Miércoles de la semana 28 de tiempo ordinario; año impar
Dios pagará a cada uno según sus obras, según su corazón, judíos y griegos, todos somos hijos de Dios, y la salvación no depende de la rigidez en cumplir leyes sino en el amor de verdad.
“En aquel tiempo, dijo el Señor: -«¡Ay de vosotros, fariseos, que pagáis el diezmo de la hierbabuena, de la ruda y de toda clase de legumbres, mientras pasáis por alto el derecho y el amor de Dios! Esto habría que practicar, sin descuidar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas y las reverencias por la calle! ¡Ay de vosotros, que sois como tumbas sin señal, que la gente pisa sin saberlo! » Un maestro de la Ley intervino y le dijo: -«Maestro, diciendo eso nos ofendes también a nosotros.» Jesús replicó: -«¡Ay de vosotros también, maestros de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros no las tocáis ni con un dedo!»” (Lucas 11,42-46).
1. Jesús, echa hoy en cara a fariseos y escribas, para moverlos a conversión, el pecado de poner empeño escrupuloso en las normas insignificantes mientras desprecian lo esencial; en querer aparecer como irreprochables para ser honrados y estimados como piadosos.
-“¡Ay de vosotros, fariseos...” Lucas pudo agrupar aquí, durante la comida en casa de un fariseo, temas que fueron de hecho tratados en otra parte, como un resumen de diversas palabras de Jesús. En las palabras nos falta el tono con que hablabas, Jesús, sin duda cordial. También puede haber afectado a la redacción de esas palabras la enemistad que pronto hay con los fariseos, que atacan los cristianos de un modo tremendo, después de la caída de la ciudad de Jerusalén…
-“Vosotros pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda legumbre, y dejáis a un lado la justicia y el amor a Dios”. La importancia de los detalles se mide por el amor, por el cuidado de las cosas más importantes: "la justicia"... es decir ¡los "derechos" que mis hermanos tienen sobre mí!, "el amor de Dios"... es decir, lo que da valor a los gestos exteriores. Ayúdame, Señor, a valorar las cosas según su importancia. La salvación no está en saber mucho, sino en cumplir lo que se sabe, no en echar cargas sobre los hombros de los demás, sino en ayudar a los "pobres" a llevar su propia carga.
-“Esto había que practicar, y aquello... no omitirlo”. Señor, ayúdame a cumplir mis "pequeños" y mis "grandes" deberes. Jesús, sigues interpelándonos sobre las nuevas formas de ser "fariseos". Te pido vivir tus palabras: "esto habría que practicar (lo importante, lo fundamental), sin descuidar aquello (las normas pequeñas)". Los puestos de honor, la buena fama y el aplauso de todos, me puede gustar tanto que me despiste de lo fundamental.
-“¡Ay de vosotros, los fariseos, que os gusta estar en el primer banco en la sinagogas... y que se os salude en las plazas!...” ¿Apetezco también yo los honores, la consideración? ¿Qué forma tiene en mí ese orgullo universal?, ¿este afán o seguridad de tener la razón?, ¿ese querer llevar a los otros a pensar como yo? Hay mil maneras sutiles de querer el "primer puesto". El otro día un niño de unos 9 años me preguntaba cómo hacer que algún compañero no le “chinchara”, pues él no hacía nada malo… y al oírlo un amigo que estaba cerca, le dijo: “anda, ¡si eres tú que te pasas el día molestando a los demás!” Así somos, no nos conocemos mucho, y a veces vemos las cosas al revés…
-“Entonces un Doctor de la Ley intervino y le dijo: "Maestro, diciendo eso, nos ofendes también a nosotros". Pero Jesús replicó: "¡Ay de vosotros también, doctores de la Ley, que abrumáis a la gente con cargas insoportables, mientras vosotros ni las rozáis con el dedo!"”Y también me pregunto si hablo de lo que lucho por vivir, o impongo interpretaciones del evangelio que son demasiado exigentes, cargas insoportables, yendo más allá de lo que dice el Catecismo, cargando la conciencia de los que debería ayudar con cosas que no dan paz…
Jesús, te pones como modelo de dar paz, de no juzgar: "venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, porque mi yugo es suave y mi carga ligera" (Mt 11,29-30). Además, podemos caer en el fallo de ser exigentes con los demás y permisivos con nosotros mismos (J. Aldazábal).
Una vez más Jesús defiende a los pequeños, a los pobres, a los que no pueden cumplir toda la "Ley", de los doctores de la Ley, de los que son expertos en la materia y que lo saben todo. ¿Soy misericordioso con los pecadores? ¿con tantos hombres que no saben bien las exigencias de Dios? (Noel Quesson). ¡Qué paz, las palabras que nos dice el Señor, y muchos santos…! ¡Qué pena, cuando alguien está agresivo poniendo cargas en los demás! Jesús, tú denuncias esa ausencia del Dios de la vida en el ámbito de los dirigentes religiosos, te pido que sepa ser una persona con fe, y con humanidad, sin rigidez ni hipocresía.
2. “Tú, el que seas, que te eriges en juez, no tienes disculpa; al dar sentencia contra el otro te condenas tú mismo, porque tú, el juez, te portas igual”. Ayer describió Pablo la decadencia pagana, y ahora el extravío judío. El hombre seguro de sí mismo, que se cree perfecto tiende a «juzgar a los demás» desde su superioridad. Y al hacer esto, se juzga a sí mismo porque hay en él las raíces mismas del mismo mal. Gracias. Señor, de darnos esta demora. Gracias de tu paciencia para conmigo.
“Todos admitimos que Dios condena con derecho a los que obran mal, a los que obran de esa manera. Y tú, que juzgas a los que hacen eso, mientras tú haces lo mismo, ¿te figuras que vas a escapar de la sentencia de Dios? ¿O es que desprecias el tesoro de su bondad, tolerancia y paciencia, al no reconocer que esa bondad es para empujarte a la conversión?”El juicio está en manos de Dios. San Pablo se dirige a un imaginario interlocutor judío haciéndole ver que nadie puede considerarse justo, pues son pecadores ante Dios y la mera posesión de la Ley no es suficiente para salvarse.
“Con la dureza de tu corazón impenitente te estás almacenando castigos para el día del castigo, cuando se revelará el justo juicio de Dios, pagando a cada uno según sus obras. A los que han perseverado en hacer el bien, porque buscaban contemplar su gloria y superar la muerte, les dará vida eterna; a los porfiados que se rebelan contra la verdad y se rinden a la injusticia, les dará un castigo implacable”. Dios mira el corazón de personas y no hace favoritismo hacia un pueblo o persona, al ser juzgado por lo que vive, por tanto no depende de ser judío o “paganos” para ser salvado: «seguir su conciencia», «la ley inscrita en su corazón» (Noel Quesson).
“Pena y angustia tocarán a todo malhechor, primero al judío, pero también al griego; en cambio, gloria, honor y paz a todo el que obre el bien, primero al judío, pero también al griego; porque Dios no tiene favoritismos”. Cada uno cosechará «según sus obras». Tenemos aquí motivo de reflexión sobre la importancia de nuestra libertad y de nuestro destino. «Tú que quitas el pecado del mundo, ¡ten piedad de nosotros!»
3. Como dice el salmo de hoy: "tú, Señor, pagas a cada uno según sus obras". Con la confianza puesta en Dios, en cuyo nombre vamos construyendo nuestro destino final: "sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi salvación, sólo él es mi roca y mi salvación... él es mi esperanza". Es un canto de confianza.
No podemos apegar el corazón a la riqueza, sino alejar toda ambición mala, que sería una confianza perversa. Somos como un soplo, si fuéramos más conscientes de nuestra caducidad y de nuestros límites como criaturas, escogeríamos el camino de tener confianza en Dios: esa ha de ser nuestra estrella polar en el comportamiento cotidiano, en las decisiones morales, en el estilo de vida.
Es algo que cuesta, cuando vemos las necesidades. Pero es el camino de identificación con Cristo. San Ambrosio argumenta: «Nuestro Señor Jesús, al asumir la carne del hombre para purificarla con su persona, ¿no debería haber cancelado inmediatamente la influencia maléfica del antiguo pecado? Por la desobediencia, es decir, violando los mandamientos divinos, la culpa se había introducido, arrastrándose. Ante todo, por tanto, tuvo que restablecer la obediencia para bloquear el foco del pecado... Asumió con su persona la obediencia para transmitírnosla»”.
Llucià Pou Sabaté
San Calixto I, papa y mártir
No están de acuerdo los historiadores sobre algunos detalles de la biografía de nuestro santo de hoy. Parece que nació en Roma en uno de los barrios pobres y que su padre se llamó Domicio. Que era esclavo y como tal pasó una dura juventud y mocedad. Recorrió varios lugares donde llevó una vida muy dura.
Como gozaba de muchas cualidades humanas y poseía bastante cultura parece que estuvo al cargo de un tal Carpóforo, que era cristiano y le encomendó misiones delicadas, entre otras la dirección de una especie de banca en la que a pesar de su gran pericia en estas lides parece que le fue mal o que unos judíos le engañaron. Acusado por su señor fue enviado a la cárcel, primero de Roma y después de Cerdeña donde pasó varios años en trabajos de esclavos.
La favorita del Emperador, una tal Marcia, consiguió poner en libertad a varios cristianos de este destierro de Cerdeña y entre ellos le tocó a Calixto ¿Cuándo se hizo cristiano Calixto? ¿Lo era ya su padre o se hizo él cuando trabajaba a las órdenes de Carpóforo que era cristiano? No lo sabemos, lo cierto es que una vez puesto en libertad se retiró cerca de Roma a una especie de desierto y allí pasó unos diez años entregado al estudio y a la meditación. Maduró Calixto durante aquellos años y su nombre empezó a sonar entre los ambientes cristianos. Llegó hasta los oídos del Papa San Ceferino y le llamó. Quedó prendado de aquellas cualidades que aparecían visiblemente en aquel hombre maduro y conocedor profundo de la fe cristiana. Y lo que más valía, su disposición para arrostrar cuantas calamidades fueran necesarias para dar a conocer a Jesucristo y defender su Iglesia.
El Papa Ceferino reconociendo estas cualidades y su gran ingenio le encomendó la ampliación y construcción en la Vía Appia del Cementerio o Catacumbas que después y para siempre llevarían su nombre. Hoy son las más extensas y visitadas de Roma. Muchos santos han visitado aquellos sagrados lugares donde se encuentran entre otras preciadas reliquias el Altar de los Papas donde varios murieron mártires mientras celebraban los Misterios y el altar de Santa Cecilia, el cuerpo de San Tarsicio, etc... Allí muchos noveles sacerdotes -como por ejemplo los dos hermanos redactores de este Santoral celebraron su Primera Misa.
Los cristianos de su tiempo reconocieron las egregias cualidades que adornaban al diácono Calixto y no sólo en cuestiones financieras o de construcción de catacumbas sino en el terreno de ciencia, de prudencia, de piedad y de dotes de gobierno. Por ello al morir el Papa Ceferino pusieron los ojos en Calixto y lo eligieron para sucederle como Obispo de Roma y Sumo Pontífice.
Algunas herejías empezaban a pulular por aquel entonces y contra ellas luchó con valentía el nuevo Papa. Las dos principales eran estas: El Sabelianismo que casi no ponía distinción entre las Personas de la Santísima Trinidad con confusiones que rayaban en la herejía y los Montanistas que eran los que defendían un rigorismo exagerado de costumbres y, sobre todo, con los que habían sido algo débiles durante las persecuciones y ahora querían volver, arrepentidos, a la Iglesia católica. San Calixto siempre quiso ser más padre que juez. Más defensor que condenador. Esto le atrajo muchos insultos y contradicciones pero siempre los soportó con gran entereza y mayor caridad.
San Calixto estaba convencido de una verdad sobre todo: La bondad de Dios y su gran misericordia para con los pecadores arrepentidos. Tertuliano y sus secuaces se levantaron contra el Papa y le hicieron sufrir muchísimo hasta que fue coronada su preciosa vida con la palma del martirio que recibió probablemente el año 222 bajo el emperador Alejandro Severo.
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