Lunes de la semana 3 de Pascua
Naturalidad cristiana
“Al día siguiente, la multitud que estaba al otro lado del mar vio que no había allí más que una sola barca, y que Jesús no había subido a la barca con sus discípulos, sino que éstos se habían marchado solos. Llegaron otras barcas de Tiberíades, junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor: Cuando vio la multitud que Jesús no estaba allí ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún buscando a Jesús. Y al encontrarle al otro lado del mar, le preguntaron: Maestro, ¿cuándo llegaste aquí? Jesús les respondió: En verdad, en verdad os digo que vosotros me buscáis no por haber visto los milagros, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad no por el alimento que perece sino por el que perdura hasta la vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre, pues a éste lo confirmó con su sello Dios Padre. Ellos le preguntaron: ¿Qué haremos para realizar las obras de Dios? Jesús les respondió: Esta es la obra de Dios, que creáis en quien Él ha enviado” (Juan 6,22-29).
I. Esteban proclamó con valentía su fe en Jesús resucitado. Y es ejemplo para nosotros –aunque el Señor no nos pida el martirio- de vida cristiana coherente: con naturalidad y claridad, sin detenernos ante falsos escándalos, ni ante el qué dirán. Debemos contar con ambientes en los que alguna vez nos mirarán torcidamente, porque no entienden un comportamiento cristiano, ni muchas de las exigencias amables de Cristo. Debemos entonces imitar al Señor y a quienes le fueron fieles, incluso hasta dar la vida por Él, si fuera necesario, actuando con serenidad, llevando una vida cristiana con todas sus consecuencias. “Sabéis cuál es la primera tentación que el demonio presenta a una persona que ha comenzado a servir mejor a Dios?” –pregunta el Santo Cura de Ars-. Es el respeto humano” (Sermón sobre las tentaciones). ¿Cómo es nuestro comportamiento con los amigos, en el trabajo, en una reunión social? ¿Mostramos con valentía y sencillez nuestra condición de hijos de Dios?
II. Se llama fanático al que habla con entusiasmo de una causa noble –defensa de la vida desde la concepción, libertad de enseñanza... - o tratan de descalificar con diversos adjetivos al que tiene convicciones profundas sobre la vida y su destino final, y trata de vivirlas. Sin intemperancias, que son ajenas al ejemplo amable que nos dejó Jesucristo, trataremos de vivir, con la ayuda de la gracia, una vida llena de convicciones cristianas profundas y libres. El cristiano, por el Bautismo, ha recibido la gracia que salva y da sentido a su caminar terreno. Ante un bien tan excelente es lógico que esté alegre y que procure comunicar su felicidad a quienes están a su lado por medio de un apostolado incesante. En todos los ambientes debemos hacer el bien, como Cristo lo hizo, y comunicar nuestra alegría por haberlo conocido.
III. El lugar donde buscamos la santidad es el trabajo, las relaciones con quienes comparten las mismas tareas con nosotros, el trato social, la familia. Si encontramos obstáculos, incomprensiones o críticas injustas le pediremos al Señor su gracia para mantenernos serenos, tener paciencia y, ordinariamente, no dejar de hacer apostolado. El Señor no siempre se encontró con personas de buena fe al anunciar la Buena Nueva, y no por eso dejó de mostrar las maravillas del Reino de Dios. Los Apóstoles y los primeros cristianos encontraron un clima adverso. Para vencer los respetos humanos, necesitamos rectitud de intención, fortaleza, alegría y buen ejemplo. A la Santísima Virgen le pedimos estas virtudes para hablar de Dios sin respetos humanos.
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
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