Martes de la 34ª semana de
Tiempo Ordinario (par). Dios
suscitará un reino que nunca será destruido, sino que acabará con todos los
demás reinos. No quedará piedra sobre piedra de lo viejo.
“En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la
calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: -«Esto que contempláis,
llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: -«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal
de que todo eso está para suceder?» Él contestó: -«Cuidado con que nadie os
engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo
soy", o bien "el momento está cerca"; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque
eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» Luego les
dijo: -«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes
terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y
grandes signos en el cielo»” (Lucas
21,5-11).
1. –“Algunos discípulos de Jesús comentaban la
belleza del Templo por la calidad de la piedra y de las donaciones de los
fieles”. En tiempos de Jesús, el Templo estaba recién edificado; incluso no
terminado del todo. Se comenzó su construcción diecinueve años antes de
Jesucristo: era considerado una de las siete maravillas del mundo antiguo. Sus
mármoles, su oro, sus tapices, sus artesonados esculpidos, eran la admiración
de los peregrinos. Se decía: "¡Quien no ha visto el santuario, ése no ha
visto una ciudad verdaderamente hermosa!"
Jesús les
dijo: "Eso que contempláis llegará
un día en que no quedará piedra sobre piedra. Todo será destruido".
Símbolo de la fragilidad, de la caducidad de las más hermosas obras humanas.
Los más bellos edificios del hombre se construyen sobre las ruinas de otros
edificios destruidos. En ese mismo lugar ya había estado en otro tiempo otra
maravilla: el Templo construido por Salomón, hacia el año 1.000 antes de
Jesucristo, y destruido por Nabuconosor en 586... El Templo contemporáneo de
Jesús, el Segundo Templo del que hablan aún los judíos, contraído por Herodes, será
destruido unos años más tarde por Tito, en 70 d. de J.C..., para ser
reemplazado en 687 por la Mezquita de Omar, que continúa en el mismo sitio. Existe
en la actualidad, junto al Muro de las Lamentaciones (resto del Segundo
Templo), una exposición de lo que los
judíos quieren que sea el Tercer Templo, incluso exhiben ya las vestiduras de
los sacerdotes. Pero para ello tendrían que echar a los musulmanes de la
Explanada de las Mezquitas, y saben muy bien que ello desencadenaría la peor
guerra de que podamos imaginar…
Jesús hace una
predicción de desgracia, en el más tradicional estilo de los profetas. Medito
sobre la gran fragilidad de todas las cosas... sobre «mi» fragilidad... sobre
la brevedad de la belleza, de la vida... Hay que saber mirar de frente esa
realidad, siguiendo la invitación de Jesús: «todo será destruido».
-“Los discípulos le preguntaron: Maestro,
¿cuando va a ocurrir esto y cuál será la señal de que va a suceder?” Los
discípulos nos representan muy bien, junto a Jesús. Ellos le proponen la
pregunta que nos hacemos hoy. Querríamos también saber el día y la señal...
Creemos que sería más conveniente saber la «fecha»... Jesús respondió: "Cuidado con dejarse extraviar... porque muchos
dirán-: «Ha llegado el momento» No los sigáis... No tengáis pánico..."
Todas las doctrinas de tipo "adventistas" fundadas sobre una
susodicha profecía precisa del retorno de Cristo, quedan destruidas por esa
palabra de Jesús. Hay que vivir, día tras día, sin saber la fecha... sin
dejarse seducir por los falsos mesías, sin dejarse amedrentar por los hechos
aterradores de la historia (Noel Quesson).
Jesús, nos
hablas de los acontecimientos futuros y del fin del mundo. No sé qué es de
ahora y qué del final de los tiempos. Nos dices que "cuidado con que nadie os engañe: el final no vendrá en seguida".
Esta semana, y durante el Adviento, escuchamos repetidamente la invitación a
mantenernos vigilantes. Que es la verdadera sabiduría. Cada día es volver a
empezar la historia. Cada día es tiempo de salvación, si estamos atentos a la
cercanía y a la venida de Dios a nuestras vidas (J. Aldazábal).
En la
imitación de Cristo (1,15,2) se lee: "Mucho hace quien mucho ama". El
amor es el mejor de los maestros. Tanto haremos cuanto en verdad amemos
aquello-Aquel por quien nos afanamos. Los últimos días del año litúrgico
ponen al descubierto la verdad de nuestro amor. Si es verdad que el amor es el
mejor de los maestros, las palabras de Jesús del evangelio de hoy las podemos
meditar en esta clave: Lo importante no es la decoración externa sino la
calidez de nuestro amor, esa Verdad sostén de nuestra alma y de nuestras
convicciones que sobrevive a los cambios de decorado. "Esto que veis, llegarán días en que no
quedará piedra sobre piedra que no sea derruida… Mirad no os dejéis engañar.
Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: "Yo soy" y
"el tiempo está cerca". No les sigáis… Habrá grandes terremotos,
peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas, y grandes señales
del cielo". ¿Hay mejor señal en el cielo que las provocadas por el
amor?
La
presencia de Dios sólo puede ser ligada a una vida que está dispuesta a aceptar
su Palabra y a obrar en consecuencia. La destrucción de las falsas
seguridades –el Templo- no debe llevarnos a un alarmismo nacido de un miedo que
ve en todos los acontecimientos que nos rodean la intervención de Dios al final
de los tiempos. Es necesario que sepamos interpretar los acontecimientos de la
historia en su justa dimensión y no tomar a cada uno de ellos como un anuncio
infalible del fin del mundo (Josep Rius-Camps).
2. –“Yo, Juan tuve todavía una visión: había una
nube blanca, y sobre la nube sentado uno como Hijo de hombre”. Este símbolo
viene de Daniel, 7-13. También es una alusión directa a las palabras de Jesús:
«os lo declaro: desde ahora, veréis al
Hijo del hombre sentado a la diestra del Padre y venir sobre las nubes del
cielo» (Mateo 26,64). Quiero contemplarte, Jesús, de ese modo «para
siempre».
La «nube» me
recuerda la columna de nube del desierto, y en la Transfiguración, una nube
luminosa envolvía a Jesús. El color «blanco» es el símbolo de la victoria. La
posición «sentado» es símbolo de solidez, de poder. Llevaba en la cabeza una
corona de oro y en la mano una hoz afilada. Es «rey» y «segador» a la vez.
-“Arrima tu hoz y siega, porque ha llegado la
hora de segar, la mies de la tierra está madura”. Me recuerda aquel: «Dejad que el trigo y la cizaña crezcan
juntos hasta la siega... la siega es el fin del mundo...» (Mateo 13,30;39).
«Cuando el fruto lo admite, se le mete
la hoz porque la siega está a punto» (Marcos 4,2-9). La mies está
madurando, Señor: «envía obreros a tu mies».
-“Otro ángel, el que cuidaba del fuego...
gritó al ángel que tenía otra hoz: arrima tu hoz y vendimia los racimos de la
viña... Y vendimió la viña de la tierra y lo echó todo en el gran lagar del
furor de Dios”. «Fuego», «lagar», vendimia, para el fuego eterno la gloria
y alegría. El «furor de Dios» lo vemos en Isaías 63,1 (Noel Quesson).
3. Jesús, Juez
de la historia, con la corona de Rey ceñida sobre la cabeza. Con una hoz
afilada para la siega. Y otra hoz afilada para la vendimia. Ha llegado el
momento del juicio de Dios, la hora de la verdad. Ahora se verá quién vence y
quién es derrotado (J. Aldazábal). El salmo lo había anunciado: "delante del Señor, que ya llega, ya llega a
regir la tierra, regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad".
Llucià Pou
Sabaté
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