Lunes de la 31 semana (impar): no podemos estar cerrados, pues la apertura a los demás en el amor y el compartir es estar con Jesús
A. Lecturas
1. Romanos (11,29-36):
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios; pero ahora, al rebelarse ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes, con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos. ¡Qué abismo de generosidad, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién fue su consejero? ¿Quién le ha dado primero, para que él le devuelva? Él es el origen, guía y meta del universo. A él la gloria por los siglos. Amén.
2. Salmo 68,30-31.33-34.36-37
R/. Que me escuche, Señor, tu gran bondad
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.
El Señor salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá,
y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella. R/.
3. «Decía también al que le había invitado: «Cuando des una comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos, no sea que también ellos te devuelvan la invitación y te sirva de recompensa. Al contrario, cuando des un banquete, llama a pobres, tullidos, a cojos, y a ciegos; y serás bienaventurado, porque no tienen para corresponderte; se te recompensará en la resurrección de los justos» (Lucas 14,12-14).
B. Comentario:
1. –"Los dones de Dios y su llamada son irrevocables". Es algo «asegurado», «sólido», de «promesa irrevocable», de «algo dado». Por nuestra parte se trata de vincularnos a ello.
-"Antes erais paganos... Desobedecisteis... Obtuvisteis misericordia. También los judíos desobedecieron... También ellos obtuvieron misericordia". Estamos unidos misteriosamente a los judíos, hay una cierta comunión –imperfecta- de unos de los otros, que se ha perdido lamentablemente en la historia, pero que se intenta recomponer.
-"Dios, en efecto, encerró a todos los hombres en la rebeldía, para usar con todos ellos de misericordia". La misericordia tiene la última palabra. Dios permite que cada hombre pase por el pecado -la desobediencia- para que experimente la vanidad, el vacío y la incapacidad de su voluntad... a fin de abrirlo entonces a la gratuidad del amor divino, única salida... Ayúdame Señor, a ver así mis pecados. No como una vejación personal ante el fracaso de mi voluntad. No con despecho.
No con desesperación -«yo no llegaré nunca»-; sino con la certeza de que esos pecados me abren a tu misericordia y me hacen sentir más hondamente cuán necesario me eres. Señor, ayúdame a ver así a todo pecador entorno a mí, como un futuro objeto de tu misericordia, como un actual objeto de tu misericordia. ¡Tú amas a los pecadores! Amas a este pecador que está junto a mí y cuyo pecado me hace sufrir. ¿Seré, junto a él, el testigo de tu misericordia?
-"¡Oh abismo... de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios!" El término griego traducido por «abismo» es el término «bathos», raíz que se encuentra en el término «bathyscafo», el aparato que trata de explorar las «profundidades», los «abismos» del mar.
-«¡Cuán insondables son sus decisiones e impenetrables sus caminos!» Ninguna sonda puede llegar hasta el «hondón» de Dios. Ningún viajero, ningún explorador puede «penetrar» hasta ese país secreto, en el corazón de esta selva impenetrable. Y sin embargo vale la pena partir, aventurarse por ese «camino» que conduce hacia... Dios.
«Los caminos de Dios»... hermosa expresión, capaz de hacer soñar, capaz de hacer rezar. Oro, partiendo de lo que estas palabras me sugieren. ¡Oh, Señor, haz que camine hacia Ti! ¿Estoy en el camino que conduce a Ti? ¿Cuándo se efectuará el encuentro?
-"¿Quién conoció el pensamiento del Señor? ¿Quién fue su consejero?" Confesión de ignorancia. Pablo está profundamente extrañado del rechazo de Israel a adherirse al plan en Dios. Su mentalidad farisea, su orgullo nacional han sido heridos en lo vivo. Sólo puede confesar su ignorancia. A menudo en nuestras vidas tampoco nosotros comprendemos el designio de Dios. Humildemente me remito a Ti.
-"Porque «de» Él, «por» Él y «para» Él son todas las cosas. ¡A Él la gloria por los siglos! Amén". Dios, origen de todo. El que lo conserva todo. El objetivo hacia el cual todo va (Noel Quesson).
2. "Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su grandeza con acción de gracias". Señor, te pido ser más humilde y comprensivo con los demás. Como la Virgen. "Clemente y compasivo es Yahveh, tardo a la cólera y grande en amor (…) sus ternuras sobre todas sus obras (...) en todas sus obras amoroso. Yahveh sostiene a todos los que caen, a todos los encorvados endereza". A ti la alabanza por siempre, Señor.
2. –Jesús, eres amigo de la paradoja, y una vez más has querido despertar la curiosidad de sus oyentes... nos hablas de convidar a comer a los más desvalidos quizá nos dices que si no salimos de "nosotros mismos" en un primer círculo de personas que forman parte de nosotros... nos cerramos, y vamos mal. Podría ser en parte seguir amándonos a nosotros mismos. "Si amáis sólo a los que os aman ¿qué hacéis de extraordinario? Los pecadores también lo hacen" (Lc 6,32).
-"Por el contrario, cuando des un banquete, invita a "pobres", "lisiados", "cojos", "ciegos"..." Jesús, nos muestras un modo nuevo de vivir: - sin distinción de clase social (Lucas 14,12-14; Santiago 1,9; 2,1-6); - sin distinción de razas (Romanos 10,12; Corintios 12,13; Gálatas 3,28) - sin excluir, siquiera, a los pecadores (Lucas 7,36-5O).
-"Y "dichoso" serás tú entonces, porque no te pueden corresponder". Esta es la palabra clave del amor evangélico: "amar sin esperar correspondencia". El desinterés más absoluto. Es difícil… cuántas veces una madre se deprime al ver que sus hijos no corresponden a todo el amor que ella ha puesto durante tantos años… es natural, pero el Señor nos anima a ir siempre más allá…
-"Esto te será devuelto cuando resuciten los justos". Es lo mismo que decir amar "sólo por Dios". Hay casos, en que esta es la única motivación capaz de hacernos superar unas repugnancias invencibles, unos bloqueos afectivos, aparentemente sin salida y unas dificultades psicológicas extremas. Hay personas, que aman por encima de toda visión humana: «Es éste un distintivo del hombre justo: que, aun en medio de sus dolores y tribulaciones, no deja de preocuparse por los demás; sufre con paciencia sus propias aflicciones, sin abandonar por ello la instrucción que prevé necesaria para los demás, obrando así como el médico magnánimo cuando está él mismo enfermo. Mientras sufre las desgarraduras de su propia herida, no deja de proveer a los otros el remedio saludable» (San Gregorio Magno).
Sí, Dios interviene en el hombre para ensancharle el corazón. Y la "resurrección de los justos" será el brillante despliegue a pleno día de ese amor sin condiciones, sin fronteras, sin exclusivas... que es el amor mismo de Dios (Noel Quesson). Porque Dios "ama a los justos y a los injustos" (Lc 6,35; Mt 5,45).
He leído un texto titulado "Europa cerrada", que denuncia la hipocresía con la que intentamos protegernos de la llegada de inmigrantes africanos. Pero ¿de qué nos protegemos? ¿Acaso no son ellos, en buena parte, el reflejo del daño que durante siglos Europa infligió a África, despojándola de su cultura, de sus recursos naturales y humanos, e inyectándole nuestra fiebre de consumo y poder? Pretender ahora levantar murallas y vivir felices dentro, mientras fuera se extiende el hambre y la desesperación, es repetir la vieja ilusión de quien cree poder salvarse solo.
Edgar Allan Poe, en su cuento La máscara de la muerte roja, describe al príncipe que se encierra en su palacio para celebrar fiestas mientras fuera la peste devora al pueblo. Pero la peste acaba entrando. También nosotros, como Europa, creemos poder aislarnos del sufrimiento ajeno, hasta que la muerte —o la conciencia— llama a nuestra puerta.
Europa es rica, en gran medida, gracias a lo que se llevó de África. Y, sin embargo, hoy mira con miedo a quienes llegan en patera, buscando apenas sobrevivir. Es una vergüenza que mueran de hambre a pocos kilómetros de nuestras costas, mientras aquí se desperdicia la comida. ¿Dónde están los derechos humanos? ¿Dónde la fraternidad cristiana?
El Evangelio nos recuerda que "cuando des un banquete, invita a los pobres, a los cojos, a los ciegos" (Lc 14,13). No solo por generosidad, sino por justicia. Porque el pan que tenemos no es solo nuestro, y la mesa del mundo pertenece a todos los hijos de Dios.
Rechazar al inmigrante es cerrar el corazón a Cristo mismo, que sigue llamando a nuestra puerta en el rostro del que huye del hambre y de la guerra. Europa —y cada uno de nosotros— tiene una deuda moral con esos pueblos. Una deuda que solo se salda compartiendo, acogiendo, reparando.
Ojalá aprendamos a tratarnos todos los seres humanos como iguales. Ojalá llegue el día en que invitemos a nuestra mesa a los necesitados. Solo así saldremos todos adelante, como hermanos, como hijos del mismo Padre.
Llucià Pou Sabaté
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