sábado, 9 de marzo de 2024

Domingo 4º de Cuaresma (ciclo B). Jesús nos habla de la alegría de ser hijos de Dios, que nos hace libres en esta tierra comenzando a saber lo que será el cielo

Domingo 4º de Cuaresma (ciclo B). Jesús nos habla de la alegría de ser hijos de Dios, que nos hace libres en esta tierra comenzando a saber lo que será el cielo

 

A. Lecturas:

   1. II Crónicas 36,14-16. 19-23: En aquellos días, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, según las costumbres abominables de los gentiles, y mancharon la Casa del Señor, que él se había construido en Jerusalén.

   El Señor, Dios de sus padres, les envió desde el principio avisos por medio de sus mensajeros, porque tenía compasión de su pueblo y de su Morada. Pero ellos se burlaron de los mensajeros de Dios, despreciaron sus palabras y se mofaron de sus profetas, hasta que subió la ira del Señor contra su pueblo a tal punto que ya no hubo remedio.

   Incendiaron la Casa de Dios y derribaron las murallas de Jerusalén; pegaron fuego a todos sus palacios y destruyeron todos sus objetos preciosos. Y a los que escaparon de la espada los llevaron cautivos a Babilonia, donde fueron esclavos del rey y de sus hijos hasta la llegada del reino de los persas; para que se cumpliera lo que dijo Dios por boca del Profeta Jeremías: «Hasta que el país haya pagado sus sábados, / descansará todos los días de la desolación, / hasta que se cumplan los setenta años.»

   En el año primero de Ciro, rey de Persia, en cumplimiento de la Palabra del Señor, por boca de Jeremías, movió el Señor el espíritu de Ciro, rey de Persia, que mandó publicar de palabra y por escrito en todo su reino: «Así habla Ciro, rey de Persia: / El Señor, el Dios de los cielos, / me ha dado todos los reinos de la tierra. / Él me ha encargado / que le edifique una Casa en Jerusalén, en Judá. / Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, / sea su Dios con él y suba!

   2. Salmo 136,1-2.3.4.5.6: Junto a los canales de Babilonia / nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión; / en los sauces de sus orillas / colgábamos nuestras cítaras.

   Allí los que nos deportaron / nos invitaban a cantar, / nuestros opresores, a divertirlos: / «Cantadnos un cantar de Sión.»

   ¡Cómo cantar un cántico del Señor / en tierra extranjera! / Si me olvido de ti, Jerusalén, / que se me paralice la mano derecha.

   Que se me pegue la lengua al paladar / si no me acuerdo de ti, / si no pongo a Jerusalén / en la cumbre de mis alegrías.

   3. Efesios 2,4-10: Hermanos: Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó: estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo -por pura gracia estáis salvados-, nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él.

   Así muestra en todos los tiempos la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.

   Somos, pues, obra suya. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él determinó practicásemos.

  3. Juan 3,14-21: "En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: -Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.

   Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.

   Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.

   El que cree en Él, no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.

   Esta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas.

   Pues todo el que obra perversamente detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios".

 

B. Comentario:

   1. Las Crónicas dicen que los de Israel se burlaron de los mensajeros de Dios… se mofaron de sus profetas, y que Dios les encargó que hicieran un templo. Pero era un templo de piedra, donde no vivía el Señor sino el arca de la alianza con las imágenes de ángeles. Nada puede encerrar a Dios que es infinito, como una niña que en la playa hizo un agujero en la arena y a medida que sacaba agua en un cubo más agua entraba en el agujero… quería vaciar el agujero pero no podía porque el agua del mar se filtraba y no se podía sacar con un cubo la inmensidad del océano…

   Es el mismo Dios que nos dice que si le buscamos, ya le hemos encontrado. Para esto hemos de escucharle, estamos distraídos con ruidos y hemos de quitarnos los auriculares de la música del "yo" y "hacer" silencio y allí escuchar a Dios.

   Iba andando un niño con su padre, y éste le pregunta: -"Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?" El niño respondió: -"Estoy escuchando el ruido de una carreta". –"Eso es -dijo el padre- Es una carreta vacía". Preguntó el niño: -"¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos?" Respondió el padre: -"Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, porque hace ruido. Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace". Cuando veamos a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de los demás de modo inoportuno o violento, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y superior a los otros, recordemos aquello de... "cuanto más vacía la carreta…" Por eso es bueno que aprendamos a rezar en silencio.

   Los últimos domingos vimos la amistad de Dios con Noé (el arco iris fue el pacto que hicieron para celebrar la belleza del paisaje del mundo creado), Abraham también fue amigo de Dios (el pacto de la vida, de formar un pueblo, a partir del hijo Isaac), luego viene Moisés y Dios le da una ley de libertad para que cada uno pueda vivir feliz y hacer felices a los demás. Este domingo nos dice el Señor que, aunque tengamos culpa de las cosas que hacemos mal, no nos castiga Dios, Él sigue siendo fiel a sus promesas. Que aunque tropecemos y nos hagamos daño, Él nos cura y saca algo bueno de aquello: No hay mal que por bien no venga… la fidelidad de Dios es más fuerte que nuestras faltas, y su amor supera todos nuestros egoísmos.

   Lo más importante que podemos saber es sabernos amados por Dios, que nos quiere con locura. Es como si nos tocara el Gordo de la lotería con muchos millones, y tenemos el billete ganador, pero hemos de conocerlo, para saber que nos ha tocado, si no podríamos tirarlo a la basura… y no sólo hemos de saber, sino sentir que somos hijos de Dios: sentir que pase lo que pase será lo mejor porque Él es nuestro Padre y nos llevará al mejor sitio.

   Dicen que en un barco en medio de la tormenta había un niño durmiendo tranquilo, cuando todos tenían miedo de que volcaran y morir ahogados, y le preguntaron al niño: "¿por qué no tienes miedo?¨" y él contestó: "mi padre es el capitán del barco y voy seguro". Así nosotros, siempre seguros porque Dios es el capitán del barco de la vida…

   2. Por eso el Salmo nos habla de acordarnos de Dios: que se me pegue la lengua al paladar / si no me acuerdo de ti. Juan Pablo II recordaba: "El texto evoca la tragedia vivida por el pueblo judío durante la destrucción de Jerusalén, que tuvo lugar en el año 586 a. C., y el sucesivo exilio en Babilonia. Nos encontramos ante un canto nacional de dolor, caracterizado por una seca nostalgia de lo que se perdió. Esta sentida invocación al Señor para que libere a sus fieles de la esclavitud de Babilonia expresa también sentimientos de esperanza y de espera en la salvación con los que hemos comenzado el camino"… ahora, de Cuaresma. Dios, que es el último árbitro de la historia, sabrá comprender y acoger, según su justicia, el grito de las víctimas, más allá de los tonos ásperos que a veces adquiere.

   San Agustín decía: "Si somos ciudadanos de Jerusalén… y tenemos que vivir en esta tierra, en la confusión del mundo presente, en la Babilonia presente, donde no vivimos como ciudadanos sino que somos prisioneros, es necesario que lo que dice el Salmo no sólo lo cantemos, sino que lo vivamos: esto se hace con una aspiración profunda del corazón, deseoso plena y religiosamente de la ciudad eterna".

   Los pobres judíos estaban desterrados, lejos del Señor también están los hombres de ahora con esta tristeza, tanto si están en Jerusalén como en las playas del Mediterráneo, por las avenidas de New York entre escaparates y rascacielos, o en cines y salas de fiesta, o jugando a la Play Station: Quieren vivir la vida y disfrutarla, pero las rosas sólo duran un momento y se llenan de espinas y de lágrimas. La libertad no está en ciertas diversiones que nos hacen daño como la droga, sino en el amor de verdad, no está en tener cosas sino en dar.

   Como aquel chico que llevaba un buen bocadillo y se dio cuenta de que su compañero se había olvidado en casa el bocata, y pensó: "si le doy, ¿qué me quedará para mí?" pero enseguida rectificó: "si me lo como, ¿qué quedará para él?" y al invitarle sintió la alegría de ver que era a Jesús a quien daba de comer. Y lo mismo al ayudar a un compañero que iba mal en matemáticas… y en lugar de enfadarse con otro, se puso a reír, diciéndole: "perdona, que estoy un poco tonto". Y en lugar de enfadarse con su madre, también sonrió y le dijo: "tengo mal humor porque he perdido en el fútbol… o no sé lo que me pasa hoy, debe ser el tiempo…" y tomándose a sí mismo en broma, no había forma de amargarse, como cuando antes se tomaba demasiado en serio.

   3. San Pablo nos habla de Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó. La llamada de Dios es algo parecido a lo que hace un director de cine que busca los actores para el guión de su película. "Está sentado frente a su mesa de trabajo, sobre la cual hay desplegadas docenas de fotografías facilitadas por los agentes cinematográficos. Al cabo de un rato, escoge una de ellas, la contempla detenidamente y dice a su secretaria: "Sí, éste es el tipo que necesito para hacer de protagonista de la película. Llámalo y que venga mañana"… es como si Dios hubiera proyectado el Universo como una peli y hubiera escogido a los protagonistas, y cuando pensó en ti pensó: "Éste hará de protagonista, le voy a dar las cualidades para que desarrolle un papel único, personal, y, luego, goce de mi presencia durante toda la eternidad" (L. Trese).

  "Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó… nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él". Pero no hemos de sentirnos prepotentes por estar salvados, pues es siempre "en Cristo, con Cristo"; él es el Salvador, y por eso sigue el Apóstol hablándonos de ser humildes y abrirnos a la gracia del Señor: "Así muestra en todos los tiempos la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir.

   Somos, pues, obra suya. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él determinó practicásemos".

   Así comentaba S. Agustín: "Hermanos, si queréis eructar gracia, bebed gracia. ¿Qué significa «bebed gracia»? Conoced la gracia, comprendedla", pues por la gracia hemos sido salvados, "se trata de algo gratuito, tú nada aportaste, nada mereciste, porque si se dio algo en virtud de los méritos, es recompensa, no gracia". Podemos obrar el bien unidos a Dios: Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para las obras buenas a fin de que caminemos en ellas (Ef 2,10).

   Hoy, la liturgia nos ofrece un aroma anticipado de la alegría pascual. Los ornamentos del celebrante son rosados. Es el domingo "laetare" que nos invita a una serena alegría. «Festejad a Jerusalén, gozad con ella todos los que la amáis...», canta la antífona de entrada. Dios quiere que estemos contentos. La psicología más elemental nos dice que una persona que no vive contenta acaba enferma, de cuerpo y de espíritu. Ahora bien, nuestra alegría ha de estar bien fundamentada, ha de ser la expresión de la serenidad de vivir una vida con sentido pleno. De otro modo, la alegría degeneraría en superficialidad y majadería. Santa Teresa distinguía con acierto entre la "santa alegría" y la "loca alegría". Esta última es sólo exterior, dura poco y deja un regusto amargo. Podemos vivir siempre contentos porque Dios nos ama locamente, tanto que nos «dio a su Hijo único» (Jn 3,16). Pronto acompañaremos a este Hijo único en su camino de muerte y resurrección. Contemplaremos el amor de Aquel que tanto ama que se ha entregado por nosotros, por ti y por mí. Y nos llenaremos de amor y miraremos a Aquel que han traspasado, y crecerá en nosotros una alegría que nadie nos podrá quitar (J. Mateo).

   3. "En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: -Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del Hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna". Jesús, veo como explicas a Nicodemo que es necesaria tu pasión para nuestra salvación. "Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna". Sé que estás siempre conmigo, Jesús, y quiero que me guíes, como cuando era pequeño tomaban el manillar de mi bicicleta, para que no cayera. Quiero que me lleves, especialmente cuando encuentro en la vida sitios más difíciles, porque cuando me entra el miedo al pasar por un sitio difícil, me caigo, en cambio si me encuentro seguro, ya no tengo miedo y paso bien. Y también quiero sentir tu presencia especialmente en las cuestas (cuando las cosas se me ponen cuesta arriba: estudiar cuando es difícil, estar atento en una clase, ser puntual al levantarme…). Tú me ofreces tu amor, y me das los medios para llegar, esas vitaminas (tu palabra, la Confesión, la Comunión) para que seas Tú quien le dé a los pedales, le da fuerza para subir…

   "Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él". Dios no condena, pero el que no sabe que Dios le ama se lo pierde, y si prefiere la oscuridad a la luz, se hace daño porque no ve. Es como si estuviéramos en una habitación a oscuras, nos vamos pegando con los muebles, enfadados porque tropezamos con todo, todo nos parece un obstáculo (un fracaso, algo que no me gusta del comportamiento de los demás… y digo que mi vida es un desastre…). Pero si encendemos la luz, vemos que está todo muy bien puesto. Incluso cuando hay dificultades y dolor, Dios nos da el remedio que vemos como signo en las farmacias: en el desierto las serpientes mordían a la gente y Moisés hizo la serpiente de bronce y quien la miraba quedaba curado. Así Jesús se sube a la cruz y cuando lo miramos nos curamos: el árbol de la vida que se perdió con el pecado ha vuelto a surgir con la cruz, el árbol de salvación. Propósito: rezar cada día (mirar a Jesús) y con Él hacerlo todo más fácil (y concretar cada día una cosa para mejorar esta cuaresma, ir ganando batallas).

Llucià Pou Sabaté

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