lunes, 1 de agosto de 2016

Martes semana 18 de tiempo ordinario; año par

Martes de la semana 18 de tiempo ordinario; año par

Donde abunda el pecado, es más fuerte la gracia de Dios, cuando nos agarramos a la mano que siempre nos ofrece
“Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: -«¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!» Pedro le contestó: -«Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.» Él le dijo: -«Ven.» Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: -«Señor, sálvame.» En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: -«¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: -«Realmente eres Hijo de Dios.» Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados” (Mateo 14,22-36).
1. –“Después de despedir a la multitud, subió al monte para orar a solas”. Podemos imaginarlo discutiendo paso a paso con los más recalcitrantes, los más entusiastas, que no querían marcharse... "Pero, si yo no he venido para esto... mi Reino no es de este mundo... no estoy encargado de daros de comer todos los días... volved a vuestro trabajo..." Cansado por esas discusiones, cuando quedó solo, sintió necesidad de orar. Contemplo en ti esa necesidad de orar que embarga tu corazón. Se ha probado desviarte de tu misión esencial. Por instinto vuelves a ella. Tu papel es espiritual, si bien tiene consecuencias importantes en lo material. Jesús, te has retirado al monte a solas a orar, mientras tus discípulos suben a la barca y se adentran en el lago. No les fuerzas a orar… les enseñas con tu vida.
-“Al anochecer, seguía allí solo”. Te contemplo orando. ¿Tengo yo el mismo deseo de soledad, de estar de corazón a corazón con el Padre? Para ti eso es más importante que todos los triunfos terrenales. ¿Qué le decías al Padre, en ese anochecer? Pensabas quizá en la Iglesia que estabas fundando, y a lo que, en todas las épocas, sería su tentación constante: hacer pasar los medios humanos al primer plano. ¿Creo yo en el valor de la oración? ¡Tiempo humanamente perdido, en apariencia! Pasar tiempo a solas con Dios.
-“Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, maltratada por las olas, porque llevaba viento contrario”. Esto es realmente una imagen de tu Iglesia, marchando a menudo contra la corriente.
-“De madrugada se les acercó Jesús andando por el lago. Los discípulos, viéndolo andar por el lago, se asustaron mucho; decían: "¡Es un fantasma!", y daban gritos de miedo”. La duda, el miedo. Sin embargo ¡fue Jesús quien les obligó a embarcar!
-“Jesús les habló en seguida: "Animo, soy Yo, no tengáis miedo"”: Jesús no se presenta; dice sencillamente: "Soy yo". Jesús inspira confianza, desdramatiza.
-“Pedro tomó la palabra: "Señor, si eres Tú ¡mándame acercarme a ti andando sobre el agua!" Jesús le dijo: "¡Ven!"” Es una respuesta... a una plegaria audaz...
-“Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: "Sálvame, Señor". Jesús extendió en seguida la mano y lo agarró: "Hombre de poca fe ¿por qué has dudado?"” Pedro, impetuoso discípulo, después del milagro de la multiplicación de los panes está “crecido”. Durante la noche se levanta el viento y pasan momentos de miedo, miedo que se convierte en espanto cuando te ven llegar, Jesús, en la oscuridad, caminando sobre las aguas. Pedro tiende al protagonismo: te pide que le dejes ir hacia ti del mismo modo, y empieza a hacerlo, pero se hunde en las aguas del lago, y tiene que gritar «Señor, sálvame», porque ha empezado a dudar. Yo, como Pedro, primario y algo presuntuoso, tengo que aprender a no fiarse demasiado de mis propias fuerzas.
Pedro deja la (relativa) seguridad de la barca para intentar avanzar sobre las aguas. Tenemos que saber arriesgarnos y abandonar seguridades cuando Dios nos lo pide (recordemos a Abrahán, a sus 75 años) y no instalarnos en lo fácil. Lo que le perdió a Pedro fue calcular sus fuerzas y los peligros del viento y del agua, y se hundió. La vida nos da golpes, que nos ayudan a madurar. Como a Pedro. Y diremos como él: «Señor, sálvame». Seguramente, Jesús, nos podrás reprochar también a nosotros: «¡qué poca fe!: ¿por qué has dudado?». E iremos aprendiendo a arriesgarnos a pesar del viento, pero convencidos de que la fuerza y el éxito están en ti, Señor, no en nuestras técnicas y talentos: «realmente eres Hijo de Dios».
Cuando Pedro se encontrará en otras tempestades, mucho más graves para la Iglesia, en Roma; en las persecuciones que amenazarán la existencia de la Iglesia, recordará esa "mano" que agarró la suya, aquel día en el lago. Pedro es el primer creyente, el primero que haya vencido la duda y el miedo. La Fe, en su pureza rigurosa, va hasta ese salto a lo desconocido, ese riesgo que Pedro asumió más allá de las seguridades racionales: una confianza en Dios solo, sin punto de apoyo. ¡Señor, calma nuestras tempestades! Danos tu mano.
-“El viento amainó”… Tu presencia, Jesús, hizo que amainara el viento; también me pasa a mí: cuando te invoco, dejo de ver las cosas negras y comienzo a pensar bien, en un abandono a lo que Dios quiera. No sé la cara de los demás compañeros de la barca, pero sí leo su reacción llena de admiración: «realmente eres Hijo de Dios» (Noel Quesson).
Pienso que muchas veces no conozco bien la realidad cuando me aparto de ese “Señor, ¡sálvame!”, y tampoco me conozco a mí mismo: la introspección no es modo principal de conocimiento personal, sino que nos conocemos en la alteridad, en el diálogo, y ante todo, mirándonos en ti, Jesús, como en un espejo, y luego mirándonos en esas experiencias que tenemos del trato con los demás, así, “rumiando”, crecemos… “En tu luz, Señor, he visto la luz”, dice el salmo, y así, mirándote a ti, Jesús, “espejeándome en ti”, aprenderé a conocerme, por  ejemplo a rezar y trabajar, al ver cómo compaginabas tu trabajo misionero -intenso, generoso- con los momentos de retiro y oración. En el diálogo con su Padre es donde encontrabas la fuerza para tu entrega a los demás. ¿No será ésta la causa de mis “fracasos” y mi debilidad: que no sé retirarme y hacer oración? Señor, ayúdame a hacer de la oración el motor de mi actividad. No se trata de refugiarnos en la oración para no trabajar. Pero tampoco de refugiarnos en el trabajo y descuidar la oración. Porque ambas cosas son necesarias en nuestra vida de cristianos y de apóstoles. Para que nuestra actividad no sólo sea humanamente honrada y hasta generosa, sino que lo sea en cristiano, desde las motivaciones de Dios. La barca de los discípulos, zarandeada por vientos contrarios, se ve fácilmente como símbolo de la Iglesia, agitada por los problemas internos y la oposición externa. Hoy, como ayer, hay vientos contrarios en el mar del mundo… También es símbolo de la vida de cada uno de nosotros, con sus tempestades particulares. Hay una nota decisiva: sin Jesús en la barca, toda perece hundirse. Cuando te dejamos subir, Señor, el viento amaina. En los momentos peores, tendremos que recordar tu respuesta, Jesús: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo». Y confiar en ti.
2. Jeremías en esta parte que hoy comienza (30) y que llaman "Libro de la Consolación", anuncia la restauración después del desastre, y se propone consolar a los desesperados.
En la Biblia se pone en nombre de la voluntad de Dios desgracias que Él permite, y por eso Jesús rectificará esto diciendo, a propósito del ciego de nacimiento: «ni él ni sus padres pecaron para que esto le sucediera...» pero ha sucedido para que se manifiesten en él las obras de Dios, es decir, la gracia de la curación (Juan 9, 3).
A pesar del mal, también de los pecados, Dios sigue amando: “-Mira: restableceré las tiendas de Jacob, me compadeceré de sus mansiones”, habrá “gritos de alegría”. Será otra vez un pueblo próspero que se multiplica...
-«Y vosotros seréis mi pueblo, y Yo seré vuestro Dios». Es la «fórmula de Alianza», admirable, que conviene que llevemos a la oración: nuestra filiación divina.
3. El salmo nos invita a la confianza: «Cuando el Señor reconstruya Sión y aparezca su gloria... el Señor ha mirado desde su excelso santuario para escuchar los gemidos de los cautivos... los hijos de tus siervos vivirán seguros...». Llenos de esperanza en el futuro, por la fe en la Pascua y en el amor de Dios, podemos estar tranquilos, sobre todo si acudimos a santa María, nuestra esperanza.
Llucià Pou Sabaté
Nuestra Señora de los Ángeles

Una fiesta bonita, una advocación más que se le da a la Virgen y una característica más con que conocemos y honramos a la Madre de Cristo.
Yo nací ese día, de ahí que simpatice mucho con esta advocación mariana. Cae, es cierto, en un día no demasiado bueno (2 de agosto) pero la Iglesia celebra ese día a la Virgen con ese entrañable titulo de "Nuestra Señora de los Ángeles" y hay que intentar cumplir como buenos hijos.
Hay una máxima que señala que para apreciar una cosa primero la tienes que conocer y si es al detalle la aprecias mucho más. Y eso es lo que hemos pretendido. Gracias a este gran invento de internet hemos buscado por la red y hemos encontrado lo que a continuación ofrecemos. Lo hacemos porque creemos que así la gente, los que leen este blog, pueden conocer mejor esta fiesta. Sí, sé que es una mala fecha. Los que han terminado las vacaciones no llegan con muy buen humor que digamos y los que las tienen en agosto si aún no han salido están pensando donde ir. Pero los cristianos, los que proclamamos nuestra fe católica, tenemos unas obligaciones, mejor unos deberes de los que no podemos eludir. Y uno de estos deberes es la devoción que tenemos que profesar a la Virgen María en todas y cada una de sus advocaciones. Y la de Los Ángeles, esta es una de ellas.
No me valen pues que si hace calor, si es un tiempo propicio para estar en la playa o en el chalet, si esta fiesta únicamente se tendría que celebrar de puertas para dentro debido precisamente a que estamos en una época en que se vacían nuestras ciudades pues son muchos los que emigran a la playa a los chalets.
Nuestra Señora la Reina de los Ángeles, el nombre completo del que procede este bellísimo nombre propio de mujer, es Nuestra Señora la Reina de los Ángeles. He ahí los nombres y las virtudes que se ocultan tras este nombre realmente plural: Señora, Reina y Ángel.
Casi nada para empezar. Basta que le añadamos al nombre su respectivo artículo, para que vuele la imaginación a la sin igual ciudad de Los Ángeles, fundada por el aventurero español Felipe de Neve en 1781 con el nombre de "El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles", en que se concentra el resplandor de las estrellas del cine y de la televisión. Es realmente la Regina Stellarum, la reina de las estrellas, la reina del glamour, además de ser la ciudad de la Reina de los Ángeles (Regina Angelorum, que dicen las letanías). Pero volviendo a su origen, el griego “ánguelos” no es poco lo que trae consigo el nombre. Ángeles fueron en un principio los mensajeros, nobles servidores de los dioses y de los hombres. Pero pronto fueron los más insignes aquellos que dedicaban sus desvelos a la intermediación entre Dios y el hombre, hasta convertirse en los ángeles por antonomasia; y buenos por su misma naturaleza; y la misma belleza personificada.
Un nombre tan sugestivo no podía quedar exclusivamente en la lista de los nombres masculinos sólo por ser ésta su forma gramatical; como tampoco quedó el nombre de María reducido a la lista de los nombres femeninos por tan poca cosa. Y así dio el salto para convertirse en bellísimo nombre de mujer a través de Nuestra Señora de los Ángeles, y también bajo la forma de Angélica, y aun bajo la forma de Ángela. Era el justo destino. De la Biblia a la patrística y hasta las más bellas tradiciones, María está siempre rodeada de ángeles. El arcángel san Gabriel, príncipe de ángeles, es el primero que aparece en su vida, anunciándole la Encarnación. Y luego, cuando da a luz al Redentor, coros de ángeles cantan y anuncian la buena nueva. Y vuelven a ser los ángeles los autores de su Asunción a los cielos; y ángeles de nuevo los que trasladan su casa de Belén a Loreto, como cuenta la piadosa tradición. ¿Cómo no iba a ser la Reina de los Ángeles si nunca persona alguna fue de ángeles y arcángeles tan bien servida? Pero es que una vez iniciado su camino, este nombre siguió extendiéndose por el mundo, tanto en la geografía como en la onomástica. Así existen ciudades y pueblos y ríos y montes y valles con el nombre de Los Ángeles en España, en Perú, en Filipinas, en México, en Puerto Rico, en Costa Rica, en Colombia, además de la relumbrante ciudad de Estados Unidos. Y formó parte en la composición de nombres tanto de mujer como de hombre: María de los Ángeles, Isabel de los Ángeles, Felipa de los Ángeles, Mariana de los Ángeles, Martina de los Ángeles, Juan de los Ángeles, Mateo de los Ángeles... tras todos estos nombres hay grandes personajes que han merecido el honor de las enciclopedias. Y no bajo esta forma, sino bajo la forma de Ángela hay varias santas en el cielo; y en la mitología griega, es éste uno de los sobrenombres de Diana y de la también diosa lunar Hécate, y el nombre de una de las hijas de Júpiter y Juno, responsable de que los europeos sean tan blancos, porque les dio los cosméticos que le había sustraído a su madre. Y en la forma de "La Hermosa Angélica" tenemos a la heroína del Orlando Furioso, de Ariosto. Como no podía ser menos, la mujer se ha apropiado de este excelso nombre de los ángeles y lo ha enaltecido mucho, mucho más.
¡Felicidades!
DULZURA DE LOS ÁNGELES
(de la liturgia bizantina)
Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos,
abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor,
protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro,
que ha contenido a la Trinidad excelsa;
en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y
el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra,
Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos;
tú eres nuestra defensa ante Dios.
Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos.
Manda a tus siervos el socorro del cielo.
Desde El Canyamelar de Valencia, José Ángel CRESPO FLOR

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