jueves, 22 de julio de 2010

Aído desconoce la verdadera naturaleza de la libertad ideológica y religiosa y de su expresión en la Objeción de Conciencia

La única obligación del objetor es comunicar a los interesados, en la
forma que juzgue conveniente y en el momento oportuno, que por razones
de conciencia se niega a practicar un aborto.

"Pretender obligar a los objetores de conciencia frente al aborto a
que se inscriban en un registro es una medida discriminatoria que
permitiría poner en marcha listas negras y cazas de brujas por motivos
ideológicos como sucedía en los regímenes totalitarios del siglo
pasado".

El Foro de la Familia reclama al Gobierno y a la ministra de Igualdad
que dejen de hacer planteamientos restrictivos de los derechos y las
libertades, para imponer su obsesión abortista, y pide a los Colegios
de Médicos que no caigan en la trampa de colaborar en registros que
carecen de todo fundamento constitucional.

Madrid, 20 de julio de 2010.- La Objeción de Conciencia frente al
aborto es en España, según precisó el Tribunal Constitucional en 1985,
un derecho que forma parte de la libertad ideológica y religiosa
garantizada por la Constitución y por lo tanto no puede subordinarse
el ejercicio de ese derecho a la previa inscripción en registro
alguno, trátese de un registro administrativo o de un registro
organizado por los colegios profesionales.

Con la entrada en vigor de la 'Ley del aborto' se está generando una
gran confusión sobre la Objeción de Conciencia que no es un Derecho
creado por esa Ley ni puede ser limitado en su ejercicio por la Ley ni
por las normas que la desarrollen. La Objeción de Conciencia es la
expresión de un dato de hecho: la intima convicción moral de un
profesional de que el aborto es incompatible con su conciencia. Cuando
existe ese dato de hecho, se puede ejercer la objeción como derecho
sin requisito alguno añadido. La única obligación del objetor es
comunicar a los interesados en la forma que juzgue conveniente y en el
momento oportuno, que por razones de conciencia se niega a practicar
un aborto.

Esa comunicación de la objeción no puede convertirse en la obligación
de inscribirse en registro previo alguno, pues un registro de
opiniones morales o religiosas es incompatible con el derecho a la
intimidad y con la  libertad ideológica y religiosa.

El presidente del Foro de la Familia, Benigno Blanco, señala que
"pretender obligar a los objetores de conciencia frente al aborto a
que se inscriban en un registro, es una medida discriminatoria que
permitiría poner en marcha listas negras y cazas de brujas por motivos
ideológicos como sucedía en los regímenes totalitarios del siglo
pasado".

"La Objeción de Conciencia se dará siempre que haya un médico objetor,
y nadie puede verse privado de este Derecho por el hecho de que no
haya en un determinado servicio, centro sanitario, ciudad o Comunidad
Autónoma otros profesionales dispuestos a practicar el aborto. A nadie
se le puede privar de un Derecho Constitucional 'por necesidades del
servicio' o 'para garantizar la prestación'. Las palabras de la
ministra Bibiana Aído reclamando una regulación de la objeción con la
limitación de que se garantice la "prestación del servicio",
demuestran que la ministra de Igualdad desconoce la verdadera
naturaleza de la libertad ideológica y religiosa y de su expresión en
la objeción de conciencia", concluyó el presidente del Foro de la
Familia.

El Foro de la Familia reclama al Gobierno, y a la ministra de Igualdad
en particular, que dejen de hacer planteamientos restrictivos de los
derechos y las libertades constitucionales para imponer su obsesión
abortista, y pide a los Colegios de Médicos que no caigan en la trampa
de colaborar en registros de convicciones morales que carecen de todo
fundamento constitucional y pueden ser instrumento de ataque y
restricción al derecho de objeción, que el propio Código Deontológico
de los médicos garantiza a todos los profesionales.

Como se puede apreciar en estos días, la entrada en vigor de la 'ley
del aborto' sólo ha aumentado la seguridad jurídica de presuntos
delincuentes, como el doctor Morin, a los que se les está liberando de
las acusaciones penales que existían contra ellos y, por el contrario,
esta generando nuevos ámbitos de inseguridad jurídica, entre otros, a
los profesionales de la salud que se niegan a colaborar en la
eliminación de la vida del niño por nacer. Se va así poniendo de
manifiesto la gran mentira de la propaganda con la que desde el
Gobierno se ha querido vender una Ley que no supone más que
desproteger jurídicamente al no nacido, a la mujer y a los propios
profesionales de la salud.

--
www.forofamilia.org
"...porque la Familia sí importa."

martes, 20 de julio de 2010

cine católico gratis

                                                   Que lo disfruten

 

 

¡Adorado sea el Santísimo Sacramento!
Virgen Santa Maria de Guadalupe

http://www.adorasi.com/cine-catolico/

¡

 

 

Adorado sea el Santísimo Sacramento!    ¡Ave María Purísima!

Adoración Nocturna Mexicana

Parroquia Santa Isabel de Hungría

Hermosillo, Sonora, México, viernes 9 de julio de 2010

 

 

CARTELERA DE CINE CRISTIANO CATOLICO

Haz clic en la imagen o título de la película que deseas ver



martes, 22 de junio de 2010

Carta de un sacerdote



   
                                



Para que veamos la otra cara de la moneda... la que es mucho mas grande en amor y caridad.  Por favor compartela.

 
     

 

Carta de un sacerdote






Carta del P. Martín Lasarte, salesiano uruguayo que hace casi 20 años está en Angola (África). Es una carta dirigida al periódico New York Times, que se ha empeñado en una campaña mediática contra la Iglesia y el Papa, más allá del doloroso escándalo de los sacerdotes que han sido motivo de escándalo por sus inconductas sexuales aberrantes.

Querido hermano y hermana periodista:

Soy un simple sacerdote católico. Me siento feliz y orgulloso de mi vocación. Hace veinte años que vivo en Angola como misionero.

Me da un gran dolor por el profundo mal que personas que deberían de ser señales del amor de Dios, sean un puñal en la vida de inocentes. No hay palabra que justifique tales actos. No hay duda que la Iglesia no puede estar, sino del lado de los débiles, de los más indefensos. Por lo tanto todas las medidas que sean tomadas para la protección, prevención de la dignidad de los niños será siempre una prioridad absoluta.

Veo en muchos medios de información, sobre todo en vuestro periódico la ampliación del tema en forma morbosa, investigando en detalles la vida de algún sacerdote pedófilo. Así aparece uno de una ciudad de USA, de la década del 70, otro en Australia de los años 80 y así de frente, otros casos recientes… Ciertamente ¡todo condenable! Se ven algunas presentaciones periodísticas ponderadas y equilibradas, otras amplificadas, llenas de preconceptos y hasta odio.

¡Es curiosa la poca noticia y desinterés por miles y miles de sacerdotes que se consumen por millones de niños, por los adolescentes y los más desfavorecidos en los cuatro ángulos del mundo! Pienso que a vuestro medio de información no le interesa que yo haya tenido que transportar, por caminos minados en el año 2002, a muchos niños desnutridos desde Cangumbe a Lwena (Angola), pues ni el gobierno se disponía y las ONG's no estaban autorizadas; que haya tenido que enterrar decenas de pequeños fallecidos entre los desplazados de guerra y los que han retornado; que le hayamos salvado la vida a miles de personas en Mexico mediante el único puesto médico en 90.000 km2, así como con la distribución de alimentos y semillas; que hayamos dado la oportunidad de educación en estos 10 años y escuelas a más de 110.000 niños... No es de interés que con otros sacerdotes hayamos tenido que socorrer la crisis humanitaria de cerca de 15.000 personas en los acuartelamientos de la guerrilla, después de su rendición, porque no llegaban los alimentos del Gobierno y la ONU. No es noticia que un sacerdote de 75 años, el P. Roberto, por las noches recorra las ciudad de Luanda curando a los chicos de la calle, llevándolos a una casa de acogida, para que se desintoxiquen de la gasolina, que alfabeticen cientos de presos; que otros sacerdotes, como P. Stefano, tengan casas de pasaje para los chicos que son golpeados, maltratados y hasta violentados y buscan un refugio. Tampoco que Fray Maiato con sus 80 años, pase casa por casa confortando los enfermos y desesperados. No es noticia que más de 60.000 de los 400.000 sacerdotes, y religiosos hayan dejado su tierra y su familia para servir a sus hermanos en una leprosería, en hospitales, campos de refugiados, orfanatos para niños acusados de hechiceros o huérfanos de padres que fallecieron con Sida, en escuelas para los más pobres, en centros de formación profesional, en centros de atención a seropositivos… o sobretodo, en parroquias y misiones dando motivaciones a la gente para vivir y amar.

No es noticia que mi amigo, el P. Marcos Aurelio, por salvar a unos jóvenes durante la guerra en Angola, los haya transportado de Kalulo a Dondo y volviendo a su misión haya sido ametrallado en el camino; que el hermano Francisco, con cinco señoras catequistas, por ir a ayudar a las áreas rurales más recónditas hayan muerto en un accidente en la calle; que decenas de misioneros en Angola hayan muerto por falta de socorro sanitario, por una simple malaria; que otros hayan saltado por los aires, a causa de una mina, visitando a su gente. En el cementerio de Kalulo están las tumbas de los primeros sacerdotes que llegaron a la región… Ninguno pasa los 40 años.

No es noticia acompañar la vida de un Sacerdote "normal" en su día a día, en sus dificultades y alegrías consumiendo sin ruido su vida a favor de la comunidad que sirve.

La verdad es que no procuramos ser noticia, sino simplemente llevar la Buena Noticia, esa noticia que sin ruido comenzó en la noche de Pascua. Hace más ruido un árbol que cae que un bosque que crece.

No pretendo hacer una apología de la Iglesia y de los sacerdotes. El sacerdote no es ni un héroe ni un neurótico. Es un simple hombre, que con su humanidad busca seguir a Jesús y servir sus hermanos. Hay miserias, pobrezas y fragilidades como en cada ser humano; y también belleza y bondad como en cada criatura…

Insistir en forma obsesionada y persecutoria en un tema perdiendo la visión de conjunto crea verdaderamente caricaturas ofensivas del sacerdocio católico en la cual me siento ofendido.

Sólo le pido amigo periodista, busque la Verdad, el Bien y la Belleza. Eso lo hará noble en su profesión.

En Cristo,

P. Martín Lasarte sdb
Angola - África





miércoles, 9 de junio de 2010

La Santísima Trinidad es Dios con nosotros. Gracias a Jesús nos manda el Padre el Espíritu Santo y las Tres divinas Personas viven en nuestra alma de hijos de Dios y nos ayudan a ir al cielo.




La Santísima Trinidad es Dios con nosotros. Gracias a Jesús nos manda el Padre el Espíritu Santo y las Tres divinas Personas viven en nuestra alma de hijos de Dios y nos ayudan a ir al cielo.
1. Jesús es la Sabiduría de Dios que nos viene por la Virgen, y nos manda el Espíritu Santo: “Esto dice la Sabiduría de Dios: El Señor me estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remotísimo fui formada, antes de comenzar la tierra. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Todavía no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del Abismo; cuando sujetaba el cielo en la altura, y fijaba las fuentes abismales. Cuando ponía un límite al mar: y las aguas no traspasaban sus mandatos; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como aprendiz, yo era su encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, gozaba con los hijos de los hombres”. Cristo será llamado por Pablo "sabiduría de Dios".
La creación es un signo de la generosidad y sabiduría de Dios, de su vida que se desborda. Pero ya antes de ser creados Él se complacía en nosotros y en todas las cosas, como los esposos que sueñan con el hijo deseado. Y antes de todo, desde la eternidad, la Sabiduría jugaba en presencia de Dios, y era su encanto cotidiano. Y del amor de Dios surgía un gozo inexplicable que era el Espíritu. Dios es una comunidad de Espíritu. Echando imaginación y poniendo fantasía, estos sabios bíblicos nos cantan las excelencias de la sabiduría como una hija de Dios personificada. Es la primera en ser engendrada y acompaña a Dios en todas sus obras. «Yo estaba junto a él, como aprendiz, y yo era su encanto cotidiano». No sabían estos sabios hasta qué punto acertaban en sus imágenes literarias. La Sabiduría de Dios llega a ser persona en el Hijo, engendrado desde el principio. Diálogo gozoso con el Padre, colaborador en todas sus obras, «su encanto cotidiano». Dios… es comunicación infinita y «juego» eterno. El Padre y el Hijo juegan amorosamente, y esa relación, ese juego, ese encanto, es el Espíritu. La creación es el desbordamiento de esta comunicación. Desde la eternidad, Dios ya piensa en nosotros y juega con nosotros  (Caritas).
2. “Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!  Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder?  Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos. Todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar” (Salmo 8,4-9). La Humanidad Santísima de Cristo, maravilla de la Creación. Con este salmo celebramos al Verbo Creador para concluir con una visión de Cristo Resucitado, coronado de gloria y dignidad, segundo Adán. En la Creación actúa ciertamente el amor, pero sobresale el poder. En la restauración -segunda creación- brilla, por encima de todo, el amor. De esta forma el salmo dispone a la celebración ya cercana del Domingo, día en que se inició la creación y alcanzó su cénit la historia de la salvación.
"A ti, Señor, Padre nuestro, te aclaman cuantas criaturas reúne el plácido jardín del Universo" (Himno en la fiesta de hoy): en su entrada triunfal en Jerusalén, ante los fariseos -sus adversarios- legitimará el entusiasmo de los niños que le aclaman, invocando precisamente estas palabras: De la boca de los niños de pecho has sacado una alabanza contra tus enemigos. Así pues, el Rey de la gloria entra en su ciudad, montado en un asno, para conquistar a la hija de Sión, figura de su Iglesia, no por la astucia ni por la violencia, sino por la humildad; por eso los súbditos de su Reino son los niños. ¡Qué fácil resulta simpatizar con ese niño -personaje anónimo, pero elocuente-, a quien Jesús abrazó, bendijo e impuso las manos, atraído por la hermosura del alma que veía en él, fruto de la sencillez y de la confianza!: como niños recién nacidos... Pensaba que esa invitación de la Iglesia nos viene muy bien a todos los que sentimos la realidad de la filiación divina. Porque nos conviene ser muy recios, muy sólidos, (...) y, sin embargo, delante de Dios, ¡es tan bueno que nos consideremos hijos pequeños!" (J. Escrivá).
Jesús es atractivo en su humanidad. Si su santidad no fuera humanizada, no estaría como adaptada a nosotros; si no fuera divina, no nos arrebataría, no nos divinizaría. Como las madres convierten los alimentos sólidos y sustanciosos en leche para que puedan aprovecharlos los niños -de tal modo que si no fueran sustanciosos no servirían y si no fueran asimilados en forma de leche, no podrían tomarlos-, así, el alimento solidísimo de la Divinidad se hace para nosotros asimilable (Félix Arocena). Este salmo de alabanza a la grandeza de Dios, se transforma a la larga en alabanza a la grandeza del hombre. Ahora bien, Dios lo ha hecho todo: observemos los pronombres personales y posesivos: "Tu nombre... Tu esplendor... Tú opones... Tus dedos... Tú creas... Tú piensas en él... te ocupas de él... Tú lo has querido... Tú lo has establecido... Tus manos... Tú colocas,... Paradójicamente, en un poema en que el hombre es exaltado, ¡Dios es el sujeto de casi todos los verbos!".
Jesús cita explícitamente este salmo para defender, contra los fariseos y los escribas, las gentes sencillas del pueblo que lo aclamaban el día de los ramos: "¿No oyes lo que dicen aquellos?" - Perfectamente, respondió Jesús. ¿No habéis oído jamás el texto que dice: "De la boca de los niños, de los bebés, has hecho brotar una alabanza"?. Para Jesús, la verdadera grandeza del hombre está en los pequeños, en aquellos que aceptan recibir todo con sencillez. Y Jesús insistía en la necesidad de la humildad: "Padre, te bendigo porque ocultaste estas cosas a los sabios y prudentes y las revelaste a los pequeñitos". Es palabra inspirada que canta la "gloria del hombre" cantando "la gloria de Dios". La admiración. A medida que la ciencia nos revela las maravillas del universo, con mayor razón podremos cantar este salmo "Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos..." hoy que sabemos que el cosmos es inmensamente grande a "millones de años luz", ¿dejaremos por ello de maravillarnos?
3. “Hermanos: Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos apoyados en la esperanza de la gloria de los hijos de Dios. Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia, virtud probada, la virtud, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Romanos 5,1-5). La paz en Jesucristo que se pide no es algo superficial, se convierte así en el mayor bien mesiánico y no en una simple dimensión del alma, en una virtud. Estar en paz con Dios es saberse salvado y con fuerza para emprender una labor constructiva. Pero tampoco es algo que nos haga orgullosos… Si el hombre no tiene ningún título que presentar que le pueda hacer merecedor de la justificación, el creyente no puede poner todo el peso de su ser hombre en las solas obras; por el contrario, puede "poner su orgullo" en la esperanza, porque ésta, así como la fe, se apoya solamente en la misericordia de Dios y en la fidelidad de sus promesas. Todo esto no es el reino de “jauja”: conlleva muchas tribulaciones. Pero tampoco somos masoquistas, nos gusta disfrutar de la vida, en Cristo y en el amor que Dios nos tiene y del que nadie podrá separarnos.
La Divina misericordia, que para mí es actualización de la devoción al Corazón de Jesús que vivimos este mes, es una forma de salir al paso de ciertas obligaciones que a veces nos condenan a una falta de libertad, que parecen ponernos cerca de ir al infierno, y con la necesidad de tener siempre un confesor cerca, etc., porque no podemos tener mucha autonomía debido a nuestros continuos tropiezos, y además estamos siempre sufriendo por los que se están condenando porque no cumplen… La esperanza en Dios no defrauda, porque Dios es capaz de transformarnos totalmente, de inyectarnos el amor con que él ama al mundo. Como se lo comunicó a Cristo, quien vivió la muerte con todo el dramatismo con que un ser humano la puede vivir, pero se entregó a ella por la fuerza de un gran amor. Ese amor de Cristo era el amor que Dios nos tiene, hecho presente en una vida humana. Por eso esta vida humana es demostración del amor de Dios… Adán engendró una humanidad pecadora como él y Cristo -por la gracia de Dios, aceptada mediante la fe- imprime en nosotros su propio rostro. Por tanto, si Adán es el padre de los que desobedecen a Dios, Cristo es el primogénito de los que le obedecen. Por un solo hombre todos se convirtieron en pecadores. Pero por otro hombre, Cristo, todos se convertirán en justos… La obediencia de Cristo al Padre, que no es sumisión legalista, sino identificación filial, es -mediante el Espíritu suyo que nos ha comunicado- verdadera fuente de nuestra vinculación filial a Dios (J. Sánchez Bosch).
Estamos justificados, estamos salvados, estamos en paz con Dios, por Jesucristo. Con vigor expresa S. Pablo esta realidad de gracia. Hay que repetir constantemente: "Gloria a Dios". Pero aún no vivimos en la gloria. Es el tiempo de la esperanza. Vivimos en «la esperanza de la gloria de los hijos de Dios». Y esta esperanza es inquebrantable. Incluso se crece en los trabajos, en los fracasos, en los sufrimientos y en las tribulaciones. Y la razón última es que tenemos una fuerza secreta y una garantía infalible: son las arras del Espíritu, «Amor de Dios derramado en nuestros corazones». ¡Admirable revelación! (Caritas). Dice S. Agustín: “¿De dónde, ¡oh mendigo!, te llegó ese amor de Dios derramado en tu corazón? ¿Cómo ha podido ser derramado en el corazón del hombre ese amor divino? Dice el Apóstol: Tenemos este tesoro en vasos de barro. ¿A qué fin en vasos de barro? Para que resalte la fuerza de Dios (2 Cor 4,7). Por último, habiendo dicho: El amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones, y, al objeto de que nadie se atribuya a sí mismo el amar a Dios, añadió: Por el Espíritu Santo que nos ha sido dado (Rom 5,5). Por tanto, para que tú ames a Dios, es necesario que Dios more en ti, que su amor te venga de él y de ti vuelva a él; es decir, que él sea quien te mueva a amarle, te encienda, te ilumine y te excite a su amor. Tenemos una lucha en nuestro mismo cuerpo. Nuestra vida es un combate, y el combate un peligro. Y nosotros no podemos vencer sino por merced de quien nos ama... Examina primero si ya sabes amarte a ti mismo; luego te dejaré amar al prójimo como a ti mismo. Pero si aún no sabes amarte a ti mismo, temo que engañes al prójimo como te engañas a ti mismo. Si amas la maldad, no te amas a ti. "Testigo es el salmo: Quien ama la maldad aborrece a su alma (Sal 10,6). Y si aborreces a tu alma, ¿qué te aprovecha el amar a tu carne? Aborreciendo a tu alma y amando a tu carne, resucitará tu carne, mas para tormento de ambos. Por tanto, lo primero ha de ser amar al alma y someterla a Dios, para que haya orden de servicio: sirva el alma a Dios y la carne al alma. ¿Quieres que tu carne obedezca a tu alma? Sirva tu alma a Dios. Para gobernar, debes dejarte gobernar, porque esta lucha es tan peligrosa, que, si deja las riendas quien debe gobernar, la derrota es segura” (Sermón 128,4-5).
4. “En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora: cuando venga él, el Espíritu de la Verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. El me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que tomará de lo mío y os lo anunciará” (Juan 16,12-15). Que el Espíritu glorifica a Cristo es realidad en la medida en que conduce a los discípulos progresivamente al conocimiento de la realidad que se manifiesta en él; y, al mismo tiempo, acaba su obra, que era la de glorificar o manifestar al Padre. Así la obra de revelación aparece coherente en lo que llamamos misterio trinitario. Una visión que solamente es comprensible desde dentro, desde presupuestos de fe (“Eucaristía 1977”). No obstante la profundidad y la cantidad de las palabras de Jesús a sus discípulos, cuando tiene que irse todavía les queda a éstos mucho que aprender. El mismo evangelista Juan nos dice que los discípulos de Jesús llegaron a comprender algunas palabras del Maestro tan sólo después de su muerte y resurrección. Pero aparte aquellas palabras de Jesús referentes a su muerte y resurrección y cuyo alcance no podían medir sus discípulos hasta después de los acontecimientos y bajo la nueva luz pascual, debemos afirmar que la profundización en el conocimiento de la persona, del mensaje y de la obra del Maestro sería posible únicamente bajo el influjo del Espíritu Santo. Fruto de esa comprensión interior son las cartas de Pablo, la Epístola a los Hebreos y el mismo Evangelio según San Juan. Jesús es la misma Verdad o Palabra de Dios. Y el Espíritu Santo es el espíritu de Cristo, el que Cristo envía desde el Padre; por lo tanto, el Espíritu de la Verdad. De ahí que esta Verdad sólo pueden comprenderla plenamente los que reciben su Espíritu. El Espíritu no enseñará nuevas verdades, sino que conducirá al pleno conocimiento de la Verdad. Será un Espíritu para recordar lo que el Padre reveló de una vez por todas en Cristo, que es su Palabra; será también un Espíritu para anunciar lo que aún está por ver, la manifestación de Jesús cuando vuelva sobre las nubes del cielo. Lo mismo que Jesús glorificó al Padre dando a conocer a los hombres lo que él había recibido del Padre, así el Espíritu glorificará a Cristo conduciendo a los hombres al pleno conocimiento de la Verdad y comunicándoles lo que él recibe de Cristo (“Eucaristía 1974”).

“-¡Dios es mi Padre! -Si lo meditas, no saldrás de esta consoladora consideración. /  “-¡Jesús es mi Amigo entrañable! (otro Mediterráneo), que me quiere con toda la divina locura de su Corazón. / “-¡El Espíritu Santo es mi Consolador!, que me guía en el andar de todo mi camino. / “Piénsalo bien. -Tú eres de Dios..., y Dios es tuyo… Hemos corrido como el ciervo, que ansía las fuentes de las aguas (Sal 41, 2); con sed, rota la boca, con sequedad. Queremos beber en ese manantial de agua viva. Sin rarezas, a lo largo del día nos movemos en ese abundante y claro venero de frescas linfas que saltan hasta la vida eterna (cfr. Jn 4, 14). Sobran las palabras, porque la lengua no logra expresarse; ya el entendimiento se aquieta. No se discurre, ¡se mira! Y el alma rompe otra vez a cantar con cantar nuevo, porque se siente y se sabe también mirada amorosamente por Dios, a todas horas” (J. Escrivá). “Tú, Trinidad eterna, eres mar profundo, en el que cuanto más penetro, más descubro, y cuanto más descubro, más te busco” (Santa Catalina de Siena).


domingo, 6 de junio de 2010

Sábado de la 8ª semana de Tiempo Ordinario. Dios puede preservarnos de tropiezos y ante su gloria sin mancha. Tenemos necesidad de ir a Dios, y Jesús nos lleva con autoridad


1.- Judas, autor de la carta, puede ser el hermano de Santiago y por tanto primo de Jesús, el que sucedió a Santiago como responsable de la comunidad de Jerusalén: Queridos hermanos, acordaos de lo que predijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo”. La referencia de la verdad es el evangelio... lo que han relatado los apóstoles. Es una llamada a la «tradición». La verdad no se inventa, se recibe. Para nosotros HOY es una invitación suplementaria a referirnos, sin cesar, a la Palabra de Dios, a tratar de comprenderla mejor. No basta con «repetir» las palabras del pasado... pero es en estas "palabras" fielmente conservadas, que se encuentra el criterio de la verdad. A nosotros nos toca traducirlas sin traicionarlas. Costosa responsabilidad la de los cristianos de nuestro tiempo, en este siglo de mutación acelerada: decir la verdad eterna en el lenguaje de hoy. Danos, Señor, esa fidelidad y esa audacia. Ser a la vez «hombres de tradición»... y «hombres de hoy»...
“Idos asentando sobre el cimiento de vuestra santa fe, orad movidos por el Espíritu Santo y manteneos así en el amor de Dios, aguardando a que la misericordia de nuestro Señor Jesucristo os dé la vida eterna”. Conforme a la práctica de la Iglesia primitiva la conclusión de san Judas se inscribe en el marco de un himno trinitario. Es también el plan general de muchas oraciones de la misa: el «Gloria a Dios en el cielo»... "Creo en Dios Padre..." las plegarias eucarísticas... El final de cada una de las oraciones de la misa es también trinitario: por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor y nuestro Dios que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. ¿Qué lugar ocupa la Trinidad en mi oración?
También parece como si hubiera querido reunir en un mismo programa de vida las tres virtudes teologales: «Continuando el edificio de vuestra santa fe... manteneos en el amor de Dios, aguardando a que Jesucristo os dé la vida eterna».
“¿Titubean algunos? Tened compasión de ellos; a unos, salvadlos, arrancándolos del fuego; a otros, mostradles compasión, pero con cautela, aborreciendo hasta el vestido que esté manchado por la carne. Al único Dios, nuestro salvador, que puede preservaros de tropiezos y presentaros ante su gloria exultantes y sin mancha, gloria y majestad, dominio y poderío, por Jesucristo, nuestro Señor, desde siempre y ahora y por todos los siglos. Amén”.
Usa términos duros, contra los gnósticos, que se metían a maestros en la comunidad, proclamando un espiritualismo que se demostraba falso, entre otras cosas por el libertinaje moral a que iba unido. Anima a los cristianos a mantenerse fieles en su fe, sin hacer caso de desviaciones. La polémica contra los "heréticos" se transparenta aquí. ¡Hay que tratar de salvarlos discutiendo con ellos! Pero a otros hay que tratarlos con mucha cautela e incluso huir de ellos. En ciertas épocas de la historia de la Iglesia, quizá se ha acentuado demasiado este ponerles de lado, este apartarlos. Perdón, Señor, por las épocas de Inquisición. En nuestra época quizá se corre el riesgo de incurrir en la confusión inversa, un liberalismo tan abierto que llega a desconcertar. Una vez más, Señor, danos, da a tu Iglesia, el rigor del pensamiento justo y fiel y la apertura amorosa al pensamiento de los demás, a las objeciones de los no-creyentes o de los que no piensan como nosotros. ¡Danos, Señor, este sentido agudo de tu Gloria! Ayúdanos a ser más «irreprochables»... y "llenos de alegría"... (Noel Quesson).

         2. “Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, / mi alma está sedienta de ti; / mi carne tiene ansia de ti, / como tierra reseca, agostada, sin agua.
¡Cómo te contemplaba en el santuario / viendo tu fuerza y tu gloria! / Tu gracia vale más que la vida, / te alabarán mis labios.
Toda mi vida te bendeciré / y alzaré las manos invocándote. / Me saciaré como de enjundia y de manteca, / y mis labios te alabarán jubilosos” (Salmo 62,2-6”.  Juan Pablo II comenta que “es el salmo del amor místico, que celebra la adhesión total a Dios, partiendo de un anhelo casi físico y llegando a su plenitud en un abrazo íntimo y perenne. La oración se hace deseo, sed y hambre, porque implica el alma y el cuerpo”. Como escribe santa Teresa de Ávila, "sed me parece a mí quiere decir deseo de una cosa que nos hace tan gran falta que, si nos falta, nos mata". Así como la tierra está reseca en espera del agua, el Señor es "manantial de aguas vivas", y había reprendido al pueblo por haber construido "cisternas agrietadas, que no retienen el agua". Jesús mismo exclamará en voz alta: "Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba, el que crea en mí". En pleno mediodía de una jornada soleada y silenciosa, promete a la samaritana: "El que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna".
Otro salmo dirá: "Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo". La palabra de Dios se hace alimento que sacia el habre que tiene el alma, pues "no sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca del Señor". También hay una clara alusión a la Eucaristía: "Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él"… San Juan Crisóstomo, comentando las palabras de san Juan: de su costado "salió sangre y agua", dice: "Esa sangre y esa agua son símbolos del bautismo y de los misterios", es decir, de la Eucaristía. Y concluye: "¿Veis cómo Cristo se unió a su esposa? ¿Veis con qué nos alimenta a todos? Con ese mismo alimento hemos sido formados y crecemos. En efecto, como la mujer alimenta al hijo que ha engendrado con su propia sangre y leche, así también Cristo alimenta continuamente con su sangre a aquel que él mismo ha engendrado".
3.En aquel tiempo, Jesús y los discípulos volvieron a Jerusalén y, mientras paseaba por el templo, se le acercaron los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos y le preguntaron: -«¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»” La escena de hoy es continuación de la de ayer: ante el gesto profético de Jesús expulsando a los mercaderes y cambistas del Templo, las autoridades, alborotadas por un gesto tan provocativo, envían una delegación a pedirle cuentas de con qué autoridad lo ha hecho. Jesús no les contesta, sino que a su vez les propone una pregunta. Muchas veces vemos que cuando no quieren más que discusión, no compensa hablar con alguien, no puede haber diálogo, contesta otra cosa. Ante Caifás, Pilatos o Herodes, Jesús calla. ¡Jesús reivindica su soberanía sobre la Casa de Dios! Y lo hace pretendiendo así cumplir las profecías mesiánicas que expresan la espera de todo un pueblo. Jesús, verdadero hombre, tan cercano a nosotros por muchos detalles de su vida... Jesús verdadero Dios, investido de una autoridad suprahumana. ¿Cómo me sitúo yo en relación a Jesús? ¿Qué replanteamiento, ésta "su autoridad" divina, debiera provocar en mí?
 “Jesús les respondió: -«Os voy a hacer una pregunta y, si me contestáis, os diré con qué autoridad hago esto: El bautismo de Juan ¿era cosa de Dios o de los hombres? Contestadme.»” Sabe, en efecto que ante El tiene a unos interlocutores que no buscan precisamente la verdad... sino prolongar quisquillosamente la discusión. No están dispuestos a cambiar de opinión ni de conducta: están seguros de sí mismos, poseen la verdad. La personalidad misteriosa de Jesús, sus palabras, sus acciones sorprendentes no les interpelan: están bloqueados en sus certidumbres. Yo mismo, ¿estoy dispuesto a avanzar, a cambiar algo, a dejarme "interrogar" por Jesús? Respondedme. Os hago sólo una pregunta. Discutían entre ellos: "Si decimos: del cielo, dirá: Pues ¿por qué no habéis creído en él?" Y nosotros, hoy, ¿qué hacemos? Tenemos miedo de sentirnos obligados a comprometernos, a hacer ciertos cambios... y a la vez nos las arreglamos para no contestar las preguntas hechas. Señor, ven en ayuda de nuestras pobres fuerzas.
 “Se pusieron a deliberar: -«Si decimos que es de Dios, dirá: "¿Y por qué no le habéis creído?" Pero como digamos que es de los hombres ... » (Temían a la gente, porque todo el mundo estaba convencido de que Juan era un profeta.) Y respondieron a Jesús: -«No sabemos.»” Respondieron pues a Jesús: No lo sabemos. ¡Qué hipocresía! Lo sabían muy bien. Y henos también a nosotros entre la espada y la pared. A los pocos días de la Pasión surgen las posturas, los campos se delimitan... no es posible quedarse neutral. Nosotros también tendremos que escoger en pro o en contra de Jesús... y comprometernos por entero a seguirle.
“Jesús les replicó: -«Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto»” (Marcos 11,27-33). ¡No! que no se espere tampoco que Jesús les vaya a forzar la mano con una manifestación de potencia divina. Cuando, dentro de unos días le provocarán: "Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz"... ¡No bajará! Dios sólo quiere reinar sobre los corazones libres, los corazones que se entregan (Noel Quesson).
Después de haber criticado las estructuras religiosas de su tiempo se le acercan los que representan la jerarquía del templo y la estructura social israelita: son los sacerdotes-escribas-ancianos, son los responsables del orden sagrado, los representantes de la ciudad y el templo; vienen para interrogar a Jesús sobre su autoridad y sobre su forma de hablar y de criticar las estructuras que durante años y siglos habían sustentado la vida de los judíos y que hacían de ellos un grupo muy importante y los únicos incluidos en el amor de Dios. Esto llevará a Jesús a la muerte, y Él lo sabe. A Jesús lo acompaña el testimonio de su propia vida, la coherencia entre su palabra y las actitudes que asume frente a los demás. Jesús dejó ver que no es necesario hablar en nombre de una institución, ya que la misma vida ratifica lo que predica o condena. La institución está en decadencia, cuando se avala en el grupo y no en la apertura a la verdad, honradez, etc., como vemos hoy en tantas instituciones del mundo.
Asumamos la misma actitud de Jesús, quien fue capaz de sustentar su palabra con la vida, y fue capaz de enfrentarse a los poderes de su tiempo y de buscar nuevas alternativas capaces de generar una sociedad nueva. Esta nueva sociedad pone sus bases en la defensa de la vida y de la justicia, en torno al Dios y Señor de la historia (servicio bíblico latinoamericano).

lunes, 31 de mayo de 2010

llucià pou ya no te aconseja Grupos Emagister

Después de unos meses de participación en esta red social que se llama educativa, ya no la aconsejo. Alguno me ha hablado de la posibilidad de crear una cosa parecida, de tipo formativo, y le he dicho que me parece una buena idea... a ver si se va concretando... Saludos!

Llucià Pou Sabaté

viernes, 28 de mayo de 2010

Viernes de la 8ª semana, año 2. “Sed buenos administradores de la múltiple gracia de Dios”, dice S. Pedro, y es que la gracia nos transforma por la oración y las buenas obras.



1. Es el último pasaje que leemos de la
primera carta de Pedro. Aquellos primeros años tenían la creencia de que el fin del mundo estaba próximo: «El fin de todas las
cosas está cercano: sed, pues, moderados y sobrios, para poder orar».
Pero estos consejos, actitudes a las que invitan valen igual para nosotros: por ejemplo la fortaleza que un cristiano ha de
tener frente al «fuego abrasador» o las persecuciones que le puedan
poner a prueba su fe: tener el espíritu dispuesto a la oración, llevar un
estilo de vida sobrio y moderado, mantener firme el amor mutuo,
practicar la hospitalidad, poner a disposición de la comunidad las
propias cualidades, todo a gloria de Dios: “Ante todo, mantened en tensión el amor mutuo, porque el
amor cubre la multitud de los pecados. Ofreceos mutuamente
hospitalidad, sin protestar. Que cada uno, con el don que ha recibido,
se ponga al servicio de los demás, como buenos administradores de la
múltiple gracia de Dios”. ¡Señor, ayúdame a "amar intensamente"! y ¡que este amor «cubra mis
pecados!» Amar a los demás, servirles, es compensar el mal que por
otra parte hacemos. La caridad cubre nuestros pecados, y Dios ve la
caridad... ¡como si ella camuflara nuestras faltas a los ojos de Dios! -Practicad la hospitalidad entre vosotros... Poned al servicio de los
demás la gracia que cada uno de vosotros haya recibido... Pedro indica
concretamente dos modos de amar:
-la acogida, la hospitalidad... literalmente, «el amor al extraño».
Esa hospitalidad, tan querida del alma oriental y tan generalmente
abandonada en occidente: ¡ser bautizado es ser acogedor!
-La puesta en común de los «carismas»... nuestras dotes personales
puestas al servicio de todos: ¡ser bautizado es compartir lo que se ha
recibido! Si alguien tiene el don de la palabra, ¡que sea portavoz de
Dios! Si tiene el don del servicio, ¡que lo cumpla con la fuerza que
Dios le da! Dios está aquí, presente, asoma sin cesar. Nuestros
«carismas» -dones recibidos- proceden de El. No podemos guardarlos
celosamente para nosotros mismos.
“El que toma la palabra, que hable palabra de
Dios. El que se dedica al servicio, que lo haga en virtud del encargo
recibido de Dios. Así, Dios será glorificado en todo, por medio de
Jesucristo, a quien corresponden la gloria y el poder por los siglos
de los siglos. Amén. Queridos hermanos, no os extrañéis de ese fuego
abrasador que os pone a prueba, como si os sucediera algo
extraordinario. Estad alegres cuando compartís los padecimientos de
Cristo, para que, cuando se manifieste su gloria, reboséis de gozo”
(1 Pedro 4,7-13). -Alegraos en la medida en que participáis en los sufrimientos de
Cristo. San Pedro, mártir, crucificado como Jesús... rogad por
nosotros (Noel Quesson).
No está mal que la carta
termine aludiendo a sufrimientos y persecuciones. Tal vez aquí se
refiere a alguna persecución contra los cristianos por los años 60
(cuando murieron Pedro y Pablo en Roma). Pero estas pruebas han sido
continuas a lo largo de los dos mil años de la comunidad cristiana y
siguen existiendo también ahora en la comunidad y en la vida de cada
uno: pruebas que dan la medida de nuestra fidelidad a Dios y nos van
haciendo madurar en nuestro seguimiento de Cristo.
Pedro protestaba, ahora aceptar el sufrimiento, lo ha asimilado, lo recomienda, da pruebas de conversión ante el sanedrín, y finalmente ante el emperador Nerón, hasta el martirio. No olvidemos que ese mismo san Pedro
morirá mártir en el año 64 o 67, es decir, ¡uno o dos años después de
esta carta! El «fin de todas las cosas»,
es un estimulante.
2. “Llega el Señor a regir la tierra.
Decid a los pueblos: "El Señor es rey, / él afianzó el orbe, y no se
moverá; / él gobierna a los pueblos rectamente."
Alégrese el cielo, goce la tierra, / retumbe el mar y cuanto lo llena;
/ vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, / aclamen los árboles del
bosque” (Salmo 95,10-13). Seguimos como en días pasados el salmo donde se contempla la salvación llevada a cabo por Jesús, con su obra redentora.
3. Jesús, al día siguiente, cuando salió de
Betania, sintió hambre. Vio de lejos una higuera con hojas y se acercó
para ver si encontraba algo; al llegar no encontró más que hojas,
porque no era tiempo de higos. Entonces le dijo: -«Nunca jamás coma
nadie de ti.»” No encontró en ella, sino hojas, porque no era
tiempo de higos. Dijo a la higuera. Extraña maldición. Si Jesús tratase
de saciar el hambre, este gesto sería de un demente: ¡encolerizarse
contra un árbol por no encontrar frutos cuando no es la estación! No
es pues a ese nivel material que hay que interpretar esta maldición.
Jesús ha querido hacer un gesto "enigmático", y Marcos subraya la
extrañeza: los apóstoles "oyen", pero no quieren creerlo y quedarán
muy sorprendidos el día siguiente, al ver que la maldición se ha
realizado. La solución del enigma se dará más tarde. Y no será por
casualidad el hecho de que la "purificación" del Templo esté inserta,
como "un bocadillo" entre las dos mitades del episodio de la "higuera
maldita".
“Los discípulos lo oyeron. Llegaron a Jerusalén, entró en
el templo y se puso a echar a los que traficaban allí, volcando las
mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no
consentía a nadie transportar objetos por el templo”.
Jesús cita al profeta Jeremías (7,11): el profeta reprocha a los hombres de su tiempo el hecho de participar en el culto con el fin de asegurarse... el
culto del templo es falaz, pues las gentes no se convierten. "Habláis
siempre del culto, decís: "Santuario de Dios, santuario de Dios,
santuario de Dios", pero oprimís al extranjero, al huérfano y a la
viuda. Robáis, matáis y venís luego a poneros delante de mí... ¿Es
este Templo una cueva de bandidos?'' Jesús cita también al profeta
Isaías (56,7). Es la afirmación sorprendente de que el Templo judío va
a ser "abierto a las naciones paganas". Esto enlaza con el tema
misionero, habitual en san Marcos. Jesús hace un gesto mesiánico
anunciado por el profeta Zacarías, 14, 21: "Ya no habrá más mercaderes
en el templo del Señor, en ese día".
“Y los instruía, diciendo: -«¿No está escrito: "Mi casa se llamará casa de oración para todos los pueblos." Vosotros, en cambio, la habéis convertido en cueva de bandidos.»” Lo de la higuera va unido a lo del templo, Jesús quiere que el Templo sea «casa de oración para todos los pueblos», lugar de oración auténtica. y no una «cueva de bandidos» y de ajetreo de cosas y comercio.
 “Se enteraron los sumos sacerdotes y los escribas
y, como le tenían miedo, porque todo el mundo estaba asombrado de su
doctrina, buscaban una manera de acabar con él. Cuando atardeció,
salieron de la ciudad”. Es la purificación del lugar donde Dios está presente. Jesús quiere devolver al Templo su pureza primitiva, su destino sagrado, y subraya
que este lugar santo está "destinado a todos": apertura universalista.
¿Qué sentido tengo yo de la plegaria? ¿De lo sagrado? ¿De Dios
presente?
-Llegó todo esto a oídos de los príncipes de los sacerdotes y de los
escribas. Buscaban cómo perderle... Al caer la tarde, salió de la
ciudad.

“A la mañana siguiente, al pasar, vieron la
higuera seca de raíz. Pedro cayó en la cuenta y dijo a Jesús:
-«Maestro, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.» Jesús
contestó: -«Tened fe en Dios. Os aseguro que si uno dice a este monte:
"Quítate de ahí y tirate al mar", no con dudas, sino con fe en que
sucederá lo que dice, lo obtendrá. Por eso os digo: Cualquier cosa que
pidáis en la oración, creed que os la han concedido, y la obtendréis.
Y cuando os pongáis a orar, perdonad lo que tengáis contra otros, para
que también vuestro Padre del cielo os perdone vuestras culpas» (Marcos 11,11-26; J. Aldazábal). -Pasando de madrugada, vieron que la higuera se había secado de raíz. He aquí la llave del extraño enigma de la víspera: Jesús no apuntaba a
la higuera, sino al Templo: Porque el Templo no responde ya a la
espera de Dios, suscita la "cólera de Dios" y será destruido (Mc 13,
2) (Noel Quesson). Fe es esperar de Dios, no de nosotros mismos ni de nuestras obras. San Josemaría comentó así esta escena de
La higuera estéril:Jesús maldice este árbol, porque ha hallado solamente apariencia de fecundidad, follaje. Así aprendemos que no hay excusa para la ineficacia. Quizá dicen: no tengo conocimientos suficientes… ¡No hay excusa! O afirman: es que la enfermedad, es que mi talento no es grande, es que no son favorables las condiciones, es que el ambiente… ¡No valen tampoco esas excusas! ¡Ay del que se adorna con la hojarasca de un falso apostolado, del que ostenta la frondosidad de una aparente vida fecunda, sin intentos sinceros de lograr fruto! Parece que aprovecha el tiempo, que se mueve, que organiza, que inventa un modo nuevo de resolver todo… Pero es improductivo. Nadie se alimentará con sus obras sin jugo sobrenatural.
         ”Pidamos al Señor que seamos almas dispuestas a trabajar con heroísmo feraz. Porque no faltan en la tierra muchos, en los que, cuando se acercan las criaturas, descubren sólo hojas: grandes, relucientes, lustrosas. Sólo follaje, exclusivamente eso, y nada más. Y las almas nos miran con la esperanza de saciar su hambre, que es hambre de Dios. No es posible olvidar que contamos con todos los medios: con la doctrina suficiente y con la gracia del Señor, a pesar de nuestras miserias.
         ”Os recuerdo de nuevo que nos queda poco tiempo: tempus breve est, porque es breve la vida sobre la tierra, y que, teniendo aquellos medios, no necesitamos más que buena voluntad para aprovechar las ocasiones que Dios nos ha concedido. Desde que Nuestro Señor vino a este mundo, se inició la era favorable, el día de la salvación, para nosotros y para todos. Que Nuestro Padre Dios no deba dirigirnos el reproche que ya manifestó por boca de Jeremías: en el cielo, la cigüeña conoce su estación; la tórtola, la golondrina y la grulla conocen los plazos de sus migraciones: pero mi pueblo ignora voluntariamente los juicios de Yavé.
         ”No existen fechas malas o inoportunas: todos los días son buenos, para servir a Dios. Sólo surgen las malas jornadas cuando el hombre las malogra con su ausencia de fe, con su pereza, con su desidia que le inclina a no trabajar con Dios, por Dios. ¡Alabaré al Señor, en cualquier ocasión! El tiempo es un tesoro que se va, que se escapa, que discurre por nuestras manos como el agua por las peñas altas. Ayer pasó, y el hoy está pasando. Mañana será pronto otro ayer. La duración de una vida es muy corta. Pero, ¡cuánto puede realizarse en este pequeño espacio, por amor de Dios!
         ”No nos servirá ninguna disculpa. El Señor se ha prodigado con nosotros: nos ha instruido pacientemente; nos ha explicado sus preceptos con parábolas, y nos ha insistido sin descanso. Como a Felipe, puede preguntarnos: hace años que estoy con vosotros, ¿y aún no me habéis conocido? Ha llegado el momento de trabajar de verdad, de ocupar todos los instantes de la jornada, de soportar -gustosamente y con alegría- el peso del día y del calor”.
         Recuerdo un amigo, hace muchos años, que me escribió una carta. Adolescente, quedó impactado por estas palabras, decía que hacía mucho tiempo que no veía un cura y no se confesaba, que se dejaba ir por la poltronería y la dejadez, por la bajada del ir dejándose llevar por lo más placentero… no estaba contento de sí mismo. Al leer esas palabras del comentario de la escena de la higuera que no daba frutos y que quedaba seca, fue a buscar un cura y se confesó.

jueves, 27 de mayo de 2010

Jesucristo, sumo y eterno sacerdote. “Él fue traspasado por nuestras rebeliones”, dijo el profeta, y habla de Jesús, que en la santa Cena pronuncia: “Esto es mi cuerpo. Esta copa es la nueva alianza, sellada con mi sangre”, y se entrega por nosotros



 
1. El canto de Ísaías habla de Jesús: “Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito… como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron… Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomó el pecado de muchos e intercedió por los pecadores”. Está maravillosamente explicado como toma nuestros pecados y los hace suyos, al tomar la cruz carga con ellos…

Hebreos explica que por medio del Sacrificio expiatorio de Cristo hemos sido santificados de tal forma que, perdonados nuestros pecados, hemos sido consagrados para poder acercarnos al Dios vivo y poder, así, participar de la ciudad celeste. Así se ha cumplido lo que el Espíritu Santo prometió en las Sagradas Escrituras: Que nos perdonaría nuestras culpas y olvidaría para siempre nuestros pecados. Los que por medio de la fe aceptamos a Cristo y su oferta de salvación, junto con Él participamos ya desde ahora de la Vida que Él nos ofrece, y que llegará a su plenitud en nosotros cuando junto con Él, mediante su Sangre derramada por nosotros, estemos eternamente con Dios, santos como Él es Santo.
2. Es lo que hoy celebramos en la fiesta de Cristo Sacerdote perfecto, que canta con el Salmo: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío, cuántos planes en favor nuestro; nadie se te puede comparar. Intento proclamarlas, decirlas, pero superan todo número.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, y, en cambio, me abriste el oído; no pides sacrificio expiatorio.
Entonces yo digo: «Aquí estoy -como está escrito en mi libro para hacer tu voluntad.» Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas.
He proclamado tu salvación ante la gran asamblea; no he cerrado los labios; Señor, tú lo sabes.
No me he guardado en el pecho tu defensa, he contado tu fidelidad y tu salvación, no he negado tu misericordia y tu lealtad ante la gran asamblea”. Son las maravillas que Dios ha hecho a favor nuestro…
3. Hoy, la liturgia nos invita a adentrarnos en el maravilloso corazón sacerdotal de Cristo. Admiramos su corazón de pastor y salvador, que se deshace por su rebaño, al que no abandonará nunca. Un corazón que manifiesta “ansia” por los suyos, por nosotros: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer» (Lc 22,15). Este corazón de sacerdote y pastor manifiesta sus sentimientos, especialmente, en la institución de la Eucaristía. Comienza la Última Cena en la que el Señor va a instituir el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, misterio de fe y de amor.
Por lo mismo que Dios ama, creó el mundo: ¡Cuánta maravilla, cuánta belleza!: "¡Oh montes y espesuras, / plantados por la mano del Amado!, / ¡oh, prado de verduras de flores esmaltado!, / decid si por vosotros ha pasado" (San Juan de la Cruz). Creó los hombres. Los hombres desobedecieron y pecaron (Gén 3,9). El pecado es un desequilibrio, un desorden, como un ojo monstruoso fuera de su órbita, como un hueso desplazado de su sitio, buscando el placer, la satisfacción del egoismo, de la soberbia. Como un sol que se sale del camino buscando su independencia. Frustraron el camino y la meta de la felicidad. De ahí nace la necesidad de la expiación, del sufrimiento, del dolor, por amor, para restablecer el equilibrio y el orden. Dios envía una Persona divina, su Hijo, a "aplastar la cabeza de la serpiente", haciéndose hombre para que ame como Dios, hasta la muerte de cruz, con el Corazón abierto.
Ese Hombre Dios, el Siervo de Yavé, que, "desfigurado no parecía hombre, como raiz en tierra árida, si figura, sin belleza, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, considerado leproso, herido de Dios y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes, como cordero llevado al matadero", inicia la redención de los hombres, sus hermanos. El es la Cabeza, a la cual quiere unir a todos los hombres, que convertidos en sacerdotes, darán gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu, e incorporados a la Cabeza, serán corredentores con El de toda la humanidad. El Padre, cuya voluntad ha venido a cumplir, lo ha constituído Pontífice de la Alianza Nueva y eterna por la unción del Espíritu Santo, y determinando, en su designio salvífico, perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio. Para eso, antes de morir, elige a unos hombres para que, en virtud del sacerdocio ministerial, bauticen, proclamen su palabra, perdonen los pecados y renueven su propio sacrificio, en beneficio y servicio de sus hermanos. "Él no sólo ha conferido el honor del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano, ha elegido a hombres de este pueblo, para que, por la imposición de las manos, participen de su sagrada misión. Ellos renuevan en su nombre el sacrificio de la redención, y preparan a sus hijos el banquete pascual, donde el pueblo santo se reúne en su amor, se alimenta con su palabra y se fortalece con sus sacramentos. Sus sacerdotes, al entregar su vida por él y por la salvación de los hermanos, van configurándose a Cristo, y así dan testimonio constante de fidelidad y amor" (Prefacio).
El sacerdote intercede ante Dios, le hace propicio, le da gracias, da a Dios el culto debido. Impetra sus dones. El sacerdote ama. Ha reservado su corazón para ser para todos. El sacerdote es antorcha que sólo tiene sentido cuando arde e ilumina. El sacerdote hace presente a Cristo. En los sacramentos y en su vida. Es el alma del mundo. Donde falta Dios y su Espíritu él es la sal y la vida. No hace cosas sino santos. Todos hemos de ser santos, pero sin sacerdotes difícilmente lo seremos. Es grano de trigo que si muere da mucho fruto. Hemos de pedir al Señor de la mies que envíe trabajadores a su mies.