Martes la 28ª semana de Tiempo Ordinario (impar). "Dad limosna, y lo tendréis limpio todo", nos dice Jesús: no nos esclavicemos a tantas normas que ahogan, sino que vivamos el espíritu del amor.
A. Lecturas:
1. Romanos 1,1-7. Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor. Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús. A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
2. Salmo 97,1.2-3ab.3cd-4. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.
3. Lucas 11, 37-41. "En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa. Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: "Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades.
¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo""
B. Comentario:
1. Pablo quiere hablar de la justicia que Dios ofrece a todo el que puede llegar a ella mediante la fe: "-Hermanos, no me avergüenzo del Evangelio, que es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree: del "judío" en primer lugar y también del «griego» después". "El Evangelio=fuerza de Dios". El termino griego utilizado por san Pablo es "dinamis": es "dinamismo de Dios", es una "fuerza en acción", es un germen, una levadura, según una imagen utilizada por Jesús. Y la evangelización es considerada como una colaboración a ese dinamismo divino ya en acción. Dios trabaja en el corazón de los hombres. Está ya obrando como una fuerza poderosa. Te ruego, Señor, que los cristianos de HOY encuentren de nuevo ese dinamismo gozoso... de anunciadores de la "buena" nueva. Porque es una «buena noticia" saber que «todo» hombre, si cree, puede salvarse, ya sea «judío», establecido en el Pueblo de Dios, ya sea «griego», es decir, pagano. La llamada a la Fe es universal. No hay ninguna restricción: «Quienquiera crea»...
-"Porque la "Justicia-de-Dios" se revela en el Evangelio, de fe en fe, como dice la Escritura: "el justo vivirá por la fe"". La justicia no es la que corresponde a un juez que recompensa o castiga, sino la que salva y justifica inclusive al pecador, porque ella posee la "fuerza" y el poder. El hombre no la recibe si no colabora. Pablo conoce demasiado bien el judaísmo como para ignorar que ser justo significa hallarse delante de Dios en la relación que Él ha querido. El término bíblico y paulino de justicia tiene, efectivamente, muy ricos matices. Tiene un sentido religioso: fidelidad a la alianza; otro jurídico: la relación entre el hombre y Dios: moral: la valoración y juicio que Dios forma; escatológico; la acción de justificar Dios al pecador ofreciéndole la salvación.
Esta justicia no se alcanza ni mediante los esfuerzos del hombre, ni por cumplir la ley, ni por pertenecer a la raza de Abraham. Se obtiene mediante la fe, la obediencia al Evangelio y aceptación de su poder. Según esto, tanto judíos como paganos están en el mismo plano de igualdad: es a Dios a quien deben confiar la salvación como hace el justo de Hab 2, 4. Dice «de fe en fe» pues la Fe es una realidad que ha de ir creciendo, está viva. Es un «continuo avance que se realiza todos los días en cada fiel».
-"La cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia". Dios no puede soportar el mal: es lo que aquí se llama « cólera», imagen antropomórfica. Hay una incapacidad radical de todo hombre de salvarse por sí mismo.
-"Lo que puede conocerse de Dios, les es manifiesto... sus perfecciones invisibles se dejan ver a la inteligencia a través de sus obras..." Sí, el misterio de Dios «invisible» no está totalmente fuera del alcance humano. Las obras de Dios, su maravillosa creación en particular, deberían permitir a los hombres conocerle. Pero, precisamente, el hombre pagano natural, habiendo reconocido un poco a Dios no quiere tener una actitud consecuente: de adoración, acción de gracias. Es pues «inexcusable». Es el caso de tantos hombres de hoy que tienen «una cierta idea de Dios», pero que no adoran a Dios.
-"Adoraron y sirvieron a la criatura en vez del Creador". Es el drama de todos los materialismos. Se adora el «confort», el «placer», el «progreso» o la «tradición». ¡Líbranos, Señor, de los ídolos! (Noel Quesson).
3. El evangelista sitúa a Jesús en un banquete: «Un fariseo le rogó que fuera a comer con él» (Lc 11,37). El invitado se saltó la norma ritual de lavarse (que no era un precepto de la Ley, sino de la tradición de los antiguos rabinos) y además les censuró contundentemente a él y a su grupo social.
Al Señor le importaba poco el "qué dirán"; Jesús condena claramente la actuación propia de la doble moral, la hipocresía que busca la conveniencia o el engaño: «Vosotros, los fariseos, purificáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña y maldad» (Lc 11,39).
Decía san Basilio que «de nada debe huir el hombre prudente tanto como de vivir según la opinión de los demás». Si somos testigos de Cristo, hemos de saber que la verdad siempre es y será verdad, aunque lluevan chuzos. Esta es nuestra misión en medio de los hombres con quienes compartimos la vida, procurando mantenernos limpios según el modelo de hombre que Dios nos revela en Cristo. La limpieza del espíritu pasa por encima de las formas sociales y, si en algún momento nos surge la duda, recordemos que los limpios de corazón verán a Dios. Que cada uno elija el objetivo de su mirada para toda la eternidad (Pedro Iglesias).
Llucià Pou Sabaté
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