miércoles, 20 de agosto de 2014

Miércoles de la semana 20 de tiempo ordinario

Miércoles de la semana 20 de tiempo ordinario; año par

Jesús es el buen pastor, que nos guía con su vida, nos busca en las circunstancias de cada día, para llevarnos a la gloria
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: -«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: "Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido." Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: "¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?" Le respondieron: "Nadie nos ha contratado." Él les dijo: "Id también vosotros a mi viña." Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: "Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros." Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: "Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno. Él replicó a uno de ellos: "Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿0 vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?' Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos»” (Mateo 20,1-16).
1. Hoy nos cuentas, Jesús, la parábola de los obreros de la "Undécima hora", que ha recogido solo Mateo. La "parábola" es un género literario en el que hay que buscar una lección central, y los detalles tienen significado en relación con ésta, y por tanto no hay que coger el rábano por las hojas…
-“El Reino de Dios es semejante a un propietario que salió al amanecer a contratar jornales para "su viña"”... No se trata de un propietario ordinario, pues no se va a contratar jornaleros tantas veces al día, incluso cuando sólo falta una hora para terminar la jornada de trabajo. Esta "viña"... ya anunciada por el Antiguo Testamento es la "viña" de Dios, el pueblo escogido, el lugar de la Alianza (Is 5,1-7). Sí, Tú quieres, Señor, introducirnos en tu hacienda, en tu gozo y en tu alegría.
-“Les contrata... Al amanecer... A media mañana, sobre las nueve... Luego al mediodía... Luego a las tres... y a las cinco de la tarde” -"la hora Undécima"-. Adivinamos que es un patrón que se preocupa profundamente del drama de los sin trabajo: "¿Cómo estáis aquí el día entero sin trabajar?"
-“Los últimos llegados cobraron "un denario"... como los primeros”... Es sorprendente, el amor del amo "favorece a los más pobres", para quien los "últimos son los primeros"... es Dios.
-Y ¡se protesta! "Estos últimos han trabajado sólo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos cargado con el peso del día y el bochorno." Dios parece preocupado de que nadie se quede sin trabajo, sea cual sea la hora, pero la enseñanza no es solo la cuestión de los salarios ni la justicia social. La actuación de Dios es paradójica: une la justicia con la generosidad con los últimos, aunque hayan trabajado menos. Los primeros cristianos son asimilados a los que se van incorporando a la Iglesia. Vemos el amor gratuito de Dios con las "naciones paganas", las últimas invitadas a la Alianza, que son tratadas al igual con Israel, que se benefició más pronto de la Viña de Dios. Veinte veces, en el evangelio, Jesús valora así a los pobres, a los excluidos, a los "últimos".
-"Amigo, quiero darle a este último lo mismo que a ti. ¿Es que no tengo derecho de disponer de mis bienes?, ¿o ves tú con malos ojos que yo sea generoso?" No podemos entrar fácilmente en el amor de un Padre que ama a los hombres prioritariamente, y los ama y quiere introducirlos en su propia felicidad..., que reparte sus beneficios a todos y llama sin parar..., cuya generosidad y bondad no está "limitada" por nuestros méritos, sino que da con largueza, sin calcular..., que aparta a cualquiera que pretendiera tener derechos y privilegios impidiendo a los demás a aprovecharse... Esta parábola nos hace una revelación absolutamente esencial: la salvación que Dios nos da es totalmente gratuita y desproporcionada a nuestros pobres méritos humanos. ¿Qué podríamos esperar si contáramos con sólo nuestras fuerzas? Pero, Señor, nos has dicho que lo esperemos todo de tu "bondad". Gracias (Noel Quesson).
Los caminos de Dios son sorprendentes. No siguen nuestra lógica. Él sigue llamando a su viña a jóvenes y mayores, a fuertes y a débiles, a hombres y mujeres, a religiosos y laicos. ¿Tendremos envidia de que Dios llame a otros «distintos», o que premie de la misma manera a quienes no tienen tantos méritos como creamos tener nosotros?; ¿nos duele que en la vida de la comunidad eclesial, los laicos tengan ahora más protagonismo que antes, o que haya más igualdad entre hombres y mujeres, o que las generaciones jóvenes vengan con ideas nuevas y con su estilo particular de actuación? Abrahán fue llamado a los setenta y cinco años. Samuel, cuando era un jovencito. Mateo, desde su mesa de recaudador. Pedro tuvo que abandonar su barca. Algunos de nosotros hemos sido llamados desde muy niños, porque las condiciones de una familia cristiana lo hicieron posible. Otros han escuchado la voz de Dios más tarde. El ladrón bueno ha sido considerado como el prototipo de quienes han recibido el premio del cielo, habiendo sido llamados en la hora undécima. Si nos sentimos demasiado «de primera hora», mirando por encima del hombro a quienes se han incorporado al trabajo a horas más tardías, estamos adoptando la actitud de los fariseos, que se creían superiores a los demás. Esto no es, naturalmente, una invitación a llegar tarde y trabajar lo menos posible; sino un aviso de que el premio que esperamos de Dios no es cuestión de derechos y méritos, sino de gratuidad libre y amorosa por su parte. La parábola parece una respuesta a la pregunta de Pedro, uno de los de la primera hora, que todavía no estaba purificado en sus intenciones al seguir al Mesías: «a nosotros ¿qué nos va a tocar?». Alabemos a Dios por su insondable generosidad, a la hora de darnos el jornal por nuestro trabajo (J. Aldazábal).
2. Jesús, tenías en mente lo      que hoy nos cuenta Ezequiel, cuando hablabas de los «malos pastores» y del «buen pastor» (Juan 10). Meditaste este pasaje…
-“La palabra del Señor me fue dirigida: "Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel... que se apacientan a sí mismos. ¿No deben los pastores apacentar las ovejas? Vosotros os habéis bebido la leche, os habéis vestido con la lana, habéis sacrificado las ovejas más cebadas. No fuisteis pastores para el rebaño"”. Los reyes de Israel ejercieron el poder en provecho propio en lugar de ejercerlo como un servicio al bien común. Y nos dices, Jesús: «Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos. No ha de ser así entre vosotros.» (Marcos 10,42-43)
¿Soy servidor de los demás? ¿Me aprovecho egoístamente, poniendo mi interés personal por delante del bien común e incluso en detrimento del bien de los demás? ¿De qué modo ejerzo mis propias responsabilidades?, ¿en mi profesión, en mi familia, en las asociaciones o grupos a los que pertenezco?
-“No habéis fortalecido a la oveja débil, cuidado a la enferma ni curado a la que estaba herida. No habéis tornado a la descarriada ni buscado a la que estaba perdida”. Nos muestras, Señor, la prioridad para con los pobres, los débiles, los que sufren (Lucas 15, Juan 10). No amas al rebaño en general, sino a cada una de nosotros.
-“Mis ovejas se han dispersado por falta de pastor y son ahora presa de las fieras. Mi rebaño anda errante por todos los montes y altos collados y nadie se ocupa de él, nadie sale a buscarlo”. Las ovejas perdidas están en peligro, a merced de un accidente o de un animal salvaje... y tú Jesús nos invitas a acogerte como pastor bueno: «Tengo otras ovejas que no son de este redil, a las que tengo que conducir... y no habrá más que un solo rebaño» (Juan 10,16). Tú me guías, Jesús, hasta dar tu vida por mí: «Jesús moría no sólo por la nación, sino también para reunir en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos» (Juan 11,52). Me quieres feliz en la Iglesia, en mi realización persona, familia, amistades, trabajo… como una red de relaciones interpersonales satisfactorias. Quieres para todos ese ideal de la empresa, de la familia, de la escuela, de la Iglesia... y de todos los grupos humanos.
-“Porque los pastores no se ocupan de mi rebaño... Pues bien, les reclamaré mi rebaño... Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y cuidaré de ellas”. Eres tú, Señor encarnado, que tomarás de nuevo en tu mano a tu pueblo. Cumplirás esta profecía al decir: «Yo soy el buen Pastor.» Dios se ocupa de mí como se ocupa de cada ser humano.
Dios va a mi encuentro, como al de cada persona. Dios cuida de mí... como cuida de cada hombre (Noel Quesson).
3. Se alegra el salmista: «el Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas». En estas cuatro estrofas breves, vemos el camino de la vida, acompañados cada uno de nosotros por Jesús, buen pastor, que nos guía. En esta primera, veo la tranquilidad de los buenos momentos de la vida…
Luego, los momentos de dificultad, la cruz, que en la segunda estrofa se ve de maravilla, y cuando estoy contigo, Jesús, todo va bien: “Me guía por el sendero justo, / por el honor de su nombre. / Aunque camine por cañadas oscuras, / nada temo, porque tú vas conmigo: / tu vara y tu cayado me sosiegan”. 
Llenos de esperanza, pasamos a lo que para mí es la Eucaristía, la Iglesia, los sacramentos, y el amor de Jesús que continúa con nosotros: “Preparas una mesa ante mí, / enfrente de mis enemigos; / me unges la cabeza con perfume, / y mi copa rebosa.”
Por último, no eres un pastor que da buenos consejos y sigue su camino, sino que nos acompañas no sólo en esta vida, sino más allá, hasta darnos la gloria: “Tu bondad y tu misericordia me acompañan / todos los días de mi vida, / y habitaré en la casa del Señor / por años sin término”.
Llucià Pou Sabaté


San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia

San Bernardo, abad es, cronológicamente, el último de los Padres de la Iglesia, pero uno de los que mas impacto ha tenido. Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090.  Con sus siete hermanos recibió una excelente formación en la religión, el latín y la literatura.
Personalidad de Bernardo
Bernardo tenía un extraordinario carisma de atraer a todos para Cristo.  Amable, simpático, Inteligente, bondadoso y alegre. Todo esto y vigor juvenil le causaba un reto en las tentaciones contra la castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano. Pero las amistades mundanas, por más atractivas y brillantes que fueran, lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más desilusionado del mundo y de sus placeres.
A grandes males grades remedios.
Como sus pasiones sexuales lo atacaban violentamente, una noche se revolcó sobre el hielo hasta sufrir profundamente el frío. Sabía que a la carne le gusta el placer y comprendió que si la castigaba así, no vendrían tan fácilmente las tentaciones. Aquel tremendo remedio le trajo liberación y paz.  S
Una visión cambia su rumbo:
Una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía a su Hijo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado. Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra, Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos.
La familia que se fue con Cristo.
Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para ir a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera. Pero Bernardo les habló tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y  31 compañeros. Dicen que cuando llamaron a Nirvardo el hermano menor para anunciarle que se iban de religiosos, el muchacho les respondió: "¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí en la tierra? Esto no lo puedo aceptar". Y un tiempo después, también él se fue de religioso. 
Antes de entrar al monasterio, Bernardo llevó a su finca a todos los que deseaban entrar al convento para  prepararlos por varias semanas, entrenándolos acerca del modo como debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, entra en el monasterio de Cister.  Mas tarde, habiendo muerto su madre, entra en el monasterio su padre. Su hermana y el cuñado, de mutuo acuerdo decidieron también entrar en la vida religiosa.  Vemos en la historia la gran influencia de las relaciones tanto para bien como para mal.
En la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a la vida religiosa, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su novio hablara con el santo. En las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban "el cazador de almas y vocaciones". Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.
Fundador de Claraval. En el convento del Cister demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio apartado en el bosque donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa valle claro, ya que allí el sol ilumina fuerte todo el día. Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval salieron monjes a fundar otros 63 conventos.
La Predicación de santo.
Lo llamaban "El Doctor boca de miel" (doctor melífluo). Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.
Su amor a la Virgen Santísima.
Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo por la claridad y el amor con que habla de ella. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: "Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María". Y repetía la bella oración que dice: "Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio recibir". El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante.
Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial.
Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.
Viajero incansable
El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le dañó la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos. Exclamaba: A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas (ya en las noches pasaría luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).
De carbonero a Pontífice
Un hombre muy bien preparado le pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las primeras semanas a transportar carbón, lo cual hizo de muy buena voluntad. Llegó a ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Honorio III. El santo le escribió un famoso libro llamado "De consideratione", en el cual propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a decirle:
"Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo
a la oración y a la meditación".
Despedida gozosa. Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido varios milagros (como por Ej., Hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos pecados que tenía sin perdonar) y después de haber llenado varios países de monasterios con religiosos fervorosos, ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más, exclamaba:
"Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca". Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó a sus eternidad feliz el 20 de agosto del año 1153. Tenía 63 años. El sumo pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.
San Bernardo: gran predicador, enamorado de Cristo y de la Madre Santísima: pídele al buen Dios que nos conceda a nosotros un amor a Dios y al prójimo, semejante al que te concedió a ti. Quiera Dios que así sea.
Nota interesante: San Bernardo escribió la vida de San Malaquías quién murió en sus brazos camino a Roma.

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DE LA CASA DE LA DIVINA SABIDURIA,
LA VIRGEN MARÍA
1. ... Como hay varias sabidurías, debemos buscar qué sabiduría edificó para sí la casa. Hay una sabiduría de la carne, que es enemiga de Dios, y una sabiduría de este mundo, que es insensatez ante Dios. Estas dos, según el apóstol Santiago, son terrenas, animales y diabólicas. Según estas sabidurías, se llaman sabios los que hacen el mal y no saben hacer el bien , los cuales se pierden y se condenan en su misma sabiduría, como está escrito: Cogeré a los sabios en su astucia; Perderé la sabiduría de los sabios y reprobaré la prudencia de los prudente. Y, ciertamente, me parece que a tales sabios se adapta digna y competentemente el dicho de Salomón: Vi una malicia debajo del sol: el hombre que se cree ante sí ser sabio. Ninguna de estas sabidurías, ya sea la de la carne, ya la del mundo, edifica, más bien destruyen cualquiera casa en que habiten. Pero hay otra sabiduría que viene de arriba; la cual primero es pudorosa, después pacífica. Es Cristo, Virtud y Sabiduría de Dios, de quien dice el Apóstol: Al cual nos ha dado Dios como sabiduría y justicia, santificación y redención.
2. Así, pues, esta sabiduría, que era de Dios, vino a nosotros del seno del Padre y edificó para sí una casa, es a saber, a María virgen, su madre, en la que talló siete columnas. ¿Qué significa tallar en ella siete columnas sino hacer de ella una digna morada con la fe y las buenas obras? Ciertamente, el número ternario pertenece a la fe en la santa Trinidad, y el cuaternario, a las cuatro principales virtudes. Que estuvo la Santísima Trinidad en María (me refiero a la presencia de la majestad), en la que sólo el Hijo estaba por la asunción de la humanidad, lo atestigua el mensajero celestial, quien, abriendo los misterios ocultos, dice: "Dios, te salve, llena de gracia, el Señor es contigo"; y en seguida: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra". He ahí que tienes al Señor, que tienes la virtud del Altísimo, que tienes al Espíritu Santo, que tienes al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Ni puede estar el Padre sin el Hijo o el Hijo sin el Padre o sin los dos el que procede de ambos, el Espíritu Santo, según lo dice el mismo Hijo: "Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí". Y otra vez: "El Padre, que permanece en mí, ése hace los milagros" . Es claro, pues, que en el corazón de la Virgen estuvo la fe en la Santísima Trinidad.
3. Que poseyó las cuatro principales virtudes como cuatro columnas, debemos investigarlo. Primero veamos si tuvo la fortaleza. ¿Cómo pudo estar lejos esta virtud de aquella que, relegadas las pompas seculares y despreciados los deleites de la carne, se propuso vivir sólo para Dios virginalmente? Si no me engaño, ésta es la virgen de la que se lee en Salomón: ¿Quién encontrará a la mujer fuerte? Ciertamente, su precio es de los últimos confines. La cual fue tan valerosa, que aplastó la cabeza de aquella serpiente a la que dijo el Señor: "Pondré enemistad entre ti y la mujer, tu descendencia y su descendencia; ella aplastará tu cabeza"  Que fue templada, prudente y justa, lo comprobamos con luz más clara en la alocución del ángel y en la respuesta de ella. Habiendo saludado tan honrosamente el ángel diciéndole: "Dios te salve, llena de gracia", no se ensoberbeció por ser bendita con un singular privilegio de la gracia, sino que calló y pensó dentro de sí qué sería este insólito saludo. ¿Qué otra cosa brilla en esto sino la templanza? Mas cuando el mismo ángel la ilustraba sobre los misterios celestiales, preguntó diligentemente cómo concebiría y daría a luz la que no conocía varón; y en esto, sin duda ninguna, fue prudente. Da una señal de justicia cuando se confiesa esclava del Señor. Que la confesión es de los justos, lo atestigua el que dice: Con todo eso, los Justos confesarán tu nombre y los rectos habitarán en tu presencia. Y en otra parte se dice de los mismos: Y diréis en la confesión: Todas las obras del Señor son muy buenas .
4. Fue, pues, la bienaventurada Virgen María fuerte en el propósito, templada en el silencio, prudente en la interrogación, justa en la confesión. Por tanto, con estas cuatro columnas y las tres predichas de la fe construyó en ella la Sabiduría celestial una casa para sí. La cual Sabiduría de tal modo llenó la mente, que de su Plenitud se fecundó la carne, y con ella cubrió la Virgen, mediante una gracia singular, a la misma sabiduría, que antes había concebido en la mente pura. También nosotros, si queremos ser hechos casa de esta sabiduría, debemos tallar en nosotros las mismas siete columnas, esto es, nos debemos preparar para ella con la fe y las costumbres. Por lo que se refiere a las costumbres, pienso que basta la justicia, mas rodeada de las demás virtudes. Así, pues, para que el error no engañe a la ignorancia, haya una previa prudencia; haya también templanza y fortaleza para que no caiga ladeándose a la derecha o a la izquierda.
NO ERES MAS SANTO PORQUE NO ERES MAS DEVOTO DE MARÍA.(San Bernardo)

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