Martes la 28ª semana de Tiempo Ordinario. "Dad limosna, y lo tendréis limpio todo", nos dice Jesús: no nos esclavicemos a las normas, sino que vivamos el espíritu del amor.
"En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar, un fariseo lo invitó a comer a su casa. Él entró y se puso a la mesa. Como el fariseo se sorprendió al ver que no se lavaba las manos antes de comer, el Señor le dijo: "Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro rebosáis de robos y maldades.
¡Necios! El que hizo lo de fuera, ¿no hizo también lo de dentro? Dad limosna de lo de dentro, y lo tendréis limpio todo"" ( Lucas 11, 37-41).
1. Sigue S. Pablo: "-No os dejéis oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud: si os dejáis circuncidar, Cristo no os aprovechará nada". Siempre el mismo argumento: poner su esperanza de salvación en prácticas religiosas o morales es tener la pretensión de «alcanzar la justificación por sí mismo» es dejar por inútil todo lo que Cristo ha venido a hacer.
Más importante que nuestro esfuerzo por la observancia de los mandamientos, está en dejarse amar por Dios, el amor gratuito y salvador de Dios, y dejarse guiar por él... A santa Teresa de Lisieux le gustaba decir que «llegaría ante Dios con las manos vacías».
-"Vosotros, que buscáis en la ley el medio de alcanzar la justificación habéis "roto" con Cristo, os habéis apartado de la gracia". En efecto, lo esencial es no «romper» con Cristo. Lo esencial es estar agregado a Cristo, creer que todo viene de El. Señor, yo no confío en mis propias fuerzas, no me fío de mí, sé que soy débil... Pero creo en tu amor, confío en Ti, sé que Tú me amas.
A partir de esta convicción, ciertamente, se encuentra una correspondencia, en la obligación, en la práctica cristiana, en la obediencia a su voluntad: pero ¡todo resulta cambiado! Cuando se ama a alguien, cuando se le tiene confianza... se hacen por él una serie de cosas. Pero es mucho más fácil. Ya no se tiene la impresión de hacerlo por obligación. Se hace voluntariamente y gustosamente, por amor. Señor, líbranos de todo miedo.
Señor, ayúdame a seguirte por amor y no por temor. Yo quisiera, durante toda mi vida, darte siempre gusto.
Palabra clave de todo esto es lo que llama s. Pablo «don gratuito y gozoso». Es casi la misma palabra que significa «gracia» y gozo o «alegría». La gracia es la acción de Dios en nosotros... es la presencia activa de lo que es «más que nosotros»... es un dinamismo divino que actúa en el núcleo de nuestra vida... Dios nos precede siempre. Está "ahí", incluso cuando no prestamos atención a ello. Señor, hazme atento a tu presencia, a tu gracia de cada minuto.
Señor, sé que Tú también actúas en todo aquel con quien trato, o de quien tengo responsabilidad. Tu gracia activa trabaja en el corazón de todo aquel a quien hablo, con quien trabajo... Ayúdame, Señor, a adivinar lo que estás tratando de hacer en el corazón de los demás, para colaborar yo también en ella, si puedo.
-"A nosotros nos mueve el Espíritu a aguardar por la fe, los bienes esperados por la justicia. En efecto, en Cristo, ni la circuncisión, ni la incircuncisión tienen valor: lo que cuenta es la fe que actúa por la caridad". No son nuestros méritos, sino el puro amor al cual nos adherimos por la fe, la esperanza y la caridad, lo que salva. «Abandonarse» es mucho más exigente: nos liberamos de una ley, cuando la cumplimos exactamente... pero nunca nos liberamos de amar. Nunca amamos suficientemente (Noel Quesson).
2. El salmo respira una actitud así: "cumpliré sin cesar tu voluntad, por siempre jamás, andaré por un camino ancho buscando tus decretos: serán mi delicia tus mandatos, que tanto amo".
3. Vemos el diálogo de Jesús con los fariseos: -"Un fariseo invitó a Jesús a comer a su casa. Jesús entró y se puso a la mesa". Jesús era "invitado" a menudo y aceptaba, pero mantenía su libertad ante esa gente, que cuida lo de fuera -limpiarse las manos, purificar los vasos por fuera- y descuidan lo interior.
-"El fariseo se extrañó al ver que no se lavaba antes de comer". Esa ablución ritual tenía mucha importancia para los doctores de la Ley, para ser considerado como persona verdaderamente piadosa. Ahora bien, Jesús la omite, y sus discípulos le siguen. Les dirá algo duro:
-"Vosotros, los fariseos, limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis repletos de robos y maldades". Los detalles exteriores, que pueden ser legítimos, sin embargo no son tan importantes como las actitudes interiores. Nosotros no nos escandalizamos ahora si alguien no se lava las manos. Pero puede haber "escándalos farisaicos" equivalentes, si nos contentamos con limpiar lo de fuera, mientras que lo de dentro lo tenemos impresentable, si ponemos demasiado énfasis en detalles insignificantes y casi hacemos depender de ellos la justicia o la salvación de alguien. ¿Qué es lo que nos preocupa: el ser o el parecer?, ¿cumplir los ritos externos o la conversión y la pureza del corazón? Nuestra religión es "religión del deber" o "religión de la fe y del amor"? (J. Aldazábal).
Este pasaje es uno de los más duros del Evangelio: Jesús desenmascara el mayor vicio con el que se enfrenta, la hipocresía revestida de legalismo (Biblia de Navarra). Recuerdo en literatura La dama de blanco como el paradigma de la persona que tiene que sufrir esos que, so capa de bien, cumpliendo la mera letra de los preceptos, no cumplen su espíritu: no se abren al amor de Dios y del prójimo, y bajo la apariencia de honorabilidad, apartan a los hombres del verdadero fervor, haciendo intolerable la virtud. Pienso también en otras novelas que retratan situaciones parecidas: Retrato de una dama, El idiota, La edad de la inocencia, La letra escarlata, La regenta, Laura a la ciutat dels sants… A la actitud de los fariseos que ponen su empeño, su religiosidad en el cumplimiento de ritos, de normas exteriores, opone Jesús la actitud del discípulo, que se esfuerza por la pureza interior, que pone lo esencial en el corazón. El corazón, lo profundo del hombre, su interior, es lo que importa mantener limpio. Porque aquello que brota del corazón -la injusticia, la rapacidad, la avaricia- es lo que mancha al hombre. La actitud farisea, en realidad, no conoce a Dios aun cuando le tenga constantemente en los labios. Jesús, veo que no te sometías a todas las costumbres sociales o religiosas de la época. Vas directamente a lo esencial. Hablas del "corazón", "centro profundo del hombre": más allá de los impulsos superficiales y ocasionales hay en nosotros una especie de opción decisiva que constituye verdaderamente nuestra personalidad y que las ciencias humanas llaman hoy "el proyecto fundamental del hombre"... un poco como en la expresión corriente "lo que me embarga el corazón". Esto es lo que cuenta para Dios. ¿Cuál es mi opción, mi proyecto fundamental?, ¿qué es lo que quiero más hondamente?
-"¡Insensatos! El que hizo el exterior, ¿no hizo también el interior?" Dios es también, y ante todo, el que ha hecho el corazón humano, la conciencia. ¿Qué pasa en este "interior" mío profundo?
-"Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros." ¡La pureza interior es el resultado del amor a los demás! ¡El amor fraterno y la limosna hacen puro nuestro corazón! El proyecto fundamental del hombre es amar: "daos como limosnas...", y todo será puro para vosotros (Noel Quesson).
Lo de "dar limosna" es uno de los temas preferidos de Lucas, pero no se sabe a qué se puede referir lo de "dar limosna de lo de dentro": ¿darse a sí mismo, su tiempo, su interés?, ¿dar desde dentro, con el corazón, y no sólo con apariencia exterior?
Llucià Pou Sabaté
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