lunes, 14 de octubre de 2013

Martes la 28ª semana de Tiempo Ordinario (impar). "Dad limosna, y lo tendréis limpio todo", nos dice Jesús: no nos esclavicemos a tantas normas que ahogan, sino que vivamos el espíritu del amor.

En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa. Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: "Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades. 
¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo"”Lucas 11, 37-41).

1. Vemos el diálogo de Jesús con los fariseos:
-“Un fariseo invitó a Jesús a comer a su casa. Jesús entró y se puso a la mesa”. Jesús era "invitado" a menudo y aceptaba, pero mantenía su libertad ante esa gente, que cuida lo de fuera -limpiarse las manos, purificar los vasos por fuera- y descuidan lo interior.
-“El fariseo se extrañó al ver que no se lavaba antes de comer”. Esa ablución ritual tenía mucha importancia para los doctores de la Ley, para ser considerado como persona verdaderamente piadosa. Ahora bien, Jesús la omite, y sus discípulos le siguen. Les dirá algo duro:
-“Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis repletos de robos y maldades”. Los detalles exteriores, que pueden ser legítimos, sin embargo no son tan importantes como las actitudes interiores. Nosotros no nos escandalizamos ahora si alguien no se lava las manos. Pero puede haber "escándalos farisaicos" equivalentes, si nos contentamos con limpiar lo de fuera, mientras que lo de dentro lo tenemos impresentable, si ponemos demasiado énfasis en detalles insignificantes y casi hacemos depender de ellos la justicia o la salvación de alguien. ¿Qué es lo que nos preocupa: el ser o el parecer?, ¿cumplir los ritos externos o la conversión y la pureza del corazón? Nuestra religión es "religión del deber" o "religión de la fe y del amor"? (J. Aldazábal).
Este pasaje es uno de los más duros del Evangelio: Jesús desenmascara el mayor vicio con el que se enfrenta, la hipocresía revestida de legalismo (Biblia de Navarra). Recuerdo en literatura La dama de blanco como el paradigma de la persona que tiene que sufrir esos que, so capa de bien, cumpliendo la mera letra de los preceptos, no cumplen su espíritu: no se abren al amor de Dios y del prójimo, y bajo la apariencia de honorabilidad, apartan a los hombres del verdadero fervor, haciendo intolerable la virtud. Pienso también en otras novelas que retratan situaciones parecidas: Retrato de una dama, El idiota, La edad de la inocencia, La letra escarlata, La regenta, Laura a la ciutat dels sants… A la actitud de los fariseos que ponen su empeño, su religiosidad en el cumplimiento de ritos, de normas exteriores, opone Jesús la actitud del discípulo, que se esfuerza por la pureza interior, que pone lo esencial en el corazón. El corazón, lo profundo del hombre, su interior, es lo que importa mantener limpio. Porque aquello que brota del corazón -la injusticia, la rapacidad, la avaricia- es lo que mancha al hombre. La actitud farisea, en realidad, no conoce a Dios aun cuando le tenga constantemente en los labios. Jesús, veo que no te sometías a todas las costumbres sociales o religiosas de la época. Vas directamente a lo esencial. Hablas del "corazón", "centro profundo del hombre": más allá de los impulsos superficiales y ocasionales hay en nosotros una especie de opción decisiva que constituye verdaderamente nuestra personalidad y que las ciencias humanas llaman hoy "el proyecto fundamental del hombre"... un poco como en la expresión corriente "lo que me embarga el corazón". Esto es lo que cuenta para Dios. ¿Cuál es mi opción, mi proyecto fundamental?, ¿qué es lo que quiero más hondamente?
-“¡Insensatos! El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior?” Dios es también, y ante todo, el que ha hecho el corazón humano, la conciencia. ¿Qué pasa en este "interior" mío profundo?
-“Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros.” ¡La pureza interior es el resultado del amor a los demás! ¡El amor fraterno y la limosna hacen puro nuestro corazón! El proyecto fundamental del hombre es amar: "daos como limosnas...", y todo será puro para vosotros (Noel Quesson).
Lo de "dar limosna" es uno de los temas preferidos de Lucas, pero no se sabe a qué se puede referir lo de "dar limosna de lo de dentro": ¿darse a sí mismo, su tiempo, su interés?, ¿dar desde dentro, con el corazón, y no sólo con apariencia exterior?

2. Pablo quiere hablar de la justicia que Dios ofrece a todo el que puede llegar a ella mediante la fe: “-Hermanos, no me avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: del "judío" en primer lugar y también del «griego» después”. "El Evangelio=fuerza de Dios". El termino griego utilizado por san Pablo es "dinamis": es "dinamismo de Dios", es una "fuerza en acción", es un germen, una levadura, según una imagen utilizada por Jesús. Y la evangelización es considerada como una colaboración a ese dinamismo divino ya en acción. Dios trabaja en el corazón de los hombres. Está ya obrando como una fuerza poderosa. Te ruego, Señor, que los cristianos de HOY encuentren de nuevo ese dinamismo gozoso... de anunciadores de la "buena" nueva. Porque es una «buena noticia" saber que «todo» hombre, si cree, puede salvarse, ya sea «judío», establecido en el Pueblo de Dios, ya sea «griego», es decir, pagano. La llamada a la Fe es universal. No hay ninguna restricción: «Quienquiera crea»...
-“Porque la "Justicia-de-Dios" se revela en el Evangelio, de fe en fe, como dice la Escritura: "el justo vivirá por la fe"”. La justicia no es la que corresponde a un juez que recompensa o castiga, sino la que salva y justifica inclusive al pecador, porque ella posee la "fuerza" y el poder. El hombre no la recibe si no colabora. Pablo conoce demasiado bien el judaísmo como para ignorar que ser justo significa hallarse delante de Dios en la relación que Él ha querido. El término bíblico y paulino de justicia tiene, efectivamente, muy ricos matices. Tiene un sentido religioso: fidelidad a la alianza; otro jurídico: la relación entre el hombre y Dios: moral: la valoración y juicio que Dios forma; escatológico; la acción de justificar Dios al pecador ofreciéndole la salvación.
Esta justicia no se alcanza ni mediante los esfuerzos del hombre, ni por cumplir la ley, ni por pertenecer a la raza de Abraham. Se obtiene mediante la fe, la obediencia al Evangelio y aceptación de su poder. Según esto, tanto judíos como paganos están en el mismo plano de igualdad: es a Dios a quien deben confiar la salvación como hace el justo de Hab 2, 4.
Dice «de fe en fe» pues la Fe es una realidad que ha de ir creciendo, está viva. Es un «continuo avance que se realiza todos los días en cada fiel».
-“La cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia”. Dios no puede soportar el mal: es lo que aquí se llama « cólera», imagen antropomórfica. Hay una incapacidad radical de todo hombre de salvarse por sí mismo.
-“Lo que puede conocerse de Dios, !es es manifiesto... sus perfecciones invisibles se dejan ver a la inteligencia a través de sus obras...” Sí, el misterio de Dios «invisible» no está totalmente fuera del alcance humano. Las obras de Dios, su maravillosa creación en particular, deberían permitir a los hombres conocerle. Pero, precisamente, el hombre pagano natural, habiendo reconocido un poco a Dios no quiere tener una actitud consecuente: de adoración, acción de gracias. Es pues «inexcusable». Es el caso de tantos hombres de hoy que tienen «una cierta idea de Dios», pero que no adoran a Dios.
-“Adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador”. Es el drama de todos los materialismos. Se adora el «confort», el «placer», el «progreso» o la «tradición». ¡Líbranos, Señor, de los ídolos! (Noel Quesson).
3. El evangelio es salvación, y por otro lado está la debilidad humana. No ven entonces, como ahora, a Dios por sus obras: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, la obra de sus manos anuncia el firmamento; el día al día comunica el mensaje, y la noche a la noche trasmite la noticia”.
No hay evidencia, no es algo obligado creer: “no es un mensaje, no hay palabras, ni su voz se puede oír; mas por toda la tierra se adivinan los rasgos, y sus giros hasta el confín del mundo.”
Llucià Pou Sabaté


domingo, 13 de octubre de 2013

Lunes de la semana 28 de tiempo ordinario (impar). Jesús es signo de salvación, y la misma salvación, que nos hace libres, hijos de Dios
      «Habiéndose reunido una gran muchedumbre, comenzó a decir: «Esta generación es una generación perversa; busca una señal y no se le dará otra sino la señal de Jonás.
Porque, así como Jonás fue señal para los habitantes de Nínive, del mismo modo lo será también el Hijo del Hombre para esta generación. La reina del Mediodía se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y los condenará; porque ella vino de los extremos de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, pero mirad que aquí hay algo más que Salomón. Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán, porque ellos hicieron penitencia ante la predicación de Jonás; pero mirad que aquí hay algo más que Jonás» (Lucas 11, 29-32).

1. –“Como sea que el gentío se apiñaba a su alrededor, Jesús se puso a decirles:...” La gente te busca, Señor, tenemos necesidad de ti, de tu Palabra y Vida.
-“Se puso a decirles: "Esta generación es mala. Pide una señal...” Es una pena que a veces te busquemos con ese afán de lo extraordinario…
-“Y no se le dará otra señal, excepto la señal de Jonás”. Jesús, habías hecho tantos milagros ante sus propios ojos. Pero nunca es bastante. Danos humildad de corazón para aceptar la acción de Dios en el mundo que de ordinario es gris, sin relieve. Que nuestros ojos tengan más luz, para que sepamos ir discerniendo más y más "lo que Tú, Señor, estás obrando" en los acontecimientos, en las personas que me rodean, en los grupos donde convivo, en los que trabajo...
-“En efecto, igual que Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive así va a serlo el Hijo del hombre para la gente de esa generación”. Jonás recorre las calles de Nínive gritando que hay que convertirse… El "signo" de Dios, la llamada a la conversión que percibimos a veces: - esa vocecita tímida que alguna vez nos habla en el fondo de nuestras conciencias y que nos repite: "cambia de vida". Ese vozarrón del evangelio que nos sacude a menudo y que nos increpa: "cambia de vida" (Noel Quesson).
La historia de Jonás habla de ti, Señor. En la versión de Mateo, se refiere a que vas a morir por nosotros, pero resucitarás al tercer día. Tu resurrección de entre los muertos será tu señal ante los hombres. Eres el Hijo de Dios hecho hombre, Dios y hombre verdadero. Aquí vemos la persona de Jonás como un signo de salvación.
El signo mejor que nos ha concedido Dios es Cristo mismo, su persona, su palabra. El sábado afirmaba Jesús que los verdaderos discípulos son los que "escuchan la Palabra y la cumplen". Nosotros la escuchamos con frecuencia: pero ¿se puede decir que la ponemos en práctica a lo largo de la jornada? Si a Jonás le hicieron caso y a Salomón le vinieron a escuchar desde tan lejos, ¿no tendrán razones los ninivitas y la reina de Sabá para echarnos en cara nuestra falta de fe en el Maestro auténtico, Jesús?
Pienso que en mis tiempos también se ha de cumplir tu señal. En esta nueva Evangelización a la que nos anima el Papa tanto en los viejos países de tradición cristiana, como en los que está menos desarrollado el anuncio de la fe, adquiere actualidad lo que el último Concilio decía: «Los laicos cumplen también su misión profética evangelizando, con «el anuncio de Cristo comunicado con el testimonio de la vida y la palabra». En los laicos, esta evangelización «adquiere una nota específica y una eficacia particular por el hecho de que se realiza en las condiciones generales de nuestro mundo». Este apostolado no consiste sólo en el testimonio de vida; el verdadero apostolado busca ocasiones para anunciar a Cristo con la palabra, tanto a los no creyentes, como a los fieles» (CIC 905).
-“Los ninivitas se levantarán en el Juicio contra esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron con la predicación de Jonás, y aquí hay algo mayor que Jonás”. Señor, nos dices que eres más que Jonás. Eres en presente, por eso me pides: «Enciende tu fe. -No es Cristo una figura que pasó. No es un recuerdo que se pierde en la historia. / ¡Vive!: «Jesus Christus heri et hodie: ipse et in saecula!» -dice San Pablo- ¡Jesucristo ayer y hoy y siempre!» (J. Escrivá, Camino 584).
“Tú eres más que un profeta o un filósofo sabio que dejó doctrinas admirables. Eres Dios vivo: ayer, hoy y siempre.
”Por eso vivir cristianamente no consiste sólo en conocer tu doctrina, sino que, sobre todo, consiste en vivir contigo, unido a Ti por la gracia y por el trato personal contigo en la oración. Sólo si te tengo presente durante el día, convirtiendo cada actividad en verdadera oración contigo, podré ser testigo de tu resurrección anunciando con mi vida cristiana que Tú vives, que no eres una figura que pasó.
Para esta presencia de Dios, son buenos “pequeños trucos: tener una estampa de la Virgen en la cartera y decirle una jaculatoria cuando la vea; pedir por alguna intención cada vez que miro el reloj, o veo la cruz de una farmacia, o pongo en marcha el ordenador”.
Señor, “ayúdame a mantener mi fe ardiente, a base de rezar pequeñas jaculatorias y hacer actos de fe durante el día” para crecer en tu presencia (Pablo Cardona).
-“La reina de Saba se pondrá en pie en el Juicio para carearse con esa generación y la condenará, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y hay más que Salomón aquí”.  Los paganos sí supieron reconocer la voz de Dios en los signos de los tiempos. Y los del pueblo elegido, no. Una vez más resuena la queja con que empieza el evangelio de Juan: "vino a su casa y los suyos no le recibieron”(Jn 1,11).

2. “Dice la Escritura que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre.  Pero el de la esclava nació según la naturaleza; el de la libre, en virtud de la Promesa.  Hay en ello una alegoría: estas mujeres representan dos alianzas; la primera, la del monte Sinaí, madre de los esclavos, es Agar”. Igual que en nuestro tiempo se pelean islamistas y de otras religiones, en tiempos de San Pablo los judíos se peleaban contra cristianos. El nuevo mandamiento del amor es de libertad, ya no hacen falta tantos mandatos de esclavitud de la Antigua Alianza como tenían los judíos, que se perdían en reglas. Somos "hijos de la libre". Cristo nos ha "liberado para la libertad". ¿Es verdad eso para cada uno de nosotros? Jesús habla de libertad, no aguanta la imposición, de las autoridades.
“Pero la Jerusalén de arriba es libre; ésa es nuestra madre,  pues dice la Escritura: Regocíjate estéril, la que no das hijos; rompe en gritos de júbilo, la que no conoces los dolores de parto, que más son los hijos de la abandonada que los de la casada”.  Ser libres significa que vivimos nuestra fe cristiana con coherencia, con fidelidad, pero no movidos por el interés o el miedo, sino por el amor y la convicción, y lo hacemos con ánimo esponjado, libres tanto de las modas permisivas del mundo como de los voluntarismos exagerados de algunas espiritualidades, que se refugian en un cumplimiento meticuloso que impide respirar.
“Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre. Para ser libres nos libertó Cristo. Manteneos, pues, firmes y no os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud”.  No nos ganamos la salvación por nuestros méritos sino que es un don gratuito, un regalo sobrenatural. Así como Sara no podía tener hijos, Dios es el amo de lo imposible. Nada es imposible a Dios. El ángel lo repetirá a la Virgen María, el día de su anunciación, y le dirá que también Isabel, ya mayor, podrá tener a san Juan. Este es un bello símbolo de la gracia, de la gentileza del don gratuito de Dios: una esterilidad vencida, una tristeza vencida... Dios da la fecundidad y la alegría a la que ya no podía esperar, humanamente, nada más. ¡Señor, cólmanos de tu gracia! ¡Señor, haznos disponibles y abiertos a las gracias que quieras otorgarnos!
También nosotros podemos sentirnos esclavos, pero con Jesús seremos siempre libres. ¿De qué libertad habla san Pablo? De romper cadenas y ser por dentro libres. En una pared de un puesto de guardia de mi cuartel, cuando hice el servicio militar, alguien que se sentía allí obligado escribió en la pared su “reivindicación” que me gustó: “no morirá jamás / quien de esclavo se libera / rompiendo para ser libre / con su vida / cadenas”.
No estar encadenado a nada, no tener miedo de nada, la ley ya no es nada de fuera sino lo de dentro: «¡ama, y haz lo que quieras!» será la traducción de san Agustín… ¿Soy yo libre, interiormente? ¿Es mi religión "opresora", onerosa, una carga que hay que arrastrar? ¿O bien, es una «liberación» una alegría, una espontaneidad? (Noel Quesson).
3. “¡Aleluya! ¡Alabad, servidores de Yahveh, alabad el nombre de Yahveh! (…) ¡Excelso sobre todas las naciones Yahveh, por encima de los cielos su gloria!”  Es un canto de alabanza a Dios, que nos hace más contentos, pues cuando nos ponemos a proclamar cosas buenas por la “ley de atracción” estas vienen como un imán… “¿Quién como Yahveh, nuestro Dios, que se sienta en las alturas,  y se abaja para ver los cielos y la tierra?  El levanta del polvo al desvalido, del estiércol hace subir al pobre”.

Llucià Pou Sabaté
Domingo de la semana 28 de tiempo ordinario; ciclo C: la gratitud nos hace mejores y nos prepara para más gracias divinas
«Y sucedió que, yendo de camino a Jerusalén, atravesaba los confines de Samaria y Galilea; y, cuando iba a entrar en un pueblo, le salieron al paso diez leprosos, que se detuvieron a distancia y le dijeron gritando: «Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros». Al verlos, les dijo: «Id y presentaos a los sacerdotes». Y sucedió que mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, al verse curado, se volvió glorificando a Dios a gritos, y fue a postrarse a sus pies dándole gracias. Y éste era samaritano. Ante lo cual dijo Jesús: «¿No son diez los que han quedado limpios? Los otros nueve ¿dónde están? ¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino sólo este extranjero? Y le dijo: Levántate y vete: tu fe te ha salvado» (Lucas 17,11-19). 
1.  San Lucas nos cuenta de cómo Jesús, en su último viaje a Jerusalén, pasaba entre Samaría y Galilea. Y al entrar en una aldea le salieron al encuentro diez leprosos que se detuvieron a lo lejos, a cierta distancia pues la ley prohibía a estos enfermos acercarse a las gentes. En el grupo va un samaritano, a pesar de que no había trato entre judíos y samaritanos. La desgracia les ha unido, como ocurre en tantas ocasiones en la vida. Y levantando la voz, pues están lejos, dirigen a Jesús una petición, llena de respeto, que llega directamente a su Corazón: “Jesús, Maestro, ten piedad de nosotros". Han acudido a su misericordia, y Cristo se compadece y les manda ir a mostrarse a los sacerdotes, como estaba preceptuado en la Ley, para que certificaran su curación. Se encaminaron donde les había indicado el Señor, como si ya estuvieran sanos; a pesar de que todavía no lo estaban, obedecieron. Y por su fe y docilidad, se vieron libres de la enfermedad. La petición de estos leprosos es una buena jaculatoria que puedo repetir a menudo: «Jesús, Maestro, ten piedad de mí».
El samaritano, como Naamán de la primera lectura, no pertenecía al pueblo de Israel y encuentra la fe después de su curación, como premio a su agradecimiento: sólo el samaritano vuelve para alabar a Dios y reconocer en Jesús al Rey-Mesías. La postración delante de Jesús no es una adoración, sino el reconocimiento de esta realeza mesiánica. Los otros nueve no vuelven. Parece como si vieran natural que en ellos, hijos de Abrahán, se cumplieran las promesas mesiánicas. Pero, al decir Jesús al samaritano, al extranjero, "tu fe te ha salvado", nos enseña que el verdadero Israel se asienta en la fe agradecida (Eucaristía 1989).
Estos leprosos nos enseñan a pedir: acuden a la misericordia divina, que es la fuente de todas las gracias. Y nos muestran el camino de la curación, cualquiera que sea la lepra que llevemos en el alma: tener fe y ser dóciles a quienes, en nombre del Maestro, nos indican lo que debemos hacer. “¿No son diez los que han quedado limpios? Y los otros nueve, ¿dónde están?”, preguntó Jesús. Y manifestó su sorpresa: “¿No ha habido quien volviera a dar gloria a Dios sino sólo este extranjero?” ¡Cuántas veces, quizá, Jesús ha preguntado por nosotros, después de tantas gracias!
La Iglesia nos enseña a dar gracias a Dios también cuando llegan las contrariedades, la enfermedad, y no vemos entonces la mano de Dios que quiere otorgarnos un beneficio mayor como le sucedió a este leproso que, junto al beneficio de la curación, añadió el de la fe en Jesucristo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
La gratitud es virtud muy importante, pues “del mismo modo que lo principal, al hacer un regalo, es el afecto con que se realiza, también la gratitud consiste principalmente en el cariño (…) Por eso, para manifestar nuestra gratitud a un bienhechor al que nada falta, es tan conveniente mostrarle respeto y reverencia” (Santo Tomás, S. Th. II-II, q. 106, a. 3). «Toda alegría y toda pena, todo acontecimiento y toda necesidad pueden ser motivo de oración de acción de gracias, la cual, participando de la de Cristo, debe llenar la vida entera: ‘En todo dad gracias’ (I Tes 5,18)» (Catecismo 2648).
Jesús, Tú también has hecho mucho por mí. Mi vida, mis virtudes, mi familia: todo te lo debo a Ti. ¿Cómo me voy a olvidar de darte las gracias? Gracias, Jesús, por todo lo que tengo y lo que soy; por todo, incluso por aquellas cosas de las que no me doy cuenta ni sé apreciar; más aún, gracias incluso por lo que me falta o me hace sufrir (P. Cardona). Porque, dice San Pablo, «para aquellos que aman a Dios todas las cosas son para bien» (Romanos 8,28).
“Nuestro, no es nada, a no ser el pecado que poseemos. Pues ¿qué tienes que no hayas recibido? (1 Cor 4,7)”. «¿Qué cosa mejor podemos traer en el corazón, pronunciar con la boca, escribir con la pluma, que estas palabras, «Gracias a Dios»? No hay cosa que se pueda decir con mayor brevedad, ni oír con mayor alegría, ni sentirse con mayor elevación, ni hacer con mayor utilidad» (San Agustín). «Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. -Porque te da esto y lo otro. -Porque te han despreciado. -Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes. -Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya. -Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta. -Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso... Dale gracias por todo, porque todo es bueno» (J. Escrivá, Camino 268).
Jesús, ¿cómo puedo serte más agradecido? Primero, con mis obras: cuando alguien está realmente agradecido a otro se vuelca en detalles con aquella persona y se ofrece para todo en lo que pueda servirle. De la misma manera, si realmente estoy agradecido por todo lo que has hecho por mí, es lógico que intente servirte y darte gracias durante el día. Y todo lo que haga por Ti me parecerá pequeño e insuficiente para pagarte lo mucho que me has dado: tu misma vida.
Jesús, me has dado un medio especialísimo para darte gracias: la Santa Misa o «Eucaristía», que significa precisamente, acción de gracias. Asistiendo a la Misa me uno a tu entrega y muerte en la cruz; y es ahí, pasmado ante semejante muestra de amor, donde puedo y debo darte gracias con más intensidad. «La Eucaristía es un sacrificio de acción de gracias al Padre, una bendición por la cual la Iglesia expresa su reconocimiento a Dios por todos sus beneficios, por todo lo que ha realizado mediante la creación, la redención y la santificación. ‘Eucaristía’ significa, ante todo, acción de gracias» (Catecismo, 1360).
"Es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor" (Prefacio), pero especialmente en la Comunión Eucarística. Te adoro con devoción, Dios escondido, le decimos a Jesús en la intimidad de nuestro corazón. En esos momentos, hemos de frenar las impaciencias y permanecer recogidos con Dios que nos visita. Nada hay en el mundo más importante que prestar a ese Huésped el honor y la atención que se merece  (F. Fernández Carvajal, J. Rodríguez Sánchez). Jesús vive y nos espera en el Sagrario, y queremos visitarle, tratarle, que sea nuestro mejor Amigo, para confiarle nuestras preocupaciones y fallos, enfermedades y lepras, y su manto, vestidura mágica, nos hace invencibles... (Ricardo Martínez Carazo).
2. El general sirio ha venido por la palabra de una esclava judía, para curarse. El profeta le ha dicho que se lave en el río, y él dudó porque los ríos de su país son mucho mejores, pero al final obedece el consejo sencillo que le proponen: “Naamán el sirio bajó y se bañó siete veces en el Jordán, como se lo había mandado Eliseo, el hombre de Dios, y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño”. Pensaban entonces que los dioses tenían un territorio, por eso quiere llevarse un puñado de tierra… pero aquí vemos que la salvación es para todos, no está Dios atado a un territorio... También es una lección de gratuidad. Eliseo no acepta ningún presente y no pide nada. Con Dios tampoco hemos de pagarle ni demostrarle nada, Él nos quiere y basta…
Lo de lavarse está claro que es una profecía de lo que es el bautismo. Este hombre, después de haber llegado a la cúspide de  su carrera, de repente está frente al abismo: tiene lepra. Condenado a muerte tanto en ver su propia corrupción, como que era arrojado de la sociedad y era excomulgado de la comunidad: aislado. Nosotros también tenemos nuestra lepra, lo que nos cuesta: hemos de tener la disposición a  aceptar lo pequeño, lo ordinario; en la disposición al baño de la obediencia y dejarnos ayudar…  (Joseph Ratzinger / Eucaristía 1989).
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo; el Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad  en favor de la casa de Israel”. Proclama la victoria de Jesús que nos salva: "No rechaza el pesebre, ni dormir sobre unas pajas; tan solo se conforma con un poco de leche, el mismo que, en su providencia, impide que los pájaros sientan hambre" (himno de Sedulio).
“Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de nuestro Dios. / Aclama al Señor, tierra entera, / gritad, vitoread, tocad”. Este "rey" al que se canta no era un hombre (ya que la dinastía Davídica había desaparecido hacía largo tiempo), sino Dios en persona. Este salmo es una invitación a la fiesta que culminaba en una enorme "ovación" real: "¡Dios reina!", "¡aclamad a vuestro rey, el Señor!" Su Amor-fidelidad llega a lo más profundo del ser.
3. Es “Jesucristo el Señor, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Este ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen su salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna”: Pablo está preso, pero libre por dentro: a la Palabra de Dios no se la puede encadenar y Pablo ha recibido la misión de anunciarla. Por eso, lo aguanta todo en favor de los que Dios ha elegido, para que ellos alcancen también la salvación, lograda por Jesucristo, con la gloria eterna.
        “Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo”.


Llucià Pou Sabaté

sábado, 12 de octubre de 2013

12 de octubre. Nuestra Señora del Pilar. María, por la que nos llegan las gracias del cielo, es pilar seguro que nos protege de todo mal, guía materna que nos lleva hacia el cielo

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: -«Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.» Pero él repuso: -«Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen»” (Lucas 11,27-28).  

1. La advocación de la "Virgen del Pilar", de tan profunda raigambre hispánica, se funda en una antigua leyenda: el apóstol Santiago el Mayor, gran evangelizador de España, en una de sus andanzas se apoyó, extenuado, sobre una columna, y sintió que la Madre de Jesús lo animaba a completar la misión recibida de su Hijo. En el lugar se construyó más tarde una capilla, y después la gran Basílica del Pilar de Zaragoza. A esta advocación se encomendaban los soldados españoles que combatían por expulsar a los moros, y se dice que Cristóbal Colón encomendó a la Virgen del Pilar su trascendental aventura marítima. El papa Clemente XII fijó para el emblemático 12 de octubre la festividad de la Virgen del Pilar. Esta celebración nos exhorta a continuar la labor misionera de Santiago, que propuso el Evangelio desde el diálogo y la organización de las comunidades cristianas, y no mediante la espada y el aniquilamiento de las culturas autóctonas. La liturgia dedica a María de Nazaret un bello himno con motivo de esta invocación: "Esa columna, sobre la que posa, leve, sus plantas tu pequeña imagen, sube hasta el cielo: puente, escala, guía de peregrinos. Cantan tus glorias las generaciones, todos te llaman bienaventurada; la roca firme, junto al Ebro enhiesta, gastan a besos. Abre tus brazos virginales, madre, vuelve tus ojos misericordiosos, tiende tu manto, que nos acogemos bajo tu amparo" (jesusjorgetorres@yahoo.es). 
Hace unos días celebramos Nuestra Señora del Rosario y hoy la Virgen del Pilar nos recuerda que el pilar de nuestra fe, la roca angular, es Cristo Jesús.
1. Una mujer lanza un “piropo” a Jesús: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!». A ti, Jesús, te gusta que digan eso de tu madre, pero prefieres añadir algo más allá de la maternidad biológica: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan». Es la bienaventuranza de la Palabra, el piropo que recibe la Virgen por parte de su Hijo. Porque Ella fue la primera que escuchó y aceptó la Palabra de Dios en el anuncio del Ángel con su “fiat” incondicional. Su «Hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38) fue un asentimiento de fe que abrió todo un mundo de salvación. Como dice san Ireneo, «obedeciendo, se convirtió en causa de salvación para sí misma y para todo el género humano». Esta bienaventuranza de la Palabra nos recuerda también aquel otro pasaje evangélico, en el que Jesús llama familiar suyo a todo el que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la Palabra de Dios y la cumplen» (Lc 8,21). María es Madre de la Iglesia. María es Madre de todos los que sinceramente aceptan la Palabra de Dios e intentan cumplirla alegremente como hijos suyos. La altura que la Virgen alcanza en la fe, mediante la escucha y la práctica de la Palabra de Dios, la convierte en un claro ejemplo de fe para el discípulo de Cristo. La figura de María nos enseña que creer en la Palabra de Dios (escucharla y practicarla) supone un cambio radical en nuestra vida diaria (Pablo Casas Alhama).
La razón profunda de la excelencia de la Madre de Dios es esa fe encarnada por la escucha y la generosidad en vivir la Palabra. Siendo María toda la hermosura y plenitud física que puede ser pensada en una mujer, sin embargo, si es en verdad la bendita entre todas mujeres, según proclama de ella Isabel, su prima, se debe a que es la llena de Gracia, en palabras de Gabriel.
Su exquisita sensibilidad sobrenatural, siendo la llena de Gracia, le hace captar ante todo lo que Dios espera en cada instante: en aquello que le afecta personalmente de modo directo, y en las otras situaciones del mundo de las que tiene noticia. María es la que escucha a Dios por antonomasia. La que descubre el querer divino –siempre amoroso por lo demás– para cada instante: nada la distrae de Dios y así puede agradarle en todo, mientras nos esforzamos, con renovado tesón, en el trabajo fue implantado el Reinado de Dios en el mundo.
Es para nosotros modelo de vida cristiana. Amar a nuestro Padre Dios consiste, desde luego, en escoger aquello que nos "pide", aunque tal vez nos pueda costar, no sea lo más fácil o lo que más apetece. Si en María nada distrae de Dios su entendimiento; si, persuadida de su pequeñez y de la grandeza de su Creador, únicamente piensa en Él, y en el mundo que debe manifestar su gloria, de modo particular en la vida de los hombres; de modo semejante sucede con su voluntad. La Madre de Dios es, asimismo, la que guarda por antonomasia la divina palabra, la Voluntad de Dios. He aquí la esclava del Señor, declaró ante el arcángel, manifestando así lo que sería el programa de su completa existencia. La vida de María se consuma, pues, plenamente en la condición que su divino Hijo exige a los Bienaventurados, que escuchan la palabra de Dios y la guardan.
Sigamos el consejo de san Josemaría: invoca a la Santísima Virgen; no dejes de pedirle que se muestre siempre madre tuya: "monstra te esse Matrem!", y que te alcance, con la gracia de su Hijo, claridad de buena doctrina en la inteligencia, y amor y pureza en el corazón, con el fin de que sepas ir a Dios y llevarle muchas almas (Fluvium).
Esa columna sobre la que posa leve / sus plantas tu pequeña imagen, / sube hasta el cielo: es puente, / escala, guía de peregrinos.
Abre tus brazos virginales, Madre, / vuelve tus ojos misericordiosos, / tiende tu mano, que nos acogemos bajo tu amparo (de un himno de Laudes). Así hacía oración Juan Pablo II: «Doy fervientes gracias a Dios por la presencia singular de María en esta tierra española donde tantos frutos ha producido. Y quiero encomendarte, Virgen santísima del Pilar, España entera, todos y cada uno de sus hijos y pueblos, la Iglesia en España, así como también los hijos de todas las naciones hispánicas. ¡Dios te salve, María, Madre de Cristo y de la Iglesia! ¡Dios te salve, vida, dulzura y esperanza nuestra! A tus cuidados confío [...] las necesidades de todas las familias de España, las alegrías de los niños, la ilusión de los jóvenes, los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno atardecer de los ancianos. Te encomiendo la fidelidad y abnegación de los ministros de tu Hijo, la esperanza de quienes se preparan para ese ministerio, la gozosa entrega de las vírgenes del claustro, la oración y solicitud de los religiosos y religiosas, la vida y el empeño de cuantos trabajan por el reino de Cristo en estas tierras. En tus manos pongo la fatiga y el sudor de quienes trabajan con las suyas; la noble dedicación de los que transmiten su saber y el esfuerzo de los que aprenden; la hermosa vocación de quienes con su conciencia y servicio alivian el dolor ajeno; la tarea de quienes con su inteligencia buscan la verdad. En tu corazón dejo los anhelos de quienes, mediante los quehaceres económicos procuran honradamente la prosperidad de sus hermanos; de quienes, al servicio de la verdad, informan y forman rectamente la opinión pública; de cuantos, en la política, en la milicia, en las labores sindicales o en el servicio del orden ciudadano prestan su colaboración honesta en favor de una justa, pacífica y segura convivencia. Virgen Santa del Pilar: aumenta nuestra fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad. Socorre a los que padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de trabajo. Fortalece a los débiles en la fe. Fomenta en los jóvenes la disponibilidad para una entrega plena a Dios. Protege a España entera y a sus pueblos, a sus hombres y mujeres. Y asiste maternalmente, oh María, a cuantos te invocan como Patrona de la Hispanidad. Así sea.»
2. 1 Crónicas 15, recuerda a la Virgen simbolizada por el arca de la alianza, presencia de Dios en medio de su pueblo, a través de María, lo cual es gozo para la Iglesia. La Antífona de entrada piensa en la Virgen como "la columna que guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto", y diremos en el aleluya: "afianzó mis pies sobre la roca y me puso en la boca un cántico nuevo". Domina pues en la liturgia la idea de la presencia de María en la Iglesia y de la firmeza que su intercesión y su devoción procura al pueblo de Dios.
Algunos documentos dicen que Santiago, "pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, Celtiberia, la la Cesaraugusta romana, hoy Zaragoza, en la ribera del Ebro. Allí predicó Santiago y, entre los muchos convertidos eligió a ocho hombres".
En la noche del 2 de enero del año 40, estando Santiago con sus discípulos junto al río Ebro, "oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol". La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, pidió al Apóstol que le construyese allí una iglesia, en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que "permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio".
Desapareció la Virgen y quedó allí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron a edificar una ermita en aquel sitio. Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresar a Judea. Fue la primera iglesia dedicada a la Virgen Santísima. Que esta tradición es antigua lo muestra el sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, representa, en un bajorrelieve, el descenso de la Virgen aparececiéndose al Apóstol Santiago.
La fiesta del descubrimiento de América por parte de España y Occidente fue también el día doce de octubre. De ahí la unión cultural que esta fecha quiere significar para muchos. El Papa Juan Pablo II en 1984, al hacer escala en su viaje a Santo Domingo para iniciar la conmemoración del descubrimiento de América, la invocó como "patrona de la hispanidad". También hay quien llama ese día el día de la Raza. Aumentó la devoción a la Virgen del Pilar el prodigio ocurrido en la guerra civil de 1936-1939, cuando las tres bombas que cayeron sobre el templo no estallaron. Es un buen día para invocar su intercesión para las instituciones civiles, y la paz social.
Juan Pablo II diría en 1992: "Los marinos intrépidos de Palos, de Huelva, de Moguer, de Lepe, que en el nombre de Dios y de Santa María partieron del puerto de Palos, fueron protagonistas de aquella gran epopeya que llegaría a cambiar la configuración del mundo conocido y que, a la vez, abrió espacios insospechados a la expansión del mensaje cristiano".
Escribió Garcilaso de la Vega, historiador natural de Cuzco, Perú, que "ofrecía su historia para que se den gracias a Nuestro Señor Jesucristo y a la Virgen María, su Madre, por cuyos méritos e intercesión se dignó Dios sacar del abismo de la idolatría a tantas y tan grandes naciones y reducirlas al gremio de su Iglesia Católica Romana, la mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que los crió".
3. La segunda lectura (He 1,12) nos habla también de la presencia de la Virgen en la Iglesia y de las alabanzas que el pueblo le tributa. El prefacio celebra las maravillas que Dios ha realizado en María, "esperanza de los fieles y gozo de todo nuestro pueblo". En la oración colecta se pide por intercesión de la Virgen "fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor", y en la oración de las ofrendas, se muestra el deseo de "permanecer firmes en la fe". En el salmo cantamos que "el Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado".
Reunámonos hoy en oración comunitaria y eucarística, como los Apóstoles con María en el Cenáculo, para dar gracias porque nos ha dado a su Madre, "que nos protege en su tienda el día del peligro, y nos alza sobre la roca" (Salmo 26). y aclamemos a María, intacta en su virginidad, gloriosa en su descendencia y triunfante en su asunción. Que ella sea nuestro gozo y la causa de nuestra alegría.

Llucià Pou Sabaté

viernes, 11 de octubre de 2013

Sábado la 27ª semana de Tiempo Ordinario (impar). La Virgen María, modelo perfecto de bienaventurada porque pone en práctica lo que el Señor le pide

“En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las gentes, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: -«Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.» Pero él repuso: -«Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen»” (Lucas 11,27-28).  

1. Jesús, hoy te echan un piropo a tu madre, y tú lo aceptas con gusto, llevándolo a un motivo más alto.
-“Mientras Jesús decía estas cosas, una mujer de entre la gente le dijo gritando”... Se realza a una mujer. Esta humilde mujer anónima, proclamará su admiración por Jesús:
-"¡Dichosa la madre que te llevó en su seno y que de su leche te alimentó!" (literalmente: "¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que chupaste!"). Vas a decir a todos que la Virgen es grande sobre todo por ser humilde, es la que creyó en la Palabra que Dios le había dirigido a través del ángel, la que dice: "hágase en mí según tu Palabra".
-“Entonces repuso Jesús: "Más dichosos son aún los que oyen la palabra de Dios y la cumplen"”. Jesús, lo habías ya dicho (Lc 8,21) en otra circunstancia. Repetimos las ideas que llevamos más adentro en el corazón. En contraste -"Mas dichosos aún"...- con la maternidad carnal de su madre, que es grande y realmente gloriosa, Jesús exalta la grandeza de la fe. Notemos una vez más que Jesús no opone "contemplación" y "acción"; la verdadera bienaventuranza comporta los dos aspectos, inseparables el uno del otro: - contemplar, escuchar, orar... - actuar, poner en práctica la Palabra, comprometerse... En Zürich vi esta frase en una iglesia protestante, como indicando el camino para la perfección; pero ellos no ven que está dicha precisamente para María en primer lugar: "dichosa por haber creído" (Lc 1,45), le dirá Isabel, y por haber "guardando en su corazón" los acontecimientos concernientes a Jesús (Lc 2,19)
-"Dichosos los que..." Cincuenta veces sale esta expresión en el conjunto del Nuevo Testamento... veinticinco veces de los labios mismos de Jesús en el evangelio. Se ve que te gusta, Jesús: que quieres indicarnos ahí el camino. Vemos ahí una nueva bienaventuranza: Dichosos los pobres, los mansos, los afligidos, los puros, los que construyen la paz, los perseguidos por la justicia... Dichoso, ese servidor que su amo, a su regreso, encontrará vigilante... Dichosos los que escuchan la palabra de Dios... Dichosa la que ha creído -María- el cumplimiento de las palabras que le fueron dichas... Dichoso aquel para el cual Jesús no es ocasión de escándalo. Dichosos los ojos que ven lo que vosotros véis... Dichoso tú, si aquel a quien has prestado dinero no puede devolvértelo... Dichoso aquel que cenará en el Reino de Dios... Dichosos vosotros cuyos nombres están inscritos en el cielo... Dichosos sois vosotros si sabéis ser servidores los unos de los otros, hasta lavaros los pies... Dichosos los que creerán sin haber visto… (Noel Quesson).
Podemos aprender de María la gran lección que nos repite Jesús: Madre mía, Santa María, que sepamos escuchar la Palabra y la cumplamos. La Iglesia, en la reforma postconciliar, ha redescubierto el valor de la Palabra de Dios (J. Aldazábal).
La salvación no proviene de pertenecer a determinados grupos ni a exclusivismos,  sino de una actitud de amor ante el prójimo y ante Dios. Ni la sangre ni la carne ya son la norma de Jesús. Él rompe con la tradición judía y amplía el horizonte del Reino a toda persona que quiera recibir a Dios como el único soberano de su vida, en la escucha de la Palabra de Dios y el ponerla en práctica.
"Si María no hubiera escuchado y observado la Palabra de Dios, su maternidad corporal no la habría hecho bienaventurada" (S. Crisóstomo). En otro sitio (Mc 3,34) cuando le hablan de su madre y hermanos, dice ante los que le rodean: "He aquí mi madre y mis hermanos”. Es la familia de la fe, la Iglesia. María es la bendita, más porque creía en Cristo que por haberlo dado a luz (S. Agustín).

2. El «Día de Yahvéh» es descrito con imágenes apocalípticas y que el evangelio mismo utilizará (Mt 24): -“Despiértense la naciones”...  que a menudo, duermen inconscientes de lo que verdaderamente está en juego, a lo largo de la historia. Jesús, hablará también de la «vigilancia» (Mc 13,33; Lc 21,36). A menudo, ¿seré yo acaso de aquellos que duermen su vida, en lugar de vivirla verdaderamente? El envite del Juicio está ya puesto. No hay tiempo que perder.
-“Suban hasta el valle de Josafat”... nos recuerda aquel: «Todas las naciones se reunirán ante el Hijo del hombre» (Mt 25,32). En una cierta época, ¡los judíos se hacían enterrar en el valle de Josafat para estar más cerca del lugar de la reunión. Pero sabemos que son imágenes simbólicas. La significación profunda es que el juicio será universal: nadie escapará del juicio colectivo e individual... naciones y personas... grupos e individuos. Seré juzgado. «Mi» vida está ya en juicio, en cuanto al tiempo vivido. ¡De ahí la importancia del tiempo que me queda de vida!
-“Meted la hoz: la mies está madura. Venid, pisad que el lagar está lleno y las bodegas rebosan, tan grande es su maldad”. Cosecha y vendimia: dos imágenes que señalan el término de una maduración. La humanidad crece y madura. La obra de Dios está en crecimiento: no se la puede juzgar antes de la cosecha final. ¿Qué es lo que está madurando en mi vida?
-“El sol y la luna se oscurecen, las estrellas retraen su fulgor. La oscuridad: otra imagen sorprendente”. El cosmos entero participa del gran debate en cuestión. Nadie cae fuera del poder soberano de Dios. Los astros mismos, que parecen tan lejanos, tan estables, tan fuera del alcance del mundo, están totalmente sometidos a Dios... con más razón el hombre, ese ínfimo polvillo, en el inmenso universo estelar.
-“De Sión el Señor hace oír un rugido y de Jerusalén, su voz: el trueno. El cielo y la tierra se estremecen. La "voz de Dios", ruidosa como un trueno. Hay que haber vivido ciertas tempestades en la montaña para comprender este último símbolo. Ante los millones de voltios del más pequeño relámpago, el hombre no puede pasarse de listo. El rayo del Sinaí permanecía en la memoria de Israel como signo mismo de la «manifestación de Dios" - teofanía.
-“Sabréis entonces que Yo soy el Señor, vuestro Dios”. Antes del último Día, se puede ignorar y aún rehusar depender de Dios. Aquel día, las pretensiones humanas de autonomía aparecerán como un ridículo infantilismo. Señor, que no aguarde yo ese día para someterme a Ti, libremente y en el amor.
-“Aquel día los montes destilarán vino y las colinas fluirán leche... Egipto será devastado y Edom, un desierto desolado”. Continúan las imágenes. Felicidad para los fieles. Desgracia para los impíos. No tratemos de imaginar. Creamos, en profundidad que no puede ser de otro modo (Noel Quesson).
3. "El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables". “Dentro de la historia se insertan un proyecto, un designio, una trama de armonías y de bienes queridos por Dios. Todo ello se realizó plenamente en la Pascua de la muerte y la resurrección de Jesús”, comentaba Juan Pablo II, que añadía: “La luz, la alegría y la paz, que en el tiempo pascual inundan a la comunidad de los discípulos de Cristo y se difunden en la creación entera, impregnan este encuentro nuestro… celebramos el triunfo de Cristo sobre el mal y la muerte. Con su muerte y resurrección se instaura definitivamente el reino de justicia y amor querido por Dios”: "alegraos, justos, con el Señor, justicia y derecho sostienen su trono... amanece la luz sobre el justo y la alegría para los rectos de corazón".
Malaquías declaraba: "Para vosotros, los que teméis mi nombre, brillará el sol de justicia" (Ml 3,20). Todos deseamos oír las palabras amables del Juez: "muy bien, siervo bueno, ya que has sido fiel en lo poco, te pondré al frente de lo mucho: entra en el gozo de tu Señor" (Mt 25,21).

Llucià Pou Sabaté

jueves, 10 de octubre de 2013

Viernes la 27ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Jesús nos abre los ojos a la luz: “si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el Reino de Dios ha llegado a vosotros”.

“En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron: -«Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.» Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. Él, leyendo sus pensamientos, les dijo: -«Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama. Cuando un espíritu inmundo sale de un hombre, da vueltas por el desierto, buscando un sitio para descansar; pero, como no lo encuentra, dice: "Volveré a la casa de donde salí." Al volver, se la encuentra barrida y arreglada. Entonces va a coger otros siete espíritus peores que él, y se mete a vivir allí. Y el final de aquel hombre resulta peor que el principio»” (Lucas 11,15-26).  

1. Como continuando la última petición del Padrenuestro, Jesús nos muestra hoy la lucha contra el maligno. El mal no se explica totalmente en razón de la libertad humana. Tiene raíces extremadamente profundas que no podemos desarraigar. Tú, Jesús, has venido a destruir este imperio del mal. El Reino de Dios es el futuro del hombre, pero no sólo está en el cielo. Esta la plenitud en Dios a la que tiende el hombre ya tiene en esta vida un comienzo, podemos gustarla, aunque sabemos también que no puede realizarse plenamente en el mundo actual. Hay obstáculos como el demonio, pero se realiza cuando Jesús expulsa a los demonios, perdona los pecados, libera a los hombres de la fuerza del diablo y los conduce hacia un futuro de gracia, de libertad y de vida. -Reino de verdad y de vida. -Reino de santidad y de gracia. -Reino de justicia, de amor y de paz, como diremos dentro de pocas semanas, en la fiesta de Cristo Rey.
La Biblia nos presenta que la vida es lucha entre dos espíritus: el del hombre natural, y el del Espíritu que viene de Dios que lo hace partícipe de la libertad divina (Misa dominical 1990).
-“Algunos de los asistentes dijeron: "Echa los demonios con poder de Belzebú, el jefe de los demonios…"; otros, para comprometerle le exigían una señal que viniera del cielo...” Una de las cosas más duras que nos pueden hacer es ser incomprendido, despreciado; es ver deformados sus propósitos, sus propias intenciones. Jesús conoció esa clase de indigencia. ¡Se le acusó de estar del lado de Satán. La acusación era dura y despreciativa: Belzebú significa ¡"Baal del estercolero... Señor de las moscas"! Esto es lo que se decía de Jesús en su lengua, el arameo. Ayúdanos, Señor, a evitar todas las interpretaciones malévolas. Ayúdanos, Señor, a soportar, si somos víctimas de ellas, como Tú lo fuiste, esas críticas o esas calumnias.
Es por ceguera y envidia que esos te acusan, Señor. Son ganas de eliminar de alguna manera a quien se nos presenta como enemigo, con la mentira, el engaño.
-“Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo: "Todo reino dividido contra sí mismo queda asolado... Si pues Satán está dividido contra sí mismo ¿cómo va a mantenerse en pie su reino?” Jesús, subrayas la importancia de la unidad. El peor enemigo es el de dentro, dividir.
-“Pero, si Yo echo los demonios "con el dedo de Dios", señal es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.” El "dedo de Dios" es imagen de la potencia divina; el texto griego dice: "el reino de Dios os ha llegado por sorpresa... ha venido de súbito... os ha sorprendido... os ha alcanzado". Se trata de una "irrupción absoluta y rápida" que corta el aliento, que impide parar el golpe. El golpe dado a Satán no tiene esquiva posible.
-“Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su casa, sus bienes están seguros. Pero cuando otro "más fuerte" lo asalta y lo vence, le quita las armas”... Uno "más fuerte" es el nombre que Juan Bautista había dado al mesías (Lc 3,16). Jesús "más fuerte" que el mal, más fuerte que Satán, ven en mi ayuda, en ayuda de nuestra pobre humanidad.
-“El que no está conmigo, está contra mí.” En Lucas 9,50, Jesús había dicho: "el que no está contra vosotros, está a favor vuestro". Aquí nos muestras la radicalidad de la llamada y la respuesta al Reino.
-“Cuando echan de un hombre el espíritu inmundo, éste va atravesando lugares resecos buscando un sitio para descansar; al no encontrarlo, decide volver a la casa de donde lo echaron... Entonces va a buscar otros siete espíritus peores que él, vuelven y se instalan allí. Y el estado final de aquel hombre resulta peor que el principio”. Una vez conocemos el amor de Dios, no podemos volver a nuestros antiguos descaminos (Noel Quesson).
La llamada a la vigilancia es evidente. Cada uno sabe qué demonios le pueden tentar desde dentro y desde fuera. Haremos bien en decir humildemente, con el Padrenuestro, "no nos dejes caer en la tentación", “líbranos del Maligno”.
Cuando comulgamos, se nos invita a participar de Cristo Jesús, que es "el que quita el pecado del mundo". La Eucaristía es la mejor fuerza que Dios nos da en la lucha contra el mal (J. Aldazábal).

2. Hoy y mañana escuchamos al profeta Joel (hacia el año 400 a. C.)  invitando a que los sacerdotes convoquen una jornada de penitencia:
-“Tocad la trompeta en Sión, clamad en mi monte santo”. Despiértanos, Señor, cuando estemos adormecidos por el pecado, por el egoísmo… Una gran plaga de langostas ha destruido las cosechas, y Joel aprovecha para atacar la pereza y la dejadez del pueblo.
-¡Sacerdotes, ceñíos y llorad! ¡Ministros del altar, lamentaos y gemid! ¡Ministros de mi Dios, venid y pasad la noche en sayal!” Invitación a la «penitencia». Joel vivía, sin duda, en una época muy sombría: sus llamadas son desgarradoras. Manifiestan la voluntad de recuperación que animaba a esos hombres. Ante las desgracias que se abaten sobre nosotros, sobre muchas familias o nuestro medio, podemos contentarnos con lamentaciones o, peor aún, con acusar a los demás. La prueba ¿es también para mí una invitación a la purificación?
-“Proclamad un ayuno sagrado, anunciad una reunión solemne de ancianos y de todos los habitantes del país en el Templo del Señor y clamad al Señor”. Han descuidado la vida de fe. Oímos esta invitación a la conversión, a volver a Dios: «esfuérzate, comprométete contra el mal.» Y, si bien es verdad que puede existir una «oración perezosa», como dice Péguy, también lo es que el hombre no tiene totalmente por sí mismo la capacidad de cambiar de vida. Señor, danos a la vez, esfuerzo para convertirnos... y oración para que tú nos conviertas...
-“El «Día del Señor» está cerca... Llega «el Día del Señor", está muy cerca”. Ese «día» anunciado por los profetas (Am 5,18-20; Is 13,6; Ez 30,3) designa una intervención muy particular de Dios en la historia, para suprimir el mal y para realizar su designio. Dios actúa en la historia. No sólo al final de los tiempos (Noel Quesson).
A veces el pecado es comunitario y la decadencia generalizada. También ahora se puede decir que "falta en el templo del Señor ofrenda y libación", porque se descuidan cosas fundamentales. Pero la culpa puede ser también personal. Quien más quien menos, todos somos débiles y pecadores, y necesitamos convertirnos. No hace falta que seamos grandes criminales. También podemos convertirnos a Dios desde nuestras mediocridades y perezas. A veces suenan las trompetas convocando a penitencia, como en Cuaresma o en el Jubileo. Otras veces es una sencilla invitación a la vigilancia y al cambio de vida, que nos puede venir a través del ejemplo de las personas que nos rodean, o de la palabra de los responsables de la comunidad, y también si tenemos visión de fe, de los acontecimientos de la historia, agradables o luctuosos. Cuando no son las plagas de animales, son otras cosas -enfermedades, desgracias personales o colectivas, el fallecimiento de una persona querida- las que nos sirven de despertadores en nuestra vida de fe. No porque todo mal sea castigo de Dios, pero sí porque todo en la vida, lo bueno y lo malo -y, sobre todo, la escucha de la Palabra que nos dirige Dios en la Eucaristía-, debería ayudarnos a recapacitar y reorientar nuestra atención a los valores fundamentales, que tendemos a descuidar.
2. “Te doy gracias, Señor, de todo corazón, proclamando todas tus maravillas; me alegro y exulto contigo y toco en honor de tu nombre, oh Altísimo”. Dios nos ha librado de nuestros enemigos.
Reprendiste a los pueblos, destruiste al impío y borraste para siempre su apellido. Los pueblos se han hundido en la fosa que hicieron, su pie quedó prendido en la red que escondieron”. Dios vela por nosotros para que no nos alcance ningún daño. Se ha convertido en nuestro fuerte defensor que siempre está a nuestro lado: “Dios está sentado por siempre en el trono que ha colocado para juzgar. El juzgará el orbe con justicia y regirá las naciones con rectitud”. Confiemos en Él y proclamemos a todos sus maravillas.


Llucià Pou Sabaté

miércoles, 9 de octubre de 2013

Jueves la 27ª semana de Tiempo Ordinario (impar). El camino de los malvados parece que lleva a la felicidad, pero es efímera, y el de los que perseveran en la oración parece que sea cuesta arriba, pero es la bienaventuranza…

En aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos: -«Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle: "Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle." Y, desde dentro, el otro le responde: "No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos." Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite. Pues así os digo a vosotros: Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre. ¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿0 si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿0 si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?»” (Lucas 11,5-13).

1. Jesús, sigues hoy con tu enseñanza sobre la oración: anteayer la escucha de la palabra, ayer el Padrenuestro, y hoy nos propones Jesús dos detalles de la vida familiar: el del amigo impertinente y el del padre que escucha las peticiones de su hijo.
-“Si uno de vosotros tiene un amigo”... es bonito ver como aprecia Jesús la amistad, los valores humanos…
-...“que llega a mitad de la noche para pedirle: "Préstame tres panes"”. La inoportunidad del amigo que llega a casa cuando no se espera… y le dice:
-...“un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle", y si, desde dentro, el otro le responde: "¡Déjame en paz! la puerta está cerrada; los niños y yo estamos acostados: no puedo levantarme a darte el pan"”. Escena viva. Imagino la casa de una sola pieza, todos duermen ahí. Levantarse supone molestias para todos ¡y es complicado!
-“Yo os digo: que acabará por levantarse y darle lo que necesita, si no por ser amigos, al menos para librarse de su importunidad”. Jesús, otro día nos dirás de un juez al que hacen lo mismo (Lc 18,4-5). Del ejemplo no tomamos que Dios se canse de nosotros, más bien Jesús nos invita a perseverar en nuestra oración, a dirigir confiadamente nuestras súplicas al Padre. Y nos asegura que nuestra oración será siempre eficaz, será siempre escuchada: "si vosotros sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial...?" La eficacia consiste en que Dios siempre escucha. Que no se hace el sordo ante nuestra oración. Porque todo lo bueno que podamos pedir ya lo está pensando antes él, que quiere nuestro bien más que nosotros mismos.
¿Y qué pasa cuando parece que Dios no nos escucha, en el silencio de Dios? como cuando Jesús pidió que "pasara de él este cáliz", o sea, ser liberado de la muerte. Dice la Carta a los Hebreos (Hb 5,7) que "fue escuchado", pero fue liberado de la muerte a través de ella, después de experimentarla, no antes. Y así se convirtió en causa de salvación para toda la humanidad. No sabemos cómo cumplirá Dios nuestras peticiones. Lo que sí sabemos -nos lo asegura Jesús- es que nos escucha como un Padre a sus hijos.
Podríamos leer hoy unas páginas del Catecismo que nos pueden ayudar a entender en qué consiste la eficacia de nuestra oración. Son las que dedica al "combate de la oración", describiendo las objeciones a la oración en el mundo de hoy, por ejemplo las "quejas por la oración no.escuchada", a la vez que invita a orar con confianza y perseverancia (números 2725-2745; J. Aldazábal).
"Si pues vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas... ¡cuanto más vuestro Padre del cielo dará Espíritu Santo a los que se lo piden!” ¡El Espíritu Santo! “Gracias a este poder del Espíritu Santo los hijos de Dios pueden dar fruto: “Por la comunión con él, el Espíritu Santo nos hace espirituales, nos restablece en el Paraíso, nos lleva al Reino de los cielos y a la adopción filial, nos da la confianza de llamar a Dios Padre y de participar en la gracia de Cristo, de ser llamado hijo de la luz y de tener parte en la gloria eterna” (San Basilio).
En los dos, nos asegura que Dios atenderá nuestra oración. Si lo hace el amigo, al menos por la insistencia del que le pide ayuda, y si lo hace el padre con su hijo, ¡cuánto más no hará Dios con los que le piden algo! En otro sitio nos dices que nos darás cosas buenas, aquí nos aseguras tu Espíritu, nada más y nada menos.
-“Pedid y se os dará. Buscad y encontraréis. Llamad y se os abrirá”. Jesús afirma solemnemente que ¡Dios atiende la oración! Lo repite incansablemente y de diferentes modos.
-“El que pide recibe. El que busca encuentra. Al que llama le abren”. Hay que ir a Dios como pobre en la necesidad. La plegaria es ante todo una confesión de la propia indigencia: Señor, yo a eso no alcanzo... Señor, ando buscando... Señor, no comprendo... Señor, te necesito...
-“¿Qué padre, si su hijo le pide pescado, le ofrecerá una culebra? y si le pide un huevo ¿le dará un alacrán? Pues si vosotros, malos como sois, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos”... Sería impensable que una madre no reaccionara así. Siguiendo la invitación de Jesús, voy a contemplar detenidamente el amor del corazón de las madres y de los padres de la tierra: tantas "cosas buenas" son "dadas" cada día, por millones de padres y madres, bajo el cielo de todo el orbe de la tierra. ¡Nos da, nada menos que su propio Espíritu! El que pide, recibe. Pedid y recibiréis (Noel Quesson).
«Cuando nuestra oración no es escuchada es porque pedimos aut mali, aut male, aut mala. «Mali», porque somos malos y no estamos bien dispuestos para la petición. «Male», porque pedimos mal, con poca fe o sin perseverancia, o con poca humildad. «Mala», porque pedimos cosas malas, o van a resulta, por alguna razón, no convenientes para nosotros» (San Agustín).
«Dios no nos abandona nunca. No es cristiano pensar en la amistad divina exclusivamente como un recurso extremo. ¿Nos puede parecer normal ignorar o despreciar a las personas que amamos? Evidentemente, no. A los que amamos van constantemente las palabras, los deseos, los pensamientos: hay como una continua presencia. Pues así con Dios.
”Con esa búsqueda del Señor, toda nuestra jornada se convierte en una sola íntima y confiada conversación (…) oración constante, de la mañana a la noche y de la noche a la mañana. Cuando todo sale con facilidad: ¡gracias, Dios mío! Cuando llega un momento difícil: ¡Señor, no me abandones! Y ese Dios, manso y humilde de corazón, no olvidará nuestros ruegos, ni permanecerá indiferente porque El ha afirmado: Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá.
”Procuremos, por tanto, no perder jamás el punto de mira sobrenatural, viendo detrás de cada acontecimiento a Dios: ante lo agradable y lo desagradable, ante el consuelo... y ante el desconsuelo por la muerte de un ser querido. Primero de todo la charla con tu Padre Dios, buscando al Señor en el centro de nuestra alma. No es cosa que pueda considerarse como pequeñez, de poca monta: es manifestación clara de vida interior constante, de auténtico diálogo de amor» (J. Escrivá, Amigos de Dios 247).
2. Malaquías se hace la gran pregunta del bien y del mal, cuando dicen algunos: "no vale la pena servir al Señor, ¿qué sacamos con guardar sus mandamientos?". Los justos no parecen recibir ningún premio, mientras que los malos prosperan. ¿Vale la pena ser buenos? No podemos juzgar las personas, pero dentro notamos lo bueno y lo malo, y “la bienaventuranza prometida nos coloca ante elecciones morales decisivas. Nos invita a purificar nuestro corazón de sus instintos malvados y a buscar el amor de Dios por encima de todo. Nos enseña que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana, por útil que sea, como las ciencias, las técnicas y las artes, ni en ninguna criatura, sino en Dios solo, fuente de todo bien y de todo amor: ‘El dinero es el ídolo de nuestro tiempo. A él rinde homenaje "instintivo" la multitud, la masa de los hombres. Estos miden la dicha según la fortuna, y, según la fortuna también, miden la honorabilidad...Todo esto se debe a la convicción de que con la riqueza se puede todo. La riqueza por tanto es uno de los ídolos de nuestros días, y la notoriedad es otro...La notoriedad, el hecho de ser reconocido y de hacer ruido en el mundo (lo que podría llamarse una fama de prensa) ha llegado a ser considerada como un bien en sí misma, un bien soberano, un objeto de verdadera veneración’ (Newman)” (Catecismo, 1723).
Entonces los hombres religiosos hablaron entre sí: "El Señor atendió y los escuchó."” Dios es padre: “Me compadeceré de ellos, como un padre se compadece del hijo que lo sirve. Entonces veréis la diferencia entre justos e impíos, entre los que sirven a Dios y los que no lo sirven. Porque mirad que llega el día, ardiente como un horno: malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir -dice el Señor de los ejércitos-, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas”.»    Surge la esperanza. Señor, haz que crezca en nosotros esta esperanza. La expresión “sol de justicia” del final de la lectura de hoy aplicada a la venida del Señor encuentra su eco en el canto de Zacarías (Lc 1,78): “el Señor ha venido ciertamente en la tarde de un mundo en declive y casi cercano al fin de su curso, pero con su venida, puesto que Él es el Sol de justicia, ha regenerado un día nuevo para aquellos que creen” (Orígenes).
3. "Dichoso el que ha puesto su confianza en el Señor, que no sigue el consejo de los impíos ni entra por la senda de los pecadores, sino que su gozo es la ley del Señor. No así los impíos, no así, serán paja que arrebata el viento". Con el árbol firme contrasta la paja o polvo de la era dispersados por el viento…

Llucià Pou Sabaté