Jueves de la 32ª semana (par).
El Reino de Dios se va haciendo realidad dentro de nosotros y en la Historia, cuando
tenemos buen corazón a imagen de Jesús
“En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a
llegar el reino de Dios Jesús les contestó: -«El reino de Dios no vendrá
espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el
reino de Dios está dentro de vosotros.» Dijo a sus discípulos: -«Llegará un
tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si
os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del
relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día.
Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación»” (Lucas, 17,20-25).
1. -“Los fariseos preguntaron a Jesús; «¿Cuándo
va a llegar el reino de Dios?»” Para Israel, un Día, Dios tomaría el poder,
y salvaría a su pueblo de todos sus opresores... Era la espera de «días
mejores», la espera de la «gran noche», el deseo de «una sociedad nueva», el
sueño de una humanidad feliz. No eran sólo los fariseos los que deseaban ese
Día. Los Doce, ellos también, en el momento en que Jesús iba a dejarles, se
acercaban aún a preguntarle: «¿Es ahora
cuando vas a restaurar el Reino para Israel?» (Hch 1,6).
La llegada de
los tiempos había anunciada por el profeta Daniel. Hay mucha curiosidad,
entonces como ahora, por el final, apocalipsis, pero Jesús nunca contesta
directamente a esta clase de preguntas, sino que aprovecha para aclarar algunos
aspectos: "el Reino de Dios no
vendrá espectacularmente", "el Reino de Dios está ya dentro de
vosotros".
-“Jesús les contestó: "El Reino de Dios
viene sin dejarse sentir"”. Rezamos muchas veces: "venga a nosotros tu Reino". Es
como el fermento que actúa en lo escondido, la semilla que es sepultada en
tierra y va produciendo su fruto. Está oculto, pero ya está actuando: en la
Iglesia, en su Palabra, en los sacramentos, en la vitalidad de tantos y tantos
cristianos que han creído en el evangelio y lo van cumpliendo. En los humildes y
sencillos: "bienaventurados los
pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos". En lo sencillo, en
lo cotidiano. Es el Dios de las cosas pequeñas. Al impetuoso Elías, Dios le dio
una lección y se le apareció, no en el terremoto ni en el estruendo de la
tormenta ni en el viento impetuoso, sino en una suave brisa. El Reino está
"dentro de vosotros", o bien, "en medio de vosotros", como
también se puede traducir, o "a vuestro alcance" (en griego es
"entós hymón", y en latín "intra vos").
-“Ni podrán decir: «¡Míralo aquí o
allí!" porque el Reino de Dios ya está entre vosotros”. Y es que el
Reino es el mismo Jesús. Que, al final de los tiempos, se manifestará en
plenitud, pero que ya está en medio de nosotros. Y más, para los que celebramos
su Eucaristía: "el que me come,
permanece en mí y yo en él" (J. Aldazábal).
Lo importante
es el día de la fidelidad a la vida cotidiana, como hiciste tú, Jesús. Hasta
que llegó Cristo, el hombre consideró el tiempo como una fatalidad que se le
imponía desde fuera. Inclusive el judío que ansiaba ya más un tiempo de tipo
lineal e "histórico", seguía concibiendo su evolución como una
iniciativa exclusiva de Dios. Festejar el tiempo era conformarse con una
evolución de la que no se poseían las llaves. Con Jesucristo, el primer hombre
que percibió la eternidad del presente porque era Hombre-Dios, el hombre
festeja su propio tiempo en la medida en que busca la eternidad de cada
instante y la vive en la vida misma de Dios.
La vida
cotidiana avanza según esto al compás de un calendario preestablecido; la
memoria del pasado y los proyectos hacia el futuro solo sirven para contribuir
al valor de eternidad que se encierra en el presente. No existe ningún día que
haya que esperar más allá de la historia; cada día encierra en sí la eternidad
para quien lo vive en unión con Dios (Maertens-Frisque).
No puede
decirse: «Míralo aquí o allí»... simplemente porque ¡ya ha llegado! ¡Ese Reino
está oculto! Para detectarlo es necesaria mucha agudeza de atención, buenos
oídos finos para oír su susurro, y ojos nuevos para discernirlo «en la noche».
¡Ese Reino es misterio! No se le encuentra nunca en lo espectacular y ruidoso
sino tan sólo en humildes trazos, en pobres «signos», en los sacramentos de su
presencia oculta. Pero, como precisamente un signo es siempre frágil y ambiguo,
hay que descifrarlo, interpretarlo... ese es el papel de la Fe.
-“Llegará un tiempo en que desearéis vivir
siquiera un día con el Hijo del hombre y no lo veréis. Os dirán: «¡Míralo aquí,
míralo allí!" No vayáis, no corráis detrás”. ¡Siempre tenemos la
tentación de ir a buscar los signos de Dios en otra parte! Es en vuestra vida
cotidiana donde se encuentra Dios.
-“Porque igual que el fulgor del relámpago
brilla de un extremo a otro del cielo, así ocurrirá con el Hijo del hombre
cuando vendrá en "su Día" Pero antes tiene que padecer mucho y ser
rechazado por esa generación”. Sí, «un Día» vendrá para Gloria de Dios,
para el Esplendor de Dios, para el Triunfo de Dios y de su Cristo. Será como el
estruendo del trueno, como el rayo que cruza el firmamento: imprevisible,
sorprendente, súbito. Pero, entre tanto, es el tiempo del «sufrimiento», del
«rechazo», de la «humillación y vergüenza»: "Antes tiene que padecer mucho". Antes de ese triunfo de Jesús
y de su Padre, ambos, escarnecidos, humillados, arrastrados en el lodo y la
sangre... negados por los ateos, dejados de lado por los indiferentes...
ridiculizados por todos los descreídos... y, por desgracia, traicionados por
«los suyos». ¡Señor, ten piedad de nosotros! (Noel Quesson).
2. La carta
que Pablo dirige a Filemón sobre su esclavo es el escrito más corto del Nuevo
Testamento. El esclavo –Onésimo- había huido y se había convertido a la fe, y
estaba con Pablo, que ahora lo devuelve según la justicia de la época y le
exhorta a acogerlo con amor y no portarse con él como un amo pagano. Pablo no
rechaza la esclavitud social pero sí la moral, luego las ideas penetrarán en
las costumbres sociales. Se ponen las bases del amor y fraternidad que supera
las diferencias globales que en aquel momento se dan aún consagradas por la ley
y la costumbre.
Onésimo quiere
decir "útil". Sin ir contra la ley, dirá Pablo que no habrá ya entre
ellos una relación de "utilidad" sino de "fraternidad" en
la que el “amo” no puede hacer lo que le plazca, ha quedado modificada. La
llamada de Cristo acarrea una transformación radical de las relaciones: el
esclavo se convierte en un liberto de Cristo y el libre se hace esclavo de
Cristo. Esta libertad gracias a Cristo y la servidumbre bajo él, la hermandad
en el Señor, es la solución dada por el cristianismo primitivo al problema de
la esclavitud. Merced al evangelio se produce una nueva relación del hombre
para con Dios, y ella crea a su vez una nueva relación respecto a los demás
hombres, cuyo determinante es el amor. Habrá que esperar para que esas ideas
fructifiquen en cambio social (Dabar 1977).
No puede
abolir la esclavitud en el mundo, pero logra que dos hombres se sientan
hermanos y se abracen. Nos toca no deshumanizar la vida cristiana. Antes están
las personas que los principios. La dureza por la dureza no es cristiana (J. Guiteras).
Pablo le llama
"Onésimo, mi hijo, a quien he
engendrado en la prisión". Y ahora pide que lo acepte de nuevo "no como esclavo, sino como hermano querido",
ya que ahora los dos, el amo y el esclavo, son cristianos. Y añade: "si te debe algo, ponlo en mi cuenta: yo,
Pablo, te firmo el pagaré de mi puño". Al igual que el grado de
marginación del niño o de la mujer, ahora Pablo, pide a Filemón la libertad a
Onésimo.
3. El salmo
nos muestra los sentimientos de Dios: “Que
mantiene su fidelidad perpetuamente, / que hace justicia a los oprimidos, / que
da pan a los hambrientos. / El Señor liberta a los cautivos”. Son los que hemos de tener nosotros con los
demás, transformando la sociedad paso a paso, persona a persona.
“El Señor abre los ojos al ciego, / el Señor
endereza a los que ya se doblan, / el Señor ama a los justos. / El Señor guarda
a los peregrinos”. Sólo en la relación con cada persona podemos encontrar
su misterio, y promover leyes para todos.
“Sustenta al huérfano y a la viuda / y
trastorna el camino de los malvados. / El Señor reina eternamente, / tu Dios,
Sión, de edad en edad”. Así promovemos el Reino de Dios.
Llucià Pou
Sabaté
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