domingo, 14 de octubre de 2018

Domingo 28 de tiempo ordinario ciclo B

Domingo de la semana 28 de tiempo ordinario; ciclo B

La mirada de Jesús
“En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó:  -Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le contestó: -¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre. Él replicó: -Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño. Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: -Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme. A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: -Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios. Ellos se espantaron y comentaban: -Entonces, ¿quién puede salvarse? Jesús se les quedó mirando y les dijo: -Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo. Pedro se puso a decirle: -Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. Jesús dijo: -Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones- y en la edad futura, vida eterna” (Marcos 10,17-30).
I. Los textos de la Misa nos hablan de la sabiduría divina, que hemos de estimar más que cualquier otro bien (Sabiduría 7, 7-11). Nada vale en comparación con el conocimiento de Dios, que nos hace participar de su intimidad y da sentido a la vida. El Verbo de Dios encarnado, Jesucristo, es la Sabiduría infinita, escondida en el seno del Padre desde la eternidad y asequible ahora a los hombres que están dispuestos a abrir su corazón con humildad y sencillez. Junto a Él, todo el oro es un poco de arena, y la plata vale lo que el barro, nada. Tener a Cristo es poseerlo todo, pues con Él nos llegan todos los bienes. Por eso cometemos la mayor necedad cuando preferimos algo (honor, riqueza, salud...) a Cristo mismo que nos visita. Nada vale la pena sin el Maestro.
II. Maestro bueno, ¿qué he de hacer para conseguir la vida eterna? (Marcos 10, 17-30) Le pregunta un joven rico a Jesús. Puesto que el joven ya cumplía los mandamientos desde su niñez, el Señor, fijando en él su mirada, le amó con un amor de predilección y le invitó a seguirle, dejando a un lado lo que poseía. Pedro, testigo de este episodio, recordaría esa mirada de Jesús que también (Juan 1, 42), en el comienzo de su vocación, se posó sobre él y cambió el rumbo de su vida. Y la vida de Pedro ya fue otra. ¡Cómo nos gustaría contemplar esa mirada de Jesús! Sin embargo el joven rico no quiso corresponder a la llamada del Maestro y una profunda tristeza anegó su alma. Cada uno de nosotros recibe una llamada particular y una mirada llena de amor de Jesús, y en la respuesta a esta invitación se contienen toda la paz y la felicidad verdaderas.
III. “La tristeza de este joven nos lleva a reflexionar. Podremos tener la tentación de pensar que poseer muchas cosas, muchos bienes de este mundo puede hacernos felices. En cambio, vemos en el caso del joven del Evangelio que las muchas riquezas se convirtieron en obstáculo para aceptar la llamada de Jesús a seguirlo. ¡No estaba dispuesto a decir sí a Jesús, y no a sí mismo, a decir sí al amor, y no a la huida! ¡El amor verdadero es exigente! Seguir al Señor implica un ponerse en camino, es decir, la exigencia de una vida de empeño y de lucha por imitarlo: “buscarle, encontrarle, tratarle, amarle” (J. ESCRIVÁ DE BALAGUER, Es Cristo que pasa) Él no deja de llamarnos para emprender el camino de la santidad siguiendo sus pasos. Ahora, también Jesús vive, nos mira y nos llama. No dejemos pasar las oportunidades que nos brinda. Pediremos a Nuestra Madre perseverancia en el camino.
Textos basados en ideas de Hablar con Dios de F. Fernández Carvajal.
San Calixto I, papa y mártir

No están de acuerdo los historiadores sobre algunos detalles de la biografía de nuestro santo de hoy. Parece que nació en Roma en uno de los barrios pobres y que su padre se llamó Domicio. Que era esclavo y como tal pasó una dura juventud y mocedad. Recorrió varios lugares donde llevó una vida muy dura.
Como gozaba de muchas cualidades humanas y poseía bastante cultura parece que estuvo al cargo de un tal Carpóforo, que era cristiano y le encomendó misiones delicadas, entre otras la dirección de una especie de banca en la que a pesar de su gran pericia en estas lides parece que le fue mal o que unos judíos le engañaron. Acusado por su señor fue enviado a la cárcel, primero de Roma y después de Cerdeña donde pasó varios años en trabajos de esclavos.
La favorita del Emperador, una tal Marcia, consiguió poner en libertad a varios cristianos de este destierro de Cerdeña y entre ellos le tocó a Calixto ¿Cuándo se hizo cristiano Calixto? ¿Lo era ya su padre o se hizo él cuando trabajaba a las órdenes de Carpóforo que era cristiano? No lo sabemos, lo cierto es que una vez puesto en libertad se retiró cerca de Roma a una especie de desierto y allí pasó unos diez años entregado al estudio y a la meditación. Maduró Calixto durante aquellos años y su nombre empezó a sonar entre los ambientes cristianos. Llegó hasta los oídos del Papa San Ceferino y le llamó. Quedó prendado de aquellas cualidades que aparecían visiblemente en aquel hombre maduro y conocedor profundo de la fe cristiana. Y lo que más valía, su disposición para arrostrar cuantas calamidades fueran necesarias para dar a conocer a Jesucristo y defender su Iglesia.
El Papa Ceferino reconociendo estas cualidades y su gran ingenio le encomendó la ampliación y construcción en la Vía Appia del Cementerio o Catacumbas que después y para siempre llevarían su nombre. Hoy son las más extensas y visitadas de Roma. Muchos santos han visitado aquellos sagrados lugares donde se encuentran entre otras preciadas reliquias el Altar de los Papas donde varios murieron mártires mientras celebraban los Misterios y el altar de Santa Cecilia, el cuerpo de San Tarsicio, etc... Allí muchos noveles sacerdotes -como por ejemplo los dos hermanos redactores de este Santoral celebraron su Primera Misa.
Los cristianos de su tiempo reconocieron las egregias cualidades que adornaban al diácono Calixto y no sólo en cuestiones financieras o de construcción de catacumbas sino en el terreno de ciencia, de prudencia, de piedad y de dotes de gobierno. Por ello al morir el Papa Ceferino pusieron los ojos en Calixto y lo eligieron para sucederle como Obispo de Roma y Sumo Pontífice.
Algunas herejías empezaban a pulular por aquel entonces y contra ellas luchó con valentía el nuevo Papa. Las dos principales eran estas: El Sabelianismo que casi no ponía distinción entre las Personas de la Santísima Trinidad con confusiones que rayaban en la herejía y los Montanistas que eran los que defendían un rigorismo exagerado de costumbres y, sobre todo, con los que habían sido algo débiles durante las persecuciones y ahora querían volver, arrepentidos, a la Iglesia católica. San Calixto siempre quiso ser más padre que juez. Más defensor que condenador. Esto le atrajo muchos insultos y contradicciones pero siempre los soportó con gran entereza y mayor caridad.
San Calixto estaba convencido de una verdad sobre todo: La bondad de Dios y su gran misericordia para con los pecadores arrepentidos. Tertuliano y sus secuaces se levantaron contra el Papa y le hicieron sufrir muchísimo hasta que fue coronada su preciosa vida con la palma del martirio que recibió probablemente el año 222 bajo el emperador Alejandro Severo.

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