domingo, 12 de diciembre de 2010

II Domingo de Adviento, Ciclo A. Preparar los caminos con Juan Bautista, y recordar nuestro bautismo: «Dad fruto digno de conversión».

II Domingo de Adviento, Ciclo A. Preparar los caminos con Juan Bautista, y recordar nuestro bautismo: «Dad fruto digno de conversión». Son días de preparación para que Jesús nazca en nuestro corazón

1. Isaías (11,1-10) nos dice que un día “brotará un renuevo del tronco de Jesé, / un vástago florecerá de su raíz. Sobre él se posará el espíritu del Señor: / espíritu de ciencia y discernimiento, / espíritu de consejo y valor, / espíritu de piedad y temor del Señor. / Le inspirará el temor del Señor”. Son los dones del Espíritu Santo que anuncia Jesús, que “no juzgará por apariencias, / ni sentenciará de oídas; / defenderá con justicia al desamparado, / con equidad dará sentencia al pobre” y el mundo será un paraíso: “Habitará el lobo con el cordero, / la pantera se tumbará con el cabrito, / el novillo y el león pacerán juntos: / un muchacho pequeño los pastorea. / La vaca pastará con el oso, / sus crías se tumbarán juntas; / el león comerá paja con el buey. / El niño jugará con la hura del áspid, / la criatura meterá la mano / en el escondrijo de la serpiente. / No hará daño ni estrago por todo mi Monte Santo: / porque está lleno el país
de la ciencia del Señor, / como las aguas colman el mar”.
Jesús comenzó a predicar diciendo: "Se acerca el reinado de Dios. Convertíos y creed en la buena Noticia". Estos días hemos de convertirnos para recibir esta gracia, llenos de esperanza ante la próxima salida del sol que "nacerá de lo alto", Cristo, el "sol de justicia".

2. El Salmo (71,2.7-8.12-13.17) canta: “Que en sus días florezca la justicia / y la paz hasta que falte la luna; / que domine de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra. / Porque él librará al pobre que clamaba, / al afligido que no tenía protector; / él se apiadará del pobre y del indigente, / y salvará la vida de los pobres. / Que su nombre sea eterno / y su fama dure como el sol; / que él sea la bendición de todos los pueblos / y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra”. Es un canto al Mesías, que hace justicia, aspiración que colma el corazón humano de todos los tiempos, que debe reinar en la familia, el trabajo, los grupos, las relaciones internacionales... sobre todo los que no tienen con qué defenderse, los "pequeños". El rey-Jesús-Mesías toma partido por los pobres.

3. La Carta de San Pablo a los Romanos (15,4-9) nos dice que “todas las antiguas Escrituras se escribieron para enseñanza nuestra, de modo que entre nuestra paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza”. ¡Qué bueno momento, para sacar el propósito de leer cada día unos minutos la palabra de Dios, para que entre dentro de nosotros y dé fruto, y nos dé, como los discípulos de Emaús, entendimiento, y arda nuestro corazón haciéndonos entender tantas cosas, en el camino de la vida, para ver a Jesús y descubrirle en la fracción del pan, en la Eucaristía. Y luego pide: “Que Dios, fuente de toda paciencia y consuelo, os conceda estar de acuerdo entre vosotros, como es propio de cristianos para que unánimes, a una voz, alabéis al Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo. En una palabra, acogeos mutuamente como Cristo os acogió para gloria de Dios. Quiero decir con esto que Cristo se hizo servidor de los judíos para probar la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas hechas a los patriarcas, y, por otra parte, acoge a los gentiles para que alaben a Dios por su misericordia. Así dice la Escritura: Te alabaré en medio de los gentiles y cantaré a tu nombre”. Y es que había discusiones y clases, categorías, como ahora entre los que usan esa marca de ropa mejor, o eren de tal club o de tal clase social, de los “mejores” que piensan que los demás son “peores”. Que Jesús nos haga entender que nadie es más que nosotros, y nadie menos que nosotros, pues todos somos iguales en Cristo el Señor.

4. El Evangelio (Mateo 3,1-12) de hoy nos habla de Juan el Bautista, que clama: «Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos». Éste es aquél de quien habla el profeta Isaías cuando dice: ‘Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas’. Tenía Juan su vestido hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre. Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la región del Jordán, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Pero viendo él venir muchos fariseos y saduceos al bautismo, les dijo: «Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente? Dad, pues, fruto digno de conversión, y no creáis que basta con decir en vuestro interior: ‘Tenemos por padre a Abraham’; porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham. Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego. Yo os bautizo en agua para conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. Él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. En su mano tiene el bieldo y va a limpiar su era: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga». Se acerca la venida del Salvador, y para esto hoy el precursor el Bautista nos anima a que nos preparemos, al igual que hacemos el Belén en nuestras casas, que en nuestro corazón tenga Jesús un lugar donde nacer.

Todos queremos ser felices. San Juan nos recuerda que Jesús nos enseña el camino de verdad, la Verdad que nos hace libres, felices, la Vida auténtica. El bautismo -y Confirmación- significa el comienzo de esta nueva vida, lo hemos visto en la segunda lectura, y hemos de entrenarnos con la penitencia y dejarle espacio interior al reino de Dios y a Jesús, no tener el corazón lleno de trastos y egoísmos, de los juegos de la UI o la playstation, u otras cosas que nos atan como a Gollum al anillo y nos hacen esclavos (el protagonista nefasto del Señor de los Anillos), queremos una vida santa: proponernos puntos de conversión, de mejora estos días, de confesión de nuestros pecados, de mejorar en nuestra oración, en estos caminos del Señor, “enderezad las sendas” oír la “voz que clama en el desierto”, y ser portadores de la luz para los demás. Llucià Pou Sabaté.



Segunda Semana de Adviento, sábado: Jesús nos da libertad, y antes que él “vino Elías, pero no lo reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisie

Segunda Semana de Adviento, sábado: Jesús nos da libertad, y antes que él “vino Elías, pero no lo reconocieron, sino que hicieron con él cuanto quisieron”. Procuremos escuchar las llamadas divinas

1.- Eclesiástico (Si:48,1-4.9-11) “Después surgió el profeta Elías como fuego, su palabra abrasaba como antorcha. El atrajo sobre ellos el hambre, y con su celo los diezmó. Por la palabra del Señor cerró los cielos, e hizo también caer fuego tres veces. ¡Qué glorioso fuiste, Elías, en tus portentos!, ¿quién puede jactarse de ser igual que tú? en torbellino de fuego fuiste arrebatado en carro de caballos ígneos; fuiste designado en los reproches futuros, para calmar la ira antes que estallara, para hacer volver el corazón de los padres a los hijos, y restablecer las tribus de Jacob. Felices aquellos que te vieron y que se durmieron en el amor, que nosotros también viviremos sin duda”. Los escribas esperaban el retorno de Elías... Jesús dice que Elías ya ha venido... ¡es El, Jesús, el nuevo Elías!... Excelente ocasión de aprender de los labios de Jesús, que no se deben interpretar todos los pasajes de la Escritura, de un modo demasiado simple, liberal o infantil. El verdadero sentido de la Biblia no se obtiene interpretándolo materialmente. -El profeta Elías surgió como fuego, su palabra ardía como una antorcha. El fuego es una imagen constante en la Biblia, para simbolizar a Dios. En el Sinaí, Dios se manifestó en el fuego de la tormenta. Es natural que el portador de la voluntad divina tenga un rostro de fuego. El fuego será el instrumento de la purificación última de los últimos tiempos. En los sacrificios primitivos, el fuego era el elemento que unía el hombre a Dios. Se comía luego la víctima para consumar la comunión con Dios.

-Elías, por tres veces, hizo caer fuego del cielo. Juan Bautista dirá: "El que viene detrás de mí, os bautizará en el Espíritu Santo y el fuego..." (Mateo 3,11). Y Jesús dirá: «He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que estuviera ya encendido...!» (Lc 12, 49). Y, en Pentecostés, "vieron aparecer unas lenguas, como de fuego..." (Hch 2,3). ¡Dios. Ven a abrasarnos, a purificarnos! ¡Ven a alumbrarnos, a guiarnos!

-Elías, tú que fuiste arrebatado en torbellino de fuego, en carro de caballos de fuego. Escucho la revelación. Acepto esas palabras como unas imágenes: a su muerte, el profeta es «arrebatado en Dios»...

-Fuiste designado para el fin de los tiempos. Es el anuncio del famoso «retorno de Elías» del que los escribas hablaban en tiempo de Jesús, al preguntarse si no sería Juan Bautista, o Jesús.

2. Salmo (80,2-3,15-16,18-19): “Pastor de Israel, escucha, tú que guías a José como un rebaño; tú que estás sentado entre querubes, resplandece / ante Efraím, Benjamín y Manasés; ¡despierta tu poderío, y ven en nuestro auxilio! / ¡Oh Dios Sebaot, vuélvete ya, desde los cielos mira y ve, visita a esta viña, / cuídala, a ella, la que plantó tu diestra! / Esté tu mano sobre el hombre de tu diestra, sobre el hijo de Adán que para ti fortaleciste. / Ya no volveremos a apartarnos de ti; nos darás vida y tu nombre invocaremos”. Dios nos perdona siempre, y con la Virgen siempre detrás de cada lucha hay una victoria, porque tenemos más amor, más humildad, más agarrarnos fuertemente en sus brazos, ella nos lleva a Jesús.

3. Evangelio (Mt 17,10-13): “Bajando Jesús del monte con ellos, sus discípulos le preguntaron: «¿Por qué, pues, dicen los escribas que Elías debe venir primero?». Respondió Él: «Ciertamente, Elías ha de venir a restaurarlo todo. Os digo, sin embargo: Elías vino ya, pero no le reconocieron sino que hicieron con él cuanto quisieron. Así también el Hijo del hombre tendrá que padecer de parte de ellos». Entonces los discípulos comprendieron que se refería a Juan el Bautista”.

Jesús viene a traer la salvación, a vencer los males del mundo: injusticia, violencia, tristeza, crueldad. En su seguimiento, el primero fue su precursor, Juan Bautista, fue como Elías, luminoso como el fuego (primera lectura), preparó los caminos del Señor. Pide hoy la Iglesia en la Colecta: “haz brillar, Dios todopoderoso, en nuestros corazones el resplandor de tu gloria, para que una vez ahuyentadas las tinieblas de la noche, aparezcamos, con la llegada de tu Unigénito, como hijos de la luz”. San Agustín tuvo la experiencia de su conversión, de ese itinerario largo hasta acabar rendido ante la Verdad: "¡Tarde te amé, hermosura soberana, tarde te amé! Y Tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y me lanzaba sobre estas cosas hermosas que Tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. Me retenían lejos de Ti aquellas cosas que sin Ti no existirían. Me llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera, exhalaste tu perfume y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de Ti, y ahora siento hambre y sed de Ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de Ti". Él entendió que lo nuestro no es convertirnos una vez y basta, ya seremos buenos, sino que el único bueno es Jesús, los demás somos pecadores, y en la vida nos toca hacer de hijo pródigo continuamente, agarrados a las manos de Dios, comenzar y recomenzar.

Llucià Pou Sabaté

Adviento, 2ª semana, viernes: Jesús es nuestro salvador, que nos toca una música divina… que hemos de aprender a bailar

Adviento, 2ª semana, viernes: Jesús es nuestro salvador, que nos toca una música divina… que hemos de aprender a bailar

1.Isaías (48,17-19). “Así dice el Señor, tu redentor, el Santo de Israel”: redentor es el que paga rescate, como la amada dice al amado que está feliz porque él ha ido a rescatarla del dragón, del monstruo que la tenía presa, o de los turcos, y le dice “has luchado por mí”… pero también significa una palabra hebrea, “el que se compromete” para salvar, así Jesús quiere hacerse uno de nosotros porque se juega el tipo para sacarnos adelante, él vive para nosotros: “«yo, el Señor, tu Dios, te enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues. Si hubieras atendido a mis mandatos, sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar; tu progenie sería corno arena, como sus granos, los vástagos de tus entrañas; tu nombre no sería aniquilado ni destruido ante mí».” Nos hace una llamada a estar atentos… «Atento»... Es una cualidad esencial a la oración... y a toda la vida del hombre. Haznos atentos, Señor. Jesús hablaba a menudo de vigilancia: «velad y orad» ¡Tan a menudo vivo como adormilado, dejándome llevar! «Os doy un mandamiento nuevo: ¡que os améis los unos a los otros!» ¡Estar atentos a amar! ¡No dejar pasar las ocasiones de amar!

-...Tu paz sería como un río. El que se deja "guiar" por Dios, el que escucha la «enseñanza provechosa», el que está «atento a amar», ¡está lleno de paz! ¡Un río! Evoco esa imagen...

-...Tu dicha y tu justicia serían como las olas del mar. ...Tu posteridad sería como la arena del mar, y tus hijos tantos como los granos de arena. Repetición de la promesa hecha a Abraham. A pesar de todos nuestros rechazos, de todas nuestras faltas de amor, Dios quiere nuestra felicidad, nuestra «justicia» nuestra «rectitud», nuestra «santidad»... ¡vasta y potente como las olas del mar! Y Dios quiere que nuestra vida sea fecunda, que «nuestros talentos rindan el céntuplo»... ¡como los granos de arena de las riberas! Una sola condición: estar atento a tus mandatos, Señor (Noel Quesson).

2. Salmo (1,1-2.3.4 y 6). “Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni entra por la senda de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los cínicos; sino que su gozo es la ley del Señor, y medita su ley día y noche.

Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin”. No se puede construir la conciencia humana sin un fundamento divino. –Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida, quien lo sigue no caminará en las tinieblas. Así nuestras hojas nunca serán marchitas, que es cuando no hay fruto alguno, las hojas mismas, al fin, se marchitarán y caerán; pero si la palabra de Dios gobierna el corazón, la profesión se conservará siempre verde y fresca; tales laureles no se marchitan.

3.- Evangelio según san Mateo (11,16-19). En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: - «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado.7 Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio. " Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios». Jesús se acerca, viene… "¡Ven Señor Jesús!". "Ha llegado el Adviento. ¡Qué buen tiempo para remozar el deseo, la añoranza, las ansias sinceras por la venida de Cristo!, ¡por su venida cotidiana a tu alma en la Eucaristía! - "Ecce veniet"! - ¡que está al llegar!, nos anima la Iglesia" (san Josemaría. Forja, 548). En medio del bullicio del mundo, hemos de hacer como los niños que reconocen al Maestro, se acercan a Él, y Él los bendice y abraza, y proclama con éxtasis entusiasmado: "Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a los pequeños." Suele la gente ofrecer su mejor imagen, para causar buena impresión. Así, los profesores principiantes suelen hacer ver en sus clases que saben mucho de lo que enseñan. Pero más enriquecedor es acercarse a un sabio, y contemplar su sencillez, y ver cómo escucha, y a veces responde: “no sé” ante una pregunta. Aparentar puede ser necesario para el que quiere “ser más”, pero no para el que quiere ser "pequeño", el que le basta con lo que tiene, el que está contento con lo que ya es, hijo de Dios. Nicodemo quería hacerse pequeño, y no sabía cómo: "¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Acaso puede entrar otra vez en el seno de su madre y nacer?" (Jn. 3, 4). San Josemaría comentaba así este “proceso”: "hacernos niños: renunciar a la soberbia, a la autosuficiencia; reconocer que nosotros solos nada podemos, porque necesitamos de la gracia, del poder de nuestro Padre Dios para aprender a caminar y para perseverar en el camino. Ser pequeños exige abandonarse como se abandonan los niños, pedir como piden los niños". También se lo pedimos a la Virgen, que si hay algo que mejorar, lo procuremos: "Madre, Vida, Esperanza mía, condúceme con tu mano -y si algo hay ahora en mí que desagrada a mi Padre-Dios, concédeme que lo vea y que, entre los dos, lo arranquemos. /¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen Santa María!, ruega por mí, para que, cumpliendo la amabilísima Voluntad de tu Hijo, sea digno de alcanzar y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesús." (Forja n. 161).

Hay un famoso cuadro en la iglesia de Sant Paul, en Londres, que muestra Jesús, abriendo la puerta del corazón de una persona. Alguien le dijo al pintor, en la presentación de la pintura: “falta el picaporte de esa puerta”, y el pintor contestó: “no se me olvidó pintarla, es que esta puerta, la del corazón de cada persona, sólo puede abrirse desde dentro”. Es lo que dice el Señor en el Apocalipsis: “mira que estoy a la puerta y llamo, el que me abra cenaré con él y él conmigo”… Vamos a procurar abrir esa puerta para que entre Jesús, y con él el Cielo, en nuestro corazón. Vamos a procurar que todos los hombres le abran la puerta a Jesús. Vamos a hacer muchas copias de esta llave, para mostrar a los demás cual el secreto de la felicidad, del cielo: "El que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos, ése entrará”. Vamos a “entender” la música del corazón, para decir con toda el alma, cada día, con mucha fe, las palabras del Padre Nuestro: "Hágase tu voluntad." Oír la música: "por tanto, todo el que oye estas palabra mías y las pone en práctica es como un hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, llegaron las riadas, soplaron los vientos e irrumpieron contra aquella casa, pero no se cayó porque estaba cimentada sobre roca."

Jesús es el que llama a la puerta del corazón del hombre, toca la música para consolar al triste, acompañar al enfermo, ayudar al necesitado, visitar al que esté solo. Llama y toca la música ahí donde nos encontramos: en la familia, con los amigos, vecinos…

“En vísperas de la Navidad —cuenta la Madre Teresa de Calcuta— yo abrí un hogar para enfermos de SIDA en Nueva York como regalo de nacimiento para Jesús. Lo empezamos con quince lechos para otros tantos pacientes y con cuatro jóvenes a quienes conseguí sacar de la cárcel porque no querían morir allí. Ellos fueron los primeros huéspedes de nuestro hogar. Les había preparado una capilla, de modo que tales jóvenes de veinte o veinticinco años, que no habían estado cerca o se habían alejado de Jesús, de la oración o de la confesión, pudiesen, si lo deseaban, acercarse de nuevo a Él. Gracias a la bendición de Dios y a su amor, sus corazones se transformaron por completo. Los trece o catorce han fallecido ya en nuestro hogar, porque se trata de una enfermedad mortal, incurable. La última vez que estuve allí, recientemente todavía, uno de ellos hubo de ser trasladado al hospital. Antes de ir me dijo:

—Madre Teresa, usted es amiga mía. Quiero hablar a solas con usted.

¿Qué creéis que me dijo aquel hombre que veinticinco años atrás se había confesado y comulgado por última vez y que desde entonces había interrumpido sus contactos con Jesús?

Me dijo esto:

—¿Sabe, Madre Teresa? Cuando siento un tremendo mal de cabeza, lo comparto con el dolor de Jesús al ser coronado de espinas. Cuando experimento un dolor insoportable (y es que el dolor que produce esa enfermedad es insoportable de verdad), cuando el dolor resulta insoportable en mi espalda, lo comparto con el dolor de Jesús al ser azotado. Cuando el dolor se hace insoportable en mis manos y mis pies, lo comparto con el dolor experimentado por Jesús al ser crucificado. Le pido que me lleve de nuevo al hogar. Quiero morir cerca de ustedes.

Conseguí permiso del médico para llevármelo a casa. Lo acompañé a la capilla. Jamás he visto a nadie hablar con Dios como lo hizo aquel hombre, con un amor de comprensión tan grande entre él y Jesús. Después de tres días murió. Difícil de comprender el cambio experimentado por aquel hombre."

La vida es como una canción de amor, que como toda canción tiene una letra y una música: la letra es lo que toca en cada momento hacer, pero la entonación musical es importante, si no sería muy aburrida la vida: es la música del corazón, el amor, lo que da sentido a la letra, como decían aquellos del primer concurso de “Operación triunfo”: “Nos une una obsesión. Cantar es nuestra vida y mi música es tu voz. Cuenta con mi vida que hoy la doy por ti. Mi pasión la quiero compartir. A tu lado me siento seguro... a tu lado yo puedo volar... a tu lado mis sueños se harán por fin realidad. A tu lado... Estamos hoy unidos cantando esta canción... A tu lado me siento seguro, a tu lado no dudo a tu lado yo puedo volar. A tu lado hoy brilla mi estrella a tu lado mis sueños se harán por fin realidad”. Al lado de Dios estamos seguros, su música es camino seguro de felicidad. Es una música sutil y encantadora, nos hace –como decía aquel grupo- “soñar despierto, vivir lo nuestro, volar” en este universo sobrenatural, dondequiera que vayamos. Con el corazón llevando esta música, podemos disfrutar profundamente de la compañía de las personas que nos rodean (familiares, amigos, conocidos o extraños), entre ellas aquellos cuyos caracteres no son perfectos, del mismo modo que nuestro propio carácter no es perfecto. Estamos entonces abiertos a la belleza, al misterio y a la grandeza de la vida corriente, "comprendemos" que siempre ha sido bella, misteriosa y grandiosa, y que siempre lo será... como cantaba también ese grupo: “Juntas nuestras manos la estrella brillará / música es la fuerza que nos empujará... / juntos corazones en una sola voz, / tantas ilusiones en un corazón... / Cógela y aprieta fuerte, / lucha cueste lo que cueste, / contra el viento contra el fuego llegarás al mismo cielo... / Mi estrella será tu luz..., / coge mi mano yo estoy contigo / esto es un sueño sueña conmigo... / Mi estrella será tu luz... / y conseguirlo no es tan difícil si la voz te sale del corazón”. La estrella es María, nuestra esperanza, Adviento vivo de la presencia del Señor. Ella nos hace sentir a Jesús que nos busca, oír su música, aprender a bailar con esa música divina…

Llucià Pou Sabaté

sábado, 11 de diciembre de 2010

Jueves de la 1ª semana de Adviento. Jesús es el amigo que nos da fortaleza, con él estamos seguros en el camino de la vida, nos enseña a hacer la Voluntad de nuestro Padre Dios

1.Isaías (26,1-6) nos habla de un “canto en el país de Judá”: «Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes… porque el Señor es la Roca perpetua». La Iglesia está fuerte con Jesús, es la ciudad de Dios, como la llamaba s. Agustín. Me alimenta. Me conforta, cura mis fragilidades. Mis pecados. "Edificar su casa sobre roca"... "Tú eres Pedro, tú eres Roca, y sobre esta piedra, sobre esta Roca, edificaré mi Iglesia".

2. Salmo (117,1 y 8-9.19-21.25-27ª). “Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Mejor es refugiarse en el Señor que fiarse de los hombres… Señor, danos la salvación... Bendito el que viene en nombre del Señor, os bendecimos desde la casa del Señor; el Señor es Dios, él nos ilumina”. Dios es bueno y misericordioso para con todos los que confían en Él. Sabemos que somos débiles, y que muchas veces podemos ser vencidos por el mal, por el pecado, por nuestras debilidades; la gracia de Dios no nos faltará pues Él nos escucha siempre, nos perdona y quiere salvarnos, pues no ha venido a condenarnos, sino a llevarnos a su Reino celestial.

3. Evangelio (Mateo 7,21.24-27). Jesús a sus discípulos: -«No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»

Ahora vemos que la roca es la amistad con Jesús, que nos enseña que somos hijos de Dios, que nos quiere siempre aunque no nos portemos bien. El otra día un niño, enfadado con su padre, le decía: “¡ya no te quiero!” y el padre le contestaba: “pues yo sí, te seguiré queriendo siempre”. Así hace Dios... Cuantas angustias se han causado, por no entender bien que la justicia de Dios sólo se entiende desde esta misericordia. Aunque está claro que solo entiende el corazón de Dios quien lo acepta como Dios y salvador.

Dicen de un niño que era un desastre, la maestra en lugar de reñirlo se le acercó, él esperaba ya una bofetada, pero ella le dio un beso, y le ayudó. Al cabo de los años, el chico, ya bien situado a la vida, le escribió a la maestra que no había tenido experiencia de los padres, vivía con unos tíos, y “el beso de aquel día fue el primero que recuerda de su vida”, que a partir de aquel momento cambió. Eso es lo que hace el amor, nos lleva a la salvación. El amor es lo que más mueve. A muchos el castigo no nos mueve tanto como el amor.

Babel fue la ciudad de los hombres que no se entienden, porque no se aman, son las palabras que llevan a la discordia, amar es edificar sobre roca, seguir a Jesús y construir sobre su palabra. Estos días de Adviento, siguiendo a María, la Madre de Jesús. Ella vive la fe, edifica su vida sobre la roca de la Palabra: «hágase en mí según tu Palabra».

Para construir bien, hemos de hacer buenos cimientos para que las tormentas no se lleven la casa, y edificar sobre roca es lo mejor: sobre nuestro padre Dios, no soltarnos. Y cuando nos perdemos, volver como el hijo pródigo, y no preocuparnos si caemos, porque la victoria está en que después de cada lucha, acompañados de la Virgen, tenemos más amor. Llucià Pou Sabaté

Domingo XXVIII, año C: la fe y la obediencia nos llevan a confiar en Dios.

sábado, 11 de diciembre de 2010) Escrito por LluciàPou

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1. Segundo libro de los Reyes (5,14-17). El general sirio ha venido por la palabra de una esclava judía, para curarse. El profeta le ha dicho que se lave en el río, y él dudó porque los ríos de su país son mucho mejores, pero al final obedece el consejo sencillo que le proponen: En aquellos días, Naamán el sirio bajó y se bañó siete veces en el Jordán, como se lo había mandado Eliseo, el hombre de Dios, y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño. Volvió con su comitiva al hombre de Dios y se le presentó diciendo: -Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel. Y tú acepta un presente de tu servidor. Contestó Eliseo: -Juro por Dios, a quien sirvo, que no aceptaré nada. Y aunque le insistía, lo rehusó. Naamán dijo: -Entonces, que entreguen a tu servidor una carga de tierra, que pueda llevar un par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios de comunión a otro dios que no sea el Señor. Ellos pensaban que los dioses tenían un territorio, por eso se lleva tierra… pero aquí vemos que la salvación es para todos. Lo entienden de momento a medias… sólo un poco. También es una lección de gratuidad. Eliseo no acepta ningún presente y no pide nada. Con Dios tampoco hemos de pagarle ni demostrarle nada, Él nos quiere y basta… Lo de lavarse está claro que es una profecía de lo que es el bautismo. Este general, después de haber llegado a la cúspide de su carrera, de repente frente al abismo: tiene lepra. Está condenado en vida a muerte en un doble sentido: tendrá que contemplar en su cuerpo, todavía vivo, su propia corrupción, y experimentar en vida el destino de la muerte. Y porque así ocurría, porque el leproso se hallaba ya en las garras de la muerte, era arrojado de la sociedad y «dejado en la intemperie»: él no tenía ya -por supuesto, en Israel, pero tampoco en otras religiones- ningún acceso al santuario; era excomulgado de la comunidad, la cual quedaría contaminada con el hálito de la muerte. En ese aislamiento, queda abandonado totalmente al poder de la muerte, cuya esencia es soledad, ruina y destrucción de la comunión con otros. En este momento cruel y terrible de su derrumbamiento en la nada, Naamán se agarra a un clavo ardiendo y se aferra al más mínimo rumor de posible salvación. En este caso, lo escucha de una criada: en Israel hay un hombre que puede curar. Pero cuando iba a realizar lo que se le pedía, todo está a punto de fracasar. En efecto, su orgullo se resiste a someterse a un baño en el Jordán; pero un criado suyo le debe recordar que él no se halla en situación en la que pueda vanagloriarse de su posición o del papel que desempeña; enfrentado con la muerte, no es más que ese hombre y debe intentar lo último. De ese modo queda bien claro que no es el Jordán el que cura, sino la obediencia, el renunciar al propio papel y a su arrogancia o a la hipocresía, el descender y el presentarse desnudo ante el Dios vivo. La obediencia es el baño que purifica y salva. Nosotros también tenemos nuestra lepra, lo que nos cuesta: hemos de tener la disposición a aceptar lo pequeño, lo ordinario; en la disposición al baño de la obediencia y dejarnos ayudar… Como Naamán, muchos querrían imponer sus condiciones a Dios, para tomarlo en serio y creer. Pero es Dios quien tiene la palabra. Y Dios no convoca oposiciones, ni valora el curriculum, ni acepta enchufes. Dios sale al encuentro de todos los que le buscan con sincero corazón, y se les muestra en los acontecimientos más insospechados de la vida. Moisés lo descubrió en una zarza que ardía sin consumirse. Lo importante es saber ver, saber mirar con ojos nuevos, tener el corazón limpio para poder ver a Dios (Joseph Ratzinger / Eucaristía 1989). 2. Salmo (97,1.2-3ab.3cd-4) R/. El Señor revela a las naciones su justicia. Cantad al Señor un cántico nuevo, / porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, / su santo brazo; / el Señor da a conocer su victoria, / revela a las naciones su justicia: / se acordó de su misericordia y su fidelidad / en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de nuestro Dios. / Aclama al Señor, tierra entera, / gritad, vitoread, tocad. Es un canto que proclama la victoria de Jesús que nos salva. Un cántico nuevo al Niño de Belén, en quien se manifiesta el amor de Dios Padre en favor de la Iglesia, el nuevo Israel. La alabanza a Cristo, aprendida en la escuela de este salmo, es el fruto de la alegría que suscita su Nacimiento en un corazón admirado y agradecido de sentirse salvado por su Señor, que aparece en la verdad de nuestra misma carne. En un famoso himno navideño de Sedulio (+450), el 'A solis ortus cárdine', se recogen estas palabras: "No rechaza el pesebre, ni dormir sobre unas pajas; tan solo se conforma con un poco de leche, el mismo que, en su providencia, impide que los pájaros sientan hambre." Es un "salmo del reino": en la fiesta de las Tiendas (que recordaban los 40 años del Éxodo de Israel, de peregrinación por el desierto), Jerusalén, en una gran fiesta popular que se notaba no solamente en el Templo, lugar de culto, sino en toda la ciudad, ya que se construían "tiendas" con ramajes por todas partes... Jerusalén festejaba a "su rey". Y la originalidad admirable de este pueblo, es que este "rey" no era un hombre (ya que la dinastía Davídica había desaparecido hacía largo tiempo), sino Dios en persona. Este salmo es una invitación a la fiesta que culminaba en una enorme "ovación" real: "¡Dios reina!", "¡aclamad a vuestro rey, el Señor!" Imaginemos este "Terouah", palabra intraducible, que significa: "grito"... "ovación"... "aclamación". Porque "Él ha hecho maravillas"... "Ha salvado con su mano derecha"... "Ha hecho conocer y revelado su justicia"... "Se acordó de su Hessed"... (Amor-fidelidad que llega a lo más profundo del ser); "El vino-el viene"... Y para terminar, un verbo en tiempo, "no acabado", que se traduce en futuro a falta de un tiempo mejor (ya que esta última acción de Dios está solamente sin terminar aunque comenzada): "El regirá el orbe con Justicia y los pueblos con rectitud"... 3. Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 2,8-13. Querido hermano: Haz memoria de Jesucristo el Señor, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Este ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen su salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna: Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo. Pablo está preso, pero libre por dentro: a la Palabra de Dios no se la puede encadenar y Pablo ha recibido la misión de anunciarla. Por eso, lo aguanta todo en favor de los que Dios ha elegido, para que ellos alcancen también la salvación, lograda por Jesucristo, con la gloria eterna. 4. Evangelio según San Lucas 17,11-19. Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: -Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Al verlos, les dijo: -Id a presentaros a los sacerdotes. Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: -¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria Dios? Y le dijo: -Levántate, vete: tu fe te ha salvado. Sólo el samaritano vuelve para alabar a Dios y reconocer en Jesús al Rey-Mesías. La postración delante de Jesús no es una adoración, sino el reconocimiento de esta realeza mesiánica. Los otros nueve no vuelven. Parece como si vieran natural que en ellos, hijos de Abrahán, se cumplieran las promesas mesiánicas. Pero, al decir Jesús al samaritano, al extranjero, "tu fe te ha salvado", nos enseña que el verdadero Israel se asienta en la fe agradecida (Eucaristía 1989). Jesús vive y nos espera en el Sagrario, y queremos visitarle, tratarle, que sea nuestro mejor Amigo, para confiarle nuestras preocupaciones y fallos, enfermedades y lepras, y su manto, vestiduara mágica, nos hace invencibles... (Ricardo Martínez Carazo). Llucià Pou Sabaté, 10.10.10, con notas tomadas de Mercaba.org.

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Domingo XXVIII, año C: la fe y la obediencia nos llevan a confiar en Dios.

1. Segundo libro de los Reyes (5,14-17). El general sirio ha venido por la palabra de una esclava judía, para curarse. El profeta le ha dicho que se lave en el río, y él dudó porque los ríos de su país son mucho mejores, pero al final obedece el consejo sencillo que le proponen: En aquellos días, Naamán el sirio bajó y se bañó siete veces en el Jordán, como se lo había mandado Eliseo, el hombre de Dios, y su carne quedó limpia de la lepra, como la de un niño. Volvió con su comitiva al hombre de Dios y se le presentó diciendo: -Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel. Y tú acepta un presente de tu servidor. Contestó Eliseo: -Juro por Dios, a quien sirvo, que no aceptaré nada. Y aunque le insistía, lo rehusó. Naamán dijo: -Entonces, que entreguen a tu servidor una carga de tierra, que pueda llevar un par de mulas; porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios de comunión a otro dios que no sea el Señor. Ellos pensaban que los dioses tenían un territorio, por eso se lleva tierra… pero aquí vemos que la salvación es para todos. Lo entienden de momento a medias… sólo un poco. También es una lección de gratuidad. Eliseo no acepta ningún presente y no pide nada. Con Dios tampoco hemos de pagarle ni demostrarle nada, Él nos quiere y basta… Lo de lavarse está claro que es una profecía de lo que es el bautismo. Este general, después de haber llegado a la cúspide de su carrera, de repente frente al abismo: tiene lepra. Está condenado en vida a muerte en un doble sentido: tendrá que contemplar en su cuerpo, todavía vivo, su propia corrupción, y experimentar en vida el destino de la muerte. Y porque así ocurría, porque el leproso se hallaba ya en las garras de la muerte, era arrojado de la sociedad y «dejado en la intemperie»: él no tenía ya -por supuesto, en Israel, pero tampoco en otras religiones- ningún acceso al santuario; era excomulgado de la comunidad, la cual quedaría contaminada con el hálito de la muerte. En ese aislamiento, queda abandonado totalmente al poder de la muerte, cuya esencia es soledad, ruina y destrucción de la comunión con otros. En este momento cruel y terrible de su derrumbamiento en la nada, Naamán se agarra a un clavo ardiendo y se aferra al más mínimo rumor de posible salvación. En este caso, lo escucha de una criada: en Israel hay un hombre que puede curar. Pero cuando iba a realizar lo que se le pedía, todo está a punto de fracasar. En efecto, su orgullo se resiste a someterse a un baño en el Jordán; pero un criado suyo le debe recordar que él no se halla en situación en la que pueda vanagloriarse de su posición o del papel que desempeña; enfrentado con la muerte, no es más que ese hombre y debe intentar lo último. De ese modo queda bien claro que no es el Jordán el que cura, sino la obediencia, el renunciar al propio papel y a su arrogancia o a la hipocresía, el descender y el presentarse desnudo ante el Dios vivo. La obediencia es el baño que purifica y salva. Nosotros también tenemos nuestra lepra, lo que nos cuesta: hemos de tener la disposición a aceptar lo pequeño, lo ordinario; en la disposición al baño de la obediencia y dejarnos ayudar… Como Naamán, muchos querrían imponer sus condiciones a Dios, para tomarlo en serio y creer. Pero es Dios quien tiene la palabra. Y Dios no convoca oposiciones, ni valora el curriculum, ni acepta enchufes. Dios sale al encuentro de todos los que le buscan con sincero corazón, y se les muestra en los acontecimientos más insospechados de la vida. Moisés lo descubrió en una zarza que ardía sin consumirse. Lo importante es saber ver, saber mirar con ojos nuevos, tener el corazón limpio para poder ver a Dios (Joseph Ratzinger / Eucaristía 1989). 2. Salmo (97,1.2-3ab.3cd-4) R/. El Señor revela a las naciones su justicia. Cantad al Señor un cántico nuevo, / porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, / su santo brazo; / el Señor da a conocer su victoria, / revela a las naciones su justicia: / se acordó de su misericordia y su fidelidad / en favor de la casa de Israel. Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de nuestro Dios. / Aclama al Señor, tierra entera, / gritad, vitoread, tocad. Es un canto que proclama la victoria de Jesús que nos salva. Un cántico nuevo al Niño de Belén, en quien se manifiesta el amor de Dios Padre en favor de la Iglesia, el nuevo Israel. La alabanza a Cristo, aprendida en la escuela de este salmo, es el fruto de la alegría que suscita su Nacimiento en un corazón admirado y agradecido de sentirse salvado por su Señor, que aparece en la verdad de nuestra misma carne. En un famoso himno navideño de Sedulio (+450), el 'A solis ortus cárdine', se recogen estas palabras: "No rechaza el pesebre, ni dormir sobre unas pajas; tan solo se conforma con un poco de leche, el mismo que, en su providencia, impide que los pájaros sientan hambre." Es un "salmo del reino": en la fiesta de las Tiendas (que recordaban los 40 años del Éxodo de Israel, de peregrinación por el desierto), Jerusalén, en una gran fiesta popular que se notaba no solamente en el Templo, lugar de culto, sino en toda la ciudad, ya que se construían "tiendas" con ramajes por todas partes... Jerusalén festejaba a "su rey". Y la originalidad admirable de este pueblo, es que este "rey" no era un hombre (ya que la dinastía Davídica había desaparecido hacía largo tiempo), sino Dios en persona. Este salmo es una invitación a la fiesta que culminaba en una enorme "ovación" real: "¡Dios reina!", "¡aclamad a vuestro rey, el Señor!" Imaginemos este "Terouah", palabra intraducible, que significa: "grito"... "ovación"... "aclamación". Porque "Él ha hecho maravillas"... "Ha salvado con su mano derecha"... "Ha hecho conocer y revelado su justicia"... "Se acordó de su Hessed"... (Amor-fidelidad que llega a lo más profundo del ser); "El vino-el viene"... Y para terminar, un verbo en tiempo, "no acabado", que se traduce en futuro a falta de un tiempo mejor (ya que esta última acción de Dios está solamente sin terminar aunque comenzada): "El regirá el orbe con Justicia y los pueblos con rectitud"... 3. Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 2,8-13. Querido hermano: Haz memoria de Jesucristo el Señor, resucitado de entre los muertos, nacido del linaje de David. Este ha sido mi Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo por los elegidos, para que ellos también alcancen su salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna: Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo. Pablo está preso, pero libre por dentro: a la Palabra de Dios no se la puede encadenar y Pablo ha recibido la misión de anunciarla. Por eso, lo aguanta todo en favor de los que Dios ha elegido, para que ellos alcancen también la salvación, lograda por Jesucristo, con la gloria eterna. 4. Evangelio según San Lucas 17,11-19. Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: -Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Al verlos, les dijo: -Id a presentaros a los sacerdotes. Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: -¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria Dios? Y le dijo: -Levántate, vete: tu fe te ha salvado. Sólo el samaritano vuelve para alabar a Dios y reconocer en Jesús al Rey-Mesías. La postración delante de Jesús no es una adoración, sino el reconocimiento de esta realeza mesiánica. Los otros nueve no vuelven. Parece como si vieran natural que en ellos, hijos de Abrahán, se cumplieran las promesas mesiánicas. Pero, al decir Jesús al samaritano, al extranjero, "tu fe te ha salvado", nos enseña que el verdadero Israel se asienta en la fe agradecida (Eucaristía 1989). Jesús vive y nos espera en el Sagrario, y queremos visitarle, tratarle, que sea nuestro mejor Amigo, para confiarle nuestras preocupaciones y fallos, enfermedades y lepras, y su manto, vestiduara mágica, nos hace invencibles... (Ricardo Martínez Carazo). Llucià Pou Sabaté, 10.10.10, con notas tomadas de Mercaba.org.

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Domingo XXVIII, año C: la fe y la obediencia nos llevan a confiar en las manos de Dios, que ofrece a todos la salvación

1. Segundo libro de los Reyes (5,14-17).
El general sirio ha venido por la palabra de una esclava judía, para

curarse. El profeta le ha dicho que se lave en el río, y él dudó

porque los ríos de su país son mucho mejores, pero al final obedece el

consejo sencillo que le proponen: En aquellos días, Naamán el sirio

bajó y se bañó siete veces en el Jordán, como se lo había mandado

Eliseo, el hombre de Dios, y su carne quedó limpia de la lepra, como

la de un niño. Volvió con su comitiva al hombre de Dios y se le

presentó diciendo:

-Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de

Israel. Y tú acepta un presente de tu servidor.

Contestó Eliseo: -Juro por Dios, a quien sirvo, que no aceptaré nada.

Y aunque le insistía, lo rehusó. Naamán dijo: -Entonces, que entreguen

a tu servidor una carga de tierra, que pueda llevar un par de mulas;

porque en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios

de comunión a otro dios que no sea el Señor.

Ellos pensaban que los dioses tenían un territorio, por eso se lleva

tierra… pero aquí vemos que la salvación es para todos. Lo entienden

de momento a medias… sólo un poco. También es una lección de

gratuidad. Eliseo no acepta ningún presente y no pide nada. Con Dios

tampoco hemos de pagarle ni demostrarle nada, Él nos quiere y basta…

Lo de lavarse está claro que es una profecía de lo que es el bautismo.

Este general, después de haber llegado a la cúspide de su carrera, de

repente frente al abismo: tiene lepra. Está condenado en vida a muerte

en un doble sentido: tendrá que contemplar en su cuerpo, todavía

vivo, su propia corrupción, y experimentar en vida el destino de la

muerte. Y porque así ocurría, porque el leproso se hallaba ya en las

garras de la muerte, era arrojado de la sociedad y «dejado en la

intemperie»: él no tenía ya -por supuesto, en Israel, pero tampoco en

otras religiones- ningún acceso al santuario; era excomulgado de la

comunidad, la cual quedaría contaminada con el hálito de la muerte.

En ese aislamiento, queda abandonado totalmente al poder de la

muerte, cuya esencia es soledad, ruina y destrucción de la comunión

con otros.

En este momento cruel y terrible de su derrumbamiento en la nada,

Naamán se agarra a un clavo ardiendo y se aferra al más mínimo rumor

de posible salvación. En este caso, lo escucha de una criada: en

Israel hay un hombre que puede curar. Pero cuando iba a realizar lo

que se le pedía, todo está a punto de fracasar. En efecto, su orgullo

se resiste a someterse a un baño en el Jordán; pero un criado suyo le

debe recordar que él no se halla en situación en la que pueda

vanagloriarse de su posición o del papel que desempeña; enfrentado

con la muerte, no es más que ese hombre y debe intentar lo último. De

ese modo queda bien claro que no es el Jordán el que cura, sino la

obediencia, el renunciar al propio papel y a su arrogancia o a la

hipocresía, el descender y el presentarse desnudo ante el Dios vivo.

La obediencia es el baño que purifica y salva.

Nosotros también tenemos nuestra lepra, lo que nos cuesta: hemos de

tener la disposición a aceptar lo pequeño, lo ordinario; en la

disposición al baño de la obediencia y dejarnos ayudar…

Como Naamán, muchos querrían imponer sus condiciones a Dios, para

tomarlo en serio y creer. Pero es Dios quien tiene la palabra. Y Dios

no convoca oposiciones, ni valora el curriculum, ni acepta enchufes.

Dios sale al encuentro de todos los que le buscan con sincero corazón,

y se les muestra en los acontecimientos más insospechados de la vida.

Moisés lo descubrió en una zarza que ardía sin consumirse. Lo

importante es saber ver, saber mirar con ojos nuevos, tener el corazón

limpio para poder ver a Dios (Joseph Ratzinger / Eucaristía 1989).





2. Salmo (97,1.2-3ab.3cd-4) R/. El Señor revela a las naciones su justicia.

Cantad al Señor un cántico nuevo, / porque ha hecho maravillas.

Su diestra le ha dado la victoria, / su santo brazo; / el Señor da a

conocer su victoria, / revela a las naciones su justicia: / se acordó

de su misericordia y su fidelidad / en favor de la casa de Israel.

Los confines de la tierra han contemplado / la victoria de nuestro

Dios. / Aclama al Señor, tierra entera, / gritad, vitoread, tocad.





Es un canto que proclama la victoria de Jesús que nos salva. Un

cántico nuevo al Niño de Belén, en quien se manifiesta el amor de Dios

Padre en favor de la Iglesia, el nuevo Israel. La alabanza a Cristo,

aprendida en la escuela de este salmo, es el fruto de la alegría que

suscita su Nacimiento en un corazón admirado y agradecido de sentirse

salvado por su Señor, que aparece en la verdad de nuestra misma carne.

En un famoso himno navideño de Sedulio (+450), el 'A solis ortus

cárdine', se recogen estas palabras: "No rechaza el pesebre, ni dormir

sobre unas pajas; tan solo se conforma con un poco de leche, el mismo

que, en su providencia, impide que los pájaros sientan hambre."

Es un "salmo del reino": en la fiesta de las Tiendas (que recordaban

los 40 años del Éxodo de Israel, de peregrinación por el desierto),

Jerusalén, en una gran fiesta popular que se notaba no solamente en el

Templo, lugar de culto, sino en toda la ciudad, ya que se construían

"tiendas" con ramajes por todas partes... Jerusalén festejaba a "su

rey". Y la originalidad admirable de este pueblo, es que este "rey" no

era un hombre (ya que la dinastía Davídica había desaparecido hacía

largo tiempo), sino Dios en persona. Este salmo es una invitación a la

fiesta que culminaba en una enorme "ovación" real: "¡Dios reina!",

"¡aclamad a vuestro rey, el Señor!" Imaginemos este "Terouah", palabra

intraducible, que significa: "grito"... "ovación"... "aclamación".

Porque "Él ha hecho maravillas"... "Ha salvado con su mano derecha"...

"Ha hecho conocer y revelado su justicia"... "Se acordó de su

Hessed"... (Amor-fidelidad que llega a lo más profundo del ser); "El

vino-el viene"... Y para terminar, un verbo en tiempo, "no acabado",

que se traduce en futuro a falta de un tiempo mejor (ya que esta

última acción de Dios está solamente sin terminar aunque comenzada):

"El regirá el orbe con Justicia y los pueblos con rectitud"...





3. Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a Timoteo 2,8-13.


Querido hermano: Haz memoria de Jesucristo el Señor, resucitado de

entre los muertos, nacido del linaje de David. Este ha sido mi

Evangelio, por el que sufro hasta llevar cadenas, como un malhechor.



Pero la palabra de Dios no está encadenada. Por eso lo aguanto todo

por los elegidos, para que ellos también alcancen su salvación,

lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna:




Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él. Si

perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará.

Si somos infieles, él permanece fiel, porque no puede negarse a sí

mismo.



Pablo está preso, pero libre por dentro: a la Palabra de Dios no se

la puede encadenar y Pablo ha recibido la misión de anunciarla. Por

eso, lo aguanta todo en favor de los que Dios ha elegido, para que

ellos alcancen también la salvación, lograda por Jesucristo, con la

gloria eterna.



4. Evangelio según San Lucas 17,11-19.

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.

Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez

leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían:



-Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.

Al verlos, les dijo:

-Id a presentaros a los sacerdotes.



Y mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que

estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos, y se echó

por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.


Este era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo:

-¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No

ha vuelto más que este extranjero para dar gloria Dios?

Y le dijo: -Levántate, vete: tu fe te ha salvado.


Sólo el samaritano vuelve para alabar a Dios y reconocer en Jesús al

Rey-Mesías. La postración delante de Jesús no es una adoración, sino

el reconocimiento de esta realeza mesiánica. Los otros nueve no

vuelven. Parece como si vieran natural que en ellos, hijos de Abrahán,

se cumplieran las promesas mesiánicas. Pero, al decir Jesús al

samaritano, al extranjero, "tu fe te ha salvado", nos enseña que el

verdadero Israel se asienta en la fe agradecida (Eucaristía 1989).

Jesús vive y nos espera en el Sagrario, y queremos visitarle,

tratarle, que sea nuestro mejor Amigo, para confiarle nuestras

preocupaciones y fallos, enfermedades y lepras, y su manto, vestiduara

mágica, nos hace invencibles... (Ricardo Martínez Carazo).
Llucià Pou Sabaté


Sabaté, 10.10.10, con notas tomadas de Mercaba.org.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Centro de Estudios Políticos y Sociales “Santo Tomás Moro": Vida más allá de la muerte

Centro de Estudios Políticos y Sociales “Santo Tomás Moro": Vida más allá de la muerte: "Desde El Fedón, diálogo de Platón, se ha hablado mucho sobre la inmortalidad del alma. Dice el cantante José Luis Perales: “hay momentos en..."

Esperanza y vida, mundo y eternidad


Desde El Fedón, diálogo de Platón, se ha hablado mucho sobre la inmortalidad del alma. Dice el cantante José Luis Perales: “hay momentos en esta vida, tan felices, que pienso que el cielo lo tengo aquí -¿Y son frecuentes esos momentos? -Son intensos, maravillosos, pero no demasiado frecuentes. Por eso pienso que hay una vida después de ésta. No es lógico que vengamos a este mundo a pasar un minuto de felicidad por mil de infelicidad. En lo más profundo de mi ser hay el convencimiento de que hay otro mundo que no es así. No nos conformamos con que un día salga el sol y esté todo precioso, sino que queremos que sea siempre”. Recuerdo haber leído de un famoso general que en su epitafio mandó poner, entre otras cosas, los días que fue feliz, que eran bien pocos, y añadía, “y no todos seguidos”… una mujer al que se le murió el marido de accidente, a quien quería mucho, puso en un libro que le dedicó: “con él fui feliz los 30 años que pasé a su lado… todos seguidos”. Pero, aún así, sabiendo que la felicidad depende del amor, en esta vida no lo tenemos todo. Podemos estar contentos, pero no satisfechos por completo, si no en la esperanza de un mundo mejor. Porque llevamos dentro una sed de eternidades, de infinitud...
Hay una cierta intuición en el hombre, en la que se atisba todo esto y algunos autores paganos hablan de hombres que tienen deseo de ser dioses o hijos de dioses. Y el sentimiento de “endiosarse” lleva a la osadía de las cosas grandes. Constituye un endiosamiento: “Si hemos sido hechos hijos de Dios, hemos sido hechos dioses” (S. Agustín).
Esta intuición genera esperanza, que no es olvidar nuestra vida y el mundo. El marxismo clásico consideró a la religión como el opio del pueblo, pues la religión, mientras orienta la esperanza del hombre hacia una vida futura ilusoria, lo estaría apartando de la construcción de la ciudad terrestre. Pero hemos visto durante los desastres del siglo XX que en realidad son los sistemas sin Dios los que aniquilan al hombre, o los egoísmos individualistas que tenemos aún hoy: comamos y bebamos, que mañana moriremos es algo nefasto, pues el hombre sólo se realiza con la apertura hacia los demás. Pero tampoco está bien olvidarnos del mundo y pensar sólo en el cielo. Está claro que muchos cristianos han abandonado el mundo de aquí, pensando mucho en el mundo futuro, abandonando las obligaciones sociales… La noción de liberación “integral” propuesta por el magisterio de la Iglesia conserva, a la vez, el equilibrio y las riquezas de los diversos elementos del mensaje evangélico. Amor al mundo. A lo largo de la historia hemos visto concepciones de la vida muy pegadas a gozar de la tierra, y otras que desprecian esta realidad y buscan el cielo. Joan Maragall en su cántico espiritual se refería a un mundo al que amaba, y le costaba imaginar algo más grande: “si el mundo es ya tan hermoso, Señor, … / ¿qué más nos podéis dar en otra vida? /… querría / detener muchos momentos de cada día / para hacerlos eternos dentro de mi corazón”; en el centenario de este gran poeta, recordemos cómo su fe le llevaba no sólo a pensar en un más allá, sino a ver a Dios en nuestra realidad, por eso acababa su plegaria diciendo: “¡Déjame creer, pues, que estás aquí!”
            Llucià Pou Sabaté

lunes, 22 de noviembre de 2010

Sobre el Opus Dei, una perspectiva sociológica, por John Allen

Hace unos meses en España se pasó en la televisión la película “Camino”, con críticas al Opus Dei, a partir de la historia de una niña que murió, Alexia. Ahora se acaba de rodar la “verdadera historia de Alexia”, que saldrá en pantalla en unos meses, ya se pueden ver los resúmenes de la película. Hace pocos años fue más famosa la película que siguió al libro “El Código da Vinci” donde se tocaba también el tema de los “secretos” del Opus Dei. También está para salir al cine un film donde sale muy bien la figura de san Josemaría Escrivá. Por eso me animo a mandar ahora una reseña del libro que escribió poco después el más importante vaticanista, al menos en ambiente anglosajón, y aquí seguido pongo una entrevista breve, donde plantea desde fuera su visión “sociológica” de esta obra de Dios. Lógicamente no comparto todo lo que dice, pues Allen no comparte todo el magisterio del Papa, pero sí que es una visión periodística de un vaticanista, de entre lo que hay lo mejor que he visto, y por eso prefiero respetar su visión sin manipularla, en todo caso en la reseña ya comento alguna cosa.


Tras entrevistarse con unos 300 miembros del Opus, John L. Allen me los define como personas inteligentes, preparadas, competentes y equilibradas…, pero cuya organización debería ser más transparente y más autocrítica. Lo expone en ´Opus Dei´ (Planeta), libro respetuoso con el Opus: le absuelve de casi todos los pecados… menos del de una cierta arrogancia y autosuficiencia. El libro está sazonadísimo de datos: el Opus tiene 85.000 miembros (el 40% está en España y la mitad son mujeres), de los que el 78% son supernumerarios (personas laicas que, casadas o no, siguen las directrices del Opus y colaboran en sus actividades), el 20% son numerarios y el 2% son sacerdotes… Me informa de que un tercio de las redacciones de los diarios españoles se ha formado en centros del Opus.

JOHN L. ALLEN, PERIODISTA VATICANISTA: HA INVESTIGADO AL OPUS DEI

“‘El código Da Vinci’ beneficiará al Opus”

Tengo 41 años. Nací en pleno Kansas y, desde hace seis años, vivo en Roma. Soy corresponsal de la CNN y del semanario norteamericano National Catholic Reporter en el Vaticano. Estoy casado con Shanon y no tenemos hijos. Soy católico, como el 25% de los estadounidenses.


¿Ideología? Soy un periodista anglosajón, yo no juego a partidismos

VÍCTOR-M. AMELA - 03/06/2006

- ¿Qué es el Opus Dei?

- Una asociación católica que existía desde antes de El código Da Vinci, ja, ja…

- No sé si al Opus Dei le hará tanta gracia el asunto…

- Me consta que ahora en el Opus Dei empiezan a ver en la novela de Brown -y en la película- una oportunidad de la que obtener un provecho.

- ¿Cómo?

- Yo ya me he topado con una persona - un estadounidense- que se enteró de la existencia del Opus Dei gracias a El código Da Vinci, que le despertó curiosidad, le interesó, se acercó… ¡y hoy es ya miembro del Opus!

- Interesante.

- ¡La visibilidad pública mundial que al Opus le ha regalado El código Da Vinci equivale a una campaña publicitaria de miles de millones de dólares…!

- A costa de retratarlos como criminales…

- Al negarse a atender los ruegos del Opus Dei de no ser retratado así en la película, Hollywood aparece ahora como abusador y el Opus como víctima: le atraerá simpatías.

- El Opus debería contratarle como asesor.

- Ja, ja…, yo anuncié al Opus mi intención de escribir un libro, por lo que solicitaba que me abriesen todas sus puertas sin restricciones.

¡Y aceptaron! Ése es el buen camino…

- A cambio, les saca una foto favorecedora.

- No.

- ¿No?

- Ha salido un retrato en claroscuro: he recogido todas las luces y todas las sombras.

- Resúmame las luces.

- El Opus Dei es una idea luminosa: que el trabajo de cada día sea camino de santidad, que los laicos sean los protagonistas.

- ¿Es la propuesta de Escrivá, el fundador?

- Sí, y dijo recibirla de Dios: santificar el mundo llevando el cristianismo a la vida cotidiana, sacándolo de las iglesias…

- ¿Y dónde empiezan las sombras?

- En su funcionamiento como estructura, con una cierta autosuficiencia y cerrazón: su autoexigencia nos los aleja… ¡El Opus Dei es la cerveza negra Guinness Extra Fuerte de la Iglesia católica!: exige un paladar preparado. Si no lo tienes, sientes rechazo.

- ¿Ha probado usted esa cerveza?

- Viví durante cinco días en una celda del colegio mayor Pedralbes de Barcelona, como un miembro numerario del Opus.

- ¿Qué es un numerario?

- La persona que tiene al Opus como su familia más inmediata: viven en centros del Opus, son célibes y la mayoría son profesionales competentes que entregan al Opus la porción de sus ingresos que no necesitan para sus gastos de manutención.

- ¿Y qué tal le fue la experiencia?

- Yo no sirvo. Admiro a quien es capaz de llevar esa vida, demasiado estricta y estructurada para un individualista como yo. Una vida en la que el grupo ocupa mucho…

- Se ha acusado al Opus Dei de secta…

- ¿Acusaríamos de secta a un partido político? El Opus Dei sí es una estructura fuerte, con expectativa alta de obediencia, pero yo no he visto ningún lavado de cerebro.

- Se ha dicho que confinaban a sus disidentes en sus psiquiátricos…

- ¡Hasta se habló de un “gulag del Opus” en el cuarto piso de su clínica de Navarra! La visité: había 25 pacientes felizmente tratados, y ninguno era del Opus.

- O sea, que si soy un numerario del Opus y decido dejarlo, ¿no me hostigarán?

- Persuadidos de ser obra divina, intentarán convencerte para que sigas, por tu bien. Pero no te secuestrarán. ¡Hay cientos de exnumerarios, y que no critican al Opus! Aunque hay muchos otros que sí lo hacen…

- ¿Con qué acusaciones?

- Son personas que no encajaron, porque ser numerario plantea desafíos, es duro. Y lanzan acusaciones de obediencia ciega, rigidez, ansias de poder, mortificaciones…

- ¿Sí? ¿Es verdad que se flagelan?

- Yo llevé dos horas al día un cilicio en el muslo, como hacen los numerarios: cómodo no es…, pero no duele. A mí me resulta más dura una hora de gimnasio, ja, ja…

- ¿Qué sentido tiene ese cilicio?

- Recordarte el sufrimiento de Jesús, del mundo. Y una vez por semana, el miembro numerario se latiga en la espalda durante el tiempo que dura un padrenuestro.

- Se acusa al Opus de ultraconservador.

- Abomina del aborto, la eutanasia, la contracepción y la homosexualidad.

- Se le acusa de perseguir poder…

- Se cultiva un anhelo de excelencia en el trabajo, lo que ha llevado a algunos miembros a puestos relevantes. Pero no he visto un plan de dominio político o económico.

- ¿Tienen mucho dinero?

- Manejan unos 3.000 millones de dólares en el mundo. Bah, no es tanto…

- ¿Y no dominan el Vaticano?

- De los 4.500 obispos de la Iglesia católica, sólo 39 son del Opus.

De 193 cardenales, dos son del Opus. Y de los 2.550 miembros de lacuria vaticana, sólo 20 son del Opus.

- ¡Pero quizá muy influyentes!

- Juan Pablo II tuvo mucho aprecio al Opus, es cierto, por ofrecer a obreros y trabajadores una alternativa a ser comunista. Antes de entrar en el cónclave que le haría Papa, ¿qué fue lo último que hizo Wojtyla?: ¡rezar ante la tumba de Escrivá…!

- Y Benedicto XVI ¿cómo ve al Opus Dei?

- Como una congregación más.

- ¿Qué presencia tiene en Estados Unidos?

- Allí cuenta con sólo 3.000 miembros.
- ¿Qué consejos daría usted al Opus?

- Que escuchase las críticas: que fuese más transparente y se explicase más, que se abriese y colaborase con otras congregaciones



John L. Allen, “Opus Dei. Una visión objetiva de la realidad y los mitos de la fuerza más polémica dentro de la Iglesia Católica”

Ed. Planeta, Barcelona 2006, 492 páginas, 22,50 euros.

John L. Allen, vaticanista de la revista «National Catholic Reporter» -su columna semanal está considerada como la mejor fuente de información en inglés sobre el Vaticano-, autor de diversos libros, ha dedicado un año a entrevistar a personas que conocen el Opus Dei –tanto los opositores como los que pertenecen a la Prelatura-, en Italia, España, Kenia, Estados Unidos, Perú y otros países, sobre diversos temas polémicos: separación entre hombres y mujeres, uso del cilicio, finanzas de la organización. El autor señala en una entrevista que quiere ser objetivo pues la discusión en los medios de comunicación no lo ha sido: “La idea es separar los hechos de la ficción, ofreciendo las herramientas para que tenga lugar una discusión racional, que se base en los hechos y en la realidad, y no en los mitos o los estereotipos. No era mi intención «convertir» a los lectores a cualquier posición particular sobre el Opus Dei, y mi experiencia es que la mayoría de las personas que han leído el libro siguen sin haber cambiado sus impresiones fundamentales, pero quizá se sienten un poco más informadas” sobre una institución que actualmente tiene más de 85 mil miembros y 164 mil «cooperadores».


Allen afirma que la vocación a la Obra es para pocos, la compara con la cerveza negra Guinness Extra Fuerte, y ve que a lo largo de la historia la corriente dominante ha cambiado, y así en la década de 1940 fue tan innovadora su doctrina que fueron acusados de herejía, y su manera de elegir por votación al Prelado “es lo más parecido a la elección democràtica de un obispo que existe en la Iglesia actual”, además de que “fue la primera institución de la Iglesia católica en solicitar, y recibir en 1950, permiso del Vaticano para reclutar a los no católicos e incluso no cristianos entre sus cooperadores” (pp. 12-13). Con la ambición de “atravesar siglos de historia de la Iglesia para revitalizar el planteamiento de los primeros cristianos”, ahora sufre una crítica de que son conservadores.


En la primera parte trata de “cuestiones esenciales”, sigue una segunda parte titulada “el Opus Dei desde dentro” con aspectos centrales del espíritu (santificación del trabajo, contemplación en medio del mundo –con autenticidad, tan importante en países nórdicos donde el puritanismo lleva a algunos a una ética sólo en la vida social pero no en la personal, o en países africanos donde al revés, ahí el peligro es la corrupción-, libertad –señala cómo hay mucha diversidad de pensamiento: p. 141-, filiación divina –y su compañera la alegría, y es fundamento de un equilibrio basado en una sana autoestima desde donde se pueden proyectar metas de mejora: p. 156-), para pasar ya a “algunos interrogantes sobre el Opus Dei” (secretismo, mortificación, las mujeres, dinero, el Opus Dei en la Iglesia y su relación con la política, la obediencia, la captación). Por fin, una “recapitulación” con la visión del autor sobre “el futuro del Opus Dei”. Las partes 1 y 2 son introductorias, y están muy tratadas en otros libros, aquí tiene el aliciente de reportaje periodístico de quien que se adentra –sobre todo en la tercer parte- con los ojos abiertos en la vida de la gente de la Obra, y según Marc Carroggio, responsable de la Oficina de prensa de la institución en Roma, en ese recorrido ha ido prosperando pues «ha comprendido bien la naturaleza del Opus Dei», cuyos miembros sólo desean «seguir un ideal espiritual que nos entusiasma» y más allá del mito, pues se trata de “gente de carne y hueso, con errores y aciertos”, y por eso se muestra “satisfecho, y no me refiero tanto al resultado como al método”.


Sin duda, la riqueza de datos hacen interesante este libro: su caràcter por tanto es informativo y no formativo: recoge informaciones y opiniones diversas; trata de ordenar el material y ponerlo en su contexto, de manera que se pueda captar el por qué de las cosas. Por ejemplo ante los ataques de integrista para Escrivà, muestra las alabanzas del Cardenal Martini, o la carta que el famoso Óscar Romero de El Salvador escribió al Papa pidiendo la beatificación del fundador del Opus Dei, y expresó “la gratitud profunda a los sacerdotes del Opus Dei a quienes he confiado con mucha satisfacción la dirección espiritual de mi vida y de otros sacerdotes”, y también son muy gráficas las alabanzas del famoso psiquiatra Víctor Frankl a san Josemaría sobre su serenidad, riqueza de ideas, “filing” con quien hablaba… (p. 72); también pesa la opinión de Juan Pablo II: Escrivà “se ha anticipado a la teología del laicado que caracerizó después a la Iglesia del Concilio y del postconcilio” (p. 82). Después de la canonización, aún se podría dar otro paso sobre la oportunidad de ser proclamado Doctor de la Iglesia (comenta Ocáriz, p. 87).


Allen explica en la tercera parte del libro las controversias, oye todas las campanas con respeto, cualidades apreciables en algo que podría ser simplemente un “collage” sociológico, y observa que en el Opus Dei hay cambios (“las críticas han ayudado al Opus Dei más de lo que nadie imagina”: p. 165). En primer lugar, trata del secretismo: se señala ya en un informe secreto de la Falange espanyola de 1942, y acusación al Vaticano por parte del Superior general de los jesuitas (p. 169); en los años 1986 y siguentes en algunos Parlamentos europeos (Italia, Suiza) se vuelve a hablar de secretismo; y tambien de “Estatutos secretos” (ahora, publicados en latín pero sin versión oficial en otras lenguas); y el debate aún es actual (aunque en las democracias –amparándose en los derechos humanos- no se suele poder exigir a las organizaciones que hagan públicas las listas de sus miembros), en temas como comunicar a los padres la vocación de los hijos, anunciar de forma más clara la relación que hay entre las obras corporativas que llevan nombres civiles con el Opus Dei; esta transparencia en la comunicación institucional “llevada a cabo de forma profesional demanda atención no sólo en el contenido, sino también en la actitud: apertura, accesibilidad y sinceridad” (p. 200).


En el capítulo “mortificación” se ve cómo “en el mundo anglosajón, el Opus Dei se ha convertido en un pararrayos para las guerras más amplias en el seno de la Iglesia” (p. 203), y el tema del dolor autoinfligido es muy socorrido para atacar (aunque Pablo VI, Hans Urs von Balthasar, Teresa de Calcuta, el Padre Pío, los conventos de religiosas, etc. participan de esas mortificaciones corporales) y “la realidad es que la pràctica de la mortificación corporal en la Iglesia católica está más extendida de lo que creen muchos observadores” (p. 213), pero a muchos sorprende “la manera que tiene el Opus Dei de rechazar adaptar su programa espiritual para satisfacer los cambios de gustos de una era” (p. 205).



En el apartado “mujeres” se habla del trabajo de las Numerarias auxiliares (como la Virgen y una madre, cuidar de los demás), de la separación entre apostolado de hombres y el de las mujeres -como en la mayoría de instituciones eclesiales-, la promoción de la mujer (en África, “todo el buen trabajo hecho por la Iglesia católica con el sida ha quedado eclipsado por el debate del preservativo”…: p. 251).



En el apartado “dinero”, algunos datos que aporta el autor: Los activos totales del Opus Dei –es decir, el valor físico de todos los recursos registrados como «obras corporativas» del Opus Dei– rondan en torno a los 2.800 millones de dólares estadounidenses (para comparar: la archidiócesis de Chicago declaró 2.500 millones de dólares, los Caballeros de Colón gestionan un programa de seguros que por sí solo está valorado en 6 mil millones de dólares): “el debate sobre ‘la riqueza del Opus Dei’ es un indicador de las luchas más profundas dentro del catolicismo” (p. 255). Queriendo la excelencia, se cuidan las cosas y eso parece lujo. También se sugiere publciar el balance de las obras apostólicas relacionadas con la Obra.



Al hablar del Opus Dei en la Iglesia, se refiere a la consulta a los obispos de todos los lugares del mundo donde trabajaba en sus apostolados, para la aprobación de la Prelatura: “sería difícil citar otra decisión en los últimos tiempos para la que el Vaticano solicitara la opinión de dos mil obispos de todo el mundo” (p. 320). “En cuanto al poder, el Opus Dei no tiene más que unos 40 de los más de 4.500 obispos católicos del mundo, incluyendo dos cardenales, y unos 20 de los 2.500 empleados en la Curia romana, con un solo jefe de dicasterio vaticano”. Al hablar de la polémica de la beatificación de Escrivà, al recoger los testimonios no deja de haber frases hirientes, incluso insultantes, que pueden molestar a quien conoce desde dentro la verdad de que los trabajos se hicieron bien, y si salió rápido fue por dedicar atención y aparte del trabajo bien hecho la voluntad de Juan Pablo II marcó un ritmo rápido. También se trata de la relación de los fieles de la Obra con las parroquias: “las comuniades de las parroquias a menudo creen que los del Opus Dei tanto los sacerdotes como el laicado, son una bocanada de aire fresco” (p. 329), “estos sacerdotes siempre tienen tiempo para las personas” (p. 331).


Junto a los mitos del dinero, el del poder político: después de analizar algunos datos históricos, concluye: “sólo puede concluirse que Escrivá era sincero al decir que la Obra no se convertiría en una fuerza política partidista” (p. 349). En cuanto al tema de ser “conservadores”, no lo son según los principios del conservadurismo, pero visto que hoy se llama así a los que no aceptan el aborto, matrimonio homosexual y la investigación con células madre, esto influye en las opciones políticas libres de cada uno (como en USA apoyar a Bush). “Si estas cuestiones culturales pudieran ser eliminadas de algún modo del orden del día, el pluralismo entre católicos y el pluralismo entre los miembros del Opus Dei sería más claro” (p. 353).


En el tema de “obediencia” se muestran ejemplos de pluralismo, ante la acusación de “control de la mente” se muestran experiencias y declaraciones de obispos que están muy contentos de tener al Opus Dei en sus diócesis (p. 375), y en cuanto a ciertas ayudas para las exigencias de la vida espiritual, no han de verse como control sino parte de la formación y se muestras casos en los que ha faltado equilibrio y algunas personas no han resistido el ritmo de vida por considerarlo demasiado rígido, controlado, duro (pp. 376-394). “Sin embargo, hay pocas pruebas de que los reacios se vean sometidos a este régimen mediante el control de mente. La mayor parte de los miembros que encuentran la estructura excesiva, sencillamente se marchan” (p. 455). En cuanto a los que abandaron la institución, hay que decir: 1) “lo que alguien siente como un ambiente sofocante y rígido, otros lo perciben como ordenado y liberado”, 2) “dependerá de la personalidad de un director o de un sacerdote en concreto”, 3) “con el paso del tiempo se han producido una serie de cambios y el Opus Dei ha aprendido”, 4) muchos de los que se han ido estuvieron poco tiempo, fue en el momento de exigencia inicial que vieron que no era lo suyo (pp. 398-399). Para los que se sintieron heridos van esas palabras del Prelado, Mons. Echevarría: “si hemos hecho daño a alguien, si hemos fallado a alguien, le pedimos perdón”. El camino para sanar esas heridas es buscar la reconciliación. ¿De dónde salen acusaciones y especulaciones salvajes que no corresponden a la realidad de los hechos? La opinión de Allen es ésta: 1) el desarrollo de la Obra en una España franquista, que condicionó su imagen; 2) la controversia con los jesuitas, que están extendidos y han hecho la vida imposible al desarrollo del Opus Dei por todos lados; 3) después del Concilio Vaticano II, el Opus Dei se posicionó con el conservadurismo en una época de nuevas experiencias; 4) Juan Pablo II apoyó al Opus Dei, generando envidia y oposición en algunos sectores. “Siempre que una nueva forma de vida progrese en la Iglesia, luchará por su aceptación. Es común pensar que los jesuitas, antes que el Opus Dei, y los franciscanos y dominicos antes que los jesuitas, eran también el objetivo de las acusaciones más extravagantes” (p. 457) y los fundadores han respondido con una unión más estrecha al Papa. En concreto, el espíritu de la Obra tiene dificultades culturales de apertura del mundo actual: “la idea es que todas las circunstancias cotidianas de la vida ya son oración, ya son formas de vida espiritual y formas de evangelización de la Iglesia, es decir, historias embriagadoras, y se necesitará un tiempo para absorberla. En muchos sentidos, los propios miembros del Opus Dei todavía tratan de digerirlo” (p. 458).


En el capítulo “captación” se muestra el apoyo de Juan Pablo II en el fomentar vocaciones (p. 423), y que “la percepción negativa del Opus Dei en este sentido no es tanto por las captaciones en sí sino porque utiliza váis turbias y de manipulación” (p. 425), es decir presión sobre aquel que puede ingresar, pero se muestran también muchas voces de obispos y otros pastores que no tienen esa visión (pp. 430 y ss.). “Las vocaciones surgen de la amistad y de las relaciones familiares, nunca de las ‘llamadas frías’” (p. 431). En las entrevistas a jóvenes que están en contacto con apostolados de la Obra, percibe mucha alegría y agradecimiento, pero en algún caso también esa “presión” (pp. 432-437), “aunque hubo episodios de presión excesiva sobre los aspirantes jóvenes, parecen más característicos del pasado que del presente y no han sido tan fuertes como para disuadir a muchas personas a negarse” (p. 455): “no es la màquina voraz de captación que presenta el mito, teniendo en cuenta el incremento poco significativo de nuevos miembros a un promedio de 650 incorporaciones al año en todo el mundo en el último cuadrienio” (p. 454). La experiencias de los que se marcharon –los miembros críticos son generalmente del pasado, la década de 1960 o 1980- “sugieren la necesidad de un mayor cuidado en el criterio vocacional, sobre todo en los más jóvenes” (p. 455).


En la recapitulación, se habla del futuro. Según Allen, la ortodoxia y unión a Roma es una opción entre otras, y por eso señala que “el paso intelectual decisivo es preguntarse si las enseñanzas que los oficiales de la Iglesia definen como autoritarias pueden estar equivocadas. Si un católico contesta afirmativamente a esta pregunta, probablemente no se sienta muy cómodo en el Opus Dei, donde hay un énfasis resuelto por pensar con la Iglesia”. El autor sugiere unas “reformas” dentro del Opus Dei: más transparencia, para que sea “una casa de cristal” y para ello sugiere publicar el estado financiero completo de todas las actividades (“estos informes podrían ser decisivos para concluir que una obra corporativa no la ‘posee’ el Opus Dei, sino que el laicado constituye una junta directiva que la administra independientemente”); “identificar claramente las instalaciones vinculadas al Opus Dei… debería aparecer un cartel en el que se leyera: CENTRO DEL OPUS DEI” y explicarlo en folletos, ya en las primeras visitas a una actividad; “al menos en el mundo anglosajón, el Opus Dei podría plantearse desarrollar unos programas por escrito sobre los puntos neurálgicos de su vida y apostolado… un folleto sobre la amistad en el Opus Dei… ya que podría explciar a grandes rasgospor qué los miembros del Opus Dei a menudo invitan a amigos y compañeros a las actividades y acentuar que nadie peca o muestra un mal espíritu cristiano por negarse a ir”; “asimismo un folleto que llevara por título La vocación de numerario podría resumir con detalle cuáles son las expectativas y obligaciones de un socio numerario y cómo es la vida dentro de un centro del Opus Dei”; aunque perjudique el ambiente familiar, “a veces un poco de estructura es el precio que ha de pagarse por realizar el trabajo de familia. En este caso, el coste de la comprensión del Opus Dei debe ser sopesado con el enorme bien público que se lograría tranquilizando las inquietudes de muchos”; que se conozca la vinculación a la Obra de personas con vida pública relevante; “los miembros del Opus Dei, y, sobre todo, los miembros supernumerarios… deberían ofrecerse para hablar sobre la organización en encuentros parroquiales, escuelas católicas y universidades y, en cualquier otro lugar donde se les pudiera plantear preguntas y dejar las cosas claras” como ya han aparecido webs informativas en este sentido; y “el Opus Dei debe encontrar formas creativas de tender la mano a ex miembros que pasaron por experiencias difíciles” (pp. 459-465). Para acabar el libro, subraya dos aspectos en este sentido: colaboración sobre todo institucional –también personal- del Opus Dei, con otras instituciones de la Iglesia; y “autocrítica institucional”, pues “el momento más frustrante” de Allen era cuando abordaba este tema y se le respondía sólo en términos de conversión personal y autoperfeccionamiento (“mirando en el corazón para ver las malas hierbas que hay que arrancar”: p. 470): “el reto a veces puede ser conseguir que dejen de hablar de los errores que el Opus Dei ha cometido y lograr que comenten lo que necesita cambiar, y señala la ya recordada comunicación pobre que alimenta la impresión de secretismo, impetuosidad de juventud con un celo que parecía arrogancia, un énfasis en lo propio sin integrarlo adecuadamente dentro del conjunto de la Iglesia, una cierta rigidez y dogmatismo en la aplicación de ciertos ideales, estar a la defensiva en los cambios, en la época post-conciliar, insistencia en el cumplimiento que puede llevar al formalismo (“una ética del deber antes que del amor”), una pasión tan fuerte por la excelencia que puede ser demasiado humana (pp. 469-473). Aunque entiende Allen que cuando uno está enamorado de una persona no ve en ella defectos o al menos no quiere hablar de ellos en público, pero piensa –y es la última frase del libro- que ayudaría más a todos si los fieles del Opus Dei “mostraran un poco más que son vulnerables, tienen defectos y necesitan ayuda, no sólo de forma individual sino también como ‘la Obra’. Como san Pablo escribió… ‘me complazco en mis flaquezas pues, caundo soy débil, entonces es cuando soy más fuerte’” (p. 473).


El autor reconoce que su libro no agrada a todos los de la Obra, pues mientras que unos piensan que es equilibrado, “Otros, sin embargo, no están contentos con lo que ven, por considerar que me centro excesivamente en las controversias que circundan al Opus Dei. Sienten al Opus Dei como su familia, y siempre es doloroso oír acusaciones contra seres queridos, aun cuando se les dé el trato más equilibrado del mundo”. También esto se observan con las voces críticas: “Algunos sienten que el libro dio la voz justa a sus preocupaciones, mientras que otros, convencidos de que el Opus Dei es peligroso, sienten que no he ido lo suficientemente lejos a la hora de presentar sus errores”. Efectivamente, no hay un equilibrio pues estamos ante un reportaje periodístico, hecho en un tiempo concreto, que responde a lo que hoy está presente en la opinión pública -hace unos años podían ser otras cosas, o dentro de pocos años- y es una lástima que no traspúe la índole espiritual, pues al comparar los mitos con la realidad”, no sirve para conocer de cerca el Opus Dei, la experiencia espiritual tan rica de las personas que entrevista harían interesante que hubiera una segunda parte, donde salieran a luz la conciencia de su vocación, cómo buscan seguir a Jesucristo en la vida ordinaria, y esa entrega a tantas personas en apostolados, actividades caritativas, sociales… todo ello queda esquemático, al buscar aspectos organizativos, cuestiones de imagen.



Llucià Pou Sabate