domingo, 14 de agosto de 2016

Domingo XX de tiempo ordinario; ciclo C

Domingo de la semana 20 de tiempo ordinario; ciclo C

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
Jesús nos pide ser fuertes en la fe, de modo que vivamos su misma vida, la de aquellos que le han seguido con fidelidad
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que be venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra” (Lucas 12,49-53).
1. Jesús, quieres manifestarnos algo de la inmensidad que llevas dentro de ti, cuando nos dices: “fuego he venido a traer a la tierra, ¿y qué quiero sino que arda?” El fuego significa la acción de Dios, como anuncia a Jesús su primo Juan en el Jordán: "Él os bautizará en el Espíritu Santo y fuego" (Mt 3,11). Está profetizado con signos antiguos, como la columna de fuego que guiaba a su pueblo a través del desierto (cfr Ex 13,21-22), la palabra de fuego por la que la montaña (del Sinaí) ardía en llamas hasta el mismo cielo (Det 4,11), la luz en el fuego (Is 10,17), el fuego de ardiente gloria en el amor de Israel (cfr Det 4,24). Todo nos habla de ese “fuego” de Jesús. También luego, el Apocalipsis dirá que sus ojos son como llamas de fuego (Ap 1,14). Y el Espíritu Santo será enviado en el fuego (cfr Hch 2,3).
Para entender bien ese “fuego”, hemos de tener en cuenta lo que nos sigue diciendo Jesús:  “Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué ansias tengo hasta que se cumpla!” Es el misterio pascual, cuando Cristo en el sacrificio de la cruz recibe el bautismo con el que Él mismo debía ser bautizado (cfr Mc 10,38) y en el misterio de Pentecostés, cuando Cristo resucitado y glorificado comunica su Espíritu a los Apóstoles y a la Iglesia.
Es el fuego del amor de Dios encarnado, y por el bautismo de fuego recibido en su sacrificio, según San Pablo, Cristo en su resurrección se convierte, como "último Adán", en espíritu que da vida (1 Cor 15,45). Por esto, Cristo resucitado anuncia a los Apóstoles: "Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días" (Hch 1,5). Por obra del último Adán, Cristo, será dado a los Apóstoles y a la Iglesia "el Espíritu que da vida" (Jn 6,63; Juan Pablo II, audiencia 6.9.1989).
También nosotros somos portadores del fuego divino, de la misión de corredimir con Cristo. “Con la maravillosa normalidad de lo divino, el alma contemplativa se desborda en afán apostólico: «me ardía el corazón dentro del pecho, se encendía el fuego en mi meditación.» ¿Qué fuego es ése sino el mismo del que habla Cristo: fuego he venido a traer a la tierra y qué he de querer sino que arda? Fuego de apostolado que se robustece en la oración: no hay medio mejor que éste para desarrollar, a lo largo y lo ancho del mundo, esa batalla pacifica en la que cada cristiano está llamado a participar: cumplir lo que resta padecer a Cristo” (J. Escrivá, Es Cristo que pasa 120). Nos impulsa ese fuego divino del Espíritu Santo a responder con un “aquí estoy, Señor, porque me has llamado: quiero serte fiel en las inspiraciones que pones en mi corazón”.
Jesús, el fuego que has venido a traer a la tierra, es el fuego del amor de Dios, que abrasa todo egoísmo y purifica todo deseo orgulloso o impuro. Es el fuego del Espíritu Santo que se posa sobre los apóstoles y que les impulsa a salir al mundo para encender esa llama y esa luz en otros corazones. Es el fuego del apostolado que se robustece en la oración.
¿Cómo cuido mis ratos de oración personal contigo? ¿Me sirven para encenderme por dentro, para llenarme de amor a Ti y de afán apostólico? (P. Cardona).
¿Pensáis que be venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”. La espada es la fe, espada espiritual más fuerte que la naturaleza carnal que une, dice S. Agustín: “la parte del pueblo judío que creyó en Jesús se separó de la sinagoga. ¿De dónde nació el hijo de Dios según la carne? De aquella sinagoga. Él abandonó a su padre y a su madre y se unió a su mujer para ser dos en una sola carne (Gn 2,24).
”No es invención nuestra; es el Apóstol quien lo atesta al decir: Se trata de un gran misterio, que yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia (Ef 5,32). En cierta manera abandonó a su padre; no lo abandonó totalmente, como para separarse de él, sino sólo para asumir la carne humana. ¿Cómo lo abandonó? Existiendo en la forma de Dios no consideró objeto de rapiña el ser igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo (Flp 2,6). ¿Cómo abandonó también a su madre? Abandonando al pueblo judío, la sinagoga que se adhería a los ritos antiguos. Dentro del mismo simbolismo caen estas palabras: ¿Quién es mi madre, o mis hermanos? (Mt 12,48). Él enseñaba dentro, ellos estaban fuera. Mirad si no acontece lo mismo ahora con los judíos. Cristo enseña en la Iglesia, ellos están fuera. ¿Quién es la suegra? La madre del esposo. La madre del esposo, Jesucristo nuestro Señor, es la Sinagoga. En consecuencia, su esposa es la Iglesia, que procediendo de la gentilidad no aceptó la circuncisión carnal y se separó de su suegra. Cíñete tu espada. Al decir todo esto no hemos hecho otra cosa que hablar de la fuerza de esa espada” (com. al salmo 44).
Jesús, como profetizó Zacarías cuando nació su hijo Juan el Bautista, Tú has venido al mundo «para iluminar a los que yacen en tinieblas y en sombra de muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz» (Lucas 1,78). ¿Cómo dices ahora que no has venido a traer paz sino división? Lo que pasa es que me hablas de dos paces distintas: la paz del alma, que se consigue a base de lucha personal contra los propios defectos, y la paz exterior, que es la tranquilidad producida por el consenso y la unidad. Ambas paces son buenas, pero lo importante es la paz interior, fruto de la santidad personal.
«No hemos de temer a adversarios exteriores. El enemigo vive dentro de nosotros: cada día nos hace una guerra intestina. Cuando le vencemos, todas las cosas del exterior que pueden sernos adversas pierden su fuerza, y todo se pacifica y allana» (Casiano). De hecho, sólo la paz interior contribuye eficazmente a la paz exterior. Jesús, quieres que me conforme a ti, para llevar tu paz a los demás, ser sembrador de paz y alegría, fruto de mi unión contigo. Sé que no ha de acomodarse el Evangelio a los tiempos, sino informarlos para que la fe ilumina nuestra vida y la historia.
2. Jeremías es odiado por los ministros del rey e incluso por el mismo pueblo por quien tanto trabajó durante cuarenta años para obtener su conversión. Es la división que causa la palabra profética en aquella sociedad, también en la nuestra. El profeta es echado a la cisterna, símbolo del abandono y de la muerte (Gn 37,22.28).
Nos hace pensar el salmista ese "ser contado con los que bajan a la fosa" que se hace realidad en la vida del profeta, que une su vida a su palabra, con una fuerza imprevisible y definitiva, en un momento de máxima dificultad para Jerusalén asediada, y para el pueblo (que maltrata al profeta).
Jeremías se enfrenta a un nacionalismo que quiere llevar a la guerra y a perder a una Jerusalén sometida a Babilonia. Es signo de quien es fiel a la palabra, en lugar de buscar tranquilidad y paz.
«Jeremías se hundió en el lodo». Podemos pensar en las innumerables atrocidades que se cometen en el mundo, a veces también en nombre de la religión. Los hombres piadosos piden a Dios en los salmos con bastante frecuencia que los libre del lodo en el que se encuentran hundidos (Sal 40,3; 69,15) y Job se compara a sí mismo con este lodo (10,9; 13,12 etc.). Pablo dice que ha sido relegado al último lugar y considerado como «la basura del mundo» (1 Co 4,9.13) (H. von Balthasar).
Es preciosa la oración del salmo, que hace realidad esa ayuda divina en medio de nuestras penas: “Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito. Me levantó de la fosa fatal, de la chanca fangosa; afianzó mis pies sobre roca y aseguró mis pasos”. Toda esta oración está hecha vida en Jesús, que es llevado a la fosa del sepulcro, con su obediencia hace una oración que es resurrección, una nueva vida que es la nuestra: “Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Muchos al verlo quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor. Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí; tú eres mi auxilio y mi liberación, Dios mío, no tardes”.
3. La carta a los hebreos nos invita a mirar a Jesús. Pero también los que han encarnado la fe, nos ayudan como modelos próximos a esa confianza y fidelidad, perseverar especialmente en las dificultades: “Una nube ingente de espectadores nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, sin miedo a la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del Padre”. Es una pelea «sin miedo a la ignominia», que Jesús ha tomado sobre sí, y nos invita a una fidelidad apoyados en la fuerza de la “gracia”, palabra que en oriente llaman “sinergia”, pues se trata de un actuar de Dios y nuestra libertad, un trabajo “de equipo”. “Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado”.
Llucià Pou Sabaté
San Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir

María Dabrowska, madre de San Maximiliano, era una joven piadosa que pensó en ser religiosa "para gozar del paraíso junto a las almas puras". Pero los problemas políticos de la época no lo hicieron posible. Polonia, su patria, estaba ocupada por los rusos, quienes habían cerrado los conventos y dispersado a los religiosos. Apenas existía algún que otro convento clandestino. Entonces rezó: "Señor, no quiero imponeros mi voluntad. Si vuestros designios fueran otros, dadme al menos un marido que no blasfeme, no tome alcohol, no vaya a la taberna a divertirse. Esto, Señor, te lo pido incondicionalmente".
María deseaba emprender una vida familiar cristiana. Dios la escuchó. El elegido de su corazón fue Julio Kolbe, católico fervoroso perteneciente a la Tercera Orden Franciscana, de la cual era dirigente y en la que ingresó ella también. Era dulce y sensible, casi tímido, y sin vicios.
Los jóvenes esposos de la ciudad de Pabiance tenían un su casa un taller y un altarcito con la imagen milagrosa de Nuestra Señora de Czestochowa, veneradísima patrona de Polonia.
PRIMEROS AÑOS; LA VIRGEN LO VISITA
Allí nacieron los hijos. El primero fue Francisco; luego, el 8 de enero de 1894 nació Raimundo quien mas tarde tomaría el nombre religioso de Maximiliano. Nacieron tres hijos mas: José, Valentín y Antonio. Los dos últimos murieron prematuramente. La casa de los Kolbe era pobre pero llena de amor. Los padres, laboriosos y religiosos educaron con rectitud a los tres niños, llenos de vida y traviesos. San Francisco era el ideal en el que los jóvenes crecieron.
"Maximiliano deseaba desbordar de alegría como San Francisco; y como Francisco deseaba conversar con los pájaros" (Proc.Vars., fol 340)
Alrededor del 1906, sucede un acontecimiento que marca un jalón fundamental en la vida de Maximiliano, y que deja preocupada y desconcertada a la madre. Ella misma lo relata, a los pocos meses del martirio del hijo. "Sabia yo de antemano, en base a un caso extraordinario que le sucedió en los años de la infancia, que Maximiliano moriría mártir. Solo no recuerdo si sucedió antes o después de su primera confesión. Una vez no me gusto nada una travesura, y se la reproche: Niño mío, ¡quien sabe lo que sera de ti!. Después, yo no pensé mas, pero observe que el muchacho había cambiado tan radicalmente, que no se podía reconocer mas. Teníamos un pequeño altar escondido ente dos roperos, ante el cual el a menudo se retiraba sin hacerse notar y rezaba llorando. En general, tenia una conducta superior a su edad, siempre recogido y serio, y cuando rezaba, estallaba en lagrimas. Estuve preocupada, pensando en alguna enfermedad, y le pregunte: ¿te pasa algo? ¡Has de contar todo a tu mamita!
Temblando de emoción y con los ojos anegados en lagrimas, me contó: "Mama, cuando me reprochaste, pedí mucho a la Virgen me dijera lo que seria de mi. Lo mismo en la iglesia, le volví a rogar. Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja. Me miro con cariño y me pregunto si quería esas dos coronas. La blanca significaba que perseveraría en la pureza y la roja que seria mártir. Conteste que las aceptaba... (las dos). Entonces la Virgen me miro con dulzura y desapareció".
El cambio extraordinario en la conducta del muchacho, para mi, atestiguaba la verdad de las cosas. El tenia plena conciencia, y al hablarme, con el rostro radiante señalaba la deseada muerte de mártir. Este fascinante encuentro de Maximiliano con su "Madrecita" celestial es algo mas que un episodio pasajero. Es la raíz de todo su futuro; es el motor de sus amplios planes; es la fuerza para los vuelos mas audaces; es el manantial de su santidad y de apostolado.
VOCACIÓN FRANCISCANA
Alrededor de Pascua de 1907 se realizo en Pabianice una Misión predicada por los Franciscanos Conventuales, los que se ganaron la admiración de los jóvenes Kolbe. Al final, uno de los frailes, el P. Pellegrino Haczela, anunció que se había abierto en Leopolis un seminario que recibiría a todos los jóvenes que deseasen consagrarse al Señor en la Orden franciscana. Maximiliano sentía su vocación ya preparada por la Virgen y por la vida Franciscana de su hogar. Los dos hermanos en la sacristía hablaron con los Misioneros, pidiéndoles los recibieran en la Orden. Sus padres dieron su consentimiento aunque sabían que seria un gran sacrificio para toda la familia.
Ingresaban en los Frailes Menores Conventuales el mes de octubre del ano 1907 en Luov, en la Polonia ocupada por Austria. Raimundo tomó el nombre de Maximiliano María. El padre Wilk asi describe a Maximiliano: "era diligente en el cumplimiento de sus deberes, dotado por las matemáticas, obediente a los profesores, servicial con los compañeros, alegre y equilibrado. Rezaba con recogimiento. Un episodio se me grabó por siempre. Entrando en una sala, vi a Maximiliano de rodillas ante una gran cruz, absorto en oración."
Pero entró la crisis en los dos hermanos. Maximiliano llegó a convencerse y convencer a su hermano de abandonar el seminario. ¿La noche oscura del alma?, ¿temor ante un reto que el se tomaba tan en serio que le pareciera por encima de su potencial?,¿dudas de como cumplir con su opción de las dos coronas cuando se le apareció la virgen?. Cuando estaban por hablar con el superior, de pronto les visita la madre llena de alegría al verlos. Orgullosa les cuenta que el hermano menor también va a entrar en la orden. ¡Además ella y su esposo también tienen vocación religiosa de manera sera toda la familia Franciscana!. La madre les aseguró que ella siempre oraría por sus hijos. Abrazos y lágrimas acentuaban sus palabras.
Aquella visita disipó todas las dudas en los corazones de los hermanos. Nueve años mas tarde, desde Roma, recuerda aquella visita en una carta a su madre y la considera "salvador, providencial y regalo de la Inmaculada". Su madre tristemente le comunica la salida de su hermano Francisco de la orden.
El 4 de septiembre de 1910 vistió el sayal franciscano, ciño a su cintura el cordón de San Francisco, y comenzó su año de noviciado. ¡Que gran emoción, y tenia apenas dieciséis años!
En el otoño de 1912, el P. Provincial teniendo en cuenta las excelentes cualidades intelectuales de Fray Maximiliano, dispuso que, junto a otros, siguiera sus estudios de filosofía y teología en Roma. Los años romanos serán fecundísimos y decisivos en la vida de Maximiliano. La Virgen lo espera para inspirarle la fundación de La Milicia de la Inmaculada.
LOS AÑOS DE ESTUDIO EN ROMA
En 1917, por razón del 75 aniversario de la conversión de Alphonse Ratisbon, conocido agnóstico anti-católico de linaje judío, San Maximiliano fue inspirado a fundar una asociación pia de fieles conocida como "La Milicia de la Inmaculada". Su proposito es promover el amor y el servicio a la Inmaculada, la conversión de las almas a Cristo.
Era también ese el año de las apariciones en Fátima. La Milicia debía responder a la Inmaculada Mediadora para la conversión y santificación de los no católicos, especialmente aquellos que rechazaban a la Iglesia. Sus miembros se consagran a la Stma. Virgen María y cada día lo viven ofreciéndolo todo a ella por la conversión de los pecadores y esforzándose por todos los medios por establecer el Reino del Corazón de Jesús sobre el mundo.
A lo largo de siete años (1912-1919) le absorbe fundamentalmente el estudio. Maximiliano termina sus estudios romanos con dos doctorados. El primero en filosofía, 1915 en la famosa Universidad Gregoriana. El segundo en teología en 1919 en el Colegio Seráfico Internacional. No tenia por ello vanidad intelectual sino que su deseo era "poder confundir a los incrédulos".
"Por la misericordia de Dios a través de la intercesión de la Inmaculada, el 28 de abril de 1918, fui consagrado sacerdote de nuestro Señor Jesucristo", anota Maximiliano. Celebra su primera Misa en el altar de la Aparición en S. Andrés "delle Fratte", lugar de la conversión de Alfonso Ratisbonne. Es su primer sacrificio eucarístico, a los pies de su Reina inmaculada.
REGRESO A POLONIA Y CRECIMIENTO DE LA MILICIA DE LA INMACULADA
El P. Maximiliano vuelve a su Polonia querida. Solo tiene 25 años, pero intelectual, moral y espiritualmente, es un hombre cabal. Pero tiene mala salud, sus pulmones están lesionados. "Ha vuelto enfermizo, débil , sin dar grandes esperanzas de trabajo" escribe el P. Kubit. Pero había vuelto con una fuerza espiritual extraordinaria. Pocos lo escuchaban y lo comprendían y no faltaron las persecuciones y luchas, las calumnias y obstáculos. "Sin embargo, aunque todo este en contra de nosotros, tenemos, cual faro y brújula la santa obediencia, a través de la cual se manifiesta la voluntad de la Inmaculada".
Enseña Historia de la Iglesia en Cracovia, Polonia. Allí organiza el primer grupo de la milicia fuera de Italia. Por causa de su mala salud su orden lo libera de otros cargos para que pueda dedicarse exclusivamente a la promoción de la Milicia.
"La Milicia de la Inmaculada es todo el ideal de mi vida". Hablaba de ella y exaltaba su misión. Insistía en la necesidad de organizarse; invitaba a asociarse a la M.I. Su "idea fija" lo perseguía. Y el quería contagiar su entusiasmo a todos.
El 7 de octubre de 1919, Fiesta del Rosario, seis hermanos clérigos con su maestro el P. Keller han rubricado su adhesión a la Milicia de la Inmaculada, mediante la cual quiso expresar, ya antes de ser sacerdote, su amor a la Inmaculada y su ardoroso celo apostólico.
Pese a su pobre salud, fue dada la sesión inaugural de la M.I.: el 12 de enero de 1920. ¡Fecha preciosa en los anales de la M.I.! En ese día el P. Kolbe pudo cosechar para la Inmaculada la adhesión y consagración de todos aquellos a los que el había formado y comunicado su fuego mariano. Entre ellos había estudiantes y obreros, soldados y amas de casa. A pesar de la oposición y altibajos, muchos habían sentido un llamado interior de renovación cristiana, a la luz de la Inmaculada, y se consagraron para ser "cosa y propiedad" de la Inmaculada, esclavos de Ella, como Ella lo había sido del Señor (Lc. 1,48).
EL CABALLERO DE LA INMACULADA
El amor a la Inmaculda reclama un medio para comunicarlo y para salvar almas. Se debe hacer todo lo posible para llegar a todos y forjar santos que dieran su vida por amor. Además los miembros necesitaban vincularse y formar una verdadera familia espiritual, armarse con una visión clara de los designios de Dios, llegar a una coherencia de vida. Para ello nació la necesidad de un boletín de enlace. La M.I. debía utilizar todo medio de propaganda y divulgación, para el advenimiento del reinado de María.
En la mente del padre Kolbe "El Caballero de la Inmaculada" debía tener un aliento amplio y generoso. No solo debía servir para estrechar vínculos de fervor entre los asociados de la M.I, sino que también debía abrirse a todas las familias de Polonia y del mundo. Debía "llevar a la Inmaculada a las casas, para que las almas, acercándose a María, reciban la gracia de la conversión".
Por noviembre de 1922, la Milicia de la Inmaculada se traslada con todo su taller a la ciudad de Grodno. El padre Kolbe quiere conquistar para la gloria de la Virgen el mundo entero con las nobles armas de la cultura y verdad. Quiere "forrar el mundo entero con papel impreso para devolver a las almas la alegría de vivir". Allí el crecimiento de la M.I. será vertiginoso en las dos vertientes: editorial y vocacional. El padre Maximiliano emprendió esta nueva tarea editorial que llego a ser la obra quizás mas fecunda de apostolado en nombre de la Inmaculada. Como toda obra nueva conoció las dificultades iniciales. Le costo tiempo para ser conocida, apreciada e imponerse.
La M.I. necesitaba servidores, pero debían ser consagrados y no obreros a sueldo. El altísimo ideal mariano requería ser servido con todo el corazón y para toda la vida. La entrega y la generosidad de los servidores de la Inmaculada debían ser incondicionales y sin limites. El trabajo que realizarían, debía ser una liturgia, un acto de amor, una ofrenda. La obra de María no podía ser una simple empresa comercial, sino una consagración.
-"No olviden, muchachos, no se trata de ganar suscritores, sino de salvar almas." "Es muy importante que se imprima ‘El caballero’ en millones de ejemplares; pero es más importante que con él se invie una oración, porque cada número ha de ser preparado con la oración, con el postrarnos de rodillas"
El P. Maximiliano hizo fotografiar a los hermanos, en habito franciscano, ocupados en las distintas fases de trabajo en el taller, y publicar las fotos. Causaron tremenda conmoción. Todos, particularmente los jóvenes quedaron impresionados al ver frailes y monjas llenos de gozo en el servicio a la Virgen por medio de la imprenta. Cundieron los deseos de consagrar la vida a la Virgen, vinieron mas vocaciones. Una llamada a evangelizar con todas las fuerzas con la imprenta pero desde una base de vida consagrada y sin diluir las exigencias de los votos. He ahí la profunda innovación del P. Maximiliano.
La técnica del taller debía servir a la Inmaculada dentro de una vida en la Bienaventuranzas, con los votos religiosos y con el mas exigente seguimiento al Señor. El padre Kolbe era exigente como lo era consigo mismo: Les pide sus mismos ideales religiosos y marianos: una obediencia total, una filial devoción a la Virgen, fervor de apostolado a través de la prensa y otros medios de progreso moderno, heroicos renunciamientos según el lema: "¡Nada para si, todo para la Inmaculada!".
El diario se publica según estas ideas: 1-formato pequeño, 2-el mas bajo costo para hacerlo accesible a todos, 3-noticias frescas, breves y abundantes. Todo para el fin de llevar el conocimiento de la Inmaculada entre las clases mas humildes.
A los periodistas el P.Kolbe les sugiere:
1-Escribir la verdad objetiva aportando documentos.
2-Escribir no toda la verdad, sino sólo la que sirve al bien público.
3-No condenar a los que se equivocan.
4-No apresurarse a la afirmación de una mala voluntad.
5-Respetar siempre la autoridad espiritual y civil (En Masiero p.159).
 
SE PUEDE Y SE DEBE SER SANTO
He aquí un diálogo del padre Kolbe con los jóvenes:
-¡Quiero que sean santos y grandes santos!
-Padre, ¿no le parece pedir demasiado?
-¡No! La santidad no es un lujo, sino un deber y un compromiso de familia. Dios lo quiere: "¡Sed santos, porque yo soy santo!", Todo hijo ha de imitar a su madre. Nuestra madre es la Inmaculada, la santa. Por eso debemos ser santos.
-Pero ser santo ¿no es algo engorroso?
-No, muchachos, es lo más sencillo y fácil. ¿Tienen una tiza? Pues bien, aquí sobre el pizarrón voy a escribir la fórmula de la santidad. ¡Cómo es de simple!
Escribe: v = V = S
-Es apenas una ecuación. La v minúscula es nuestra voluntad. La V mayúscula es la voluntad de Dios. Cuando estas voluntades chocan, es el dolor, el sufrimiento. Cuando estas dos voluntades se identifican, cuando nuestra voluntad se identifica con la de Dios, es la santidad, es la paz del corazón. ¡Que sencillo es! ¿Verdad? (En Winowsca p.153)
"La vida es breve, Hemos de emplear todo nuestro tiempo... Se vive una sola vez. Es necesario ser santos, no a medias, sino totalmente, para gloria de la Inmaculada y la mayor gloria de Dios" (En Ricciardi p.306).
Hizo una modificación de la consigna de San Ignacio enseñando que "No sólo ad maiorem Dei gloriam, sino ad maximam Dei gloriam " (No solo para gloria de Dios sino para la máxima gloria de Dios)
"¡Todo esto se aprende de rodillas! (En Winowka p. 154).
Niepokalanów (ciudad deno es este lugar, o estos edificios, o esta maquinaria. Niepokalanów es nuestra alma, es nuestro corazón"
En Niepokalanow, María lo es todo: es el corazón y la meta; es el ideal y la fuerza. Por Ella se trabaja, se vive, se sufre, como por Ella se muere. ¡Todo a la mayor gloria de la Inmaculada!

NIEPOKALANOW: CIUDAD DE LA INMACULADA
En 1929, entre enfermedad y dificultades el P. Kolbe se lanza a su nueva fundación en unos terrenos que le fueron logrados milagrosamente: su ciudad mariana. NIEPOKALANOW, o ciudad de la Inmaculada, o mejor, "casa, propiedad y reino de la Inmaculada". Decía que el, la M.I., y cada caballero, son cosa y propiedad de la Virgen. En Niepokalanow María lo es todo: es el corazón y la meta; es el ideal y la fuerza. Por Ella se trabaja, se vive, se sufre, como por Ella se muere. Los caballeros son los hijos felices y los servidores fieles de la Madre celestial. "!Todo a la mayor gloria de la Inmaculada!"
Consistía de un convento de sacerdotes y hermanos franciscanos comprometidos a promover la Milicia por todas partes por medio del uso de todos los medios de comunicación que estuviesen a su alcance.
Ante todo se construyo la capilla. Mas tarde se trajeron las maquinarias y todos los elementos de la imprenta. La aspiración del P. Maximiliano era que Niepokalanow fuera una escuela de santidad. "No sólo para mayor gloria de Dios, sino para la Máxima gloria de Dios".
Todos eran pobres y felices, felices porque eran pobres, felices porque estaban al servicio de la Inmaculada.
"Niepokalanów no es este lugar, o estos edificios, o esta maquinaria. Niepokalanów es nuestra alma, es nuestro corazón"
LA INMACULADA EN EL JAPON
Dos años mas tarde San Maximiliano, como respuesta al llamado del Santo Padre a los religiosos a favor de las necesidades misioneras de la Iglesia desea ir al Oriente para fundar otra ciudad de la Inmaculada en Mugenzai No Sono, Japón. La visión del P. Maximiliano era llevar La Inmaculada a todo el mundo. En Roma ya había pensado en esto. En una ocasión, al encontrarse con un japones pagano sintió el deseo de evangelizar ese país. Ahora le parece que ha llegado el momento. Pide permiso para irse al Japón pero su superior no lo cree posible. No habla Japones ni tenia contactos para semejante obra. El padre Kolbe se somete con obediencia pero sabía que la Inmaculada lo quería y que por medio del superior se manifestaría su voluntad. Esa noche el superior no pudo dormir. Al fin el padre Kolbe recibió permiso para ir a Japón con cuatro frailes. Tan solo los movía el amor a la Virgen Inmaculada.
Un 25 de mayo de 1930 llega a la Niepokalanow polaca este telegrama: " Hoy expedimos "El Caballero en japonés. Tenemos imprenta. Viva la Inmaculada. P. Maximiliano".
Al leer el telegrama, no faltaron frailes que quedaron estupefactos y gritaron milagro, ya que , humanamente hablando, el hecho era inexplicable. El milagro fue fruto de la fe en Dios y la inmensa confianza en la Inmaculada. La heroicidad del trabajo intenso, los grandes sufrimientos, la oración y sacrificio. La Virgen corresponde a sus fieles.
En los años de 1935 y 1936 por el clima calido y húmedo del Japón, las condiciones de salud del P. Maximiliano habían empeorado notablemente. Sufría frecuentes vómitos de sangre. Ante el agravamiento de su salud, con la esperanza de una mejora, y ante el unánime deseo de los frailes de Niepokalanow, el nuevo Capitulo Provincial de 1936 nombro al P. Maximiliano superior de esa primera ciudad mariana.
ULTIMO PERIODO EN LA CIUDAD DE LA INMACULADA EN POLONIA
Vuelve a Niepokalanow en 1936 y bajo su dirección el número de frailes crece hasta exceder en los meses próximos a la II Guerra Mundial, el número de 900. El apostolado de publicaciones producía en exceso de un millón de revistas mensualmente y 125,000 ejemplares de un diario destinado para el millón de miembros de la Milicia en el mundo.
Pero el padre Kolbe no se hace ilusiones ni se deja absorber por los triunfos. Mas bien presentía su fin y el acercarse del calvario para sus hijos. Hizo de los tres años en Niepokalanow un cursillo de formación. Cada día se reunía con los hermanos de una sección. Aprovechaba toda ocasión para enseñarles una nueva verdad acerca de la Inmaculada y para prepararlos para todo evento. Lo que la Virgen le enseñaba el lo compartía con los suyos.
El padre Kolbe es un profeta de la Virgen. En marzo del 1938 dice a los hermanos:
"Hijos míos, sepan que un atroz conflicto se avecina. No sabemos cuáles serán las etapas. Pero, para nosotros en Polonia, hay que esperar lo peor. En los primeros tres siglos de historia, la Iglesia fue perseguida. La sangre de los mártires hacía germinar el cristianismo. Cuando más tarde la persecución terminó, un Padre de la Iglesia comenzó a deplorar la mediocridad de los fieles y no vio con malos ojos la vuelta de las persecuciones. Debemos alegrarnos de lo que va a suceder, porque en las pruebas nuestro celo se hará más ardiente, ¿Y que? ¿No estamos acaso en las manos de la Virgen?... Nuestro ideal, ¿no es también dar la vida por Ella?... se vive una sola vez. Se muere una sola vez. Vida y muerte, pero como gustan a ella" (Winowska p.160).
Dice también:
"La guerra está mas cerca de lo que pueda preverse, y las persecuciones en períodos bélicos son posibles...
Uds. Los profesores, que son los padres espirituales de Niepokalanóv, deben estar preparados para tiempos peores. Esto ciertamente lo permite la Inmaculada pare nuestro bien.
Estallada la guerra, sucederá la dispersión de la comunidad. No nos contristemos, sino que debemos conformarnos con la voluntad de la Inmaculada. Que esa conformidad con la Inmaculada sea cada día más fuerte, sentida y viva. De esta manera, la persecución no nos hará daño, sino que acrecentará nuestra santidad" (Ricciardi p.307)
Tres dias antes de estallar la guerra prepara los corazones:
"Trabajar, sufrir y morir caballerescamente, y no como un burgués en la propia cama. He ahí: recibir una bala en la cabeze, para sellar el propio amor a la Inmaculada. Derramar valientemente la sangre hasta la última gota, para acelerar la conquista de todo el mundo para Ella. Esto les deseo a Uds. Y me deseo a mi mismo.
"Nada mas sublime puedo augurarme y augurarles.
"Jesús mismo lo dijo: ‘No hay amor mas grande que dar la vida por el propio amigo" (Masiero p.154).
EL CALVARIO DE LA GUERRA
En septiembre de 1939 estalla la Segunda Guerra mundial. Sangre, muerte, destrucción, crueldad, odio, bestialidad e infamia sin fin. Los nazis, llenos de soberbia, invaden Polonia. En pocas semanas, el ejercito y toda la nación polaca sufren la humillación de la derrota. Quedan completamente subyugados.
Pocos días después, llega la Wermach, o ejercito de ocupación, que sin miramiento alguno comete todo tipo de tropelía, saqueos y vandalismos en la ciudad mariana: destrozan imágenes, encienden fogatas con ornamentos sagrados, retiran y se llevan una buena parte de la maquinaria tipográfica. El P. Kolbe, el fundador, esta presente ante esos destrozos sacrílegos. No se deja dominar por el odio ni grita venganza. Solo reza, llora y consuela... Pese al clima de odio al enemigo, el perdona como Cristo en la Cruz; el ama a todos: "¡Animo muchachos, la Inmaculada nos lo dio. La Inmaculada nos lo quito. Ella bien sabe como están las cosas!".
El 19 de septiembre se presento en Niepokalanow la Wermacht alemana con gritos: "Todos fuera!.. ¡Todos en marcha!.. Todos los frailes fueron acorralados en el patio, encolumnados y cargados en camiones rumbo al occidente. Pasaron de un campo de concentración a otro: de Lamsdorf a Amtitz, de aquí a Ostrzeszow. Aun no se había llegado a los horrores posteriores de los campos de concentración; sin embargo, no faltaban los sufrimientos. Había de sobra dolor para poner a prueba hasta a los mas fuertes: abusos, prepotencia, desprecio, violencia, repugnante suciedad, hambre, frío, promiscuidad, piojos. Pese a todo, había algo de libertad que permitía a los frailes tener vida común, instalar una imagen en la repisa de un galpón, rezar y cantar juntos, hacer su retiro espiritual.
El 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada, luego de tres meses de encierro, fueron inexplicablemente liberados. Era un regalo de la Virgen. Pero triste espectáculo les brindo Niepokalanow al regresar. Primeramente, los bombardeos y los saqueos habían destrozado la mística ciudad. Ahora, todo se hallaba ocupado por los deportados y desbandados. Sin embargo, no hubo desmayo, sino que en seguida se organizo la vida religiosa con tandas continuadas de Adoración ante el Santísimo.
De inmediato, la numerosa comunidad tuvo que enfrentar no tanto los problemas culturales de las revistas y ediciones, cuanto los mas prosaicos y graves de la subsistencia: comida, ropa, remedios, Para resolverlos, como también para salir al encuentro de las necesidades del pueblo de los alrededores, se abrieron talleres de herrería, carpintería, mecánica, servicios automovilísticos, y también una lechería. Ocasionalmente tuvieron que prestar servicios también a las autoridades de ocupación. Niepokalanow brindo su asistencia a varios miles de pobres desheredados, entre los cuales había un millar de judíos, marcados por los nazis con una estrella amarilla sobre el pecho.
El P. Maximiliano había impartido a sus frailes estas pautas de conducta: la caridad ha de estar abierta a todos sin discriminación; sus únicos limites han de ser los de las posibilidades, que, gracias a su gran espíritu de sacrificio, llegaban a los extremos de la misma generosidad.
El P. Kolbe se las arregló para enviar mensajes a los hermanos dispersos: "Trabajemos en la acción misionera. Conquistemos para la Inmaculada otros corazones. Recemos mucho por la venida del reino. Ofrezcámosle nuestros sufrimientos. Nuestra consigna sea ésta: que la Inmaculada esté contenta de nosotros. Vivamos de amor. Comuniquemos a los otros fuego de amor"
La Navidad de 1939 es Navidad de guerra: nuevos aprestos bélicos en el frente ruso, carecen los alimentos y la calefacción, aumenta el miedo, las persecuciones y arrestos... ¿Quien se acuerda de celebrar Navidad? -El P. Maximiliano. Organiza una fiestecita infantil para los muchos niños alojados en Niepokalanow: teatrillo, cantos, modestas golosinas, para devolver a los niños un poco de alegría y hacer brillar de nostalgia los ojos de las madres.
PRESIDIO
El P. Kolbe esta en la lista negra de la Policía Secreta. ¿Por que? El Padre Kolbe es el superior de Niepokalanow, cuyas actividades marianas tienen tanta influencia en toda Polonia. Los nazis quieren destruir esa influencia y a la vez quieren vengarse de que de esos talleres salía "El Pequeño Diario" cuya predica patriota y católica tanto los había enfurecido. Peor mas aun, el P. Kolbe por su sacerdocio, cultura y posición era dirigente notable. En el programa de ocupación estaba previsto el exterminio de los intelectuales y dirigentes. Además, en Niepokalanow se brindaba asilo a los judíos. A los ojos antisemitas de los nazis, eso era un delito que merecía el castigo de los campos de concentración.
El P. Maximiliano presentía que vendrían para apresarlo pero seguía firme en compromisos. Estaba convencido de que su vida estaba en manos de Dios y que la Inmaculada velaba por todos. Seguía trabajando por la difusión de sus ideales marianos. Deseaba reeditar "El Caballero de la Inmaculada" para llevar autentica esperanza y paz a ciento de miles de hogares en tiempo de tanto dolor y confusión. Finalmente, en diciembre del 1940, luego de infinitas gestiones con los ocupantes invasores, pudo editar el ultimo numero, en el cual brillaba la belleza del amor mariano.
Un día de febrero del 1941 por la mañana dos autos negros de la Gestapo se paran ante Niepokalanow. Los policías piden hablar con el P. Kolbe, quien al saber su llegada contesta con temblor al hermano portero: "¡Bien, bien, hijo mío!¡María!". Reúnen a todos los frailes en el patio, mientras tanto ellos inspeccionan bruscamente todo el convento. Hacia mediodía, el Padre Maximiliano y otros cinco padres son obligados a introducirse en los autos. Parten para un viaje sin retorno. El P. Maximiliano inicia su vía crucis sereno y tranquilo, como siempre. Dejó su querida Niepokalanow, su predilecta ciudad mariana, para no volver mas.
Para todo polaco, el "Pawiak" es el nombre de la terrible cárcel de Varsovia, que "hace helar la sangre". Ahí ingreso el 17 de febrero de 1941 el P. Maximiliano Kolbe.
AUSCHWITZ
El campo de concentración de Auschwitz es llamado por los polacos: "campo de la muerte", porque en sus campos, bloques y sótanos, han perecido miserable y trágicamente, mas de cinco millones de personas. Levantado sobre los escombros de unos cuarteles y granjas, esta situado en la Polonia meridional, en una zona pantanosa, insalubre, para que no hubiese testigos indiscretos de esa fabrica de muerte. Rodeado por altas alambradas electrizadas y de torres de control. Allí toda crueldad e infamia, toda bestialidad y aberración, toda atrocidad y todos los horrores se habían dado cita para transformarlo en un verdadero infierno. Continuas muertes por enfermedades y por inanición, frío, fatigas agotadoras, escorbuto, disentería, traumas e infecciones. El pelotón de fusilamiento acribillaba a docenas a la vez contra un paredón forrado de caucho, para atenuar el ruido del disparo. En la plaza de armas cinco personas subían a la banqueta. El verdugo les colocaba el lazo al cuello. Con una patada a la banqueta quedaban las víctimas suspendidas. Auschwitz se había hecho famoso por la instalación de la primera cámara de gas. Lo que mas se temía no eran las balas, ni las horcas, ni las cámaras de gas, sino los sótanos de la muerte, o "Bunker", de la lenta agonía, del martirio enloquecedor del hambre y de la sed.
En Auschwitz murieron millones de católicos y también, como es sabido, millones de judíos. El objetivo mas profundo de Hitler en sus masacres es poco conocido. El hecho es que el odiaba la revelación divina confiada a Israel y también a Jesucristo, particularmente a la Iglesia Católica.
Entra en Auschwitz el P. Maximiliano la tarde del 28 de mayo de 1941 con un transporte de otros 320 presos. Sobre el portón de entrada había un letrero en alemán: "El trabajo libera". Era una mentira mas. En realidad, al entrar los prisioneros, se les decía que los judíos tenían el derecho de vivir dos semanas y los sacerdotes católicos un mes.
Apenas llegan agotados, se pasa lista. Cada preso ha de pasar debajo de una doble fila de sayones, los que armados de látigos y bastones, se divierten sádicamente, golpeándolos o haciéndoles zancadillas, que obligan los presos a saltos, manotazos, morisquetas y terribles crispaciones. Todo esto provocaba en los verdugos burlas y risotadas.
Maximilano siempre iba al final de la línea de la enfermería a pesar de la severa tuberculosis que padecía.
La mañana del 29 de mayo despertó a los 320 con un deshumanizante programa. Desnudados, fueron sometidos a una ducha colectiva de violentos chorros de agua fría. Después golpeados y escarnecidos obscenamente por sus desnudeces, fueron revestidos de raídas casacas, muchas de ellas aun manchadas de sangre. Cada casaca lleva un numero. Desde ahora en adelante, cada preso no será mas que un numero. El del Padre Maximiliano María Kolbe era el 16670.
Mas tarde, todo el grupo salió a la plaza de armas, para la asignación a las brigadas de trabajo o bloques. El P. Kolbe en seguida fue ocupado como peón en el acarreo de cantos rodados y arena para la construcción de un muro alrededor del horno crematorio. El P. Kolbe consolaba a sus compañeros y decía " todo lo que sufrimos, es por la Inmaculada".
Un día, después de una tremenda paliza dada por el cabo que estaba a cargo, y que lo había dejado mas muerto que vivo, el P. Kolbe fue internado en el hospital, atacado de neumonía, con fiebre altísima y con el rostro estriado de moretones. "Con su conducta ante el sufrimiento, asombraba a médicos y enfermeros. Soportaba el dolor virilmente y con completa resignación a la voluntad de Dios, solía repetir: "Por Jesús soy capaz de padecer aun mas. La Inmaculada esta conmigo y me ayuda".
EL MARTIRIO FINAL
El bloque 14 había salido para la cosecha de unas parcelas de trigo. Aprovechando algún descuido de los guardias, un preso se fugó. Por la tarde, al pasar lista, se descubrió el hecho. El terror congeló los corazones de aquellos hombres. Todos sabían la terrible amenaza del jefe: "Por cada evadido, 10 de sus compañeros de trabajo, escogidos al azar, serian condenados a morir de hambre en el bunker o sótano de la muerte.
A todos aterrorizaba el lento martirio del cuerpo, la tortura del hambre, la agonía de la sed. Al día siguiente, los otros bloques siguen sus faenas diarias. Los del bloque 14 han de quedar en posición de atención en la explanada bajo el sol calcinante de verano, sin comer ni beber. Tres horas pasan como la eternidad. El P. Maximiliano, el de los pulmones agujereados por la tisis, el que acaba de salir del hospital, siempre débil y enfermizo, resiste de pie, no desmaya ni cae. El solía repetir: "En la Inmaculada todo lo puedo". A las 21 horas se distribuyo la comida. Pero no para el bloque 14. Estos pobres observaron como sus raciones eran tiradas de las ollas al desagüe. Al romper filas todos van a catres sabiendo que al día siguiente diez de entre ellos serian escogidos para el bunker de la muerte. Ya había ocurrido en dos ocasiones.
Al día siguiente, a las 18 horas, Fritsch, el comandante del campo, se planta de brazos cruzados ante sus víctimas. Un silencio de tumba sobre la inmensa explanada, atestada de presos sucios y macilentos. "El fugitivo no ha sido hallado... Diez de ustedes serán condenados al bunker de la muerte... La próxima vez serán veinte".
Con total desprecio a la vida humana, los condenados son escogidos al azar. ¡Este!... ¡Aquel!... grita el comandante. El ayudante Palitsch marca los números de los condenados en su agenda. Aterrorizado, cada condenado sale de las filas, sabiendo que es el final.
¡Adiós, adiós , mi pobre esposa!.. ¡Adiós , mis hijitos, hijitos huérfanos! dice sollozando el sargento Francisco Gajownieczek.
Las palabras del sargento sin duda tocan el corazón de muchos presos, pero en el corazón del padre Kolbe hacen mas. Mientras los diez condenados responden al grito: "¡Quítense los zapatos!", porque deben ir descalzos al lugar del suplicio; de improviso ocurre lo que nadie podía imaginarse.
He aquí los testimonio de los que estaban presente:
"Después de la selección de los diez presos atestigua el Dr. Niceto F. Wlodarski, el P. Maximiliano salió de las filas y quitándose la gorra, se puso en actitud de ¡firme! ante el comandante. Este sorprendido, dirigiéndose al Padre, dijo: "Que quiere este cerdo polaco?". "El P. Maximiliano, apuntando la mano hacia F. Gajownieczek, ya seleccionado para la muerte, contesto: "Soy sacerdote católico polaco; soy anciano; quiero tomar su lugar, porque el tiene esposa e hijos...".
"El comandante maravillado, pareció no hallar fuerza de hablar. Después de un momento, con un gesto de la mano, pronunciando la palabra ¡Raus! ¡Fuera!..., ordeno a Gajowniczek que regresara a su fila. De este modo, el P. Maximiliano María Kolbe tomo el lugar del condenado".
"Parece increíble que el comandante Frisch haya borrado de la lista al sargento, y haya aceptado el ofrecimiento del P.Kolbe, y que mas bien no haya condenado a los dos al bunker de la muerte. Con un monstruo como ese, todo era posible"
"Los diez pasaron ante nuestras filas", declara Fray Ladislao Swies, palotino, "y entonces observe que el Padre Kolbe seguía por ultimo, y sostenía a tientas a otro de los condenados, mas débil que el, que no era capaz de caminar con sus propias fuerzas".
A la Virgen dirige su oración: "Reina mía, Señora mía, has mantenido tu palabra. ¡Es para esto que yo he nacido!".
"El sacrificio del P. Kolbe, mientras provocó la consternación entre las autoridades del campo, provocó la admiración y el respeto de los presos", (Sobolewski). "En el campo casi no se notaban manifestaciones de amor al prójimo. Un preso rehusaba a otro un mendrugo de pan. En cambio, el había dado su vida por un desconocido" (Dr. Stemler)
El sol se estaba hundiendo en el horizonte detrás de las tétricas alambradas. El cielo estaba tomando los colores rojos de los mártires. "Fue una magnifica puesta del sol, una puesta nunca vista", relatan los pocos supervivientes de esa tarde de fines de julio de 1941. Entre el odio brilló  mas fuerte el amor que la Virgen nos concede.  "No hay amor mas grande que dar la vida por un amigo" (San Jn 15:13) .
Los diez condenados al hambre y la sed bajan al sótano de la muerte del que solo salen cadáveres directamente al crematorio.
Bruno Borgowiec, un polaco encargado de retirar los cadáveres, dio su testimonio: "Después de haber ordenado a los pobres presos que se desnudaran completamente, los empujaron en una celda. En otras celdas vecinas ya se hallaban otros veinte de anteriores procesos. Cerrando la puerta, los guardias sarcásticamente decían: "Ahí se van a secar como cascaras". Desde ese día los infelices no tuvieron ni alimentos ni bebidas"
"Diariamente, los guardias inspeccionaban y ordenaban retirar los cadáveres de las celdas. Durante estas visitas estuve siempre presente, porque debía escribir los nombres-números de los muertos, o traducir del polaco al alemán las conversaciones y los pedidos de los presos.
"Desde las celdas donde estaban los infelices, se oían diariamente las oraciones recitadas en voz alta, el rosario y los cantos religiosos, a los que se asociaban los presos de las otras celdas. En los momentos de ausencia de los guardias yo bajaba al sótano para conversas y consolar a los compañeros. Loas fervorosas oraciones y cantos a la Virgen se difundían por todo el sótano. Me parecía estar en una iglesia. Comenzaba el P. Maximiliano y todos los otros respondían. A veces estaban tan sumergidos en las oraciones, que no se daban cuenta de la llegada de los guardias para la acostumbrada visita. Sólo a los gritos de estos, las voces se apagaban.
"Al abrir las celdas, los pobres infelices, llorando a lágrima viva, imploraban un trozo de pan y agua, pero les era negado. Si alguno de entre los más fuertes se acercaba a la puerta, en seguida recibía de los guardias patadas al vientre, tanto que cayendo atrás sobre el cemento, moría en el acto o era fusilado.
"Del martirio que han debido padecer los pobres condenados a una muerte tan atroz, da testimonio el hecho de que los cubos estaban siempre vacíos y secos. De lo cual hay que concluir que los desgraciados, a causa de la sed, tomaban la propia orina".
"El P. Maximiliano se comportaba heroicamente. Nada pedía y de nada se quejaba. Daba animo a los demás. Persuadía a los presos a esperar de que el fugitivo sería hallado y ellos serían liberados.
"Por su debilidad recitaba las oraciones en voz baja. Durante toda visita, cuando ya casi todos estaban echados sobre el pavimento, se veía al P. Maximiliano de pie o de rodillas en el centro, mirando con ojos serenos a los llegados. Los guardias conocían su sacrificio, sabían también que todos los que estaban con el morían inocentemente. Por esto, manifestando respeto por el P. Kolbe, decían entre si: "Este sacerdote es todo un caballero. ¡Hasta ahora no hemos visto nada semejante!".
Así pasaron dos semanas, mientras tanto los presos morían uno tras otro. Al termino de la tercera semana, solo quedaban cuatro, el P. Kolbe entre ellos.
A las autoridades pareció que las cosas se alargaban demasiado. La celda era necesaria para otras víctimas. "Por esto, un día, el 14 de agosto, condujeron al director de la sala de enfermos, el criminal Boch, el cual propino a cada uno una inyección endovenosa de ácido fénico. El P. Kolbe, con la plegaria en los labios, el mismo ofreció el brazo al verdugo.
"Partidos los guardias con el verdugo, volví a la celda donde encontré al P. Kolbe sentado", narra Borgowiec, "recostado en la pared, con los ojos abiertos y concentrados en un punto y la cabeza reclinada hacia la izquierda (era su posición habitual). Su cuerpo limpio y luminoso. Su rostro lucia sereno y bello, radiante, mientras los demás muertos estaban tendidos sobre el pavimento, sucios y con los signos de la agonía en el rostro.
"En el campo por meses se recordó el heroico acto del sacerdote. Durante cada ejecución se recordaba el nombre de Maximiliano Kolbe.
"La impresión del hecho se me grabó eternamente en la memoria".
La Inmaculada se lo llevó la víspera de su gran fiesta: La Asunción. Moría un santo sacerdote en Auschwitz, mártir por Dios, de la Virgen y por un padre de familia. El padre Kolbe venció al mal con el poder del amor. Murió tranquilo, rezando hasta el último momento. Según el certificado de defunción del campo, P. Maximiliano María Kolbe falleció a las 12:50 del 14 de agosto de 1941. Tenia 47 años."
El día siguiente, 15 de agosto, el cadáver del P. Kolbe fue llevado al horno crematorio. Cinco meses antes en la misma mañana del arresto, el P. Maximiliano María Kolbe así escribía en su agenda personal (02-17-1941):
"La Inmaculada, que había sido todo el poema de su vida, la luz de su inteligencia y de su genio, el latido de su corazón, la llama de su apostolado, el éxtasis de su plegaria, su inspiradora y guía, su fortaleza y su sonrisa, la Reina de sus "ciudades" y la Dama de sus caballeros, en breve la vida de su vida; Ella quiso, arrebatárselo en luz de gloria entre los ángeles que festejaban su supremo triunfo".
Cumplió su deseo máximo: "Concédeme alabarte, Virgen Santa, concédeme alabarte con mi sacrificio. Concédeme por ti, solo por ti, vivir, trabajar, sufrir, gastarme, morir..."
San Maximiliano se encontró en medio de un gran choque espiritual en la batalla que se libra en el mundo entre la Inmaculada Virgen María y Satanás. El supo dar la talla y vencer con las armas del amor. Como respuesta a la brutalidad del trato de los guardias de la prisión, San. Maximiliano era siempre obediente, manso y lleno de perdón. Aconsejaba a todos sus compañeros de prisión a confiar en la Inmaculada: "¡Perdonen!", "Amen a sus enemigos y oren por los que os persiguen". . Es una batalla que ahora, con su ejemplo e intercesión debemos nosotros luchar.
El 17 de Octubre de 1971, luego de dos milagros obtenidos gracias a su intercesión, el Padre Maximiliano Kolbe fue beatificado por el Papa Paulo VI. En su mensaje el Papa proclamó: "Maximiliano Kolbe ha sido un apóstol del culto a la Virgen, contemplada en su primer, originario y privilegiado esplendor, el de su propia definición en Lourdes: "LA INMACULADA CONCEPCION. Resulta imposible separar el nombre, la actividad, la misión del Beato Kolbe, del nombre de María Inmaculada....Ningún titubeo estorbe nuestra admiración, nuestra adhesión a esa consigna que el Beato nos deja en herencia"
Un compatriota suyo, el Papa Juan Pablo II lo canonizó en 1982: Mártir de la caridad. El mismo Papa sufrió mucho en la misma guerra y Dios lo libró de la muerte para que pueda ser testigo de la victoria de la Inmaculada en San Maximiliano Kolbe.

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