Pero Dios no nos abandona, … son mis delicias estar con los hijos de los hombres. ¡El Señor juega con nosotros! Y cuando se nos ocurra que estamos interpretando una comedia… ha sonado la hora de pensar que Dios juega con nosotros… de ordinario yo voy a contrapelo. Sigo mi plan, no porque me guste, sino porque debo hacerlo, por Amor. Pero, Padre, ¿se puede interpretar una comedia con Dios?, ¿no es eso una hipocresía? Quédate tranquilo: para ti ha llegado el instante de participar en una comedia humana con un espectador divino. Persevera, que el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo, contemplan esa comedia tuya; realiza todo por amor a Dios, por agradarle, aunque a ti te cueste. / ¡Qué bonito es ser juglar de Dios! ¡Qué hermoso recitar esa comedia por Amor, con sacrificio, sin ninguna satisfacción personal, por agradar a nuestro Padre Dios, que juega con nosotros! Encárate con el Señor, y confíale: no tengo ninguna ganas de ocuparme de esto, pero lo ofreceré por Ti. Y ocúpate de verdad de esa labor, aunque pienses que es una comedia. ¡Bendita comedia!".

   2. El Salmo bendice "la nación cuyo Dios es el Señor… La palabra del Señor es sincera, / y todas sus acciones son leales; / El ama la justicia y el derecho, /y su misericordia llena la tierra. / La palabra del Señor hizo el cielo, / el aliento de su boca, sus ejércitos, / porque El lo dijo y existió, / El lo mandó y surgió. / Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, / en los que esperan en su misericordia, / para librar sus vidas de la muerte / y reanimarlos en tiempo de hambre. / Nosotros aguardamos al Señor: / El es nuestro auxilio y escudo; / que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, / como lo esperamos de ti". Es un canto de alabanza al Señor del universo y de la historia… El otro día un chico me decía si querer a una chica y decirle "vivo por ti" es un insulto a Dios, como una blasfemia… le dije que no, que la amistad o el amor, cuando es noble, no excluye a Dios, y otro chico respondió: "claro, Dios está en todas las cosas"… la palabra creadora de Dios se celebra en este salmo, su aliento nos mantiene en vida. El universo, semejante a un templo cósmico, no surgió y ni se desarrolló a consecuencia de una lucha entre dioses, como decían los mitos del antiguo Oriente Próximo, sino sólo gracias a la eficacia de la palabra divina. Precisamente como enseña la primera página del Génesis: "Dijo Dios... Y así fue", y el salmo: "Porque Él lo dijo, y existió; Él lo mandó, y surgió". En el Salmo "Palabra", "Aliento", de Dios son las personas del Hijo y del Espíritu Santo, que viene bajo forma de «paloma» en el bautismo de Jesús cuando «desciende y se posa» sobre Él (ya estaba simbolizada la paloma al final del diluvio al surgir de una nueva  y en el Cantar de los Cantares como símbolo de la mujer amada). Así Jesús, el Cordero en su gloria, nos dice ahora: "Mira que hago nuevas todas las cosas". Y desde su trono del cielo, con su luz, con el libro de la vida en el que se recogen los nombres de los redimidos, con su Espíritu reza con nosotros junto a la Iglesia, la esposa del Cordero, para que llegue el Reino de Dios, y decimos: "Ven, Señor Jesús".

   Dios interviene en la historia como padre tierno y cariñoso con los que en Él confían. Él es «padre de los huérfanos y defensor de las viudas» (Salmo 68); «Yo soy un padre para Israel... ¿Es un hijo tan querido para mí, o niño tan mimado, que tras haberme dado tanto que hablar, tenga que recordarlo todavía? Pues, en efecto, se han conmovido mis entrañas por él; ternura hacia él no ha de faltarme» (Jeremías 31). «Cuando Israel era niño, yo le amé, y de Egipto llamé a mi hijo... Yo le enseñé a caminar, tomándole por los brazos, pero ellos no comprendieron que yo cuidaba de ellos. Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla, me inclinaba hacia él y le daba de comer... Mi corazón está en mí trastornado, y a la vez se estremecen mis entrañas» (Oseas 11). Y el Padre «tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él» (Juan 3). El Hijo entra en el tiempo y en el espacio –nuestro programa, nuestro sistema operativo en el ordenador del universo- y así nos salva: «Cuando yo sea alzado de la tierra, atraeré a todos hacia mí» (Juan 12). Y sube al cielo: «¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por siempre!» (Hebr 13). Y se queda, se encuentra ya en medio de nosotros. Aquí entra en acción el Espíritu Santo. Es él quien se infunde en los profetas, como Jesús recuerda en Nazaret: «El espíritu del Señor está sobre mí… A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia del Señor» (Isaías 61; Lucas 4).

   3. En la carta a los Romanos san Pablo dice que "los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: ¡Abba! (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y si somos hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo". No estamos ya bajo la ley del temor, no tenemos que contabilizar "puntos" para que nos dé unos premios, o exigir recompensas como si fuéramos unos asalariados. El siervo se limita a cumplir por temor al castigo o por el deseo de recompensa. El hijo lo hace por amor, con generosidad, sin límites, con libertad y responsabilidad. La herencia de los que no creen es la muerte. La de los hijos de Dios, la vida eterna.

   4. El Evangelio de Mateo nos cuenta la despedida de Jesús: "-Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo". Igual como la revelación de Dios en el Antiguo Testamento tuvo lugar en el monte Sinaí, la revelación de Jesús como nuevo Moisés tiene lugar también en el monte: en el de la transfiguración, en el de las bienaventuranzas y en el de Galilea. Y Jesús dice: "Estoy con vosotros hasta el fin del mundo": no se ha ido, sino que ha venido. "Emmanuel, Dios con nosotros", y nuestra vida es estar con Jesús, y con Él estar en camino hacia la Trinidad, como nos recuerda S. Pablo: "La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén con todos vosotros" (2 Cor 13). Un niño jugaba haciendo agujeros en la arena de la playa, y sacaba agua de allí con un cubo, quería sacarla toda, hasta que le dijo el hermano que se filtraba la del mar, que no podía vaciarlo todo. Esto nos pasa con Dios, no podemos hacer que entre en nuestra cabeza y entenderlo todo, pero sí podemos tratarlo y amarlo. Y así como uno imita a su líder preferido y sigue la moda y se viste con su estilo, así también nos vamos pareciendo más a Jesús y nos da su Espíritu para tratar a Dios: "Señor y Dios mío, mi única esperanza, óyeme para que no sucumba al desaliento y deje de buscarte; ansíe siempre tu rostro con ardor. Dame fuerzas para la búsqueda, tú que hiciste que te encontrara y me has dado esperanzas de un conocimiento más perfecto. Ante ti está mi firmeza y mi debilidad… Haz que me acuerde de ti, te comprenda y te ame… Cuando arribemos a tu presencia, cesarán estas muchas cosas que ahora hablamos sin entenderlas, y tú permanecerás todo en todos, y entonces modularemos un cántico eterno, loándote a un tiempo todos unidos en ti. / Señor, Dios uno y Dios Trinidad, cuanto queda dicho en estos mis libros porque tú me lo has inspirado, conózcanlo los tuyos; si algo hay en ellos de mi cosecha, perdónalo tú, Señor, y perdónenme los tuyos. Así sea".