jueves, 31 de julio de 2025

Viernes de la 17ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Dios no está en el éxito mundano, en lo que aplauden las autoridades, sino en el corazón que le está unido

Viernes de la 17ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Dios no está en el éxito mundano, en lo que aplauden las autoridades, sino en el corazón que le está unido

 

A. Lecturas

1. Levítico 23,1.4-11.15-16.27.34-37. El Señor habló a Moisés: -«Éstas son las festividades del Señor, las asambleas litúrgicas que convocaréis a su debido tiempo. El día catorce del primer mes, al atardecer, es la Pascua del Señor. El día quince del mismo mes es la fiesta de los panes ázimos, dedicada al Señor. Comeréis panes ázimos durante siete días. El primer día, os reuniréis en asamblea litúrgica, y no haréis trabajo alguno. Los siete días ofreceréis oblaciones al Señor. Al séptimo, os volveréis a reunir en asamblea litúrgica, y no haréis trabajo alguno.» El Señor habló a Moisés: -«Di a los israelitas: "Cuando entréis en la tierra que yo os voy dar, y seguéis la mies, la primera gavilla se la llevaréis al sacerdote. Este la agitará ritualmente en presencia del Señor, para que os sea aceptada; la agitará el sacerdote el día siguiente al sábado. Pasadas siete semanas completas, a contar desde el día siguiente 1 sábado, día en que lleváis la gavilla para la agitación ritual, hasta 1 día siguiente al séptimo sábado, es decir, a los cincuenta días, hacéis una nueva ofrenda al Señor. El día diez del séptimo mes es el Día de la expiación. Os reuniréis n asamblea litúrgica, haréis penitencia y ofreceréis una oblación al Señor. El día quince del séptimo mes comienza la Fiesta de las tiendas, dedicada al Señor; y dura siete días. El día primero os reuniréis en asamblea litúrgica. No haréis trabajo alguno. Los siete días ofreceréis oblaciones al Señor. Al octavo, volveréis a reuniros en asamblea litúrgica y a ofrecer una oblación al Señor. Es día de reunión religiosa solemne. No haréis trabajo alguno. Éstas son las festividades del Señor en las que os reuniréis en asamblea litúrgica, y ofreceréis al Señor oblaciones, holocaustos y ofrendas, sacrificios de comunión y libaciones, según corresponda a cada día."»

 

2. Salmo 80,3-4.5-6ab.10-11ab. R. Aclamad a Dios, nuestra fuerza.

Acompañad, tocad los panderos, las cítaras templadas y las arpas; tocad la trompeta por la luna nueva, por la luna llena, que es nuestra fiesta.

Porque es una ley de Israel, un precepto del Dios de Jacob, una norma establecida para José al salir de Egipto.

«No tendrás un dios extraño, no adorarás un dios extranjero; yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto.»

 

3. Mateo 13,54-58: "En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: -«¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: -«Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe".

 

B. Comentario:

1. Estrenamos la lectura del Levítico, siguiendo la historia del pueblo de Israel. Después, seguiremos con el Libro de los Números, el Deuteronomio, Josué, los Jueces y Rut. El Levítico contiene muchas prescripciones relativas al culto y a la santidad de vida del pueblo de Israel: hoy y mañana leemos las fiestas del año y el año jubilar:

- Pascua, en el mes primero del año, el de Nisán, en la que se juntan las antiguas fiestas agrícolas de los ácimos y los corderos con el recuerdo de la liberación de Egipto;

- Pentecostés, a los cincuenta días, cuando, junto a la fiesta de las gavillas y los primeros frutos de la cosecha, se celebra la Alianza sellada en el Sinaí;

- la fiesta de la Expiación (Yom-Kippur), en el mes séptimo, ya en el otoño, con ritos de penitencia y ofrenda de sacrificios;

- la de las Tiendas o Tabernáculos, también en el mes séptimo, con ocasión de la vendimia, cuando se recuerda la marcha por el desierto, construyendo, para unos días, unas cabañas en el campo.

-"Estas son las solemnidades del Señor, las reuniones sagradas que convocaréis en las fechas señaladas". «Solemnidades»... Es la primera palabra que podemos subrayar. ¿Tenemos HOY el sentido de «la fiesta», es decir del día excepcional que permite al hombre estar más contento, dejar el quehacer y el ritmo cotidianos, romper la monotonía y lo grisáceo de la vida? Cada domingo debería tener para nosotros ese carácter festivo. ¿Es para mí el «día de la alegría»? ¿Qué hago para procurar que sea también alegre y excepcional para los demás, para los míos? «Reuniones sagradas»... Es la segunda palabra de toda fiesta. No se puede hablar de fiesta en la soledad y el individualismo. Quien dice «fiesta», dice reunión, multitud. El término «ecclesia=iglesia» quiere decir precisamente «convocación». Es la «reunión» de cada domingo la que crea la Iglesia Todo culto verdadero tiene un carácter social, público, comunitario. ¿Me preocupo de seguir honradamente el ritmo de la comunidad, de aportar mi colaboración, mi participación colectiva? ¿Qué concepción tengo de la misa? ¿Una oración personal? ¿Una oración junto con otros? ¿Me agrada elegir una hora de misa muy comunitariamente vivida?

-"El mes primero, el día catorce del mes será la Pascua, fiesta de los Ácimos -de los panes sin levadura-. Fiesta de la primera gavilla de vuestra cosecha"... Dios espera ante todo al «hombre vivo»; ¡le pide aquí la ofrenda de su trabajo! ¿Está nuestra vida profesional separada de nuestro culto? ¿O bien, nos esforzamos en ofrecerla a Dios? Pascua ha pasado a ser una fiesta cristiana: san Pablo subrayará que Cristo es nuestro «pan ácimo», y nosotros lo somos con El (I Corintios 5, 7)

-"Cincuenta días después es Pentecostés": Esta fiesta conmemoraba el don de la Ley en el Sinaí, en la tempestad y el fuego. El Espíritu Santo preparaba así la efusión que quería dar a los hombres a través de la Iglesia.

-"El día décimo del séptimo mes, es la fiesta del Kipur... Ayunaréis y ofreceréis manjares en sacrificio". Es muy hermosa esta celebración del «perdón», del «gran perdón» de Dios a los pecadores. Nuestras celebraciones penitenciales, nuestras confesiones, ¿son una fiesta?

-"El día quince de ese séptimo mes celebraréis durante siete días la fiesta de las Tiendas en honor del Señor". No olvidemos que Jesús celebró todas esas fiestas judías. Fue durante esos días festivos según san Juan 7,2-14 cuando Jesús levantó la voz en medio de los peregrinos para decirles: «Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que crea en Mí, de su seno manarán ríos de agua viva.» (Juan 7, 37).

Se constata un poco por todas partes que los jóvenes se aburren en la misa. Sin embargo la «liturgia» debería ser un lugar de expresión corporal: el alma humana tiene unas profundidades que sólo el rito puede alcanzar... es preciso pues que nuestra Fe «cante», se exprese por medio de gestos y de símbolos (Noel Quesson).

2. El salmo resalta la parte litúrgica: «acompañad, tocad los panderos... tocad la trompeta... aclamad a Dios, nuestra fuerza: yo soy el Señor, Dios tuyo, que te saqué del país de Egipto». En todas las culturas y religiones, la fiesta es un elemento valioso en la dinámica de la vida de fe comunitaria. Celebramos fiestas, como recuerda el salmo: "Tocad la trompeta por la luna nueva, que es nuestra fiesta". Celebramos la historia de la salvación, la libertad: "Clamaste en la aflicción, y te libré". Hay un compromiso divino, una alianza: "Escucha, pueblo mío. (...) Ojalá me escuchases, Israel (...). Pero mi pueblo no escuchó mi voz, Israel no quiso obedecer. (...) Ojalá me escuchase mi pueblo"…

3. Dejamos ahora la "sección discursos" -las parábolas agrupadas- para abordar la "sección hechos". Lo característico de los cuatro capítulos que seguirán ahora (Mateo 13,53 a 17,23) es que volvemos a los hechos de la persona de Jesús que mientras se va revelando crece la incredulidad de las masas. Jesús, no te siguen más que algunos de tus apóstoles...

-"Jesús llegó a su pueblo y se puso a enseñar en aquella sinagoga. La gente decía asombrada: "¿De dónde saca éste ese saber y esos milagros?". Los Nazarenos creen conocer a Jesús. Sin embargo, entrevén que su persona es misteriosa: "¿de dónde le viene ese saber y esos milagros?" También hoy como ayer se minusvalora quien no ha estudiado en una escuela famosa, quien es un obrero "poco cualificado".

Pasar de la incredulidad a la fe es un salto difícil. Se trata de un don de Dios y, a la vez, de mantener una actitud honrada por parte de la persona. En el mundo actual, como entre tus contemporáneos, Jesús, existen muchos elementos que condicionan la opción de fe de una persona. Jesús, ven en ti un origen "demasiado sencillo", te esperaban más solemne y glorioso. Ya lo diría san Juan: «vino a su casa y los suyos no le recibieron». Los que creyeron fueron los sencillos de corazón, a quienes Dios sí les reveló los misterios del Reino. Seguro que conocemos personas que han quedado bloqueadas y no llegan a aceptar el don de la fe. ¿Les ayudamos?; ¿son convincentes o, al menos, estimulantes nuestra palabra y nuestro testimonio de vida, a fin de poderles ayudar en su decisión de fe? (J. Aldazábal).

¡Nada es tan peligroso como el pretender saberlo todo! Uno se cierra. No tiene nada que aprender. Y son los familiares de Jesús, en Nazaret, los que están más cerrados contra El. ¡Señor, conserva nuestras mentes y nuestros corazones abiertos! disponibles, prestos a renunciar a todo lo que creemos saber para ir más allá... Es el secreto para tantas crisis que alcanzan a tantas vidas. "Dudo. Me pregunto..." Invitación providencial a abandonar nuestras seguridades, nuestras certezas, para progresar y purificar nuestra Fe.

-"¿No es el hijo del carpintero? ¡Si su madre es María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas! ¡Si sus hermanas viven todas aquí! ¿De dónde saca entonces todo eso?" Es todo el clan familiar, todos los primos y primas que quieren recuperar a Jesús. Se le reprocha su origen modesto: un carpintero. Y situándose al lado de los pobres, es paradójico, Jesús, que no fueras comprendido por el pueblo sencillo como tampoco lo fuiste por los fariseos: ¡Se esperaba a un Mesías glorioso, poderoso, misterioso, celestial, transcendente! Pero Dios no encaja en nuestras ideas estereotipadas. Muchas veces no sabemos reconocer a Dios en la modestia y humildad de las situaciones ordinarias. Dios está aquí, y le buscamos fuera.

-"Y aquello les resultaba escandaloso". ¡Sin haber hecho nada malo, Jesús escandaliza! El perfecto, el inocente, el santo, provoca escándalo... Señor, ayúdame a soportar las perplejidades que también yo tengo, como Tú las has soportado.

-"No hizo allí muchos milagros, por su falta de fe". Sorprendente respeto a la libertad. Dios no fuerza las consciencias (Noel Quesson).

El problema siempre es el mismo: educación. De una parte, parece que todo está por hacer, que se pierden valores… de otra, hay algo que llevamos dentro en los genes, que va mejorando con lo que hemos recibido, y se transmite por los hijos, por la biología, además de la educación que se da día a día, con el ejemplo y la palabra… Jesús, tú no lograste convencer a tus propios compatriotas, pero tu vida ha influido en cada momento de la historia, en mi vida, en la de los demás. El misterio del rechazo de la fe se une al de este desarrollo misterioso de la fe.

Jesús, al verte despreciado en tu tierra, que buscas a marginados, pecadores, enfermos y gentiles, algunos no te valoran. Deseamos ser instruidos por importantes catedráticos, por personas con prestigio que se expresen con grandes discursos. La sencillez del Evangelio choca con el mundo (Servicio Bíblico).

Una mujer me dijo un día: "ya puedo hacer de señora… después de acabar las tareas domésticas". Me hizo pensar en la deformación del teatro del mundo, donde no es "señora" la que sirve, pues la "señora" tiene empleadas que hacen diversos trabajos… pensé en mi madre, en la Virgen… esclava del Señor. En Jesús, que no vino a ser servido sino a servir. En lo que nos recuerda el Concilio: "servir es reinar". Y que esto no es lo que hay en el mundo, sino que sigue escandalizando, pues el señorío del servicio se deja para los pobres. Pues esa "pobreza" es la que predica Jesús… y si no la tenemos no entendemos su persona y su mensaje.

Hoy, como ayer, hablar de Dios a quienes nos conocen desde siempre resulta difícil. En el caso de Jesús, san Juan Crisóstomo comenta: «Los de Nazaret se admiran de Él, pero esta admiración no les lleva creer, sino a sentir envidia, es como si dijeran: '¿Por qué Él y no yo?'». Jesús conocía bien a aquellos que en vez de escucharle se escandalizaban de Él. Eran parientes, amigos, vecinos a quienes apreciaba, pero justamente a ellos no les podrá hacer llegar su mensaje de salvación.

Nosotros —que no podemos hacer milagros ni tenemos la santidad de Cristo— no provocaremos envidias (aun cuando en ocasiones pueda suceder si realmente nos esforzamos por vivir cristianamente). Sea como sea, nos encontraremos a menudo, como Jesús, con que aquellos a quienes más amamos o apreciamos son quienes menos nos escuchan. En este sentido, debemos tener presente, también, que se ven más los defectos que las virtudes y que aquellos a quienes hemos tenido a nuestro lado durante años pueden decir interiormente: —Tú que hacías (o haces) esto o aquello, ¿qué me vas a enseñar a mí?

Predicar o hablar de Dios entre la gente de nuestro pueblo o familia es difícil pero necesario. Hace falta decir que Jesús cuando va a su casa está precedido por la fama de sus milagros y de su palabra. Quizás nosotros también necesitaremos, un poco, establecer una cierta fama de santidad fuera (y dentro) de casa antes de "predicar" a los de casa. San Juan Crisóstomo añade en su comentario: «Fíjate, te lo ruego, en la amabilidad del Maestro: no les castiga por no escucharle, sino que dice con dulzura dice: 'Un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio' (Mt 13, 57)». Es evidente que Jesús se iría triste de allí, pero continuaría rogando para que su palabra salvadora fuera bien recibida en su pueblo. Y nosotros (que nada habremos de perdonar o pasar por alto), lo mismo tendremos que orar para que la palabra de Jesús llegue a aquellos a quienes amamos, pero que no quieren escucharnos (Jordi Pou Sabaté).

Llucià Pou Sabaté

miércoles, 30 de julio de 2025

Jueves de la 17ª semana de Tiempo Ordinario (impar): en el mundo hay bien y mal, y el misterio del amor de Dios puede rehacer las cosas, como el barro se recompone en manos del alfarero

Jueves de la 17ª semana de Tiempo Ordinario (impar): en el mundo hay bien y mal, y el misterio del amor de Dios puede rehacer las cosas, como el barro se recompone en manos del alfarero

 

Lectura del libro del Éxodo 40, 16-21. 34-38. En aquellos días, Moisés hizo todo ajustándose a lo que el Señor le había mandado. El día uno del mes primero del segundo año fue construido el santuario. Moisés construyó el santuario, colocó las basas, puso los tablones con sus trancas y plantó las columnas; montó la tienda sobre el santuario y puso la cubierta sobre la tienda; como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Colocó el documento de la alianza en el arca, sujetó al arca los varales y la cubrió con la placa. Después la metió en el santuario y colocó la cortina de modo que tapase el arca de la alianza; como el Señor se lo había ordenado a Moisés. Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro, y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no pudo entrar en la tienda del encuentro, porque la nube se había posado sobre ella, y la gloria del Señor llenaba el santuario. Cuando la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento, en todas las etapas. Pero, cuando la nube no se alzaba, los israelitas esperaban hasta que se alzase. De día la nube del Señor se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego, en todas sus etapas, a la vista de toda la casa de Israel.

 

Salmo responsorial Sal 83,3.4.5-6a y 8a.11. R. ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!

Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío.

Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. Dichosos los que encuentran en ti su fuerza; caminan de baluarte en baluarte.

Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados.

 

"En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: -«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?» Ellos les contestaron: -«Sí.» Él les dijo: -«Ya veis, un escriba que entiende el reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.» Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí" (Mateo 13,47-53).

 

1. Es la última parábola de la serie. No nos habla del trabajo del campo, sino de la pesca en el lago.

-"Se parece también el reino de Dios a la red que echan en el mar"... Jesús, hablas a marineros de sus faenas de pesca. Ayúdanos, Señor, a estar también cerca de la vida de cada día, para saber expresar las maravillas de la fe con las mismas palabras y experiencias de aquellos con los que quisiéramos compartirla. La "red que se echa en el mar" era, para ti, Jesús, reveladora del misterio del Reino... Los objetos familiares de tu época, eran, para ti transparentes, portadores de significaciones profundas. Yo también podría hacer oración partiendo de los "objetos familiares" que utilizo: el reino de Dios se parece a...

-"Y recoge toda clase de peces..." Buenos y malos juntos. Útiles e inútiles. Lo mismo que en la parábola de la cizaña y el trigo mezclados. Tú te propones decirnos, Señor, que dejas a los hombres todos, "un tiempo para convertirse". Una red sacada del mar, con todas las suciedades que contiene, no es nada hermoso. Así en el Reino, por ahora.

-"Cuando está llena, los pescadores la arrastran a la orilla, se sientan, recogen los buenos en cestos y tiran los malos". ¿Quién soy yo, con mi mirada parcial, mi perspectiva concreta, sin visión de conjunto, para hacer este discernimiento? Esta selección definitiva es asunto de Dios, no nuestro.

-"Lo mismo sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos"... Sí, un día tendrá lugar esta gran selección. Ahora es el tiempo de la paciencia de Dios. En tu mente, Jesús, el Reino es una realidad que va creciendo en el tiempo, que se purifica poco a poco. Dejas que los hombres caminen lentamente, hasta el día en que la gran red divina será del todo limpia. Visión realista de la Historia. Visión optimista a fin de cuentas. Pero visión seria, sin embargo, y que contiene una advertencia.

-"Y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y el apretar de dientes". Tu bondad, Señor, no es debilidad ni dejadez. No tenemos derecho a suprimir esas frases terribles del evangelio... incluso si conviene no tomarlas en su sentido material. Ciertamente significan algo, y Mateo las cita seis veces (8,12; 13,42; 13,50; 22,13; 24,51; 25,50). Como el resto de la parábola, son símbolos, imágenes muy evocadoras. Mediante este rigor, Jesús quiere despertar nuestras conciencias. No hay ningún sadismo en esto, ni ninguna venganza, es el amor de una persona clarividente que quiere hacernos comprender la gravedad de lo que está en juego. Cuando el cirujano introduce el bisturí en una inflamación purulenta, no es cruel, quiere salvar al enfermo. Haz, Señor, que yo trabaje en esa salvación (Noel Quesson).

Con las parábolas del tesoro escondido y de la perla que leímos ayer, Jesús presenta el valor supremo del Reino de los Cielos y la actitud del hombre para alcanzarlo. La de la de hoy con la red barredera tiene también relación con la parábola de los invitados a bodas (22,1-14) donde se invita a todos, "malos y buenos" y se dice que hay que ser no solo "llamado" sino también "elegido", es decir digno. Aquí tenemos una explicación de las anteriores parábolas del Reino: es un reino interior a la persona, y al mismo tiempo forma un pueblo que es la Iglesia, donde las cosas antiguas (ley de Moisés) pasan al nuevo Israel (Jesús, y la nueva Ley), donde Cristo "siempre es nuevo, porque siempre renueva la mente, y nunca se hace viejo, porque no se marchitará jamás" (S. Bernardo; Biblia de Navarra).

Jesús compara su Reino -por tanto, su Iglesia- a una red que los pescadores recogen con peces buenos y malos, y la llevan a la orilla tal como está, sin preocuparse, de momento, de separarlos. Eso ya vendrá después, cuando llegue la hora de separar los buenos y los malos, el día de la selección, al igual que el día de la siega para separar la cizaña y el trigo.

La Iglesia, no nos engañemos, tiene santos y pecadores. Tú mismo, Jesús tratas con los pecadores, les diriges tu palabra, les das tiempo, les invitas, no les obligas a la conversión o a seguirle. También ahora en tu Iglesia coexisten trigo y cizaña, peces buenos y malos. Es una comunidad universal. Te esfuerzas por decirnos que, si alguna oveja se descarría, hay que intentar recuperarla, y, cuando vuelve, la alegría de Dios es inmensa cuando logra reconducirla al redil. Y que no has venido para los justos, sino para los pecadores. Como el médico está para los enfermos, y no para los sanos. ¿Cuál es nuestra actitud ante las personas que nos parecen débiles y pecadoras?, ¿ante la situación de un mundo desorientado?, ¿confiamos en que pueden luchar y mejorar, o somos intransigentes con las personas? Claro que tenemos que luchar contra el mal. Pero sin imitar la presunción de los fariseos, que se tenían por los perfectos, y parecían querer excluir a todos los imperfectos o pecadores. Jesús, tú tienes otro estilo y otro ritmo (J. Aldazábal).

2 –"Moisés obedeció todas las prescripciones del Señor. Erigió la morada de la «Tienda de Reunión»". Hay muchos detalles de la liturgia del Templo que vemos ya aquí explicadas.

-"Moisés asentó las basas, colocó los tableros y los travesaños y erigió sus postes; desplegó la Tienda encima, tomó las «tablas de la Ley» y las colocó dentro del arca, puso el propiciatorio encima del arca". El Dios de Israel es un Dios que «hace camino» con su pueblo, va en una tienda. La presencia que podemos gozar nosotros de Jesús en el Tabernáculo es la que ahí queda figurada.

-"La nube cubrió la Tienda de Reunión y la gloria de Dios llenó la morada": no se ve a Dios, se ve una «nube». Dios es misterioso. En la Transfiguración, Jesús y sus apóstoles fueron también envueltos por una nube luminosa, evocación de la divinidad.

-"Por la noche, un fuego brillaba en la nube. El «fuego» también es símbolo de Dios. Sabemos que desde la Encarnación ese «fuego» ha venido al corazón de los hombres: el día de Pentecostés, llenó la Iglesia. Por el Espíritu, los bautizados han venido a ser los lugares de la Presencia de Dios. «¡Que vuestra luz brille!» decía Jesús. Un fuego brillaba en la nube sobre la Tienda de Dios. ¿Qué oración me sugiere este pasaje de la Escritura?

-"Así sucedía en todas sus etapas". San Juan usa ese lenguaje para describir la Encarnación del Hijo de Dios. Y Jesucristo es en verdad Dios que plantó su tienda entre nosotros. Y Jesús se atrevió a afirmar que, en adelante, se podía "destruir el Templo", porque lo reconstruiría en tres días. El cuerpo de Cristo es la verdadera presencia de Dios entre nosotros, en todas las etapas de la vida, en todos los lugares de la tierra (Noel Quesson).

Termina el Éxodo… Lo comenzábamos con la imagen de la opresión de Israel a manos del faraón, símbolo de los poderosos. Ahora lo terminamos con la visión de un pueblo libre, que marcha, protegido y guiado por Yahvé hacia la tierra prometida. Dios en forma de nube acompañará al pueblo en la travesía del desierto marcándoles el camino que deben seguir. En la tradición cristiana es imagen de la fe, que ilumina la peregrinación del cristiano de día y noche hasta llegar a la tierra prometida, al cielo (Biblia de Navarra). Los santos Padres han considerado también esta nube como figura de Cristo: "él es la columna que manteniéndose recta y firme, cura nuestra enfermedad. Por la noche ilumina, por el día se hace opaca, para que los que no vean y los que ven se vuelvan ciegos" (S. Isidoro de Sevilla).

2. La Iglesia de Cristo también es un pueblo peregrino, en marcha. En este camino, nos sentimos acompañados por Dios. El nos ha enviado a su Hijo, el Dios-con-nosotros, que ha «plantado su tienda entre nosotros»: "qué deseables son tus moradas, Señor... dichosos los que viven en tu casa... dichosos los que encuentran en ti su fuerza: caminan de baluarte en baluarte".

Contemplar el Templo es mirar a Jesús: "Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo", es el santuario del Dios vivo donde hay luz, vida y alegría, y es "dichoso el que confía" en el Señor, eligiendo la senda de la rectitud; ahí está la fortaleza para ir adelante: "Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación". Así lo comentaba san Juan Climaco: "Subid, hermanos, ascended. Cultivad, hermanos, en vuestro corazón el ardiente deseo de subir siempre. Escuchad la Escritura, que invita: "Venid, subamos al monte del Señor y a la casa de nuestro Dios" (Is 2,3), que ha hecho nuestros pies ágiles como los del ciervo y nos ha dado como meta un lugar sublime, para que, siguiendo sus caminos, venciéramos. Así pues, apresurémonos, como está escrito, hasta que encontremos todos en la unidad de la fe el rostro de Dios y, reconociéndolo, lleguemos a ser el hombre perfecto en la madurez de la plenitud de Cristo."

 

Llucià Pou Sabaté

Miércoles de la 17ª semana del Tiempo Ordinario (impar): el Reino de Dios es como un tesoro escondido, una perla preciosa, por los que vale la pena dejarlo todo

Miércoles de la 17ª semana del Tiempo Ordinario (impar): el Reino de Dios es como un tesoro escondido, una perla preciosa, por los que vale la pena dejarlo todo

 

A. Lecturas

1. Exodo         34,29-35: 29 Luego, bajó Moisés del monte Sinaí y, cuando bajó del monte con las dos tablas del Testimonio en su mano, no sabía que la piel de su rostro se había vuelto radiante, por haber hablado con él. 30 Aarón y todos los israelitas miraron a Moisés, y al ver que la piel de su rostro irradiaba, temían acercarse a él. 31 Moisés los llamó. Aarón y todos los jefes de la comunidad se volvieron a él y Moisés habló con ellos. 32 Se acercaron a continuación todos los israelitas y él les conminó cuanto Yahveh le había dicho en el monte Sinaí. 33 Cuando Moisés acabó de hablar con ellos, se puso un velo sobre el rostro. 34 Siempre que Moisés se presentaba delante de Yahveh para hablar con él, se quitaba el velo hasta que salía, y al salir decía a los israelitas lo que Yahveh había ordenado. 35 Los israelitas veían entonces que el rostro de Moisés irradiaba, y Moisés cubría de nuevo su rostro hasta que entraba a hablar con Yahveh.

 

2. Salmo        99,5-7,9: 5 Exaltad a Yahveh nuestro Dios, postraos ante el estrado de sus pies: santo es él. 6 Moisés y Aarón entre sus sacerdotes, Samuel entre aquellos que su nombre invocaban, invocaban a Yahveh y él les respondía. 7 En la columna de nube les hablaba, ellos guardaban sus dictámenes, la ley que él les dio. 9 Exaltad a Yahveh nuestro Dios, postraos ante su monte santo: santo es Yahveh, nuestro Dios.

 

3. Mateo 13,44–46: "El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra".

 

B. Comentario:

1. –"Cuando bajó Moisés de la montaña del Sinaí, con las dos tablas de la Ley en sus manos, no sabía que su rostro «irradiaba» luz por haber estado hablando con el Señor". Vivir con Dios, de modo más explícito, durante un tiempo prolongado, no puede dejar de transformar a un hombre. Tantas veces el rostro de una persona de Dios «irradia» luz! El término qaran, "resplandecer", "ser radiante", es muy parecido a qeren, "cuerno", de ahí la traducción de S. Jerónimo: "y su rostro volvió con cuernos luminosos" que ha influido en el arte, como esculpió Miguel Ángel en el Moisés famoso, con sus cuernos.

            -Moisés los llama. Aaron y todos los jefes de la comunidad se le acercan y les dirige la palabra. Luego se acercan todos los hijos de Israel y les transmite las órdenes del Señor que había recibido en la montaña. Contemplar y transmitir. Orar y actuar. Moisés, «hombre de oración» y «hombre de acción». La mayoría de los grandes místicos fueron también hombres y mujeres sumamente activos. Pensemos en san Bernardo, santa Teresa de Jesús, san Josemaría Escrivá, el Padre de Foucauld. Nos equivocamos cuando oponemos los dos tipos de vida: ¿he de buscar quizá el equilibrio? ¿He de decidirme a un mayor compromiso? ¿Decidirme a disminuir mis compromisos en beneficio de la oración? Moisés el «libertador»... el «santo»... Se discute mucho HOY sobre la dimensión «política» de la Fe. En su sentido noble, la política, es todo lo que se refiere a la organización de los hombres en sociedad, es establecer las estructuras de las relaciones humanas en las ciudades, en los grupos que han de vivir juntos. ¿Cómo podría la fe permanecer extraña a ese dominio esencial? El Éxodo nos proporciona un ejemplo significativo: el amor de Dios suscita un pueblo que se organiza, que se libera, que se unifica. Moisés es un «líder», un jefe político suscitado por Dios. Pero también ¡qué interioridad, la suya! En efecto, Dios es un poder colectivo de liberación y de unión. Esta revelación del Éxodo nos desconcierta, a veces, porque estamos habituados a una predicación «espiritual» e «individual». Hemos de redescubrir la síntesis que logró Moisés: Dios, el primero en ser servido, pero Dios servido en nuestros hermanos. El evangelio no nos dirá otra cosa.

-"Cuando acabó de hablarles, Moisés se puso un velo sobre el rostro". Siempre que se presentaba ante el Señor para conversar con El se quitaba el velo hasta que salía de la Tienda de Reunión... Se ponía de nuevo el velo hasta que volvía a hablar con el Señor... Un ritmo vital, el ritmo del corazón: «diástole», la sangre va al corazón... «sístole», la sangre va de nuevo al cuerpo... Emplear un tiempo con Dios... Emplear un tiempo con el mundo... ¿Qué significado atribuimos al «velo» con el cual Moisés se cubre el rostro? ¡Delante de Dios se presenta «a cara descubierta»! Delante de los hombres, ¡permanece «velado» (Noel Quesson).

2. «Moisés y Aarón con sus sacerdotes... invocaban al Señor y él respondía, Dios les hablaba desde la columna de nube». ¿Nos brilla el rostro después de haber estado orando y celebrando, en la presencia de Dios? ¿Se nos nota, cuando estamos con Dios rezando?: podemos abrirnos a una actitud de fe en Dios, de alegría, de esperanza, de entrega gozosa al trabajo, de optimismo. No nos quedamos en la montaña de la oración. Bajamos al valle del trabajo y la misión. Pero lo hacemos conjugando oración y entrega, como Moisés, impregnando de oración el trabajo y llevando el compromiso misionero a nuestra oración.

3. -Jesús hablaba en parábolas... Jesús hablaba en "imágenes", como todos los narradores de oriente. Jesús no hablaba de modo abstracto: más que "ideas", lanzaba "sugerencias"... usaba palabras, símbolos, términos evocadores, que cada uno podía comprender, y que resonaban hasta el infinito. No son razonamientos lógicos ni pensamientos rigurosos, lo que hay que buscar ante todo en las parábolas, sino "a la persona misma de Jesús que nos las cuenta", que las ha inventado para nosotros. Las parábolas han salido de su corazón.

-"El reino de Dios se parece a un tesoro"... Un tesoro. Sí. Un tesoro. No hay nadie en la tierra que no pueda entender; si bien cada uno lo entienda a su manera. Un tesoro es, para todos, algo deseable, algo codiciable.

-"Un tesoro escondido en un campo"... Introducido, escondido. En Palestina, en tiempos de Jesús no abundaban los Bancos o las cajas-fuertes para poner en seguridad los pequeños ahorros de una familia: se enterraban las monedas en algún lugar secreto; y solía pasar que el propietario del tesoro moría sin haber confiado a nadie el lugar del escondite.

-"La persona que lo encuentra, lo vuelve a esconder"... Vuelve a esconder el tesoro. Se cerciora de que no le han visto: ¿qué pasará?

-"Y de la alegría, va a vender todo lo que tiene"... He aquí a lo que Jesús quería llegar: A la alegría... Al desprendimiento total y gozoso, para el Reino. ¡No es la única vez que hablas de "alegría", Jesús! Estás contento, y nos invitas a participar de tu alegría. Me gustaría oírte y verte, Jesús, para ver el tono de tu voz, la expresión de tu rostro. Contemplar tu alegría. Tú que vivías tan íntimamente en el Reino, "vivías en la alegría". Y propones la alegría a los que descubren el Reino. ¡Vender todo lo que poseo! Me gusta contemplar tu radicalidad. ¡No te gustan los términos medios! ¡Lo das todo!

La persona que descubre el Reino de Dios, en Jesús y en su Palabra, se siente conmovido por esta experiencia. La ve como una verdadera fortuna por la cual es necesario darlo todo. Si seguir a Jesús se nos antoja un sacrificio muy grande es que igual todavía no hemos descubierto el verdadero valor del Reino. Hay muchos cristianos para los que serlo viene a ser como una especie de enorme carga que llevan pegada a la espalda. Para ellos ser cristiano no es motivo de gozo. Posiblemente todavía no han abierto el cofre del tesoro, ni han quitado el polvo que cubre la belleza sin límite de la perla.

El que encuentra un tesoro escondido bajo tierra y la del comerciante que, entre las perlas, descubre una particularmente preciosa, son dos parábolas más sobre el Reino. Los dos venden cuanto tienen, para asegurarse la posesión de lo que sólo ellos saben que vale tanto. Hoy, Jesús, podías hablar de invertir en bolsa al saber qué acciones van a subir, o el de un coleccionista que descubre por casualidad un cuadro o una partitura o una moneda de gran valor. Y no digamos, un pozo de petróleo. Es una sabiduría rara -la verdadera sabiduría- la de descubrir cuáles son los valores auténticos en esta vida, y cuáles, no, a pesar de que brillen más o parezcan más atrayentes. ¿Qué es más importante: el dinero, la salud, el éxito, la fuerza, el gozo inmediato?; ¿o la felicidad, el amor verdadero, la cultura, la tranquilidad de conciencia? Pero todavía es más necesaria la verdadera sabiduría cuando se trata de descubrir cuáles son los valores del Reino de Dios, cuáles sus planes sobre nosotros, los que nos conducen a la verdadera felicidad. Muchos tenemos la suerte de poder agradecer a Dios el don de la fe, o de haber descubierto en una determinada vocación el camino que Dios nos muestra, y hay quien siente haberse encontrado con Cristo Jesús, como Pablo cerca de Damasco, o como Mateo cuando estaba sentado a su mesa de impuestos, o como los pescadores del lago que oyeron la invitación de Jesús. Y lo han dejado todo y han encontrado la alegría y el pleno sentido de sus vidas. En la vida religiosa. O en el ministerio sacerdotal. O en una vida cristiana comprometida y vivida con coherencia, para bien de los demás, en la familia cristiana. Es una buena inversión. Aunque no sea aplaudida por este mundo ni cotice en la Bolsa (J. Aldazábal).

El tesoro significa la abundancia de dones, la perla la belleza del Reino… Dios "nunca falta de ayudar a quien por Él se determina a dejarlo todo" (Santa Teresa de Jesús). La vida del Reino en seguimiento de Cristo es ardua, pero el fruto merece la pena. "El tesoro ha estado escondido porque debía ser también comprado en el campo. En efecto, por el tesoro escondido en el campo se entiende Cristo encarnado, que se encuentra gratuitamente (…) Pero no hay otro modo de utilizar y poseer ese tesoro con el campo, si no es pagando, y que no se pueden poseer las riquezas celestiales sin sacrificar el mundo" (S. Hilario de Poitiers).

La alegría del Evangelio es propia de aquel que, habiendo encontrado la plenitud de la vida, se ve libre, sin ataduras, desenvuelto, sin temores, sin trabas. Ahora bien, ¿creéis, acaso, que quien ha encontrado la perla preciosa va a ponerse a despreciar todas las demás? ¡Ni mucho menos! El que ha encontrado la perla preciosa se hace capaz de colocar todas las demás en una escala justa de valores, de relativizarlas, de juzgarlas en relación con la perla más hermosa. Y lo hace con extrema simplicidad, porque, al tener como piedra de comparación la perla preciosa, sabe comprender mejor el valor de todas las demás. El que ha encontrado el tesoro no desprecia lo demás, no teme entrar en tratos con los que tienen otros tesoros, puesto que él está ahora en condiciones de atribuir a cada cosa su valor exacto (Carlo M. Martini).

"Pero ¡esto es una locura!"... debieron decir todos los que le vieron que vendía sus bienes. –"Y compró aquel campo". No, no estaba loco. Los demás eran ignorantes. Lejos de ser una pérdida fue una total ganancia para él.

El que encuentra accidentalmente un tesoro nos puede hacer ver los que "tropiezan" con Jesús y su Palabra y descubren su valor. A estas personas las sobrecoge la alegría porque no esperaban nada, sin embargo, Dios les ha salido al encuentro. Su existencia a partir de ese momento estará iluminada por una nueva luz.

-"Se parece también el reino de Dios a un comerciante que busca perlas finas; al encontrar una perla de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró". El Reino, no es solamente la Alegría, lo deseable, el tesoro... Es también la "belleza", la perfección, la perla fina y no basta dar con ella al azar, cultivando su campo... ¿Es así como te busco yo, Señor, ávidamente? (Noel Quesson).

Otras personas tienen afán de buscar un valor que dé significado a su vida. Descubrirán en Jesús lo que estaban buscando. Su vida será como un camino que los ha conducido al lugar adecuado.

Llucià Pou Sabaté

lunes, 28 de julio de 2025

Martes de la 17ª semana de Tiempo Ordinario (impar): en el mundo habrá siempre mal, pecado, pero la misericordia de Dios es más fuerte que el mal, incluso más poderosa que la misma justicia es la ternura divina

Martes de la 17ª semana de Tiempo Ordinario (impar): en el mundo habrá siempre mal, pecado, pero la misericordia de Dios es más fuerte que el mal, incluso más poderosa que la misma justicia es la ternura divina

 

A. Lecturas

1. Éxodo 33,7-11;34,5b-9.28. En aquellos días, Moisés levantó la tienda de Dios y la plantó fuera, a distancia del campamento, y la llamó «tienda del encuentro». El que tenía que visitar al Señor salía fuera del campamento y se dirigía a la tienda del encuentro. Cuando Moisés salía en dirección a la tienda, todo el pueblo se levantaba y esperaba a la entrada de sus tiendas, mirando a Moisés hasta que éste entraba en la tienda; en cuanto él entraba, la columna de nube bajaba y se quedaba a la entrada de la tienda, mientras él hablaba con el Señor, y el Señor hablaba con Moisés. Cuando el pueblo vela la columna de nube a la puerta de la tienda, se levantaba y se prosternaba, cada uno a la entrada de su tienda. El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con un amigo. Después él volvía al campamento, mientras Josué, hijo de Nun, su joven ayudante, no se apartaba de la tienda. Y Moisés pronunció el nombre del Señor. El Señor pasó ante él, proclamando: -«Señor, Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad. Misericordioso hasta la milésima generación, que perdona culpa, delito y pecado, pero no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos y nietos, hasta la tercera y cuarta generación.» Moisés, al momento, se inclinó y se echó por tierra. Y le dijo: -«Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros, aunque ése es un pueblo de cerviz dura; perdona nuestras culpas y pecados y tómanos como heredad tuya.» Moisés estuvo allí con el Señor cuarenta días con sus cuarenta noches: no comió pan ni bebió agua; y escribió en las tablas las cláusulas del pacto, los diez mandamientos.

 

2. Salmo 102,6-7.8-9.10-11.12-13.

El Señor hace justicia y defiende a todos los oprimidos; enseñó sus caminos a Moisés y sus hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia; n o está siempre acusando ni guarda rencor perpetuo.

No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas. Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles.

Como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.

 

3. Mateo 13,36-43: "En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decide: -«Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.» Él les contestó: -«El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».

 

B. Comentario:

1. –"En el desierto del Sinaí, Moisés tomó la tienda y la plantó para él a cierta distancia del campamento. La llamó "Tienda del Encuentro". De modo que todos los que tenían que consultar al Señor, salían hacia la Tienda del Encuentro". El hombre necesita silencio y soledad para encontrar a Dios. ¿Sé también aislarme alguna vez? "En cuanto entraba Moisés en la Tienda, bajaba la columna de nube y se detenía a la puerta de la Tienda, mientras el Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con otro hombre". Moisés era un hombre de oración, el «confidente de Dios», en cuya intimidad vivía como un amigo con su amigo. Así Moisés no es solamente el jefe, el hombre de acción que hemos visto comprometido al servicio de los hombres... es también el «místico» que alimenta su compromiso en la contemplación. Después de esto, se comprende que Moisés pueda hacer tan íntimamente suyos los puntos de vista de Dios, y sus comportamientos de amor salvador.

-"Moisés invocó el nombre del Señor. El Señor pasó ante él y proclamó: "Yo soy el Señor tu Dios tierno y misericordioso, lento en la ira, lleno de amor y de fidelidad..."" Es la historia de la fidelidad de Dios, de su misericordia… el Amor divino es misericordioso. Así se manifiesta a Moisés: "Dios de ternura y de gracia, lento a la ira y rico en misericordia y fidelidad" (Ex 34,6). Es en esta revelación central donde el pueblo elegido y cada uno de sus miembros encontrarán, después de toda culpa, la fuerza y la razón para dirigirse al Señor con el fin de recordarle lo que Él había revelado de sí mismo y para implorar su perdón.

La misericordia se contrapone en cierto sentido a la justicia divina y se revela en multitud de casos no sólo más poderosa, sino también más profunda que ella. Ya el Antiguo Testamento enseña que, si bien la justicia es auténtica virtud en el hombre y, en Dios, significa la perfección trascendente, sin embargo el amor es más "grande" que ella: es superior en el sentido de que es primario y fundamental. El amor, por así decirlo, condiciona a la justicia y en definitiva la justicia es servidora de la caridad. La primacía y la superioridad del amor respecto a la justicia se manifiestan precisamente a través de la misericordia: "Con amor eterno te amé, por eso te he mantenido mi favor". "Aunque se retiren los montes..., no se apartará de ti mi amor, ni mi alianza de paz vacilará"" (Juan Pablo II, Dives in misericordia 4).

«En verdad es un pueblo de dura cerviz; pero Tú perdonarás nuestras faltas y nuestros pecados y Tú harás de nosotros un pueblo, herencia tuya". Admirable oración de Moisés. Con él ruego por el mundo de HOY.

-"Y escribió en las tablas el texto de la Alianza, los diez mandamientos". Los escribió por segunda vez. Da una nueva oportunidad a ese pueblo (Noel Quesson).

2. Moisés, el mediador, habla con Dios «cara a cara». En la Eucaristía tenemos una gran cercanía con «Dios-con-nosotros», y podemos rezar: «que mi Señor vaya con nosotros... tómanos como heredad tuya»: «el Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia: no está siempre acusando...». Es un salmo de acción de gracias porque después del pecado Dios devuelve la salud y libra de la muerte, y así avanza la oración manifestando sentimientos íntimos de gran altura, de amor, de bendición: la bondad y la misericordia de Dios se manifiestan como salvación –justicia- de los oprimidos. El recuerdo de lo que el Señor ha hecho por el pueblo a lo largo de la historia concluye con la afirmación de la inmensidad de su misericordia, la de un padre lleno de ternura hacia sus hijos.

3. –"Después de haber hablado en parábolas, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a pedirle: "Acláranos..." ¿Soy yo de los que buscan más, o de los que se contentan con el mínimo? Señor, explícanos... Señor, háblanos...

-"El que siembra la buena semilla, es el Hijo del hombre." Jesús, eres el sembrador de buena semilla, que pasas "haciendo el bien"... sólo el bien, nada malo. ¿Y yo?

–"El campo es el mundo". Visión realista. Jesús, siembras en el mundo actual... en este mismo momento.

–"La buena semilla, son los hijos del reino". Fórmula sorprendente. ¡Lo que siembras, Señor, en este momento, en el mundo es "nosotros"! ¡Hijos del reino! Responsabilidad inaudita que sobrepasa infinitamente nuestros medios humanos. Yo soy una "simiente" tuya. Me has sembrado en algún sitio para que sea, allí, fuente de vida.

-"La cizaña son los hijos del maligno". El enemigo que la siembra es el diablo El hombre tiene un amigo: Dios. Pero tiene también un enemigo: el diablo. La vida humana no es anodina, inofensiva, cándida, indiferente, ni buena ni mala... como algunos intentan hacernos creer. ¡Los actos humanos no son incoloros, inodoros y sin sabor! Algunos actos son "destructores" del hombre, enemigos del hombre. Algunos actos son "constructores" del hombre, amigos del hombre...

-"La cosecha es el fin del mundo". Tu mirada, Jesús va de entrada, y como espontáneamente, a este fin... Ves lejos... ¡Miras el término, el objetivo! ¡La obra terminada! la cosecha que se está preparando. Mi mirada ¿es quizá, demasiado limitada? ¿No está bloqueada por lo inmediato, no desea resultados rápidos? Me detengo a soñar en la cosecha. Espero. Quiero trabajar con paciencia, para hacerla madurar.

-"Los segadores son los ángeles". Hijo del hombre, enviarás a sus ángeles que escardarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido. Con imágenes de su cultura, nos cuentas ese misterio de justicia final… Estos días estoy por Baeza, y en la que fue cárcel y ahora ayuntamiento, hay una inscripción: "In medio justitiae misericordiae recordaberis: misericordia superexaltat juditium", que traducen como "conciliarás la justicia con la misericordia: la misericordia enaltece el juicio". En realidad, textualmente dice "en el medio de la justicia recordarás la misericordia". Y es la gran verdad: si la justicia no tiene misericordia, no es tal…

-"Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre". Lo mismo que el fuego, usas la imagen del "sol". En esos meses de verano los hombres se sienten ávidos de sol. Quiero estar "en el reino de mi Padre" Dios. Ser amado sin fin, mimado sin fin, viviente sin fin (Noel Quesson).

Jesús, tú mismo nos explicas así la parábola que leíamos el sábado, la de la cizaña que crece junto al trigo en el campo: Dios siembra buena semilla, el trigo. Pero hay alguien -el maligno, el diablo- que siembra de noche la cizaña. A los discípulos, siempre dispuestos a cortar por lo sano, les dices que eso se hará a la hora de la siega, al final de los tiempos, cuando tenga lugar el juicio y la separación entre el trigo y la cizaña. Entonces sí, los «corruptores y malvados» serán objeto de juicio y de condena, mientras que «los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre».

De nuevo se nos recuerda que el juicio no nos corresponde a nosotros. Le pertenece a Dios y lo hará al final. Mientras tanto, el bien y el mal coexisten en nuestro campo. Parece la defensa de una comunidad que no sólo tiene «santos» y «perfectos», sino también personas pecadoras y débiles. Nuestra comunidad no debe ser elitista, con entrada exclusiva para los perfectos (naturalmente, según la concepción maniquea que solemos tener, nosotros seríamos los «perfectos» y los «justos»). Sino que en la Iglesia, como en el campo de la parábola, hay trigo y cizaña. Y en la red, peces buenos y malos, como nos dirás, Jesús, pasado mañana. Si tú, Señor, eres tolerante, veo que también yo he de tener paciencia. Saber esperar, respetando la libertad de las personas y el ritmo de los tiempos. Dios sigue creyendo en el hombre, a pesar de todo. Eso sí, tenemos que discernir el bien y el mal -no todo es trigo- y luchar para que triunfen el bien y los valores que ha sembrado Jesús, y seguir rezando «venga a nosotros tu Reino» y «líbranos del mal (o del maligno)». Me cuesta ser paciente, porque es fácil ser violento con los que obran el mal. Cuesta evitar medidas drásticas ni coactivas. Con la fuerza de una semilla que se abre paso y de un fermento que llegará a transformar la masa, según las dos parábolas de ayer. Conscientes de que el juicio -«arrancar la cizaña»- pertenece a los tiempos últimos y no nos toca a nosotros (J. Aldazábal).

Repetimos convencidos: ¡Por ahí no paso! ¡Eso no puede ser! Y si sucede lo que no queremos que suceda, entonces nos hundimos en la desesperación y decimos: ¡No hay remedio! Dios, sin embargo, tiene una paciencia que le llega hasta el final de los tiempos. Hasta entonces, estará esperando, paciente y misericordiosamente, que suceda lo que a nuestros ojos resulta absolutamente imposible: que la cizaña se convierta en trigo. Como el dueño del campo espera el tiempo de la cosecha para arrancar la cizaña. Tendríamos que aprender mucho de esa paciencia de Dios. Va intrínsecamente unida con su ilimitada capacidad para perdonar, para acoger, para amar, para recrear lo que el mismo hombre ha destrozado. E intentar aplicarla a la vida de nuestra nación, de nuestra comunidad, o de nuestra familia, lugares donde las venganzas y los rencores son a veces para siempre (Servicio Bíblico Latinoamericano).

Decía Benedicto XVI que el mundo se pierde por la impaciencia de los hombres, y se salva por la paciencia de Dios. Ayúdame, Señor, a participar de esa fortaleza de tu corazón, de resistir ímpetus, ¡de tener paciencia!

 

Llucià Pou Sabaté

Lunes de la 17ª semana de Tiempo Ordinario (impar): el pecado no limita la fidelidad de Dios, sino que va obrando su misericordia en la historia y abriéndose camino como Jesús muestra en las parábolas del Reino

Lunes de la 17ª semana de Tiempo Ordinario (impar): el pecado no limita la fidelidad de Dios, sino que va obrando su misericordia en la historia y abriéndose camino como Jesús muestra en las parábolas del Reino

 

A. Lecturas

1. Éxodo (32,15-24.30-34):

En aquellos días, Moisés se volvió y bajó del monte con las dos tablas de la alianza en la mano. Las tablas estaban escritas por ambos lados; eran hechura de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada en las tablas.
Al oír Josué el griterío del pueblo, dijo a Moisés: «Se oyen gritos de guerra en el campamento.»
Contestó él: «No es grito de victoria, no es grito de derrota, que son cantos lo que oigo.»
Al acercarse al campamento y ver el becerro y las danzas, Moisés, enfurecido, tiró las tablas y las rompió al pie del monte. Después agarró el becerro que habían hecho, lo quemó y lo trituró hasta hacerlo polvo, que echó en agua, haciéndoselo beber a los israelitas.
Moisés dijo a Aarón: «¿Qué te ha hecho este pueblo, para que nos acarreases tan enorme pecado?»
Contestó Aarón: «No se irrite mi señor. Sabes que este pueblo es perverso. Me dijeron: «Haznos un Dios que vaya delante de nosotros, pues a ese Moisés que nos sacó de Egipto no sabemos qué le ha pasado.» Yo les dije: «Quien tenga oro que se desprenda de él y me lo dé»; yo lo eché al fuego, y salió este becerro.»
Al día siguiente, Moisés dijo al pueblo: «Habéis cometido un pecado gravísimo; pero ahora subiré al Señor a expiar vuestro pecado.»
Volvió, pues, Moisés al Señor y le dijo: «Este pueblo ha cometido un pecado gravísimo, haciéndose dioses de oro. Pero ahora, o perdonas su pecado o me borras del libro de tu registro.»
El Señor respondió: «Al que haya pecado contra mí lo borraré del libro. Ahora ve y guía a tu pueblo al sitio que te dije; mi ángel irá delante de ti; y cuando llegue el día de la cuenta, les pediré cuentas de su pecado.»

2. Salmo 105,19-20.21-22.23

En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen de un toro
que come hierba. 

Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. 

Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. 

 

3. "En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: -«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.» Les dijo otra parábola: -«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.» Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo»".  

 

B. Comentario:

1. Moisés baja del Sinaí con las Tablas de la Ley. Sin duda, ha aprendido en Egipto el arte de escribir; los primeros testimonios conservados de la escritura protoalfabética son originarios del Sinaí. El dedo de Moisés, al grabar el decálogo sobre la piedra, es al mismo tiempo el dedo de Dios.

-"Moisés bajó de la montaña con las dos tablas de la ley. Cuando llegó cerca del campamento vio el becerro de oro y los coros de danzar". El "becerro de oro" es para nosotros símbolo de idolatría…

A su regreso al lugar donde estaba acampado el pueblo de Israel, Moisés descubre el becerro de oro y, ante un divorcio tan descomunal entre el monoteísmo y el espiritualismo contenidos en aquellas tablas y el culto materialista y naturista que tenía ante sus ojos, se queda anonadado. En su cólera destruye las tablas escritas por Dios, indicando que el pecado ha quebrantado la Alianza, y que la principal consecuencia y castigo del pecado es la falta de Ley (cf Am 8,11-12), lo que hoy llamaríamos la pérdida del sentido del pecado. Moisés destruye el becerro porque no tiene en sí ninguna fortaleza. Las tablas eran "obra de Dios", mientras que el becerro es de hombres. La estatua, que reducida a añicos, es tirada al río en donde los hebreos calman su sed y se refrescan, como para recordarles continuamente el pecado que acababan de cometer y hacerles beber hasta las heces aquel agua contaminada por la idolatría.

Aarón ha tenido torpemente complicidad en el culto del becerro de oro: -"Yo les dije: «¿Quién tiene oro?» Ellos se despojaron de sus riquezas y me las dieron". Descubrimos aquí toda la ambigüedad del pecado. Los israelitas creen hacer el bien y honrar a Yavéh. Pobre gente ¡cuán parecidos son a nosotros! que a menudo caemos también en la trampa del mal sin darnos del todo cuenta de nuestro error ¡Señor, haznos lúcidos! Ayúdanos a reconocer claramente y a desenmascarar el pecado que no descubrimos. Entonces, ¿cuál fue pues su verdadera falta?

"Me dijeron: "Haznos un dios que vaya delante de nosotros; porque no sabemos qué le ha sucedido a Moisés, el hombre que nos sacó de Egipto"". Dios es invisible, Dios es misterio. Pero el hombre ha tendido siempre a localizar, a materializar a Dios, para estar seguro y, por así decirlo, tenerlo al alcance de la mano. «Haznos dioses que caminen como nosotros, que podamos verlos.» Los primeros mandamientos del Decálogo afirmaban el monoteísmo y el espiritualismo. Y ese culto a una estatua de becerro corría el riesgo de conducir a Israel a las religiones naturistas, a los cultos a la fecundidad, que eran los de tantos pueblos de entonces. Es pues la pureza de la fe, la autenticidad del Dios escondido lo que Moisés defiende al dejarse llevar de una santa cólera. Efectivamente Señor, Tú eres el totalmente-otro. Nadie puede alcanzarte con la mano. Queremos creer que de veras haces camino con nosotros aunque no te veamos. Purifica nuestra fe de sus ambigüedades. Ten piedad de nuestra debilidad.

-"Al día siguiente dijo Moisés al pueblo: «Habéis cometido un gran pecado. Yo voy a subir ahora donde el Señor. Acaso pueda obtener la expiación de vuestro pecado.»" Moisés ejerce la "mediación". El profeta es imagen del profeta único Jesucristo. A pesar de las flaquezas e infidelidades de los hombres, Dios seguirá siendo fiel… (Maertens-Frisque/Biblia de Navarra). La actitud de Moisés es verdaderamente ejemplar. El «mediador» es precisamente el que se deja dividir entre dos partes opuestas, para acercar la una a la otra: Moisés es solidario de Dios y defiende su causa... pero es también solidario de su pueblo y va a defenderlo ante Dios (Noel Quesson).

2. El salmo es un eco de la lectura, describiendo cómo «en Horeb se hicieron un becerro, adoraron un ídolo de fundición, cambiaron su gloria por la imagen... Dios hablaba de aniquilarlos, pero Moisés se puso en la brecha frente a él». Querían un dios visible como en Egipto, no invisible. ¿Cuál es nuestro «becerro de oro» preferido, al que, de alguna manera, rendimos culto, más o menos a escondidas? Tendríamos que deshacernos de nuestros ídolos. También podemos espejearnos en Moisés. Como él, tal vez sufrimos por la pérdida de la fe y por los ídolos que se adoran en torno nuestro. ¿Cómo reaccionamos ante el mal que vemos en la sociedad o en la Iglesia?, ¿somos capaces de compaginar nuestro disgusto con la solidaridad y la súplica ante Dios?, ¿hubiéramos subido, como Moisés, de nuevo al monte a interceder ante Dios, haciendo causa común con esta humanidad?, ¿oramos por nuestros contemporáneos, o sólo se nos ocurre criticarlos?, ¿sabemos ser tolerantes y perdonar, o somos de los precipitados que quisieran arrancar en seguida la cizaña que crece en el campo? Dios no condena definitivamente. Deja margen a la rehabilitación. Tiene paciencia.

1. A la imagen del campo sembrado se añaden hoy las parábolas del granito de mostaza y de la levadura. En el silencio vemos las manos eternas de Dios en plena obra de la redención del mundo. La simiente ha sido echada. Viniste tú, Jesús, el Verbo divino del Padre, y te hiciste semilla fértil en el desolado campo del mundo. La tierra recibió tu cuerpo sacrificado y la semilla de tu sangre rindió el uno por mil. Tu palabra cayó en la esponjosa tierra de los corazones y dio infinitos frutos de sazón. Nosotros nos hallamos en pleno milagro de este crecimiento. La Iglesia de los mártires, la abundancia y variedad de la vida de la gracia en tantos cristianos… tantas pequeñas simientes una tal plenitud de vida.

Jesús, veo tu cuerpo místico, la Iglesia; hace crecer en ramas sin número el árbol del reino de Dios en la tierra. Poco a poco y en silencio, la Iglesia de Cristo crece, crece la obra de la redención, crece el reino de los redimidos; como también, poco a poco, va creciendo la semilla, y en silencio echa un brote, y éste crece. Exclamamos: ¡Cuán grande se ha hecho! Y lo mismo sucede cuando se mezcla la levadura entre la masa de la blanca harina: va expansionándose poco a poco, hasta que por fin la fermenta toda y la masa del pan ya está lista. Así también obran en el mundo la palabra redentora y la fuerza santificante de Cristo. Despacio y en silencio hacen las veces de una levadura. ¿Qué podemos nosotros hacer para que crezca la Iglesia, para que crezca el bien?

"Que siempre suspiremos por aquello por lo cual en verdad vivimos" (Poscomunión), esto es, que nos abramos a la operación misteriosa de Dios. Que no queramos hacer nada solos o por nuestras propias fuerzas. Vaca Deo et videbis! (Sal 45, 11), "¡tómate tiempo, está libre para Dios, y verás!" Verás y admirarás la gloria de su obra y su crecer silencioso en los suyos (Emiliana Löhr).

-"Siendo la más pequeña de las semillas, cuando crece, sale por encima de las hortalizas y se hace un árbol, hasta el punto que vienen los pájaros a anidar en sus ramas". Para el crecimiento, la ley de la paciencia es la ley esencial de la vida. ¿Por qué, Señor, el mundo parece tan alejado de tu Reino? ¿No podrías hacer algo más? ¿Por qué permaneces oculto? La levadura es pequeña, pero llega a hacer algo grande. Yo quisiera, Señor, aprender el valor de las cosas pequeñas, lo que no se ve, lo débil en apariencia… El amor será la levadura que, lentamente, invisiblemente, fermenta toda la masa (Noel Quesson).

Dios parece elegir lo pequeño e insignificante, pero luego resulta que, a partir de esa semilla, llega a realizar cosas grandes. La levadura también es pequeña, pero puede hacer fermentar toda una masa de harina y permite elaborar un pan sabroso. Es el estilo de Dios. No irrumpe espectacularmente en el mundo, sino a modo de una semilla que brota y germina silenciosamente y se convierte en planta. Como la levadura, que, también silenciosamente, transforma la masa de harina. Esta manera de actuar de Dios, a partir de las cosas sencillas, se ha visto sobre todo con Jesús. Se encarnó en un pueblo pequeño (a su lado había otros como Egipto, Grecia y Roma), y se valió de personas sin gran cultura ni prestigio (no recurrió a los sumos sacerdotes o doctores de la ley). Pero el Reino que él sembró, a pesar de que fue rechazado por los dirigentes de su tiempo, se ha convertido en un árbol inmenso, que abarca toda la tierra, transformando la sociedad y produciendo frutos admirables de salvación. También en nuestros días tenemos la experiencia de cómo sigue obrando Dios. Con personas que parecen insignificantes. Con medios desproporcionados. Con métodos nada solemnes ni milagrosos, pero eficaces por su fuerza interior. Y suceden maravillas, porque lo decisivo no son los medios y las técnicas humanas, sino Dios, con su Espíritu, quien da fuerza a esa semilla o a esos gramos de levadura. La Eucaristía que celebramos es algo muy sencillo. Unos cristianos que nos reunimos, que escuchamos lo que Dios nos quiere decir, y realizamos ese gesto tan sencillo y profundo como es comer pan y beber vino juntos, que el mismo Jesús nos ha dicho que son su Cuerpo y Sangre. Pero esa Eucaristía es como el fermento o el grano que luego fructifica -debería fructificar- durante la jornada, transformando nuestras actitudes y nuestro trabajo. Tal vez nos gustarían más las cosas espectaculares. Pero «el Reino está dentro» (Lc l 7,20), y no fuera. Y, si le dejamos, produce abundante fruto y transforma todo lo que toca. Como es increíble lo que puede producir un granito pequeño sembrado en tierra, es increíble y esperanzador lo que puede hacer la semilla del Reino -la Palabra de Dios, la Eucaristía- en nuestra vida y en la de los demás, si somos buen fermento y semilla dentro del mundo (J. Aldazábal).

 

Llucià Pou Sabaté

sábado, 26 de julio de 2025

Domingo de la semana 17 de tiempo ordinario (ciclo C): el Padrenuestro es el resumen del Evangelio, ahí está todo lo que hemos de rezar y hacer

Domingo de la semana 17 de tiempo ordinario (ciclo C): el Padrenuestro es el resumen del Evangelio,  ahí está todo lo que hemos de rezar y hacer

A. Lecturas

1. Génesis (18,20-32):

En aquellos días, el Señor dijo:
«El clamor contra Sodoma y Gomorra es fuerte y su pecado es grave: voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la queja llegada a mí; y si no, lo sabré».
Los hombres se volvieron de allí y se dirigieron a Sodoma, mientras Abrahán seguía en pie ante el Señor.
Abrahán se acercó y le dijo:
«¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás el lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de toda la tierra, ¿no hará justicia?».
El Señor contestó:
«Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos».
Abrahán respondió:
«Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza! Y si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?».
Respondió el Señor:
«No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco».
Abrahán insistió:
«Quizá no se encuentren más que cuarenta».
Él dijo:
«En atención a los cuarenta, no lo haré».
Abrahán siguió hablando:
«Que no se enfade mi Señor si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?».
Él contestó:
«No lo haré, si encuentro allí treinta».
Insistió Abrahán:
«Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran allí veinte?».
Respondió el Señor:
«En atención a los veinte, no la destruiré».
Abrahán continuó:
«Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más: ¿Y si se encuentran diez?».
Contestó el Señor:
«En atención a los diez, no la destruiré».

2. Salmo 137,1-2a.2bc-3.6-7ab.7c-8

Te doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque escuchaste las palabras de mi boca;
delante de los ángeles tañeré para ti;
me postraré hacia tu santuario.

Daré gracias a tu nombre:
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R/.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros, me conservas la vida;
extiendes tu mano contra la ira de mi enemigo.

Tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo.
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R/.

3. Colosenses (2,12-14):

Hermanos:
Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con él, por la fe en la fuerza de Dios que lo resucitó de los muertos.
Y a vosotros, que estabais muertos por vuestros pecados y la incircuncisión de vuestra carne, os vivificó con él.
Canceló la nota de cargo que nos condenaba con sus cláusulas contrarias a nosotros; la quitó de en medio, clavándola en la cruz.

4. Lucas 11,1-13. Y sucedió que cuando hacía oración en cierto lugar, al terminarla, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos». El les respondió: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino; nuestro pan cotidiano dánosle cada día; y perdónanos nuestros pecados, puesto que también nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no nos dejes caer en la tentación». Y les dijo: «¿Quién de vosotros que tenga un amigo, y acuda a él a media noche y le diga: "Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío me ha llegado de viaje y no tengo qué ofrecerle", le responderá desde dentro: "No me molestes, ya está cerrada la puerta; yo y los míos estamos acostados; no puedo levantarme a dártelos?". Os digo que, si no se levanta a dárselos por ser su amigo, al menos por su importunidad se levantará para darle cuanto necesite». Así, pues, yo os digo: "Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se le abrirá; porque todo el que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y a quien llama, se le abrirá. Pues, ¿qué padre habrá entre vosotros a quien si el hijo le pide un pez, en lugar de un pez le dé una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dé un escorpión? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas cosas a vuestros hijos, ¿cuánto más el Padre del Cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?».

B. Comentario:

1. «¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable?».  La intercesión de Abrahán por los justos de Sodoma, tal y como se cuenta en la primera  lectura, es el primer gran ejemplo y el modelo permanente de toda oración de petición. Es  insistente y humilde a la vez. Cada vez va un poco más lejos: desde los cincuenta inocentes  que bastarían para impedir la destrucción de la ciudad, hasta cuarenta y cinco, cuarenta,  treinta, veinte, diez. Semejante descripción sólo puede entenderse -aunque al final la súplica  no pueda ser escuchada, pues ni siquiera hay diez justos en Sodoma- como un estímulo del  todo singular para animar al creyente a penetrar en el corazón de Dios hasta que la  compasión que hay en él comience a brotar. Ejemplos posteriores, sobre todo cuando Dios  escucha las súplicas de Moisés, lo confirman. Cuando Dios se compromete en una alianza  con los hombres, quiere comportarse como un amigo y no como un déspota; quiere dejarse  determinar, humanamente se puede decir que quiere que el hombre le haga «cambiar de  opinión», como las oraciones de súplica veterotestamentarias mitigan muy a menudo la ira  de Yahvé. El hombre que está en alianza con Dios tiene poder sobre su corazón.

2. Este salmo refleja la experiencia íntima de quien ha sido escuchado por Dios en un momento de necesidad. Comienza con una alabanza sincera: "Te doy gracias, Señor, de todo corazón", lo que indica una entrega total. La referencia a cantar delante de los ángeles y postrarse hacia el santuario resalta la dimensión litúrgica y celestial del agradecimiento.

El salmista destaca dos atributos fundamentales de Dios: la misericordia y la lealtad. Estas cualidades sostienen su fe, incluso más allá de la fama de Dios: "tu promesa supera tu fama". Es decir, lo que Dios cumple es aún más grande de lo que se esperaba de Él.

El salmo subraya que Dios se fija en el humilde y mantiene su distancia del soberbio, enseñando así una lección de humildad. Aun en medio de los peligros y enemigos, el salmista experimenta la protección divina: "extiendes tu mano contra la ira de mi enemigo".

La última parte expresa una confianza plena: Dios no dejará inconclusa su obra en quien lo busca: "El Señor completará sus favores conmigo". Concluye con una súplica final llena de esperanza: "no abandones la obra de tus manos", reconociendo que somos creación suya y que dependemos de su misericordia constante.

Es un salmo ideal para momentos de gratitud, confianza y también de dificultad, porque recuerda que Dios no olvida a quienes claman a Él con corazón humilde.

3. «Dios os dio vida en Cristo». La segunda lectura nos indica la condición para esta esperanza casi temeraria. Esta  condición es que hayamos sido sepultados junto con Cristo en el bautismo y hayamos  resucitado con él en Pascua mediante la fe en la fuerza de Dios. De este modo entre Dios, el  Señor de la alianza, y nosotros, sus socios, se establece una relación directa e inmediata  que elimina todos los impedimentos -nuestros pecados, los pagarés de nuestra deuda y las  acusaciones que pesan sobre nosotros-. La cruz de Cristo quita todo esto de en medio; ella  es la que ha «derribado el muro separador del odio», la que ha traído «la paz» (Ef  2,14-16; von BALTHASAR).

4. «Domine, doce nos orare» -¡Señor, enséñanos a orar! -Y el Señor respondió: Cuando os pongáis a orar, habéis de decir: (…) -Padre nuestro, que estás en los cielos... / ¡Cómo no hemos de tener en mucho la oración vocal!» (J. Escrivá, Camino 84). Un Dios Padre... un Dios que nos ama. Jesús, nos enseñas cómo debemos dirigirnos al Padre y qué es lo que tenemos que pedirle en nuestras oraciones. La versión de Mateo (6,9-13) es más completa (Lucas resume las peticiones: la tercera y la séptima están implícitas en las segunda y sexta). En lugar de "Padre nuestro" (Mt) aquí decimos "Padre", que es un reflejo del "abba", como llamaba Jesús a su padre. El Concilio Vaticano II recuerda que «Cristo... en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación» (GS 22). El bautismo establece esa relación filial con Dios, que podemos vivir intensamente.

"Que estás en los cielos". El cielo no es un lugar. Quiere decir que Dios está por encima de todas las cosas terrenas, más allá de nuestro mundo visible. El mundo no es una parte de Dios. Dios es un ser completamente distinto. La proximidad filial al Padre nunca pierde el profundo respeto. A este Dios santo, que es el totalmente Otro, cuya grandeza no podemos imaginar, le podemos llamar Padre.

"Santificado sea tu nombre". El nombre se identifica con la persona. Este Dios inalcanzable, desea que le alabemos para que nos alcemos por encima de nuestra poquedad y nos llenemos de su grandeza.

"Venga a nosotros tu Reino", con ello pedimos la conversión hacia una búsqueda del reino de Dios antes y por encima de cualquier otra cosa. Es una "semilla pequeña" dotada de una insospechable plenitud de vida, pero expuesta continuamente al riesgo de ser rechazada y pisoteada.

"Hágase tu voluntad". Como Jesús, queremos decir también nosotros: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y acabar su obra" (Jn 4,34). Y así vamos descubriendo la misión que tenemos, que es ante todo don de Dios: no es escoger, sino ser escogido; es respuesta a un amor que precede y acompaña. Para quien se hace dócil a la voluntad del Señor la vida llega a ser un bien recibido, que tiende por su naturaleza a transformarse en ofrenda y don.

"Danos hoy nuestro pan de cada día", que sacia el hambre del espíritu: el pan de la Palabra y de la Eucaristía. A ejemplo de María, es preciso aprender a educar el corazón a la esperanza, abriéndolo a aquel "imposible" de Dios, que hace exultar de gozo y de agradecimiento (Juan Pablo II). Pidiéndote por él, no sólo pido por todo lo material que necesito, sino también reconozco que todo lo que tengo viene de Ti: casa, familia, trabajo... La vida del alma se alimenta de la gracia, que se obtiene en los sacramentos, la oración y las buenas obras. Trabajo bien hecho y ofrecido, obras de caridad y de servicio a los demás, etc. (P. Cardona).

«Perdónanos nuestros pecados». Jesús, te hiciste "amigo de los pecadores" (Mt 11,19), y nos animas a rezar sabiendo que el Padre te «escucha siempre» (Jn 11,42).

"No nos dejes en la tentación", simplificando así, Señor, que no permitirás si nos unimos a tu oración, que caigamos en el poder del mal, del maligno.

Nos hablas, Jesús, de la tozudez del amigo: pedir, buscar y llamar hasta conseguir lo que pedimos, y pones el ejemplo de una viuda con un juez. "Se te presenta un amigo que está de viaje, es decir, de viaje por esta vida, por la que todos pasamos como peregrinos, pues ninguno permanece en ella como dueño, sino que a todo hombre se le dice: Reparaste tus fuerzas, sigue, ponte en camino y deja tu sitio al que viene detrás (Eclo 29,33). O quizá es otro amigo tuyo que viene de un mal viaje, es decir, de una mala vida, fatigado por no haber encontrado la verdad, oída y conocida la cual alcance la felicidad, y cansado y extenuado en medio de toda la concupiscencia y carestía del mundo, quien viene a ti y te dice: «Dame razón de tu fe; hazme cristiano»", señala san Agustín, que sigue diciendo: Y si no sabemos dar ese conocimiento de Dios que desconocemos, entonces pediremos los tres panes, "es decir, el alimento que es el conocimiento de la Trinidad, tendrás con qué vivir tú y con qué alimentar al otro. No tengas miedo de que venga un peregrino de viaje; al contrario, hazle miembro de tu familia recibiéndolo. No temas tampoco que se te acaben las provisiones. Ese pan no se termina; antes bien, terminará él con tu indigencia".

El  domingo pasado nos hablabas del arte de rezar, Señor, a propósito del relato de las dos hermanas, la activa Marta y la «pasiva»  María. Y antes, nos habías presentado la parábola del  buen samaritano. Y es que para servir, para amar con obras, hemos de estar pegados a ti. La capacidad de  contemplación es necesaria para la capacidad de amar. Así gozaremos de tus palabras, Señor: «Pedid y se  os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá, porque quien pide, recibe; quien busca,  llama; y al que llama, se le abre».

Dios no puede dejar de escuchar. Dios es muchísimo más bueno que los padres buenos de la tierra. Por eso, no sólo da "cosas buenas" a los que se las piden: les da lo mejor, ¡les da el mismo Espíritu Santo!: «¡Cuánto más  vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden!».

San Agustín señalaba: «El hombre no ora para orientar  a Dios, sino para orientarse a sí mismo». Y decía también: «Cuando nuestra oración no es escuchada es porque pedimos aut mali, aut male, aut mala. Mali, porque somos malos y no estamos bien dispuestos para la petición. Male, porque pedimos mal, con poca fe o sin perseverancia, o con poca humildad. Mala, porque pedimos cosas malas, o van a resulta, por alguna razón, no convenientes para nosotros», aunque sigue siendo un misterio ese modo que tiene Dios de darnos lo que pedimos, a veces sí notamos su consuelo, pero otras hemos de fiarnos en que él nos dará lo bueno… y decía Bernanos: «¡Cómo cambian mis ideas cuando  las rezo!». Vemos las cosas con ojos de fe, con los ojos de Dios.

Contaba Javier Gafo: hace poco hablaba con una mujer joven, cuyo marido sufre una grave e incurable  enfermedad. Y me decía, con una mirada limpia y resignada, que Dios era para ella como el  piloto automático que guiaba y daba calor a su vida. ¿No es ese el Espíritu Santo que Jesús  promete a todos los que acuden a su Padre? ¿No es un ejemplo admirable de que es  verdad que el que pide, recibe; quien busca, halla; y al que llama, se le abre? ¿Qué importa  que Dios no llene los bolsillos, si llena los corazones?

Todo el Evangelio está condensado en esa oración que el Señor nos enseñó, como dice el Catecismo (2761): "La oración dominical es, en verdad, el resumen de todo el Evangelio". "Cuando el Señor hubo legado esta fórmula de oración, añadió: «Pedid y se os dará» (Lc 11,9). Por tanto, cada uno puede dirigir al cielo diversas oraciones según sus necesidades, pero comenzando siempre por la oración del Señor que sigue siendo la oración fundamental". 

Llucià Pou Sabaté