sábado, 31 de agosto de 2024

Domingo de la 22ª semana de Tiempo Ordinario: Dios hace una Alianza con Israel, que se compromete a cumplir la Ley. Jesús nos enseña que se trata de amar.

Domingo de la 22ª semana de Tiempo Ordinario: Dios hace una Alianza con Israel, que se compromete a cumplir la Ley. Jesús nos enseña que se trata de amar.

A. Lecturas:

   1. Deuteronomio 4,1-2.6-8. Moisés habló al pueblo, diciendo: «Ahora, Israel, escucha los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada; así cumpliréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: "Cierto que esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente." Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga los dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran nación, cuyos mandatos y decretos sean tan justos como toda esta ley que hoy os doy?»

   2. Salmo 14,2-3a.3bc-4ab.5: El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua.

   El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor.

   El que no presta dinero a usura ni acepta soborno contra el inocente. El que así obra nunca fallará.

   3. Santiago 1,17-18.21b-22.27. Mis queridos hermanos: Todo beneficio y todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros, en el cual no hay fases ni períodos de sombra. Por propia iniciativa, con la palabra de la verdad, nos engendró, para que seamos como la primicia de sus criaturas. Aceptad dócilmente la palabra que ha sido plantada y es capaz de salvaros. Llevadla a la práctica y no os limitéis a escucharla, engañándoos a vosotros mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo.

   4. Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23: En aquel tiempo, se acercó a Jesús un grupo de fariseos con algunos escribas de Jerusalén, y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y, al volver de la plaza, no comen sin lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas.) Según eso, los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?» Él les contestó: - «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.» Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.»

 

B. Comentario:

  

   1. La ley de Moisés, o "Torah" en hebreo, era entendida como un todo que señalaba al  hombre cuál era la voluntad de Dios, el proyecto de vida que el Señor trazaba para su  pueblo para que pueda vivir en comunión con él. Cumplir la Torah era para el pueblo hebreo  la manera concreta de vivir en comunión con Dios, manifestar su fidelidad en la vida de cada  día. La verdadera Sabiduría, que presentaba como ideal de vida todo el movimiento  sapiencial, hallaba su concreción en las prescripciones de la Ley de Moisés. El ideal del  sabio era vivir según los mandamientos y decretos de la Torah (cf. Sir 24,23 y Ba 4,1-4). Por  todo ello el autor del Deuteronomio puede afirmar que Dios se hace presente en el pueblo  de Israel por medio de su Torah. Cumplir la Ley de Moisés será, para la mentalidad judía, la  manera de hacer presente y de acercar a Dios al mundo, a las naciones, y de aproximar  cada vez más el Reino definitivo de Dios al mundo entero.

   El Deuteronomio (significa "segunda ley") nos habla de los discursos con que Moisés habló al pueblo: "entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de vuestros padres, os va a dar. No añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada; así cumpliréis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy. Ponedlos por obra, que ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia". Los seguidores del verdadero Dios de aquellos tiempos antiguos van descubriendo que Dios no abandona a su pueblo, sino que lo escucha siempre que se le  invoca, aunque el pueblo quebrante la alianza, siempre encontrará a Dios si lo busca  con todo el corazón y con todas sus fuerzas. Saben que el cumplimiento fiel  de la ley procura la bendición o ayuda de Dios y con ella el respeto por parte de todos los  pueblos; pues no hay otro pueblo que tenga un Dios como éste, capaz de apoyar totalmente a su pueblo. Así vive Israel la alianza, el pacto.

   El pueblo de Israel que tiene experiencias de cómo Dios cumple sus promesas, ha  recordado también los deberes que contrajo  por su parte en el Sinaí. Ha de saber  que sólo podrá llegar a poseer y conservar toda la tierra que le fue prometida si cumple las  cláusulas de la alianza. Nosotros también queremos cumplir el pacto, ser amigos de Dios, tener la sabiduría, no hacer como aquel no quería estudiar, que decía en broma: "la sabiduría me persigue, pero yo soy más rápido…" no sólo conocer sus enseñanzas, sino vivirlas y en primer lugar el amor que es el resumen de la ley y de la alianza.

   2. El Salmo dice: "Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?": "El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor… El que así obra nunca fallará". La tienda son los cielos, donde vive Dios, y el templo era una señal del cielo, y por eso hay que entrar  bien limpios en el templo, y la entrada está restringida a los que están preparados. Pero los demás son también templo de Dios, por eso lo importante es tener buen corazón, no hacer mal a los demás, como dirá Jesús: el que ama a Dios, ame también a su hermano. Y el templo es nuestro corazón, por eso le decimos a Jesús que nunca nos suelte, queremos vivir junto a él, quiero «hospedarme en tu tienda» y habitar en tu casa.

   El Salmo responsorial (14) remarca el núcleo central de la Torah: la vida honesta, la  práctica de la justicia y el temor del Señor.

   Como Jesús, el salmo nos presenta unos mandamientos sin un orden rígido: hacer el bien..., ser "justo"..., decir la verdad..., ser discreto..., velar por la calidad de las relaciones humanas..., discernir los valores "divinos"..., frecuentar "aquellos que adoran"..., ser fiel a la palabra dada..., no tener apego al dinero..., no dejarse corromper...

   3. El apóstol Santiago dice que vivamos estas cosas: "La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo", no saber en teoría sino procurar portarse bien, visitar enfermos y tener buen corazón. Como dice una canción: "porque es muy fácil hablar, es muy fácil rezar, pero querer de verdad, a veces hace llorar", claro,  a la gente que sufre, al escuchar a uno que nos cuenta lo que le preocupa, y también cuando damos nuestras cosas y nos quedamos sin ellas, porque otros las necesitan más y a nosotros no nos hacen tanta falta…

   3. El apóstol Santiago dice que vivamos estas cosas: "La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es ésta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con este mundo", no saber en teoría sino procurar portarse bien, visitar enfermos y tener buen corazón. Como dice una canción: "porque es muy fácil hablar, es muy fácil rezar, pero querer de verdad, a veces hace llorar", claro, al a la gente que sufre, al escuchar a uno que nos cuenta lo que le preocupa, y también cuando damos nuestras cosas y nos quedamos sin ellas, porque otros las necesitan más y a nosotros no nos hacen falta…

   4. El Evangelio nos cuenta que los fariseos vieron que los discípulos de Jesús comían sin lavarse las manos, según sus costumbres, y "preguntaron a Jesús: - «¿Por qué comen tus discípulos con manos impuras y no siguen la tradición de los mayores?»" Están acusándolo de no hacer los ritos externos, que valoran tanto. 

   "El les contestó: - «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos." Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.» Les viene a decir que lo importante no son esas cosas, sino vivir el amor, hacer las cosas no con ritualismo que excusa el egoísmo, sino hacerlas con el corazón: "Entonces llamó de nuevo a la gente y les dijo: - «Escuchad y entended todos: Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos propósitos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, injusticias, -fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro»". Cuando uno es esclavo de hacer muchas cosas sin saber por qué las hace, ni qué es importante, acaba por no saber dónde está el bien y el mal, porque no se busca a Dios sino quedarse tranquilo con el cumplimiento, y acaba por ser una religión en la que se cumple lo que Dios quiere, pero sin buscar a Dios. El cristiano, en cambio, sigue a la persona de Jesucristo y vive la ley del amor. Lo que importa es la pureza del corazón, la buena voluntad. El que habla aquí es el Hijo de Dios,  que está por encima no sólo de las tradiciones de los mayores, sino incluso de la misma Ley de Moisés. Antes hemos visto que en los mandamientos de Dios está la clave del éxito en nuestra vida, y el camino de la  felicidad, y la fuente de la verdadera sabiduría. Pero sin angustias, cuando una madre tiene que quedarse en casa para cuidar de un hijo enfermo, allí tiene la misa, porque Jesús está en el hijo enfermo. O sea que Jesús no habla de lavarse o no las manos antes de ponerse a comer... ¿Somos así nosotros?,  ¿perdemos la paz por tonterías, o sabemos distinguir entre lo que tiene verdadera importancia y lo  que no?

   Le pedimos hoy: Ayúdame Jesús a aprender a amar: a veces quiero ser el campeón, el mejor… el mejor campeón es el que sabe amar, la perfección es aprender a querer de verdad, no engañar, no quitar a los demás lo que es suyo, no tener envidia y disfrutar siendo como soy pues Dios me quiere como soy. Ayúdame a ser puntual al levantarme, desde la batalla primera del día que es la batalla de las sábanas, o del saco de dormir si estoy estos días por el monte…, el minuto heroico. Quiero ser como los santos, volar alto y no quedarme como las aves de corral, que de tanto hacer el vago han olvidado volar, no están en forma; quiero prepararme para la olimpiada de la santidad, no ser un gorrión sino un águila, volar alto...

   Le preguntaba a Santo Tomás su hermana: "¿cómo ser santo?" y le contestó él: la cosa está en "querer", si tú quieres, puedes.

   Llucià Pou Sabaté

 

viernes, 30 de agosto de 2024

Sábado de la semana 21 de tiempo ordinario: al final de la vida, seremos juzgados en el amor, en cómo aprovechamos los dones que Dios nos da

Sábado de la semana 21 de tiempo ordinario: al final de la vida, seremos juzgados en el amor, en cómo aprovechamos los dones que Dios nos da

A. Lecturas:

   1. I Corintios (1,26-31): Fijaos en vuestra asamblea, no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; todo lo contrario, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar el poder. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. Por él vosotros sois en Cristo Jesús, en este Cristo que Dios ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención. Y así –como dice la Escritura– «el que se gloríe, que se gloríe en el Señor.»

   2. Salmo 32: Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad. El Señor mira desde el cielo, se fija en todos los hombres.

   Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo de hambre.

   Nosotros aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; con él se alegra nuestro corazón, en su santo nombre confiamos.

   3. Mateo 25, 14-30: «Es también como un hombre que al marcharse de su tierra llamó a sus servidores y les entregó sus bienes. A uno le dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno sólo: a cada uno según su capacidad y se marchó. El que había recibido cinco talentos fue inmediatamente y se puso a negociar con ellos y llegó a ganar otros cinco. Del mismo modo, el que había recibido dos ganó otros dos. Pero el que había recibido uno, fue, cavó en la tierra y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo, regresó el amo de dichos servidores e hizo cuentas con ellos. Llegado el que había recibido los cinco talentos, presento otros cinco diciendo: Señor cinco talentos me entregaste, he aquí otros cinco que he ganado. Le respondió su amo: Muy bien, siervo bueno y fiel; puesto que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: entra en el gozo de tu señor. Llegado también el que había recibido los dos talentos, dijo: Señor dos talentos me entregaste, he aquí otros dos que he ganado. Le respondió su amo: Muy bien, siervo bueno y fiel; puesto que has sido fiel en lo poco, yo te confiaré lo mucho: entra en el gozo de tu señor. Llegado por fin el que había recibido un talento, dijo: Señor sé que eres hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por eso tuve miedo, fui y escondí tu talento en tierra: aquí tienes lo tuyo. Le respondió su amo, diciendo: Siervo malo y perezoso, sabías que cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido; por eso mismo debías haber dado tu dinero a los banqueros, y así al venir yo, hubiera recibido lo mío junto con los intereses. Por tanto, quitadle el talento y dádselo al que tiene los diez. Porque a todo el que tenga se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. En cuanto al siervo inútil arrojadlo a las tinieblas exteriores: allí será el llanto y el rechinar de dientes.»

  

   1. Sigue San Pablo: -"¡Mirad, hermanos, los que habéis sido llamados!: entre vosotros no hay muchos sabios a los ojos de los hombres, ni muchos poderosos, ni muchos nobles o de alcurnia". La comunidad cristiana de Corinto estaba compuesta de gente sencilla; humildes artesanos, descargadores del muelle, esclavos, gente poco considerada. Dios ama a los que el mundo desprecia. Señor, ayúdame a no buscar ávidamente el favor y estima del mundo. ¡Que no me moleste ni me disguste no ser «poderoso» según el mundo!

   -"Por el contrario, Dios ha escogido lo necio del mundo para confundir a los sabios. Lo débil del mundo para cubrir de confusión a los fuertes. Lo de origen modesto y despreciable según el mundo, lo que no existe, Dios lo ha escogido para destruir lo que existe". Los humildes, los pobres son, por naturaleza, más abiertos a Dios que los demás. El orgulloso, el que se pasa de listo, corre el riesgo de encerrarse en Sí mismo. Señor, haz que esté yo contento de mi pequeñez, de mi debilidad. Señor, ayúdame a mirar con amor a los que el mundo desprecia, y que Tú «eliges» con predilección (Maertens-Frisque).

   -"Para que nadie se gloríe en la presencia de Dios". ¿Quién como Dios? ¡Nadie! Tú, Señor, eres el Único, el Absoluto. Ante Ti, no soy más que una débil criatura. Y quiero perderme en la inmensidad de tu gloria. «Mi majestad suprema es exaltada por los niños" (Salmo 8,3). "Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos

   "Vosotros estáis "en Cristo Jesús". El cual fue enviado por Dios para ser nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación, nuestra redención". En nosotros «circula» su inmensa facultad de amor. Señor, soy muy poca cosa. Siento profundamente mis faltas. Ven a mí para ser mi santidad.

   -"Así, como dice la Escritura: «el que se gloríe, gloríese en el Señor.»" Todo lo que de bueno tenemos en nosotros no nos da derecho a gloriarnos de nosotros mismos: Señor, te ofrezco todo lo que Tú me has dado (Noel Quesson).

    2. Canta hoy el Salmo: "El Señor mira desde el cielo, / se fija en todos los hombres. // Los ojos del Señor están puestos en sus fieles, / en los que esperan en su misericordia, / para librar sus vidas de la muerte / y reanimarlos en tiempo de hambre. // Nosotros aguardamos al Señor: / él es nuestro auxilio y escudo; / con él se alegra nuestro corazón, / en su santo nombre confiamos".

   María nos recuerda poner la confianza en el Señor y su salvación, la que canta nuestro clásico romance: «que al final de la jornada, aquél que se salva, sabe, y el que no, no sabe nada». ¡Señora y Madre nuestra, María, ayúdanos a ser en el siglo XXI jornaleros incansables del Reino en todos los ámbitos de la sociedad humana, sobre todo a favor de los más necesitados, en lucha contra las injusticias, el hambre, las guerras...! (mercaba.org).

   3. Señor, nos hablas hoy de velar, esperar tu venida. En estas parábolas del final, nos muestras que vendrás como un "Ladrón" inesperado, como un "prometido" que introduce en su intimidad..., como un "dueño" que pide cuentas...:

   -"Un hombre, al irse de viaje, llamo a sus empleados y los dejó encargados de sus bienes". Dios ha tenido confianza en nosotros al darnos "sus bienes". -"A uno le dejó cinco talentos, a otro dos, a otro uno solo... El que recibió cinco, ganó otros cinco... El que recibió dos, ganó otros dos..." A cada uno se le pide "lo que puede y debe dar". Aquí lo fundamental es que hay una "nota" en el "concierto" que sólo yo puedo dar, y que Dios escucha. Hay "talentos" en el conjunto de la historia del cosmos que sólo yo puedo desarrollar y que Dios espera de mí. Soy irremplazable a los ojos de Dios. Todo ser humano es irremplazable a los ojos de Dios.

   -"Al cabo de mucho tiempo volvió el dueño de aquellos empleados y se puso a saldar cuentas con ellos". A Dios le agrada la gente activa, con inventiva, creadora. Tomar iniciativas. Poner en marcha nuevas empresas. Desarrollar la propia inteligencia, mejorar la salud. Ayudar a la promoción colectiva de los hombres. Estimular el crecimiento. Engendrar "desarrollo"...

   El que tiene varios, los fructifica, pero el que tiene uno se ha quedado con la pobre seguridad de enterrarlo. Y tú, Señor, le dices: -"¡Empleado negligente y cobarde! Quitadle su talento... echadlo fuera, a las tinieblas; allí será el llanto y el apretar de dientes".  El mismo final trágico que en la parábola de las "doncellas prudentes y necias". Ninguna parábola como la de los talentos, nos dice tan claramente, que cada ser humano construye su propio Juicio: el Juicio ya ha empezado... Es HOY (Noel Quesson).

   «El tiempo es un don de Dios: es una interpelación del amor de Dios a nuestra libre y -si puede decirse- decisiva respuesta. Debemos ser avaros del tiempo, para emplearlo bien, con la intensidad en el obrar, amar y sufrir. Que no exista jamás para el cristiano el ocio, el aburrimiento. El descanso sí, cuando sea necesario, pero siempre con vistas a una vigilancia que sólo en el último día se abrirá a una luz sin ocaso» (Pablo VI).

   «Me parece muy oportuno fijarnos en la conducta del que aceptó un talento: se comporta de un modo que en mi tierra se llama cuquería. Piensa, discurre con aquel cerebro de poca altura y decide: fue e hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor.

   ¿Qué ocupación escogerá después este hombre, si ha abandonado el instrumento de trabajo? Ha decidido irresponsablemente optar por la comodidad de devolver sólo lo que le entregaron. Se dedicará a matar los minutos, las horas, las jornadas, los meses, los años, ¡la vida!

   ¡Qué tristeza no sacar partido, auténtico rendimiento de todas las facultades, pocas o muchas, que Dios concede al hombre para que se dedique a servir a las almas y a la sociedad!

   «Mío, mío, mío...», piensan, dicen y hacen muchos. (...). No pierdas tu eficacia, aniquila en cambio tu egoísmo. ¿Tu vida para ti? Tu vida para Dios, para el bien de todos los hombres, por amor al Señor. ¡Desentierra ese talento! Hazlo productivo: y saborearás la alegría de que, en este negocio sobrenatural no importa que el resultado no sea en la tierra una maravilla que los hombres puedan admirar. Lo esencial es entregar todo lo que somos y poseemos, procurar que el talento rinda, y empeñarnos continuamente en producir buen fruto» (J. Escrivá, Amigos de Dios 45-47).

   Nos dices, Jesús, que antes de ese final conocerán un levantamiento contra el Rey (tu Pasión) y el castigo ejemplar de la ciudad (la caída de Sión). Mientras, es el "tiempo de la Iglesia", que sigue a la caída de Jerusalén y hay una extraordinaria desproporción entre la tarea a llevar a cabo en este mundo y la recompensa prometida. El amo distribuye sus riquezas (es decir, los intereses del Reino) teniendo en cuenta las posibilidades de cada uno... aunque un solo talento constituía entonces una considerable fortuna. Sería un error interpretar esos "talentos" solamente como dones naturales a explotar. Se trata, principalmente, de los intereses del Reino, riquezas del Señor de las que cada cristiano deviene intendente, ya que el progreso del Reino sólo es posible con la colaboración de cada uno de sus componentes. La parábola descubre a los discípulos la obligación de hacer fructificar los bienes del Reino durante el tiempo que se les concede para tal menester, el tiempo de la Iglesia.

   El siervo que había recibido un solo talento, rechazando mezquinamente toda clase de riesgos, se decide por escoger una seguridad totalmente falsa, ya que una riqueza muerta, sin invertir, se devalúa; y quien no multiplica lo que tiene, lo dilapida. Quien "entierra" su talento por miedo a perderlo, se entierra a si mismo y opta por la muerte. Este severa advertencia de Jesús a las autoridades religiosas de su tiempo conserva para nosotros toda su fuerza: no podemos dejar de participar en el mundo, con sus riesgos; atrevernos a poner en juego la herencia recibida de Jesucristo, sin miedo, pues quien no administra la herencia la tendría perdida ya de antemano (Maertens-Frisque).

   Hoy día, podemos pecar de guardar los bienes para nuestro uso, pero no hacer valer nuestras cualidades para bien de todos…

Llucià Pou Sabaté

Viernes de la 21ª semana de Tiempo Ordinario. Dios nos invita a su Reino de Dios en una correspondencia diaria, estar en vela como las vírgenes prudentes que esperan al esposo

Viernes de la 21ª semana de Tiempo Ordinario.  Dios nos invita a su Reino de Dios en una correspondencia diaria, estar en vela como las vírgenes prudentes que esperan al esposo

A. Lecturas:

   1. I Tesalonicenses 4,1-8: Hermanos, por Cristo Jesús os rogamos y exhortamos: Habéis aprendido de nosotros cómo proceder para agradar a Dios; pues proceded así y seguid adelante. Ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús. Esto quiere Dios de vosotros: una vida sagrada, que os apartéis del desenfreno, que sepa cada cual controlar su propio cuerpo santa y respetuosamente, sin dejarse arrastrar por la pasión, como hacen los gentiles que no conocen a Dios. Y que en este asunto nadie ofenda a su hermano ni se aproveche con engaño, porque el Señor venga todo esto, como ya os dijimos y aseguramos. Dios no nos ha llamado a una vida impura, sino sagrada. Por consiguiente, el que desprecia este mandato no desprecia a un hombre, sino a Dios, que os ha dado su Espíritu Santo.

   2. Salmo 96,1 y 2b.5-6.10.11-12: El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Justicia y derecho sostienen su trono.

   Los montes se derriten como cera ante el dueño de toda la tierra; los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria.

   El Señor ama al que aborrece el mal, protege la vida de sus fieles y los libra de los malvados.

   Amanece la luz para el justo, y la alegría para los rectos de corazón. Alegraos, justos, con el Señor, celebrad su santo nombre.

   3. Mateo 25,1-13: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: -«Se parecerá el reino de los cielos a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo. Cinco de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A medianoche se oyó una voz: ¡Que llega el esposo, salid a recibirlo! Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y las necias dijeron a las sensatas: "Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas." Pero las sensatas contestaron: "Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis." Mientras iban a comprarlo, llegó el esposo, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." Pero él respondió: "Os lo aseguro: no os conozco." Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora»".  

 

B. Comentario:

   1. Relaciona Pablo el «conocimiento» («gnosis») y la «caridad» («ágape»). Los judíos «piden signos». Los griegos «buscan sabiduría». Pero la fe cristiana es «fuerza de Dios», es el lenguaje de la cruz («nosotros predicamos a Cristo crucificado»), que puede parecer necedad a los griegos y a los judíos, escándalo (J. Aldazábal).

   La sabiduría de los hombres es muy distinta de la sabiduría de Dios; el lenguaje de la cruz es una locura para la sabiduría de los hombres; ese, no obstante, es el único que puede llevar a la fe y, por tanto, a la salvación.

   2. Sigue siendo verdad lo que ya afirmaba el salmista sobre los caminos de Dios y los nuestros: «el Señor deshace los planes de las naciones, frustra los proyectos de los pueblos, pero el plan del Señor subsiste por siempre, los proyectos de su corazón, de edad en edad».

   3. Sigue tu enseñanza, Jesús, sobre la vigilancia. Ayer ponías el ejemplo del ladrón que puede venir en cualquier momento, y el del amo de la casa, que deseará ver a los criados preparados cuando vuelva. Hoy son las diez jóvenes que acompañarán, como damas de honor, a la novia cuando llegue el novio.

   -¡Hablando de la "venida" del Hijo del hombre, Jesús decía: "El Reino de los cielos es semejante a diez doncellas, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio… Jesús es el "Prometido", que nos ama. Viene a "encontrarse" con nosotros. Quiere introducirnos en su familia, como un prometido introduce a su prometida en su familia. Esto es para Jesús la vida cristiana: una marcha hacia el "encuentro" con alguien que nos ama... la diligencia de una prometida que va hacia su prometido... el deseo de un cita.

   Ya hiciste, Señor, el primer milagro en una de esas bodas largas y festivas… La novia, con sus parientes y amigas, espera la llegada del novio con su comitiva para ser trasladada a su propia casa. La parábola es sencilla, pero muy hermosa y significativa. La tardanza del novio hasta medianoche, o la negativa de las jóvenes sensatas a compartir su aceite con las demás, o la idea de que puedan estar abiertas las tiendas a esas horas, o la respuesta tajante del novio, que cierra bruscamente la puerta, contra todas las reglas de la hospitalidad oriental, son contrastes fuertes, inusuales, para realzar la fuerza de la parábola... Quieres transmitirnos esta idea: que todas tenían que haber estado preparadas y despiertas cuando llegó el novio. Su venida será imprevista. Nadie sabe el día ni la hora. Israel -al menos sus dirigentes- no supo estarlo y desperdició la gran ocasión de la venida del Novio, que eres tú, Jesús, el Enviado de Dios, el que inauguraba el Reino y su banquete festivo.

   -"Como el novio tardaba en "venir", les entró sueño a todas y se durmieron". Los tratos entre las dos familias se prolongaban durante largo tiempo como prueba del interés que los padres tomaban por sus hijos. El esposo hacía casi siempre su aparición en el momento en que los invitados comenzaban a cansarse o a sentir el efecto de la bebida. En la parábola se hace alusión a esta costumbre para describir con mayor viveza la irrupción inesperada de un Reino en medio de gentes distraídas.

   Es la misma idea de ayer. Jesús tarda. La visita es imprevista, la hora es imprecisa. No se sabe cuándo llegará. Sí, ¡cuán verdadero es todo esto! Tenemos la impresión de que Tú estás ausente, de que no vas venir. Y te olvidamos, nos dormimos en lugar de "velar".

   -"A media noche se oyó gritar: "¡Que llega el novio; salid a recibirlo!"" Ayer, Jesús, eras el "ladrón nocturno", para acentuar el efecto de sorpresa, y por lo tanto, la necesidad de estar siempre a punto. Hoy el "esposo que viene de noche". Se puede velar porque se teme al ladrón; pero es mucho más importante todavía velar porque se desea al esposo que está por llegar. ¿Deseo yo, verdaderamente, la venida de Jesús? ¿Qué hago yo para mantenerme despierto, vigilante, atento a "sus" venidas?

   -"Las muchachas prudentes prepararon sus lámparas." Todas se durmieron. Todas flaquearon en la espera. Así, Señor, en ese pequeño detalle nos muestras cuán bien nos conoces. No nos pides lo imposible: tan sólo ese pequeño signo de vigilancia, una lamparita que sigue "velando" mientras dormimos. Esta era ya la delicada intención de la esposa del Cantar de los Cantares (Ct 5,2): "Yo duermo, pero mi corazón vela." Sí, soy consciente de que no te amo bastante; pero Tú sabes que quisiera amarte más. Me sucede a menudo que me quedo como adormilado y no te espero; pero te ruego, Señor, que mires mi lamparita y su provisión de aceite.

   -"Las que estaban preparadas entraron "con Él" al banquete de bodas". Imagen del cielo: un banquete de bodas, un encuentro, "estar con Él". Pero, depende de nosotros empezar el cielo desde aquí abajo, enseguida.

   -"Las otras llegaron a su vez: ¡Señor, Señor, ábrenos! -No os conozco. Estad en vela pues no sabéis el día ni la hora". Esa terrible palabra hace resaltar, por contraste, toda la seriedad de nuestra aventura humana. Tu amor por nosotros no es cosa de broma: ¡Nos lo has dado todo! Cuando se ha sido amado con tal amor, cuando se ha rehusado este amor... éste se convierte en una especie de tormento: en una vida frustrada. En una vida que ha malogrado el encuentro (Noel Quesson).

   "El Evangelista cuenta que las prudentes han aprovechado el tiempo. Discretamente se aprovisionan del aceite necesario, y están listas, cuando avisan: ¡eh, que es la hora!, «mirad que viene el esposo, salidle al encuentro»: avivan sus lámparas y acuden con gozo a recibirlo.

   (…) Y la fatuas, ¿qué hacen? A partir de entonces, ya dedican su empeño a disponerse a esperar al Esposo: van a comprar el aceite. Pero se han decidido tarde y, mientras iban, «vino el esposo y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas» (..). No es que hayan permanecido inactivas: han intentado algo... Pero escucharon la voz que les responde con dureza: «no os conozco». No supieron o no quisieron prepararse con la solicitud debida, y se olvidaron de tomar la razonable precaución de adquirir a su hora el aceite. Les faltó generosidad para cumplir acabadamente lo poco que tenían encomendado. Quedaban en efecto muchas horas, pero las desaprovecharon.

   Pensemos valientemente en nuestra vida. ¿Por qué no encontramos a veces esos minutos, para terminar amorosamente el trabajo que nos atañe y que es el medio de nuestra santificación? ¿Por qué descuidamos las obligaciones familiares? ¿Por qué se mete la precipitación en el momento de rezar de asistir al Santo Sacrificio de la Misa? ¿Por qué nos faltan la serenidad y la calma, para cumplir los deberes del propio estado, y nos entretenemos sin ninguna prisa en ir detrás de los caprichos personales? Me podéis responder: son pequeñeces. Sí, verdaderamente: pero esas pequeñeces son el aceite, nuestro aceite, que mantiene viva la llama y encendida la luz» (J. Escrivá, Amigos de Dios 40-41).

   «Velad, porque no sabéis el día ni la hora», nos dices, refiriéndote al Reino de los Cielos. Otras veces nos hablas del presente, donde se realiza ya: «El cristianismo no es camino cómodo: no basta estar en la Iglesia y dejar que pasen los años. En la vida nuestra, en la vida de los cristianos, la conversión primera —ese momento único, que cada uno recuerda, en el que se advierte claramente todo lo que el Señor nos pide— es importante; pero más importantes aún, y más difíciles, son las sucesivas conversiones. Y para facilitar la labor de la gracia divina con estas conversiones sucesivas, hace falta mantener el alma joven, invocar al Señor, saber oír, haber descubierto lo que va mal, pedir perdón» (S. Josemaría Escrivá, Es Cristo que pasa, 57).

   «Vela con el corazón, con la fe, con la esperanza, con la caridad, con las obras (...); prepara las lámparas, cuida de que no se apaguen, aliméntalas con el aceite interior de una recta conciencia; permanece unido al Esposo por el Amor, para que Él te introduzca en la sala del banquete, donde tu lámpara nunca se extinguirá» (S. Agustín, Sermones 93,17).

   La fiesta de boda a la que estamos invitados sucede cada día, en los pequeños encuentros con el Señor, en las continuas ocasiones que nos proporciona de saberle descubrir en los sacramentos, en las personas, en los signos de los tiempos. Y como «no sabemos ni el día ni la hora» del encuentro final, esta vigilancia diaria, hecha de amor y seriedad, nos va preparando para que no falte aceite en nuestra lámpara. Al final, Jesús nos dirá qué clase de aceite debíamos tener: si hemos amado, si hemos dado de comer, si hemos visitado al enfermo. El aceite de la fe, del amor y de las buenas obras.

   Cuando celebramos la Eucaristía de Jesús, «mientras esperamos su venida gloriosa», se nos provee de esa luz y de esa fuerza que necesitamos para el camino. Jesús nos dijo: «el que me come, tiene vida eterna, yo le resucitaré el último día» (J. Aldazábal; Biblia de Navarra).

Llucià Pou Sabaté

 

2. Mateo 25,1-13

martes, 27 de agosto de 2024

Jueves de la 21ª semana de Tiempo Ordinario: Dios nos llama a la salvación, que es al final de la vida, pero también en el día a día respondiendo al amor de Dios

Jueves de la 21ª semana de Tiempo Ordinario: Dios nos llama a la salvación, que es al final de la vida, pero también en el día a día respondiendo al amor de Dios

 

A. Lecturas:

   1. I Corintios (1,1-9): Yo Pablo, llamado a ser apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, escribimos a la Iglesia de Dios en Corinto, a los consagrados por Cristo Jesús, a los santos que él llamó y a todos los demás que en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor de ellos y nuestro. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sean con vosotros. En mi acción de gracias a Dios os tengo siempre presentes, por la gracia que Dios os ha dado en Cristo Jesús. Pues por él habéis sido enriquecidos en todo: en el hablar y en el saber; porque en vosotros se ha probado el testimonio de Cristo. De hecho, no carecéis de ningún don, vosotros que aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo. Él os mantendrá firmes hasta el final, para que no tengan de qué acusaros en el día de Jesucristo, Señor nuestro. Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo Señor nuestro. ¡Y él es fiel!

   2. Salmo 144,2-3.4-5.6-7: Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza.

   Una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas. Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas.

   Encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias.

   3. Mateo 24,42-51: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejarla abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues, dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, mandándolo a donde se manda a los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes»".  

 

B. Comentario:  

   1. El mundo pagano de Corinto, lleno de costumbres corrompidas y de las más variadas corrientes ideológicas, alberga una comunidad cristiana, y hoy vemos al Apóstol que les dice:

   -"Yo, Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, con Sóstenes, nuestro hermano, me dirijo a vosotros que sois en Corinto la Iglesia de Dios..." Se dice "Apostolos" = apóstol = «enviado» de Jesucristo. Y "Kletós" = «llamado» por voluntad de Dios. ¿Contemplo sólo a los ministros de la Iglesia con una mirada humana? o bien, más allá de sus cualidades o de sus defectos, ¿descubro en ellos un misterio divino?

    -"Vosotros los santificados en Cristo Jesús, vosotros los fieles, los llamados por Dios a ser el pueblo santo, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, su Señor y el nuestro". Estamos siempre en pleno misterio, ya se trate de los fieles o de los ministros. Son fieles que van a su «asamblea» -"eklesia" = iglesia = asamblea-, «convocados» por Dios, por la llamada de Dios. Son «santos». En mi oración trato de ser consciente de mi dignidad.

   Nuestra santidad es la santidad de Dios en nosotros, aunque nosotros somos pecadores. Gracias, Señor. Pablo recuerda a los Corintios que no son una comunidad aislada.

   Ningún grupo de cristianos puede pretender vivir autónomamente, en circuito cerrado. Por pequeño que sea el grupo de fieles está unido a «todos aquellos que en cualquier lugar están en oración con el Señor Jesús.»

   Te ruego, Señor, por todos aquellos que, renunciando a la gran universalidad de la Iglesia, se sienten tentados de encerrarse en las sectas.

   Doy gracias a Dios sin cesar. ¿Sé dar, a menudo, «gracias»? Gracias por... gracias por...

   -"Por vosotros, a causa de la gracia de Dios que os ha sido otorgada en Cristo Jesús, pues en El habéis sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en todo conocimiento de Dios". Sólo Cristo nos hace conocer de veras a Dios.

   -"Esperáis a ver la revelación de nuestro Señor Jesucristo. Él os fortalecerá hasta el fin". De nuevo la espera escatológica, el día en que Jesús se revelará perfectamente a nosotros. ¡De aquí allá tenemos que mantener nuestra firmeza! Esto parece ser bastante duro para los oyentes de san Pablo, puesto que tan a menudo vuelve a hablarles de estas virtudes de la valentía y de la firmeza.

   -"Pues fiel es Dios, por quien habéis sido llamados a vivir en comunión con Dios y con su Hijo, Jesucristo". Vivir en comunión con Jesús. Vivir una misma vida con Cristo. La vida de Jesús circula en mí. Que sea yo fiel a esta vida, Señor (Noel Quesson).

   2. Nos miramos ahora al espejo de la Palabra de Dios que hoy leemos, para que nuestros caminos vayan coincidiendo cada vez más con los de Dios, pidiéndote, Jesús, que nos «mantengamos firmes hasta el final», pues tú, Jesús, eres fiel, y nos invita tu Palabra «a participar de Jesucristo, Señor nuestro, y él es fiel».

   En medio de nuestro mundo, a veces pagano, tenemos la salvación de Dios, como pide el salmo de hoy: «una generación pondera tus obras a otra, y le cuenta tus hazañas... difunden la memoria de tu inmensa bondad y aclaman tus victorias».

   3. Comenzamos hoy el discurso «escatológico» de Jesús, el quinto y último de los que Mateo nos ofrece en su evangelio. Se refiere a los acontecimientos finales y, en concreto, a la actitud de vigilancia que debemos tener respecto a la venida última de Jesús. Hoy nos lo dice con dos comparaciones muy expresivas: el ladrón puede venir en cualquier momento, sin avisar previamente; el amo puede regresar a la hora en que los criados menos se lo esperan.

   Jesús, hoy nos dices: -"Velad"... y comenta Newman sobre esta "vigilancia": "Jesús preveía el estado del mundo tal como lo vemos hoy, en el que su ausencia prolongada nos ha inducido a creer que ya no volverá jamás... Ahora bien, muy misericordiosamente nos susurra al oído que no nos fiemos de lo que vemos, que no compartamos esa incredulidad general... sino que estemos alerta y vigilantes". "Debemos no sólo "creer", sino "vigilar"; no sólo "amar", sino "vigilar"; no sólo "obedecer", sino "vigilar"; vigilar, ¿por que? Por ese gran acontecimiento: la venida de Cristo…

   "¿Sabéis qué es estar esperando a un amigo, esperar su llegada y ver que tarda en venir? ¿Sabéis qué es estar con una compañía desagradable, y desear que pase el tiempo y llegue el momento en que podáis recobrar vuestra libertad? ¿Sabéis qué es tener lejos a un amigo, esperar noticias suyas, y preguntarse día tras día qué estará haciendo ahora, en ese momento, si se encontrara bien?... Velar a la espera de Cristo es un sentimiento parecido a estos, en la medida en que los sentimientos de este mundo son capaces de representar los de otro mundo..."

   -"Velad, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela... También vosotros estad preparados: porque en el momento que menos penséis, vendrá el Hijo del hombre".

   También el Padre Duval ha traducido maravillosamente esta espera en su canción. "El Señor volverá, lo prometió, que no te encuentre dormido aquella noche. "En mi ternura clamo hacia El: Dios mío, ¿será quizá esta noche? "El Señor volverá, espéralo en tu corazón, ¡no sueñes en disfrutar lejos de El tu pequeña felicidad!" ¡Jesús "viene"! Y nos advierte: ¡velad! porque vengo cuando no lo pensáis.

   Podríais malograr esa "venida", esa cita imprevista, esta visita-sorpresa. Y para que nos pongamos en guardia contra nuestras seguridades engañosas, Jesús llega a compararse a un "ladrón nocturno". Podemos tomarlo como una inseguridad fundamental de la condición humana, o bien como Teresita de Jesús veía al "ladrón" amado como quien se espera con impaciencia confiada, en el deseo de encontrarlo. Por eso señalaba que ella le advertiría al "Ladrón": "ven, ¡por aquí!", deseosa del encuentro.

   Así como el ladrón o el amo vienen de improviso, hemos de estar preparados a su llegada. Esto no es solo para el momento de la muerte… la venida del Señor a nuestras vidas sucede cada día, y es esta venida, descubierta con fe vigilante, la que nos hace estar preparados para la otra, la definitiva. Toda la vida está llena de momentos de gracia, únicos e irrepetibles. Los judíos no supieron reconocer la llegada del Enviado: ¿desperdiciamos nosotros otras ocasiones de encuentro con el Señor?

   El estudiante estudia desde el principio de curso. El deportista se esfuerza desde que empieza la etapa o el campeonato. El campesino piensa en el resultado final ya desde la siembra. Aunque no sean inminentes ni el examen ni la meta definitiva ni la cosecha. No es de insensatos pensar en el futuro. Es de sabios. Día a día se trabaja el éxito final. Día a día se vive el futuro y, si se aprovecha el tiempo, se hace posible la alegría final. «Estad en vela»: buena consigna para la Iglesia, pueblo en marcha, que camina hacia la Venida última de su Señor y Esposo. Buena consigna para unos cristianos despiertos, que saben de dónde vienen y a dónde van, que no se dejan arrastrar sin más por la corriente del tiempo o de los acontecimientos, que no se quedan amodorrados por el camino. Estar en vela no significa vivir con temor, ni menos con angustia, pero sí con seriedad. Porque todos queremos escuchar, al final, las palabras de Jesús: «muy bien, siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor» (J. Aldazábal).

   Jesús "vendrá"... al final de los tiempos en el esplendor del último día. Jesús "vendrá"... a la hora de nuestra muerte en el cara a cara de aquel momento solemne "cuando se rasgará el velo que nos separa del dulce encuentro".

   Pero... Jesús "viene"... cada día, si sabemos "estar en vela". No hay que esperar el último día. Está allí, detrás del velo. Viene en mi trabajo, en mis horas de distensión, de solaz. Viene a través de tal persona con quien me encuentro, de tal libro que estoy leyendo, de tal suceso imprevisto... Es el secreto de una verdadera revisión de vida.

   -"¿Dónde está ese "empleado" fiel y sensato encargado por el amo de dar a su servidumbre la comida a sus horas? Dichoso el tal empleado si el amo, al llegar lo encuentra cumpliendo con su obligación"... Sí, "velar", atisbar "las" venidas de Jesús, ¡no es estar soñando! Es hacer cada uno el trabajo de cada día, es considerarse, de alguna manera, responsable de los demás, es darles, cuando se requiera, su porción de pan, es amar. En verdad eso concierne, muy especialmente, a los "jefes de comunidad", en la Iglesia o en otra parte. Y ¿quién no es jefe de una comunidad? Familia, equipo, grupo, clase, despacho, empresa, sindicato, club, colegas, clientes, etc. Darles, cuando es oportuno, lo que esperan de mí (Noel Quesson).

Llucià Pou Sabaté

Miércoles de la 21ª semana de Tiempo Ordinario: Jesús nos pide vivir en la verdad, acomodar la vida a lo que se dice, y vivir honradamente del trabajo

Miércoles de la 21ª semana de Tiempo Ordinario: Jesús nos pide vivir en la verdad, acomodar la vida a lo que se dice, y vivir honradamente del trabajo

 

A. Lecturas:

   1. II Tesalonicenses (3,6-10.16-18): En nombre de nuestro Señor Jesucristo, hermanos, os mandamos: no tratéis con los hermanos que llevan una vida ociosa y se apartan de las tradiciones que recibieron de nosotros. Ya sabéis cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y noche, a fin de no ser carga para nadie. No es que no tuviésemos derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar. Cuando vivimos con vosotros, os lo mandamos: El que no trabaja, que no coma. Que el Señor de la paz os dé la paz siempre y en todo lugar. El Señor esté con todos vosotros. La despedida va de mi mano, Pablo; ésta es la contraseña en toda carta; ésta es mi letra. La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos vosotros.

   2. Salmo 127,1-2.4-5: Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien.

   Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida.

   3. Mateo 23,27-32: "En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: -«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros encalados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos y podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crímenes. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y ornamentáis los mausoleos de los justos, diciendo: "Si hubiéramos vivido en tiempo de nuestros padres, no habríamos sido cómplices suyos en el asesinato de los profetas"! Con esto atestiguáis en contra vuestra, que sois hijos de los que asesinaron a los profetas. ¡Colmad también vosotros la medida de vuestros padres!»

 

B. Comentario:

   1. Pablo acaba su carta saliendo al paso de los que piensan en que si acaba el mundo rápidamente, no hay que trabajar, y les dice que no debe de haber perezosos en la comunidad. La caridad cristiana no puede favorecer a la pereza.

   -"Os mandamos en nombre de nuestro Señor Jesucristo que os apartéis de todo hermano que viva en la ociosidad y no según la tradición que de nosotros recibisteis".

   Tu Reino, Jesús, ha de construirse aquí abajo; no hay que evadirse de la condición terrestre… se construye por medio de la obediencia hasta la muerte en la cruz, una obediencia que restituye al sufrimiento y a la muerte su verdad. Contigo, Jesús, todos los valores humanos cobran su autenticidad. El hombre está en condiciones de trabajar por la verdadera humanización de la tierra (Maertens-Frisque).

   -"Si alguno no quiere trabajar, ¡que tampoco coma!" Esta era la consigna que daba Pablo. Tantos hombres y mujeres que trabajan, sin saberlo quizá, cumplen así la "voluntad de Dios". Te ofrezco, Señor, la vida de todos los trabajadores. Atiende muy particularmente a los que tienen un trabajo penoso... a los que están en paro... a aquellos a quienes no alcanza lo que ganan para cubrir las necesidades cotidianas...

   -"Ya sabéis vosotros cómo debéis imitarnos. Estando entre vosotros no hemos vivido en la ociosidad, ni comimos de balde el pan de nadie, sino que en la fatiga y el cansancio día y noche trabajamos para no ser una carga a ninguno de vosotros". San Pablo era tejedor. Ganaba su vida con su trabajo.

   -"Ciertamente teníamos derecho a ello pero así os dimos en nosotros un modelo a imitar". Pablo no ignora que Jesús había dicho a los apóstoles que "el obrero merece su salario" (Mateo 10,10), para afirmar que la comunidad debía atender las necesidades de aquellos que ocupaban todo su tiempo en evangelizar. Pero él, Pablo, quiere ser una excepción, para "dar ejemplo del trabajo asalariado normal". Esto subraya toda la dignidad y el valor de ese trabajo.

   -"Que el Señor dé la paz, os conceda la paz, en todo tiempo y en todos los ordenes". Los griegos se saludaban deseándose "la alegría": "regocíjate". Los romanos se deseaban la "salud", ¡salve! Los judíos se saludaban deseándose "la paz": shalom, dicen todavía hoy. Es el saludo que Pablo usa.

   La paz en todo tiempo y en todos los órdenes, de parte de Dios.

   -"Y que el Señor esté con todos vosotros". Este deseo se nos repite en todas las misas. Es una hermosa expresión (Noel Quesson).

   2. Quiero pedirte, Señor, trabajar unido a ti, con el Salmo: "dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Comerás del fruto de tu trabajo, serás dichoso, te irá bien." Sé que el trabajo bien hecho da ese sentido de plenitud que viene de hacer tu voluntad, Señor, tu bendición: "ésta es la bendición del hombre que teme al Señor. Que el Señor te bendiga desde Sión, que veas la prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida".

   3. Jesús, continúas recriminando la falsedad con duras palabras: Viene a confirmar que la sinceridad, la honradez, la lealtad, la nobleza..., son virtudes queridas por Dios y, también, muy apreciadas por los humanos.

   -"¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que sois semejantes a sepulcros blanqueados!... Se encalaban las tumbas para que fueran muy visibles y no se tocaran por descuido, para quedar "impuro". La buena apariencia no quita que dentro haya podredumbre. Jesús, sigues castigando la mentira y la maldad con apariencia de bien. Quizá yo también estoy demasiado pendiente del qué dirán de mí, o me dejo llevar por la ambición o la violencia o el interés por el poder. O me considero de los «buenos», los mejores, los perfectos (J. Aldazábal), cuando en realidad sólo Dios juzga, y si no juzgo a los demás tampoco yo seré juzgado.

   -"...que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad". Jesús, tú eres el único santo, Dios humanado, el único que puede decir estas cosas. Nos recomiendas purificar lo de dentro de la misma manera que se ha embellecido el exterior. Señor, que para el interior de nuestros corazones tengamos el mismo afán de purificación y de hermosura que tenemos para nuestras apariencias.

   -"¡Ay de vosotros escribas y fariseos que edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos y decís: "Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos colaborado con ellos para derramar la sangre de los profetas."" Una tras la otra, cada generación dice lo mismo: "Si hubiéramos estado allí, lo hubiéramos hecho mejor que vosotros..." "Considerad, vosotros, los adultos, cuán lamentable es la sociedad que nos habéis legado..." "Ah, si nos dierais las responsabilidades, veríais..." ¡Y nos cargamos a nuestros antepasados y nos cargamos a los judíos... y creemos que nosotros no hubiéramos crucificado a Jesús! ¡Resulta una terrible hipocresía creerse mejor que su propio padre, considerarse entre los justos! (Noel Quesson).

   -"Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas ¡Colmad, también vosotros la medida de vuestros padres!" No sabemos cómo dijiste esas palabras, Señor, o si se escribieron bajo la pena de la destrucción de Jerusalén y enemistad declarada de los fariseos con respecto a la primitiva Iglesia… ayúdame a ver ese sentido misterioso que quieres darme con ellas, para aprovecharlas en mi vida.   

   Para no caer, pues, en la hipocresía, tengo que ser muy sincero.

   Primero, con Dios, porque me quiere limpio de corazón y que deteste toda mentira por ser Él totalmente puro, la Verdad absoluta.

   Segundo, conmigo mismo, para no ser yo el primer engañado, exponiéndome a pecar contra el Espíritu Santo al no reconocer los propios pecados ni manifestar-los con claridad en el sacramento de la Penitencia,  o por no confiar suficientemente en Dios, que nunca condena a quien hace de hijo pródigo ni pierde a nadie por el hecho de ser pecador, sino por no reconocerse como tal.

   En tercer lugar, con los otros, ya que también —como Jesús— a todos nos pone fuera de sí la mentira, el engaño, la falta de sinceridad, de honradez, de lealtad, de nobleza..., y, por esto mismo, hemos de aplicarnos el principio: «Lo que no quieras para ti, no lo quieras para nadie».

   Estas tres actitudes –que podemos considerar de sentido común– las hemos de hacer nuestras para no caer en la hipocresía, y hacernos cargo de que necesitamos la gracia santificante, debido al pecado original oca-sionado por el "padre de la mentira": el demonio. Por esto, haremos caso de la exhortación de san Josemaría: «A la hora del examen ves prevenido contra el demonio mudo»; tendremos también presente a Orígenes, que dice: «Toda santidad fingida yace muerta porque no obra impulsada por Dios», y nos regiremos, siempre, por el principio elemental y simple propuesto por Jesús: «Sea vuestro lenguaje: 'Sí, sí'; 'no, no'» (Mt 5, 37).

   María no se pasa en palabras, pero su al bien, a la gracia, fue único y veraz; su no a mal, al pecado, fue rotundo y sincero.

Llucià Pou Sabaté

 

Martes de la 21ª semana de Tiempo Ordinario: Jesús nos pide vivir en la verdad, atentos a la venida del Señor, cuando lleve todo a plenitud

Martes de la 21ª semana de Tiempo Ordinario: Jesús nos pide vivir en la verdad, atentos a la venida del Señor, cuando lleve todo a plenitud

 

A. Lecturas:

   1. I Tesalonicenses 2, 1-8. Sabéis muy bien, hermanos, que nuestra visita no fue inútil. A pesar de los sufrimientos e injurias padecidos en Filipos, que ya conocéis, tuvimos valor -apoyados en nuestro Dios- para predicaros el Evangelio de Dios en medio de fuerte oposición. Nuestra exhortación no procedía de error o de motivos turbios, ni usaba engaños, sino que Dios nos ha aprobado y nos ha confiado el Evangelio, y así lo predicamos, no para contentar a los hombres, sino a Dios, que aprueba nuestras intenciones. Como bien sabéis, nunca hemos tenido palabras de adulación ni codicia disimulada. Dios es testigo. No pretendimos honor de los hombres, ni de vosotros, ni de los demás, aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos haberos hablado autoritariamente; por el contrario, os tratamos con delicadeza, como una madre cuida de sus hijos. Os temamos tanto cariño que deseábamos entregaros no sólo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas, porque os habíais ganado nuestro amor.

   2. Salmo 138,1-3.4-6. Señor, tú me sondeas y me conoces; me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamientos; distingues mi camino y mi descanso, todas mis sendas te son familiares.

   No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda. Me estrechas detrás y delante, me cubres con tu palma. Tanto saber me sobrepasa, es sublime, y no lo abarco.

   3. Mateo 23,23-26: "En aquel tiempo, habló Jesús diciendo: -«¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el décimo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más grave de la ley: el derecho, la compasión y la sinceridad! Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtráis el mosquito y os tragáis el camello! ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis rebosando de robo y desenfreno! ¡Fariseo ciego!, limpia primero la copa por dentro, y así quedará limpia también por fuera».

 

B. Comentario:

   1. Sigue S. Pablo diciendo a los de Tesalónica: -"Hermanos, queremos haceros una petición respecto a la "Venida" de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con El". Algunos cristianos estaban persuadidos de la inminencia de este retorno de Jesús, y lo esperaban con tal impaciencia que eran negligentes en sus deberes cotidianos. Cuando decimos: «esperamos tu venida gloriosa... Ven, Señor Jesús... esperamos tu retorno...» con fe, en la Misa después de la consagración, nos referimos a este día del Señor.

   -"No os dejéis alterar fácilmente en vuestros ánimos, ni os alarméis por alguna revelación, palabra o carta presentada como nuestra, que os haga suponer que es inminente el día del Señor. Que nadie os engañe de ninguna manera". Jesús, ya nos habías dicho: «nadie sabe ni el día ni la hora... el día del Señor viene como un ladrón... hay que estar siempre a punto...» (Marcos 13; Mateo 24; Lucas 21).

   -"Dios os ha llamado por medio de nuestro Evangelio para que consigáis la gloria de nuestro Señor Jesucristo". La venida escatológica del Señor es, por consiguiente, el gran día de la unión íntima de los creyentes con Cristo, el final del gran proyecto de Dios: hombres radiantes de la Gloria de Jesucristo. Estamos en marcha hacia esta plenitud. Así pues la escatología ya ha comenzado, en la medida en que tratamos de vivir en comunión con Cristo. Aunque esperemos también nosotros la «parusía», la «venida» definitiva de Jesús.

   -"Así pues, hermanos, manteneos firmes; que el mismo Señor nuestro, Jesucristo, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado y que nos ha dado gratuitamente una consolación eterna y una esperanza dichosa, consuele vuestros corazones..." El pensamiento del «encuentro» con Jesús es una especie de secreto que «dinamiza» desde el interior a los cristianos que hallan en él un profundo consuelo. Las persecuciones, los padecimientos pasajeros no son nada en comparación de la «gloria que les espera» (Romanos 8,18). Mi rostro, mi manera de actuar, alguna vez mis palabras... ¿dicen que «yo sé en quien he confiado» (2 Timoteo 1,12), que sé adonde voy?

   -"Y os afiance en las tradiciones que os hemos enseñado, sea de viva voz, sea por carta". Esta será la referencia para discernir lo verdadero de lo falso (Noel Quesson).

   2. Queremos contemplar tu salvación, Señor, con las palabras del Salmo: "Decid a los pueblos: "El Señor es rey, / él afianzó el orbe, y no se moverá; / él gobierna a los pueblos rectamente."" Cuando vengas en tu gloria terminará todo lo malo, y llevarás a plenitud tu obra: "Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo llena; / vitoreen los campos y cuanto hay en ellos".

   3. Uno de los defectos de los fariseos era el dar importancia a cosas insignificantes, poco importantes ante Dios, y descuidar las que verdaderamente valen la pena. Jesús se lo echa en cara:

   -"¡Ay de vosotros escribas y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más importante de la Ley: la Justicia, la Misericordia, la Lealtad!" La Ley preveía que cada agricultor debía ofrecer al Templo el "décimo" -el diezmo- de la cosecha. Los fariseos lo habían encarecido al aplicar esta regla incluso a las hierbas que se emplean como condimento: la menta, el hinojo, el comino... Si los fariseos eran minuciosos en algunas bagatelas, tenían en cambio la manga muy ancha para otros asuntos más importantes. Y Jesús nos recuerda las grandes exigencias de todos los tiempos: la justicia, la misericordia, la fidelidad. Hoy diríamos: la ayuda a los más pobres, la defensa de los débiles y de los oprimidos, la pureza de la vida conyugal, la honestidad profesional, la justicia social, etc...

   De un modo muy expresivo les dice: «filtráis el mosquito y os tragáis el camello». El diezmo lo pagaban los judíos de los productos del campo (cf Dt 14,22-29), pero pagar el diezmo de esos condimentos tan poco importantes (la menta, el anís y el comino) no tiene relevancia, comparado con las actitudes de justicia y caridad que debemos mantener en nuestra vida. Otra de las acusaciones contra los fariseos es que «limpian por fuera la copa y el plato, mientras por dentro están rebosando de robo y desenfreno». Cuidan la apariencia exterior, la fachada. Pero no se preocupan de lo interior.

   Estos defectos no eran exclusivos de los fariseos de hace dos mil años. También los podemos tener nosotros. En la vida hay cosas de poca importancia, a las que, coherentemente, hay que dar poca importancia. Y otras mucho más trascendentes, a las que vale la pena que les prestemos más atención.

   ¿De qué nos examinamos al final de la jornada, o cuando preparamos una confesión, o en unos días de retiro: sólo de actos concretos, más o menos pequeños, olvidando las actitudes interiores que están en su raíz: la caridad, la honradez o la misericordia?

   Ahora bien, la consigna de Jesús es que no se descuiden tampoco las cosas pequeñas: «esto es lo que habría que practicar (lo del derecho y la compasión y la sinceridad), aunque sin descuidar aquello (el pago de los diezmos que haya que pagar)».

   A cada cosa hay que darle la importancia que tiene, ni más ni menos. En los detalles de las cosas pequeñas también puede haber amor y fidelidad. Aunque haya que dar más importancia a las grandes.

   También el otro punto nos lo podemos aplicar: si cuidamos la apariencia exterior, cuando por dentro estamos llenos de «robo y desenfreno». Si limpiamos la copa por fuera y, por dentro, el corazón lo tenemos impresentable. Somos como los fariseos cuando hacemos las cosas para que nos vean y nos alaben, si damos más importancia al parecer que al ser. Si reducimos nuestra vida de fe a meros ritos externos, sin coherencia en nuestra conducta.

   En el sermón de la montaña nos enseñó Jesús que, cuando ayunamos, oramos y hacemos limosna, no busquemos el aplauso de los hombres, sino el de Dios. Esto le puede pasar a un niño de escuela y a un joven y a unos padres y a un religioso y a un sacerdote. Nos va bien a todos examinarnos de estas denuncias de Jesús (J. Aldazábal).

   -"Esto es lo que había que practicar, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos que coláis el mosquito y os tragáis el camello!, ¡que purificáis por fuera la copa y el plato mientras que por dentro estáis llenos de codicia y de intemperancia! ¡Fariseo ciego, limpia primero por dentro la copa, para que también por fuera quede limpia!" Entre los judíos, la preocupación por la pureza legal les requería abluciones numerosas para cualquier propósito. Un mosquitillo que cayera en la sopa la hacía "impura". En otro momento, Jesús, nos dices también: "No mancha al hombre lo que entra por la boca; lo que sale de la boca, eso es lo que mancha al hombre" (Mt 15,11). Ayúdanos, Señor, a superar nuestras oposiciones y encontrarte a ti, a la Verdad (Noel Quesson).

   S. León Magno comenta: "Dice el Señor: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Esta superioridad de nuestra virtud ha de consistir en que la misericordia triunfe sobre el juicio. Y, en verdad, lo más justo y adecuado es que la criatura, hecha a imagen y semejanza de Dios, imite a su Creador, que ha establecido la reparación y santificación de los creyentes en el perdón de los pecados, prescindiendo de la severidad del castigo y de cualquier suplicio, y haciendo así que de reos nos convirtiéramos en inocentes y que la abolición del pecado en nosotros fuera el origen de las virtudes.

   La virtud cristiana puede superar a la de los escribas y fariseos no por la supresión de la ley, sino por no entenderla en un sentido material. Por esto, el Señor, al enseñar a sus discípulos la manera de ayunar, les dice: Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. ¿Qué paga sino la paga de la alabanza de los hombres? Por el deseo de esta alabanza se exhibe muchas veces una apariencia de virtud y se ambiciona una fama engañosa, sin ningún interés por la rectitud interior; así, lo que no es más que maldad escondida se complace en la falsa apreciación de los hombres.

   El que ama a Dios se contenta con agradarlo, porque el mayor premio que podemos desear es el mismo amor; el amor, en efecto, viene de Dios, de tal manera que Dios mismo es el amor. El alma piadosa e íntegra busca en ello su plenitud y no desea otro deleite. Porque es una gran verdad aquello que dice el Señor: Donde está tu tesoro, allí está tu corazón. El tesoro del hombre viene a ser como la reunión de los frutos recolectados con su esfuerzo. Lo que uno siembre, eso cosechará, y cual sea el trabajo de cada uno, tal será su ganancia; y donde ponga el corazón su deleite, allí queda reducida su solicitud. Mas, como sea que hay muchas clases de riquezas y diversos objetos de placer, el tesoro de cada uno viene determinado por la tendencia de su deseo, y, si este deseo se limita a los bienes terrenos, no hallará en ellos la felicidad, sino la desdicha.

   En cambio, los que ponen su corazón en las cosas del cielo, no en las de la tierra, y su atención en las cosas eternas, no en las perecederas, alcanzarán una riqueza incorruptible y escondida, aquella a la que se refiere el profeta cuando dice: La sabiduría y el saber serán su refugio salvador, el temor del Señor será su tesoro. Esta sabiduría divina hace que, con la ayuda de Dios, los mismos bienes terrenales se conviertan en celestiales, cuando muchos convierten sus riquezas, ya sea legalmente heredadas o adquiridas de otro modo, en instrumentos de bondad. Los que reparten lo que les sobra para sustento de los pobres se ganan con ello una riqueza imperecedera; lo que dieron en limosnas no es en modo alguno un derroche; éstos pueden en justicia tener su corazón donde está su tesoro, ya que han tenido el acierto de negociar con sus riquezas sin temor a perderlas".

 

            Llucià Pou Sabaté