viernes, 22 de septiembre de 2023

Sábado de la 24ª semana de Tiempo Ordinario (impar)

Sábado de la 24ª semana de Tiempo Ordinario (impar). Hemos de procurar guarda la palabra de Dios en el corazón, que nuestro corazón sea la tierra buena que dé fruto perseverando.

 

A. Lecturas

1. Primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo (6,13-16): En presencia de Dios, que da la vida al universo, y de Cristo Jesús, que dio testimonio ante Poncio Pilato con tan noble profesión: te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche, hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, que en tiempo oportuno mostrará el bienaventurado y único Soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único poseedor de la inmortalidad, que habita en una luz inaccesible, a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él honor e imperio eterno. Amén.

 

2. Salmo 99: Aclama al Señor, tierra entera, / servid al Señor con alegría, / entrad en su presencia con vítores.

 

Sabed que el Señor es Dios: / que él nos hizo y somos suyos, / su pueblo y ovejas de su rebaño.

 

Entrad por sus puertas con acción de gracias, / por sus atrios con himnos, / dándole gracias y bendiciendo su nombre.

 

«El Señor es bueno, / su misericordia es eterna, / su fidelidad por todas las edades.»

 

3. Evangelio según Lucas 8,4-15: "En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. Entonces les dijo esta parábola: -«Salió el sembrador a sembrar su semilla. Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. Otro poco cayó en terreno pedregoso y, al crecer, se secó por falta de humedad. Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. El resto cayó en tierra buena y, al crecer, dio fruto al ciento por uno.» Dicho esto, exclamó: -«El que tenga oídos para oír, que oiga.» Entonces le preguntaron los discípulos: -«¿Qué significa esa parábola?» Él les respondió: -«A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. El sentido de la parábola es éste: La semilla es la palabra de Dios. Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero, con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. Los de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando»

 

B. Comentario:

 

1. –"Hijo muy querido, en presencia de Dios que da vida a todas las cosas..." ¡Estoy ante un Dios vivo! ¡Vivimos en «presencia de Dios que nos da la vida»!

-"Y en presencia de Cristo Jesús que ante Poncio Pilato rindió tan solemne testimonio..." Gracias, Jesús, por dar ese testimonio de hijo de Dios.

-"Mira lo que te ordeno: conserva el mandato del Señor, permanece irreprochable y recto hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo". «Quien ama, conoce a Dios.» «Dios es amor.» Una vida «sin amor» es una vida sin Dios. Vivir en el amor es el «mandato de Jesús».

-"Manifestación que, a su debido tiempo, hará ostensible el bienaventurado y único Soberano, el Rey de los reyes y el Señor de los señores"... Este es otro himno litúrgico que estalla como un grito de alegría. Esta carta a Timoteo termina hoy con una "doxología", alabanza final, y la mirada hacia la venida última del Señor, «¡rey de reyes!» -"El único que posee lnmortalidad... El que habita en una luz inaccesible, a quien no ha visto ningún ser humano ni le puede ver. A Él el honor y el poder por siempre. Amén". Gracias, Señor. A Ti honor y poder eternos. Amén (Noel Quesson).

2. "Aclama al Señor, tierra entera... entrad por sus puertas con acción de gracias". Es una acción de gracias, de adoración: "Aclamad..., servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios... Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre". Alabanza a Dios, con alegría, fe y amor. Estamos en las manos de Dios, Señor y Rey, y todos lo celebramos, con la confianza de que no nos dejará caer de sus manos de Creador y Padre: "Somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño".

Eusebio de Cesarea exhorta: "si no le servimos con alegría ni siquiera nos podemos atrever a presentarnos delante de Él", y San Agustín: "este salmo de alabanza nos manda y exhorta a regocijarnos en Dios. Pero no exhorta a que quien cante sea algún determinado ángulo de la tierra o una sola morada, o una sola reunión de hombres, sino que como Él derramó su bendición por todo el orbe, de cada parte de él reclama el regocijo".

3. Jesús, hoy cuentas la parábola del sembrador, y también la explicas: la homilía la haces tú. Es la manera de responder las distintas personas respecto a la palabra que oyen.

-"Salió el sembrador a sembrar. Una parte del grano cayó: - en la vereda, lo pisaron y los pájaros se lo comieron... - en la roca y al brotar se secó por falta de humedad... - entre zarzas y éstas, brotando al mismo tiempo lo ahogaron"... Una siembra con desperdicio aparente. No les gustaría a los que esperaban que un mesías aparecería con manifestación brillante y rápida de Dios, que tú, Jesús, nos hagas ver que el "Reino de Dios" va progresando penosamente en medio de un montón de dificultades... ¡Mucha paciencia es necesaria!

-"Otra parte cayó en tierra buena, brotó y dio el ciento por uno". Otros evangelios nos hablan de distintos porcentajes: treinta por uno... sesenta por uno... ciento por uno... Lucas pone el rendimiento más elevado. ¡Cada grano de trigo produce otros cien! El Reino de Dios pasa de "muy poco" al "todo"...

-"Quien tenga oídos para oír, ¡que oiga!" Jesús, nos invitas a estar atentos. Te pido que agudices nuestras facultades de atención, de recogimiento, para poder oír.

"-A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan". Los caminos de Dios son misteriosos, y por un lado la Palabra de Dios es poderosa, tiene fuerza interior. Pero su fruto depende también de nosotros, porque Dios respeta nuestra libertad, y respeta también unos tiempos (J. Aldazábal).

¿Por qué no se hace más evidente la Palabra? Es un misterio… Pascal decía: "Hay claridad suficiente para alumbrar a los elegidos, y bastante oscuridad para humillarlos. Hay suficiente oscuridad para cegar a los réprobos, y bastante claridad para condenarlos y hacerlos inexcusables." "Si hay un Dios, es infinitamente incomprensible... Somos pues incapaces de conocer quién es Él, ni si Él es". "¿Quién censurará a los cristianos no poder dar razón de su creencia, ellos que profesan una religión de la que no pueden dar razón? Si la dieran, no serían consecuentes; y es siendo faltados de prueba que no son faltados de sentido". ¡El mismo Jesús no ha querido convencer "a la fuerza"!

"Me aparecen dudas sobre lo que antes creía", me decía una persona, hablando de que le costaban ciertas prácticas de piedad, modos de vivir la fe. Le respondí que muchas cosas como las que me hablaba son medios para estar cerca de Dios, pero no el fin que es esa unión. Pueden aparecer dudas y entonces hay que profundizar en la verdad, y escoger la verdad sin miedo antes que nuestras creencias, pues la Verdad es Dios.

-"Lo que cae en buena tierra, son los que, después de haber oído la Palabra, la conservan con corazón bueno y recto, y dan fruto con su perseverancia". El Reino de Dios no es un "destello" estrepitoso y súbito: viene a través de la humildad del día a día (Noel Quesson).

Como en las labores de campo, hay tierras mejores que otras: a) El camino es tierra dura y crece ahí poca semilla, el corazón también puede estar duro por ideologías que son contrarias al Reino.

b) En el terreno rocoso hay también poca tierra fértil, no profundiza la semilla como en algunos corazones que no se comprometen, inconstantes.

c) Luego están los márgenes húmedos repletos de zarzas, que aprisionan la palabra, como el dinero y el poder y los placeres, a veces es esto que llamamos "sociedad de consumo" o "Estado del bienestar" lo que nos hace estar mal porque no fomenta más que el egoísmo, y la felicidad viene por la generosidad. "Abrasemos las espinas, pues son ellas las que ahogan la palabra divina. Bien lo saben los ricos, que no sólo son inútiles para la tierra. Sino también para el cielo (…) De dos fuentes nace el daño para su espíritu: de la vida de placer y de las preocupaciones. Cualquiera de las dos, por sí misma, basta para hundir el esquife del alma. Considerad, pues qué naufragio les espera cuando concurren las dos juntas. Y no os maravilléis de que el Señor llamara espinas a los placeres. Si no los reconocéis como tales, es que estáis embrigados por la pasión; los que están sanos saben muy bien que el placer punza más que una espina" (S. Juan Crisóstomo).

d) Por fin la tierra fértil. Son los oyentes que, «al escuchar el mensaje, lo van guardando en un corazón noble y bueno». El fruto del reino no es instantáneo, sino que requiere constancia. Ni se trata de un fruto estacional, sino que «van dando fruto con su firmeza». Es toda una vida al servicio de los demás. Todos tenemos una parcela de 'tierra fértil/buena'. Es la lucha, como dice el Catecismo (1810): "Las virtudes humanas adquiridas mediante la educación, mediante actos deliberados, y una perseverancia, reanudada siempre en el esfuerzo, son purificadas y elevadas por la gracia divina. Con la ayuda de Dios forjan el carácter y dan soltura en la práctica del bien. El hombre virtuoso es feliz al practicarlas".

Dios espera de nosotros un corazón bueno y bien dispuesto, que nos haga dar fruto por nuestra constancia. Ya en una ocasión el Señor nos había anunciado: Como descienden la lluvia y la nieve de los cielos y no vuelven allá, sino que empapan la tierra, la fecundan y la hacen germinar, para que dé simiente al sembrador y pan para comer, así será mi palabra, la que salga de mi boca, que no tornará a mí de vacío, sin que haya realizado lo que me plugo y haya cumplido aquello a que la envié.

 

 

Llucià Pou Sabaté

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