sábado, 23 de diciembre de 2023

Navidad, Misa del día. Hemos de hacernos sencillos para acoger a Jesús y ser hijos de Dios, entrar en el Portal es hacerse humilde

Navidad, Misa del día. Hemos de hacernos sencillos para acoger a Jesús y ser hijos de Dios, entrar en el Portal es hacerse humilde
A. Lecturas:
1. Isaías (52,7-10): ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que proclama la paz, que anuncia la buena noticia, que pregona la justicia, que dice a Sión: «¡Tu Dios reina!». Escucha: tus vigías gritan, cantan a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a coro, ruinas de Jerusalén, porque el Señor ha consolado a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. Ha descubierto el Señor su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios.
2. Salmo 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo.
   El Señor da a conocer su salvación, revela a las naciones su justicia. Se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel.
   Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad.
   Tañed la cítara para el Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al Rey y Señor.
3. Hebreos (1,1-6): En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha realizado los siglos. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y, habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de la Majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío eres tú, yo te he engendrado hoy»; y en otro lugar: «Yo seré para él un padre, y el será para mi un hijo»? Asimismo, cuando introduce en el mundo al primogénito, dice: «Adórenlo todos los ángeles de Dios».
4.  Juan 1,1-18. "En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al inundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad".
B. Comentario:
   1. Isaías nos habla de un pueblo que sufre y será liberado, pero en el fondo nos dice cómo será hermoso Jesús: "¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae la buena nueva, que pregona la victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es Rey»!"
   2. El Salmo proclama "un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas". Es la alegría por la Resurrección del Señor, el Reino de Dios,  que comienza en la humildad más grande: "No rechaza el pesebre, ni dormir sobre unas pajas; tan solo se conforma con un poco de leche, el mismo que, en su providencia, impide que los pájaros sientan hambre." Venidos desde los confines de la tierra, los Magos conocieron al Niño Dios. Ellos son los primeros, de entre todas las naciones, a quienes se les revela la misericordia divina: la primera epifanía del Unigénito a los gentiles, que nace de una madre Virgen para salvar al mundo. El Amor-fidelidad de Dios llena la tierra.
   Nos dice la tradición que Jesús nació en estas fechas, ya san Hipólito de Roma en su comentario al libro de Daniel, escrito aproximadamente en el año 204 habla de que Jesús nació este día del sol (se celebraba por los judíos la fiesta del templo). Así, la fecha del nacimiento de Jesús significaría al mismo tiempo que, con él, que amaneció como la luz de Dios en la noche invernal (es la fiesta que se celebra cuando el sol empieza a alargar sus horas de día), aconteció verdaderamente una consagración del templo: él es el nuevo Templo, y el nuevo Sol.
   Desde que hace 800 años san Francisco comenzó la costumbre del pesebre, en la misa de medianoche que inventó en el bosque con un pesebre viviente, esta costumbre nos ha servido para hacernos niños, acercarnos a Jesús niños con «el buey y el asno»: los pastores, los magos, María y José. ¿Es que acaso podía ser de otro modo? En el establo donde está el Niño Jesús no vive la gente fina: allí viven, justamente, el buey y el asno.
   3. Hebreos nos cuenta que Dios dice a Jesús: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado»? Y ¿«Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo»? Y también: «Adórenlo todos los ángeles de Dios»". La palabra hecha carne se convierte en voz que suplica al Padre, en boca de nuestra naturaleza, para gritar a Dios la necesidad que el hombre tiene de salvación Jesús, la suprema y definitiva Palabra que Dios pronuncia, su "plan" para salvarnos, viene hoy al mundo, es nuestro hermano.
   4. El Evangelio de Juan nos dice: "en el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios". Es un himno solemne que se va elevando en círculos y va bajando, del cielo a la tierra, del principio del mundo hasta el día a día y el final de los tiempos. Luz-tinieblas; Dios-mundo; fe-incredulidad. Juan Bautista-nosotros. -Dios no es un ser lejano. Es un Dios que habla, y su Palabra es entrañablemente cercana. Se ha hecho un niño y ha nacido en Belén. Antes, durante siglos, había hablado por medio de profetas y había enviado Ángeles como mensajeros. Pero ahora nos ha hablado de otra manera: nos ha enviado a su Hijo.
   "La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió". Navidad es algo más que un estado de ánimo de fiesta. En este día, en esta santa  noche, se trata del Niño, del único Niño. Del Hijo de Dios que se hizo hombre, de su  nacimiento. Todo lo demás o vive de ello o bien muere y se convierte en ilusión. Navidad  quiere decir: Él ha llegado, ha hecho clara la noche. Ha hecho de la noche de nuestra  oscuridad, de nuestra ignorancia, de la noche de nuestra angustia y desesperación una  noche de Dios, una santa noche.
   "La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al inundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios".
   Eso quiere decir Navidad. El momento en que esto  sucedió, realmente y por todos los tiempos, debe seguir siendo realidad, a través de esta  fiesta, en nuestro corazón y en nuestro espíritu. "Aunque Cristo nazca mil veces en Belén,  mientras no nazca en tu corazón, estarás perdido para el más allá: habrás nacido en vano" (Angelus Silesius). "Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad".
   Llucià Pou Sabaté

Navidad, Misa de medianoche: hemos visto una gran luz, Jesús nos ilumina. Dejemos nacer a Jesús en nuestro corazón A. Lecturas: 1. Isaías 9, 1-3. 5-6: El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz. Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín. Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz.» Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siem

Navidad, Misa de medianoche: hemos visto una gran luz, Jesús nos ilumina. Dejemos nacer a Jesús en nuestro corazón
A. Lecturas:
1. Isaías 9, 1-3. 5-6: El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz.
Tú has multiplicado la alegría, has acrecentado el gozo; ellos se regocijan en tu presencia, como se goza en la cosecha, como cuando reina la alegría por el reparto del botín.
Porque el yugo que pesaba sobre él, la barra sobre su espalda y el palo de su carcelero, todo eso lo has destrozado como en el día de Madián. Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz.» Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin para el trono de David y para su reino; él lo establecerá y lo sostendrá por el derecho y la justicia, desde ahora y para siempre. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto.
2. Salmo 95, 1-2a. 2b-3.11-12.13: Canten al Señor un canto nuevo, cante al Señor toda la tierra; canten al Señor, bendigan su Nombre.
   Día tras día, proclamen su victoria, anuncien su gloria entre las naciones, y sus maravillas entre los pueblos.
   Alégrese el cielo y exulte la tierra, resuene el mar y todo lo que hay en él; regocíjese el campo con todos sus frutos, griten de gozo los árboles del bosque.
   Griten de gozo delante del Señor, porque él viene a gobernar la tierra: él gobernará al mundo con justicia, y a los pueblos con su verdad.
3. Tito 2, 11-14: La gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y los deseos mundanos, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. El se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno de celo en la práctica del bien.
4.  Lucas 2,1-14: "En aquellos días, se promulgó un edicto de César Augusto, para que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento fue hecho cuando Quirino era gobernador de Siria, y todos iban a inscribirse, cada uno a su ciudad. José, como era de la casa y familia de David, subió desde Nazaret, ciudad de Galilea, a la ciudad de David llamada Belén, en Judea, para empadronarse con María, su esposa, que estaba en cinta. Y sucedió que estando allí, le llegó la hora del parto, y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en la posada.
   En la misma región había pastores que estaban en el campo, cuidando sus rebaños durante las vigilias de la noche.  Y un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. Mas el ángel les dijo: No temáis, porque he aquí, os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.
   Y esto os servirá de señal: hallaréis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. Y de repente apareció con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, alabando a Dios y diciendo: Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace.
   Y aconteció que cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: Vayamos, pues, hasta Belén y veamos esto que ha sucedido, que el Señor nos ha dado a saber.  Fueron a toda prisa, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y cuando lo vieron, dieron a saber lo que se les había dicho acerca de este niño. Y todos los que lo oyeron se maravillaron de las cosas que les fueron dichas por los pastores. Pero María atesoraba todas estas cosas, reflexionando sobre ellas en su corazón. Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho".
B. Comentario:
   1. -"El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande": Las tinieblas, signo del caos y de la muerte, nos indican la situación de opresión y también de infidelidad del pueblo. La luz, signo de nueva creación y de vida, nos indica la liberación y la restauración. Este paso es motivo del gozo, comparable al de una buena cosecha o al de una victoria sobre los enemigos. La posesión de la tierra y su fecundidad están siempre en el centro de atención del pueblo de Israel. La liberación y la iluminación es una acción de Dios: en medio de la noche, los israelitas con antorchas encendidas y tocando los cuernos ahuyentan a los enemigos. La luz y la palabra liberan en medio de la noche.
   -"Porque un niño nos ha nacido...": ¿En qué consiste esta acción de Dios? Aparentemente las palabras del profeta se mueven a nivel de una historia concreta: la continuidad de la dinastía de David. Pero los mismos términos de la profecía se abren en un sentido que va más allá de la historia menuda. Cuatro nombres de uso cortesano definen, en principio, al niño: consejero, guerrero, padre, príncipe. Pero cada uno de ellos va acompañado de un calificativo que lo sitúa en un ámbito y en una amplitud que va más allá de las realidades humanas: "Maravilla de Consejero, Dios guerrero. Padre perpetuo, Príncipe de la paz".
   -"... con una paz sin límites sobre el trono de David...": la profecía de Isaías reasume la profecía de Natán, con una insistencia en su perpetuidad que desborda las posibilidades históricas: "por siempre". Su fundamento es el mismo Dios: el celo de Dios, que se puede manifestar en el castigo, se manifestará "desde ahora y por siempre" en el amor por su pueblo a través del Mesías (J. Naspleda).
   2. El salmo nos invita a cantar con los "ángeles de Navidad" que "cantaron aquella noche": "Gloria a Dios, paz a los hombres". Nosotros junto con ellos cantemos también "alegría en el cielo, fiesta en la tierra"... "¡El cielo se alegra, la tierra exulta!" "¡Gloria a Dios!" "¡Adorad a Dios!" "¡El Señor es rey! Que nuestra oración jamás olvide esta actitud. La adoración, el sentimiento de anonadamiento, es el fundamento de todo primer descubrimiento de Dios. Dios es el "totalmente Otro", el trascendente, aquel que supera toda imaginación. Y la revelación de la proximidad de Dios que se hizo "uno de nosotros", que se hizo "niño" en Navidad "no disminuye en nada este sentimiento de adoración: paradójicamente la infinidad de Dios brilla hasta en el exceso de amor que lo hizo nacer en un pesebre de animales" (Noel Quesson).
   "Cantad al Señor un cántico nuevo, (...) cantad (...), cantad (...), bendecid (...), proclamad su victoria (...), contad su gloria, sus maravillas (...), aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole ofrendas, postraos". Así pues, el gesto fundamental ante el Señor rey, que manifiesta su gloria en la historia de la salvación, es el canto de adoración, alabanza y bendición. Estas actitudes deberían estar presentes también en nuestra liturgia diaria y en nuestra oración personal…
   3. -"Ha aparecido la gracia de Dios...": La gracia de Dios se ha manifestado ya en Jesús, pero se manifestará en plenitud cuando vuelva glorioso al fin del mundo. Esta revelación histórica del plan de Dios en la persona de Jesús tiene siempre en el pensamiento de Pablo una finalidad: la salvación de todos los hombres. Por eso congrega a un pueblo que renuncia "a la impiedad y a los deseos mundanos" y vive en la expectativa del cumplimiento de esta salvación universal.
   -"Él se entregó por nosotros para rescatarnos...": Dios realiza su plan salvador en la persona de Jesús, "gran Dios y Salvador nuestro". Así como en la antigua alianza, Dios congregó a un pueblo suyo, ahora Cristo con su muerte sacrificial reúne un nuevo pueblo, liberado del pecado y dedicado a las buenas obras.
   4. El Pregón de Navidad anuncia la gran noticia, "una gran alegría para todo el pueblo"; habla del discurrir del tiempo, "miles y miles de años, desde el momento en que Dios quiso que apareciera en la tierra el hombre, hecho a su imagen y semejanza, para que dominara las maravillas del mundo y, al contemplar la grandeza de la creación, alabara en todo momento al Creador". Sigue con Abraham (2000 a.C.), Moisés (1250 a.C.), David (1000 a.C.)deportación Babilonia... hasta que "durante la olimpíada 94, el año 752 de la fundación de Roma, el año 14 del reinado del emperador Augusto... en Belén de Judá... en un pesebre, porque no tenía sitio en la posada, de María virgen, esposa de José, de la casa y familia de David, nació Jesús, Dios eterno, Hijo del Eterno Padre, y hombre verdadero, llamado Mesías y Cristo, que es el Salvador que los hombres esperaban. Él es la Palabra que ilumina a todo hombre; por él fueron creadas al principio todas las cosas; él, que es el camino, la verdad y la vida, ha acampado, pues, entre nosotros". Y concluye: "Hermanos, alegraos, haced fiesta y celebrad la mejor NOTICIA de toda la historia de la humanidad". Es como un resumen de la historia.
   "De mis entrañas te engendré antes  que el lucero de la mañana" (Ant. entrada). Es la noche santa, como la otra Pascua, de la resurrección. La fiesta de Navidad es para los que se complace el Señor, como hemos leído en la voz de los ángeles. Y podemos oír la voz del Padre dirigida a Cristo y a mí: "Tú eres mi hijo, yo te  engendré hoy… en ti me he complacido".
   Recordemos las palabras del poeta místico: "Aunque Cristo nazca mil veces en Belén,  mientras no nazca en tu corazón, estarás perdido para el más allá: habrás nacido en vano" (Angelus Silesius).
   San Josemaría Escrivá cuenta: "Se ha promulgado un edicto de César Augusto, y manda empadronar a todo el mundo. Cada cual ha de ir, para esto, al pueblo de donde arranca su estirpe. —Como es José de la casa y familia de David, va con la Virgen María desde Nazaret a la ciudad llamada Belén, en Judea (Lc 2,1-5). Y en Belén nace nuestro Dios: ¡Jesucristo! —No hay lugar en la posada: en un establo. —Y su Madre le envuelve en pañales y le recuesta en el pesebre. (Lc 2,7).
   Frío. —Pobreza. —Soy un esclavito de José. —¡Qué bueno es José! —Me trata como un padre a su hijo. —¡Hasta me perdona, si cojo en mis brazos al Niño y me quedo, horas y horas, diciéndole cosas dulces y encendidas!...Y le beso —bésale tú—, y le bailo, y le canto, y le llamo Rey, Amor, mi Dios, mi Unico, mi Todo!... ¡Qué hermoso es el Niño...! (…) Los diversos hechos y circunstancias que rodearon el nacimiento del Hijo de Dios acuden a nuestro recuerdo, y la mirada se detiene en la gruta de Belén, en el hogar de Nazareth. María, José, Jesús Niño, ocupan de un modo muy especial el centro de nuestro corazón. ¿Qué nos dice, qué nos enseña la vida a la vez sencilla y admirable de esa Sagrada Familia?
   "Entre las muchas consideraciones que podríamos hacer, una sobre todo quiero comentar ahora. El nacimiento de Jesús significa, como refiere la Escritura, la inauguración de la plenitud de los tiempos (Gal 4,4), el momento escogido por Dios para manifestar por entero su amor a los hombres, entregándonos a su propio Hijo. Esa voluntad divina se cumple en medio de las circunstancias más normales y ordinarias: una mujer que da a luz, una familia, una casa. La Omnipotencia divina, el esplendor de Dios, pasan a través de lo humano, se unen a lo humano. Desde entonces los cristianos sabemos que, con la gracia del Señor, podemos y debemos santificar todas las realidades limpias de nuestra vida. No hay situación terrena, por pequeña y corriente que parezca, que no pueda ser ocasión de un encuentro con Cristo y etapa de nuestro caminar hacia el Reino de los cielos".
   En su cátedra de Belén, Jesús nos ofrece la luz de ver como hijos de Dios; además se nos muestra en la Eucaristía pues Belén significa "casa de pan". A él vamos a llenarnos de vida con la comida de vida eterna.

Domingo 4º de Adviento; ciclo B: Por el sí de María viene el hijo de Dios al mundo, el Mesías anunciado por los profetas, él es el Templo de Dios

Domingo 4º de Adviento; ciclo B: Por el sí de María viene el hijo de Dios al mundo, el Mesías anunciado por los profetas, él es el Templo de Dios
A. Lecturas
1. II Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16: Cuando el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán: «Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda». Natán dijo al rey: «Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo». Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán: «Ve y habla a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Tú me vas a construir una casa para morada mía? Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa. En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mí, tu trono durará para siempre"».
2.  Salmo 88, 2-3. 4-5. 27 y 29: Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dijiste: «Tu misericordia es un edificio eterno», más que el cielo has afianzado tu fidelidad.
«Sellé una alianza con mí elegido, jurando a David, mi siervo: Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades».
«Él me invocará: "Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora". Le mantendré eternamente mi favor, y mi alianza con él será estable.
3. Romanos 16, 25-27: Hermanos: Al que puede consolidaros según mi Evangelio y el mensaje de Jesucristo que proclamo, conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora mediante las Escrituras proféticas, dado a conocer según disposición del Dios eterno para que todas las gentes llegaran a la obediencia de la fe; a Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
«En el sexto mes fue enviado el ángel Gabriel departe de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de nombre José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María. Y habiendo entrado donde ella estaba, le dijo: Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo. Ella se turbó al oír estas palabras, y consideraba que significaría esta salutación. Y el ángel le dijo: No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios: concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob, y su Reino no tendrá fin.
María dijo al ángel: ¿De que modo se hará esto, pues no conozco varón? Respondió el ángel y le dijo: El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso, el que nacerá será llamado Santo, Hijo de Dios (...). Dijo entonces Maria: He aquí la esclava del Señor hágase en mí según tu palabra. Y el ángel se retiró de su presencia».
B. Comentario:
   1. Sólo a la luz de la Anunciación se ilumina la oscuridad de la profecía de Natán: "Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia y tu trono durará por siempre". David quiere una casa para Dios, y la casa será Jesús que vendrá de su descendencia; por él, Dios será como un padre para los descendientes en el trono de David, y Dios promete vincular su presencia no ya a un lugar sino a una estirpe y a una historia. Jesucristo, será el descendiente de David y, a la vez, su casa y su destino, será también el verdadero templo de Dios no construido por manos de hombre ("Eucaristía 1983").
   2. El salmo canta también esta Alianza: "Bienaventurado el pueblo que sabe aclamar, que camina a la luz de Tu rostro... Danza de alegría todo el día. Tú eres nuestra fuerza, Tú acrecientas nuestro vigor". Sí, Dios está con nosotros, como un padre con sus hijos: tenemos conciencia de ser amados, elegidos, mimados, por Dios. Es el amor y la fidelidad que repite el salmo.
   3. Nos dice san Pablo que Dios se ha "manifestado ahora": Jesús es, en adelante, la clave de la historia universal y del destino de todo hombre.
   4. Leemos hoy la Anunciación a María. El ángel Gabriel la llama "llena de gracia" y le dice: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios:» y ella, viendo la misión inmensa, pero confiando en la gracia divina, responde: «¿De qué modo se hará esto, pues no conozco varón?»  Ella, consagrada a Dios por entero, de acuerdo con su esposo José, pregunta cómo va a ser madre siendo virgen.
   «El Espíritu Santo descenderá sobre ti», es la respuesta: Dios te quiere, María, a la vez, Madre y Virgen. «Virgen antes del parto, en el parto y por siempre después del parto» (Pablo IV).
    "He aquí la esclava del Señor". Es tu respuesta, María, y el centro de este domingo antes de Navidad. Hemos visto los domingos anteriores a Juan Bautista, ejemplo de espera. Y hoy vemos la figura de imponente de María. Tantos pintores han intentado plasmar ese momento de su "sí" incondicional: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra".
   Nos podemos entretener un momento en ver como en Jesús –hasta en los números- se cumplen todas las profecías: desde el libro del profeta Daniel (8,16; 9,21; 24-26), Gabriel era considerado como el ángel que anuncia el reino definitivo, que en la profecía de las 70 semanas será el fin de toda maldad. Hemos visto a Gabriel en el anuncio del nacimiento de Juan Bautista (que leímos el día 19); a los seis meses el anuncio a María, a los nueve meses nace Cristo, y 40 días más tarde hace su entrada en el templo: estas cifras hacen un total de 490 días, es decir, las setenta semanas (las de la venida del Reino), y cada una de esas etapas es señalada con la expresión "cuando se cumplieron los días..." (Lc 1,23; 2,6; 2,22). Es la profecía del cumplimiento: de la llegada de Cristo como Mesías, a la vez humano y también misterioso Hijo del hombre de origen divino (Dn 7,13). Estos anuncios son preparativos de la entrada de la gloria de Yahvé, personificada en Jesús, en su templo definitivo.
   Las dos naturalezas -divina y humana- se unirán en la persona del Hijo de María con un lazo mucho más fuerte que el de los cuerpos y las almas en el abrazo conyugal. El cielo y la tierra se unen, en el tálamo nupcial de María Virgen. Dios desposa ahí la carne, se hace uno de nosotros.
   María responde con su sí de servicio. Está "aquí" para servir, con una actitud activa; aunque toda su actividad, como la nuestra, sea siempre provocada por la acción de Dios y la palabra que la anuncia. La respuesta de María: "Hágase en mí según tu palabra", es la manifestación de la más alta actividad del hombre, que es la acogida de Dios por la fe. Por eso lo que nazca de ella nacerá de Dios, no de la carne y de la sangre y por obra de varón, será el Hijo del Altísimo ("Eucaristía 1972").
   Por su belleza literaria y por la hondura de su teología este texto constituye uno de los pasajes centrales del Evangelio. Dios actúa en la historia. Son muchos los detalles como la aparición de la nube que manifiesta la presencia de Dios. Dios nos acompaña en nuestra historia y que ahora actúa de una forma decisiva por María: "el Señor está contigo", "has encontrado gracia ante Dios". María se convierte en la figura del adviento, en signo de la presencia de Dios entre los hombres.
   Ella, la que es "mujer" por excelencia, porque está abierta a lo que Dios quiere, porque comunica la verdad a los demás, es la obra maestra de Dios, "ensayada" en cada mujer de la historia hasta que llegó a su perfección, en cada noche y en los mil luceros que la llenan, en los ríos y cordilleras y puestas de sol. Es modelo para nosotros, a su lado aprenderemos a vivir para acoger ese amor que nos da vida, y transmitirlo hecho vida a los demás.
   El cielo se acerca a la tierra. Y la tierra escogida para levantar este santuario es María, una joven desconocida de Nazaret, un pueblo insignificante. Esta es la página que divide la historia. Todo rezuma encanto, sencillez, profundidad. Por parte de Dios, el amor más grande, que nos entrega a su Hijo, pero respetando siempre la libertad humana, esperando la respuesta de María para la decisión final. Por parte de María, la fe más grande, docilidad ilimitada, entrega total. Por su palabra se encarnó en su vientre la Palabra. Su afirmación anuló y superó todas las antiguas negaciones. Ahora las promesas hechas a David se cumplen: "El Señor Dios le dará el trono de David, su padre... y su reino no tendrá fin" ("Caritas").
   Y además "para Dios nada hay imposible"; al contrario, con su gracia se pueden realizar "cosas grandes", como cantó la Virgen misma en el Magnificat. Terminamos con un saludo afectuoso a María: "¡Salve María!,¡Salve María!, criatura la más preciosa de la creación, salve, María, purísima paloma; salve, María, antorcha inextinguible; salve, porque de ti nació el Sol de justicia. Salve, María, morada de la inmensidad, que encerraste en tu seno al Dios inmenso, al Verbo unigénito, produciendo sin arado y sin semilla la espiga inmarcesible..." (San Cirilo de Alejandría, Disc. en Conc. de Efeso).
Llucià Pou Sabaté

Feria del 22-XII

Adviento, 24 de Diciembre, Misa de la mañana: el Canto de Zacarías, anuncio de Jesús que viene a salvarnos

Adviento, 24 de Diciembre, Misa de la mañana: el Canto de Zacarías, anuncio de Jesús que viene a salvarnos

 

A. Lecturas

   1. II Samuel: 7,1-5.8b-12.14a.16: Cuando el rey David se asentó en su casa y el Señor le hubo dado reposo de todos sus enemigos de alrededor, dijo al profeta Natán: «Mira, yo habito en una casa de cedro, mientras el Arca de Dios habita en una tienda». Natán dijo al rey: «Ve y haz lo que desea tu corazón, pues el Señor está contigo». Aquella noche vino esta palabra del Señor a Natán: «Ve y habla a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Tú me va a construir una casa para morada mía? Yo te tomé del pastizal, de andar tras el rebaño, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. He estado a tu lado por donde quiera que has ido, he suprimido a todos tus enemigos ante ti y te he hecho tan famoso como los grandes de la tierra. Dispondré un lugar para mi pueblo Israel y lo plantaré para que resida en él sin que lo inquieten, ni le hagan más daño los malvados, como antaño, cuando nombraba jueces sobre mi pueblo Israel. A ti te he dado reposo de todos tus enemigos. Pues bien, el Señor te anuncia que te va a edificar una casa. En efecto, cuando se cumplan tus días y reposes con tus padres, yo suscitaré descendencia tuya después de ti. Al que salga de tus entrañas le afirmaré su reino. Yo seré para él un padre, y él será para mi un hijo. Tu casa y tu reino se mantendrán siempre firmes ante mi; tu trono durará para siempre"».

   2. Salmo 88. Cantaré eternamente las misericordias del Señor, anunciaré tu fidelidad por todas las edades. Porque dijiste: «La misericordia es un edificio eterno», más que el cielo has afianzado tu fidelidad.

   «Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: Te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades».

   «Él me invocará: "Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora"; Le mantendré eternamente mi favor, y mí alianza con él será estable».

   3. Lc 1,67-79:  En aquel tiempo, Zacarías, el padre de Juan, quedó lleno de Espíritu Santo, y profetizó diciendo: «Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo y nos ha suscitado una fuerza salvadora en la casa de David, su siervo, como había prometido desde tiempos antiguos, por boca de sus santos profetas, que nos salvaría de nuestros enemigos y de las manos de todos los que nos odiaban haciendo misericordia a nuestros padres y recordando su santa alianza y el juramento que juró a Abraham nuestro padre, de concedernos que, libres de manos enemigas, podamos servirle sin temor en santidad y justicia delante de Él todos nuestros días. Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, pues irás delante del Señor para preparar sus caminos y dar a su pueblo conocimiento de salvación por el perdón de sus pecados, por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, que harán que nos visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas y sombras de muerte y guiar nuestros pasos por el camino de la paz» (Lc 1,67-79).

 

B. Comentario:

   1. –"Cuando el rey David se estableció en su casa, en Jerusalén, el Señor le concedió días de paz". Después de un largo periodo de guerrillas contra los filisteos, David se encontraba, por fin, en paz. Se había hecho construir un palacio real, sobre la colina de Sión, en Jerusalén, su nueva capital; pero se sentía algo avergonzado porque Dios no tenía todavía una Casa. El arca de la Alianza continuaba estando en Silo. Tuvo pues intención de construir un Templo para Dios.

   -"Mira, ¡yo habito en una casa de cedro, mientras que el arca de Dios habita en una tienda!"Pero el profeta Natán fue a ver al rey y le hizo esta sorprendente promesa:

   -"¿Eres tú quien vas a edificarme una casa para que la habite? Yo te he tomado del pastizal, de detrás del rebaño, para que seas caudillo de mi pueblo". David, un muchacho, pastor de un rebaño cuando Dios lo escogió, no era descendiente de familia real. Todo ello fue una elección gratuita de Dios.

   -"Voy a hacerte un nombre grande como el de los más grandes de la tierra. El Señor te anuncia que te edificará una casa. Tu reino y tu casa permanecerán para siempre ante mí, tu trono estará firme eternamente". David quería ofrecer una "casa" a Dios. ¡Y es Dios el que le promete darle una! La casa de David, es en primer lugar Salomón, su primer hijo -que construirá el Templo-... y es sobre todo Jesús, el Mesías. Es pues Dios el que conserva la iniciativa. ¡Hay que permanecer humilde delante de Dios... incluso cuando se es el rey David! No somos nosotros quienes damos a Dios, ¡Dios es el que nos da! Jesús a su vez, rechazará el Templo. ¡Destruid ese Templo y dentro de tres días lo reconstruiré! El Cuerpo de Cristo pasa a ser el único templo, el único lugar de culto a Dios. La verdadera «casa de Dios» es Jesús, Presencia de Dios (Noel Quesson).

    "El Hijo de Dios en persona, aquel que existe desde toda la eternidad, aquel que es invisible, incomprensible, incorpóreo, principio de principio, luz de luz, fuente de vida e inmortalidad, expresión del supremo arquetipo, sello inmutable, imagen fidelísima, palabra y pensamiento del Padre, él mismo viene en ayuda de la criatura, que es su imagen: por amor del hombre se hace hombre, por amor a mi alma se une a un alma intelectual, para purificar a aquellos a quienes se ha hecho semejante, asumiendo todo lo humano, excepto el pecado. Fue concebido en el seno de la Virgen, previamente purificada en su cuerpo y en su alma por el Espíritu (ya que convenía honrar el hecho de la generación, destacando al mismo tiempo la preeminencia de la virginidad); y así, siendo Dios, nació con la naturaleza humana que había asumido, y unió en su persona dos cosas entre sí contrarias, a saber, la carne y el espíritu, de las cuales una confirió la divinidad, otra la recibió" (Gregorio Nacianceno).

   2. El salmo nos hace cantar nuestro agradecimiento a la fidelidad de Dios: «cantaré eternamente las misericordias del Señor». Y recuerda expresamente: «sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo: te fundaré un linaje perpetuo. Le mantendré eternamente mi favor y mi alianza con él será estable». Pedimos hoy: "Señor, acuérdate, acuérdate de David, acúerdate de tu promesa, acuérdate (…) Tú le dijiste: el fruto de tu seno, / asentaré en el trono que te he preparado".

   Te pido que nos muestres tu misericordia, Señor, según tus palabras: "Bendeciré a los justos en su júbilo, a los pobres, hartaré de pan".

   Que sepa, Señor, llevar tu misericordia a los demás: "Secaré las lágrimas de todos los que lloran, todos mis amigos darán gritos de júbilo".

   Lléname, Señor, de esperanza en tu venida como Salvador: "David, te lo prometo, glorificaré tu raza, el Mesías será luz de las naciones... entre vosotros".

   3. "Hermanos, a vosotros, como a los niños, Dios revela lo que ha ocultado a los sabios y entendidos: los auténticos caminos de la salvación. Meditad en ellos con suma atención. Profundizad en el sentido de este Adviento. Y, sobre todo, fijaos quién es el que viene, de dónde viene, y a dónde viene; para qué viene, cuándo y por dónde viene. Tal curiosidad es buena. La Iglesia universal no celebraría con tanta devoción este Adviento si no contuviera algún gran misterio" (S. Bernardo, Serm. sobre los 6 asp. del Adv., 1)

   «Harán que os visite una Luz de la altura, a fin de iluminar a los que habitan en tinieblas», proclama Zacarías en el "Benedictus", el canto que recitamos cada día en la liturgia de las horas. Es un cántico de acción de gracias por las misericordias que Dios ha derramado sobre la tierra, con motivo del nacimiento de su hijo Juan. Como dice el comentario a la Biblia de Navarra, se divide en dos partes: en la primera, da gracias a Dios, y en la segunda sus ojos miran hacia el futuro. Todo él rezuma alegría y esperanza al reconocer la acción salvadora de Dios con Israel, que culmina en la venida del mismo Dios encarnado, preparada por el hijo de Zacarías.

   «Bendito sea el Señor, Dios de Israel...» (Lc 1,68). Como muy bien se ha dicho, Zacarías está hablando proféticamente de lo que va a empezar a suceder a partir de esta noche, la Nochebuena: Dios va a visitarme y a redimirme; Dios va a nacer, va a vivir como uno más entre los hombres, va a predicar y a hacer milagros, y morirá en una cruz para salvarme. "Cumpliendo tu promesa hecha a Abrahán, te haces hombre, descendiente de David, para concedernos que, libres de las manos de los enemigos, te sirvamos sin temor, con santidad y justicia en tu presencia todos los días de nuestra vida", que es como decirle a Jesús: "has bajado para que pueda yo subir, y me pides que te sirva sin temor y que busque la santidad y la justicia, viviendo en presencia de Dios cada día".

   Sigue diciendo el texto: "El Sol naciente ha venido a visitarnos desde lo alto, para iluminar a los que yacen en tinieblas, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz". Jesús es el Sol naciente, que ha venido a visitarnos, que esta noche nacerá, en el día que ya comienza a alargarse la noche, por eso es el día del Sol naciente. Él, la luz del mundo, con su luz de sus ojos nos da la luz a los nuestros para que podamos ver. Leía una oración que le hablaba así en su oración: "Jesús, yo quiero también nacer de nuevo... Sé que no es sencillo; sé que a veces me canso porque parece que no avanzo nada. Pero también sé que al nacer, me has dado la mayor prueba de que no me abandonas. Y si Tú has hecho esto por mí, ¿qué no voy a hacer yo por Ti?" Al contemplar la fiesta más entrañable, cuando Dios ha querido vivir con los hombres, sentimos dentro nacer la alegría y esperanza.

   Jesús se nos aparece ahí como el "Señor", y "Salvador". También el Ángel esta Nochebuena llamará a Jesús con estos dos títulos en su anuncio a los pastores. Vamos a prepararnos con deseos de corresponder al amor de Dios encarnado.

   Ayer el cántico del Magnificat, en boca de María, resumía la historia de salvación conducida por Dios. Hoy es el cántico del Benedictus, que probablemente era también de la comunidad, pero que Lucas pone en labios de Zacarías, el que nos ayuda a comprender el sentido que tiene la venida del Mesías. Los nombres de la familia del Precursor son todo un programa: Isabel significa «Dios juró», Zacarías, «Dios se ha acordado», y Juan, «Dios hace misericordia». En el Benedictus cantamos que todo lo anunciado por los profetas se ha cumplido «en la casa de David, su siervo», con la llegada de Jesús. Que Dios, acordándose de sus promesas y su alianza, «ha visitado y redimido a su pueblo», nos libera de nuestros enemigos y de todo temor, y que por su entrañable misericordia «nos visitará el sol que nace de lo alto».

   Beda el Venerable comentaba: "El Señor (...) nos ha visitado como un médico a los enfermos, porque para sanar la arraigada enfermedad de nuestra soberbia, nos ha dado el nuevo ejemplo de su humildad; ha redimido a su pueblo, porque nos ha liberado al precio de su sangre a nosotros, que nos habíamos convertido en siervos del pecado y en esclavos del antiguo enemigo. (...) Cristo nos ha encontrado mientras yacíamos "en tinieblas y sombras de muerte", es decir, oprimidos por la larga ceguera del pecado y de la ignorancia (...)

   Nos ha traído la verdadera luz de su conocimiento y, habiendo disipado las tinieblas del error, nos ha mostrado el camino seguro hacia la patria celestial. Ha dirigido los pasos de nuestras obras para hacernos caminar por la senda de la verdad, que nos ha mostrado, y para hacernos entrar en la morada de la paz eterna, que nos ha prometido" (…). Dado  que  poseemos estos dones de la bondad eterna, amadísimos hermanos, (...) bendigamos también nosotros al Señor en todo tiempo, porque "ha visitado y redimido a su pueblo". Que en nuestros labios esté siempre su alabanza, conservemos su recuerdo y, por nuestra parte, proclamemos la virtud de aquel que "nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable" (1 P 2, 9). Pidamos continuamente su ayuda, para que conserve en nosotros la luz del conocimiento que nos ha traído, y nos guíe hasta el día de la perfección".

   Llucià Pou Sabaté

 

viernes, 22 de diciembre de 2023

Día 23 de diciembre: el nacimiento de Juan Bautista, el precursor, nos muestra la inminencia de la venida del Señor

Día 23 de diciembre: el nacimiento de Juan Bautista, el precursor, nos muestra la inminencia de la venida del Señor

A. Lecturas:

   1. Malaquías 3,1-4; 4,5-6: "Así dice el Señor Dios: Mirad, yo envío mi mensajero para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis... ¿Quién podrá resistir el día de su venida? ¿Quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero... Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos... Mirad, os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible. Convertiré el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir yo a destruir la tierra".

   2. Salmo 23/24, 4-5.8-10.14: Muéstrame tus caminos, Yahveh, enséñame tus sendas. Guíame en tu verdad, enséñame, que tú eres el Dios de mi salvación. En ti estoy esperando todo el día, Bueno y recto es Yahveh; por eso muestra a los pecadores el camino; conduce en la justicia a los humildes, y a los pobres enseña su sendero. Todas las sendas de Yahveh son amor y verdad para quien guarda su alianza y sus dictámenes. El secreto de Yahveh es para quienes le temen, su alianza, para darles cordura.

   3.  Lucas 1,57–66: "Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que al octavo día fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se ha de llamar Juan.» Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre.» Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se le llamase. El pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos quedaron admirados. Y al punto se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón, diciendo: «Pues ¿qué será este niño?» Porque, en efecto, la mano del Señor estaba con él".

B. Comentarios:

   1. El anuncio del profeta Malaquías: "mirad, yo envío mi mensajero, para que prepare el camino ante mí", prepara en paralelo el relato evangélico del nacimiento de Juan. El profeta, en el siglo V antes de Cristo, en un tiempo de restauración política, que él querría que fuera también religiosa, se queja de los abusos que hay en el pueblo y en sus autoridades. El culto del Templo es muy deficiente, por desidia de los sacerdotes. De parte de Dios anuncia reformas. Es imagen de Juan Bautista: -"Y enseguida vendrá a su Templo el Señor a quien vosotros buscáis"... Es sorprendente encontrar en esos textos, por adelantado el anuncio de un Ungido, un Cristo que es Dios mismo.

   -"¿Quién podrá soportar el Día de su venida? ¿Quién se tendrá en pie cuando aparezca? Porque es él como fuego de fundidor y como lejía de las lavanderías". Su venida "será un fuego de fundidor", que purifica quemando, para que la ofrenda del Templo sea dignamente presentada ante el Señor. "¿Quién podrá resistir el día de su venida?" Dios quiere nuestro bien, nos pide que confiemos.

   -"Purificará a los hijos de Leví, los acrisolará como el oro y la plata: Así podrán presentar la oblación en plena justicia, ante la mirada del Señor". El Mesías inaugurará una reforma profunda de la «función sacerdotal» que ejercía, hasta aquí, la familia de Leví. Se anuncia un «culto» nuevo. El Hombre-Dios ha venido a fundar el culto definitivo: la ofrenda no será sólo de animales. Cristo es la «ofrenda agradable y justa». La eucaristía es el sacrificio espiritual por el cual los cristianos «ellos mismos se ofrecen en unión con Cristo».

   -"Así la ofrenda de Judá y de Jerusalén será grata al Señor". El «culto espiritual» de los cristianos es Jesús, que no ofreció un cordero pascual, sino que se ofreció a sí mismo, su propia vida, y su propia muerte. También nosotros debemos ofrecer nuestra propia vida. Señor, te ofrezco la vida de Jesús desde su nacimiento en Belén, su adolescencia, su edad adulta, hasta su cruz. Te ofrezco todos los trabajos, los pensamientos, las acciones, las palabras de Jesús. Y te ofrezco también mi vida, mis trabajos, mis pensamientos, mis acciones, mis palabras. ¡Mira la ofrenda que presentamos ante ti, nosotros, tus servidores! (Noel Quesson).

   Este mensajero será que «convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres». Navidad es pascua, paso de Dios a la tierra que nos trae su amor, su perdón. Reconciliación entre los padres y los hijos, entre los hermanos, entre los vecinos, entre los miembros de la comunidad. Ésa es la mejor preparación para una fiesta que celebra que Dios se ha hecho Dios-con-nosotros, y por tanto, nos invita a ser nosotros-con-Dios, por una parte, y nosotros-con-nosotros, por otra, porque todos somos hermanos.

   2. Dios, Por medio de Jesús, su Hijo, nos ha manifestado el Camino de Salvación. "Muéstrame tus caminos, Yahveh, enséñame tus sendas. Guíame en tu verdad, enséñame, que tú eres el Dios de mi salvación". El camino es Cristo. Abrir nuestros oídos y corazón es aprender de la actitud de María: escuchar la Palabra de Dios, meditarla en nuestro corazón y ponerla en práctica. El salmo nos hace repetir con confianza: "En ti estoy esperando todo el día, Bueno y recto es Yahveh; por eso muestra a los pecadores el camino; conduce en la justicia a los humildes, y a los pobres enseña su sendero". Ante este día de la venida del Señor, vemos que "todas las sendas de Yahveh son amor y verdad para quien guarda su alianza y sus dictámenes. El secreto de Yahveh es para quienes le temen, su alianza, para darles cordura". Llenos de esperanza: «mirad y levantad vuestras cabezas: se acerca vuestra redención».

   Adviento es espera, de la venida del Señor, de Dios presente en la historia, pues Él no se ha retirado del mundo, no nos ha dejado solos. Está presente aunque parece ausente muchas veces. Y hemos de procurar que los enfermos noten esa presencia: "Cuando ya se percibe por todas partes la silenciosa alegría del tiempo prenavideño, en cierto sentido puede resultar especialmente difícil tener que estar enfermo y no poder compartir del todo la alegría, pues las fatigas de la enfermedad se le oponen. Pero, tal vez, el Adviento pueda tornarse también y de manera especial una medicina para el alma, una medicina que haga más llevadera la forzada inactividad y el dolor de la enfermedad y que hasta sea capaz de ayudar a descubrir la gracia que puede anidar silenciosamente en la condición de enfermo" (Ratzinger).

   Navidad se convirtió en la fiesta de los regalos, es Dios que se regala a sí mismo hecho niño, un niño que nos anima a tener confianza como los niños, a regalar y recibir regalos. Es tiempo de aceptación, de confianza, de acoger ese amor y ese regalo, y regalar, darnos a los demás.

3. -"A Isabel se le cumplió el tiempo de dar a luz y tuvo un hijo. Sus vecinos y parientes se enteraron de lo generoso que había sido el Señor con ella y compartían su alegría". Su "vergüenza" por falta de hijos se convirtió en alegría, como en el caso del nacimiento de Isaac. Ambos hijos fueron concebidos en la "vejez".

-"A los ocho días fueron a circuncidar al niño y empezaron a llamarlo Zacarías, por el nombre de su padre". El primogénito debía llevar junto a la marca de la elección, el nombre de su padre. "Pero la madre intervino diciendo: "¡No!, se va a llamar Juan." Le replicaron: "Ninguno de tu parentela se llama así." Y por señas le preguntaban al padre cómo quería que se llamase. El pidió una tablilla y escribió: "Su nombre es Juan", y todos quedaron sorprendidos. En el acto se le soltó la lengua y empezó a hablar bendiciendo a Dios". Haz de mí, Señor, un alma de exultación y de alabanza. "Que yo sea tan sólo esa flauta de caña que Tú puedas llenar de música." (R. Tagore). Para un judío, el nombre es todo un símbolo: significa la función. Las raíces de la palabra "Juan" significan: "Dios da gratuitamente", «gracia de Dios», o «favor de Dios», o «misericordia de Dios».

-"Toda la vecindad quedó sobrecogida de temor; corrió la noticia de estos hechos por la entera sierra de Judea, y todos los que lo oían los conservaban en la memoria, preguntándose: "¿Qué irá a ser este niño?" Porque la fuerza del Señor lo acompañaba". Se llenan de una alegría que se comunica y se extiende como una mancha de aceite  (Noel Quesson). -"Todos decían: "La mano del Señor está con él"". Ha llegado ya la plenitud de los tiempos y empieza a notarse. La voz de que ha pasado algo maravilloso, que corre por la comarca, hace que todos se llenan de alegría. Tienen razón los vecinos: ¿qué será de este niño? Juan será grande. Lo hemos alabado estos días, como precursor del Mesías: es testigo de la Luz.

«Ven, Señor Jesús», rezamos en Adviento: «Oh Emmanuel, Rey y legislador nuestro, / esperanza de las naciones y salvador de los pueblos: / ven a salvarnos, Señor Dios nuestro». Emmanuel es Dios-con-nosotros, el nombre que ya se anunciaba desde Isaías (7,14). A la vez hay otros títulos mesiánicos: rey, legislador, esperanza, salvador, Señor, Dios nuestro. Por eso colma de confianza en este Adviento a todos los creyentes (J. Aldazábal). ¿Cómo me preparo con la oración, la misa, el sacramento de la reconciliación?  Señor, "te pedimos que tu Hijo, que se encarnó en las entrañas de la Virgen María y quiso vivir entre nosotros, nos haga partícipes de la abundancia de su misericordia".

   La virtud de la humildad nos dispondrá a prepararnos debidamente para las fiestas que se acercan. Exclama S. Agustín: "¡Oh maravilla, el nacimiento del mensajero precede a Aquel sin el cual no habría nacido nunca! El es la voz y Jesús el Verbo... La palabra nace primero en el espíritu, luego suscita la voz que la pronuncia; la voz se expresa por los labios y da a conocer la palabra a los oyentes. Así Cristo ha permanecido en el Padre, por quien Juan, su mensajero, fue creado como toda criatura. Pero Juan sale del vientre de su madre y por él Cristo fue anunciado a todo el mundo. Éste era el Verbo, desde el principio, antes que existiera el mundo; aquel fue la voz que precede al Verbo. El Verbo nace del pensamiento, la voz sale del silencio. Cuando da a luz a Cristo, María cree, mientras que antes de engendrar Juan, Zacarías se queda mudo. Juan nace de una anciana estéril; Cristo, de una jovencita virgen. El Verbo prolifera en el corazón de quien lo piensa; la voz expira en el oído de quien la escucha. Puede que éste sea el sentido de la palabra de Juan: 'El debe ser cada vez más importante; yo, en cambio, menos (Jn 3,30). Porque los oráculos proféticos, pronunciados ante de Cristo como una voz antes del verbo, se siguen hasta que llega Juan en quien cesan las figuras precedentes. Luego, la gracia del evangelio y el anuncio manifiesto del reino de los cielos no conocerá fin y fructificará y crecerá en el mundo entero. Ciertamente, de Juan dice la misma Verdad: 'Entre los nacidos de mujer no hay otro más grande que Juan Bautista.'"

Llucià Pou Sabaté

 

Adviento: 22 de Diciembre: contemplamos el canto de María como la esperanza de los sencillos que creen, y que son los preferidos de Dios



Adviento: 22 de Diciembre: contemplamos el canto de María como la esperanza de los sencillos que creen, y que son los preferidos de Dios

 

A. Lecturas

   1. I Samuel (1,24-28): En aquellos días, una vez que Ana hubo destetado a Samuel, lo subió consigo, junto con un novillo de tres años, unos cuarenta y cinco kilos de harina y un odre de vino. Lo llevó a la casa del Señor a Siló y el niño se quedó como siervo. Inmolaron el novillo, y presentaron el niño a Elí. Ella le dijo: «Perdón, por tu vida, mi Señor, yo soy aquella mujer que estuvo aquí en pie ante ti, implorando al Señor. Imploré este niño y el Señor me concedió cuanto le había mi pedido. Yo, a mi vez, lo cedo al Señor. Quede, pues, cedido al Señor de por vida». Y se postraron allí ante el Señor.

   2. Salmo 1S 2,1.45.6-7.8abcd: Mi corazón se regocija en el Señor, mi poder se exalta por Dios. Mi boca se ríe de mis enemigos, porque gozo con tu salvación.

   Se rompen los arcos de los valientes, mientras los cobardes se ciñen de valor. Los hartos se contratan por el pan, mientras los hambrientos engordan; la mujer estéril da a luz siete hijos, mientras la madre de muchos queda baldía.

   El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y levanta; da la pobreza y la riqueza, humilla y enaltece.

   Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono de gloria.

   3. Lucas 1,46-56: "En aquel tiempo, dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia —como había anunciado a nuestros padres— en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió a su casa".

 

B. Comentario:

   1. El cántico de Ana anuncia también las dos maternidades excepcionales de Isabel y de María. –"Yo soy esa mujer que estuvo aquí ante ti orando al Señor. Yo pedía este niño y el Señor me ha concedido la petición que le hice". Muy próxima ya la Navidad, la liturgia se concentra en la contemplación de María, que profetiza Ana, que también suplicó a Dios que se dignara «mirar la aflicción de su sierva». Habiendo sido escuchada su oración, consagró a Dios a su hijo, el pequeño Samuel.

   Misterio de la maternidad. Contemplo en silencio la alegría de María en esos días: ella espera y se prepara... –"Entonces Ana dijo esta oración: «Mi corazón exulta en el Señor...». Alegría, exultación con palabras parecidas a las de María. Dios ama a los pobres de espíritu, se hace defensor de los débiles, de los que no tienen apoyo humano. Dichosos ellos, porque de ellos es el reino de los cielos. El tema de la "alegría" y el de la "pobreza" están ligadas. ¡Concédenos, Señor, esa pobreza interior y, a la vez, esa alegría! Es Navidad, el pesebre nos enseña quienes son los primeros amigos de Jesús.

   2. "Portones, ¡alzad los dinteles! Que se alcen las puertas eternas, va a entrar el Rey de la gloria" (Antífona de entrada). Pedimos hoy que al conocer la Encarnación "merezcamos gozar también de su Redención" (colecta). Ana, la madre de Samuel, entrega a su hijo al Servicio de Dios, y entonces entona un cántico de alabanza al Señor quien exalta a los humildes: "La estéril da a luz siete veces, la de muchos hijos se marchita. Yahveh da muerte y vida, hace bajar al seol y retornar (…) Levanta del polvo al humilde, alza del muladar al indigente para hacerle sentar junto a los nobles, y darle en heredad trono de gloria, pues de Yahveh los pilares de la tierra y sobre ellos ha sentado el universo". Nos recuerda también a María que "rompe en la alegría del Magníficat -ese canto mariano, que nos ha transmitido el Espíritu Santo por la delicada fidelidad de San Lucas-, fruto del trato habitual de la virgen Santísima con Dios. Madre, quiero aprender de tu oración: «La oración de la Virgen María, en su Fiat y en su Magníficat, se caracteriza por la ofrenda generosa de todo su ser en la fe» (Catecismo 2622).

   3. María, llena del Espíritu Santo, es portadora en su seno del Hijo de Dios, y  actúa con amor, en atención de servicio a su prima que la necesita por el modo; María sin saberlo la confirma en su misión. Las dos están gozosas, agradecidas con el don de Dios, cada una con un hijo y llevando dentro el deseo de ser fiel a su misión. Llenas de amor se encuentran. Si se ama, se comprenden los defectos, pero si por desidia o enfermedad de la relación se deja de amar, aparecen los mismos defectos como algo insufrible, insoportable, y se hace muy difícil vivir con el otro. En la Iglesia de Santa María de Moià (Barcelona) hay una bonita imagen románica de la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel. Como se tocan las caras en el abrazo, el pintor quiso que el ojo por el que se están unidas sea único: miran con el mismo ojo, es decir miran con una misma mirada las cosas, la comunión hace que se vean las cosas con un mismo mirar. Pienso que esto se aplica a la vida en comunión: en la Iglesia, en la familia. Por ejemplo en el matrimonio, si hay amor, uno mira con la mirada del otro, se comparte el punto de mira (concordia), por esa comunión. En cambio, si no hay amor, aparecen puntos de vista distintos (opuestos) y comienzan los problemas. No es sólo la mirada lo que se comparte en esa pintura, pues están en arco alienados, aparte de los ojos, la comisura de los labios, etc. Hay un modo de hacer que crea intimidad, cercanía. Y si falta, hay no sólo disparidad, sino sensación de que se ha roto algo, se ponen de manifiesto lo alejado que se está uno del otro. Pienso que si de algo está necesitado nuestro mundo es de ternura, hecha a base de pequeños detalles, que son tan importantes.

   María va hacia Jerusalén, y luego hacia la ciudad de Isabel, quizá va con San José, que la acompaña en todo, pues la quiere a ella y a sus cosas, y él se acomoda, que esto hace el amor que le tiene… en latín nos dice el texto que va "cum festinatione", es decir "haciendo fiesta", con alegría gozosa. Isabel está radiante, contenta: "¿De donde a mí este bien, que venga la madre de mi Señor?" Y salta el niño de gozo y se alegra su corazón y la luz divina ilumina su inteligencia para comprender. La visitación de la Virgen, portadora del Consolador, de algún modo continúa en visitaciones que hace a sus hijos. Al visitarla María, la llena el Espíritu Santo, el entusiasmo de Pentecostés se adelanta en su boca y en el gozo de su hijo aún no nacido. Sus palabras son un compendio de las misericordias que el Señor ha derramado a lo largo de la historia. Por eso se repiten sin cesar en la boca de los cristianos. Y también esos frutos se renuevan a lo largo de la historia en las atenciones maternales de María con nosotros. Visitaciones que siempre dejan algo suyo, algo maternal y nos traen a Jesús, la paz, el consuelo cuando estamos afligidos, fortaleza en la lucha, refrigerio en el cansancio, ayuda en la tentación.

   María lleva a Dios las cosas que oye, los elogios que le hacen, aquel "bienaventurada tú que has creído"; y escucha, pues sabe escuchar al Espíritu Santo, a Dios que habla en las profecías, en las palabras de las personas que tenemos cerca. Contenta de llevar la alegría al hogar de su prima, porque lleva a Cristo, y la mirada que refleja toda la gracia de su Hijo, que llevará luego la mirada de Jesús en sus ojos saliendo a su Madre pues de ella recibe todo su cuerpo, el alma la pone el Señor…

   El canto del "Magnificat" en el que prorrumpe es como una fuente que recoge el agua tantas veces represada meditando los textos de la Escritura, la misericordia divina con su gente, la ternura del cielo: "magnifica mi alma al Señor…" es un canto a la humildad: "porque ha puesto los ojos en la bajeza de su esclava"… "porque ha hecho en mí cosas grandes el Todopoderoso". Es un espejo perfecto de lo que revela Dios en su historia: "derribó a los poderosos de su trono y ensalzó a los humildes", es un canto a la esperanza, que nos anuncia que sus visitaciones nos acompañarán en lo que hacemos, pues sentimos la presencia de la mano amorosa de María que nos enseña la obediencia en la fe, aunque nos cueste, el amor perfecto, el amor no egoísta. Nos lleva a beber en la fuente de la felicidad, el árbol de la vida, el que nos abre las puertas de la eternidad, ya aquí en la tierra porque el cielo es vivir este Amor divino. Esta es la ciencia de María, la ciencia de la vida, el auténtico árbol de la ciencia, para poder comer del árbol de la vida: aprender a querer.

   Visitaciones marianas, consuelos divinos que tanto nos ayudan… aunque lo importante, como santa María nos sugiere, es como decía alguien, que "no buscamos los consuelos de Dios, sino al Dios de los consuelos" y nos da aquellos frutos secretos que reserva para todos los que puedan acogerlos, es decir los pequeños, los que entienden las cosas de Dios, que quieren ser sus amigos íntimos. Y estos frutos son: serenidad pase lo que pase, gozo íntimo, certeza en la esperanza de alcanzar la meta, luz para la inteligencia y alegría en la Verdad.

   «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador», reza María mostrándonos los sentimientos de su corazón, cómo se alegraba, bendecía y daba gracias a Dios por todas sus bondades. "María se ha beneficiado de la gracia más extraordinaria que nunca ninguna otra mujer ha recibido y recibirá: ha sido elegida por Dios, entre todas las mujeres de la historia, para ser la Madre de aquel Mesías Redentor que la Humanidad estaba esperando desde hacía siglos. Es el honor más alto nunca concedido a una persona humana, y Ella lo recibe con una total sencillez y humildad, dándose cuenta de que todo es gracia, regalo, y que Ella es nada ante la inmensidad del poder y de la grandeza de Dios, que ha obrado maravillas en Ella (cf. Lc 1,49). Una gran lección de humildad para todos nosotros, hijos de Adán y herederos de una naturaleza humana marcada profundamente por aquel pecado original del que, día tras día, arrastramos las consecuencias" (Francesc Perarnau).

 
Finaliza pasado mañana el tiempo de Adviento, de esperanza, y María quien nos enseña el mejor camino, el que marca con su oración. Es el camino de la esperanza. Ahora, cuando Navidad está a las puertas, y "el Señor está cerca", como recuerda la liturgia, echamos la vista atrás en este proceso que comenzó con la fiesta de la Inmaculada y su novena... y al mismo tiempo adelante, hacia la noche santa: "Qué cielo mas azul aquella noche! / Parece que se vea el infinito, / el Infinito sin velos, / más allá de la luna y de las estrellas. // La luna y las estrellas brillan tan claro / en el azul infinito de la noche santa, / que el alma se encanta / allá..." (Joan Maragall). En todo este caminar, hemos ido con "María", que significa entre otras acepciones "estrella de la mañana" en lengua hebrea: recuerda la estrella que daba orientación a los navegantes, porque conocieran el camino en la oscuridad de la noche. Así la estrella guía a los Magos, y nosotros queremos seguir nuestra estrella hasta llegar a Jesús…

 
Cuentan que había millones de estrellas en el cielo, estrellas de todo los colores: blancas, plateadas, rojas, azules, doradas. Un día, inquietas, se acercaron a san Gabriel –que es su jefe- y le propusieron: "- nos gustaría vivir en la Tierra, convivir con las personas." -"Sea", respondió. Se dice que aquella noche hubo una fantástica lluvia de estrellas. Algunas se acurrucaron en las torres de las iglesias, otras fueron a jugar y correr junto con las luciérnagas por los campos, otras se mezclaron con los juguetes de los niños. La Tierra quedó, entonces, maravillosamente iluminada. Pero con el correr del tiempo, las estrellas decidieron abandonar a los hombres y volver al cielo, dejando a la tierra oscura y triste. "-¿Por qué habéis vuelto?", preguntó Gabriel, a medida que ellas iban llegando al cielo. "-Nos fue imposible permanecer en la Tierra, allí hay mucha miseria, mucha violencia, demasiadas injusticias". Les contestó Gabriel: "-Claro. La Tierra es el lugar de lo transitorio, de aquello que cae, de aquel que yerra, de aquel que muere. Nada es perfecto. El Cielo es el lugar de lo inmutable, de lo eterno, de la perfección." Después de que había llegado gran cantidad de estrellas, Gabriel, que sabe muchas matemáticas, las dijo: "-Falta una estrella... ¿dónde estará?". Un ángel que estaba cerca replicó: "-Hay una estrella que quiso quedarse entre los hombres. Descubrió que su lugar es exactamente donde existe la imperfección, donde hay límites, donde las cosas no van bien, donde hay dolor. Es la Esperanza, la estrella verde. La única estrella de ese color." Y cuando miraron para la tierra, la estrella no estaba sola: la Tierra estaba nuevamente iluminada porque había una estrella verde en el corazón de cada persona. Porque el único sentimiento que el hombre tiene y el cielo no necesita retener es la Esperanza, ella es propia de la persona humana, de aquel que yerra, de aquel que no es perfecto, de aquel que no sabe cómo puede conocer el porvenir.

 
María es nuestra esperanza, la que nos guía a Jesús, que nos ha dado en el pesebre. No obliga, nos muestra el camino, respeta nuestra libertad, como hace la estrella, ilumina. Este es el modelo para toda educación, tanto la de los padres con los hijos, la de los miembros de la Iglesia en su apostolado, o como ciudadanos a nivel social y cultural: no se trata sólo de transmitir conocimientos, sino vida, dar luz, ser un referente –estrella- en un mundo de gente que no sabe hacia dónde ir, que necesita maestros. Con qué alegría nos dice un amigo: "quiero contarte esta pena, sólo puedo explicártelo a ti, que me inspiras confianza". Y estos guías necesitan luz, dar del calor que tienen; María nos trae a Jesús que nos quiere dar luz y calor, nos llena de optimismo y esperanza que va más allá de lo que vemos, que a veces puede parecernos algo negro, que nos proyecta hacia lo que no vemos.

   Algunos nos dicen que humanamente hay poquísimos motivos para la esperanza; pero la esperanza no se basa en meras consideraciones humanas, sino en la bondad de Dios, y tenemos que poner esa confianza llena de fe, y hacer lo que está de nuestra parte. La creación está esperando, expectante, esta luz. (El speranto, esta lengua que pretende unir a los hombres, tiene también como lema la estrella verde, la esperanza). Dios se ha hecho Niño, y por eso es posible un mundo mejor, en el que reine la alegría. Que por muy negro que parezca el futuro, y nuestros conflictos parezcan sin solución, siempre hay un punto en lo más profundo del alma –¡la estrella verde!- que emana la luz y el calor de Belén, que nos llena y nunca nos deja sentirnos vacíos, que es fuente inagotable de ilusiones y proyectos. Porque Jesús entra dentro de la Historia, es solidario con todo lo nuestro, y nunca nos sentiremos solos: "Si las estrellas bajan para mirarte, / detrás de cada estrella / camina un ángel" (Luis Rosales).

Llucià Pou Sabaté

miércoles, 20 de diciembre de 2023

Adviento: 21 de Diciembre: María es modelo de cómo servir, con la alegría de tener al Señor

Adviento: 21 de Diciembre: María es modelo de cómo servir, con la alegría de tener al Señor

 

A. Lecturas:

   1. Cantar de los Cantares (2,8-14): ¡La voz de mi amado! Vedlo, aquí llega, saltando por los montes, brincando por las colinas. Es mi amado un gamo, parece un cervatillo. Vedlo parado tras la cerca, mirando por la ventana, atisbando por la celosía.

   Habla mi amado y me dice: «Levántate, amada mía, hermosa mía y ven. Mira, el invierno ya ha pasado, las lluvias cesaron, se han ido. Brotan las flores en el campo, llega la estación de la poda, el arrullo de la tórtola se oye en nuestra tierra. En la higuera despuntan las yemas, las viñas en flor exhalan se perfume.

   Levántate, amada mía, hermosa mía, y vente. Paloma mía, en las oquedades de la roca, en el escondrijo escarpado, déjame ver tu figura, déjame escuchar tu voz: es muy dulce tu voz y fascinante tu figura».

   2. Salmo 32,2-3.11-12.20-21: Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones.

    El plan del Señor subsiste por siempre; los proyectos de su corazón, de edad en edad. Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad.

    Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos.

    3. Lucas 1,39-45: "En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

 

B. Comentario:

   1. El cantar de los cantares es un canto para unas nupcias, canta el amor humano, completamente fascinado por su novedad. El joven pide a la muchacha que vaya a reunirse con él, y su deseo es tan ardiente y lozano como la primavera de Palestina. La naturaleza se hace cómplice. Es la estación de los amores: la tórtola hace oír su arrullo en el campo, mientras el sol madura los frutos.

   -"Salta por las colinas, semejante a la gacela o a un joven cervatillo". Efectivamente, Dios ha debido de salvar muchas distancias para llegar hasta nosotros. No solamente «montes y colinas», sino la distancia infinita de la divinidad a la humanidad. Nada es obstáculo para Dios. Salta, ligero y ágil. Viene.

   -"Mi amado ha hablado y me ha dicho: «Levántate, amada mía, hermosa mía y vente»". El amor es recíproco. Tenemos, ahora, la declaración de Dios. Ama y desea a la humanidad. Esta es tratada por Dios como la «amada» la «muy hermosa». Dios se hizo hombre porque ama a la humanidad, la ve hermosa. También debemos nosotros amar lo que Dios ama: nuestra vida humana es la obra maestra de su inteligencia y de su Amor. ¡El es quien ha creado esto! El Hijo de Dios es concebido en un seno materno de mujer, toma un cuerpo y un alma humanas, nace, toma «condición humana»... ¡todo eso prueba que lo encuentra hermoso!

   -"Porque, mira, ha pasado el invierno... Aparecen las flores en el campo... el tiempo de las canciones ha llegado... Se oye el arrullo de la tórtola. Echa la higuera sus yemas, la viña en flor exhala su fragancia..." Son las «imágenes» tradicionales que en todos los pueblos son expresión del amor: primavera... flores... perfumes... canciones... felicidad. Esas expresiones poéticas, en los escritos proféticos, caracterizan siempre la era mesiánica. El mismo Jesús las repite también cuando, al anunciar su retorno al final de los tiempos, lo presenta como la llegada de la «primavera»: «cuando veis que la higuera echa sus yemas tiernas, sabéis que el verano está cerca, así también el reino de Dios está cerca...» (Mt 24, 32). La venida de Dios inaugura una era de felicidad. «Tranquilízanos, Señor, en las pruebas, en esta vida en que esperamos la felicidad que nos prometes, y el advenimiento de Jesucristo, nuestro Salvador.» Danos, Señor, desde ahora, ese gozo interior que viene de ti... y que resulta colmado en la eternidad.

   -"Muéstrame tu semblante, déjame oír tu voz. Porque tu voz es dulce y tu rostro, hermoso". Nos lo dice Dios, que ama a la humanidad. ¿Soy digno de ello? (Noel Quesson). Es un ardiente y profundo amor, que místicamente representa el intenso amor de Dios al hombre, el amor humano es alegórico de otro divino, un Dios "enamorado" de la "enamorada" que es nuestra alma. Podemos ver ese amor divino Navideño leyendo a San Juan de la Cruz en su Cántico Espiritual.

   2. "Celebrad al Señor con la lira, / acompañadle con el arpa en vuestros cantos, / dedicadle un cántico nuevo, / tocad acompañándole la aclamación". Dios tiene un proyecto de salvación sobre todo lo creado: Él quiere salvarnos, hacernos hijos suyos y hacernos participar de su Gloria eternamente: "Los planes del Señor persisten, / mantén siempre los propósitos de su corazón. / Feliz la nación que tiene al Señor por Dios, / feliz el pueblo que él ha escogido por heredad".

   Por eso vino Jesús, y hemos de llenarnos de esperanza: "Tenemos puesta la esperanza en el Señor, / auxilio nuestro y escudo que nos protege. / Es la alegría de nuestro corazón, / y confiamos en la presencia de su nombre".

   3. El relato de la visitación sigue al de ayer, y vemos la llena de gracia, animada por el Espíritu Santo, atender a Isabel, pues partió enseguida (en latín dice el texto: "cum festinatione", de modo festivo, alegre). Se puede aplicar a ella aquello de "qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz". No sabemos si san José la acompañó. Así llegó a aquella población de las montañas de Judea, Aín-Karim.

   Isabel al recibirla nota a su hijo que salta de gozo en sus entrañas y, llena del Espíritu Santo, exclama "con gran voz", es decir gritando en un éxtasis bendito: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor". (Como respuesta, María pronunciará uno de los cánticos más bellos que jamás hayan sido pronunciados, el Magnificat.)

   «Bienaventurada tú que has creído. Por su fe, María vino a ser la madre de todos los creyentes, gracias a la cual todas las naciones (le la tierra reciben a Aquel que es la bendición misma de Dios: Jesús, el fruto bendito de su vientre» (Catecismo 2676).

   Hoy vemos a María, la mujer del "sí", un "sí" no sólo pronunciado con la boca, sino con todo su ser, alma y cuerpo, en servicio a los demás. La presencia de Jesús en ella, la maternidad y el servicio le dan esa alegría: fe, obediencia plena a esta fe, y servicio, la mejor manifestación de la libertad. Lejos de abandonarse a quietud de la contemplación, estando tranquilamente en su casa de Nazaret, la caridad es imaginativa, tiene inventiva, y actúa según los medios que tengamos a mano: "La caridad es servicial, no busca sólo su propio interés, y lo soporta todo" (1Cor 13). San Bernardo dice que desde entonces María quedó constituida en "Canal inmenso" por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones.

   María, en la Visitación, se hace también "servidora del prójimo", "servicio de la caridad a domicilio", Nuestra Señora de los servicios domésticos. Nuestra Señora del delantal puesto, Nuestra Señora de los mandados, Nuestra Señora de la cocina y de la escoba. Es así modelo en su viaje, para los viajes de servicio que nosotros podamos también hacer. Podemos pensarlo cada vez que meditamos este misterio del Rosario.

   "La alegría de Dios y de María se ha esparcido por todo el mundo. Para darle paso, basta con abrirse por la fe a la acción constante de Dios en nuestra vida, y recorrer camino con el Niño, con Aquella que ha creído, y de la mano enamorada y fuerte de san José. Por los caminos de la tierra, por el asfalto o por los adoquines o terrenos fangosos, un cristiano lleva consigo, siempre, dos dimensiones de la fe: la unión con Dios y el servicio a los otros. Todo bien aunado: con una unidad de vida que impida que haya una solución de continuidad entre una cosa y otra" (Àngel Caldas).

   «María proclama que la «llamarán bienaventurada todas las generaciones». Humanamente hablando, ¿en qué motivos se apoyaba esta esperanza? ¿Quién era Ella, para los hombres y mujeres de entonces? Las gran des heroínas del Viejo Testamento -Judit, Ester, Débora- consiguieron ya en la tierra una gloria humana, fueron aclamadas por el pueblo, ensalzadas. El trono de María, como el de su Hijo, es la Cruz. Y durante el resto de su existencia, hasta que subió en cuerpo y alma a los Cielos, es su callada presencia lo que nos impresiona. San Lucas, que la conocía bien, anota que está junto a los primeros discípulos, en oración. Así termina sus días terrenos, la que habría de ser alabada por las criaturas hasta la eternidad.

   ¡Cómo contrasta la esperanza de Nuestra Señora con nuestra impaciencia! Con frecuencia reclamamos a Dios que nos pague enseguida el poco bien que hemos efectuado. Apenas aflora la primera dificultad, nos quejamos. Somos, muchas veces, incapaces de sostener el esfuerzo, de mantener la esperanza. Porque nos falta fe: '¡bienaventurada tú, que has creído! Porque se cumplirán las cosas que se te han declarado de parte del Señor'» (J. Escrivá).

   Quedan cuatro días para el nacimiento de tu Hijo. Jesús, vas camino de Belén, en el seno de tu madre. Yo también quiero hacer mi camino a Belén: con más oración, con más sacrificio, con más trabajo bien hecho (Pablo Cardona).

   Es también un Evangelio de la vida, de cómo Juan Bautista reconoce al Salvador desde su seno materno, en esa vida inconsciente quizá de los primeros tiempos de su gestación, pero con la intuición sobrenatural de manifestarse, desde ese "santuario de la vida" que es el vientre de una madre. Por encima de Judit, Ester, Débora y todas las mujeres bíblicas, ¡bienaventurada tú, María, Madre mía, por haber creído, por habernos traído a Jesús! 

Llucià Pou Sabaté