miércoles, 1 de noviembre de 2023

Noviembre 2, Conmemoración de todos los fieles difuntos: la comunión con los difuntos está basada en la esperanza en Jesús que nos lleva más allá de la muerte, hasta la vida de amor del Cielo

 

Noviembre 2, Conmemoración de todos los fieles difuntos: la comunión con los difuntos está basada en la esperanza en Jesús que nos lleva más allá de la muerte, hasta la vida de amor del Cielo

 

A. Lecturas:

1. Sabiduría 3, 1-9: Las almas de los justos están en las manos de Dios y no los alcanzará ningún tormento. Los insensatos pensaban que los justos habían muerto, que su salida de este mundo era una desgracia y su salida de entre nosotros, una completa destrucción. Pero los justos están en paz. La gente pensaba que sus sufrimientos eran un castigo, pero ellos esperaban confiadamente la inmortalidad. Después de breves sufrimientos recibirán una abundante recompensa, pues Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí. Los probó como oro en el crisol y los aceptó como un holocausto agradable. En el día del juicio brillarán los justos como chispas que se propagan en un cañaveral. Juzgará a las naciones y dominarán a los pueblos, y el Señor reinará eternamente sobre ellos. Los que confían en el Señor comprenderán la verdad y los que son fieles a su amor permanecerán a su lado, porque Dios ama a sus elegidos y cuida de ellos.

 

2. Salmo 26,1.4.7-8b-9a.13-14): El señor es mi luz y salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida.

Lo único que pido, lo único que busco es vivir en la casa del Señor toda mi vida, para disfrutar las bondades del Señor y estar continuamente en su presencia.

Oye, Señor, mi voz y mis clamores y tenme compasión. El corazón me dice que te busque y buscándote estoy. No rechaces con cólera a tu siervo.

La bondad del Señor espero ver en esta misma vida. Armate de valor y fortaleza y en el Señor confía.

 

3. 1 Juan 3, 14-16: Hermanos: Nosotros estamos seguros de haber pasado de la muerte a la vida, porque amamos a nuestros hermanos. El que no ama permanece en la muerte. El que odia a su hermano es un homicida y bien saben ustedes que ningún homicida tiene la vida eterna. Conocemos lo que es el amor, en que Cristo dio su vida por nosotros. Así también debemos nosotros dar la vida por nuestros hermanos. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

 

4. Mateo 25, 31-46: En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él, apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "vengan benditos de mi padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme". Los justos le contestarán entonces: "Señor ¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?". Y el rey les dirá: "Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron" Entonces dirá también a los de la izquierda: "Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles, porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron". Entonces ellos le responderán: "Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento, enfermo o encarcelado y no te asistimos?" Y él les replicará: "Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo". Entonces, irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna".

 

B. Comentario: Dicen que un análisis de sangre basado en pruebas del ADN indica la longevidad de las personas: no una fecha precisa de defunción, sino una probabilidad estadística de llegar a los 90 años. Y se quiere alargar la vida por todos los medios, incluso por una "copia" de la mente en bits, que pueda implantarse en otra persona o incluso mantenerse en un ordenador. Pero no estamos solamente en el cuerpo, ni siquiera en el cerebro y adn: tenemos alma. Y no tenemos en la tierra morada permanente, sino que estamos de paso, de camino hacia la vida eterna. "La fe embellece la muerte y la hace dulce, alegre, preciosa y deseable si se despoja de toda idea de destrucción, que tan espantosa la hace a la mayoría de los hombres, y representándola como un rescate de esta cárcel terrena, en la que se suele agonizar más que vivir" (Gioberti).

   Son días para rezar más por las almas del Purgatorio, siguiendo el ejemplo de los santos, que nos muestran que no tienen importancia el éxito o el fracaso, la salud o la enfermedad, la carencia o la abundancia de medios... Lo que verdaderamente cuenta es el amor. "Cuanto más recordemos a las personas queridas y nos aflijamos por ellas, tanto más aprenderemos a imitar su buena conducta y a estimarlas, aunque las hayamos perdido" (U. Foscolo).

   ¿Qué pasa con los que mueren? Se ha rezado siempre por ellos en la Iglesia, y se ha formulado la explicación del purgatorio, que no es una cárcel en el más allá, sino el Señor Jesús, en el momento de la muerte, cuando hay el juicio, sale al encuentro del hombre. Con ese abrazo de amor, se le quema al hombre toda la «paja y heno» de su vida y que sólo permanece lo que únicamente puede tener consistencia. Se transforma en aquello que está llamado a ser. Al decir "sí" se hace capaz de acoger la misericordia de Dios. Como el egoísmo le podría impedir decir un "sí" total, debe ser transformado con ese fuego que le transforma con su llama en aquella figura sin mancha que puede convertirse en el recipiente de la eterna alegría. Como todos estamos unidos, podemos rezar por los que han muerto, por ejemplo si uno que muere ha hecho daño a otro, cuando este le perdona ya queda libre de esa pena y puede volar al cielo, y así pasa con todo: estamos en comunicación, y podemos ayudarnos unos a otros, los vivos y los difuntos (Joseph Ratzinger).

    Creemos que "en Cristo Señor nuestro, brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección: y así aunque la certeza del morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad. Porque la vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo", reza la liturgia. También el Catecismo de la Iglesia Católica nos habla de la comunión con los difuntos: ""La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el Cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció por ellos oraciones pues es una idea santa y provechosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados' (2 M 12, 45)" (Lumen Gentium 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor" (n. 958).

   Las lecturas de hoy se escogen libremente, de entre las varias que ofrece el formulario de difuntos. Por ellos ofrecemos hoy la misa. La esperanza nos permite vivir sin miedo a la vida y sin miedo a la muerte: La muerte, "salario" del pecado original, es algo tan olvidado y de otra parte algo tan normal: todos hemos de morir. La muerte, para los hijos de Dios, es vida: "no tenemos aquí ciudad permanente, vamos en busca de la que está por venir" (Hebreos 13,14): la que el Señor nos tiene preparada desde siempre: el cristiano que se une a Él en su propia muerte, ésta ya se convierte en entrada a la vida eterna.

   1. Dice la Sabiduría que para los santos las pruebas se vuelven justicia, pues de este modo "Dios los  probó como oro en crisol, y los recibió como sacrificio de holocausto". Lo que los hombres juzgaron la verdad, no lo fue. El  descalabro pasó a ser camino de gloria, de enaltecimiento de los justos sobre razas y pueblos, para juzgarlos y dominarlos, sin otro rey que el  Señor.

   Hay una comunicación entre los de aquí y los que han cruzado el río de la vida, y podemos ayudarles con nuestros esfuerzos y sacrificios (el sentido profundo de los sufragios por los difuntos) y ellos nos animan como espectadores que están viendo nuestro partido, pues estamos corriendo en el campo y ellos desde la grada: "¡venga, ánimo... mete este gol!" En estos días que se preparan dulces tan buenos siguiendo las tradiciones populares, pienso que con aquella sonrisa o detalle de servicio vamos amasando, con buenos ingredientes, esos dulces que se amasan con amor.

   2. El salmo enuncia esta búsqueda de Dios, al que vemos también en el dolor. «Una cosa pido al Señor, y eso buscaré: habitar en la casa del Señor por todos los días  de mi vida». Es necesario entender estas palabras en su verdadera profundidad, es decir, en su  sentido figurado: vivir en el «templo» de su intimidad, cultivar su amistad, acoger  profundamente su presencia; «gozar de la dulzura del Señor», esto es, experimentar  vivamente la ternura de mi Dios, su predilección, su amor, que se me da sin motivos ni  merecimientos, cultivar interminablemente, «por todos los días de mi vida», la relación  personal y liberadora con el Señor, mi Dios.

   «Oigo en mi corazón: buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu  rostro», vamos por esta vida detrás de tus pistas, Jesús: «tu rostro buscaré, Señor»; por eso te pido, Señor: «no me escondas tu  Rostro»; «no rechaces a tu siervo»; «no me abandones»; «no me dejes»; y todo esto con la esperanza de que «aunque mi padre y mi madre me abandonen, el Señor me acogerá». Es un canto a la esperanza: «Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida». País de la vida es esta  vida, oportunidad que Dios nos da para ser felices y hacer felices. Gozar de la dicha del  Señor es, simplemente, vivir, ni más ni menos. Mucha gente no vive, agoniza. Anegados entre temores y ansiedades no viven, su existencia es una  angustia; dicen que la meticulosidad va unida a la "reacción catastrófica", pues ante el miedo a catástrofes, como defensa se defienden con un control del presente, en las rutinas pequeñas del hoy. Pero la esperanza nos dice que podemos respirar en paz sin ansiedades, sentirnos libres, gozosos,  felices. Esto es vivir.

   Y tanta hermosura como contiene este salmo no podía acabar sino con un grito largo de  coraje y esperanza: «Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor».

   El hombre tiene que habérselas con la vida y sus peligros; necesita refugios donde  acogerse. Ha aprendido a no confiar en los poderosos de la tierra, «los señores de la  tierra»; y sabe por experiencia que sólo salvan el poder y el cariño de Dios. Este poder y  amor suscitan la confianza del hombre, y en esta confianza se basa su seguridad. Y esta  seguridad se transforma en el gozo de vivir, vivir plenamente, Shalom (Larrañaga).

   Este es el deseo de mi vida que recoge y resume todos mis deseos: ver tu rostro. Palabras atrevidas que yo no habría pretendido pronunciar si no me las hubieras dado tú mismo. En otros tiempos, nadie podía ver tu rostro y permanecer con vida. Ahora te quitas el velo y descubres tu presencia. Y una vez que sé eso, ¿qué otra cosa puedo hacer el resto de mis días, sino buscar ese rostro y desear esa presencia? Ese es ya mi único deseo, el blanco de todas mis acciones, el objeto de mis plegarias y esfuerzos y el mismo sentido de mi vida. «Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor contemplando su templo. Tu rostro buscaré, Señor; no me escondas tu rostro».

   He estudiado tu palabra y conozco tu revelación. Sé lo que sabios teólogos dicen de ti, lo que los santos han enseñado y tus amigos han contado acerca de sus tratos contigo. He leído muchos libros y he tomado parte en muchas discusiones sobre ti y quién eres y qué haces y por qué y cuándo y cómo. Sé muchas cosas de ti, e incluso llegué a creer que bastaba con lo que sabía, y que eso era todo lo que yo podía dar de mí en la oscuridad de esta existencia transitoria. Pero ahora sé que puedo aspirar a mucho más, porque tú me lo dices y me llamas y me invitas. Y yo lo quiero con toda mi alma. Quiero ver tu rostro. Tengo ciencia, pero quiero experiencia; conozco tu palabra, pero ahora quiero ver tu rostro. Hasta ahora tenía sobre ti referencias de segunda mano; ahora aspiro al contacto directo. Es tu rostro lo que busco, Señor. Ninguna otra cosa podrá ya satisfacerme. Tú sabes la hora y el camino. Tienes el poder y tienes los medios. Tú eres el Dueño del corazón humano y puedes entrar en él cuando te plazca. Ahí tienes mi invitación y mi ruego. A mi me toca ahora esperar con paciencia, deseo y amor. Así lo hago de todo corazón. «Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo... y espera en el Señor».

   "Busca su rostro. Sí, tu rostro, Señor, es lo que busco." (Sal 26,7-8): "Soy desvergonzado y temerario, oh tú, mi socorro y mi apoyo de siempre, tú que no me abandonas jamás. Mira, es el amor de tu amor el que me hace buscar tu rostro" (Sal 26,8) Tú me ves y yo no puedo verte. Pero tú me has dado el deseo de verte y ver todo lo que te complace en mí. Tú perdonas al instante a este ciego que corre hacia ti. Tú le das la mano en cuanto tropieza. En el fondo de mi alma resuena la voz de tu presencia y responde a mi deseo. El alma protesta y echa fuera todo lo que hay en mí y mis ojos interiores son deslumbrados por el fulgor de tu verdad. Me recuerda que el hombre no te puede ver y quedar con vida (Ex 33,20). Hundido en el pecado hasta el día de hoy, no he logrado morir a mí mismo para vivir únicamente para ti (2Cor 5, 15). No obstante, por tu palabra y por tu gracia, me quedo atento, aguardando sobre la roca de la fe, en el lugar que está junto a ti (Ex 33, 21). Apoyado en esta fe, espero paciente, según mis posibilidades y abrazo tu derecha que me sostiene y me guarda (Sab 5,16). Alguna vez, cuando contemplo y miro -por la espalda (Ex 33,23)- a aquel que me ve, a Cristo tu Hijo, en su humildad como hombre, me paro a contemplar... Lo poco que he podido sentir y percibir de él atiza la llama de mi deseo interior. Con paciencia espero que tú retires tu mano (cf Ex 33,22) y que derrames en mí tu gracia iluminadora para que según la respuesta de tu verdad, muerto a mí mismo y vivo para ti, comience a contemplar tu rostro descubierto" (Guillén de Saint-Tierry).

   3. La vida plena responde a las aspiraciones más profundas del  corazón humano (¡cuántas cosas hacemos para alargar la vida, para  luchar contra la enfermedad y la muerte!). Pero la experiencia  constante es que, más pronto o más tarde, todos morimos, porque  somos hijos de esta tierra, perecederos ("por Adán murieron todos").  Jesús, también. "Mirad que amor nos ha tenido el Padre para  llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!" El camino del Hijo es el  camino de los hijos; avanzamos hacia el triunfo de Jesús; cuando  celebramos su victoria anunciamos la nuestra. Nuestra vida no se  agota en lo que vemos y tocamos, en lo que podemos darnos unos a  otros: como Jesús, hemos nacido de Dios y a Dios retornamos, nuestro  aliento está en manos del Padre. Tal es la promesa hecha a "los  cristianos", a los que viven como él vivió. La muerte no es para el cristiano la nada y la destrucción: si rompe  unos lazos, quedan otros, y tanto si vivimos como si morimos estamos  siempre en las mismas manos: las del Padre. "Aquellos que nos han dejado no están ausentes, sino invisibles. Tienen sus ojos llenos de gloria, fijos en los nuestros, llenos de lágrimas" (San Agustín).

   Dedicar un día del año litúrgico a la oración de todos los difuntos apareció como costumbre de algunas ordenes monásticas bien pronto, aunque es en el siglo IX cuando aparece en algunas parroquias. Con el tiempo se fue extendiendo a la Iglesia universal.

   La muerte es "la pascua", se trata de un "paso" que comienza en "morir" a todo lo que nos separa del Padre, tanto el pecado como nuestra propia vida terrena, pues, al final, tienen que ser destruidos para llegar a un "resucitar" que nos haga posible el encuentro definitivo y plenificante con Dios Padre y participar de su gloria. Esta visión de la vida y de la muerte es la que engendra la actitud de serenidad y esperanza ante la muerte que presiden las lecturas y las oraciones de la liturgia de hoy (Antonio Luis Martínez).

   4. El Evangelio del juicio es poco de cumplir preceptos, y mucho de amar a los demás: "cuanto hacíais con ellos… conmigo lo hacíais". Teresita de Jesús hablaba de que el amor de Dios se volcará por completo en llenar nuestra capacidad de amor cuando muramos, dependiendo de nuestra capacidad tendremos más o menos, todos el máximo que podamos albergar en nuestro corazón. Por eso, "todo cuanto pudieres hacer de bueno, hazlo sin perder tiempo (...) porque ni obra, ni inteligencia, ni sabiduría, ni ciencia ha lugar en el sepulcro, hacia el cual vas corriendo" (Eclesiástico, 9,10).

Llucià Pou Sabaté

   

martes, 31 de octubre de 2023

1 de Noviembre, solemnidad de todos los Santos: Todos estamos llamados a ser santos, es decir a ser plenamente hijos de Dios, por el amor.

1 de Noviembre, solemnidad de todos los Santos: Todos estamos llamados a ser santos, es decir a ser plenamente hijos de Dios, por el amor.

 

A. Lecturas:

 

1. Apocalipsis 7,2-4,9-14: Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello de Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles: No dañéis a la tierra ni al mar, ni a los árboles hasta que marquemos en la frente a los siervos de nuestro Dios.

Oí también el número de los marcados, ciento cuarenta y cuatro mil, de todas las tribus de Israel. Después vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritaban con voz potente: La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!

Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes, cayeron rostro a tierra ante el trono, y rindieron homenaje a Dios, diciendo: Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios , por los siglos de los siglos. Amén.

Y uno de los ancianos me dijo: Esos que están vestidos con vestiduras blancas quiénes son y de dónde han venido?

Yo le respondí: Señor mío, tú lo sabrás.

Él me respondió:

Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero.

 

2. Salmo 23, 1-2, 3-4ab, 5-6: Del Señor es la tierra y cuanto la llena / el orbe y todos sus habitantes: / Él la fundó sobre los mares, / Él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor? / ¿Quién puede estar en el recinto sacro? / El hombre de manos inocentes / y puro corazón. / Ése recibirá la bendición del Señor, / le hará justicia el Dios de salvación

 

3. 1 carta san Juan 3, 1-3: Queridos hermanos: Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos! El mundo no nos conoce porque no le conoció a Él. Queridos: ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a Él, porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en Él, se hace puro como puro es Él.

 

4. Mateo 5, 1-12a: En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos; y Él se pudo a hablar enseñándolos:

Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la Tierra.

Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

 

B. Comentario:

 

1. El Apocalipsis habla de unos ángeles que señalan "en la frente a los siervos de nuestro Dios", es la llamada de los escogidos, y luego están todos los que se salvarán que se presentan ante Jesús, que se presentan ante Dios de todas partes. Los de vestiduras blancas son los mártires, "los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero".   Es una fiesta de alegría y se nos habla del cielo, la Jerusalén celestial. Muchos que hemos conocido y han muerto y están en el cielo celebran hoy su fiesta, hombres y mujeres como nosotros, que nos dicen que han recorrido esta tierra como nosotros. Es como una carrera de relevos, como una procesión inmensa, y la cabeza, que es Jesús y los santos, ya ha "entrado", mientras nosotros vamos caminando y otros empiezan a salir o esperan su turno.

2. El Salmo habla del "monte del Señor", el templo de Jerusalén: "¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro?". Es preciso tener "manos inocentes y corazón puro". Hacer las cosas bien y con buena intención. Y luego "no mentir", los ídolos son falsos dioses, es decir, "mentira". Y "no jurar contra el prójimo en falso", no engañar. Es Jesús el que con su vida hace todas las pruebas para poder entrar: «¿Quién  es este Rey de la gloria?» Es el Señor, héroe valeroso, héroe de la guerra que además nos dice que "a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados".

3. Somos hijos de Dios, pero aún no somos lo que seremos en el cielo… San Juan nos habla del cielo y de la esperanza de ser santos, buenos hijos de Dios; por el amor. ¿Quién podrá decir lo que habrá en el cielo? Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni se le ocurre al corazón del hombre, es algo tan grande que nada tiene comparación con la gloria que se revelará en el cielo a los santos.

4. El Evangelio es de las Bienaventuranzas que son un canto a las personas que sufren por Jesús: pobreza, no violencia, llanto, ansia de justicia, ayuda a los demás, limpieza de mirada, búsqueda de la paz y, por último, persecución por causa de la justicia de seguir a Jesús. Son dichosas ante un futuro de esperanza, vencieron el egoísmo, perdonaron siempre. Santos son los que aman, son justos, luchan por ser sinceros, buscan la paz, la misericordia. Son abiertos, se dan con la confianza de un niño. Se saben hijos de Dios. Es una aventura, para cambiar el mundo y ayudar a los demás a tener una vida feliz aquí y llegar al cielo: que no se dejen llevar por la avaricia, seamos todos mansos y busquemos hacer a los demás lo que queremos que hagan con nosotros, nos consolemos, les llevemos a Jesús en los Sacramentos: "Yo soy -dijo Jesús- el pan que ha bajado del cielo", el pan que quita el hambre para siempre. Los limpios de corazón verán a Dios: preparemos el corazón para llegar a ver, iluminados por la fe y por el amor, un corazón que sepa amar. Hay quien piensa que el cielo es para los campeones que superan marcas de atletas. No: cuando ayudamos a los demás, lo hacemos con Jesús, ésta es la clave… Cuenta una historia de un samurai que tuvo una visión. Vio el infierno con demonios hambrientos y enflaquecidos que parecían esqueletos. Estaban sentados delante de un enorme plato con un sabroso arroz. En sus manos tenían unos largos palillos de unos dos metros de longitud. Cada demonio intentaba coger la mayor cantidad posible de arroz. Sin embargo cada uno obstaculizaba al otro con su largos bastones, que además no podían alcanzar a ponérselo en la boca, y sin que ninguno llegase a comer nada. El samurai espantado apartó su mirada de aquella visión... Más tarde llegó al cielo. Allí vio a la gente feliz, en una estancia preciosa y todos en una mesa con comida muy rica, con el mismo gran plato con el arroz sabroso y los mismos largos palillos. Pero los elegidos respiraban literalmente salud. Los enormes palillos no les causaban ninguna dificultad. Es verdad que ninguno podía alimentarse con su instrumento. Pero cada uno tomaba del plato del que tenía delante y le servía, se lo ponía en la boca… buscamos la felicidad, pero no tenemos un instrumento para dárnosla a nosotros mismos, cuando hacemos el bien a los demás nos transformarnos en buenos, y entonces, "de rebote", como las canastas, viene la felicidad: tenemos unos palillos de dos metros para ser felices: darnos a los demás. 

lunes, 30 de octubre de 2023

Martes de la 30ª semana (impar): El Reino de Dios va creciendo como un grano de mostaza…

Martes de la 30ª semana (impar): El Reino de Dios va creciendo como un grano de mostaza…

 

A. Lecturas:

1. Romanos 8,18-25. Hermanos: Sostengo que los sufrimientos de ahora no pesan lo que la gloria que un día se nos descubrirá. Porque la creación, expectante, está aguardando la plena manifestación de los hijos de Dios; ella fue sometida a la frustración, no por su voluntad, sino por uno que la sometió; pero fue con la esperanza de que la creación misma se vería liberada de la esclavitud de la corrupción, para entrar en la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que hasta hoy la creación entera está gimiendo toda ella con dolores de parto. Y no sólo eso; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior, aguardando la hora de ser hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esperanza fuimos salvados. Y una esperanza que se ve ya no es esperanza. ¿Cómo seguirá esperando uno aquello que ve? Cuando esperamos lo que no vemos, aguardamos con perseverancia.

 

2. Salmo 125,1-2ab.2cd-3.4-5.6. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía sonar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares.

Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.

 

3. Lucas 13,18-21:  "En aquel tiempo, decía Jesús: - ¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas. » Y añadió: -¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta»".  

 

B. Comentario:

1. –"Estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables a la gloria que se ha de manifestar pronto en nosotros". La «filiación» divina, la maravillosa "adopción de amor" de la que somos objeto no suprime todo sufrimiento en este mundo. Lo mismo que los que no creen, estamos sometidos a toda clase de pruebas. Pero estas pruebas tienen un «sentido»: sabemos que terminarán con la «gloria que se ha de manifestar».

-"La creación desea vivamente la revelación de los "hijos de Dios"". El mundo está en tensión hacia... Avanza hacia... Tiene un sentido... Espera... «Desea»... Y no se trata de una «espera pasiva»: el hombre tiene un papel en la creación, el de expresar esta «aspiración profunda» y trabajar para que ésta llegue a término. Hacer que avance esta «revelación de los hijos de Dios», que progresen los hombres en esta dignidad y esa conciencia, en la correspondencia de su vida a esa dignidad de «hijos de Dios». ¿Cómo me responsabilizo yo?

-"La creación fue sometida al poder de la nada"... Expresión sorprendente. La creación «sometida a la vanidad», como decían antaño... «sometida al vacío, al sin sentido, al no-ser»... «sometida a la nada»... Es preciso experimentar ese vértigo del hombre-sin-Dios para comprender mejor lo que sigue.

-"Sin embargo ha conservado la esperanza: será liberada de la esclavitud, de la degradación inevitable, para conocer, ella también, la libertad, la gloria de los «hijos de Dios»". La creación, como el hombre, es «hija de Dios, salida de su amor, querida por Dios, concebida por Dios, amorosamente amada por Dios, paternalmente envuelta por los cuidados de Dios». «¡Ser hijo de Dios!» Trato de evocar en mi corazón y en mi experiencia humana, lo que esto puede significar ya en el caso de la paternidad o maternidad humana. «¡Ser tu hijo, Señor!» - vivir contigo, en tu casa, junto a Ti. - recibir de Ti la vida y múltiples cuidados... - heredar de todos los bienes divinos, alegría, amor, eternidad, felicidad infinita... Gracias. Gracias.

-"La creación entera gime, pasa por los dolores de parto que duran todavía". El universo y la humanidad no permanecen en un estado de fácil euforia: sufrimientos, gritos, injusticias, desgracias, enfermedades, opresiones, pecados, muerte. Pues bien, todo esto no es, para Dios un «sufrimiento de agonía»... ¡que termina en la muerte! es «sufrimiento de parto»... ¡que lleva a la vida!

-"Hemos recibido las primicias del Espíritu Santo, pero esperamos nuestra adopción y la liberación de nuestro cuerpo". Pues hemos sido salvados, pero en esperanza... pero esperar lo que no vemos es esperar con perseverancia. Optimismo fundamental, apoyado no sobre una observación científica del cosmos ni sobre una reflexión filosófica que busca el sentido del futuro del mundo... sino sobre la Fe y la Esperanza. No hay aquí un desprecio de las ciencias ni de la filosofía, sino la afirmación de la Fe: la esperanza es una «superación» del mundo visible verificable... un punto de apoyo en Dios solo. «Esperamos nuestra adopción definitiva» (Noel Quesson).

 

2. "Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía sonar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares".  Es la alegría de toda la creación y de cada uno (el mundo cósmico está también destinado a la salvación, al igual que nosotros estamos llamados a salvarnos, no sólo en nuestro espíritu, sino también en nuestra corporeidad). Al Espíritu le rezamos los cristianos pidiendo "que renueve la faz de la tierra". En la Plegaria Eucarística IV del Misal, al mirar al pasado, damos gracias a Dios porque "hiciste todas las cosas para colmarlas de tus bendiciones y alegrar su multitud con la claridad de tu gloria"; y al mirar al futuro, nos gozamos porque un día, "junto con toda la creación, libre ya del pecado y de la muerte, te glorifiquemos por Cristo, Señor nuestro".

"Hasta los gentiles decían: «El Señor ha estado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres". Los gentiles son espectadores externos de los favores divinos.

"Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares". Hemos de esmerarnos en obrar bien, incluso cuando lo estamos pasando mal. Así como el terreno es preparado por la lluvia para recibir la semilla, así se prepara muchas veces el alma por medio de lágrimas para recibir bendiciones. Hay lágrimas que son semillas que nosotros mismos debemos sembrar: Las lágrimas de dolor por el pecado, propio y ajeno; las lágrimas de simpatía por los hermanos que están afligidos o perseguidos; las de ternura en la oración y en la meditación de la palabra de Dios. Job, José, David, y muchos otros, tuvieron cosecha de gozo tras la siembra de lágrimas. Quienes siembran con lágrimas de santa contrición, cosecharán con el gozo de un perdón completo y de una paz asegurada (www.adorador.com): "Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas".

3. Gracias, Señor, por hablarnos hoy de tu Reino: -Jesús decía: "¿A qué se parece el reino de Dios? ¿Con qué lo compararé?" Nos dices que es un "reino escondido": "Mi Reino no es de este mundo..." Lucas nos habla muchas veces de tu Reino, de que has venido para traérnoslo: - "Buscad el Reino de Dios, y eso se os dará por añadidura" (12,31). - "El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Sabedlo, ya está entre vosotros el Reino de Dios" (17,21). - "Los niños, y de los que son como éstos es el Reino" (18,16). Y entre otras muchas destaco la petición del buen ladrón: "Jesús, acuérdate de mí cuando vayas a tu Reino" (23,42).

Nos pones dos parábolas: -"El reino se parece al grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta. Creció; se hizo un árbol". Es, pues, un "crecimiento"... la potencia misma de la vida. No está ya edificada la Iglesia, sino que la obra de Dios crece "a la manera" de un árbol vivo. Me dieron unas semillas de mostaza, para plantar, y vi que es pequeñísima. Y, sin embargo, tiene una fuerza interior que la llevará a ser un arbusto de los más altos. A nosotros nos suelen gustar las cosas espectaculares, solemnes y, a ser posible, rápidas. No es ése el estilo de Dios. También en mi vida, el Reino de Dios conviene que crezca, día a día. Todos los días podemos pasar junto a un árbol sin notar que está creciendo. El Reino de Dios crece, sin que muchos se den cuenta de ello. Sólo la Fe nos abre a ese reconocimiento.

Muchas veces, son los pequeños los que transforman el mundo, aptos para ser instrumentos de Dios en su obra. Jesús, nos enseñas a tener paciencia y a no precipitarnos, a recordar que Dios tiene predilección por los humildes y sencillos, y no por los que humanamente son aplaudidos por su eficacia. Tu Reino -tu Palabra, tu evangelio, tu gracia- actúa, también hoy, humildemente, desde dentro, vivificado por el Espíritu. Tu Reino es la Iglesia: «El Señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio de la Buena Noticia, es decir, de la llegada del Reino de Dios prometido desde hacía siglos en las Escrituras. Para cumplir la voluntad del Padre, Cristo inauguró el Reino de los cielos en la tierra. La Iglesia es el Reino de Cristo presente ya en misterio» (Catecismo 763).

-"El reino se parece a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que toda la pasta acabó por fermentar". Cada ama de casa cocía el pan cada mañana. La víspera por la tarde preparaba la pasta; agua, un puñado de levadura todo mezclado con la harina... Durante la noche la mezcla "fermentaba" y a la mañana estaba a punto de ser metida en el horno. Así es de potente la acción de Dios: pero se ve poco… (Noel Quesson).

 

Llucià Pou Sabaté

domingo, 29 de octubre de 2023

Lunes de la 30ª semana (impar). Jesús nos hace alzar la vista que nos impedía antes mirar al cielo en las cosas de cada día

Lunes de la 30ª semana (impar). Jesús nos hace alzar la vista que nos impedía antes mirar al cielo en las cosas de cada día

 

A. Lecturas:

1. Romanos 8,12-17. Hermanos, estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

 

2. Salmo 67,2 y 4.6-7ab.20-21.
Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, huyen de su presencia los que lo odian. En cambio, los justos se alegran, gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría.

 
Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios vive en su santa morada. Dios prepara casa a los desvalidos, libera a los cautivos y los enriquece.

 
Bendito el Señor cada día, Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación. Nuestro Dios es un Dios que salva, el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.

 

3. Lucas 13,10-17: "Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Habla una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar. Al verla, Jesús la llamó y le dijo: -«Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús habla curado en sábado, dijo a la gente: -«Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.» Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: -«Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no habla que soltarla en sábado?» A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía".

 

B. Comentario:

1. Pablo nos ha presentado la salvación en Jesucristo como una «liberación» de la muerte, del pecado y de la Ley. Pero es una «liberación» que hay que ir completando sin cesar. Encontramos aquí la comparación habitual en san Pablo, entre la «carne» y el «espíritu». La carne aquí es el «hombre entero cuando se ha apartado de la mirada de Dios», «el hombre sin Dios». El espíritu es precisamente lo contrario, no es el alma solamente, es el hombre entero en cuanto que animado por Dios.

-"Todos aquellos que se dejan conducir por el Espíritu de Dios, éstos son «Hijos de Dios»"... «Dejarse conducir»... no por un instinto como los animales, no por la razón solamente como podemos las personas, sino dejarnos llevar ¡por Dios! He ahí lo que reemplaza totalmente a la Ley. He ahí el centro de la vida cristiana, que si ha quedado explicada por Jesús en el corazón de Dios Padre que nos ama como vemos en la parábola del hijo pródigo, si nos da la oración confiada del Padrenuestro y el alimento de la Eucaristía, si lo importante no es tanto lo que hacemos sino dejar hacer a Dios, aquí nos pone san Pablo el modo de vivir como hijos de Dios, y es "dejarnos llevar" por ese divino instinto, algo intuitivo que nos guía, y que si le dejamos nos da fuerzas para «dejarse conducir por el Espíritu de Dios». ¡Es una inmensa simplificación de la moral! Pero esto no es nada fácil, pues tenemos ganas de hacer cosas, de cumplir, pero lo esencial no es esto, sino "dejar hacer" al Espíritu de Dios en nosotros, para cumplir esa vocación a la que Dios nos llama: "a los que recibieron la Palabra les dio poder de hacerse hijos de Dios" (Jn1,12) y "mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios: pues ¡lo somos!" (1 Jn 3,1).

-"El Espíritu que habéis recibido no hace de vosotros unos "esclavos" llenos de miedo... Es un Espíritu que os hace «hijos»"... sentirme hijo de Dios. ¡Desterrar el miedo! Señor, nos amas como una madre ama a su hijo. Y Tú esperas de nosotros el afecto y no el miedo. Ayúdanos a no considerar jamás nuestra vida cristiana y las renuncias que ésta comporta, como las cadenas que arrastra un esclavo.

-"Empujados por este Espíritu, clamamos al Padre llamándole: Abba: «Padre»": «¡papá!». Palabra tierna que dicen los niños a su padre; no fue nunca usado en la Biblia, ni en el vocabulario religioso del judaísmo, ¡es una invención de Jesús, usarlo para hablar de Dios! Es la palabra usada al comienzo del «Padrenuestro". Tenemos que detenernos sobre esta palabra. Repetirla sin cesar. Sólo este nombre puede «alimentar» toda una oración. Es lo que hacía santa Teresa de Jesús. Ser hijos significa no vivir en el miedo, como los esclavos, sino en la confianza y en el amor. Ser hijos significa poder decir desde el fondo del corazón, y movidos por el Espíritu: "Abbá, Padre". Significa que somos "herederos de Dios y coherederos con Cristo": hijos en el Hijo, hermanos del Hermano mayor, partícipes de sus sufrimientos, pero también de su glorificación.

-"El Espíritu Santo mismo se une a nuestro "espíritu" para decirnos que somos sus hijos, sus herederos". Experiencia de la presencia mística del Espíritu en nuestro espíritu (Noel Quesson; Maertens-Frisque).

2. El salmo nos ofrece una visión optimista: "Nuestro Dios es un Dios que salva..." En Cristo está la raíz de la dignidad de la persona humana, y del respeto que merece toda persona, también los más alejados y pequeños. Todos somos hijos. Por tanto, hermanos. Todos valemos mucho a los ojos de Dios, que no nos quiere como esclavos, sino como hijos. ¿Sentimos dentro de nosotros el Espíritu de Dios, el Espíritu de Jesús, que "nos hace gritar: Abbá, Papá"?

3. Vemos hoy a Jesús frente a la mujer encorvada. No podía mirar hacia arriba. «La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él» (CEC.-1501). Aunque no se pueda mirar hacia arriba en algún caso, el Señor viene… como con esta mujer. Ella es como un símbolo de la humanidad "cautiva", muchos están curvados por el peso del hambre y de la pobreza, por el peso de los hijos y las preocupaciones familiares, por la falta de trabajo y los desvelos por no llegar a final de mes, por la guerra y la destrucción del odio. Por la incomprensión y la soledad. Por la dependencia de adicciones y los apegos. Curvados por el remordimientos, por los fracasos y las tristezas. Hombres y mujeres curvados por la falta de salud y por los años.

-"Al verla la llamó Jesús y le dijo "Mujer, quedas libre de tu enfermedad". Le impuso las manos, y en el acto la mujer se enderezó". Contemplo esa escena: Jesús "de pie" junto a esa mujer "enferma". Antes de que ella le hiciera petición alguna, Jesús toma la iniciativa: pone las manos sobre la espalda encorvada, y al instante le queda enderezada ¡Señor, enderézanos! ¡Señor endereza a todos los que van siempre inclinados hacia el suelo!

-"Y empezó a alabar a Dios." A lo largo de toda esa narración se descubre un nuevo sentido del sábado: pasa a ser el día del Señor Jesús, el día de la nueva dignidad de los hijos e hijas de Dios. Es el día de la alabanza, de la "eucaristía", de la acción de gracias a Dios. La misa, ¿es para mí, una acción de gracias? ¿Cuáles son mis motivos de alabar a Dios?

-"Intervino el jefe de la sinagoga indignado porque Jesús había curado en sábado… El Señor replicó: "¡Hipócritas! Cualquiera de vosotros, aunque sea sábado, desata del pesebre el buey o el asno, y lo lleva a abrevar..." Jesús no sigue los protocolos del sábado, apela al buen sentido. La Ley ha de ser siempre humana. "No es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre", dijiste, Señor, para no divinizar ni siquiera las leyes más santas. "El hombre es el camino para la Iglesia", dijo Juan Pablo II. La ley proponía el "descanso del sábado" precisamente por consideraciones de orden absolutamente humanitario y social, teniendo en cuenta a los empleados de la casa y aun al ganado: "El séptimo día descansarás, para que reposen tu buey y tu asno y tengan un respiro el hijo de tu sierva y el forastero" (Dt 5,14; Ex 23,12). Efectivamente, Señor, nuestro mundo de hoy tiene mucha necesidad de "respirar", de tomarse un descanso. Ayúdanos a restituir ese sentido a cada uno de nuestros domingos. Día de alegría. Día en el que se acaba la Creación, el "séptimo día", el día del gran reposo de Dios (Gn 2,14) Y ¿sabemos procurar para los demás, a nuestro alrededor, ese espacio de "respiro" y de libertad? Domingo, día de liberación, día de la redención de Jesús, día de "salvación".

-"Y a ésta, que es hija de Abraham, y que Satán ató hace ya dieciocho años, ¿no había que soltarla de sus cadenas...?" Líbranos, Señor, de todas nuestras cadenas, de todas nuestras esclavitudes.

-"Según iba diciendo esto se abochornaban sus adversarios, mientras toda la gente se alegraba de tantos portentos como hacía". Haz que seamos sencillos, como la gente que sabe "maravillarse". ¡Que jamás no falle una ocasión de maravillarme de ti! Si hay alguna fuerza que te oprime y de la que no eres capaz de liberarte, di a Cristo que extienda su mano sobre ti y diga con fuerza su palabra: "KUM, levántate". Lucas siempre muestra esa predilección de Jesús por los pobres, los que están oprimidos, y concretamente por la condición femenina de aquellos tiempos. Para levantar la mirada de toda esclavitud o discriminación, y poder mirar al cielo.

"Así encontró el Señor a esta mujer que había estado encorvada durante dieciocho años: no se podía erguir. Como ella -comenta San Agustín- son los que tienen su corazón en la tierra". Muchos pasan la vida entera mirando a la tierra, atados por la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la soberbia de la vida (1 Juan 2, 16). La concupiscencia de la carne impide ver a Dios, pues sólo lo verán los limpios de corazón (Mt 5,8). La concupiscencia de los ojos, una avaricia de fondo, nos lleva a no valorar sino lo que se puede tocar: los ojos se quedan pegados a las cosas terrenas, y por lo tanto, no pueden descubrir las realidades sobrenaturales y llevan a juzgar todas las circunstancias sólo con visión humana.

Llucià Pou Sabaté

sábado, 28 de octubre de 2023

XXX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A San Mateo 22,34-40: El mandamiento del amor, luz para una vida con sentido

XXX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
San Mateo 22,34-40: 
El mandamiento del amor, luz para una vida con sentido

A. Lecturas:

1. Éxodo 22,20-26: Así dice el Señor: «No oprimirás ni vejarás al forastero, porque forasteros fuisteis vosotros en Egipto. No explotarás a viudas ni a huérfanos, porque, si los explotas y ellos gritan a mí, yo los escucharé. Se encenderá mi ira y os haré morir a espada, dejando a vuestras mujeres viudas y a vuestros hijos huérfanos. Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a un pobre que habita contigo, no serás con él un usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, se lo devolverás antes de ponerse el sol, porque no tiene otro vestido para cubrir su cuerpo, ¿y dónde, si no, se va a acostar? Si grita a mí, yo lo escucharé, porque yo soy compasivo.»

2. Salmo 17,2-3a.3bc-4.47.51ab: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; / Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador.

   Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. / Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos.

   Viva el Señor, bendita sea mi Roca, / sea ensalzado mi Dios y Salvador. / Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu Ungido.

3. 1 Tesalonicenses 1,5c-10: Sabéis cuál fue nuestra actuación entre vosotros para vuestro bien. Y vosotros seguisteis nuestro ejemplo y el del Señor, acogiendo la palabra entre tanta lucha con la alegría del Espíritu Santo. Así llegasteis a ser un modelo para todos los creyentes de Macedonia y de Acaya. Desde vuestra Iglesia, la palabra del Señor ha resonado no sólo en Macedonia y en Acaya, sino en todas partes. Vuestra fe en Dios había corrido de boca en boca, de modo que nosotros no teníamos necesidad de explicar nada, ya que ellos mismos cuentan los detalles de la acogida que nos hicisteis: cómo, abandonando los ídolos, os volvisteis a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, y vivir aguardando la vuelta de su Hijo Jesús desde el cielo, a quien ha resucitado de entre los muertos y que nos libra del castigo futuro.

3.  Mateo 22,34-40. "En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús, y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?» Él dijo: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser. Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas».

B. Comentario:

1. En el Sinaí ha tenido lugar el encuentro de Dios con su pueblo. De ella dimanan una serie de compromisos que el pueblo debe cumplir: todos hemos sido forasteros, y hemos de cuidar a los que lo son ahora, y todos los necesitados: huérfanos y viudas, pobres (en los códigos de la cultura babilónica, egipcia y fenicia, también se recoge ese mandato, pero aquí lo vemos por un motivo del amor que viene de Dios). Luego dirá Jesús hablando de esa atención al necesitado: "tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber" (Mt 25,31-46).

Irena Sendler fue la heroína que salvó a 2.500 niños de la muerte nazi. Su padre le decía: "aunque no sepas nadar, si ves a alguien ahogándose, lánzate a salvarlo". Y ella se lanzó. 450.000 judíos fueron encerrados en el gueto de Varsovia,  para luego ser enviados a los campos de exterminio. El gueto ya era la tumba para miles y miles de personas, e Irena decidió sacar al menos a los niños más pequeños para que tuviesen la oportunidad de sobrevivir: en ambulancias, en ataúdes, cajas de herramientas, a través de una iglesia con dos accesos, uno al gueto y otro secreto al exterior. Los niños entraban como judíos y salían al otro lado con nueva identidad. La interrogaron. Soportó la tortura (le rompieron los pies y las piernas), sin decir nada del paradero de los niños que había escondido ni la identidad de sus colaboradores. Sentenciada a muerte, fue salvada por la resistencia y continuó ayudando. Sin pensar que fue héroe, decía: «No hice todo lo que pude, podría haber hecho más, mucho más y haber salvado así a más niños», y una hija suya se refería a su dolor al ver separar a los hijos de sus padres: «ella también era madre y sentía ese dolor tan profundo como si fuese suyo, de hecho todavía lo siente y sufre con esos recuerdos». ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué hay gente que ayuda hasta dar la vida? Porque tiene un corazón inmenso, no hay nada más.

2. El salmista dice a Dios, en pocas palabras, que le amamos: "Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte. Invoco al Señor de mi alabanza y quedo libre de mis enemigos". Los salmos son un libro espléndido de oración, junto al Evangelio. Hay un poema para cada necesidad, abarca todos los sentimientos humanos, nos lleva a rezar con las palabras que el mismo Dios pone en nuestros labios: "Viva el Señor, bendita sea mi Roca, sea ensalzado mi Dios y Salvador. Tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu ungido". 

3. Todo don divino es tarea al mismo tiempo: llamada y respuesta, gratuidad y correspondencia. Dios nos quiere aunque nosotros no le queramos, pero no se impone a quien no se abre a Él, nos deja en libertad de abrir nuestro corazón (aquel "¡no tengáis miedo… abrid vuestro corazón a Cristo!" de Juan Pablo II). Ese amor que hoy vemos en las lecturas, podemos concretarlo en pequeñas incidencias diarias: hablar sin herir, la sonrisa a tiempo que desdramatiza una situación, la paciencia y serenidad en horas difíciles, el buen humor en los momentos de tensión, el no querer tener siempre razón... podemos pedir ayuda a la Santísima Virgen, maestra en el amor, que nos ayude a concretarlo en estos detalles.

4. Pregunta a Jesús un hombre que busca la verdad y "no está lejos del Reino de Dios" (aquí, lo mismo que en Lc 10,25, con ánimo de tentarle). Respondiendo a la misma cuestión el rabino Hillel (hacia el año 20 a. C.) había pronunciado esta famosa sentencia: "No hagas a otro lo que no quieras para ti: esto es toda la Ley. Lo demás es simplemente su explicación". Pero esto no es todo, en la regla de oro falta la perspectiva de la motivación. El amor a Dios es prioridad entre los judíos y lo repiten dos veces al día (cf. Dt 6,4-5). La novedad está en que Jesús coloca a un mismo nivel el precepto del amor al prójimo; más exactamente, en la declaración de que ambos preceptos son inseparables y constituyen un mismo centro y punto de apoyo de toda la Ley y los profetas. Pretender separar en la vida cristiana el mandamiento del amor a Dios y del amor al prójimo sería tan absurdo como intentar separar en Cristo lo humano y lo divino. Así proclamaba esta doctrina Benedicto XVI en su primera encíclica: "Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva. En su Evangelio, Juan había expresado este acontecimiento con las siguientes palabras: «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todos los que creen en él tengan vida eterna» (cf. 3, 16). La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud. En efecto, el israelita creyente reza cada día con las palabras del Libro del Deuteronomio que, como bien sabe, compendian el núcleo de su existencia: «Escucha, Israel: El Señor nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas» (6, 4-5). Jesús, haciendo de ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo, contenido en el Libro del Levítico: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (19, 18; cf. Mc 12, 29- 31). Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un «mandamiento», sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro". En un mundo que se usa el nombre de Dios para la venganza, odio y violencia, recordarlo es de gran importancia.

Llucià Pou Sabaté

28 de octubre. San Simón y San Judas Apóstoles. “Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles”; ellos fueron los primero en llevar el testigo del Evangelio, que a nosotros nos toca portar ahora para transmitir a los que vendrán

28 de octubre. San Simón y San Judas Apóstoles. "Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles"; ellos fueron los primero en llevar el testigo del Evangelio, que a nosotros nos toca portar ahora para transmitir a los que vendrán

 

A. Lecturas:

1. Carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2,19-22. Hermanos: Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.

 

2. Salmo 18,2-3.4-5: El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra.

Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.

 

3. Lucas 6,12-19. En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

 

B. Comentario:

   Judas Tadeo es abogado especial de los casos difíciles y desesperados. Pariente de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen, sobrino nieto de estos dos santos, es a la vez sobrino de María y José, de donde resulta ser primo de nuestro Señor. Hermano del Apóstol Santiago el Menor, tenía otros dos hermanos a quienes llama el Evangelio "hermanos" de Jesús: "¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?" (Mt 13,54) ("hermanos" en hebreo, como en muchos sitios del África, significa un pariente próximo). El padre de Judas era Cleofás. El nombre de su madre era María, que era pariente próxima de la Virgen Santísima. Ella también permaneció junto a la Cruz cuando murió Cristo. "Cerca de la cruz de Jesús estaban su madre, y la hermana de su madre, María, esposa de Cleofás, y María Magdalena" (Jn 19,25).

   Judas recibe el sobrenombre de Tadeo, que se podría traducir por 'amado'. Es como un diminutivo que expresa ternura. De una indicación de S. Pablo (1 Cor 9,5) parece deducirse que acompañó a S. Pedro en sus expediciones apostólicas fuera de Palestina.

 
Simón el Cananeo, el Zelotes (fue miembro del partido de los Zelotes galileos, 'nacionalistas' que se oponían con todas sus fuerzas a la dominación romana: Fillion), permanece escondido, sin figurar, y lo vemos en la lista de escogidos por Jesús.

   Judas sería compañero de Jesús en su infancia, y fue como Apóstol a la Mesopotamia durante diez años, regresó a Jerusalén para el Concilio de los Apóstoles. Después se unió a Simón en Libia, donde predicaron.

   La tradición es que Judas y Simón sufrieron martirio en Suanis, ciudad de Persia, donde habían trabajado como misioneros. A Judas se le presenta con una cachiporra (al parecer con la que le mataron), o con un hacha (pues luego le cortaron la cabeza). Sus reliquias se conservan en la Basílica de San Pedro de Roma. También según una antigua tradición, a San Simón lo mataron aserrándolo por medio. Por ello, la Iglesia de occidente los celebra juntos, en tanto que la Iglesia de oriente separa sus respectivas fiestas. Judas es autor de una Carta en el Nuevo Testamento (años 62-65).

   1. La iglesia está naciendo cada día, pero de la mano de la tradición, que surge de Jesús y continúa con los creyentes, en primer lugar los apóstoles como eslabones de una cadena.

   2. El salmo habla de Dios Creador (vv 1-6) y de la revelación que nos da a conocer la voluntad de Dios en cuanto a nuestros deberes (vv 7-11) y el salmista nos enseña el modo de aprovecharnos de él (vv. 12-14). Como un complemento del salmo 8, se cantan las maravillas del sol. De lo visible se nos lleva a la consideración de las cosas invisibles de Dios, cuya gloria brilla con gran resplandor en los cielos visibles, llenos de astros cuya estructura, belleza y orden son maravillosos. Todo nos habla de Él, que es el Padre de las luces (St 1,17).

   3. La elección de los Doce viene precedida de una prolongada oración de Jesús: "Por aquel entonces salió Jesús, fue al monte a orar y se pasó la noche orando a Dios" (6,12). Es una salida/éxodo de Jesús al monte. Al alba, "llamó a sus discípulos, eligió a doce de ellos y los nombró apóstoles" (6,13).

Nos enseña san Jerónimo: «Aunque el Apóstol nos mandó que oráramos siempre, (…) conviene que destinemos unas horas determinadas a este ejercicio». La "práctica" de oración de Jesús será un ejemplo evidente para nosotros.

 

viernes, 27 de octubre de 2023

Sábado de la 29ª semana (impar). No dependemos de la impaciencia de los hombres, ni de los poderes del mal, sino del amor de Dios, que con paciencia nos va guiando hacia nuestra salvación

Sábado de la 29ª semana (impar). No dependemos de la impaciencia de los hombres, ni de los poderes del mal, sino del amor de Dios, que con paciencia nos va guiando hacia nuestra salvación

 

A. Lecturas:

 

1. Romanos 8,1-11. Hermanos: Ahora no pesa condena alguna sobre los que están unidos a Cristo Jesús, pues, por la unión con Cristo Jesús, la ley del Espíritu de vida me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Lo que no pudo hacer la Ley, reducida a la impotencia por la carne, lo ha hecho Dios: envió a su Hijo encarnado en una carne pecadora como la nuestra, haciéndolo víctima por el pecado, y en su carne condenó el pecado. Así, la justicia que proponía la Ley puede realizarse en nosotros, que ya no procedemos dirigidos por la carne, sino por el Espíritu. Porque los que se dejan dirigir por la carne tienden a lo carnal; en cambio, los que se dejan dirigir por el Espíritu tienden a lo espiritual. Nuestra carne tiende a la muerte; el Espíritu, a la vida y a la paz. Porque la tendencia de la carne es rebelarse contra Dios; no sólo no se somete a la ley de Dios, ni siquiera lo puede. Los que viven sujetos a la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

 

2.
Salmo 23,1-2.3-4ab.5-6.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos.

¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos.

Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob.

 

3. Lucas 13,1-9.  "En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.» Y les dijo esta parábola: -«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas"»"

 

B. Comentario:

 

1. Leemos este capítulo 8 sobre "la vida del cristiano en el Espíritu": -"Para los que están con Cristo Jesús... no hay ninguna condenación". Es el canto de victoria. Para esto, una sola condición, «estar en Cristo»... estar unido a Ti, Señor. -El Espíritu. El Espíritu de Dios. El Espíritu de Cristo. Esta palabra se repite diez veces en la única página leída HOY. Hay que dejarse impregnar por esta palabra y esta realidad misteriosa. -El Espíritu que da la vida en Cristo Jesús me ha liberado... El Espíritu de Dios habita en vosotros. El Espíritu es vuestra vida. Ahora han sido posibles todas las exigencias de la ley de Dios porque el Espíritu de Dios mismo está aquí, presente en nosotros para impulsarnos a ella. No pienso a menudo ni suficientemente en esto. El Espíritu de Dios en mí.

-"No estáis bajo el dominio de la carne, sino bajo el dominio del Espíritu". Estoy decidido a dejarme convencer de ello, Señor, puesto que Tú nos lo dices. Yo lo creo. No obstante, continúa en mí esa acción profunda. Transfórmanos. Danos un corazón nuevo. Vemos un dinamismo entre "la carne" y "el Espíritu". Carne aquí significa todo lo humano meramente. "El Espíritu" son las fuerzas de Dios y su plan salvador, muchas veces diferente a las apetencias humanas.

-"Si Cristo está en vosotros, aunque vuestro cuerpo sea para la muerte, el Espíritu es vuestra vida a causa de la justicia". Esta transformación espiritual, este «dominio» del Espíritu, no suprime nuestros otros aspectos mortales. Se continúa yendo hacia la muerte. Y, al mismo tiempo, se va hacia la "vida". Gracias. En medio de nuestros días efímeros, es finalmente ésta la única certeza. Frente a nuestros duelos, junto a nuestros difuntos, creemos que están en la «vida».

 -"¡El Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en nosotros!" Fórmula trinitaria de la que Pablo tiene el secreto. Las Tres personas divinas son aquí evocadas, en la misma acción. «El Espíritu... de Aquel... que resucitó a Jesús"..., ¡habita en mí! Hay que detenerse ante esta revelación extraordinaria, hay que saborearla. Contemplar a este «huésped». Dirigirse a El, que está ahí, ¡tan cerca!

-"Aquel que resucitó a Jesús dará también la vida a vuestros cuerpos mortales, por su Espíritu que habita en vosotros". No es un «huésped muerto», inactivo. Está ahí como una fuerza de resurrección. Difunde la «vida». Una «vida» que repercutirá incluso sobre este pobre cuerpo que me empuja al pecado. Espíritu. ¡Actual ¡Vivifica! ¡Eleva! ¡Anima! ¡Da vida! ¡Santifica! Desde HOY y en el día de la resurrección final. Toda la obra de Dios está destinada al éxito. Y su Espíritu trabaja ya en el fondo de mí mismo, como en el fondo de todo hombre (Noel Quesson).

2. "Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor", para alabarle pues "del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzó sobre los ríos". No nos atrevemos a subir, pues "¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos". Así, el Señor quiere morar en el alma de los que así van a él: "Ése recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Éste es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob".

3. Jesús, ayer nos hablaste de saber interpretar los signos de los tiempos. Hoy nos pones dos ejemplos. Pilato aplasta una revuelta de galileos cuando estaban sacrificando en el Templo, mezclando su sangre con la de los animales que ofrecían. Sabemos por Flavio Josefo que ese hecho es real, que fue así dominado con violencia. Tampoco sabemos más de ese accidente, el derrumbamiento de un muro de la torre de Siloé, que aplastó a dieciocho personas. Jesús, no juzgas como los antiguos, que los males son castigo divino. Superas esta visión, que también tiene el pueblo judío, y en continuidad con la revelación de la resurrección de la carne que poco tiempo antes ya creían, y nos dices que habrá otra vida con una justicia plena, y aquí del mal saca Dios un bien. También nos indicas que todos tenemos que convertirnos, para que así la muerte, sea cuando sea, nos encuentre preparados.

Todo lo que acaece puede ser portador de un mensaje; es un signo, si sabemos hacer su lectura en la Fe. Tal enfermedad, tal fracaso, tal éxito, tal solicitud, tal amistad, tal responsabilidad, tal accidente, tal hijo que nos da preocupación o alegría, tal esposo, tal esposa, tal gran corriente contemporánea... Todo es "signo". ¿Qué quiere Dios decirnos a través de esas cosas?

-"¿Pensáis que aquellos Galileos eran más pecadores que los demás? ¡Os digo que no!; y si no os enmendáis, todos vosotros pereceréis también". Se creía que las víctimas de una desgracia recibían así el castigo por sus pecados. Es una manera simplista de ver la historia. Todos nuestros males o los de nuestros vecinos son signos de la fragilidad humana; no hay que abandonarse a una seguridad engañosa... vamos hacia nuestro "fin"... es urgente tomar posición. La "revisión de vida" sobre los acontecimientos no tiene que llevarnos a juzgar a los demás -es demasiado fácil- sino a una conversión personal.

Israel estaba oprimido por Roma, dominadores. Puede pensarse que Jesús les advierte de que no es el éxito armado lo que garantiza una victoria sobre el sistema vigente, sino el cambio de mentalidad en las personas y en la comunidad. De lo contrario, la violencia seguirá reproduciéndose y la guerra, entonces como ahora, será despiadada e interminable.

-"Jesús añadió esa parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar higos y no encontró. Entonces dijo al viñador: "Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto de esta higuera y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a agotar la tierra?"" Siempre es cuestión de urgencia. ¿Soy una higuera estéril para Dios, para mis hermanos?

También la higuera nos habla de la hipocresía, pues siendo el árbol de la iluminación (bajo él la recibió Buda, y Natanael la esperaba cuando recibió la invitación de Jesús), el hipócrita usa sus follajes para aparentar lo que no es, muestra virtud siendo vicioso, o devoción cuando en realidad se busca a sí mismo. Vemos hipocresía en los políticos, en los medios de comunicación, en tantos que se aprovechan de los demás para enriquecerse, en estructuras económicas abusivas que no ponen la persona en el centro de su actividad… pero mirémonos dentro, para que nuestra interioridad esté libre de estas cosas. Te lo pedimos, Jesús.

-"Pero el viñador le contestó: "Señor, déjala todavía este año, entretanto yo cavaré y le echaré estiércol. Quizá dará fruto de ahora en adelante"". Tenemos aquí un elemento capital de apreciación de los "signos de los tiempos": ¡la paciencia de Dios! La intercesión de ese viñador es una línea de conducta para nosotros. Tan necesario es no perder un minuto en trabajar para nuestra propia conversión como ser nosotros muy pacientes con los demás e interceder a favor de ellos. Tenemos siempre tendencia a juzgar a los demás demasiado aprisa y desconsideradamente. Jesús nos pone como ejemplo a ese viñador que no escatima sus energías: cava, pone abono. Seguramente Jesús, compartiendo la vida dura de los pobres cultivadores galileos, debió también hacer ese humilde trabajo en el cercado de su viña familiar. Contemplo a Jesús cavando la tierra de una higuera que no quería dar fruto. Todo un símbolo de Dios hacia nosotros. Jesús, hoy todavía, se porta así conmigo. Gracias, Señor.

Benedicto XVI habló mucho de que el mundo lo pierde la impaciencia de los hombres (nuestras precipitaciones) y lo gana la paciencia de Dios (ahí, en la Cruz, Jesús, indefenso, consigue ganar nuestro corazón). La paciencia todo lo alcanza… La paciencia de Dios contrasta con nuestra impaciencia. Queremos ver pronto los resultados, que todo se arregle en un instante, que se acabe de golpe con el mal. Por ejemplo, vemos que las guerras arreglan las cosas a corto plazo, pero las estropean a largo plazo. En cambio, el perdón y el diálogo pueden tardar pero las arreglan a largo plazo.

 

Llucià Pou Sabaté