domingo, 5 de agosto de 2012

Domingo de la semana 18 de tiempo ordinario; ciclo B

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB

Jesús nos da el pan de su misma Vida, fuerza para luchar y acoger su amor, para ir al cielo

«Al día siguiente, la multitud que estaba al otro lado del mar vio que no había allí más que una sola barca, y que Jesús no había subido a la barca con sus discípulos, sino que éstos se habían marchado solos. Llegaron otras barcas de Tiberíades, junto al lugar donde habían comido el pan después de haber dado gracias el Señor: Cuando vio la multitud que Jesús no estaba allí ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaún buscando a Jesús. Y al encontrarle al otro lado del mar, le preguntaron: Maestro, ¿cuándo llegaste aquí? Jesús les respondió: En verdad, en verdad os digo que vosotros me buscáis no por haber visto los milagros, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad no por el alimento que perece sino por el que perdura hasta la vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre, pues a éste lo confirmó con su sello Dios Padre. Ellos le preguntaron: ¿Qué haremos para realizar las obras de Dios? Jesús les respondió: Esta es la obra de Dios, que creáis en quien Él ha enviado.
«Le dijeron: ¿Pues qué milagro haces tú, para que lo veamos y te creamos? ¿Qué obras realizas tú? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del Cielo. Les respondió Jesús: En verdad, en verdad os digo que no os dio Moisés el pan del Cielo, sino que mi Padre os da el verdadero pan del Cielo. Pues el pan de Dios es el que ha bajado del Cielo y da la vida al mundo. Ellos le dijeron: Señor, danos siempre de este pan. Jesús les respondió: Yo soy el pan de vida; el que viene a mino tendrá hambre, y el que cree en mino tendrá nunca sed» (Jn 6, 22-35).

1. Veo, Jesús, que la gente ansía verte. Pero tú ves su interior, y les dices: «me buscáis no por haber visto los milagros, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado.» Yo también muchas veces te busco para que las cosas me vayan bien, “para algo”. Me gustaría tu ayuda, Señor, para buscarte “por ti”, sin más interés. Por eso hoy quieres mostrarnos el alimento «que perdura hasta la vida eterna,» que es tu propio cuerpo y sangre en la Eucaristía.

Quiero preguntarte, como ellos, “qué hacer”, y entender bien lo que les respondes: creed en Mí. «Esta es la obra de Dios, que creáis en quien Él ha enviado.»

Jesús, eres Vida para nosotros, como nos dices hoy: “es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.» Qué bien, poder comulgar, tenerte dentro como vida y fuerza, para vivir esta aventura que es la vida, y no tener hambre ni sed, de nada, porque él está con nosotros hasta el cielo; pues entonces te dijeron: - «Señor, danos siempre de este pan.» Y yú les contestaste: -«”Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed

Contaba Benedicto XVI: “Recuerdo bien el día de mi primera Comunión (…) en el centro de mis recuerdos alegres y hermosos, está este pensamiento (…): comprendí que Jesús entraba en mi corazón, que me visitaba precisamente a mí. Y, junto con Jesús, Dios mismo estaba conmigo.

”Y que era un don de amor que realmente valía mucho más que todo lo que se podía recibir en la vida; así me sentí realmente feliz, porque Jesús había venido a mí.

Y comprendí que entonces comenzaba una nueva etapa de mi vida —tenía 9 años— y que era importante permanecer fiel a ese encuentro, a esa Comunión. Prometí al Señor: "Quisiera estar siempre contigo" en la medida de lo posible, y le pedí: "Pero, sobre todo, está tú siempre conmigo". Y así he ido adelante por la vida. Gracias a Dios, el Señor me ha llevado siempre de la mano y me ha guiado incluso en situaciones difíciles. Así, esa alegría de la primera Comunión fue el inicio de un camino recorrido juntos. Espero que, también para todos vosotros (…) sea el inicio de una amistad con Jesús para toda la vida. El inicio de un camino juntos, porque yendo con Jesús vamos bien, y nuestra vida es buena (...)

Si Jesús dice "yo soy el pan de vida", quiere decir que Jesús mismo es este alimento de nuestra alma, del hombre interior, que necesitamos, porque también el alma debe alimentarse (…) Jesús nos alimenta para llegar a ser realmente personas maduras y para que nuestra vida sea buena”.

¡Qué bonito, Señor, poder comulgar, tenerte, y contigo tener el cielo dentro! ¡Tener tu vida, Jesús: quiero ser como tú, hacer las cosas contigo, que me vayas haciendo santo…!

Quiero hacer ahora mi comunión espiritual: “Yo quisiera, Jesús, recibirte, con aquella pureza, humildad y devoción con que te recibió tu Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos…”

2. El libro del Éxodo nos habla de cómo protestan los israelitas en el desierto contra Moisés y Aarón, añoran las comidas y tienen miedo de morir de hambre. “El Señor dijo a Moisés: - «Yo haré llover pan del cielo… hacia el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios."” Se posaron muchas codornices, y se cubrió el suelo de algo blanco, y al verlo, los israelitas se dijeron: - «maná? ¿Qué es esto?», y Moisés les dijo: -«Es el pan que el Señor os da de comer»”. Están en el desierto que es lucha, prueba, cerca del Sinaí, y hay murmuraciones y protestas contra Moisés y contra Dios. A veces cuando tenemos contradicciones nos ponemos nerviosos, y nos pasa como a ellos que protestamos. En lugar de seguir andando en esta excursión que es la vida, y llegar a un lugar precioso, nos desanimamos y volvemos, porque nos cuesta esforzarnos. En lugar de la libertad los israelitas prefieren la esclavitud que tenían en Egipto. La libertad es riesgo, y es más cómodo no ponerse a caminar. Para hacer una excursión necesitamos llenar la mochila de comida, para alimento espiritual necesitamos el pan del cielo, y nos lo dará Jesús en la Eucaristía, pan de los ángeles. Para el combate contra los romanos Astérix y los suyos tienen la poción mágica que les da energía, y nosotros tenemos los sacramentos que es algo mucho más mágico que para darnos fuerza (es sobrenatural) y la comunión sobre todo, el pan del cielo. La gracia nos alimenta a medida que tenemos fe, cuanta más fe tengamos más nos aprovecha… por eso si somos muy amigos de Jesús nos dará más fuerza, para ir por los desiertos que nos encontremos: del mal carácter-mal genio, de enfados o de pereza, y otras cosas que cuesten como cansarnos de portarnos bien, de esforzarnos en cumplir lo que tenemos que hacer, de escoger entre la comodidad y la libertad, y no ceder al encanto de las sirenas de lo fácil.

El Salmo nos dice: “El Señor les dio un trigo celeste... Y el hombre comió pan de ángeles”, que es la comunión, con lo que “los hizo entrar por las santas fronteras”, que es casi entrar en el cielo. Tú Señor hiciste sacar agua de la roca, y ahora baja pan del cielo, y codornices… esto significa que he de fiarme de ti siempre, y no ser rebelde, pues has demostrado hasta la saciedad que eres mi amigo, mi protector, mi padre y mi Dios. Y, sin embargo, yo dudo. Me olvido, me enfado, me quejo, me desespero. Si le confiamos nuestros problemas, Él nos ayudará, nos guiará como si nos llevara de la mano, como si nos llevara el manillar en la bici por lugares difíciles y con Él no nos caemos.

3. San Pablo escribe a los Efesios que no andemos como los que no creen en Jesús sino como habéis aprendido de Cristo: en “justicia y santidad verdaderas”. Es como vestirse de Jesús: que es un vestido salvador, como el que se viste de Superman o bien otro héroe, nuestro héroe es Cristo, con él ganamos todas las batallas… los antiguos cuando hacían teatro se vestían de animales o de máscaras de los personajes, pues eso, hay que vestirse de Jesús, de su modo de ser, de su fuerza salvadora… con la oración y la comunión.

A propósito de Jesús Vida nuestra, que nos da fuerza para luchar, quiero recordar el diálogo de un sacerdote, Maurice, alma gemela de Santa Teresita, ya próxima a morir. Él le escribía: -“ahora mi sueño es compartir con usted ‘el maná escondido’ que el Todopoderoso prometió dar ‘al vencedor’… si, mi alma es demasiado grande para apegarse a ningún consuelo de aquí abajo. Tiene que vivir por anticipado en el cielo, pues Jesús nos dijo: ‘donde está tu tesoro, allí está tu corazón’”.

Santa Teresita le contesta: -“Hace mucho tiempo que (Jesús) tiene olvidadas sus infidelidades, y sólo tiene presentes sus deseos de perfección para alegrar su corazón” (con todo ello se prueba al justo: para que aprenda a obedecer). Le va diciendo que Jesús nos acoge y que tengamos confianza con Él, que no vaya a los pies de Jesús con demasiado “respeto”, como el “niño educado” que no se atreve, demasiado formal, sino que “siga ese ‘primer impulso’ que lo lleva a sus brazos”, y le habla de esas llagas de Jesús, que nos dice: “fui herido en casa de mis amigos”; por eso, al recibirle en la Eucaristía, junto a pedir perdón, nos anima: “pedid sólo que se haga la voluntad de Dios”.

sábado, 4 de agosto de 2012


Sábado de la semana 17 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
Quien sigue a Jesús, puede ser castigado por los poderes del mundo, y por ese sacrificio se dará la salvación
“En aquel tiempo, oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo a sus ayudantes: -«Ése es Juan Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los poderes actúan en él.» Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo habla metido en la cárcel encadenado, por motivo de Herodías, mujer de su hermano Filipo; porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: -«Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.» El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron, y fueron a contárselo a Jesús” (Mateo 14,1-12).
1. Juan Bautista y Jesús... Se comparaba el uno al otro. En todo el evangelio subyace esta comparación. Esto prueba el impacto que la predicación de Juan Bautista había tenido en la opinión pública.
-“Oyó Herodes lo que se contaba de Jesús y dijo: "Ese es Juan Bautista que ha resucitado..."” Herodes no tenía buena conciencia. Había mandado decapitar al profeta; pero temía un castigo divino. Y, de lejos, ¡Jesús le aparecía como una reviviscencia de aquél que había creído decapitar! No basta creer en lo "maravilloso", para creer verdaderamente en Dios.
-“En efecto, Herodes, había mandado prender a Juan a causa de Herodías, mujer de su hermano Felipe, pues Juan le decía: "¡No te es lícito tenerla por mujer!"” "El evangelio no es neutro". Toma posición... y quien es fiel, puede ser mártir... Hoy, como ayer, la defensa de la vida, de la libertad religiosa, de la dignidad humana, puede hacer perder el prestigio, el empleo, o la misma vida a tantos. ¿Somos capaces de comprometernos por la verdad, la justicia, la moral? Señor, ten piedad de nosotros. Danos el valor de decir la verdad, cueste lo que cueste.
Este Herodes Antipas es el mismo de la pasión, hijo de Herodes el Grande (Lc 2,1-18 que vemos en el nacimiento de Jesús) y gobernaba las regiones de Galilea y Perea, estaba casado con una hija de un rey de Arabia pero vivía en concubinato con Herodías. El historiador Flavio Josefo nos dice que la hija de Herodías se llamaba Salomé, la que baila: “danza una joven, su madre siente rebosar crueldad, entre los placeres y lascivias de los comensales se jura temerariamente, e impíamente se cumple lo jurado” (S. Agustín), cometen un crimen. Es el anti-ejemplo del gobernante, y de lo que no se debe jurar, y cuándo no se debe cumplir un juramento… “es malo prometer el reino como recompensa por un baile, es cruel conceder la muerte de un profeta por mantener un juramento” (S. Ambrosio).
Jesús, a ti te espera el mismo destino que a tu precursor. Un profeta auténtico no sólo es rechazado en su tierra -como decía Jesús ayer-, sino que ese rechazo termina, muchas veces, con la muerte. “El ávido dragón degustaba la cabeza del siervo, teniendo ansias de la Pasión del Señor” (S. Pedro Crisólogo).
-“El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó en público, y le gustó tanto a Herodes que juró darle lo que pidiera. "¡Dame, ahora mismo, en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista!"” Juan Bautista, el más "grande de todos los profetas" según las palabras de Jesús... el que "bautizó" a Jesús en el Jordán... termina su vida por el capricho de una persona.¿Cómo es posible, Señor, que tus amigos estén tan a menudo a la merced de los grandes de este mundo? ¿Por qué tus amigos parecen todos fracasar humanamente? Mientras triunfan los impíos, aquellos que se mofan de las leyes elementales de la justicia y de la moral... El misterio de tu cruz está ya presente en esa cárcel en la que se corta la cabeza a un profeta, en esa corte escandalosa donde baila una mozuela, en ese festín abominable en el cual, y mientras se sirven los mejores vinos, se presenta la cabeza de un hombre en una hermosa bandeja cincelada. Dichosos los pobres, para ellos es el reino de los cielos. En cualquier lugar donde sufre un hombre, eres tú, Jesús, el que sufre y al que se tortura.
-“El rey se entristeció, pero debido a los juramentos que había hecho, ordenó decapitar a Juan en su prisión”. La figura del Bautista es recia y admirable, en su coherencia, en la lucidez de su predicación y de sus denuncias. También en eso es Precursor de Jesús. “¿Qué mal le ha causado su final a este hombre justo? ¿Qué ha podido hacer su muerte violenta? (…) No fue una muerte, sino una victoria lo que él recibió, no fue el fin de una vida, sino el comienzo de una mayor. Aprende a comportarse como un cristiano, y no sólo no te causará daño nada, sino que ganarás mejores recompensas” (S. Juan Crisóstomo).
Figura de tantos cristianos que han muerto víctimas de la intolerancia por el testimonio que daban contra situaciones inaguantables, es ahora Juan profeta mudo que nos muestra cómo ser luz y sal y fermento de este mundo. O sea, profetas. Profetas son los que interpretan y viven las realidades de este mundo desde la perspectiva de Dios. Por eso, muchas veces, tienen que denunciar el desacuerdo entre lo que debería ser y lo que es, entre lo que Dios quiere y lo que los intereses de determinadas personas o grupos pretenden. Un cristiano deberá estar dispuesto a todo. Ya anunció Jesús a los suyos que los llevarían a los tribunales, que los perseguirían, que los matarían. Como a él. Y, sin embargo, vale la pena ser coherentes y dar testimonio del mensaje de Jesús en nuestro mundo, empezando por nuestra familia, grupo o comunidad (J. Aldazábal).
Queda Herodes como símbolo de lo mundano, de una pobre humanidad, mezcla de debilidad y de buenas intenciones. Ten piedad de nosotros, Señor. Ten piedad de las víctimas y de los verdugos. Ten piedad de los que se divierten desenfrenadamente. Ten piedad de los que hacen mofa de la persona humana, de la vida humana.
-“Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús”. Es pues en un contexto de ese género en el que Tú has vivido, Señor. Juan, era tu primo, tu precursor... Sí, él te precedía. Tu propia muerte está cerca (Noel Quesson).
2. El libro de Jeremías (26,11-16.24) nos cuenta:
-“Los sacerdotes y los profetas dijeron a los magistrados y a todo el pueblo: «Este hombre, Jeremías, merece la muerte porque ha profetizado contra esta ciudad: lo habéis oído con vuestros propios oídos»”. Sorprende la correspondencia de esa escena y el proceso de Jesús, donde Dios va hasta dejarse juzgar y quebrantar, aparentemente... y en ese exceso de amor está su triunfo final.
Si Jeremías es figura de Cristo, hay que decir también que todo hombre que sufre por la justicia participa en cierta manera de ese mismo misterio: la Pasión de Jesús se continúa por doquier que haya hombres que sufran. San Pablo decía: «Me alegro de los padecimientos que soporto por vosotros -es también acusado y encarcelado- porque completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su Cuerpo, que es la Iglesia” (Colosenses 1,24)
-“Jeremías, dirigiéndose a los magistrados y a todo el pueblo, dijo: El Señor me ha enviado a anunciar sobre este Templo y esta ciudad, todo lo que habéis oído”. Jesús dirá también: "Yo para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad" (Jn 18,37). "Aquel a quien Dios ha enviado habla el lenguaje de Dios" (Juan 3,34).
-“Ahora pues, mejorad vuestros caminos y vuestras obras, escuchad la llamada del Señor. Entonces se arrepentirá el Señor del mal que ha pronunciado contra vosotros”. Todo puede arreglarse si escucháis, si cambiáis de vida.
Jesús hablará también de conversión: «Si no creéis que Yo Soy, moriréis en vuestros pecados» (Juan 8,24). «Si no os convertís, todos pereceréis del mismo modo» (Lucas 13, 2).
-“En cuanto a mí, heme aquí en vuestras manos. Haced conmigo lo que os parezca bueno y justo. Empero sabed que, si me matáis, sangre inocente cargaréis sobre vosotros y sobre esta ciudad y sus moradores”. Es inocente, pero no le escuchan. Nos parece escuchar a las gentes que gritarán la muerte de Jesús: «Que caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos» (Mateo 27,25).
-“Entonces los magistrados y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: «Este hombre no merece la muerte, porque ha hablado en nombre del Señor»” El pueblo sencillo de los pobres está de parte de Jesús, mientras que las autoridades oficiales buscan perderle (Noel Quesson).
3. La oración del salmo nos ayuda a fomentar la fe en que Dios saca de todo algo bueno, y al final pone justicia: «arráncame del cieno, que no me hunda, líbrame de los que me aborrecen y de las aguas sin fondo». También le decimos: «que no me arrastre la corriente, que no me trague el torbellino» 
Llucià Pou Sabaté



jueves, 2 de agosto de 2012

Viernes de la semana 17 de tiempo ordinario

Dios no está en el éxito mundano, en lo que aplauden las autoridades, sino en el corazón que le está unido

“En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: -«¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: -«Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe” (Mateo 13,54-58).

1. Dejamos ahora la "sección discursos" -las parábolas agrupadas- para abordar la "sección hechos". Lo característico de los cuatro capítulos que seguirán ahora (Mateo 13,53 a 17,23) es que volvemos a los hechos de la persona de Jesús que mientras se va revelando crece la incredulidad de las masas. Jesús, no te siguen más que algunos de tus apóstoles...

-“Jesús llegó a su pueblo y se puso a enseñar en aquella sinagoga. La gente decía asombrada: "¿De dónde saca éste ese saber y esos milagros?". Los Nazarenos creen conocer a Jesús. Sin embargo, entrevén que su persona es misteriosa: "¿de dónde le viene ese saber y esos milagros?" También hoy como ayer se minusvalora quien no ha estudiado en una escuela famosa, quien es un obrero “poco cualificado”.

Pasar de la incredulidad a la fe es un salto difícil. Se trata de un don de Dios y, a la vez, de mantener una actitud honrada por parte de la persona. En el mundo actual, como entre tus contemporáneos, Jesús, existen muchos elementos que condicionan la opción de fe de una persona. Jesús, ven en ti un origen “demasiado sencillo”, te esperaban más solemne y glorioso. Ya lo diría san Juan: «vino a su casa y los suyos no le recibieron». Los que creyeron fueron los sencillos de corazón, a quienes Dios sí les reveló los misterios del Reino. Seguro que conocemos personas que han quedado bloqueadas y no llegan a aceptar el don de la fe. ¿Les ayudamos?; ¿son convincentes o, al menos, estimulantes nuestra palabra y nuestro testimonio de vida, a fin de poderles ayudar en su decisión de fe? (J. Aldazábal).

¡Nada es tan peligroso como el pretender saberlo todo! Uno se cierra. No tiene nada que aprender. Y son los familiares de Jesús, en Nazaret, los que están más cerrados contra El. ¡Señor, conserva nuestras mentes y nuestros corazones abiertos! disponibles, prestos a renunciar a todo lo que creemos saber para ir más allá... Es el secreto para tantas crisis que alcanzan a tantas vidas. "Dudo. Me pregunto..." Invitación providencial a abandonar nuestras seguridades, nuestras certezas, para progresar y purificar nuestra Fe.

-“¿No es el hijo del carpintero? ¡Si su madre es María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas! ¡Si sus hermanas viven todas aquí! ¿De dónde saca entonces todo eso?” Es todo el clan familiar, todos los primos y primas que quieren recuperar a Jesús. Se le reprocha su origen modesto: un carpintero. Y situándose al lado de los pobres, es paradójico, Jesús, que no fueras comprendido por el pueblo sencillo como tampoco lo fuiste por los fariseos: ¡Se esperaba a un Mesías glorioso, poderoso, misterioso, celestial, transcendente! Pero Dios no encaja en nuestras ideas estereotipadas. Muchas veces no sabemos reconocer a Dios en la modestia y humildad de las situaciones ordinarias. Dios está aquí, y le buscamos fuera.

-“Y aquello les resultaba escandaloso”. ¡Sin haber hecho nada malo, Jesús escandaliza! El perfecto, el inocente, el santo, provoca escándalo... Señor, ayúdame a soportar las perplejidades que también yo tengo, como Tú las has soportado.

-“No hizo allí muchos milagros, por su falta de fe”. Sorprendente respeto a la libertad. Dios no fuerza las consciencias (Noel Quesson).

El problema siempre es el mismo: educación. De una parte, parece que todo está por hacer, que se pierden valores… de otra, hay algo que llevamos dentro en los genes, que va mejorando con lo que hemos recibido, y se transmite por los hijos, por la biología, además de la educación que se da día a día, con el ejemplo y la palabra… Jesús, tú no lograste convencer a tus propios compatriotas, pero tu vida ha influido en cada momento de la historia, en mi vida, en la de los demás. El misterio del rechazo de la fe se une al de este desarrollo misterioso de la fe.

Jesús, al verte despreciado en tu tierra, que buscas a marginados, pecadores, enfermos y gentiles, algunos no te valoran. Deseamos ser instruidos por importantes catedráticos, por personas con prestigio que se expresen con grandes discursos. La sencillez del Evangelio choca con el mundo (Servicio Bíblico).

Una mujer me dijo un día: “ya puedo hacer de señora… después de acabar las tareas domésticas”. Me hizo pensar en la deformación del teatro del mundo, donde no es “señora” la que sirve, pues la “señora” tiene empleadas que hacen diversos trabajos… pensé en mi madre, en la Virgen… esclava del Señor. En Jesús, que no vino a ser servido sino a servir. En lo que nos recuerda el Concilio: “servir es reinar”. Y que esto no es lo que hay en el mundo, sino que sigue escandalizando, pues el señorío del servicio se deja para los pobres. Pues esa “pobreza” es la que predica Jesús… y si no la tenemos no entendemos su persona y su mensaje.

2. Jeremías (26,1-9) predica contra el templo y el culto formalista de Jerusalén (en el año 608) y es arrestado. Es una profecía también de Jesús, detenido por un motivo similar (Mt 26, 59-61). “Al principio del reinado de Yoaquim, hijo de Josías, rey de Judá, fue dirigida a Jeremías esta palabra del Señor: «Párate en el patio del templo... A toda la gente dirás:... trataré este templo como hice con Silo y haré que Jerusalén sea maldecida por todas las naciones de la tierra...»”

Jeremías está arrestado por el mismo motivo que Jesús: por haber anunciado la ruina del Templo. ¡Se necesitaba valentía para decir esas cosas!...

Duda el profeta de la continuidad de la presencia de Dios en el templo mientras que el pueblo se entrega al pecado y se complace en el ejercicio de un culto formalista. Son las bases del culto espiritual del que tú nos hablarás, Jesús: vas contra las desviaciones de un culto demasiado formalista, en el que la justicia social no contaba para nada, contra la falsa seguridad que el culto del templo hace nacer en el pueblo, pues lo que vale es el conocimiento de Yahvé, manifestado en el amor especialmente a los más necesitados.

Ninguna de las instituciones nacidas en el antiguo Israel ha resistido a la crítica del profeta. La seguridad que procuran las instituciones no es lo importante, sino el retorno a la misericordia divina sin otra seguridad que el amor inscrito en el fondo de los corazones (Maertens-Frisque). La seguridad viene de Dios, de abandonarnos en él, y está mucho mejor fundada, por ejemplo en la parábola del fariseo y el publicano.

-“Quizá oigan y se torne cada cual de su mal camino: entonces me arrepentiré del mal que estoy pensando hacerles por la perversidad de sus obras”. La intención última de Dios no es nunca la amenaza.

"Quiero la conversión y no el castigo" dirá Ezequiel (33, 11) Y Jesús irá más lejos diciendo: «hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión" (Lucas 15,7-10) Señor, te doy gracias por esta posibilidad que me ofreces de cambiar mi vida. Que no la emplee para quedarme voluntariamente en mi mal.

-“¿Quizá «oirán»?”... Se oye decir: «no encuentro tiempo para la oración». Danos, Señor, la energía de ponernos en esas condiciones, de saber dejar una ocupación, si es preciso, para «estar a la escucha»... como nos ponemos de veras a la escucha de alguien que amamos o que respetamos.

-“Los profetas que persisto en enviaros y que no escucháis”. Señor, eres más perseverante que yo. Sigue hablándome aun cuando yo no sepa escucharte. Quizá algún día tu voz llegará a superar la algarabía de mi alma.

-“Sacerdotes, profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías pronunciar esas palabras en el Templo del Señor”. Pero no les gustó a las autoridades:

Y cuando Jeremías terminó de pronunciar todo lo que el Señor le había ordenado decir a todo el pueblo, sacerdotes y profetas le prendieron diciendo: «¡Vas a morir! ¿Por qué has hecho esta profecía?...» Y todo el mundo se juntó en torno a Jeremías, en el Templo del Señor”.

Se quiere hacer callar a este profeta molesto. La fe verdadera es a menudo una prueba. Jeremías la vivió como una prueba. Anunciaba a sus contemporáneos la ruina de todas sus seguridades: «no creáis que el Templo es una protección infalible». Y él mismo, personalmente, veía desmoronarse toda seguridad ante la coalición de las autoridades que querían matarle. Todo hace pensar que murió, de hecho, mártir, realizando ¡por adelantado! algo de la Pasión de Jesús.

Señor, ayúdanos a vivir nuestra fe en la desnudez de las pruebas, en la inseguridad de las revisiones, en la noche de las dudas (Maertens-Frisque).

3. El salmo me ayuda a pedirte para que en esos momentos de dificultad me mantengas en al fe: «que me escuche tu gran bondad, Señor... por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro, soy un extraño para mis hermanos, porque las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. Pero mi oración se dirige a ti... que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude».

Llucià Pou Sabaté

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miércoles, 1 de agosto de 2012


Nuestra Señora de los Ángeles

Una fiesta bonita, una advocación más que se le da a la Virgen y una característica más con que conocemos y honramos a la Madre de Cristo.
Yo nací ese día, de ahí que simpatice mucho con esta advocación mariana. Cae, es cierto, en un día no demasiado bueno (2 de agosto) pero la Iglesia celebra ese día a la Virgen con ese entrañable titulo de "Nuestra Señora de los Ángeles" y hay que intentar cumplir como buenos hijos.
Hay una máxima que señala que para apreciar una cosa primero la tienes que conocer y si es al detalle la aprecias mucho más. Y eso es lo que hemos pretendido. Gracias a este gran invento de internet hemos buscado por la red y hemos encontrado lo que a continuación ofrecemos. Lo hacemos porque creemos que así la gente, los que leen este blog, pueden conocer mejor esta fiesta. Sí, sé que es una mala fecha. Los que han terminado las vacaciones no llegan con muy buen humor que digamos y los que las tienen en agosto si aún no han salido están pensando donde ir. Pero los cristianos, los que proclamamos nuestra fe católica, tenemos unas obligaciones, mejor unos deberes de los que no podemos eludir. Y uno de estos deberes es la devoción que tenemos que profesar a la Virgen María en todas y cada una de sus advocaciones. Y la de Los Ángeles, esta es una de ellas.
No me valen pues que si hace calor, si es un tiempo propicio para estar en la playa o en el chalet, si esta fiesta únicamente se tendría que celebrar de puertas para dentro debido precisamente a que estamos en una época en que se vacían nuestras ciudades pues son muchos los que emigran a la playa a los chalets.
Nuestra Señora la Reina de los Ángeles,
El nombre completo del que procede este bellísimo nombre propio de mujer, es Nuestra Señora la Reina de los Ángeles. He ahí los nombres y las virtudes que se ocultan tras este nombre realmente plural: Señora, Reina y Ángel.
Casi nada para empezar. Basta que le añadamos al nombre su respectivo artículo, para que vuele la imaginación a la sin igual ciudad de Los Ángeles, fundada por el aventurero español Felipe de Neve en 1781 con el nombre de "El Pueblo de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles", en que se concentra el resplandor de las estrellas del cine y de la televisión. Es realmente la Regina Stellarum, la reina de las estrellas, la reina del glamour, además de ser la ciudad de la Reina de los Ángeles (Regina Angelorum, que dicen las letanías). Pero volviendo a su origen, el griego “ánguelos” no es poco lo que trae consigo el nombre. Ángeles fueron en un principio los mensajeros, nobles servidores de los dioses y de los hombres. Pero pronto fueron los más insignes aquellos que dedicaban sus desvelos a la intermediación entre Dios y el hombre, hasta convertirse en los ángeles por antonomasia; y buenos por su misma naturaleza; y la misma belleza personificada.
Un nombre tan sugestivo no podía quedar exclusivamente en la lista de los nombres masculinos sólo por ser ésta su forma gramatical; como tampoco quedó el nombre de María reducido a la lista de los nombres femeninos por tan poca cosa. Y así dio el salto para convertirse en bellísimo nombre de mujer a través de Nuestra Señora de los Ángeles, y también bajo la forma de Angélica, y aun bajo la forma de Ángela. Era el justo destino. De la Biblia a la patrística y hasta las más bellas tradiciones, María está siempre rodeada de ángeles. El arcángel san Gabriel, príncipe de ángeles, es el primero que aparece en su vida, anunciándole la Encarnación. Y luego, cuando da a luz al Redentor, coros de ángeles cantan y anuncian la buena nueva. Y vuelven a ser los ángeles los autores de su Asunción a los cielos; y ángeles de nuevo los que trasladan su casa de Belén a Loreto, como cuenta la piadosa tradición. ¿Cómo no iba a ser la Reina de los Ángeles si nunca persona alguna fue de ángeles y arcángeles tan bien servida? Pero es que una vez iniciado su camino, este nombre siguió extendiéndose por el mundo, tanto en la geografía como en la onomástica. Así existen ciudades y pueblos y ríos y montes y valles con el nombre de Los Ángeles en España, en Perú, en Filipinas, en México, en Puerto Rico, en Costa Rica, en Colombia, además de la relumbrante ciudad de Estados Unidos. Y formó parte en la composición de nombres tanto de mujer como de hombre: María de los Ángeles, Isabel de los Ángeles, Felipa de los Ángeles, Mariana de los Ángeles, Martina de los Ángeles, Juan de los Ángeles, Mateo de los Ángeles... tras todos estos nombres hay grandes personajes que han merecido el honor de las enciclopedias. Y no bajo esta forma, sino bajo la forma de Ángela hay varias santas en el cielo; y en la mitología griega, es éste uno de los sobrenombres de Diana y de la también diosa lunar Hécate, y el nombre de una de las hijas de Júpiter y Juno, responsable de que los europeos sean tan blancos, porque les dio los cosméticos que le había sustraído a su madre. Y en la forma de "La Hermosa Angélica" tenemos a la heroína del Orlando Furioso, de Ariosto. Como no podía ser menos, la mujer se ha apropiado de este excelso nombre de los ángeles y lo ha enaltecido mucho, mucho más.
¡Felicidades!
DULZURA DE LOS ÁNGELES
(de la liturgia bizantina)
Dulzura de los ángeles, alegría de los afligidos,
abogada de los cristianos, Virgen madre del Señor,
protégeme y sálvame de los sufrimientos eternos.
María, purísimo incensario de oro,
que ha contenido a la Trinidad excelsa;
en ti se ha complacido el Padre, ha habitado el Hijo, y
el Espíritu Santo, que cubriéndote con su sombra,
Virgen, te ha hecho madre de Dios.
Nosotros nos alegramos en ti, Theotókos;
tú eres nuestra defensa ante Dios.
Extiende tu mano invencible y aplasta a nuestros enemigos.
Manda a tus siervos el socorro del cielo.
Desde El Canyamelar de Valencia, José Ángel CRESPO FLOR
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Jueves de la semana 17 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
En el mundo hay bien y mal, y el misterio del amor de Dios puede rehacer las cosas, como el barro se recompone en manos del alfarero
“En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: -«El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?» Ellos les contestaron: -«Sí.» Él les dijo: -«Ya veis, un escriba que entiende el reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.» Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí” (Mateo 13,47-53).
1. Es la última parábola de la serie. No nos habla del trabajo del campo, sino de la pesca en el lago.
-“Se parece también el reino de Dios a la red que echan en el mar”... Jesús, hablas a marineros de sus faenas de pesca. Ayúdanos, Señor, a estar también cerca de la vida de cada día, para saber expresar las maravillas de la fe con las mismas palabras y experiencias de aquellos con los que quisiéramos compartirla. La "red que se echa en el mar" era, para ti, Jesús, reveladora del misterio del Reino... Los objetos familiares de tu época, eran, para ti transparentes, portadores de significaciones profundas. Yo también podría hacer oración partiendo de los "objetos familiares" que utilizo: el reino de Dios se parece a...
-“Y recoge toda clase de peces...” Buenos y malos juntos. Útiles e inútiles. Lo mismo que en la parábola de la cizaña y el trigo mezclados. Tú te propones decirnos, Señor, que dejas a los hombres todos, "un tiempo para convertirse". Una red sacada del mar, con todas las suciedades que contiene, no es nada hermoso. Así en el Reino, por ahora.
-“Cuando está llena, los pescadores la arrastran a la orilla, se sientan, recogen los buenos en cestos y tiran los malos”. ¿Quién soy yo, con mi mirada parcial, mi perspectiva concreta, sin visión de conjunto, para hacer este discernimiento? Esta selección definitiva es asunto de Dios, no nuestro.
-“Lo mismo sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos”... Sí, un día tendrá lugar esta gran selección. Ahora es el tiempo de la paciencia de Dios. En tu mente, Jesús, el Reino es una realidad que va creciendo en el tiempo, que se purifica poco a poco. Dejas que los hombres caminen lentamente, hasta el día en que la gran red divina será del todo limpia. Visión realista de la Historia. Visión optimista a fin de cuentas. Pero visión seria, sin embargo, y que contiene una advertencia.
-“Y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y el apretar de dientes”. Tu bondad, Señor, no es debilidad ni dejadez. No tenemos derecho a suprimir esas frases terribles del evangelio... incluso si conviene no tomarlas en su sentido material. Ciertamente significan algo, y Mateo las cita seis veces (8,12; 13,42; 13,50; 22,13; 24,51; 25,50). Como el resto de la parábola, son símbolos, imágenes muy evocadoras. Mediante este rigor, Jesús quiere despertar nuestras conciencias. No hay ningún sadismo en esto, ni ninguna venganza, es el amor de una persona clarividente que quiere hacernos comprender la gravedad de lo que está en juego. Cuando el cirujano introduce el bisturí en una inflamación purulenta, no es cruel, quiere salvar al enfermo. Haz, Señor, que yo trabaje en esa salvación (Noel Quesson).
Con las parábolas del tesoro escondido y de la perla que leímos ayer, Jesús presenta el valor supremo del Reino de los Cielos y la actitud del hombre para alcanzarlo. La de la de hoy con la red barredera tiene también relación con la parábola de los invitados a bodas (22,1-14) donde se invita a todos, “malos y buenos” y se dice que hay que ser no solo “llamado” sino también “elegido”, es decir digno. Aquí tenemos una explicación de las anteriores parábolas del Reino: es un reino interior a la persona, y al mismo tiempo forma un pueblo que es la Iglesia, donde las cosas antiguas (ley de Moisés) pasan al nuevo Israel (Jesús, y la nueva Ley), donde Cristo “siempre es nuevo, porque siempre renueva la mente, y nunca se hace viejo, porque no se marchitará jamás” (S. Bernardo; Biblia de Navarra).
Jesús compara su Reino -por tanto, su Iglesia- a una red que los pescadores recogen con peces buenos y malos, y la llevan a la orilla tal como está, sin preocuparse, de momento, de separarlos. Eso ya vendrá después, cuando llegue la hora de separar los buenos y los malos, el día de la selección, al igual que el día de la siega para separar la cizaña y el trigo.
La Iglesia, no nos engañemos, tiene santos y pecadores. Tú mismo, Jesús tratas con los pecadores, les diriges tu palabra, les das tiempo, les invitas, no les obligas a la conversión o a seguirle. También ahora en tu Iglesia coexisten trigo y cizaña, peces buenos y malos. Es una comunidad universal. Te esfuerzas por decirnos que, si alguna oveja se descarría, hay que intentar recuperarla, y, cuando vuelve, la alegría de Dios es inmensa cuando logra reconducirla al redil. Y que no has venido para los justos, sino para los pecadores. Como el médico está para los enfermos, y no para los sanos. ¿Cuál es nuestra actitud ante las personas que nos parecen débiles y pecadoras?, ¿ante la situación de un mundo desorientado?, ¿confiamos en que pueden luchar y mejorar, o somos intransigentes con las personas? Claro que tenemos que luchar contra el mal. Pero sin imitar la presunción de los fariseos, que se tenían por los perfectos, y parecían querer excluir a todos los imperfectos o pecadores. Jesús, tú tienes otro estilo y otro ritmo (J. Aldazábal).
2. Jeremías (18,1-6) sigue contándonos su vocación: -“Palabra que fue dirigida a Jeremías, de parte del Señor: «¡Levántate! Baja donde el alfarero: que allí mismo te haré oír mis palabras...»” Mira como trabaja la gente... Reflexiona sobre su simbolismo... Dios puede hablarnos, como a él, a través de la taquimecanógrafa, el metalúrgico, el labriego, el alfarero, el agente de policía, el albañil, etc.
Los profetas saben escuchar la voz de Dios en los signos, ¿sabemos vivir con los símbolos, humildes signos hechos para nosotros?
-“Bajé a la alfarería y he aquí que el alfarero estaba haciendo un trabajo al torno. Cuando el vaso que estaba haciendo se estropeó, como suele suceder... volvió a empezar otro vaso, según es costumbre entre los alfareros”.
Es una experiencia de fracaso, de rehacer el trabajo. Si la arcilla está muy húmeda no aguanta, si demasiado seca se resiste a la presión de las manos que quieren modelarla.
La gracia de la «parábola» consiste en tomar este sencillo hecho para darle un sentido nuevo: así actúa Dios con nosotros. No le desanimamos nunca. Prueba otra cosa, vuelve a “rehacernos” como al barro. ¿Sabemos nosotros esforzarnos continuamente de nuevo?: -“¿No puedo hacer yo con vosotros, casa de Israel, lo mismo que este alfarero?” Puede entenderse como que Dios realizará su proyecto de todos modos pero con otros pueblos, si le fallamos los suyos. Jesús dirá cosas en este sentido. Pero hay otro sentido más íntimo en la imagen:
-“Como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano”. Lo cierto es que «estoy en manos de Dios»... Dios quiere hacer algo de mí... si me dejo modelar, hará algo bueno de mí. Esta imagen del alfarero nos da mucha paz, y ya sale en el relato más antiguo de la creación, que Dios Dios formaba a Adán con barro y va atendiendo las necesidades del hombre, dándole alguien igual que él, la mujer. Isaías comenta nuestra dependencia con respecto al creador, como el vaso de ebarro depende de su artífice. San Pablo dirá también: «¿no es el alfarero dueño de su arcilla?» (Romanos 9,21).
Señor, ¿acepto libremente estar «en tus manos»? Modélame según tu agrado. Concédeme ser cada día más dócil a los impulsos de tus dedos divinos. Termina en mí tu creación (Noel Quesson).
3. Quiero acabar mi oración, Señor, con el canto de alabanza del salmo de hoy: “Alaba, alma mía, al Señor: / alabaré al Señor mientras viva, / tañeré para mi Dios mientras exista”. Porque el tiempo que me das, Señor, es un don para vivir el perdón y el agradecimiento, y quiero aprovecharlo así: dándote gracias.
Lo demás es muy pobre, no merece la pena: “No confiéis en los príncipes, / seres de polvo que no pueden salvar; / exhalan el espíritu y vuelven al polvo, / ese día perecen sus planes.”
En cambio, dejarme moldear por ti es maravilloso. “Señor, ayúdame a serte fiel y dócil, “sicut lutum in manu figuli —como el barro en las manos del alfarero. —Y así no viviré yo, sino que en mí vivirás y obrarás Tú, Amor” (San Josemaría): “Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob, / el que espera en el Señor, su Dios, / que hizo el cielo y la tierra, / el mar y cuanto hay en él”.
Llucià Pou Sabaté

Miércoles de la semana 17 de tiempo ordinario

Miércoles de la semana 17 de tiempo ordinario


Meditaciones de la semana
en Word y en PDB

El Reino de Dios es como un tesoro escondido, una perla preciosa, por los que vale la pena dejarlo todo

El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo que, al encontrarlo un hombre, vuelve a esconderlo y, por la alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel. También es semejante el Reino de los Cielos a un mercader que anda buscando perlas finas, y que, al encontrar una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra” (Mateo 13,44–46).

1. -Jesús hablaba en parábolas... Jesús hablaba en "imágenes", como todos los narradores de oriente. Jesús no hablaba de modo abstracto: más que "ideas", lanzaba "sugerencias"... usaba palabras, símbolos, términos evocadores, que cada uno podía comprender, y que resonaban hasta el infinito. No son razonamientos lógicos ni pensamientos rigurosos, lo que hay que buscar ante todo en las parábolas, sino "a la persona misma de Jesús que nos las cuenta", que las ha inventado para nosotros. Las parábolas han salido de su corazón.

–“El reino de Dios se parece a un tesoro”... Un tesoro. Sí. Un tesoro. No hay nadie en la tierra que no pueda entender; si bien cada uno lo entienda a su manera. Un tesoro es, para todos, algo deseable, algo codiciable.

–“Un tesoro escondido en un campo”... Introducido, escondido. En Palestina, en tiempos de Jesús no abundaban los Bancos o las cajas-fuertes para poner en seguridad los pequeños ahorros de una familia: se enterraban las monedas en algún lugar secreto; y solía pasar que el propietario del tesoro moría sin haber confiado a nadie el lugar del escondite.

–“La persona que lo encuentra, lo vuelve a esconder”... Vuelve a esconder el tesoro. Se cerciora de que no le han visto: ¿qué pasará?

–“Y de la alegría, va a vender todo lo que tiene”... He aquí a lo que Jesús quería llegar: A la alegría... Al desprendimiento total y gozoso, para el Reino. ¡No es la única vez que hablas de "alegría", Jesús! Estás contento, y nos invitas a participar de tu alegría. Me gustaría oírte y verte, Jesús, para ver el tono de tu voz, la expresión de tu rostro. Contemplar tu alegría. Tú que vivías tan íntimamente en el Reino, "vivías en la alegría". Y propones la alegría a los que descubren el Reino. ¡Vender todo lo que poseo! Me gusta contemplar tu radicalidad. ¡No te gustan los términos medios! ¡Lo das todo!

La persona que descubre el Reino de Dios, en Jesús y en su Palabra, se siente conmovido por esta experiencia. La ve como una verdadera fortuna por la cual es necesario darlo todo. Si seguir a Jesús se nos antoja un sacrificio muy grande es que igual todavía no hemos descubierto el verdadero valor del Reino. Hay muchos cristianos para los que serlo viene a ser como una especie de enorme carga que llevan pegada a la espalda. Para ellos ser cristiano no es motivo de gozo. Posiblemente todavía no han abierto el cofre del tesoro, ni han quitado el polvo que cubre la belleza sin límite de la perla.

El que encuentra un tesoro escondido bajo tierra y la del comerciante que, entre las perlas, descubre una particularmente preciosa, son dos parábolas más sobre el Reino. Los dos venden cuanto tienen, para asegurarse la posesión de lo que sólo ellos saben que vale tanto. Hoy, Jesús, podías hablar de invertir en bolsa al saber qué acciones van a subir, o el de un coleccionista que descubre por casualidad un cuadro o una partitura o una moneda de gran valor. Y no digamos, un pozo de petróleo. Es una sabiduría rara -la verdadera sabiduría- la de descubrir cuáles son los valores auténticos en esta vida, y cuáles, no, a pesar de que brillen más o parezcan más atrayentes. ¿Qué es más importante: el dinero, la salud, el éxito, la fuerza, el gozo inmediato?; ¿o la felicidad, el amor verdadero, la cultura, la tranquilidad de conciencia? Pero todavía es más necesaria la verdadera sabiduría cuando se trata de descubrir cuáles son los valores del Reino de Dios, cuáles sus planes sobre nosotros, los que nos conducen a la verdadera felicidad. Muchos tenemos la suerte de poder agradecer a Dios el don de la fe, o de haber descubierto en una determinada vocación el camino que Dios nos muestra, y hay quien siente haberse encontrado con Cristo Jesús, como Pablo cerca de Damasco, o como Mateo cuando estaba sentado a su mesa de impuestos, o como los pescadores del lago que oyeron la invitación de Jesús. Y lo han dejado todo y han encontrado la alegría y el pleno sentido de sus vidas. En la vida religiosa. O en el ministerio sacerdotal. O en una vida cristiana comprometida y vivida con coherencia, para bien de los demás, en la familia cristiana. Es una buena inversión. Aunque no sea aplaudida por este mundo ni cotice en la Bolsa (J. Aldazábal).

El tesoro significa la abundancia de dones, la perla la belleza del Reino… Dios “nunca falta de ayudar a quien por Él se determina a dejarlo todo” (Santa Teresa de Jesús). La vida del Reino en seguimiento de Cristo es ardua, pero el fruto merece la pena. “El tesoro ha estado escondido porque debía ser también comprado en el campo. En efecto, por el tesoro escondido en el campo se entiende Cristo encarnado, que se encuentra gratuitamente (…) Pero no hay otro modo de utilizar y poseer ese tesoro con el campo, si no es pagando, y que no se pueden poseer las riquezas celestiales sin sacrificar el mundo” (S. Hilario de Poitiers).

La alegría del Evangelio es propia de aquel que, habiendo encontrado la plenitud de la vida, se ve libre, sin ataduras, desenvuelto, sin temores, sin trabas. Ahora bien, ¿creéis, acaso, que quien ha encontrado la perla preciosa va a ponerse a despreciar todas las demás? ¡Ni mucho menos! El que ha encontrado la perla preciosa se hace capaz de colocar todas las demás en una escala justa de valores, de relativizarlas, de juzgarlas en relación con la perla más hermosa. Y lo hace con extrema simplicidad, porque, al tener como piedra de comparación la perla preciosa, sabe comprender mejor el valor de todas las demás. El que ha encontrado el tesoro no desprecia lo demás, no teme entrar en tratos con los que tienen otros tesoros, puesto que él está ahora en condiciones de atribuir a cada cosa su valor exacto (Carlo M. Martini).

"Pero ¡esto es una locura!"... debieron decir todos los que le vieron que vendía sus bienes. –“Y compró aquel campo”. No, no estaba loco. Los demás eran ignorantes. Lejos de ser una pérdida fue una total ganancia para él.

El que encuentra accidentalmente un tesoro nos puede hacer ver los que “tropiezan” con Jesús y su Palabra y descubren su valor. A estas personas las sobrecoge la alegría porque no esperaban nada, sin embargo, Dios les ha salido al encuentro. Su existencia a partir de ese momento estará iluminada por una nueva luz.

–“Se parece también el reino de Dios a un comerciante que busca perlas finas; al encontrar una perla de gran valor, fue a vender todo lo que tenía y la compró”. El Reino, no es solamente la Alegría, lo deseable, el tesoro... Es también la "belleza", la perfección, la perla fina y no basta dar con ella al azar, cultivando su campo... ¿Es así como te busco yo, Señor, ávidamente? (Noel Quesson).

Otras personas tienen afán de buscar un valor que dé significado a su vida. Descubrirán en Jesús lo que estaban buscando. Su vida será como un camino que los ha conducido al lugar adecuado.

2. Jeremías (15,10.16-21) se ha desanimado, no entiende muchas cosas… -“¡Ay de mí, madre mía, porque me diste a luz, como hombre debatido y discutido por todo el país. Ni les debo ni me deben, pero todos me maldicen!” En su ministerio de profeta esa fue una crisis grave que le obligó a reasumir su vocación purificándola. Por su comprometerse al servicio de Dios se atrae enemigos, él, el manso por excelencia, ha de estar amenazando continuamente.

–“Cuando tus palabras venían a mí, Señor, ¡las devoraba! Tu palabra era mi gozo, la delicia de mi corazón”. Fórmulas de belleza recia y fuerte. Palabras que «vienen»... Una «avidez» que devora... ¿Veo yo "venir" a mí las palabras de Dios? ¿Tengo hambre de ellas?

–“Bajo el peso de tu mano me mantuve apartado... No me senté en el círculo de los que, entre risas, se burlaban...” Los «burlones» son los ricos orgullosos, los supersuficientes, esta categoría que existe en todas las latitudes y en todo tiempo. Pascal llamaba «libertinos» a los que se ríen de todo y no piensan más que en «divertirse». Es una categoría especialmente maldita en la Biblia; una vez más vemos a Jesús como el cumplimiento de toda una tradición... «Ay de vosotros, los que ahora reís...» (Lc 6,25).

–“¿Por qué es perpetuo mi penar y mi herida irremediable, rebelde a la medicina? ¿Has sido para mí como un espejismo, como aguas no verdaderas?” Es lo que dice alguna canción: "Tú la fuente de aguas vivas, ¿cómo eres también la sed que nada apaga?" ¿Serías Tú una fuente engañosa, un agua no potable que daña? Esa protesta puede ser cauce para una fe más verdadera, más purificada. La «noche oscura», para los místicos, es el punto de partida del «encuentro» más perfecto. Esas preguntas siguen abiertas, no podemos cegarlas… Señor, ayúdanos cuando venga esa oscuridad y duda, que esas dificultades se conviertan en oportunidades como un aguijón que nos empuja a seguir buscándote. Es lo que pasa en el corazón del profeta…

“Entonces el Señor habló así: «Si vuelves, y si te hago volver»”. Sólo la conversión a Dios, la confianza ciega en su misterio, pueden poner fin a ese estado de incertidumbre del profeta. Señor, nada puedo sin Ti. Y me dices también que sin mí tampoco Tú puedes nada. Ayúdame, Señor, a poner mi parte con lealtad. Hazme suficientemente flexible para acoger la tuya (Noel Quesson / Maertens-Frisque).

3. Te lo pido con las palabras del Salmo de hoy: “Líbrame de mi enemigo, Dios mío; / protégeme de mis agresores; / líbrame de los malhechores, / sálvame de los hombres sanguinarios”. Como Ester, también noto que cuando muchas veces parece todo perdido, rezando se arregla todo como por milagro…

Mira que me están acechando, / y me acosan los poderosos: / sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, / sin culpa mía, avanzan para acometerme.” Es curioso que no hay que esperar al cielo para que se haga justicia, sino que tú Señor pones un cierto orden ya en la tierra, el tiempo pone las cosas y las personas en su sitio, siento que tu Providencia me acompaña… pero tengo prisa, y por eso insisto: “Estoy velando contigo, fuerza mía, / porque tú, oh Dios, eres mi alcázar; / que tu favor se adelante, oh Dios, / y me haga ver la derrota del enemigo”.

Sobre todo, Señor, dame tu amor para poder vivir de fe: “Pero yo cantaré tu fuerza, / por la mañana aclamaré tu misericordia; / porque has sido mi alcázar / y mi refugio en el peligro. Y tañeré en tu honor, fuerza mía, / porque tú, oh Dios, eres mi alcázar”.

Llucià Pou Sabaté

lunes, 30 de julio de 2012

Martes de la semana 17 de tiempo ordinario

«Entonces, después de despedir a las multitudes, entró en la casa. Y se acercaron sus discípulos y le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. El les respondió: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno. Él enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo; los segadores son los ángeles. Del mismo modo que se retine la cizaña y se quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y apartarán de su Reino a todos los que causan escándalo y obran la maldad, y los arrojarán en el horno del fuego. Allí será el llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. Quien tenga oídos, que oiga.» (Mateo 13, 36-43)

1º. Jesús, qué fácil era para los apóstoles hablar a solas contigo, preguntarte cualquier cosa, aunque filera una tontería.

Tal es la familiaridad que tienen contigo, que no se avergüenzan de reconocer que no entendieron la parábola que acababas de contar: explícanos la parábola.

Por ser cristiano, yo también soy uno de los apóstoles, uno de esos pocos que pueden tener un trato íntimo, personal, contigo.

Jesús, necesito ese trato personal contigo, si quiero ser cristiano, apóstol.

Necesito preguntarte tantas cosas...

Sobre todo, necesito preguntarte una y otra vez: ¿qué quieres que haga por Ti?;

¿en dónde me necesitas?;

¿cómo quieres que haga esto o aquello?;

¿estás contento de cómo aprovecho el tiempo, de cómo sirvo a los demás, de cómo vivo la virtudes cristianas, de cómo trato a tu madre -mi madre- Santa Maria?

Jesús, no puedes ser más claro: «todos los que causan escándalo y obran la maldad» serán arrojados en el «horno de fuego», en el infierno.

El infierno no es un cuento para asustar a los niños, sino una realidad que me debe mover a ser mejor y a hacer más apostolado.

La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad.

Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, «el fuego eterno».

La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira. (CEC.-1035).

2º. «Está claro: el campo es fértil y la simiente es buena; el Señor del campo ha lanzado a voleo la semilla en el momento propicio y con arte consumada; además, ha organizado una vigilancia para proteger la siembra reciente. Si después aparece la cizaña, es porque no ha habido correspondencia, porque los hombres los cristianos especialmente se han dormido, y han permitido que el enemigo se acercara.

Cuando los servidores irresponsables preguntan al Señor por qué ha crecido la cizaña en su campo, la explicación salta a los ojos: ¡ha sido el enemigo! Nosotros, los cristianos que debíamos estar vigilantes, para que las cosas buenas puestas por el Creador en el mundo se desarrollaran al servicio de la verdad y del bien, nos hemos dormido -¡triste pereza ese sueño!-, mientras el enemigo y todos los que le sirven se movían sin cesar Ya veis cómo ha crecido la cizaña: ¡qué siembra tan abundante y en todas partes! (...)

Dentro de todo este campo de Dios, que es la tierra, que es heredad de Cristo, ha brotado cizaña, ¡abundancia de cizaña! No podemos dejarnos engañar por el mito del progreso perenne e irreversible. El progreso rectamente ordenado es bueno, y Dios lo quiere. Pero se pondera más ese otro falso progreso, que ciega los ojos a tanta gente, porque con frecuencia no percibe que la humanidad, en algunos de sus pasos, vuelve atrás y pierde lo que antes había conquistado» (Es Cristo que pasa.-123).

Jesús, la parábola de la cizaña me tiene que ayudar a mantenerme despierto, vigilante, para que la cizaña no penetre en mi vida.

Además, como cristiano, me debo preocupar de que la cizaña no crezca en la sociedad en la que vivo.

Los cristianos no pueden desentenderse del ambiente, las costumbres y las leyes que influyen en la cultura de cada sociedad.

Porque la cultura es el campo en el que crece la semilla, y una cultura materialista llena de cizaña puede ahogar la siembra buena.

Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Tiempo ordinario. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.

domingo, 29 de julio de 2012


Lunes de la semana 17 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
El pecado no limita la fidelidad de Dios, sino que va obrando su misericordia en la historia y abriéndose camino como Jesús muestra en las parábolas del Reino
“En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la gente: -«El reino de los cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas, y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.» Les dijo otra parábola: -«El reino de los cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina, y basta para que todo fermente.» Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas, anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo»” (Mateo 13,31-35).  
1. A la imagen del campo sembrado se añaden hoy las parábolas del granito de mostaza y de la levadura. En el silencio vemos las manos eternas de Dios en plena obra de la redención del mundo. La simiente ha sido echada. Viniste tú, Jesús, el Verbo divino del Padre, y te hiciste semilla fértil en el desolado campo del mundo. La tierra recibió tu cuerpo sacrificado y la semilla de tu sangre rindió el uno por mil. Tu palabra cayó en la esponjosa tierra de los corazones y dio infinitos frutos de sazón. Nosotros nos hallamos en pleno milagro de este crecimiento. La Iglesia de los mártires, la abundancia y variedad de la vida de la gracia en tantos cristianos… tantas pequeñas simientes una tal plenitud de vida.
Jesús, veo tu cuerpo místico, la Iglesia; hace crecer en ramas sin número el árbol del reino de Dios en la tierra. Poco a poco y en silencio, la Iglesia de Cristo crece, crece la obra de la redención, crece el reino de los redimidos; como también, poco a poco, va creciendo la semilla, y en silencio echa un brote, y éste crece. Exclamamos: ¡Cuán grande se ha hecho! Y lo mismo sucede cuando se mezcla la levadura entre la masa de la blanca harina: va expansionándose poco a poco, hasta que por fin la fermenta toda y la masa del pan ya está lista. Así también obran en el mundo la palabra redentora y la fuerza santificante de Cristo. Despacio y en silencio hacen las veces de una levadura. ¿Qué podemos nosotros hacer para que crezca la Iglesia, para que crezca el bien?
"Que siempre suspiremos por aquello por lo cual en verdad vivimos" (Poscomunión), esto es, que nos abramos a la operación misteriosa de Dios. Que no queramos hacer nada solos o por nuestras propias fuerzas. Vaca Deo et videbis! (Sal 45, 11), "¡tómate tiempo, está libre para Dios, y verás!" Verás y admirarás la gloria de su obra y su crecer silencioso en los suyos (Emiliana Löhr).
-“Siendo la más pequeña de las semillas, cuando crece, sale por encima de las hortalizas y se hace un árbol, hasta el punto que vienen los pájaros a anidar en sus ramas”. Para el crecimiento, la ley de la paciencia es la ley esencial de la vida. ¿Por qué, Señor, el mundo parece tan alejado de tu Reino? ¿No podrías hacer algo más? ¿Por qué permaneces oculto? La levadura es pequeña, pero llega a hacer algo grande. Yo quisiera, Señor, aprender el valor de las cosas pequeñas, lo que no se ve, lo débil en apariencia… El amor será la levadura que, lentamente, invisiblemente, fermenta toda la masa (Noel Quesson).
Dios parece elegir lo pequeño e insignificante, pero luego resulta que, a partir de esa semilla, llega a realizar cosas grandes. La levadura también es pequeña, pero puede hacer fermentar toda una masa de harina y permite elaborar un pan sabroso. Es el estilo de Dios. No irrumpe espectacularmente en el mundo, sino a modo de una semilla que brota y germina silenciosamente y se convierte en planta. Como la levadura, que, también silenciosamente, transforma la masa de harina. Esta manera de actuar de Dios, a partir de las cosas sencillas, se ha visto sobre todo con Jesús. Se encarnó en un pueblo pequeño (a su lado había otros como Egipto, Grecia y Roma), y se valió de personas sin gran cultura ni prestigio (no recurrió a los sumos sacerdotes o doctores de la ley). Pero el Reino que él sembró, a pesar de que fue rechazado por los dirigentes de su tiempo, se ha convertido en un árbol inmenso, que abarca toda la tierra, transformando la sociedad y produciendo frutos admirables de salvación. También en nuestros días tenemos la experiencia de cómo sigue obrando Dios. Con personas que parecen insignificantes. Con medios desproporcionados.Con métodos nada solemnes ni milagrosos, pero eficaces por su fuerza interior. Y suceden maravillas, porque lo decisivo no son los medios y las técnicas humanas, sino Dios, con su Espíritu, quien da fuerza a esa semilla o a esos gramos de levadura. La Eucaristía que celebramos es algo muy sencillo. Unos cristianos que nos reunimos, que escuchamos lo que Dios nos quiere decir, y realizamos ese gesto tan sencillo y profundo como es comer pan y beber vino juntos, que el mismo Jesús nos ha dicho que son su Cuerpo y Sangre. Pero esa Eucaristía es como el fermento o el grano que luego fructifica -debería fructificar- durante la jornada, transformando nuestras actitudes y nuestro trabajo. Tal vez nos gustarían más las cosas espectaculares. Pero «el Reino está dentro» (Lc l 7,20), y no fuera. Y, si le dejamos, produce abundante fruto y transforma todo lo que toca. Como es increíble lo que puede producir un granito pequeño sembrado en tierra, es increíble y esperanzador lo que puede hacer la semilla del Reino -la Palabra de Dios, la Eucaristía- en nuestra vida y en la de los demás, si somos buen fermento y semilla dentro del mundo (J. Aldazábal).
2. El profeta Jeremías (13,1-11) escucha de Dios: -“Vete a comprar una faja de lino y póntela a la cintura... toma la faja que has comprado, levántate, vete al Eúfrates, y escóndela en una grieta de la peña...” Vemos que lo mismo que embellece su atuendo con una faja nueva que se ciñe a la cintura, de igual modo Yahvé se embellece con Israel. Este pueblo era para Dios un verdadero ornamento colocado directamente sobre su piel: tan íntimas eran sus relaciones.
-“Pasaron muchos días cuando el Señor me dijo: «Levántate, vete al Eúfrates y recoge allí la faja que te mandé que escondieras... Fui allí, y he ahí que se había echado a perder, la faja no valía para nada”. Israel se ha desligado de Yahvé con la misma facilidad con que se desprende uno del cinturón; y así como el cinturón del profeta se ha podrido en contacto con la humedad del Eúfrates, así Israel quedará reducido a la más absoluta inutilidad (Maertens-Frisque).
Dejando aparte si el nombre del río fue un símbolo o fue el profeta al río Fara, cercano a su pueblo natal, que evocaría el Eúfrates, donde fueron deportados (Babilonia y Asur).
-“Del mismo modo echaré a perder la mucha soberbia de Jerusalén. Ese pueblo malvado que rehúsa «oír» mis palabras, que camina según la dureza de su corazón y que va en pos de otros dioses para servirles...” Vemos aquí que hemos de "escuchar" a Dios.
¿Soy un hombre que escucha la Palabra de Dios... en la Escritura, y en la vida corriente? ¿Tengo también un corazón endurecido, que va en pos de los ídolos de nuestro tiempo, que se hace esclavo de toda clase de cosas? En ese caso no "valgo nada" para Dios (Noel Quesson). "Si la sal se vuelve insípida, dirá Jesús, no vale nada. Se tira y se pisotea" (Mateo 5,13).
-“Como una faja... de tal modo hice apegarse a mí toda la casa de Judá...”
3. El responsorio, tomado de Deuteronomio 32, lamenta que sin  Dios no somos nada: “Despreciaste a la Roca que te engendró, / y olvidaste al Dios que te dio a luz. / Lo vio el Señor, e irritado / rechazó a sus hijos e hijas”. En realidad Dios no rechaza a nadie, pero ellos lo pensaban al modo humano. Quizá se puede decir que el infiel no abre el corazón a Dios que quiere darle lo mejor, pero la puerta se abre desde nuestro corazón, y en este sentido sigue:
Pensando: "Les esconderé mi rostro / y veré en qué acaban, / porque son una generación depravada, / unos hijos desleales."
"Ellos me han dado celos con un dios ilusorio, / me han irritado con ídolos vacíos; / pues yo les daré celos con un pueblo ilusorio, / los irritaré con una nación fatua."”
Todo esto hemos de completarlo con la fidelidad de Dios, que nos ama aunque no respondamos a su amor, y va buscando el modo de que volvamos al Amor. Madre mía, Santa María, ruega por nosotros, para que volvamos a Jesús cuando nos des-pistamos, que si hemos perdido la pista, contigo la recuperemos.
Llucià Pou Sabaté

sábado, 28 de julio de 2012


Domingo de la semana 17 de tiempo ordinario; ciclo B

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
Jesús nos da de su vida para que seamos generosos y nos pide que le ayudemos a dar de comer a los demás.
«Jesús, al levantar la mirada y ver que venía hacia él una gran muchedumbre, dijo a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para que coman éstos? Lo decía para probarle, pues él sabía lo que iba a hacer. Felipe respondió: Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno coma un poco. Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces: pero, ¿qué es esto para tantos? Jesús dijo: Haced sentar a la gente. En aquel lugar había mucha hierba. Se sentaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil Jesús tomó los panes y, habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban sentados, e igualmente les dio de los peces cuanto quisieron. Cuando se saciaron, dijo a sus discípulos: Recoged los trozos que han sobrado para que nada se pierda. Entonces los recogieron y llenaron doce cestos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido.» (Juan  6, 5-13)
El Evangelio nos cuenta que muchos van con Jesús, como de campamento, por la montaña al lado del lago, y ve que tienen hambre y “dijo a Felipe: -¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?” Hay  crisis, miles de hambrientos y Jesús no les quiere hablar con el estómago vacío… y no se pueden alimentar con el aire del cielo… “(lo decía para tantearlo, pues bien sabía Él lo que iba a hacer). Felipe le contestó: -Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo”. Pero ya están acostumbrados a trabajar con Jesús, a improvisar, y “uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo: -Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces, pero, ¿qué es eso para tantos?” Siempre hay alguien que provoca el milagro, alguien generoso, que no esconde lo suyo. Jesús, pienso que un ingrediente de este milagro es la generosidad del joven, gracias a él tú hiciste la multiplicación de panes y peces: y se sentaron y comieron. Y sobró…
Querría entrar en este clima de generosidad… Cuenta una antigua leyenda china, que un discípulo preguntó al Maestro: "¿Cuál es la diferencia entre el cielo y el infierno?". El Maestro le respondió: "Es muy pequeña, sin embargo tiene grandes consecuencias. Ven, te mostraré una imagen de cómo es el infierno". Entraron en una habitación donde un grupo de personas estaba sentado alrededor de un gran recipiente con arroz, todos estaban hambrientos y desesperados, cada uno tenía una cuchara tomada fijamente desde su extremo, que llegaba hasta la olla. Pero cada cuchara tenía un mango tan largo que no podían llevársela a la boca. La desesperación y el sufrimiento eran terribles. “Ven, dijo el Maestro después de un rato, ahora te mostraré una imagen de cómo es el cielo”. Entraron en otra habitación, también con una olla de arroz, otro grupo de gente, las mismas cucharas largas... pero, allí, todos estaban felices y alimentados. "¿Por qué están tan felices aquí, mientras son desgraciados en la otra habitación, si todo es lo mismo?” y le dijo el acompañante: “Mira: como las cucharas tienen el mango muy largo, no pueden llevar la comida a su propia boca, así que la llevan a la boca de los otros. En una de las habitaciones están todos desesperados en su egoísmo, y en la otra han aprendido a ayudarse unos a otros”.
Con el tiempo he observado la profundidad de la historia, pues no tenemos un "aparato" para ser felices por nosotros mismos(nuestros "palillos" son demasiado largos) y tantas formas equivocadas de búsqueda de la felicidad nos dejan insatisfechos (placer, dominio, etc.), podemos decir que el bienestar físico o de los bienes de riqueza no es la capa más profunda de felicidad, sino que por encima de ello está lo afectivo-espiritual, que es donde hemos de buscar la felicidad profunda: allí la inteligencia y el amor con su libertad nos muestra que tenemos unos medios para realizarnos, que es hacer felices a los demás, con la capacidad de hacer el bien. Mediante los actos buenos, nos hacemos buenos, y como "de rebote" somos felices, dando amor lo recibimos, según aquello de que "hay más alegría en dar que en recibir" que san Juan de la Cruz explica así: "pon amor donde no hay amor y sacarás amor". Si me doy, recibo. La vida es como el eco de la montaña, me da aquello que doy, o mejor aunque no reciba, ya tengo lo que buscaba: “hay más alegría en dar que en recibir”, nos dice el Evangelio.
2. El libro de los Reyes nos cuenta que Eliseo dijo a su criado que repartieran a la gente los panes que habían traído, para que comieran. “El criado le respondió: -¿Qué hago yo con esto para cien personas?” Eliseo insistió: -“Dáselos a la gente para que coman. Porque esto dice el Señor: «Comerán y sobrará.» El criado se los sirvió a la gente; comieron y sobró, como había dicho el Señor”. Eliseo había sentido que Dios le pedía continuar con el poder del profeta Elías, y aquí vemos el “traspaso de poderes”: al recoger el manto de su maestro, recoge el relevo, y con la multiplicación de los panes, su "poder de hacer milagros”, a semejanza del Evangelio de hoy. Para que pueda cumplirse el milagro, hay un hombre que le hace un don de panes y de grano recién recogido que ofrece a Dios. La Iglesia necesita nuestra colaboración para ayudar a tantas necesidades en el mundo, en primer lugar a los que tienen hambre. ¿Qué nos pide Dios a nosotros? ¿A qué nos sentimos predispuestos?
El Salmo nos dice: “Abres Tú la mano, Señor, y sacias de favores a todo viviente. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles… Tú les das la comida a su tiempo”. Pero, ¿cómo podemos dar gracias y bendecir a Dios? Siendo generosos. ¿Y qué es generosidad? Cuenta Tagore la historia de un mendigo que iba de puerta en puerta y un día vio aparecer a lo lejos del camino, acercándose, la carroza de un Rey... “Y yo me preguntaba, maravillado, quién sería aquel Rey de reyes. Mis esperanzas volaron hasta el cielo, y pensé que mis días malos habían acabado. La carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida me había llegado al fin. Y de pronto tú me tendiste tu diestra diciéndome: ¿Puedes darme alguna cosa? ¡Ah, qué ocurrencia la de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo! Yo estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego saqué despacio de mi saco un granito de trigo, y te lo di. Lo guardaste agradecido en tu mano y te retiraste… te vi alejarte… ¿Quién sería aquel rey de reyes? Pero qué sorpresa la mía cuando, al vaciar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un granito de oro en la miseria del montón. ¡Qué amargamente lloré  no haber tenido corazón para darle todo!
Algunos dicen: “ande yo caliente y ríase la gente”, basta no mirar cuando en la tele ponen que en algún sitio mueren de hambre. Pero sabemos que el egoísta es un ser solitario, amargado como Dudley, el mimado primo de Harry Potter. Generosidad es escuchar al amigo que quiere abrir su corazón, es hacer las paces enseguida cuando nos hemos peleado, es salir de uno mismo, dejar de estar “en-si-mismado” (metido en sí mismo) y pasar a estar “en-tu-siasmado”, volcado hacia el tú de los demás, descubrir que en el mundo hay algo más que el “yo-mi-me-conmigo”, que hay otros: se llaman “personas”, “los demás”, y salir de uno mismo es ser feliz, basta para ello pensar en los demás. No mirarse tanto al espejo, sino descubrir que lo importante de la vida no es lo que me gusta a mí sino servir a los demás en la amistad, el amor. “Cuando das sin esperar hay un rayo de sol”, dice la canción, “hay luz en tu corazón”. Eso que no puede comprarse en ningún centro comercial, pero que es la esencia de la vida, lo que de verdad ilumina el mundo. Quizá aparentemente “no sirve de nada”, pero cuando falta no queda nada que sirva.
Generosidad es ser comprensivo; sonreír y hacer la vida agradable a los demás, aunque tengamos un mal día o esa persona nos resulte antipática; adelantarse en los pequeños servicios. Nunca te creas más importante que otra persona, pero nunca te creas menos importante que otra persona. Para quien es generoso no hay nadie arriba ni abajo, a todos podemos servir. Es aceptar a los otros como son, no como nos gustaría que fueran: es no intentar cambiar a los demás, simplemente porque son diferentes o no nos gustan algunas cosas de ellos.
Generosidad es comunicar la alegría de la fe; más que con palabras es con el ejemplo como se transmite la fe; cuando está vivida: hablando bien de todos, escuchando atentamente, visión positiva, y haciendo favores. Qué bonito es oír a un compañero que nos dice: “gracias, por ti aprobé las matemáticas”, “sé jugar al tenis porque me has enseñado”... Es facilitar la amistad a quien le cuesta coger confianza, y acercarse cuando vemos que nos necesita. Sobre todo, cuando tratamos a los demás viendo a Jesús en ellos, oyendo cómo el Señor nos dice “lo que hacéis con estos lo hacéis conmigo”. La generosidad lleva así al mejor de los sacrificios, que es la misericordia, sentir que aquel que lo pasa mal podría ser yo, y tratarle como me gustaría que me trataran a mí. Así nos pasará como decía Tagore: “dormía y soñaba que la vida era alegría. Desperté y vi que la vida era servicio. Y al servir comprobé que el servicio era alegría”. Este es el "alimento" de vida del que habla el salmo, generosamente dado a todos los vivientes, el "pan de cada día" que pedimos al Padre, y para ello tenemos la fuerza del "pan de vida" misterioso que se nos da en la Eucaristía.
3. San Pablo les dice a los Efesios que anden “como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos; sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu, con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la meta de la esperanza en la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todos, que lo trasciende todo y lo penetra todo, y lo invade todo. Bendito sea por los siglos de los siglos”. No basta que seamos hijos de Dios, hemos de alimentarnos con los sacramentos, como con la poción mágica de Asterix, para tener fuerza y portarnos bien, mejorar día a día en las cosas que nos cuestan para ser mejores…
   Llucià Pou Sabaté



viernes, 27 de julio de 2012


Sábado de la semana 16 de tiempo ordinario

Meditaciones de la semana
en Word y en PDB
Junto al trigo, hay cizaña, en el mundo y nuestro corazón, pero con la paciencia y acogiendo el amor de Dios, daremos buen fruto
«Les propuso otra parábola: El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras dormían los hombres, vino su enemigo, sembró cizaña en medio del trigo, y se fue. Cuando brotó la hierba y echó espiga, entonces apareció también la cizaña. Los siervos del amo acudieron a decirle: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña? El les dijo: Algún enemigo lo hizo. Le respondieron los siervos: ¿Quieres que vayamos y la arranquemos? Pero él les respondió: No, no sea que, al arrancar la cizaña, arranquéis junto con ella el trigo. Dejad que crezcan ambas hasta la siega. Y al tiempo de la siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla; el trigo, en cambio, almacenadlo en mi granero» (Mateo 13, 24-30).
1. Salió el sembrador a sembrar…” Parece retratarse con esta parábola –actual hoy como nunca– a la perfección la actitud de bastantes en nuestro tiempo, que la simiente de amor que trajo Jesús a la tierra caiga en el camino, o se lo coman los pájaros, o quede ahogado por el egoísmo o el miedo...
La impaciencia de los hombres es la que nos pierde: -Los obreros agrícolas proponen al propietario arrancar la cizaña. No, les responde: "Dejad crecer juntos la cizaña y el trigo... por si acaso al escardar la cizaña arrancáis con ella el trigo. Dios se ha reservado el "juicio" para el final de los tiempos: hasta la siega. Mientras tanto ¡los hombres no tenemos derecho a juzgar! Sí, es verdad, nos cuesta admitir el estado actual del mundo: tenemos constantemente la tentación de restaurar el orden en el mundo antes del tiempo fijado por Dios.
Jesús, veo como dices que en el mundo hay trigo y cizaña. Por desgracia, a veces tomamos como normal lo que no es, desde el crimen del aborto a otras muchas visiones de la educación distorsionada por la falta de libertad de unas modas que no dan paz, tirar por la borda tanta cosa buena de la tradición de siglos… Critica Isaías: “se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y han cerrado sus ojos; no sea que vean con los ojos, y oigan con los oídos, y entiendan con el corazón y se conviertan”. Dejarse seducir por el poder o la riqueza impide que germine la palabra, hace incapaz para ver a los demás. No da igual si no me ocupo de unos padres mayores, si atiendo bien el trabajo, si me ocupo de ser solidario con los que puedo ayudar…cuando hacemos el bien nos hacemos buenos, y somos felices.
Hoy se extiende la idea de que el egoísmo no es malo, que es una opción, que la libertad es hacer lo que quiera. Sí, pero es una pobre libertad esclava del egoísmo, y lleva a la tristeza. Y según como sea nuestro corazón podremos o no acoger la simiente divina y dar fruto. Queremos controlar, y al no poder tenemos miedo al sufrimiento, a darnos, nos vienen ganas de reservarnos y de reservar dinero y cosas, queremos una hegemonía sobre los demás. Es como si quisiéramos ser dioses, en lugar de fiarnos de Dios.
Jesús, quiero entrar en tu lógica de amor, pues no hay cosa más bonita, arte más grande, que colaborar en esta siembra divina: “No perdamos nunca de vista que no hay fruto, si antes no hay siembra: es preciso -por tanto- esparcir generosamente la Palabra de Dios, hacer que los hombres conozcan a Cristo y que, conociéndole, tengan hambre de él. El labriego sabe esperar meses tras meses hasta ver despuntar la simiente, hasta la recolección” (S. Josemaría Escrivá). Y es esta paciencia la que nos impulsa a ser comprensivos con los demás, persuadidos de que las almas, como el buen vino, se mejoran con el tiempo. Hemos de ayudar a cada alma pero sin forzarla, respetando su libertad, pues cada uno es dueño de su destino. En cualquier caso, no somos la simiente sino el brazo que se convierte en instrumento del Sembrador, como decía  S. Agustín: “Nosotros somos simples braceros, porque Dios es quien siembra”, o también S. Pio X: “Debemos recordar siempre que los hombres no son más que instrumentos, de los que Dios se sirve para la salvación de las almas, y hay que procurar que estos instrumentos estén en buen estado para que Dios pueda utilizarlos”.
De algún modo, Señor, nos dices que la condición, para el sembrador-apóstol, es: “convencernos de que, para fructificar, la semilla  ha de enterrarse y morir. Luego se levanta el tallo y surge la espiga. De la espiga, el pan, que será convertido por Dios en Cuerpo de Cristo. De esa forma nos volvemos a reunir en Jesús, que fue nuestro sembrador. Porque el pan es uno, y aunque seamos muchos, somos un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan (...). La gracia de Dios no te falta. Por lo tanto, si correspondes, debes estar seguro. / El triunfo depende de ti: tu fortaleza y tu empuje unidos a esa gracia  son razón más que suficiente para darte el optimismo de quien tiene segura la victoria” (S. Josemaría).
Sigue este santo: «El Señor sembró en tu alma buena simiente. Y se valió -para esa siembra de vida eterna- del medio poderoso de la oración”, y luego de comentar la ayuda que presta el acompañamiento espiritual en descobrir la voluntad de Dios que en la oración nos habla, sigue: ”-Pero, con ingenua sorpresa, has descubierto que el enemigo ha sembrado cizaña en tu alma. Y que la continúa sembrando, mientras tú duermes cómodamente y aflojas en tu vida interior”, y todo lo malo quiere “ahogar el grano de trigo bueno que recibiste...
”-Arráncalas de una vez! Te basta la gracia de Dios. No temas que dejen un hueco, una herida... El Señor pondrá ahí nueva semilla suya: amor de Dios, caridad fraterna, ansias de apostolado... Y, pasado el tiempo, no permanecerá ni el mínimo rastro de la cizaña: si ahora, que estás a tiempo, la extirpas de raíz; y mejor si no duermes y vigilas de noche tu campo» (Surco 677).
Ante el mal que veo en el mundo, en mi alma, quiero aprender a tener tu paciencia, Señor. Y el secreto de tu paciencia está en tu amor, que invita al diálogo (Maertens-Frisque).
Dios es más paciente: soporta la cizaña y soporta el daño que la cizaña causa al buen grano. Revelación de la infinita misericordia de Dios para con todos nosotros. Destruir la cizaña hubiera hecho daño también a una parte de la cosecha:
-Al tiempo de la siega diré a los segadores: Quemad la cizaña... el trigo almacenadlo en mi granero. El lento trabajo de Dios lo tiene todo previsto, todo se dirige hacia un bien, y quiero creer, Señor, otorgarte mi confianza. Te pido una sólida, bondad y paciencia: respetar el modo de ser de los demás, querer a los pecadores como también lo soy yo, y aun a los mismos malos, por la parte de bien que hay en ellos y que Dios ve mejor que nosotros.
Habituarse a ver lo "bueno" que existe en la humanidad, y no ver la cizaña en el campo. Los pecadores, todos disponen del tiempo necesario para convertirse. ¡Gracias, Señor! Y nadie tiene el derecho de atribuirse una prerrogativa divina juzgando a los demás. El Reino de Dios crece lentamente, y hasta el final no veremos los frutos que habremos dado en el campo del Padre (Noel Quesson).
2. Jeremías se enfrenta al culto formalista del templo de Jerusalén (año 608), y por ello será detenido con la acusación de blasfemia, algo parecido a lo que pasará con Jesús.
-“Emprended el buen camino, rectificad vuestra conducta, y Yo habitaré con vosotros en este lugar. No fieis en palabras engañosas diciendo: «¡Es el Templo del Señor, el Templo del Señor, el Templo del Señor!»” No valen las excusas ni los ritos sino la conversión de corazón.
-“Si emprendéis el buen camino, si rectificáis vuestra conducta, si realmente hacéis justicia tanto a unos como a otros y no oprimís al forastero, al huérfano y a la viuda, si no corréis en pos de dioses extranjeros...” El formalismo no salva, sino tener un buen corazón, aunque otras cosas «estén de moda». Hoy día se habla poco de la moral, sin embargo todo el Evangelio, y aquí el profeta, nos habla de una vida moral auténtica según la buena conciencia: respetar los bienes del prójimo, respetar la vida, respetar la sexualidad, respetar la verdad... lo que San Pablo llamará «culto espiritual».
Jesús tomará las palabras de Jeremías: “-¿Esta Casa que lleva mi nombre, se ha convertido, a vuestros ojos, en cueva de ladrones?” Sólo entonces el culto adquiere todo su valor, en el núcleo de la existencia (Noel Quesson).
3. En el salmo (83) nos abandonamos en manos de Dios: “Mi alma se consume y anhela / los atrios del Señor, / mi corazón y mi carne / retozan por el Dios vivo”. Y es que en el Señor encontramos la paz, por ejemplo al hacer oración.
“Hasta el gorrión ha encontrado una casa; / y la golondrina, un nido / donde colocar sus polluelos: / tus altares, Señor de los ejércitos, / Rey mío y Dios mío”. En el trato con Dios, nos sentimos en casa aun en medio de los vaivenes y penalidades de la vida, podemos abandonarnos en Él.
“Dichosos los que viven en tu casa, / alabándote siempre. / Dichosos los que encuentran en ti su fuerza; / caminan de baluarte en baluarte.
Vale más un día en tus atrios / que mil en mi casa, / y prefiero el umbral de la casa de Dios / a vivir con los malvados.” Y es que la esperanza nos lleva al cielo, a que esta vida ya sea un cielo por la caridad, por la fe y la esperanza.
Llucià Pou Sabaté
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