11 de julio, San Benito, abad, Patrono de Europa
A. Lecturas:
1. Proverbios 2,1-9: Hijo mío, si aceptas mis palabras y conservas mis consejos, prestando oído a la sensatez y prestando atención a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia; si la procuras como el dinero y la buscas como un tesoro, entonces comprenderás el temor del Señor y alcanzarás el conocimiento de Dios. Porque es el Señor quien da sensatez, de su boca proceden saber e inteligencia. Él atesora acierto para los hombres rectos, es escudo para el de conducta intachable, custodia la senda del deber, la rectitud y los buenos senderos. Entonces comprenderás la justicia y el derecho, la rectitud y toda obra buena.
2. Salmo Sal 33,2-3.4.6.9.12.14-15 R/. Bendigo al Señor en todo momento Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren. R/. Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre. Contempladlo, y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor, dichoso el que se acoge a él. Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor. R/. Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella. R/.
3. Mateo 19,27-29: En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?» Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.»
B. Comentario:
1. «Hijo mío, si aceptas mis palabras y conservas mis consejos […] entonces comprenderás la justicia y el derecho, la rectitud y toda obra buena.»
Hoy la Palabra de Dios nos llama a buscar la sabiduría como quien busca un tesoro escondido. No se trata solo de acumular conocimientos, sino de adquirir un corazón recto, capaz de discernir y de obrar el bien.
San Benito, cuya memoria celebramos, supo vivir esta sabiduría. Nacido en Nursia, en torno al año 480, buscó primero la soledad para entregarse a la oración y a la búsqueda de Dios. Pero pronto muchos le siguieron, y de su experiencia espiritual surgió la Regla Benedictina, un texto lleno de equilibrio, sensatez y profundo sentido humano y cristiano. Su célebre lema "Ora et labora" (reza y trabaja) resume su ideal: integrar la vida espiritual y el trabajo diario en un mismo camino hacia Dios.
2. «Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca. […] Gustad y ved qué bueno es el Señor.»
Este salmo brota de un corazón agradecido que ha experimentado la bondad de Dios. San Benito vivió convencido de esta bondad. Su Regla está impregnada de confianza en que el Señor provee siempre a quienes se acogen a Él.
Bajo su impulso, la vida monástica se convirtió en un foco de fe, cultura y hospitalidad. Sus monasterios fueron lugares donde se acogía al necesitado, se cultivaba la tierra, se copiaban manuscritos y se conservaba el saber. Europa le debe a Benito no solo una espiritualidad profunda, sino también buena parte de su cultura y de su unidad.
3. «El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.»
Pedro pregunta qué recompensa tendrán quienes lo dejan todo por Jesús. Cristo promete mucho más de lo que se deja: una vida nueva y la eternidad.
San Benito dejó el mundo para buscar a Dios. Y lo que parecía renuncia dio frutos inmensos. Fundó comunidades donde reinaba la oración, la paz y la fraternidad. Así surgieron centros que no solo cuidaron de las almas, sino que civilizaron y reconstruyeron Europa tras el derrumbe del Imperio Romano.
Precisamente por este papel fundamental en la configuración espiritual y cultural de Europa, san Juan Pablo II recordó en su Carta Apostólica Sanctorum Altrix que san Benito fue proclamado Patrono principal de Europa por el papa Pablo VI en 1964. Escribe Juan Pablo II:
"Él es considerado padre y guía espiritual de innumerables monjes que, siguiendo su Regla, propagaron el Evangelio y la cultura cristiana en todo el continente europeo."
(Sanctorum Altrix, n. 3)
San Benito enseñó que no hay verdadera civilización sin fundamento espiritual, sin búsqueda de Dios, sin fraternidad ni caridad. Su vida demuestra que quien deja todo por Cristo lo recibe todo multiplicado.
Las lecturas y la figura de san Benito nos invitan hoy a reflexionar:
- ¿Dónde está mi tesoro? ¿En Dios, o en cosas pasajeras?
- ¿Vivo mi fe solo como teoría o la integro en mis decisiones cotidianas?
- ¿Soy instrumento de paz, fraternidad y cultura cristiana en mi entorno, como lo fue san Benito en su tiempo?
San Benito es, para Europa y para el mundo, modelo de equilibrio, de paz y de fe encarnada. Que su intercesión nos ayude a buscar la sabiduría verdadera, a vivir unidos a Dios en nuestro trabajo y en nuestras relaciones, y a construir una sociedad más justa y fraterna, fundamentada en Cristo.
Que, como san Benito, aprendamos a "bendecir al Señor en todo momento", a perseverar en el bien, y a descubrir que dejarlo todo por Jesús es, en realidad, ganarlo todo.
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