TRIDUO PASCUAL. Introducción
Entramos en los tres días de preparación a la Pascua, a la fiesta más importante del año (aunque Navidad es más popular, e igualmente importante pues sin la Pascua de venir Jesús al mundo no habría la Pascua de resucitar).
El jueves se bendicen los sagrados óleos para el bautismo, para la unción de los enfermos, y el crisma. Luego, por la tarde, después de la misa «in cena Domini», habrá tiempo para la adoración, como para responder a la invitación que Jesús dirigió a sus discípulos en la dramática noche de su agonía: «Quedaos aquí y velad conmigo» (Mateo 26,38).
El Viernes santo es un día de profunda emoción, en el que la Iglesia nos hace volver a escuchar el relato de la pasión de Cristo. La «adoración» de la cruz será el centro de la acción litúrgica que se celebrará ese día, mientras la comunidad eclesial ora intensamente por las necesidades de los creyentes y del mundo entero.
A continuación viene una fase de profundo silencio. Todo callará hasta la noche del Sábado santo. En el centro de las tinieblas irrumpirán la alegría y la luz con los sugestivos ritos de la Vigilia pascual y el canto gozoso del «Aleluya». Será el encuentro, en la fe, con Cristo resucitado, y la alegría pascual se prolongará a lo largo de los cincuenta días que seguirán.
La penitencia cuaresmal es el tiempo favorable para acoger la misericordia divina. El examen de conciencia nos ayuda, para espejearnos en la imagen de Jesús: ¿he puesto a Dios como el centro de mi vida, sin que dominen en mi la preocupación económica, salud, prestigio o imagen social? ¿Pongo los medios para ir creciendo en el amor? ¿Cómo participo en la eucaristía? ¿Y cómo voy en el servicio: en mi familia y amigos, en el trabajo y participación ciudadana, en la Comunidad? ¿Y el uso de mi dinero, deberes de justicia? ¿Y la calidad de mis relaciones humanas: amabilidad, simpatía, hacer la vida agradable a los demás? ¿Soy rencoroso, o sé hacer las paces y reconciliarme con los demás? Perdonándonos unos a otros, nos abrimos al perdón de nuestros pecados y podemos rezar: Padre nuestro...
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