Dios no está en el éxito mundano, en lo que aplauden las autoridades, sino en el corazón que le está unido
“En aquel tiempo, fue Jesús a su ciudad y se puso a enseñar en la sinagoga. La gente decía admirada: -«¿De dónde saca éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No viven aquí todas sus hermanas? Entonces, ¿de dónde saca todo eso?» Y aquello les resultaba escandaloso. Jesús les dijo: -«Sólo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta.» Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe” (Mateo 13,54-58).
1. Dejamos ahora la "sección discursos" -las parábolas agrupadas- para abordar la "sección hechos". Lo característico de los cuatro capítulos que seguirán ahora (Mateo 13,53 a 17,23) es que volvemos a los hechos de la persona de Jesús que mientras se va revelando crece la incredulidad de las masas. Jesús, no te siguen más que algunos de tus apóstoles...
-“Jesús llegó a su pueblo y se puso a enseñar en aquella sinagoga. La gente decía asombrada: "¿De dónde saca éste ese saber y esos milagros?". Los Nazarenos creen conocer a Jesús. Sin embargo, entrevén que su persona es misteriosa: "¿de dónde le viene ese saber y esos milagros?" También hoy como ayer se minusvalora quien no ha estudiado en una escuela famosa, quien es un obrero “poco cualificado”.
Pasar de la incredulidad a la fe es un salto difícil. Se trata de un don de Dios y, a la vez, de mantener una actitud honrada por parte de la persona. En el mundo actual, como entre tus contemporáneos, Jesús, existen muchos elementos que condicionan la opción de fe de una persona. Jesús, ven en ti un origen “demasiado sencillo”, te esperaban más solemne y glorioso. Ya lo diría san Juan: «vino a su casa y los suyos no le recibieron». Los que creyeron fueron los sencillos de corazón, a quienes Dios sí les reveló los misterios del Reino. Seguro que conocemos personas que han quedado bloqueadas y no llegan a aceptar el don de la fe. ¿Les ayudamos?; ¿son convincentes o, al menos, estimulantes nuestra palabra y nuestro testimonio de vida, a fin de poderles ayudar en su decisión de fe? (J. Aldazábal).
¡Nada es tan peligroso como el pretender saberlo todo! Uno se cierra. No tiene nada que aprender. Y son los familiares de Jesús, en Nazaret, los que están más cerrados contra El. ¡Señor, conserva nuestras mentes y nuestros corazones abiertos! disponibles, prestos a renunciar a todo lo que creemos saber para ir más allá... Es el secreto para tantas crisis que alcanzan a tantas vidas. "Dudo. Me pregunto..." Invitación providencial a abandonar nuestras seguridades, nuestras certezas, para progresar y purificar nuestra Fe.
-“¿No es el hijo del carpintero? ¡Si su madre es María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas! ¡Si sus hermanas viven todas aquí! ¿De dónde saca entonces todo eso?” Es todo el clan familiar, todos los primos y primas que quieren recuperar a Jesús. Se le reprocha su origen modesto: un carpintero. Y situándose al lado de los pobres, es paradójico, Jesús, que no fueras comprendido por el pueblo sencillo como tampoco lo fuiste por los fariseos: ¡Se esperaba a un Mesías glorioso, poderoso, misterioso, celestial, transcendente! Pero Dios no encaja en nuestras ideas estereotipadas. Muchas veces no sabemos reconocer a Dios en la modestia y humildad de las situaciones ordinarias. Dios está aquí, y le buscamos fuera.
-“Y aquello les resultaba escandaloso”. ¡Sin haber hecho nada malo, Jesús escandaliza! El perfecto, el inocente, el santo, provoca escándalo... Señor, ayúdame a soportar las perplejidades que también yo tengo, como Tú las has soportado.
-“No hizo allí muchos milagros, por su falta de fe”. Sorprendente respeto a la libertad. Dios no fuerza las consciencias (Noel Quesson).
El problema siempre es el mismo: educación. De una parte, parece que todo está por hacer, que se pierden valores… de otra, hay algo que llevamos dentro en los genes, que va mejorando con lo que hemos recibido, y se transmite por los hijos, por la biología, además de la educación que se da día a día, con el ejemplo y la palabra… Jesús, tú no lograste convencer a tus propios compatriotas, pero tu vida ha influido en cada momento de la historia, en mi vida, en la de los demás. El misterio del rechazo de la fe se une al de este desarrollo misterioso de la fe.
Jesús, al verte despreciado en tu tierra, que buscas a marginados, pecadores, enfermos y gentiles, algunos no te valoran. Deseamos ser instruidos por importantes catedráticos, por personas con prestigio que se expresen con grandes discursos. La sencillez del Evangelio choca con el mundo (Servicio Bíblico).
Una mujer me dijo un día: “ya puedo hacer de señora… después de acabar las tareas domésticas”. Me hizo pensar en la deformación del teatro del mundo, donde no es “señora” la que sirve, pues la “señora” tiene empleadas que hacen diversos trabajos… pensé en mi madre, en la Virgen… esclava del Señor. En Jesús, que no vino a ser servido sino a servir. En lo que nos recuerda el Concilio: “servir es reinar”. Y que esto no es lo que hay en el mundo, sino que sigue escandalizando, pues el señorío del servicio se deja para los pobres. Pues esa “pobreza” es la que predica Jesús… y si no la tenemos no entendemos su persona y su mensaje.
2. Jeremías (26,1-9) predica contra el templo y el culto formalista de Jerusalén (en el año 608) y es arrestado. Es una profecía también de Jesús, detenido por un motivo similar (Mt 26, 59-61). “Al principio del reinado de Yoaquim, hijo de Josías, rey de Judá, fue dirigida a Jeremías esta palabra del Señor: «Párate en el patio del templo... A toda la gente dirás:... trataré este templo como hice con Silo y haré que Jerusalén sea maldecida por todas las naciones de la tierra...»”
Jeremías está arrestado por el mismo motivo que Jesús: por haber anunciado la ruina del Templo. ¡Se necesitaba valentía para decir esas cosas!...
Duda el profeta de la continuidad de la presencia de Dios en el templo mientras que el pueblo se entrega al pecado y se complace en el ejercicio de un culto formalista. Son las bases del culto espiritual del que tú nos hablarás, Jesús: vas contra las desviaciones de un culto demasiado formalista, en el que la justicia social no contaba para nada, contra la falsa seguridad que el culto del templo hace nacer en el pueblo, pues lo que vale es el conocimiento de Yahvé, manifestado en el amor especialmente a los más necesitados.
Ninguna de las instituciones nacidas en el antiguo Israel ha resistido a la crítica del profeta. La seguridad que procuran las instituciones no es lo importante, sino el retorno a la misericordia divina sin otra seguridad que el amor inscrito en el fondo de los corazones (Maertens-Frisque). La seguridad viene de Dios, de abandonarnos en él, y está mucho mejor fundada, por ejemplo en la parábola del fariseo y el publicano.
-“Quizá oigan y se torne cada cual de su mal camino: entonces me arrepentiré del mal que estoy pensando hacerles por la perversidad de sus obras”. La intención última de Dios no es nunca la amenaza.
"Quiero la conversión y no el castigo" dirá Ezequiel (33, 11) Y Jesús irá más lejos diciendo: «hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no necesitan conversión" (Lucas 15,7-10) Señor, te doy gracias por esta posibilidad que me ofreces de cambiar mi vida. Que no la emplee para quedarme voluntariamente en mi mal.
-“¿Quizá «oirán»?”... Se oye decir: «no encuentro tiempo para la oración». Danos, Señor, la energía de ponernos en esas condiciones, de saber dejar una ocupación, si es preciso, para «estar a la escucha»... como nos ponemos de veras a la escucha de alguien que amamos o que respetamos.
-“Los profetas que persisto en enviaros y que no escucháis”. Señor, eres más perseverante que yo. Sigue hablándome aun cuando yo no sepa escucharte. Quizá algún día tu voz llegará a superar la algarabía de mi alma.
-“Sacerdotes, profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías pronunciar esas palabras en el Templo del Señor”. Pero no les gustó a las autoridades:
“Y cuando Jeremías terminó de pronunciar todo lo que el Señor le había ordenado decir a todo el pueblo, sacerdotes y profetas le prendieron diciendo: «¡Vas a morir! ¿Por qué has hecho esta profecía?...» Y todo el mundo se juntó en torno a Jeremías, en el Templo del Señor”.
Se quiere hacer callar a este profeta molesto. La fe verdadera es a menudo una prueba. Jeremías la vivió como una prueba. Anunciaba a sus contemporáneos la ruina de todas sus seguridades: «no creáis que el Templo es una protección infalible». Y él mismo, personalmente, veía desmoronarse toda seguridad ante la coalición de las autoridades que querían matarle. Todo hace pensar que murió, de hecho, mártir, realizando ¡por adelantado! algo de la Pasión de Jesús.
Señor, ayúdanos a vivir nuestra fe en la desnudez de las pruebas, en la inseguridad de las revisiones, en la noche de las dudas (Maertens-Frisque).
3. El salmo me ayuda a pedirte para que en esos momentos de dificultad me mantengas en al fe: «que me escuche tu gran bondad, Señor... por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro, soy un extraño para mis hermanos, porque las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. Pero mi oración se dirige a ti... que me escuche tu gran bondad, que tu fidelidad me ayude».
Llucià Pou Sabaté
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