domingo, 21 de enero de 2024

Lunes 3º semana (año par): Jesús realiza milagros por su poder divino, y manifiesta qué es el Reino de Dios

Lunes 3º semana (año par): Jesús realiza milagros por su poder divino, y manifiesta qué es el Reino de Dios

A. Lecturas:

   1. II Samuel (5,1-7.10): En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y le dijeron: «Hueso tuyo y carne tuya somos: ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de Israel. Además el Señor te ha prometido: "Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tu serás el jefe de Israel."»

   Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel. Tenía treinta años cuando empezó a reinar, y reinó cuarenta años; en Hebrón reinó sobre Judá siete años y medio, y en Jerusalén reinó treinta y tres años sobre Israel y Judá. El rey y sus hombres marcharon sobre Jerusalén, contra los jebuseos que habitaban el país.

   Los jebuseos dijeron a David: «No entrarás aquí. Te rechazarán los ciegos y los cojos.»

   Era una manera de decir que David no entraría. Pero David conquistó el alcázar de Sión, o sea, la llamada Ciudad de David. David iba creciendo en poderío, y el Señor de los ejércitos estaba con él.

   2. Salmo 88,20.21-22.25-26: Un día hablaste en visión a tus amigos: «He ceñido la corona a un héroe, he levantado a un soldado sobre el pueblo.»

   «Encontré a David, mi siervo, y lo he ungido con óleo sagrado; para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga valeroso.»

   «Mi fidelidad y misericordia lo acompañarán, por mi nombre crecerá su poder: extenderé su izquierda hasta el mar, y su derecha hasta el Gran Río.»

   3. Marcos 3,22-30:  "En aquel tiempo, los escribas que habían bajado de Jerusalén decían: «Está poseído por Beelzebul» y «por el príncipe de los demonios expulsa los demonios». Entonces Jesús, llamándoles junto a sí, les decía en parábolas: «¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido contra sí mismo, ese reino no puede subsistir. Si una casa está dividida contra sí misma, esa casa no podrá subsistir. Y si Satanás se ha alzado contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, pues ha llegado su fin. Pero nadie puede entrar en la casa del fuerte y saquear su ajuar, si no ata primero al fuerte; entonces podrá saquear su casa. Yo os aseguro que se perdonará todo a los hijos de los hombres, los pecados y las blasfemias, por muchas que éstas sean. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tendrá perdón nunca, antes bien, será reo de pecado eterno». Es que decían: «Está poseído por un espíritu inmundo»".

 

B. Comentario:

   1. David ya era reconocido como rey por los del Sur, la tribu de Judá, que era la suya, y eso en seguida después de la muerte de Saúl. Ahora lo es también por las del Norte, o sea, Israel, que hasta ahora habían permanecido fieles a los descendientes naturales de Saúl. David ha sabido, con habilidad política y por sus buenas cualidades, aunar las voluntades de todos. Se unen, pues, Judá e Israel. Durarán poco: después de su hijo y sucesor Salomón se volverán a dividir.

   David conquista la ciudad de Jerusalén, hasta entonces en poder de los jebuseos, y la hace capital de su reino. Antes había residido en Hebrón. Así consigue una unidad política que será la base de la prosperidad de su reinado y del de su hijo Salomón.

   «El Señor estaba con David». Y también está con nosotros, para conseguir la paz del mundo, la unidad de la Iglesia según la oración de Jesús: «que sean uno, como tú y yo somos uno, para que el mundo crea que tú me has enviado».

   2. "De edad en edad he erigido tu trono»: David es imagen de Jesús, y el linaje de los hijos de Dios será la Iglesia. «El me invocará: ¡Tú, mi Padre, mi Dios y roca de mi salvación! Y yo haré de él el primogénito, el Altísimo entre los reyes de la tierra". Será así Jesús primogénito entre muchos hermanos. «Le guardaré mi amor por siempre, y mi alianza será leal con él; estableceré su estirpe para siempre, y su trono como los días de los cielos".

   3. "Esta fuera de sí", decían de Jesús sus parientes el sábado... "Está poseído del demonio", dicen hoy los escribas... vemos a Jesús rechazado... contestado...

   Jesús "llamóles a sí y les dijo en parábolas: "¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Si un reino está dividido no puede durar. Si una casa está dividida no puede subsistir. Si Satanás se levanta contra sí mismo... ha llegado su fin..."" Señor, pones en evidencia el lógico ridículo de los escribas: son ellos los que han perdido la cabeza proponiendo tales argumentos, tú tienes muy sana la razón. Tu demostración es sencilla, pero rigurosa.

   -"Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y saquearla, si primero no ata al fuerte..." Es la primera y corta parábola relatada por Marcos: ¡La imagen de un combate rápido y decisivo! Para dominar a un "hombre fuerte", se precisa a uno "más fuerte" que él. Jesús presenta su misión como un combate, el combate contra Satán, la lucha contra el "adversario de Dios" (es el sentido de la palabra "Satán" en hebreo).

   Contemplo este misterio siempre actual: tú Jesús combatiendo... luchador... entablando batalla contra todo mal... "más fuerte" que cualquier mal...

   La mayoría de los grandes sistemas de pensamiento, en todas las civilizaciones, han personificado el "mal": El hombre se siente a veces "dominado" como por "espíritus". El hombre occidental moderno se cree totalmente liberado de estas representaciones; pero, nunca tanto como hoy el hombre se ha sentido "dominado" por "fuerzas alienantes": espíritu de poder, de egoísmo, etc.

   Jesús, has puesto fin a este dominio; pero a condición de ¡que se te siga!

   -"En verdad os digo que todo les será perdonado a los hombres, los pecados y aun las blasfemias; pero quien blasfeme contra el Espíritu Santo... no tendrá perdón jamás..." "Jesús habla así porque ellos decían: Tiene espíritu impuro". Para participar en tu victoria sobre las "fuerzas que nos dominan", Señor, veo que hay que ser dóciles al Espíritu Santo... Hay que reconocer el poder que actúa en ti. Desconfiar de tu palabra bloquea todo progreso en el futuro (Noel Quesson).

   Jesús «es un testimonio insuperable de amor paciente y de humilde mansedumbre» (Juan Pablo II). Y la malicia es interpretar los milagros y la bondad como un poder del demonio.

   Jesús, veo que haces milagros, y tienes un amor de compasión, y van unidos en ti predicar el Evangelio y curar a los enfermos. Y nos enseñas que ese don divino "funciona" con ayuno y oración, no como esos magos que están de moda en todos los tiempos, que buscan vaciar el bolsillo de la gente.

   Benedicto XVI nos señala que "el contenido central del «Evangelio» es que el Reino de Dios está cerca" (es el centro de las palabras y la actividad de Jesús; los Sinópticos ponen 90 veces en boca de Jesús esa expresión). El reino es Jesús mismo en persona, nos dice ya Orígenes; y añade que se encuentra esencialmente en el interior de los hombres, y si le dejamos sitio quitando lo malo, Dios, "junto con su Cristo, será el único que reinará en nosotros", estará dentro de nosotros como en un paraíso. Y el Reino de Dios continúa en la Iglesia.

   Algunos dicen que hay que buscar la justicia en el mundo, cada uno a su modo, pero el peligro de no respetar la Verdad que está en Dios es que acaban algunos buscando su ego, pues la verdad en matemáticas es muy fácil (2+2 = 4), pero cuando me siento implicado en una acción moral, la pereza o mi orgullo pueden influir en el modo de pensar, si no hay normas objetivas. La Iglesia tiene la misión de "anunciar el Reino de Cristo y establecerlo en medio de las gentes" (LG 5), y nos enseña a vivir la vida de Jesús, y mostrar a Jesús a los demás, con la vida de los santos, con nuestra vida; así es "el Reino de Cristo presente ya en el misterio" (LG 3), pero solamente en germen e inicio, apuntando a su realización definitiva que llegará con el fin y el cumplimiento de la historia.

   Estamos invitados a mejorar el mundo, y la mejor forma es el apostolado. El Reino de Dios no puede ser separado ni de Cristo ni de la Iglesia, para tener su identidad.

Llucià Pou Sabaté

 

sábado, 20 de enero de 2024

Domingo de la semana 3 de tiempo ordinario; ciclo B Jesús anuncia el Reino de Dios y nos llama a seguirle, a través de una conversión del corazón, una apertura a la Buena Nueva

Domingo de la semana 3 de tiempo ordinario; ciclo B

Jesús anuncia el Reino de Dios y nos llama a seguirle, a través de una conversión del corazón, una apertura a la Buena Nueva 

   A. Lecturas: 

   1. Jonás 3,1-5. 10. En aquellos días, vino de nuevo la Palabra del Señor a Jonás: -Levántate y vete a Nínive, la gran capital, y pregona allí el pregón que te diré. Se levantó Jonás y fue a Nínive, como le había mandado el Señor. (Nínive era una ciudad enorme; tres días hacían falta para atravesarla.) Comenzó Jonás a entrar por la ciudad y caminó durante un día pregonando: -Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada. Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno, y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Cuando vio Dios sus obras y cómo se convertían de su mala vida, tuvo piedad de su pueblo el Señor, Dios nuestro.    

   2. Salmo 24,4bc-5ab.6-7bc. 8.9: Señor, enséñame tus caminos, / instrúyeme en tus sendas. / Haz que camine con lealtad; / enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador.  Recuerda, Señor, que tu ternura / y tu misericordia son eternas; / acuérdate de mí con misericordia, / por tu bondad, Señor.  El Señor es bueno y es recto, / y enseña el camino a los pecadores; / hace caminar a los humildes con rectitud, / enseña su camino a los humildes.    

   3. Lectura de la primera carta del Apóstol San Pablo a los Corintios 7,29-31. Hermanos: Os digo esto: el momento es apremiante. Queda como solución: que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no lo estuvieran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la presentación de este mundo se termina.   


   4.
 "Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: -Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la Buena Noticia. Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: -Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con El" (Marcos 1,14-20).

 

B. Comentario:

   1. La lectura nos habla de cómo Dios anuncia por medio de Jonás un plazo de cuarenta días para que los ninivitas se arrepientan: ellos aprovechan ese tiempo y alcanzan misericordia. Jonás tendrá la misión de ir a un pueblo pagano para pedir el perdón de Dios, que está a disposición de todos, ampliando la visión del pueblo judío y profetizando la redención universal de Jesús. Si el libro de Jonás es un relato fantástico en cuanto al pez que se lo traga y devuelve a la costa, es histórico-didáctico. Este personaje, Jonás, del que habla 2 Reyes 14,25 (s. VIII a. C.), después del destierro es reinterpreteado con esta narración que nos habla de la misericordia divina. La arqueología ha confirmado que Nínive era una gran metrópoli de unos 4 kms. de ancho, y aquí es imagen de Babilonia (relato de la torre de Babel: Gn 11, 1-9). Se habla de 40 días, que es tiempo de espera, de preparación (40 días dura el diluvio, 40 años es la etapa de prueba del desierto, etc.). Las escrituras cuneiformes nos informan también de la penitencia pública de los asirios, que se extendía incluso a los animales domésticos; ésta era también la costumbre de los persas. Pero los signos de penitencia no valen nada sin la conversión interior, sin el cambio del corazón y de la vida. El autor nos dice que los ninivitas se convirtieron de su mala conducta.

   El tema fundamental de la lectura de Jonás es la conversión. El vocablo griego tiene una fuerza metafórica y realista. Metanoia quiere decir literalmente: cambio de mente. La conversión es, por tanto, un tema de pellejo para adentro, un tema tan serio y grave como puede ser cambiarse uno de cabeza; es decir, dejar las viejas categorías de enjuiciar y pensar para tomar nuevos criterios y cánones nuevos para ver la vida y sus problemas. También la palabra latina tiene fuerza etimológica: conversión, convertirse, quiere decir volverse. (En esto sigue el término hebreo): Es decir: desandar el camino, dar la vuelta a todo como un calcetín.

   Hay un paralelismo con Elías (1 Re 19,4), que también está triste y desengañado de la actitud del rey y del pueblo hacia Dios, aunque Jonás se aflige por su fracaso, quizá se parece a Natanael rumiando debajo de la higuera, cuando Dios le llama. Porque Dios no se fija en nuestros méritos, es más, nos da las cualidades apropiadas a la misión que nos pide. «Por segunda vez fue dirigida la palabra del Señor a Jonás en estos términos: 'Vete a Nínive, la gran ciudad, y proclama lo que yo te diga'» Dios vuelve a llamarle, como si no hubiera pasado nada, como si fuera la primera vez... Y Jonás se fue a Nínive y predicó allí. Y dice Jonás a Dios: "bien sabía yo que tú eres un Dios entrañable y misericordioso, tardo a la cólera y rico en amor, que se arrepiente del mal..." Jonás tenía que dejar atrás todas sus ideas sobre Dios y vincularse a alguien que le llevaba más allá de sus fronteras y le dejaba en una intemperie amenazadora y vacía de seguridades. Dios no tuvo en cuenta sus anteriores cobardías… de Tarsis a Nínive lo fue llevando, ampliando su manera de pensar. Hoy vemos que hay divisiones, también en la Iglesia, y en la sociedad.

   Además, hay un afán de tener la razón, dicen que esa sensación da una química de adrenalina, un bienestar. Pero si ya tenemos la alegría de seguir al Señor, no necesitamos esa química…

2. Es un salmo que en hebreo va siguiendo las letras del abecedario. En él pedimos que la luz divina nos ilumine: "Señor, indícame tus caminos, enséñame tus sendas. Pedimos al Señor que nos guíe, que nos muestre sus pisadas, para que podamos dirigirnos a la plenitud de sus mandamientos, que es la caridad" (San Josemaría).

3. La imagen del matrimonio sirve a san Pablo para representar el encuentro personal de cada uno con el Señor. Una primera idea es que el "tiempo se hace corto" y "pasa la figura de este mundo". Mientras que el pueblo judío priorizaba tener descendencia y por tanto el matrimonio, Jesús incorpora otro sentido de la familia de los hijos de Dios sin procreación sino por la fe, tanto si alguien está casado como si no lo está. El tiempo es la medida de duración de las cosas creadas, mientras que la eternidad es atributo de la esencia divina: "Mis días son como la sombra que declina..., pero tú, Señor, reinas eternamente" (Sal 101, 12s). El hombre vive en el tiempo; Dios, en la eternidad. La relación que tenemos tiempo-quehacer produce tensiones, y es frecuente que el hombre se queje de falta de tiempo. Pero el tiempo en realidad es el que Dios quiere que permanezcamos en el mundo, para una misión. Por eso podemos decir con el salmista: "Señor, instrúyeme en tus sendas".

   "Poned la mirada en el último día, en el de la venida del Hijo del Hombre, porque ha de encontrar viviendo mal a los que ahora están seguros, aunque con una falsa seguridad; se hallan seguros en los placeres del mundo, cuando deberían estarlo por haberlos sometido. El Apóstol nos preparó para aquella vida... El que pone todo su gozo y toda su felicidad en comer, en beber, en estar casado, en comprar, en vender, en disfrutar de este mundo, está ciertamente sin preocupaciones, pero se halla fuera del arca. ¡Ay de él cuando llegue el diluvio! Por el contrario, el que come y bebe o hace otra cosa, y la ejecuta para gloria de Dios; y, si tiene que soportar alguna tristeza debida a las cosas humanas, llora de tal modo que interiormente se goza con la esperanza; y, si le sobreviene algún gozo originado por las cosas terrenas, de tal modo se goza que teme espiritualmente en su interior, y, por lo tanto, no se entrega de lleno a la felicidad para no ser pervertido, ni a la adversidad para no quedar quebrantado, lo cual es llorar como si no llorase y gozarse como si no se gozase;  el que, teniendo esposa, compadeciéndose de la flaqueza de ella, da pero no exige el débito; o si por su propia debilidad se casa, pero más bien se lamenta por no poder pasar sin la mujer que se goza por haberse casado; el que vende lo que sabe que, si lo retuviese, no le haría feliz; el que conoce que pasa todo lo que compra, y, por lo tanto, no presume de los bienes en que abunda y le rodean, y emplea lo que tiene en obras de misericordia con quien nada tiene, para recibir también él mismo lo que no tiene de manos de quien tiene todas las cosas; todos estos esperan confiados el último día, porque no están fuera del arca. Ya son contados entre las maderas incorruptibles con las que se fabrica. No teman, pues, al Señor que ha de venir; antes bien, espérenlo y deséenlo, pues su venida no le aportará el castigo, sino la eliminación de las fatigas. Todo esto se consigue en el deseo de aquella ciudad. Luego lo que encarece el evangelio se logra con el deseo de esta ciudad a la que canta el salmo" (S. Agustín).  Es una vida en el espíritu, en esa nueva arca de salvación que es la unión con Jesús.

   "... porque la presentación de este mundo se termina". Todo cuanto nos rodea no es otra cosa que un decorado, más o menos bello, que adorna el escenario de nuestro vivir. Desde el momento de nacer comienza el primer acto de nuestra representación. Luego las escenas se irán sucediendo sin cesar, una tras otra, con risas unas veces y con lágrimas otras. En ocasiones la representación se convierte en comedia, otras cambia el tema para dar paso al drama, o incluso a la tragedia. La vida es un teatro… Los personajes que nos acompañan van pasando, a veces para no volver jamás. Cuando uno se va, termina su papel, pero la representación continúa: Después del último mutis, comienza la otra realidad. Entonces ya no hay máscaras, estamos ante Dios tal como somos, sin más recomendación que la de nuestra propia vida... El gran teatro del mundo. Es una realidad que ha de urgirnos a vivir de cara a la eternidad, empeñados siempre en rectificar y en mejorar nuestra conducta, y creer en el deseo de amar sinceramente a Dios.

   Jesús empieza predicando claramente: "se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed la Buena Noticia". Es un momento especial, único, que la obediencia al Padre no le permite a Cristo anticipar (Jn 2,4; 17,1), ni a nosotros desconocer. «Vigilen, pues, todos para ordenar rectamente sus afectos -advierte el Concilio Vaticano II-, no sea que, en el uso de las cosas de este mundo y en el apego a las riquezas, encuentren un obstáculo que les aparte, contra el espíritu de pobreza evangélica, de la búsqueda de la perfecta caridad, según el aviso del Apóstol: Los que usan de este mundo, no se detengan en eso, porque los atractivos de este mundo pasan (Cfr. 1 Cor 7, 31)». Es la tendencia a una vida más fácil, al aburguesamiento, al afán de dominio, a la preocupación por el futuro... la carrera desenfrenada por la posesión y el disfrute de medios materiales como si fuera lo más importante de la vida, tendencia al lujo, a no privarse de nada placentero… y cuando se prioriza esa tendencia, el corazón queda entonces triste e insatisfecho; se adentra por caminos de un eterno descontento y acaba esclavizado ya en la tierra, víctima de esos mismos bienes que quizá se han logrado a base de esfuerzos y renuncias sin cuento. El fin de un cristiano no es tener cada vez más, sino amar más y más a Cristo, a través de sus trabajo, de su familia, también a través de los bienes. La generosa preocupación por las necesidades ajenas que vivían los primeros cristianos y que San Pablo enseñó a vivir también a los fieles de las comunidades que iba fundando, será siempre un ejemplo de permanente vigencia: un cristiano jamás podrá contemplar con indiferencia las necesidades espirituales o materiales de los demás, y debe poner los medios para contribuir generosamente a solucionar esas necesidades. La limosna brota también de un corazón misericordioso, y es más útil para quien la ejerce que para aquel que la recibe. Porque quien la ejerce saca de allí un provecho espiritual, mientras quien la recibe sólo temporal (F. Fernández Carvajal).

   4. El Evangelio de la Misa nos narra la llamada de Cristo a cuatro de sus discípulos: Pedro, Andrés, Santiago y Juan, pescadores que se encuentran trabajando, echando las redes o arreglándolas, cuando Jesús pasa y les llama. Estos apóstoles ya conocían al Señor y se habían sentido profundamente atraídos por su Persona y por su doctrina. Es por tanto una segunda llamada, como la de Jonás, como la que nos va haciendo el Señor a nosotros. El llamamiento que ahora reciben es el definitivo: Seguidme y os haré pescadores de hombres. Jesús, que les ha buscado en medio de su trabajo, emplea un símil sacado de su profesión, la pesca, para señalarles su nueva misión. Jesús, empiezas tu vida pública escogiendo a los primeros apóstoles: Pedro, Andrés, Santiago y Juan. Habían empezado acercándose a Ti, pero ahora eres Tú el que les llamas: «Seguidme». Y ellos, «dejando las redes»te siguieron.

   Jesús, Tú también me llamas. No soy yo el que te elijo, sino Tú. Si me acerco a Ti, si te escucho en la oración, me daré cuenta de qué es lo que esperas de mí. Y entonces, he de saber responder con generosidad y prontitud, dejando las redes que me atan a una vida cómoda y egoísta.

   No le debió ser fácil a Zebedeo prescindir de sus hijos, tan necesarios para su trabajo de pesca. Podría haber protestado: ¿por qué te llevas a mis hijos?, ¿es que no hay otros? Jesús, qué alegría da ver a padres generosos que saben prescindir, con dolor, de sus hijos cuando así se lo pides.

   Jesús, ¿quieres que también yo sea «pescador de hombres»apóstol? Pero no necesariamente he de dejar mi trabajo. Precisamente ahí donde estoy, puedo  -y debo- ser apóstol: haciendo el trabajo con seriedad; ofreciéndolo; sirviendo a los demás que están a mi alrededor; siendo optimista, con la alegría del que ve tu mano, amorosa de Padre y todopoderosa de Dios, en todas las cosas (Pablo Cardona, "Una cita con Dios").

   Dios quiere que el reino de Dios se haga realidad como fruto de la "conversión" anunciada por el profeta Jonás. Reino que será de justicia, de verdad, de paz y de gracia, que es posible si el hombre es capaz de volver los ojos hacia Dios para tener vida, una vida plena, total. Es la Salvación. Este Reino no viene con nuestro esfuerzo, no lo ganamos nosotros con nuestra lucha, como tendremos ya experiencia. Tampoco es algo que nos ofrece mágicamente. Se trata de cambiar nuestro interior, y así experimentar ya esta vida nueva. Estos son los "convertidos que creen en el evangelio". Por eso lo dejan todo: las redes, el padre en la barca con los jornaleros... y se van a predicar. Ya vimos estos días que debían estar con él, pues la misión sólo podrá realizarse a partir de una profunda comunión con Jesús, quien entrando en el dinamismo de nuestra historia, se hace solidario de nuestra humanidad para que nosotros aprendamos a hacer lo mismo. La iniciativa de la llamada es de Jesús, y nos muestra el tiempo favorable (el "kairós"), el tiempo de la salvación, y esa llamada no es un tren que pasa y no se puede tomar más, si se pierde: es, como vemos en Jonás, un seguimiento que Dios nos hace, pidiéndonos ese seguimiento por medio de Jesús.

 

viernes, 19 de enero de 2024

2ª semana, sábado (par): sufrir por la verdad, por el Reino de los cielos, por causa de salirse de las pautas “del mundo, da una fecundidad y una felicidad completas (aunque nos llamen locos como a Jesús)

2ª semana, sábado (par): sufrir por la verdad, por el Reino de los cielos, por causa de salirse de las pautas "del mundo, da una fecundidad y una felicidad completas (aunque nos llamen locos como a Jesús)

A. Lecturas

   1. II Samuel 1,1-4.11-12.19.23-27. Después de la muerte de Saúl, David volvió de derrotar a los amalecitas y permaneció dos días en Siquelag. Al tercer día, llegó un hombre del campamento de Saúl, con la ropa hecha jirones y la cabeza cubierta de polvo. Cuando se presentó ante David, cayó con el rostro en tierra y se postró. "¿De dónde vienes?", le preguntó David. El le respondió: "Me he escapado del campamento de Israel". David añadió: "¿Qué ha sucedido? Cuéntame todo". Entonces él dijo: "La tropa huyó del campo de batalla y muchos del pueblo cayeron en el combate; también murieron Saúl y su hijo Jonatán". Entonces David rasgó sus vestiduras, y lo mismo hicieron todos los hombres que estaban con él. Se lamentaron, lloraron y ayunaron hasta el atardecer por Saúl, por su hijo Jonatán, por el pueblo del Señor y por la casa de Israel, porque habían caído al filo de la espada. "¡Tu esplendor ha sucumbido, Israel, en las alturas de tus montañas! ¡Cómo han caído los héroes! ¡Saúl y Jonatán, amigos tan queridos, inseparables en la vida y en la muerte! Eran más veloces que águilas, más fuertes que leones. Hijas de Israel, lloren por Saúl, el que las vestía de púrpura y de joyas y les prendía alhajas de oro en los vestidos. ¡Cómo han caído los héroes en medio del combate! ¡Ha sucumbido Jonatán en lo alto de tus montañas! ¡Cuánto dolor siento por ti, Jonatán, hermano mío muy querido! Tu amistad era para mí más maravillosa que el amor de las mujeres. ¡Cómo han caído los héroes, cómo han perecido las armas del combate!".

   2. Salmo 80,2-3.5-7. Escucha, Pastor de Israel, tú que guías a José como a un rebaño; tú que tienes el trono sobre los querubines, resplandece ante Efraím, Benjamín y Manasés; reafirma tu poder y ven a salvarnos.

Señor de los ejércitos, ¿hasta cuándo durará tu enojo, a pesar de las súplicas de tu pueblo?

Les diste de comer un pan de lágrimas, les hiciste beber lágrimas a raudales; nos entregaste a las disputas de nuestros vecinos, y nuestros enemigos se burlan de nosotros.

   3. Marcos 3,20–21:  "En aquel tiempo, Jesús vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse cargo de él, pues decían: «Está fuera de sí» .

B. Comentario:

   1. El duelo es una pena muy dolorosa... vemos hoy el dolor de David cuando conoce que Saúl y su hijo Jonatán han muerto en el combate, en los montes de Gelboé: -"entonces, tomando David sus vestidos los desgarró, y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él. Se lamentaron, lloraron y ayunaron hasta la noche por Saúl y por su hijo Jonatán". La Biblia es un espejo de la humanidad donde se reflejan todos los verdaderos sentimientos humanos. Señor, te ofrecemos nuestras vidas, nuestras penas. Mira, Señor, nuestras lágrimas y nuestras angustias. Señor, oye los gemidos de los que sufren. Señor, no cierres los oídos a las lamentaciones de los que están separados.

   David amaba a Jonatán, y lloró también la muerte de su amigo. Jesús amaba a Lázaro y a Marta y a María, y lloró la muerte de su amigo. Profunda humanidad de Dios. No me avergüenzo de llorar delante de ti, Señor. Tú sabes lo que es esto. «Da, Señor, el descanso eterno a nuestros difuntos.»

   -"¿Cómo han caído los héroes?" Para David, Saúl continuaba siendo el "ungido" del Señor, el rey consagrado por la unción divina. Y es profundamente escandaloso que un hombre elegido por Dios conozca un tal destino. La pregunta queda sin respuesta. "¿Cómo han caído?" La muerte nos deja desamparados siempre. Serán precisos muchos siglos para que la humanidad reconozca, en Jesús, a la vez: -la unción divina, signo de la elección irreversible de Dios... -y la muerte escandalosa, signo de la condición humana... Pero, únicamente la resurrección da la respuesta definitiva. «Espero la resurrección de los muertos, y la vida del mundo futuro». Este es el último artículo del credo y la última respuesta de Dios a nuestros interrogantes. Por el misterio de tu muerte y de tu resurrección, ayúdanos, Señor. Ayúdanos a no temer demasiado a la muerte. Ayúdanos a pensar en ella alguna vez, no como en un pensamiento sombrío, sino como en una realidad que viene... y que Tú has querido compartir para liberarnos de ella (Noel Quesson).

   2. "Escucha, Pastor de Israel… reafirma tu poder y ven a salvarnos". Ante la oscuridad de la muerte, nos abres la esperanza en que hay algo más grande: "les diste de comer un pan de lágrimas, les hiciste beber lágrimas a raudales", pero algo me dice que nos has creado por amor, Señor, y que nos conduces a una vida de amor perfecto. Santa María, esperanza nuestra, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte, amén.

   3. "Jesús volvió a casa y se aglomeró otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer". Por eso sus parientes dirán que «no está en sus cabales», porque no se toma tiempo ni para comer. Su clan familiar -primos, allegados, vecinos- tampoco le entienden. Además de su ritmo de trabajo, les deben haber asustado las afirmaciones tan sorprendentes que hace, perdonando pecados y actuando contra instituciones tan sagradas como el sábado. Se cumple lo que dice Juan en el prólogo de su evangelio: «Vino a los suyos y los suyos no le recibieron». María es distinta, «guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» y tiene fe, como le dijo su prima Isabel: «dichosa tú, porque has creído». Pero a Jesús le dolería ciertamente esta cerrazón de sus paisanos y familiares.

   Además, la locura era signo de posesión diabólica. Calificar de loco a alguien ha sido siempre una buena forma de excluirlo, anularlo y condenarlo. Con Jesús quisieron aplicar también esta táctica. Si sus enemigos tuvieran éxito en ella, la figura de Jesús se derrumbaría por sí misma. Reacciona su familia para disuadir a Jesús de esa Causa que anunciaba y que sólo traía riesgos (posiblemente un apedreamiento, ya que la locura era considerada posesión diabólica).

   Dicen que «está fuera de sí». Se cumple el antiguo proverbio de que «un profeta sólo en su patria y en su casa carece de prestigio» (Mt 13,57). Muchas veces se puede sospechar del que obra el bien, y decirle, como a Jesús: ¿no será porque es por posesión del diablo? Así, hemos visto que a Juan Pablo II se le llamó "tozudo-anticuado", y tanta gente buena tiene ataques y sospechas, y se les quiere poner a prueba como le dirán luego a Jesús: «baja y creeremos en ti» (cf. Mc 15,32). También nos puede afectar todo esto, porque nos dice Jesús: «si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros» (Jn 15,20).

   Jesús, te duele mucho más que si lo hicieran los desconocidos, como indicó más tarde ante la traición de un amigo, de Judas. Sabe que ha de pasar así, como anunció Isaías y lo dirá más de una vez: «Eso ocurrió para que se cumpliera lo que los profetas habían anunciado..." (Mt 21, 5; cf. Jn 12, 15). Pero le duele. Vemos a Jesús dolido, por el desprecio de sus parientes. Queremos respetar el dolor de Jesús, que sin embargo permanece firme, fiel a su misión.

   A los católicos se nos llama "exagerados", "radicales", porque el amor es así de "totalizante", hay un "radicalismo evangélico" que nos hace "no tener miedo" ni por habladurías ni injusticias: «En la causa del Reino no hay tiempo para mirar atrás, y menos para dejarse llevar por la pereza» (Juan Pablo II). En este sentido es Jesús un loco, y nosotros podemos imitarle. Dio la vida por nosotros, y se convirtió en Pan de Vida. Se hizo pequeño para apaciguar nuestra hambre de Dios, nuestra hambre de amor. Se ha hecho tan pequeño de someterse a las limitaciones nuestras. Nos quejamos a menudo de no tener tiempo de hacer tal o cual cosa y creemos que esto es una característica de nuestro siglo XX. Pues bien, Jesús vivió todo esto, esta sobrecarga, esta carrera contra el tiempo, cuando no se llega a todo lo que hay que hacer, cuando uno se siente hundido por el trabajo y las preocupaciones. Gracias, Señor, por haber vivido esta experiencia de nuestra condición humana. Ayúdanos a salir adelante en nuestras tareas. Ayúdanos a guardar el equilibrio. Ayúdanos a saber encontrar tiempo para hacer lo esencial. Ayúdanos a saber encontrar tiempo... para la oración, por ejemplo.

   Jesús, quieren "ningunearte" y no te dejas, usan su familiaridad para hacer ver que no eres nadie, que no tienes categoría, hasta ahí la envidia, que anticipa la pasión. Quizá has querido probar este acoso y sus consecuencias, que tantas personas sufren en su familia, sociedad… Luego, en la proclamación del Reino y de las Bienaventuranzas, ya explicarás esta "lógica de la cruz", que es la lógica de tu seguimiento: «Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros» (Jn 15,20). Nos llamarán fanáticos, exagerados, locos, retrógradas y radicales al mismo tiempo…

   Jesús, te llaman loco, pero no pierdes tu equilibro interior. Señor, ayúdanos a salir adelante en nuestras tareas. Ayúdanos a guardar el equilibrio. Ayúdanos a saber encontrar tiempo para hacer lo esencial. Ayúdanos a saber encontrar tiempo... para la oración, por ejemplo. –"Oyendo esto sus familiares, salieron para llevárselo, pues decían: "¡Está fuera de Sí!"" He aquí lo que se decía en familia. "¡Está loco!" Evidentemente, la imagen que ahora daba, ¡era tan diferente de la que había dado durante los treinta años tranquilos en su pueblo! Va a meternos en líos. Se temen represalias de las autoridades. Si la cosa va mal puede repercutir en nosotros... Saben muy bien que los fariseos y los herodianos estaban de acuerdo para suprimirlo. Jesús se mete en líos, se compromete con la justicia, a costa de lo que haga falta.

   En el caso de Jesús, seguir el dictamen de la familia significaba abandonar la Causa del Reino. María Santísima es siempre para él un apoyo, porque desde el primero hasta el último momento —cuando ella se encontraba al pie de la Cruz— se mantuvo sólidamente firme en la fe y confianza hacia su Hijo. ¿Cuántas veces nos tachan a los católicos de ser "exagerados"? Pero ¿quién es el loco? Quien no ama, no vive… y amar es apostar totalmente, no quedarse con medias tintas…  amar es dar la vida, tocar las bienaventuranzas.

Llucià Pou Sabaté

jueves, 18 de enero de 2024

2ª semana, viernes (par): vemos la teología de la llamada; nuestra llamada divina es fruto del amor gratuito de Dios, de sus misteriosos designios de misericordia

2ª semana, viernes (par): vemos la teología de la llamada; nuestra llamada divina es fruto del amor gratuito de Dios, de sus misteriosos designios de misericordia

A. Lecturas:

   1. I Samuel 24,3-21. Entonces reunió a tres mil hombres seleccionados entre todo Israel y partió en busca de David y sus hombres, hacia las Peñas de las Cabras salvajes. Al llegar a los corrales de ovejas que están junto al camino, donde había una cueva, Saúl entró a hacer sus necesidades. En el fondo de la cueva, estaban sentados David y sus hombres. Ellos le dijeron: "Este es el día en que el Señor te dice: 'Yo pongo a tu enemigo en tus manos; tú lo tratarás como mejor te parezca'". Entonces David se levantó y cortó sigilosamente el borde del manto de Saúl. Pero después le remordió la conciencia, por haber cortado el borde del manto de Saúl, y dijo a sus hombres: "¡Dios me libre de hacer semejante cosa a mi señor, el ungido del Señor! ¡No extenderé mi mano contra él, porque es el ungido del Señor!". Con estas palabras, David retuvo a sus hombres y no dejó que se abalanzaran sobre Saúl. Así Saúl abandonó la cueva y siguió su camino. Después de esto, David se levantó, salió de la cueva y gritó detrás de Saúl: "¡Mi señor, el rey!". Saúl miró hacia atrás, y David, inclinándose con el rostro en tierra, se postró y le dijo: "¿Por qué haces caso a los rumores de la gente, cuando dicen que David busca tu ruina? Hoy has visto con tus propios ojos que el Señor te puso en mis manos dentro de la cueva. Aquí se habló de matarte, pero yo tuve compasión de ti y dije: 'No extenderé mi mano contra mi señor, porque es el ungido del Señor'. ¡Mira, padre mío, sí, mira en mi mano el borde de tu manto! Si yo corté el borde de tu manto y no te maté, tienes que comprender que no hay en mí ni perfidia ni rebeldía, y que no he pecado contra ti. ¡Eres tú el que me acechas para quitarme la vida! Que el Señor juzgue entre tú y yo, y que él me vengue de ti. Pero mi mano no se alzará contra ti. 'La maldad engendra maldad', dice el viejo refrán. Pero yo no alzaré mi mano contra ti. ¿Detrás de quién ha salido el rey de Israel? ¿A quién estás persiguiendo? ¡A un perro muerto! ¡A una pulga!. ¡Que el Señor sea el árbitro y juzgue entre tú y yo; que él examine y defienda mi causa, y me haga justicia, librándome de tu mano!". Cuando David terminó de dirigir estas palabras a Saúl, este exclamó: "¿No es esa tu voz, hijo mío, David?", y prorrumpió en sollozos. Luego dijo a David: "La justicia está de tu parte, no de la mía. Porque tú me has tratado bien y yo te he tratado mal. Hoy sí que has demostrado tu bondad para conmigo, porque el Señor me puso en tus manos y tú no me mataste. Cuando alguien encuentra a su enemigo, ¿lo deja seguir su camino tranquilamente? ¡Que el Señor te recompense por el bien que me has hecho hoy! Ahora sé muy bien que tú serás rey y que la realeza sobre Israel se mantendrá firme en tus manos.

   2. Salmo 57,2-4.6.11. Ten piedad de mí, Dios mío, ten piedad, porque mi alma se refugia en ti; yo me refugio a la sombra de tus alas hasta que pase la desgracia.

   Invocaré a Dios, el Altísimo, al Dios que lo hace todo por mí: él me enviará la salvación desde el cielo y humillará a los que me atacan. ¡Que Dios envíe su amor y su fidelidad!

   ¡Levántate, Dios, por encima del cielo, y que tu gloria cubra toda la tierra! porque tu misericordia se eleva hasta el cielo, y que tu gloria cubra toda la tierra!

   3. Marcos 3,13-19: "En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso; y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él, y para enviarlos a predicar con poder de expulsar los demonios. Instituyó a los Doce y puso a Simón el nombre de Pedro; a Santiago el de Zebedeo y a Juan, el hermano de Santiago, a quienes puso por nombre Boanerges, es decir, hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó".

B. Comentario:

   1. David perdona la vida a su perseguidor Saúl, que entra casualmente en una cueva en la que no sabe que están David y los suyos. Saúl, víctima de su temperamento inestable, se deja recomer de los celos y, en una operación militar en toda regla, persigue a David, que se ve obligado a convertirse en jefe de guerrilleros. Ya había intentado eliminarle en varias ocasiones, que no hemos leído en esta selección de lecturas de la Misa. El relato pone de relieve la grandeza de corazón de David y además el respeto que siente por el ungido de Dios, perdonando a su enemigo, a pesar de que los suyos le incitan a acabar con él casi en nombre de Dios. Una vez más aparece el carácter voluble de Saúl que, llorando, reconoce su propia falta y llega a aceptar a David como el futuro rey.

   La envidia y los celos no dejan vivir a Saúl, y podríamos decir que son causa de su caída. Amargarse cuando otros tienen mejores cualidades que nosotros es causa de nuestra caída. David es imagen de Jesús que perdona en la cruz a los que le matan.

   "Con tres mil hombres persigue Saúl a David". Un día, por casualidad, para hacer sus necesidades, Saúl entra en una cueva donde está escondido David. Este podría vengarse porque se encuentra en estado de legítima defensa, y es la guerrilla: se contenta con cortarle una punta del manto. David no se deja llevar por la violencia ni el odio. Sabe ser generoso con su perseguidor. David vive ya un valor evangélico esencial. "Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores". «Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os odian.» Sí, Señor, ésta será mi oración del día de hoy. Que la fuerza del evangelio del perdón penetre nuestro duro mundo... los hombres se dañan, se odian, se desprecian, se envidian... por doquier hay heridas abiertas... Por doquier el perdón es la única solución, la del evangelio, la de David. Yo mismo, ¿a quién debo perdonar hoy?

   -"Tus ojos han visto que el Señor te ha puesto en mis manos en la cueva, pero no he querido matarte, te he perdonado". Además del perdón, hay aquí otro valor evangélico también esencial: el respeto a la vida. Ante su adversario que quiere su muerte, David se niega a matarle. El respeto a la vida es patrimonio de la humanidad. Pero ha sido preciso que Cristo nos revelara toda su profundidad. Saúl es visto como ungido del Señor, y David lo respeta. Podríamos decir que toda vida es sagrada, preciosa, «tiene un precio».

   -"Saúl declaró: Tú eres más justo que yo, porque tú me favoreces y yo te hago daño... Ahora sé que reinarás sobre Israel". También Jesús conoció la tentación de la venganza, cuando Pedro le ofreció su espada, y hubiera sido legítimo que se defendiera. Si Jesús se entregó a sus verdugos, si no tuvo una palabra para defenderse de los que le ultrajaban, si a todos perdonó, fue porque no dejó de «ver a los hombres con la mirada de su Padre». En el más pobre, en el más sucio y descuidado, en el más inhumano, en el más pecador, Jesús veía siempre a «un ser amado de Dios». Es ésta una moral nueva, que apunta ya en el corazón de David, el antepasado del Mesías. «Sed misericordiosos, como vuestro Padre celestial es misericordioso». Imitar a Dios. ¡Qué empresa! Jesús en su persona, «derribó el odio y la enemistad» (Ef 2,14; Noel Quesson).

   2. "Ten piedad de mí, Dios mío… porque mi alma se refugia en ti; yo me refugio a la sombra de tus alas hasta que pase la desgracia". La fe es confiado abandono y alabanza: "En la medida en que la gloria de Dios se extiende sobre la tierra, aumentada por la fe de los que son salvados, las potencias celestiales, exultando por nuestra salvación, alaban a Dios" (San Gregorio de Nisa). Pedimos a Dios: que "tu misericordia se eleva hasta el cielo, y que tu gloria cubra toda la tierra!"

   3. Hoy, el Evangelio condensa la teología de la vocación cristiana: el Señor elige a los que quiere para estar con Él y enviarlos a ser apóstoles: "En aquel tiempo, Jesús subió al monte y llamó a los que Él quiso".

   En primer lugar, los elige: "antes de la creación del mundo, nos ha destinado a ser santos" (Ef 1,4). Nos ama en Cristo, y en Él nos modela dándonos las cualidades para ser hijos suyos. Sólo en vistas a la vocación se entienden nuestras cualidades; la vocación es el "papel" que nos ha dado en la redención. Es en el descubrimiento del íntimo "por qué" de mi existencia cuando me siento plenamente "yo", cuando vivo mi vocación.

   ¿Y para qué nos ha llamado? "…y vinieron donde Él. Instituyó Doce, para que estuvieran con Él". Para estar con Él. Esta llamada implica correspondencia: «Un día —no quiero generalizar, abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia—, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana —que es la razón más sobrenatural—, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El» (San Josemaría).

   Es don, pero también tarea: santidad mediante la oración y los sacramentos, y, además, la lucha personal. «Todos los fieles de cualquier estado y condición de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad que, aún en la sociedad terrena, promueve un modo más humano de vivir» (Concilio Vaticano II).

   Así, podemos sentir la misión apostólica: llevar a Cristo a los demás; tenerlo y llevarlo. Hoy podemos considerar más atentamente la llamada, y afinar en algún detalle de nuestra respuesta de amor.

   Santa Teresa del Niño Jesús dice sobre el misterio de la vocación: "No voy a hacer otra cosa sino: comenzar a cantar lo que he de repetir eternamente -¡¡¡las misericordias del Señor!!! (cf Sal 88,1)...Abriendo el Santo Evangelio, mis ojos han topado con estas palabras: "habiendo subido Jesús a un monte, llamó a sí a los que quiso; y ellos acudieron a él" (Mc 3,13) He aquí, en verdad, el misterio de mi vocación, de toda mi vida, y el misterio, sobre todo, de los privilegios que Jesús ha dispensado a mi alma... El no llama a los que son dignos, sino a los que le place, o como dice san Pablo: "Dios tiene compasión de quien quiere y usa de misericordia con quien quiere ser misericordioso. No es, pues, obra ni del que quiere ni del que corre, sino de Dios, que usa de misericordia" (Rm 9,15-16).

   "Durante mucho tiempo estuve preguntándome a mí misma por qué Dios tenía preferencias, por qué no todas las almas recibían las gracias con igual medida. Me maravillaba al verle prodigar favores extraordinarios a santos que le habían ofendido, como san Pablo, san Agustín, y a los que él forzaba, por decirlo así, a recibir sus gracias; o bien, al leer la vida de los santos a los que nuestro Señor se complació en acariciar desde la cuna hasta el sepulcro, apartando de su camino todo lo que pudiera serles obstáculo para elevarse a él... Jesús se dignó instruirme acerca de este misterio. Puso ante mis ojos el libro de la naturaleza, y comprendí que todas las flores creadas por él son bellas, que el brillo de la rosa y la blancura de la azucena no le quitan a la diminuta violeta su aroma ni a la margarita su encantadora sencillez... Jesús ha querido crear santos grandes, que pueden compararse a las azucenas y a las rosas; pero ha creado también otros más pequeños, y éstos han de contentarse con ser margaritas o violetas, destinadas a recrearle los ojos a Dios cuando mira al suelo. La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él quiere que seamos".

Llucià Pou Sabaté

2ª semana, jueves (par): David tiene buen corazón y goza de la amistad de Jonatán, y Dios le protege también por el amor del amigo. Jesús se nos muestra como nuestro amigo y salvador.

2ª semana, jueves (par): David tiene buen corazón y goza de la amistad de Jonatán, y Dios le protege también por el amor del amigo. Jesús se nos muestra como nuestro amigo y salvador.

A. Lecturas:

   1. I Samuel 18,6-9.19,1-7. A su regreso, después que David derrotó al filisteo, las mujeres de todas las ciudades de Israel salían a recibir al rey Saúl, cantando y bailando, al son jubiloso de tamboriles y triángulos. Y mientras danzaban, las mujeres cantaban a coro: "Saúl ha matado a miles y David a decenas de miles". Saúl se puso furioso y muy disgustado por todo aquello, pensó: "A David le atribuyen los diez mil, y a mí tan sólo los mil. ¡Ya no le falta más que la realeza!". Y a partir de ese día, Saúl miró con malos ojos a David. Saúl habló a su hijo Jonatán y a todos sus servidores de su proyecto de matar a David. Pero Jonatán, hijo de Saúl, quería mucho a David, y lo puso sobre aviso, diciéndole: "Mi padre Saúl intenta matarte. Ten mucho cuidado mañana por la mañana; retírate a un lugar oculto y no te dejes ver. Yo saldré y me quedaré junto con mi padre en el campo donde tú estés; le hablaré de ti, veré que pasa y te lo comunicaré". Jonatán habló a su padre Saúl en favor de David, y le dijo: "Que el rey no peque contra su servidor David, ya que él no ha pecado contra ti. Al contrario, sus acciones te reportan grandes beneficios. El se jugó la vida cuando derrotó al filisteo, y el Señor dio una gran victoria a todo Israel. Si tanto te alegraste al verlo, ¿por qué vas a pecar con sangre inocente, matando a David sin motivo?". Saúl hizo caso a Jonatán y pronunció este juramento: "¡Por la vida del Señor, no morirá!". Jonatán llamó a David y lo puso al tanto de todo. Luego lo llevó a la presencia de Saúl, y David quedó a su servicio como antes.

   2. Salmo 56,2-3.9-14. Ten piedad de mí, Señor, porque me asedian, todo el día me combaten y me oprimen: mis enemigos me asedian sin cesar, son muchos los que combaten contra mí.

   Tú has anotado los pasos de mi destierro; recoge mis lágrimas en tu odre: ¿acaso no está todo registrado en tu Libro?

   Mis enemigos retrocederán cuando te invoque. Yo sé muy bien que Dios está de mi parte; confío en Dios y alabo su palabra; confío en él y ya no temo: ¿qué pueden hacerme los hombres?

   Debo cumplir, Dios mío, los votos que te hice: te ofreceré sacrificios de alabanza, porque tú libraste mi vida de la muerte y mis pies de la caída, para que camine delante de Dios en la luz de la vida.

   3. Marcos 3,7-12: "En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos hacia el mar, y le siguió una gran muchedumbre de Galilea. También de Judea, de Jerusalén, de Idumea, del otro lado del Jordán, de los alrededores de Tiro y Sidón, una gran muchedumbre, al oír lo que hacía, acudió a Él. Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran. Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle. Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran".

B. Comentario:

   1. -"Cuando David regresó victorioso, salían las mujeres de todas las ciudades para cantar danzando… cantaban a coro ese refrán: «¡Saúl mató a mil, y David a diez mil!»" Es la ley de la fama, que sube a unos y hunde a otros que tuvieron un día su gloria…

   -"Saúl se irritó mucho y desde aquel día miraba a David con ojos de envidia". Este es el precio del éxito: la envidia de los demás. Señor, líbranos de esas comparaciones desmesuradas, y de esas envidias. Señor, líbranos del orgullo y de esa suficiencia por la que nos atribuiríamos a nosotros mismos el resultado de los dones que hemos recibido. "¿Qué tienes que no lo hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿a qué gloriarte cual si no lo hubieras recibido?" (1 Cor 4,7). Saúl está celoso de David, que tiene más carisma como líder militar.

   Jonatán, hijo de Saúl amaba mucho a David, y le advirtió: «Mi padre, Saúl, te busca para matarte, anda sobre aviso.» La amistad entre dos jóvenes. David y Jonatán. Este es también un valor muy humano, que sirve aquí, los designios de Dios. Cualquier realidad puede ser a la vez positiva y negativa, constructiva y negativa. Se juzga al árbol por sus frutos, dirá Jesús. Pienso en mis amistades. ¿Sirven a mi expansión, a mi crecimiento, y al designio de Dios? Jesús, también conoció ese sentimiento: entre los doce, estaba Juan, «a quien amaba». Ayúdame, Señor, a poner todas mis facultades de afectividad a tu servicio y al servicio del mundo. Que jamás llegue a ser yo esclavo de ellas. Por el contrario, te pido que todas mis amistades y afectos sean útiles. -"Jonatán habló en favor de David a Saúl, su padre"... Se atreve a comprometerse por su amigo con riesgo, sin duda, de ser mal visto él mismo. Quiero vivir mi amistad como David que con su buen corazón atrae a todos…

   2. "Ten piedad de mí, Señor, porque me asedian, todo el día me combaten y me oprimen: mis enemigos me asedian sin cesar, son muchos los que combaten contra mí". Es la confianza plena en Dios que salva, en medio de las tormentas de la vida: "Tú has anotado los pasos de mi destierro; recoge mis lágrimas en tu odre: ¿acaso no está todo registrado en tu Libro?" Misteriosamente, Dios sabe todo pero lo que aquí pasa es a tiempo real, luego Dios lo reconduce todo para el bien, sabiendo él qué va a pasar. "Mis enemigos retrocederán cuando te invoque. Yo sé muy bien que Dios está de mi parte; confío en Dios y alabo su palabra; confío en él y ya no temo: ¿qué pueden hacerme los hombres?" Quiero yo también abrirme a lo que Dios quiera, sabiendo que pase lo que pase será lo mejor, y desde ya quiero dar gracias al Señor: "te ofreceré sacrificios de alabanza, porque tú libraste mi vida de la muerte y mis pies de la caída, para que camine delante de Dios en la luz de la vida".

   3. En estos días rezamos por la unidad de los cristianos, y hoy el Evangelio nos muestra «una gran muchedumbre de Galilea» y de otros lugares que sigue a Jesús. Ya es sintomático que Jesús sea Galileo, tierra considerada poco religiosa por los Judea; y cuando Jesús habla de alguien caritativo cita la parábola del samaritano, tierra paganizada cuyos habitantes eran mal vistos por los judíos, considerados pecadores. Señor, sé que has venido a llamar a todos, a congregar un solo rebaño con un solo pastor, donde tú eres la puerta que da al aprisco, terreno seguro en el que conseguir la paz anhelada, la felicidad de hijos de Dios, la pascua -el paso- o bautismo de salvación; hemos sido bautizados «en un solo Espíritu para formar un solo cuerpo» (1Cor 12,13). Jesús está abierto a todos, y en cambio los cristianos –como antes los judíos- nos hemos dividido en grupos, se han disgregado los ortodoxos, y luego todos los protestantes (anglicanos, luteranos, etc.). Pecado histórico que hemos de reparar, con la oración y una caridad viva e imaginativa, en nuestra realidad eclesial y social. Que nuestro amor sea atrayente, para los que están lejos, que al vernos digan señalándonos: "quiero ser como éste", y seamos reflejo de Jesús. Él pide al Padre, para la Iglesia, la unidad: «Que todos sean uno, para que el mundo crea» (Jn 17,21); y nosotros también pedimos al Espíritu Santo que la Iglesia de Cristo tenga un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4,32-34).

   "Entonces, a causa de la multitud, dijo a sus discípulos que le prepararan una pequeña barca, para que no le aplastaran. Pues curó a muchos, de suerte que cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarle".

   "Y los espíritus inmundos, al verle, se arrojaban a sus pies y gritaban: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él les mandaba enérgicamente que no le descubrieran". La expresión "hijo de Dios" en los sinópticos suele ir ligada a referencias angélicas o de demonios. San Juan lo usa para explicar la divinidad de Jesús, y como esa expresión "hijo de Dios" era una referencia a los reyes, y como extensión a todo hijo de Israel, especialmente al pueblo como tal, Jesús se inventó una que venía del libro de Daniel: "hijo del hombre" (el ser pre-existente que vendrá a la tierra desde Dios) y lo une a la tradición del siervo de Yahvé del libro de Isaías. Esta expresión, "hijo del Hombre", le permitió desvelar progresivamente la divinidad, que no sería aceptada al principio, y paulatinamente se va descubriendo. Otras acepciones estaban politizadas –la de Mesías-, o eran ambiguas como hijo de David que sí tiene sentido pero sin expresar la divinidad, y por eso Jesús inventa la expresión.

   La afirmación de Jesús como Hijo de Dios responde a la pregunta explícita o implícita (por los hechos que hace Jesús, con autoridad) sobre quién es: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?" (Mt 16,15). Decía Juan Pablo II: "nos sentimos interpelados por la misma pregunta que hace casi dos mil años el Maestro dirigió a Pedro y a los discípulos que estaban con Él. En ese momento decisivo de su vida, como narra en su Evangelio Mateo, que fue testigo de ello, "viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Ellos contestaron: unos, que Juan el Bautista; otros que Elías; otros que Jeremías u otro de los profetas. Y Él les dijo: y vosotros ¿quién decís que soy?" (Mt 16,13-15).

   Conocemos la respuesta escueta e impetuosa de Pedro: "Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16,16). Para que nosotros podamos darla, no sólo en términos abstractos sino como una expresión vital, fruto del don del Padre (Mt 16,17), cada uno debe dejarse tocar personalmente por la pregunta: "Y tú, ¿quién dices que soy? Tú, que oyes hablar de Mí, responde: ¿Qué soy de verdad para tí?". A Pedro la iluminación divina y la respuesta de la fe le llegaron después de un largo período de estar cerca de Jesús, de escuchar su palabra y de observar su vida y su ministerio (cfr. Mt 16,21-24)". En el fondo, la pregunta de Jesús respeta nuestra libertad, no induce a una respuesta determinada, no fuerza y no tiene miedo a ser rechazado, esto es particularmente importante en el momento difícil de su vida, cuando la cruz se perfilaba cercana y muchos le abandonaban, y ante el abandono del discurso de Cafarnaum hizo a los que se habían quedado con El otra de estas preguntas tan fuertes, penetrantes e ineludibles: "¿Queréis iros vosotros también?". Fue de nuevo Pedro quien, como intérprete de sus hermanos, le respondió: "Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna, y nosotros hemos creído y sabemos que Tú eres el Santo de Dios" (Jn 6, 67-69). La grandeza de Jesús es misteriosa, como respeta nuestra libertad y estar dispuesto a quedarse solo, no forzar con su poder nuestra respuesta… también estas preguntas nos indican que es justo por nuestra parte que estemos disponibles para dejarnos interrogar por Jesús, capaces de dar la respuesta justa a sus preguntas, dispuestos a compartir su vida hasta el final.

   La respuesta de Pedro aparece ante nuestra mirada como un "laboratorio de la fe", en expresión del mismo Papa, y Pablo VI decía que muestran cómo Jesús "está en el vértice de la aspiración humana, es el término de nuestras esperanzas y de nuestras oraciones, es el punto focal de los deseos de la historia y de la civilización, es decir, es el Mesías, el centro de la humanidad, Aquel que da un valor a las acciones humanas, Aquel que conforma la alegría y la plenitud de los deseos de todos los corazones, el verdadero hombre, el tipo de perfección, de belleza, de santidad, puesto por Dios para personificar el verdadero modelo, el verdadero concepto de hombre, el hermano de todos, el amigo insustituible, el único digno de toda confianza y de todo amor: es el Cristo-hombre. Y, al mismo tiempo, Jesús está en el origen de toda nuestra verdadera suerte, es la luz por la cual la habitación del mundo toma proporciones, formas, belleza y sombra; es la palabra que todo lo define, todo lo explica, todo lo clasifica, todo lo redime; es el principio de nuestra vida espiritual y moral; dice lo que se debe hacer y da la fuerza, la gracia, de hacerlo; reverbera su imagen, más aún se presencia, en cada alma que se hace espejo para acoger su rayo de verdad y de vida, de quien cree en El y acoge su contacto sacramental; es el Cristo-Dios, el Maestro, el Salvador, la Vida".

   La vida de fe lleva a confesar el nombre de Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios vivo es; él es nuestro Redentor, el Camino; nuestro Maestro, la Verdad; el Amigo que nos resucita, la Vida. Es el centro de la historia y del mundo; quien conoce nuestro interior y nos ama tal como somos; plenitud de nuestros afanes y felicidad que colma nuestros anhelos. Luz para nuestra inteligencia, Pan para darnos fortaleza, Fuente de agua viva que colma toda sed de conocer y amar; Pastor y guía que nos acompaña y consuela, Rey de un Reino de las bienaventuranzas donde los pobres son ricos, los que lloran felices, los pacíficos mandan desde el servicio, la mirada pura de los que aman de corazón ilumina con su transparencia a todos y todas las cosas. Es el puente que une cielo y tierra, el sueño de Jacob en su escalera por donde los ángeles presentan a Dios nuestras obras junto a Jesús…

Llucià Pou Sabaté

martes, 16 de enero de 2024

2ª semana, miércoles (par): Jesús nos libera de la esclavitud de la ley, y nos salva: la nueva Ley es de libertad de los hijos de Dios

2ª semana, miércoles (par): Jesús nos libera de la esclavitud de la ley, y nos salva: la nueva Ley es de libertad de los hijos de Dios

 

A. Lecturas

1. I Samuel 17,32-33.37.40-51. David dijo a Saúl: "No hay que desanimarse a causa de ese; tu servidor irá a luchar contra el filisteo". Pero Saúl respondió a David: "Tú no puedes batirte con ese filisteo, porque no eres más que un muchacho, y él es un hombre de guerra desde su juventud". Y David añadió: "El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso, también me librará de la mano de ese filisteo". Entonces Saúl dijo a David: "Ve, y que el Señor esté contigo". Luego tomó en la mano su bastón, eligió en el torrente cinco piedras bien lisas, las puso en su bolsa de pastor, en la mochila, y con la honda en la mano avanzó hacia el filisteo. El filisteo se fue acercando poco a poco a David, precedido de su escudero. Y al fijar sus ojos en David, el filisteo lo despreció, porque vio que era apenas un muchacho, de tez clara y de buena presencia. Entonces dijo a David: "¿Soy yo un perro para que vengas a mí armado de palos?". Y maldijo a David invocando a sus dioses. Luego le dijo: "Ven aquí, y daré tu carne a los pájaros del cielo y a los animales del campo". David replicó al filisteo: "Tú avanzas contra mí armado de espada, lanza y jabalina, pero yo voy hacia ti en el nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de las huestes de Israel, a quien tú has desafiado. Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; yo te derrotaré, te cortaré la cabeza, y daré tu cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a los pájaros del cielo y a los animales del campo. Así toda la tierra sabrá que hay un Dios para Israel. Y toda esta asamblea reconocerá que el Señor da la victoria sin espada ni lanza. Porque esta es una guerra del Señor, y él los entregará en nuestras manos". Cuando el filisteo se puso en movimiento y se acercó cada vez más para enfrentar a David, este enfiló velozmente en dirección al filisteo. En seguida metió la mano en su bolsa, sacó de ella una piedra y la arrojó con la honda, hiriendo al filisteo en la frente. La piedra se le clavó en la frente, y él cayó de bruces contra el suelo. Así venció David al filisteo con la honda y una piedra; le asestó un golpe mortal, sin tener una espada en su mano. David fue corriendo y se paró junto al filisteo; le agarró la espada, se la sacó de la vaina y lo mató, cortándole la cabeza. Al ver que su héroe estaba muerto, los filisteos huyeron.

 

2. Salmo 144,1-2.9-10. De David. Bendito sea el Señor, mi Roca, el que adiestra mis brazos para el combate y mis manos para la lucha.

   El es mi bienhechor y mi fortaleza, mi baluarte y mi libertador; él es el escudo con que me resguardo, y el que somete los pueblos a mis pies.

   Dios mío, yo quiero cantarte un canto nuevo y tocar para ti con el arpa de diez cuerdas, porque tú das la victoria a los reyes y libras a David, tu servidor. Líbrame de la espada maligna.

 

3. Marcos 3,1-6: "En aquel tiempo, entró Jesús de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle. Dice al hombre que tenía la mano seca: «Levántate ahí en medio». Y les dice: «¿es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?». Pero ellos callaban. Entonces, mirándoles con ira, apenado por la dureza de su corazón, dice al hombre: «extiende la mano». Él la extendió y quedó restablecida su mano. En cuanto salieron los fariseos, se confabularon con los herodianos contra Él para ver cómo eliminarle".

 

B. Comentario:

   1. La victoria del joven David contra el gigante Goliat es uno de los episodios bíblicos más populares y se ha convertido en el símbolo de cómo el débil puede humillar a veces al más fuerte. David entró al servicio del rey Saúl. Pero lo que el relato subraya es la intervención de Dios en su victoria.

   2. El salmo, como siempre, hace eco a esta primera lectura, alabando a Dios que protege a David su siervo: «bendito el Señor, mi Roca». No son nuestras fuerzas las que salvan al mundo, sino la misericordia gratuita de Dios. Tendemos a confiar en la técnica, en nuestras habilidades y en los medios materiales… pero la eficacia en todas nuestras empresas nos la da Dios. Ya nos avisó Jesús: «Sin mí no podéis hacer nada». ¡Cuántas veces los más débiles y humildes, confiados en Dios, han conseguido lo que los fuertes no han podido! Con la intercesión de santa María, pedimos a Dios lo que nos enseñó Jesús: «no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal».

   3. Jesucristo ha venido a proclamar el Evangelio de la salvación, pero sus adversarios, lejos de dejarse convencer, buscan pretextos contra Él: «Había allí un hombre que tenía la mano paralizada. Estaban al acecho a ver si le curaba en sábado para poder acusarle». Los enemigos, en lugar de alegrarse de la salud del enfermo, se obcecaron todavía más. Con su acción, Jesús libera también el sábado de las cadenas con las cuales lo habían atado los maestros de la Ley y los fariseos, y le restituye su sentido verdadero: día de comunión entre Dios y el hombre, día de liberación de la esclavitud, día de la salvación de las fuerzas del mal. Nos dice san Agustín: «Quien tiene la conciencia en paz, está tranquilo, y esta misma tranquilidad es el sábado del corazón». En Jesucristo, el sábado se abre ya al don del domingo (Joaquim Meseguer).

   ¿Es la ley el valor supremo?, ¿o lo es el bien del hombre y la gloria de Dios? En su lucha contra la mentalidad legalista de los fariseos, ayer nos decía Jesús que «el sábado es para el hombre» y no al revés. Jesús, nos dices que ley sí, legalismo, no. La ley es un valor y una necesidad. Pero detrás de cada ley hay una intención que debe respirar amor y respeto al hombre concreto. Es interesante que el Código de Derecho Canónico, el libro que señala las normas para la vida de la comunidad cristiana, en su último número (1752), nos habla de la aplicación de la ley «teniendo en cuenta la salvación de las almas, que debe ser siempre la ley suprema en la Iglesia». Quiere decir que por ese sentido de amor las leyes podrán acomodarse; el espíritu debe prevalecer sobre la letra. La ley suprema de la Iglesia de Cristo son las personas, la salvación de las personas (J. Aldazábal). No somos esclavos de las normas, sino libres, hijos de Dios.

   «Esclavitud o filiación divina: he aquí el dilema de nuestra vida» Podemos escoger entre las dos palabras importantes que en realidad cuentan en la vida: libertad o esclavitud del pecado, amor o muerte. «No hay nada como saberse, por Amor, esclavos de Dios. Porque en ese momento perdemos la situación de esclavos, para convertirnos en amigos, en hijos (...) si el Hijo os alcanza la libertad, seréis verdaderamente libres (Jn 8, 36)». El tema de paso de la servidumbre (y el temor) a la libertad (y el amor) es de una gran riqueza, los santos lo han desarrollado con sus vidas, pero también conviene releer sus escritos, que es un modo de acercarnos a sus vidas: Jesús «se ha ido y nos envía al Espíritu Santo, que rige y santifica nuestra alma. Al actuar el Paráclito en nosotros, confirma lo que Cristo nos anunciaba: que somos hijos de Dios; que no hemos recibido el espíritu de servidumbre para obrar todavía por temor, sino el espíritu de adopción de hijos, en virtud del cual clamamos: Abba, ¡Padre! (Rom VIII, 15)» (J. Escrivá, Es Cristo que pasa, 118).

   Es un espíritu de sentirnos hijos de Dios, en el mundo ya no hay temor sino libertad de quien es el "hijo del amo", estamos "en casa", sin miedo por el teatro de la sociedad. La libertad personal es, en lo humano, el don más precioso que nos ha hecho el Señor.

   H. Küng cuenta de un judío que intentaba ayudar a un no judío gravemente herido en un accidente de tráfico, le fue negado el uso del teléfono en casa de un judío ortodoxo. ¿Por qué? ¡Porque era sábado! Ciertamente, puede quebrantarse el precepto del sábado cuando va en ello la vida o la muerte, pero con una condición: "que se trate de un judío, y no de un infiel". El sentido del sábado, ¿cómo puede ir contra la persona? Jesús nos unirá la santidad del sábado al amor a los demás. Nos dice san Agustín: «Quien tiene la conciencia en paz, está tranquilo, y esta misma tranquilidad es el sábado del corazón». En Jesucristo, el sábado se abre ya al don del domingo.

Llucià Pou Sabaté

 

lunes, 15 de enero de 2024

Martes de la semana 3 de tiempo ordinario; año par Jesús inaugura la nueva Alianza, la familia de los hijos de Dios. Jerusalén, la ciudad de paz, se llena de fiesta en torno al Arca de la Alianza, imagen de Jesús, nuestro templo, y la alianza nueva del amor.

Martes de la semana 3 de tiempo ordinario; año par


Jesús inaugura la nueva Alianza, la familia de los hijos de Dios. Jerusalén, la ciudad de paz, se llena de fiesta en torno al Arca de la Alianza, imagen de Jesús, nuestro templo, y la alianza nueva del amor.

A. Lecturas:

   1. I Samuel 16,1-13. El Señor dijo a Samuel: "¿Hasta cuándo vas a estar lamentándote por Saúl, si yo lo he rechazado para que no reine más sobre Israel? ¡Llena tu frasco de aceite y parte! Yo te envío a Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos al que quiero como rey". Samuel respondió" "¿Cómo voy a ir? Si se entera Saúl, me matará". Pero el Señor replicó: "Llevarás contigo una ternera y dirás: 'Vengo a ofrecer un sacrificio al Señor'. Invitarás a Jesé al sacrificio, y yo te indicaré lo que debes hacer: tú me ungirás al que yo te diga". Samuel hizo lo que el Señor le había dicho. Cuando llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a su encuentro muy atemorizados, y le dijeron: "¿Vienes en son de paz, vidente?". "Sí, respondió él; vengo a ofrecer un sacrificio al Señor. Purifíquense y vengan conmigo al sacrificio". Luego purificó a Jesé y a sus hijos y los invitó al sacrificio. Cuando ellos se presentaron, Samuel vio a Eliab y pensó: "Seguro que el Señor tiene ante él a su ungido". Pero el Señor dijo a Samuel: "No te fijes en su aspecto ni en lo elevado de su estatura, porque yo lo he descartado. Dios no mira como mira el hombre; porque el hombre ve las apariencias, pero Dios ve el corazón". Jesé llamó a Abinadab y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: "Tampoco a este ha elegido el Señor". Luego hizo pasar a Sammá; pero Samuel dijo: "Tampoco a este ha elegido el Señor". Así Jesé hizo pasar ante Samuel a siete de sus hijos, pero Samuel dijo a Jesé: "El Señor no ha elegido a ninguno de estos". Entonces Samuel preguntó a Jesé: "¿Están aquí todos los muchachos?". El respondió: "Queda todavía el más joven, que ahora está apacentando el rebaño". Samuel dijo a Jesé: "Manda a buscarlos, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que llegue aquí". Jesé lo hizo venir: era de tez clara, de hermosos ojos y buena presencia. Entonces el Señor dijo a Samuel: "Levántate y úngelo, porque es este". Samuel tomó el frasco de óleo y lo ungió en presencia de sus hermanos. Y desde aquel día, el espíritu del Señor descendió sobre David. Samuel, por su parte, partió y se fue a Ramá.

   2. Salmo 89,20-22.27-28. Tú hablaste una vez en una visión y dijiste a tus amigos: "Impuse la corona a un valiente, exalté a un guerrero del pueblo.

   Encontré a David, mi servidor, y lo ungí con el óleo sagrado, para que mi mano esté siempre con él y mi brazo lo haga poderoso.

   El me dirá: "Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora". Yo lo constituiré mi primogénito, el más alto de los reyes de la tierra.

   3. Marcos 3,31-35: "En aquel tiempo, llegan la madre y los hermanos de Jesús, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan». Él les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?». Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre»".

B. Comentario:

   1.  La fiesta que David organiza en honor del Arca de la alianza, danzando él mismo ante el Arca es muy simpática y de alguna manera significa el fin de la época nómada del pueblo. El Arca, en la Tienda del encuentro, había sido el símbolo de la cercanía de Dios para con su pueblo en el periodo de su larga travesía por el desierto. Ahora se estabiliza tanto el pueblo como la presencia de Dios con ellos. A pesar de que Dios está presente en todas partes y podemos rezarle también fuera de nuestras iglesias, necesitamos lugares de oración, y si el Arca era una imagen de presencia de Dios, nosotros tenemos a Dios en los sagrarios.

   Dios nos ha consagrado por medio del Bautismo. Tratemos de ser una digna morada del Señor, de tal forma que manifestemos con nuestras buenas obras que realmente el Señor está con nosotros. No nos conformemos con disfrutar de la presencia del Señor en nuestro interior. Procuremos ser un signo de su amor para cuantos nos traten sabiendo compartir con ellos los dones que Dios nos ha dado; y no sólo los bienes materiales, sino el Don de la Vida y del Espíritu, que Dios quiere que llegue a todos para que todos seamos hijos suyos y nos convirtamos en una digna morada de su Espíritu.

   2. "¡Puertas, levantad vuestros dinteles, alzaos, portones antiguos, para que entre el rey de la gloria!" Queremos abrirte, Señor, las puertas de nuestros templos, para que tú seas nuestro Templo; quiero abrirte sobre todo las puertas de mi corazón, de mi vida, escuchar tu Palabra y vivir conforme a tus enseñanzas

   3. Le dicen a Jesús: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan»". Ya sabemos que los «hermanos» en el lenguaje hebreo son también los primos y tíos y demás familiares. En el Nuevo Testamento se inaugura un nuevo concepto de familia, los que creen en Jesús, como Hijo de Dios vivo: estos forman la familia de Jesús: los doce Apóstoles y muchos otros discípulos como Marta, María y Lázaro… lo que leemos hoy vamos a ponerlo en relación con el gran amor que Jesús tiene a su madre, a José y a su gente. Porque no podemos ver un texto en solitario, y mucho más cuando "golpea" sobre un aspecto, cuando lo subraya con contundencia; el contexto –es decir, el tono general de los otros textos- y sobretodo la tradición apostólica, dan "el espíritu" que late tras estos sentimientos de Jesús, que toma distancia sobre su ligazón con su familia de sangre, queriéndolos mucho, para establecer una intimidad nueva en su familia digamos "apostólica". Esto nos sitúa en un contexto de Iglesia como familia, donde las comunidades, instituciones por así decir, pueden tener vida en familia, sentirse en Jesús familia. Dentro de este sentido de familia, un caso especial es el de aquellos que viven en celibato. Al igual que los que se unen en matrimonio y forman una familia nueva, que deja a un segundo lugar la familia de la que surgieron, en el sentido de que la prioritaria es la que forman, también la tradición sobre virginidad y celibato va en esta línea de "injertarse" en la persona y en la conciencia de Jesús, una vocación en vistas al Reino de Dios, y razona con motivos estrictamente sobrenaturales. Establece una libertad para estar con "el Cordero dondequiera que vaya", en un sentido esponsal. El sentido esponsal de todo cristiano con Jesús se ve aquí reforzado en un sentido de familia, esas personas forman una familia, a imagen de la que está formando Jesús.

   "Él les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?». Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Éstos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre». Sorprende la distancia que toma Jesús con respecto a su familia. En la respuesta de Jesús no hay ningún rechazo hacia sus familiares. Jesús ha renunciado a una dependencia de ellos: porque pertenece completamente a Dios Padre. Jesucristo ha realizado personalmente en Él mismo aquello que justamente pide a sus discípulos.

   Pertenecemos a su familia. Esto nos llena de alegría. Por eso podemos decir con confianza la oración que Jesús nos enseñó: «Padre nuestro». Somos hijos y somos hermanos. Hemos entrado en la comunidad nueva del Reino.

   Jesús, tienes un corazón universal... grande como el mundo: abierto a toda la humanidad. Te sientes hermano de todo aquel que "hace la voluntad de Dios".

Llucià Pou Sabaté