martes, 19 de agosto de 2025

Sábado de la XIX semana, año impar: los niños son modelo de sencillez de corazón y de ellos es el Reino de Dios

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Sábado de la XIX semana, año impar: los niños son modelo de sencillez de corazón y de ellos es el Reino de Dios

A.    Lecturas

1. Josué (24,14-29):

En aquellos días, Josué continuó hablando al pueblo: «Pues bien, temed al Señor, servidle con toda sinceridad; quitad de en medio los dioses a los que sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto; y servid al Señor. Si no os parece bien servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir: a los dioses que sirvieron vuestros padres al este del Éufrates o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; yo y mi casa serviremos al Señor.»
El pueblo respondió: «¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses extranjeros! El Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la esclavitud de Egipto; él hizo a nuestra vista grandes signos, nos protegió en el camino que recorrimos y entre todos los pueblos por donde cruzamos. El Señor expulsó ante nosotros a los pueblos amorreos que habitaban el país. También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!»
Josué dijo al pueblo: «No podréis servir al Señor, porque es un Dios santo, un Dios celoso. No perdonará vuestros delitos ni vuestros pecados. Si abandonáis al Señor y servís a dioses extranjeros, se volverá contra vosotros y, después de haberos tratado bien, os maltratará y os aniquilará.»
El pueblo respondió: «¡No! Serviremos al Señor.»
Josué insistió: «Sois testigos contra vosotros mismos de que habéis elegido servir al Señor.»
Respondieron: «¡Somos testigos!»
Josué contestó: «Pues bien, quitad de en medio los dioses extranjeros que conserváis, y poneos de parte del Señor, Dios de Israel.»
El pueblo respondió: «Serviremos al Señor, nuestro Dios, y le obedeceremos.»
Aquel día, Josué selló el pacto con el pueblo y les dio leyes y mandatos en Siquén. Escribió las cláusulas en el libro de la ley de Dios, cogió una gran piedra y la erigió allí, bajo la encina del santuario del Señor, y dijo a todo el pueblo: «Mirad esta piedra, que será testigo contra vosotros, porque ha oído todo lo que el Señor nos ha dicho. Será testigo contra vosotros, para que no podáis renegar de vuestro Dios.» Luego despidió al pueblo, cada cual a su heredad.
Algún tiempo después murió Josué, hijo de Nun, siervo del Señor, a la edad de ciento diez años.

2. Salmo 15,1-2a.5.7-8.11

R/. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad

Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. 
R/.

Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. 
R/.

Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. 
R/.

3. Mateo 19, 13-15: «Entonces le presentaron unos niños, para que les impusiera las manos y orase; pero los discípulos les reñían. Ante esto, Jesús, dijo: Dejad a los niños que vengan a mí, porque de éstos es el Reino de los Cielos. Y después de imponerles las manos, se marchó de allí».

B. Comentario:

1. –Josué decía: "Temed al Señor, servidle en la integridad y la fidelidad. Apartaos de los dioses a los que sirvieron vuestros padres, más allá del Eufrates y en Egipto. Servid al Señor."  Lo primordial no es pues una ceremonia; es un compromiso. Es señal de lo que vendrá: la fe cristiana no es una doctrina, en primer lugar es una alianza con Jesús, seguirle.

-"Pero si no os parece bien servir al Señor, elegid hoy a quien queréis servir..." ¡Decidíos por Dios o contra Dios!  ¿Nos damos cuenta de que nuestra Fe es una decisión, una opción radical? un dilema riguroso: o esto... o aquello... Josué subraya aquí la libertad de esa elección. También nuestro mundo moderno reafirma que la fe ha de ser libremente elegida: y cada vez menos una herencia que se recibe, casi sin darse cuenta de ello. Creer en Jesucristo será, cada vez más, una decisión tomada después de haber intentado vivir sin Él. Ser creyente será cada vez más «vivir con Dios», conociendo lo que significaría «vivir sin Dios ».

-"Yo y los míos queremos servir al Señor". Al proponer una opción clara, Josué no permanece neutral. Hace una elección. ¡Cuán lejana se halla esta postura del «dejad que hagan... dejad a cada uno ir a su aire... todas las religiones son buenas...»

-El pueblo respondió: «antes morir que abandonar al Señor para servir a otros dioses. Es el Señor quien nos hizo subir a nosotros y a nuestros padres del país de Egipto, esa casa de esclavitud... Él es nuestro Dios." La fe se apoya en una experiencia. Israel recuerda. Nuestra fe también se apoya sobre acontecimientos históricos. Ayúdanos, Señor, a hacer más firme nuestra adhesión a Ti con el recuerdo de todos los beneficios recibidos a lo largo de nuestra vida. Cada una de nuestras eucaristías es un memorial del pasado: recordamos tu muerte, Señor resucitado... En la esperanza del futuro: y esperamos tu venida...

-Josué continuó: «Pues entonces, apartad los dioses del extranjero que hay entre vosotros e inclinad vuestro corazón hacia el Señor Dios de Israel". La fe no es sólo una adhesión mental a unos puntos doctrinales. Es una actitud activa que mueve por entero al ser humano: se trata, en efecto, de renunciar a los dioses falsos y engañosos que el hombre se da a sí mismo y de prendarse del único Dios verdadero y absoluto.

-"Aquel día Josué pactó una alianza para el pueblo. Le impuso un estatuto y un derecho en Siquem. Escribió todo esto en el libro de la Ley de Dios. Tomó una gran piedra y la plantó al pie de la encina que hay en el Santuario del Señor y dijo: «Mirad esta piedra será testigo contra vosotros, pues ha oído todas las palabras que el Señor nos ha dicho... Para que no reneguéis de vuestro Dios...»" El hombre necesita símbolos. Erige una estela como prueba de la solidez de su compromiso. Decide ser fiel hacia y contra todo. Sin embargo conocemos su fragilidad: Israel no cesará de acumular infidelidad sobre infidelidad. También tendrá que contar con el perdón de Dios (Noel Quesson).

2. Josué dijo de una forma muy expresiva: «es un Dios santo, un Dios celoso». Tendremos que hacer nuestro el buen propósito del salmista: «Tú eres, Señor, mi heredad...yo digo al Señor, tú eres mi bien, el Señor es el lote de mi heredad y mi cáliz... me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia».

3. -"Acercaron a Jesús unos niños, para que les impusiera las manos y rezara por ellos". Quizá eran madres que llevan a sus hijos pequeños... Jesús los acaricia... a la vez que ora por ellos... el niño sonríe. Jesús, tú amabas a los niños.

Jesús atendía a todos, y con preferencia a los más débiles y marginados de la sociedad: los enfermos, los «pecadores». En esta ocasión, a los niños que le traen para que los bendiga.

A los apóstoles se les acaba pronto la paciencia. -"Pero los discípulos les regañaron". Hasta los doce años que entra en la sinagoga, había poca consideración hacia los niños.

Tu frase, Jesús, es toda una consigna. -"Jesús les dijo: "...Dejad a los niños y no les impidáis que vengan a mí porque de los que son como éstos, es el reino de los cielos." ¿Pensaban tus apóstoles que era una pérdida de tiempo para el Maestro tener que atender a unos niños? Los primeros cristianos muy pronto interpretaron estas palabras como una toma de posición de Jesús en favor del bautismo de los niños pequeños. Algunos padres con poca fe dicen que si no se bautiza tan pequeño el niño tendrá libertad, pero es falso cuando se le impide participar en actos religiosos. Los primeros años son decisivos para toda la vida…

Jesús, nos presentas a los niños como modelos: la sencillez, la limpieza de corazón, la convicción de nuestra debilidad, deben ser nuestras actitudes en la vida humana y cristiana. En aquellos tiempos, a los niños no se les tenía muy en cuenta. Parece que este pasaje («no impidáis a los niños acercarse a mí») nos habla del Bautismo de niños, que ya en el primer siglo se hacía en las familias cristianas.

Evangelizar a los niños, transmitirles la fe y el amor a Dios, es parte importantísima de la Iglesia en colaboración con las familias: en el bautismo preparación de los padres y celebración, y en la Confirmación y Eucaristía además los niños participan más activamente en la catequesis y celebración (J. Aldazábal).

Al igual que una buena madre da a sus hijos pequeños el mejor alimento, sin dejar que escojan, es lógico que les den también el mejor alimento espiritual, la puerta de toda gracia: el Bautismo. Así lo enseña la Iglesia: «Puesto que nacen con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, los niños necesitan también el nuevo nacimiento en el Bautismo para ser librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la libertad de los hijos de Dios, a la que todos lo hombres están llamados. La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta particularmente en el bautismo de niños. Por tanto, la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijos de Dios si no le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento» (Código de Derecho Canónico 1250).

-"El reino de los cielos es de los que son como ellos..." Jesús, los pones como ejemplo a los mayores. Dirás en otro momento: "Bendito seas Padre... porque si has escondido estas cosas a los "sabios y entendidos" se las has revelado a los "pequeños"" (Mateo 11, 25). El niño espontáneamente concuerda con el misterio. Cuanto más técnico va siendo nuestro mundo matemático, científico y programático... la palabra de Jesús resulta tanto más actual: Cada vez será mas necesario conservar ¡un rincón de infancia en el corazón, un rincón de poesía, un rincón de ingenuidad y de frescor, un rincón de misterio. Danos, Señor, sin infantilismos, el verdadero espíritu de infancia (Noel Quesson).

«Porque de éstos es el Reino de los Cielos.» Jesús, quieres que yo también sea pequeño, necesitado de tu ayuda, que confíe plenamente en Ti, que no me asuste ante las dificultades, que no me avergüence confesar mi fe y pedir perdón, que sepa amar con ternura, que me invada la seguridad, alegría y paz propia de saberme hijo pequeño de Dios (Pablo Cardona).

«Cuando éramos pequeños, nos pegábamos a nuestra madre, al pasar por caminos oscuros o por donde había perros.

"Ahora, al sentir las tentaciones de la carne, debemos juntarnos estrechamente a Nuestra Madre del Cielo, por medio de su presencia bien cercana y por medio de las jaculatorias.

Ella nos defenderá y nos llevará a la luz» (J. Escrivá, Surco 847).

Llucià Pou Sabaté

 

15 de agosto, Asunción de santa María: nuestra victoria final está representada en la Virgen, ella posee ya en plenitud lo que nosotros vivimos en la esperanza

 

15 de agosto, Asunción de santa María: nuestra victoria final está representada en la Virgen, ella posee ya en plenitud lo que nosotros vivimos en la esperanza

 

A.    Lecturas

1. Apocalipsis 11,19a;12,1-6a.10ab. Se abrieron las puertas del templo celeste de Dios y dentro de él se vio el Arca de la Alianza.

Hubo rayos y truenos y un terremoto: una tormenta formidable.

Después apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida del sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. Estaba encinta, le llegó la hora, y gritaba entre los espasmos del parto.

Apareció otro portento en el cielo: Un enorme dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernosy siete diademas en las cabezas.

Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra.

El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera.

Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos.

Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. Mientras tanto la mujer escapaba al desierto.

Se oyó una gran voz en el cielo: «Ya llega la victoria, el poder y el reino de nuestro Dios, y el mando de su Mesías».

 

2. Salmo 44,11.12ab.16. R/. De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro.

Escucha, hija, mira: inclina el oído, olvida tu pueblo y la casa paterna.

Prendado está el rey de tu belleza; póstrate ante él, que él es tu señor.

Las traen entre alegría y algazara, van entrando en el palacio real.

 

3. I Corintios 15,20-26. Hermanos: Cristo ha resucitado, primicia de todos los que han muerto. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida. Pero cada uno en su puesto; primero Cristo como primicia; después, cuando él vuelva, todos los cristianos; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.

Cristo tiene que reinar hasta que Dios «haga de sus enemigos estrado de sus pies».

El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque dice la Escritura: «Dios ha sometido todo bajo sus pies».

 

4. Lucas 1,39-56. En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito: -¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

María dijo: -Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo. Y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres-, en favor de Abrahán y su descendencia para siempre.

María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

 

B.     Comentario:

1.«Apareció una figura portentosa en el cielo: Una mujer vestida del sol...»

Este pasaje del Apocalipsis es clave para la iconografía y doctrina sobre María, particularmente en su Asunción. La imagen de la mujer vestida de sol, coronada con doce estrellas y en lucha contra el dragón es símbolo de la Iglesia, pero también, en la tradición mariana, se aplica a la Virgen, que engendra al Mesías.

  • María aparece como figura escatológica, Madre del Mesías, protegida por Dios, perseguida por el mal (dragón), y finalmente glorificada.

2. Este salmo nupcial, usado tradicionalmente para la liturgia mariana, presenta a la Reina al lado del Rey, bellamente adornada. En la solemnidad de la Asunción se aplica a María, Reina del cielo y Madre del Rey del universo.

·         El salmo canta la glorificación real de la Virgen, su intimidad con el Hijo y su llamado a dejar la tierra para unirse plenamente a Dios.

·         María, "la nueva Eva", escucha, se entrega, es exaltada: se convierte en modelo del alma fiel que se une a su Señor.

"La presencia de María expande la alegría... Qué regalo más hermoso nos devuelve hoy el cielo con el canto de María" (Josep Alegre).

  • La victoria de la mujer es la victoria de Dios, que "arrebata" al Hijo al trono celestial y protege a la Madre.
  • En el contexto de la Asunción, la mujer representa a María glorificada, imagen del triunfo de la gracia sobre el mal y de la esperanza de toda la humanidad redimida.

3. Pablo nos introduce en la lógica pascual: Cristo resucitado es la garantía de nuestra resurrección. María, como la más unida a Cristo, participa plenamente ya de esa gloria.

·         La Asunción de María no es una excepción sino una anticipación: en ella se cumple lo que se nos promete.

·         María ha sido asunta al cielo como primicia de la redención total, como la primera discípula y figura de la Iglesia futura.

·         Esta lectura da fundamento doctrinal a la esperanza en la vida eterna y la resurrección corporal.

"Cristo el primero, después... los que son de Cristo.

4. El Magníficat es el canto de María al Dios que exalta a los humildes. Esta escena de la Visitación destaca su fe, caridad y humildad.

·         María camina con prontitud, visita, sirve, es la portadora de Cristo y la primera evangelizadora.

·         Isabel reconoce en ella a la Madre del Señor y la fe de quien ha creído. La Asunción es el fruto de esa fe obediente.

·         El Magníficat revela el corazón de María, que vive centrada en Dios, en actitud de alabanza, abierta al plan divino.

Su humildad la hace bienaventurada... el valor de la vida no depende de las empresas grandes sino de la aceptación fiel de la voluntad de Dios.

La Asunción no es solo un privilegio de María, sino también una esperanza cierta para nosotros. Ella ya posee en plenitud lo que nosotros creyentes tenemos sólo en la esperanza... Pidámosle hoy que nos ayude a seguir el camino que nos muestra.

«Hoy —dice san Bernardo— sube al cielo la Virgen llena de gloria, y colma de gozo a los ciudadanos celestes». Y añadirá estas preciosas palabras: «¡Qué regalo más hermoso envía hoy nuestra tierra al cielo! Con este gesto maravilloso de amistad —que es dar y recibir— se funden lo humano y lo divino, lo terreno y lo celeste, lo humilde y lo sublime. 

Lunes de la 20º semana: Dios nos llama, su misericordia se vuelca en la historia, y se encarna en Jesús, que nos ofrece continuamente dejarlo todo y seguirle

Lunes de la 20º semana: Dios nos llama, su misericordia se vuelca en la historia, y se encarna en Jesús, que nos ofrece continuamente dejarlo todo y seguirle

 

1. Jueces        2,11-19. 11 Entonces los hijos de Israel hicieron lo que desagradaba a Yahveh y sirvieron a los Baales. 12 Abandonaron a Yahveh, el Dios de sus padres, que los había sacado de la tierra de Egipto, y siguieron a otros dioses de los pueblos de alrededor; se postraron ante ellos, irritaron a Yahveh; 13 dejaron a Yahveh y sirvieron a Baal y a las Astartés. 14 Entonces se encendió la ira de Yahveh contra Israel. Los puso en manos de salteadores que los despojaron, los dejó vendidos en manos de los enemigos de alrededor y no pudieron ya sostenerse ante sus enemigos. 15 En todas sus campañas la mano de Yahveh intervenía contra ellos para hacerles daño, como Yahveh se lo tenía dicho y jurado. Los puso así en gran aprieto. 16 Entonces Yahveh suscitó jueces que los salvaron de la mano de los que los saqueaban. 17 Pero tampoco a sus jueces los escuchaban. Se prostituyeron siguiendo a otros dioses, y se postraron ante ellos. Se desviaron muy pronto del camino que habían seguido sus padres, que atendían a los mandamientos de Yahveh; no los imitaron. 18 Cuando Yahveh les suscitaba jueces, Yahveh estaba con el juez y los salvaba de la mano de sus enemigos mientras vivía el juez, porque Yahveh se conmovía de los gemidos que proferían ante los que los maltrataban y oprimían. 19 Pero cuando moría el juez, volvían a corromperse más todavía que sus padres, yéndose tras de otros dioses, sirviéndoles y postrándose ante ellos, sin renunciar en nada a las prácticas y a la conducta obstinada de sus padres.

 

2. Salmo        106,34-37, 39-40,43-44. 34 No exterminaron a los pueblos que Yahveh les había señalado, 35 sino que se mezclaron con las gentes, aprendieron sus prácticas. 36 Sirvieron a sus ídolos que fueron un lazo para ellos; 37 sacrificaban sus hijos y sus hijas a demonios. 39 Así se manchaban con sus obras, y se prostituían con sus prácticas. 40 Entonces se inflamó la cólera de Yahveh contra su pueblo, y abominó de su heredad. 43 Muchas veces los libró aunque ellos, en su propósito obstinados, se hundían en su culpa; 44 y los miró cuando estaban en apuros, escuchando su clamor.

 

3. Mateo 19,16-22: "En esto se le acercó uno y le dijo: «Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?» Él le dijo: «¿Por qué me preguntas acerca de lo bueno? Uno solo es el Bueno. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.» «¿Cuáles?» - le dice él. Y Jesús dijo: «No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Dícele el joven: «Todo eso lo he guardado; ¿qué más me falta?» Jesús le dijo: «Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven, y sígueme.» Al oír estas palabras, el joven se marchó entristecido, porque tenía muchos bienes".

 

B. Comentario:

 

1. De hoy al jueves leeremos el Libro de los Jueces, siguiendo la historia del pueblo de Israel, para pasar el próximo lunes al Nuevo Testamento. Es el período que va desde Josué hasta unos dos siglos más tarde, cuando se estableció la monarquía (1200-1000 a. C.). Es el tiempo de los Jueces (como Sansón o de Débora): ahora leeremos de sólo de dos de ellos, Gedeón y Jefté.

Después de la muerte de Josué, los hijos de Israel hicieron lo que desagradaba al Señor y dieron culto a los Baales... Siguieron a otros dioses de los pueblos de alrededor... No nos quedemos en la situación de "aquella época", evocada aquí. Nuestra época, nuestra Iglesia, nosotros los cristianos de HOY ¿no caemos también en esa misma infidelidad?, que, como entonces, consiste precisamente en dejarse contaminar por el paganismo materialista que nos envuelve. ¿No adoptamos, también nosotros, la mentalidad del ateísmo del dejarse llevar, del culto del dinero y del confort? Me detengo a considerar mi vida y a descubrir cómo me dejo intoxicar... quizá sin darme cuenta de ello.

Entonces se encendió la ira del Señor contra Israel. Los puso en manos de salteadores, los abandonó a los enemigos del alrededor y fueron incapaces de resistirles... Fueron sumidos en un gran desamparo. En realidad, el castigo no viene de Dios sino del mal mismo: se es castigado por donde se ha pecado. Los vecinos, a los que se ha imitado, son los que se encargan de hacer sufrir a los israelitas.

El Señor se conmovió por los gemidos que proferían los israelitas bajo la violencia de sus opresores: la fidelidad incansable de Dios no renuncia nunca a querer salvar y perdonar. Pero es preciso consentir en aceptar esa gracia.

Entonces el Señor suscitó jueces que les salvaran de los salteadores... Cuando el Señor hacia surgir para ellos un juez, les salvaba de la mano de sus enemigos. La liberación de los enemigos temporales es una primera aproximación de una salvación, cuya verdadera naturaleza se irá revelando a lo largo de la historia sagrada: ¡Dios salva! La salvación definitiva será Jesucristo, vencedor del pecado y de la muerte. Gracias, Señor. ¡Sálvanos! (Noel Quesson).

2. "No exterminaron a los pueblos que Yahveh les había señalado, sino que se mezclaron con las gentes, aprendieron sus prácticas. Sirvieron a sus ídolos que fueron un lazo para ellos; sacrificaban sus hijos y sus hijas a demonios. Así se manchaban con sus obras, y se prostituían con sus prácticas". El salmo evoca esas infidelidades, y el mal que se atribuye a Dios pero en realidad es la autoexclusión de la alianza: "Entonces se inflamó la cólera de Yahveh contra su pueblo, y abominó de su heredad. Muchas veces los libró aunque ellos, en su propósito obstinados, se hundían en su culpa; y los miró cuando estaban en apuros, escuchando su clamor". Siempre es Dios quien toma la delantera en perdonar, en acogernos, en mostrarnos su misericordia.

3. Antes se distinguían dos estados: el de cumplir los mandamientos y un "estado de perfección" o vocación religiosa (siguiendo las palabras de Jesús de la llamada a una pobreza total). Ahora decimos que no hay "estados de perfección" como el que se sube a un coche y "ya es perfecto" (por el hecho de ingresar en una institución religiosa). Hablamos de "la perfección en el propio estado", sea cual sea el modo concreto de vocación cristiana que se ha escogido en la vida, discerniendo lo que intuimos que Dios nos pide: casados muchos, célibes otros… no hay dos categorías sino una única vocación cristiana: la elección divina que podemos sentir cada uno en nuestra existencia humana, es igualmente cierta…

Joven, quizá de unos 25 a 30 años, porvenir por delante. Todavía no se ha casado, por eso está reflexionando sobre sí mismo, tiene ambiciones, aun de carácter filantrópico y moral, un hombre que sabe que la vida no se juega con poco, sino que hay que gastarla en cosas grandes. Pregunta a Jesús qué hacer para tener la vida eterna.

Jesús, nos has dicho estos días: "El que no se haga como estos pequeños no entrará en el reino". Ahora vemos este joven que quiere "poseer", "haciendo" cosas: ¿qué tengo que hacer para poseer la vida eterna? Las palabras revelan el mundo interior de cada persona. Hombre muy preocupado del "hacer"… acostumbrado a comprar, sabe que todo tiene un precio, que el hombre rico puede hacer muchas cosas. Es la eficiencia de un hombre práctico. "Para poseer la vida". Aquí también el verbo significa: para que yo la tenga en mano, esté seguro de tenerla. Es un hombre acostumbrado a comprar y a poseer mediante el dinero, por tanto hasta la vida eterna la quiere con seguridad.

Jesús "lo amó", y le dice: "¿Qué me preguntas acerca de lo que es bueno? Uno sólo es el bueno". ¿Qué quiere decir? Se entiende Marcos, en donde el joven pregunta: "Maestro bueno" y Jesús contesta: "Uno sólo es bueno: Dios". Jesús, le vienes a decir: cuidado, el bien no es una cosa, sino una persona. No le respondes "si quieres poseer la vida", sino "si quieres entrar en la vida". La verdad del Reino no se puede poseer, sino dejarse poseer por ella, "entrar" en ella. Dios te ofrece la vida, por tanto, no es que tú puedas poseerla; sino, si quieres participar en ella, observa los mandamientos.

Este hombre añade: "¿Qué mandamientos?". Jesús, le das la respuesta: "No matar, no robar, no fornicar, no decir falsos testimonios, honrar al padre y a la madre, amar al prójimo como a sí mismo". Las relaciones con el prójimo: ten buenas relaciones con el prójimo, dice Jesús, no lo engañes en nada, da a cada uno lo que le pertenece: las cosas, la esposa, el honor al padre y a la madre, la verdad a todos.

Jesús, tú le vuelves a invitar: "Si quieres ser perfecto"… es la invitación a "algo más". Así lo decía Juan Pablo II: "Ven, y sígueme". El camino y, a la vez, el contenido de esta perfección consiste en la sequela Christi, en el seguimiento de Jesús, después de haber renunciado a los propios bienes y a sí mismos. Precisamente ésta es la conclusión del coloquio de Jesús con el joven: "luego ven, y sígueme". Es una invitación cuya profundidad maravillosa será entendida plenamente por los discípulos después de la resurrección de Cristo cuando el Espíritu Santo los guiará hasta la verdad completa.

Seguir a Cristo es el fundamento esencial y original de la moral cristiana: como el pueblo de Israel seguía a Dios, que lo guiaba por el desierto hacia la tierra prometida, así el discípulo debe seguir a Jesús, hacia el cual lo atrae el mismo Padre. No se trata aquí solamente de escuchar una enseñanza y de cumplir un mandamiento, sino de algo mucho más radical: adherirse a la persona misma de Jesús, compartir su vida y su destino, participar de su obediencia libre y amorosa a la voluntad del Padre. Jesús es la luz del mundo, la luz de la vida; es el pastor; que guía y alimenta a las ovejas, es el camino, la verdad y la vida, es aquel que lleva hacia el Padre, de tal manera que verle a él, el Hijo, es ver al Padre. Imitar al Hijo, "imagen de Dios invisible", significa imitar al Padre. Es seguir el camino del amor, de un amor que se da totalmente a los hermanos por amor de Dios. El modo de actuar de Jesús y sus palabras, sus acciones y sus preceptos constituyen la regla moral de la vida cristiana.

El joven dice: "Todo esto lo he observado": ha dado limosnas, ha sido generoso con los pobres, se ha preocupado de los enfermos... E insiste: "¿Qué me falta todavía?". Queremos muchas veces algo más: no nos basta con "ir tirando". Tenemos un deseo infinito, de profundidad, de relaciones sin límites, una existencia superficial y vana no nos llena.

-"Le dijo Jesús: "Si quieres ser perfecto, anda, vende cuanto tienes y dalo a los pobres; y tendrás un tesoro en los cielos; después, ven y sígueme". Habrá dificultades si uno hace esto: "¡Se ha vuelto loco!", dirán… por eso añades, Jesús: "Tendrás un tesoro en los cielos". Llegarás a ser libre, si pones tu punto de equilibrio fuera de ti, en los cielos, es decir, en Dios: verás cómo llegarás a una relación con Dios.

Hasta ahora era una relación de comodidad, y así te colocas en una relación de enemistad con la sociedad que te rodea, no te comprenderán; te pones en una situación de dependencia total delante de Dios. El equilibrio, será ser lo que verdaderamente debes ser, tendrás la plenitud de la vida y la autenticidad a la que aspiras secretamente, habrás vencido ese sutil descontento que te corroe, que está presente en todas las cosas que haces bien, en todas las alabanzas que recibes, en todos los honores que te brinda la gente a quien sirves. Entonces serás auténtico. Esta es la propuesta de verdad.

Pero vemos en el joven la imposibilidad de salir de la propia esclavitud: "Al oír esto, el joven se fue entristecido". Se dio cuenta de que era esclavo, "porque tenía muchas riquezas", o mejor muchas cosas que lo poseían. Está ya triste porque se da cuenta de que no es auténtico, no es verdadero. Quería algo más, pero no se atreve a dejar todo. Debió de pensar: "quiero otra vez hablar con Jesús, no me basta con la primera vez, no me doy por vencido. Lo busca, se informa y decide, porque no puede ya vivir sin ir a buscarlo". Al final, como es honesto, elegirá el camino justo. Es decir, probablemente se acerca a Jesús en un momento en el que estaba un poco solo y le dirá: "Señor, sólo tú me llenas con la verdad. Mis riquezas no  me sirven. Dime qué puedo hacer ahora, me apunto a lo que sea, como el último de la fila"...

Y Jesús le dirá: "mira, tú entonces no podías menos de comportarte así: no podías obrar de otro modo, porque tu tesoro estaba allá y tú no podías cambiar el lugar de tu tesoro, ahora estás preparado, ven y sígueme" (Carlo M. Martini).

Llucià Pou Sabaté

Domingo de la semana 20 de tiempo ordinario (ciclo C). Jesús nos pide ser fuertes en la fe, de modo que vivamos su misma vida, la de aquellos que le han seguido con fidelidad

Domingo de la semana 20 de tiempo ordinario (ciclo C). Jesús nos pide ser fuertes en la fe, de modo que vivamos su misma vida, la de aquellos que le han seguido con fidelidad

A. Lecturas

1. Jeremías (38,4-6.8-10):

En aquellos días, los dignatarios dijeron al rey:

«Hay que condenar a muerte a ese Jeremías, pues, con semejantes discursos, está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y al resto de la gente. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia».

Respondió el rey Sedecías:

«Ahí lo tenéis, en vuestras manos. Nada puedo hacer yo contra vosotros».

Ellos se apoderaron de Jeremías y lo metieron en el aljibe de Malquías, príncipe real, en el patio de la guardia, descolgándolo con sogas. Jeremías se hundió en el lodo del fondo, pues el aljibe no tenía agua.

Ebedmélec abandonó el palacio, fue al rey y le dijo:

«Mi rey y señor, esos hombres han tratado injustamente al profeta Jeremías al arrojarlo al aljibe, donde sin duda morirá de hambre, pues no queda pan en la ciudad».

Entonces el rey ordenó a Ebedmélec el cusita:

«Toma tres hombres a tu mando y sacad al profeta Jeremías del aljibe antes de que muera».

2. Salmo 39,2.3;4.18

Yo esperaba con ansia al Señor;

él se inclinó y escuchó mi grito.

Me levantó de la fosa fatal,

de la charca fangosa;

afianzó mis pies sobre roca,

y aseguró mis pasos.

Me puso en la boca un cántico nuevo,

un himno a nuestro Dios.

Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos

y confiaron en el Señor.

Yo soy pobre y desgraciado,

pero el Señor se cuida de mí;

tú eres mi auxilio y mi liberación:

Dios mío, no tardes.

3. Hebreos (12,1-4):

Hermanos:

Teniendo una nube tan ingente de testigos, corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús, quien, en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz, despreciando la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.

Recordad al que soportó tal oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.

Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado.

4. Lucas 12,49-53: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que be venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra".

B. Comentario:

1. Jeremías es odiado por los ministros del rey e incluso por el mismo pueblo por quien tanto trabajó durante cuarenta años para obtener su conversión. Es la división que causa la palabra profética en aquella sociedad, también en la nuestra. El profeta es echado a la cisterna, símbolo del abandono y de la muerte (Gn 37,22.28).

2. Nos hace pensar el salmista ese "ser contado con los que bajan a la fosa" que se hace realidad en la vida del profeta, que une su vida a su palabra, con una fuerza imprevisible y definitiva, en un momento de máxima dificultad para Jerusalén asediada, y para el pueblo (que maltrata al profeta).

Jeremías se enfrenta a un nacionalismo que quiere llevar a la guerra y a perder a una Jerusalén sometida a Babilonia. Es signo de quien es fiel a la palabra, en lugar de buscar tranquilidad y paz.

«Jeremías se hundió en el lodo». Podemos pensar en las innumerables atrocidades que se cometen en el mundo, a veces también en nombre de la religión. Los hombres piadosos piden a Dios en los salmos con bastante frecuencia que los libre del lodo en el que se encuentran hundidos (Sal 40,3; 69,15) y Job se compara a sí mismo con este lodo (10,9; 13,12 etc.). Pablo dice que ha sido relegado al último lugar y considerado como «la basura del mundo» (1 Co 4,9.13) (H. von Balthasar).

Es preciosa la oración del salmo, que hace realidad esa ayuda divina en medio de nuestras penas: "Yo esperaba con ansia al Señor; él se inclinó y escuchó mi grito. Me levantó de la fosa fatal, de la chanca fangosa; afianzó mis pies sobre roca y aseguró mis pasos". Toda esta oración está hecha vida en Jesús, que es llevado a la fosa del sepulcro, con su obediencia hace una oración que es resurrección, una nueva vida que es la nuestra: "Me puso en la boca un cántico nuevo, un himno a nuestro Dios. Muchos al verlo quedaron sobrecogidos y confiaron en el Señor. Yo soy pobre y desgraciado, pero el Señor se cuida de mí; tú eres mi auxilio y mi liberación, Dios mío, no tardes".

3. La carta a los hebreos nos invita a mirar a Jesús. Pero también los que han encarnado la fe, nos ayudan como modelos próximos a esa confianza y fidelidad, perseverar especialmente en las dificultades: "Una nube ingente de espectadores nos rodea: por tanto, quitémonos lo que nos estorba y el pecado que nos ata, y corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús, que renunciando al gozo inmediato, soportó la cruz, sin miedo a la ignominia, y ahora está sentado a la derecha del Padre". Es una pelea «sin miedo a la ignominia», que Jesús ha tomado sobre sí, y nos invita a una fidelidad apoyados en la fuerza de la "gracia", palabra que en oriente llaman "sinergia", pues se trata de un actuar de Dios y nuestra libertad, un trabajo "de equipo". "Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo. Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado".

4. Jesús, quieres manifestarnos algo de la inmensidad que llevas dentro de ti, cuando nos dices: "fuego he venido a traer a la tierra, ¿y qué quiero sino que arda?" El fuego significa la acción de Dios, como anuncia a Jesús su primo Juan en el Jordán: "Él os bautizará en el Espíritu Santo y fuego" (Mt 3,11). Está profetizado con signos antiguos, como la columna de fuego que guiaba a su pueblo a través del desierto (cfr Ex 13,21-22), la palabra de fuego por la que la montaña (del Sinaí) ardía en llamas hasta el mismo cielo (Det 4,11), la luz en el fuego (Is 10,17), el fuego de ardiente gloria en el amor de Israel (cfr Det 4,24). Todo nos habla de ese "fuego" de Jesús. También luego, el Apocalipsis dirá que sus ojos son como llamas de fuego (Ap 1,14). Y el Espíritu Santo será enviado en el fuego (cfr Hch 2,3).

Para entender bien ese "fuego", hemos de tener en cuenta lo que nos sigue diciendo Jesús:  "Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué ansias tengo hasta que se cumpla!" Es el misterio pascual, cuando Cristo en el sacrificio de la cruz recibe el bautismo con el que Él mismo debía ser bautizado (cfr Mc 10,38) y en el misterio de Pentecostés, cuando Cristo resucitado y glorificado comunica su Espíritu a los Apóstoles y a la Iglesia.

Es el fuego del amor de Dios encarnado, y por el bautismo de fuego recibido en su sacrificio, según San Pablo, Cristo en su resurrección se convierte, como "último Adán", en espíritu que da vida (1 Cor 15,45). Por esto, Cristo resucitado anuncia a los Apóstoles: "Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días" (Hch 1,5). Por obra del último Adán, Cristo, será dado a los Apóstoles y a la Iglesia "el Espíritu que da vida" (Jn 6,63; Juan Pablo II, audiencia 6.9.1989).

También nosotros somos portadores del fuego divino, de la misión de corredimir con Cristo. "Con la maravillosa normalidad de lo divino, el alma contemplativa se desborda en afán apostólico: «me ardía el corazón dentro del pecho, se encendía el fuego en mi meditación.» ¿Qué fuego es ése sino el mismo del que habla Cristo: fuego he venido a traer a la tierra y qué he de querer sino que arda? Fuego de apostolado que se robustece en la oración: no hay medio mejor que éste para desarrollar, a lo largo y lo ancho del mundo, esa batalla pacifica en la que cada cristiano está llamado a participar: cumplir lo que resta padecer a Cristo" (J. Escrivá, Es Cristo que pasa 120). Nos impulsa ese fuego divino del Espíritu Santo a responder con un "aquí estoy, Señor, porque me has llamado: quiero serte fiel en las inspiraciones que pones en mi corazón".

Jesús, el fuego que has venido a traer a la tierra, es el fuego del amor de Dios, que abrasa todo egoísmo y purifica todo deseo orgulloso o impuro. Es el fuego del Espíritu Santo que se posa sobre los apóstoles y que les impulsa a salir al mundo para encender esa llama y esa luz en otros corazones. Es el fuego del apostolado que se robustece en la oración.

¿Cómo cuido mis ratos de oración personal contigo? ¿Me sirven para encenderme por dentro, para llenarme de amor a Ti y de afán apostólico? (P. Cardona).

"¿Pensáis que be venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra". La espada es la fe, espada espiritual más fuerte que la naturaleza carnal que une, dice S. Agustín: "la parte del pueblo judío que creyó en Jesús se separó de la sinagoga. ¿De dónde nació el hijo de Dios según la carne? De aquella sinagoga. Él abandonó a su padre y a su madre y se unió a su mujer para ser dos en una sola carne (Gn 2,24).

"No es invención nuestra; es el Apóstol quien lo atesta al decir: Se trata de un gran misterio, que yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia (Ef 5,32). En cierta manera abandonó a su padre; no lo abandonó totalmente, como para separarse de él, sino sólo para asumir la carne humana. ¿Cómo lo abandonó? Existiendo en la forma de Dios no consideró objeto de rapiña el ser igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo tomando la forma de siervo (Flp 2,6). ¿Cómo abandonó también a su madre? Abandonando al pueblo judío, la sinagoga que se adhería a los ritos antiguos. Dentro del mismo simbolismo caen estas palabras: ¿Quién es mi madre, o mis hermanos? (Mt 12,48). Él enseñaba dentro, ellos estaban fuera. Mirad si no acontece lo mismo ahora con los judíos. Cristo enseña en la Iglesia, ellos están fuera. ¿Quién es la suegra? La madre del esposo. La madre del esposo, Jesucristo nuestro Señor, es la Sinagoga. En consecuencia, su esposa es la Iglesia, que procediendo de la gentilidad no aceptó la circuncisión carnal y se separó de su suegra. Cíñete tu espada. Al decir todo esto no hemos hecho otra cosa que hablar de la fuerza de esa espada" (com. al salmo 44).

Jesús, como profetizó Zacarías cuando nació su hijo Juan el Bautista, Tú has venido al mundo «para iluminar a los que yacen en tinieblas y en sombra de muerte, y guiar nuestros pasos por el camino de la paz» (Lucas 1,78). ¿Cómo dices ahora que no has venido a traer paz sino división? Lo que pasa es que me hablas de dos paces distintas: la paz del alma, que se consigue a base de lucha personal contra los propios defectos, y la paz exterior, que es la tranquilidad producida por el consenso y la unidad. Ambas paces son buenas, pero lo importante es la paz interior, fruto de la santidad personal.

«No hemos de temer a adversarios exteriores. El enemigo vive dentro de nosotros: cada día nos hace una guerra intestina. Cuando le vencemos, todas las cosas del exterior que pueden sernos adversas pierden su fuerza, y todo se pacifica y allana» (Casiano). De hecho, sólo la paz interior contribuye eficazmente a la paz exterior. Jesús, quieres que me conforme a ti, para llevar tu paz a los demás, ser sembrador de paz y alegría, fruto de mi unión contigo. Sé que no ha de acomodarse el Evangelio a los tiempos, sino informarlos para que la fe ilumina nuestra vida y la historia.

Llucià Pou Sabaté

jueves, 14 de agosto de 2025

Miércoles de la 19 semana (impar): La corrección fraterna es un medio de ayuda al que se equivoca, muestra de caridad

Miércoles de la 19 semana (impar): La corrección fraterna es un medio de ayuda al que se equivoca, muestra de caridad

  1. Lecturas

1. Deuteronomio 34,1-12. En aquellos días, Moisés subió de la estepa de Moab al monte Nebo, a la cima del Fasga, que mira a Jericó; y el Señor le mostró toda la tierra: Galaad hasta Dan, el territorio de Neftall, de Efraín y de Manasés, el de Judá hasta el mar occidental, el Negueb y la comarca del valle de Jericó, la ciudad de las palmeras, hasta Soar; y le dijo: -«Ésta es la tierra que prometí a Abrahán, a Isaac y a Jacob, diciéndoles: "Se la daré a tu descendencia." Te la he hecho ver con tus propios ojos, pero no entrarás en ella.» Y allí murió Moisés, siervo del Señor, en Moab, como había dicho el Señor. Lo enterraron en el valle de Moab, frente a Bet Fegor; y hasta el dia de hoy nadie ha conocido el lugar de su tumba. Moisés murió a la edad de ciento veinte años; no habla perdido vista ni habla decaído su vigor. Los israelitas lloraron a Moisés en la estepa de Moab treinta días, hasta que terminó el tiempo del duelo por Moisés. Josué, hijo de Nun, estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés le había impuesto las manos; los israelitas le obedecieron e hicieron lo que el Señor había mandado a Moisés. Pero ya no surgió en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara; ni semejante a él en los signos y prodigios que el Señor le envió a hacer en Egipto contra el Faraón, su corte y su país; ni en la mano poderosa, en los terribles portentos que obró Moisés en presencia de todo Israel.

2. Salmo 65,1-3a.5 y 8.16-17. R. Bendito sea Dios, que me ha devuelto la vida.

Aclamad al Señor, tierra entera; tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria. Decid a Dios: «¡Qué temibles son tus obras!»

Venid a ver las obras de Dios, sus temibles proezas en favor de los hombres. Bendecid, pueblos, a nuestro Dios, haced resonar sus alabanzas.

Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo: a él gritó mi boca y lo ensalzó mi lengua.

3.  Mateo 18, 15-20: «Si tu hermano peca contra ti, ve y corrígele a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no escucha, toma entonces contigo a uno o dos, para que cualquier asunto quede firme por la palabra de dos o tres testigos. Pero si no quiere escucharlos, díselo a la Iglesia. Si tampoco quiere escuchar a la Iglesia, tenlo por pagano y publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el Cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el Cielo. Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra sobre cualquier cosa que quieran pedir; mi Padre que está en los Cielos se lo concederá. Pues donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

B. Comentario:

1. –"Antes de morir, Moisés subió de las estepas de Moab al monte Nebó sobre una cima frente a Jericó. De lo alto de esta montaña se domina el Mar Muerto y el Valle del Jordán y, si el día es claro, toda la comarca de Jerusalén, «la tierra de Palestina». Murió Moisés, muy cerca de la Tierra prometida.

-"El Señor le mostró todo el país y le dijo: «Esta es la tierra que bajo juramento prometí a Abraham, a Isaac y a Jacob, dar a su descendencia. Te dejo verla, pero no entrarás en ella." Después del desierto del Negueb, después de las estepas de Moab, es un verdadero país de Jauja lo que Moisés tiene a la vista: el verde palmeral de Jericó, los cultivos irrigados de las orillas del Jordán. Es el oasis, la abundancia tras las duras marchas bajo el sol, el hambre y la sed. Este es el resultado final de toda la vida de un hombre que ha dado lo mejor de sí mismo para «liberar a su pueblo» y conducirlo a esa «Tierra de libertad y de felicidad», ¡una tierra que mana leche y miel!  Danos, Señor, el valor de emprender, en la Fe, aunque no podamos humanamente terminar lo emprendido: ¡hay que empezar! ¡hay que proseguir!

-"Allí murió Moisés, servidor del Señor," "amigo de Dios" (Ex 33,11), en el país de Moab, según la palabra del Señor. Fue enterrado en el Valle frente a Bet-Peor en el país de Moab. Nadie hasta hoy ha conocido su tumba. Misterio de la muerte. Si es el punto final de una vida de hombre, nada más absurdo. Pero nuestra Fe nos dice que la muerte es sólo un episodio: Dios continúa viviendo y pasamos a El para vivir su vida. En la montaña de la Transfiguración, Moisés estaba de pie con Elías, cerca de Jesús, hablando con El (Mc 9, 4). La vida continúa. El proyecto de Dios continúa. El Nuevo Testamento es continuación de Moisés. ¿Creo de veras que Dios prosigue siempre HOY su proyecto?

-"No ha vuelto a surgir en Israel un profeta como Moisés, a quien el Señor trataba cara a cara." Moisés «servidor de Dios» «profeta que el Señor trataba cara a cara». Se le recordaba como a un hombre excepcional... ¡como a alguien de los que ya no quedan! Los evangelistas presentarán a Jesús como el «nuevo Moisés», el verdadero servidor de Dios, aquel que, más aún que Moisés, conocía a Dios cara a cara: «Si la Ley fue dada por Moisés, la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo" (Jn 1,7). "En verdad, no fue Moisés quien os dio pan del cielo, es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo" (Jn 6,32). Contemplo interiormente la continuidad de las obras de Dios. Moisés y el pueblo de Israel... Jesús y la Iglesia de hoy... El Padre, incansablemente, prosigue su designio. La historia contemporánea está inmersa en ese gran movimiento. ¿Participo yo de él? (Noel Quesson).

2. Terminamos hoy la lectura del Deuteronomio, y con él, la del Pentateuco el grupo de los primeros cinco libros de la Biblia. El salmo parece que pone en sus labios esta invitación: «Aclama al Señor, tierra entera, cantad himnos a su gloria, venid a ver las obras de Dios... venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo: a él gritó mi boca y lo ensalzó mi lengua». Ojalá se pudiera resumir nuestra vida, y la misión que realizamos, cada cual en su ambiente, con las mismas alabanzas que la de Moisés: ¿Se podrá decir de nosotros que hemos sido personas unidas a Dios, que hemos orado intensamente? ¿Que hemos estado en sintonía con el pueblo, sobre todo con los que sufren, trabajando abnegadamente por ellos? ¿Se podrá alabar nuestro corazón lleno de misericordia? Tal vez no se nos permitirá ver el fruto de nuestro esfuerzo, como Moisés no vio la tierra hacia la que había guiado al pueblo durante cuarenta años de esfuerzos y sufrimientos. Pero no se nos va a examinar por los éxitos y los frutos a corto plazo, sino por el amor y la entrega que hayamos puesto al colaborar en la obra salvadora de Dios (J. Aldazábal).

3. La corrección fraterna es una manifestación del amor, para las comunidades cristianas, formada por personas que no son perfectas. Coexisten el bien y el mal. Con el hermano que falta, Jesús, nos muestras un método gradual en la corrección fraterna: el diálogo personal, el diálogo con testigos y, luego, la separación, si es que el pecador se obstina en su fallo.

No se juzga al pecador, se le perdona. La condena será medicinal, si se niega a vivir en el seno de esa comunidad acogedora (Maertens-Frisque).

"Si tu hermano te ofende, ve y házselo ver, a solas entre los dos. Si te hace caso, has ganado a tu hermano". La Iglesia no es una comunidad de "puros" eso se pensaban los cátaros-. Pero nos señalas, Señor, el modo de corregir: "-Ve y házselo ver a solas". El que ve el mal, ha de dar el primer paso. ¿Somos nosotros delicados como lo fue Jesús... o bien nos apresuramos a publicar los defectos de los demás? ¿Corregimos en privado? ¿Nuestras intervenciones intentan "salvar", "ganar" a nuestros hermanos... o contribuyen a hundirles mas todavía?

"Si no escucha, toma entonces contigo a uno o dos, para que cualquier asunto quede firme por la palabra de dos o tres testigos.  Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un recaudador". Vemos aquí los modos del Antiguo Testamento, y unas oportunidades de rehacerse: son modos de continuar, por otros medios, a querer salvar.

Son modos sucesivos, por tanto esta corrección con testigos o reprobación pública van después de la privada. También el hecho de remitirse al juicio del conjunto de la comunidad, de la Iglesia, es una medida de prudencia y confianza en el don del Espíritu que ella tiene.

Es muy bonito ver que hasta la reprensión final, una modo que llamaríamos hoy de "excomunión", también es medicinal, ayuda para la conversión.

"Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra que dará desatado en el cielo". Jesús, repites aquí a la comunidad las palabras dichas a Pedro como primer creyente (16,19). El perdón es tarea de todos los miembros de la Iglesia: mostrar la misericordia con nuestras vidas.

"Os lo digo otra vez: Si dos de vosotros llegan a un acuerdo aquí en la tierra acerca de cualquier asunto por el que hayan pedido, surtirá su efecto por obra de mi Padre del cielo, pues donde están dos o tres reunidos apelando a mí, allí en medio de ellos, estoy yo".Jesús, gracias por estar en tu Iglesia, por hacernos ver que todos somos corresponsables en la comunidad.

La indiferencia no es cristiana, la actitud de Caín es falsa: «¿soy yo acaso el guardián de mi hermano?». Un centinela tiene que avisar. Un padre no siempre tiene que callar, ni el maestro o el educador permitirlo todo, ni un amigo desentenderse cuando ve que su amigo va por mal camino, ni un obispo dejar de ejercer su cura pastoral en la diócesis. No es que nos vayamos a meter continuamente en los asuntos de otros, pero nos debemos sentir corresponsables de su bien. La pregunta de Dios a Caín nos la dirige también a nosotros: «¿qué has hecho con tu hermano?». Esta corrección no la ejercitamos desde la agresividad y la condena inmediata, con métodos de espionaje o policíacos, echando en cara y humillando. Nos tiene que guiar el amor, la comprensión, la búsqueda del bien del hermano: tender una mano, dirigir una palabra de ánimo, ayudar a rehabilitarse.  La corrección fraterna es algo difícil, en la vida familiar como en la eclesial. Pero cuando se hace bien y a tiempo, es una suerte para todos: «has ganado a un hermano».

"Las palabras  atar y desatar  significan: aquel a quien excluyáis de vuestra comunión, será excluido de la comunión con Dios; aquel a quien que recibáis de nuevo en vuestra comunión, Dios lo acogerá también en la suya. La reconciliación con la Iglesia es inseparable de la reconciliación con Dios" (Catecismo 1445). Somos hermanos en la comunidad.

Corrección fraterna entre amigos, entre esposos, en el ámbito familiar, en una comunidad religiosa, en la Iglesia. Y acompañada de la oración: rezar por el que ha fallado es una de las mejores maneras de ayudarle y, además, nos enseñará a adoptar el tono justo en nuestra palabra de exhortación, cuando tenga que decirse (J. Aldazábal).

Jesús, tu modo de vivir el perdón lo subvierte todo: rezas y pides el perdón divino para tus verdugos (Lc 23,34); Esteban hace lo mismo ante los que le matan (Act 7,59-60), Pablo (1 Cor 4,12-13) y otros muchos siguen también tu ejemplo. Nos dices que si no juzgamos no tendremos juicio, y añades que Dios nos perdona cuando nosotros perdonemos a nuestros hermanos.

El poder de atar y desatar indica también los modos de vivir el perdón en la Iglesia: "Toda la virtud de la penitencia reside en que nos restituye a la gracia de Dios y nos une con Él con profunda amistad. El fin y el efecto de este sacramento son, pues, la reconciliación con Dios. En los que reciben el sacramento de la Penitencia con un corazón contrito y con una disposición religiosa, tiene como resultado la paz y la tranquilidad de conciencia, a las que acompaña un profundo consuelo espiritual. En efecto, el sacramento de la reconciliación con Dios produce una verdadera «resurrección espiritual», una restitución de la dignidad y de los  bienes de la vida de los hijos de Dios, el más precioso de los cuales es la amistad de Dios»  (Catecismo 1468).

Señor, nos dices que "donde estén dos o tres reunidos en mi nombre, ahí estoy yo en medio de ellos": veo la importancia de rezar en familia, hacer la oración acompañado de otros, y de muchas costumbres en las que los cristianos se reúnen para rezar: procesiones, romerías, etc.

Jesús, Tú estableciste que la reunión de cristianos por excelencia fuera la Santa Misa: «haced esto en memoria mía» (Lucas 22,19).

En la Santa Misa, Tú estás en medio de nosotros de manera muy especial: te haces presente en la Eucaristía con tu cuerpo y sangre, alma y divinidad.

Por eso, la Santa Misa es el mejor lugar para pedirte lo que necesito, y también para alabarte, darte gracias y pedirte perdón.

Si esto es así, ¿no es raro que muchos cristianos se sientan urgidos para recortar el tiempo dedicado al Sacrificio Santísimo del Altar?

Jesús, lo que pasa es que me falta fe para descubrir tu presencia en la Misa.

Auméntame mi fe.

Precisamente la Misa es el mejor momento para pedirte que aumentes mi fe, especialmente en la Consagración y en la Comunión, pues la Eucaristía es el Sacramento de nuestra Fe (Pablo Cardona).

Llucià Pou Sabaté