martes, 10 de febrero de 2015

Miércoles semana 5ª de tiempo ordinario; año impar

Miércoles de la semana 5 de tiempo ordinario; año impar

Salomón recibe de Dios el don de la sabiduría, que ha de ir unido a la humildad para tener buen corazón. Jesús nos pide un buen corazón, que se manifieste en actos de amor
“En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: - «Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. El que tenga oídos para oír que oiga.»Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la comparación. Él les dijo: - «¿Tan torpes sois también vosotros? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón sino en el vientre y se echa en la letrina».  (Con esto declaraba puros todos los alimentos). Y siguió: - «Lo que sale de dentro, eso sí mancha al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro» (Marcos 7,14-23).
1. Los fariseos eran piadosos, cumplidores de la ley. Pero habían caído en un legalismo exagerado e intolerante y, llevados de su devoción y de su deseo de agradar a Dios en todo, daban prioridad a lo externo, al cumplimiento escrupuloso de mil detalles, descuidando a veces lo más importante. Ayer era la cuestión de si se lavaban las manos o no. Hoy el comentario de Jesús continúa refiriéndose al tema de lo que se puede comer y lo que no, lo que se considera puro o no en cuestión de comidas. La carne de cerdo, por ejemplo, es considerada impura por los judíos y por otras culturas: inicialmente por motivos de higiene y prevención de enfermedades, pero luego también por norma religiosa.
La enseñanza de Jesús, expresada con un lenguaje muy llano y expresivo, es que lo importante no es lo que entra en la boca, sino lo que sale de ella. Lo que hace buenas o malas las cosas es lo que brota del corazón del hombre, la buena intención o la malicia interior. Los alimentos o en general las cosas de fuera tienen una importancia mucho más relativa.
El defecto de los fariseos puede ser precisamente el defecto de las personas piadosas, deseosas de perfección, que a veces por escrúpulos y otras por su tendencia a refugiarse en lo concreto, pierden de vista la importancia de las actitudes interiores, que son las que dan sentido a los actos exteriores. O sea, puede ser nuestro defecto. Dar, por ejemplo, más importancia a una norma pensada por los hombres que a la caridad o a la misericordia, más a la ley que a la persona. Esta tensión estaba muy viva cuando Marcos escribía su evangelio. En la comunidad apostólica se discutía fuertemente sobre la apertura de la Iglesia a los paganos y la conveniencia o no de que todos tuvieran que cumplir los más mínimos preceptos de la ley de Moisés. Recordamos las posturas de Pablo y Santiago y finalmente del concilio de Jerusalén, así como la visión del lienzo con animales puros e impuros y la invitación a Pedro para que comiera de ellos (Hechos 10). Ha sido un tema que se ha mantenido a lo largo de la vida de la Iglesia.
En tiempos recientes, la lengua en que se celebra la liturgia impedía a los fiees entender la liturgia, el ayuno eucarístico desde la media noche hacía que muchos no pudieran recibir la comunión. Es el peligro de los “buenos”, poner la norma antes que el corazón.
-“De dentro del corazón del hombre proceden los pensamientos perversos: las fornicaciones, los hurtos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las maldades, el fraude, la impureza, la envidia, la blasfemia, el orgullo. Todas estas maldades proceden del interior del hombre y lo manchan”. Leamos despacio la lista de las trece cosas que Jesús dice que pueden brotar de un corazón maleado. ¿Cuáles de ellas brotan alguna vez de nuestro interior? Pues eso tiene mucha más trascendencia que lo que comemos o dejamos de comer (J. Aldazábal).
El Decreto del Vaticano II sobre "La actividad misionera en la Iglesia" nos dice: "Los misioneros deben familiarizarse con las tradiciones nacionales y religiosas de los pueblos a evangelizar..., descubrir con alegría y respeto las simientes que el Verbo depositó y están escondidas en las diversas culturas..." Valores de culturas que no son las nuestras. Al declarar que "todos los alimentos son puros”, Jesús contravenía gravemente una tradición de su pueblo... pero lo hacía para abrir la Iglesia a todos los que no tenían esas tradiciones judías. Jesús pensaba en los paganos (Noel Quesson).
«Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre» (Mc 7,15): «Pureza de intención. —La tendrás, si, siempre y en todo, sólo buscas agradar a Dios» (San Josemaría).
Y advertía san Gregorio Magno: «No nos seduzca ninguna prosperidad halagüeña, porque es un viajero necio el que se para en el camino a contemplar los paisajes amenos y se olvida del punto al que se dirige».
De la abundancia del corazón habla la boca. Si tenemos bondad, hablaremos de cosas buenas; si hay inquietud, hablaremos de los defectos de los demás y de cosas inquietantes… Ya el Señor le decía a Caín: Si obraras bien, llevarías bien alta la cabeza; pero si obras mal, el pecado acecha a tu puerta y te acosa, aunque tú puedes dominarlo. Sabiéndonos pecadores y siendo conscientes de que la salvación no es obra del hombre, sino la obra de Dios en el hombre, que Él realiza de un modo gratuito y amoroso, vayamos al Señor para que purifique nuestra conciencia de todo pecado; para que perdonados y libres de la maldad, nos ayude a no quedarnos vacíos y expuestos a ser nuevamente encadenados por el maligno, sino llenos de Dios y dispuestos a hacer el bien que procede de la presencia del Señor en nosotros.
2. “La reina de Sabá oyó hablar de la fama de Salomón, y fue a ponerlo a prueba, proponiéndole unos enigmas. Llegó a Jerusalén con un séquito imponente, con camellos cargados de perfumes, de muchísimo oro y de piedras preciosas. Cuando se presentó ante Salomón, le expuso todo lo que tenía pensado decirle. Salomón respondió a todas sus preguntas: no hubo para el rey ninguna cuestión tan oscura que no se la pudiera explicar. Cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, la casa que había construido, los manjares de su mesa, los aposentos de sus servidores, el porte y las libreas de sus camareros, sus coperos y los holocaustos que ofrecía en la Casa del Señor, se quedó sin aliento y dijo al rey: "¡Realmente era verdad lo que había oído decir en mi país acerca de ti y de tu sabiduría! Yo no lo quería creer, sin venir antes a verlo con mis propios ojos. Pero ahora compruebo que no me habían contado ni siquiera la mitad: tu sabiduría y tus riquezas superan la fama que llegó a mis oídos. ¡Felices tus mujeres, felices también estos servidores tuyos, que están constantemente delante de ti, escuchando tu sabiduría! ¡Y bendito sea el Señor, tu Dios, que te ha mostrado su favor poniéndote sobre el trono de Israel! Sí, por su amor eterno a Israel, el Señor te estableció como rey para que ejercieras el derecho y la justicia". Todo es favor divino, y nosotros también hemos de atribuir nuestros éxitos a Dios. Aprender la «bendición»: Bendito seas, Señor, por... eso y por lo otro… por todo lo que tenemos. «¡Bendito seas, Señor!»
La sabiduría está presente en el conocimiento en los distintos campos del saber, y poder disponer de un dominio sobre la naturaleza que favorezca a todos. Pero principalmente, sabiduría es conocer el porqué de las cosas, ver la mano divina en su obra; y tener un buen corazón como Jesús nos enseña. Así hay abundancia, como nos indica el final de la lectura: “La reina regaló al rey ciento veinte talentos de oro, una enorme cantidad de perfumes y piedras preciosas; nunca más se recibieron tantos perfumes como los que la reina de Sabá dio al rey Salomón”. Esos dones nos recuerdan los de los Magos que llevan regalos a Jesús recién nacido…
3. El salmo se recrea en la sabiduría de Salomón y su origen divino: «La boca del justo expone la sabiduría... porque lleva en el corazón la ley de su Dios y sus pasos no vacilan». Salomón aparece como anuncio del verdadero Sabio, el Mesías Jesús.
También deberíamos aprender de la reina forastera a saber reconocer y alabar las cualidades de los demás. Alabar a las personas que conviven con nosotros, reconocer sus éxitos y sus méritos, interesarnos por sus cosas y escucharlas, es una de las cosas más finas que podemos hacer y también de las que más nos cuestan. Nos suele gustar que cuando hablamos de lo nuestro nos escuchen y se interesen. Pero cuando son otros los que hablan de lo suyo, ¡lo que nos cuesta dedicarles una palabra de alabanza!
Finalmente, haríamos bien en recordar y tratar de no merecer la queja de Jesús: «La reina de Sabá se levantará en el juicio con esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón» (Mt 12,42). ¿Tomamos en serio y aprovechamos bien la sabiduría que nos enseña cada día, sobre todo en las lecturas de la misa, el auténtico Maestro que Dios nos ha enviado, Jesús?
Llucià Pou Sabaté

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Nuestra Señora de Lourdes

 Esta Fiesta mariana de devoción popular recuerda las apariciones de Nuestra Señora de Lourdes, el año 1858, a Bernardeta Soubirous, en la gruta de Massabielle, cerca de Lourdes. El mensaje de las apariciones sería que fuera edificado un santuario para orar y hacer penitencia por la conversión de los pecadores.
«Al tercer día se celebraron unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la madre de Jesús. También fueron invitados a la boda Jesús y sus discípulos. Y, como faltase el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Jesús le respondió: Mujer ¿qué nos va a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora. Dijo su madre a los sirvientes: Haced lo que él os diga.
Había allí seis tinajas de piedra preparadas para las purificaciones de los judíos, cada una con capacidad de dos o tres metretas. Jesús les dijo: Llenad de agua las tinajas. Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora y llevad al maestresala. Así lo hicieron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde provenía, aunque los sirvientes que sacaron el agua lo sabían, llamó al esposo y le dijo: Todos sirven primero el mejor vino, y cuando ya han bebido bien, el peor; tú, al contrario, has guardado el vino bueno hasta ahora. Así en Caná de Galilea hizo Jesús el primero de sus milagros con el que manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él.» (Juan 2, 1-11)

1º. Jesús, habías ido a Caná a acompañar a tu madre en la celebración de las bodas de algún amigo de la familia.
No tenías intención de hacer nada extraordinario todavía.
Acababas de escoger a tus discípulos y les estabas empezando a enseñar las verdades del Reino de los Cielos.
No era prudente, tal vez, empezar a hacer milagros sin antes preparar a los apóstoles para que pudieran entender tu divinidad.
Por eso le dices a María: «Todavía no ha llegado mi hora.»
Sin embargo, tu madre te conoce bien y no quiere que sus amigos se queden sin vino pues, en esas fiestas, hubiera significado un trastorno muy grande para los esposos.
María se da cuenta de la necesidad incluso antes que los propios interesados, y se apresura a pedir la intercesión de su Hijo.
Madre, si así te comportas con los amigos, ¿qué no harás por mí, que soy tu hijo?
A pesar de la resistencia inicial de Jesús, le dices a los sirvientes: «Haced lo que él os diga».
¡Qué gran consejo para todos los hombres de todos los tiempos!
Ayúdame, madre mía, para que sepa hacer cada día lo que tu Hijo me diga.
Jesús, aquellos sirvientes te obedecieron con fe: llenaron las tinajas «hasta arriba».
No pusieron un poco para «hacer la prueba», sino que se fiaron de Ti.
También yo debo fiarme de Ti, y darme del todo en lo que me pidas.
2º. «María, Maestra de oración. -Mira cómo pide a su Hijo, en Caná. Y cómo insiste, sin desanimarse, con perseverancia. -Y cómo logra.
-Aprende» (Camino.-502).
Madre, enséñame a rezar con esa fe, con esa perseverancia, con esa confianza.
A veces pido cosas a Jesús, y parece como si Él me respondiera: «Todavía no ha llegado mi hora».
Y me canso de pedir.
En esos casos, madre, ayúdame tú: intercede por mí.
«María es, al mismo tiempo, una madre de misericordia y de ternura, a la que nadie ha recurrido en vano; abandónate lleno de confianza en su seno materno, pídele que te alcance esta virtud (de la humildad) que Ella tanto apreció; no tengas miedo de no ser atendido. María la pedirá para ti a ese Dios que ensalza a los humildes y reduce a la nada a los soberbios; y como María es omnipotente cerca de su Hijo, será con toda seguridad oída. Recurre a Ella en todas tus cruces, en todas tus necesidades, en todas las tentaciones. Sea María tu sostén, sea María tu consuelo». (León XIII).
Sé que una oración que te gusta mucho es el rosario, y que en varias apariciones has dicho que te pidamos cosas rezándolo cada día.
Por eso, un propósito muy concreto es rezar cada día el rosario, o -al menos- algún misterio del rosario, pidiéndote las cosas que me interesan o me preocupan.
Si rezo con fe y con perseverancia, estoy seguro que tú conseguirás de tu Hijo Jesús lo que mejor me convenga.
Y también es seguro que estarás atenta a que no me aleje del camino cristiano, recordándome una y otra vez -y ayudándome a ponerlo en práctica- lo que le dijiste a los siervos de Caná: «Haced lo que él os diga».

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