viernes, 12 de julio de 2024

Viernes de la 14ª semana de Tiempo Ordinario: Jesús es signo de contradicción, pero nos manda el Espíritu Santo y su perdón, que nos da la libertad completa

Viernes de la 14ª semana de Tiempo Ordinario: Jesús es signo de contradicción, pero nos manda el Espíritu Santo y su perdón, que nos da la libertad completa

 

A. Lecturas:

   1. Lectura de la profecía de Oseas (14,2-10): Así dice el Señor: «Israel, conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu pecado. Preparad vuestro discurso, volved al Señor y decidle: «Perdona del todo la iniquidad, recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios. No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. En ti encuentra piedad el huérfano.» Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Seré para Israel como rocío, florecerá como azucena, arraigará como el Líbano. Brotarán sus vástagos, será su esplendor como un olivo, su aroma como el Líbano. Vuelven a descansar a su sombra: harán brotar el trigo, florecerán como la viña; será su fama como la del vino del Líbano. Efraín, ¿qué te importan los ídolos? Yo le respondo y le miro: yo soy como un ciprés frondoso: de mí proceden tus frutos. ¿Quién es el sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en ellos.»

   2. Salmo 50: Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

   Te gusta un corazón sincero, y en mi interior me inculcas sabiduría. Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.

   Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme; no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu santo espíritu.

   Devuélveme la alegría de tu salvación, afiánzame con espíritu generoso. Señor, me abrirás los labios, y mi boca proclamará tu alabanza.

   3. Mateo 10,16-23:  "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«Mirad que os mando como ovejas entre lobos; por eso, sed sagaces como serpientes y sencillos como palomas. Pero no os fieis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará. Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre»"

 

B. Comentario:

   1. Oseas (14,2-10) termina hoy su lectura, y como el anterior profeta, lo hace con perspectivas de esperanza y reconciliación. La página de hoy es como el guión de una celebración penitencial, con un diálogo entre el pueblo, que se arrepiente, y Dios, que le perdona y le promete volver a empezar de nuevo su relación de mutuo amor y fidelidad.

   La iniciativa, como siempre, la tiene Dios, ofreciendo su perdón: «Israel, conviértete al Señor Dios tuyo... Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que lo merezcan... seré rocío para Israel... brotarán sus vástagos...yo soy ciprés frondoso, de mí proceden tus frutos».

   El pueblo aprende la lección y se vuelve arrepentido hacia Dios: «perdona del todo la iniquidad, recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios». Como el pecado había sido poner su confianza en alianzas humanas y militares, el pueblo le dice a Dios humildemente: «No nos salvará Asiria, no montaremos a caballo». Y promete rechazar, en adelante, toda idolatría: «no volveremos a llamar dios a la obra de nuestras manos».

   2. Hay momentos en que nos volvemos llenos de sincera humildad hacia Dios, reconocemos nuestro pecado y le pedimos perdón. El salmo 50, el «miserere», nos educa en la actitud justa: «misericordia, Dios mío, por tu bondad... lava del todo mi delito, limpia mi pecado... oh Dios, crea en mí un corazón puro, devuélveme la alegría de tu salvación». Podemos saborearlo en días de retiro, o cuando nos confesamos, y también al principio de la misa con el acto penitencial, o los viernes cuando en la liturgia de Laudes rezamos este salmo 50, y otras muchas veces en que, sinceramente, a la luz de la Palabra de Dios, nos reconocemos culpables.

   Tendríamos que hacer el propósito: «no volveremos a llamar dios a la obra de nuestras manos». O sea, romper con toda idolatría en nuestra vida, cambiar nuestro corazón, aceptar el amor de Dios y su mano tendida en señal de reconciliación. Será la mayor alegría que le podemos dar. La alegría que describía Jesús hablando del pastor que recupera la oveja perdida, o del padre que recobra a su hijo, o de la mujer que encuentra lo que había perdido.

   3. Jesús nos avisa de la lucha del discípulo contra el mal: "Os envío como ovejas en medio de lobos". El discípulo es pobre y está inerme; sólo es rico en fe en la validez de su anuncio. Somos vulnerables a los poderes del mundo. Pero con la fe somos fuertes. Simples y prudentes, son las palabras de Cristo. La simplicidad, o sencillez,  es lealtad, transparencia, confianza en la verdad y, por tanto, rechazo de cualquier subterfugio y de todo medio de violencia, la prudencia es la capacidad (y la humildad) de valorar las situaciones concretas. Pero se trata siempre, por supuesto, de la prudencia de Cristo, no de la prudencia del mundo, basada en cálculos cínicos, diplomacia y compromisos, siempre en busca de una salvación propia (Bruno Maggioni).

   El Reino de Dios se revela en la debilidad de Jesús y de sus mensajeros. San Pablo dirá también que "la fortaleza de Dios encuentra su cumplimiento en la debilidad" (2 Cor 12,9). Toda la historia de la Iglesia confirma esta verdad. Son los pequeños y los humildes los que han hecho las mayores obras. Bernardita Soubirous era la más débil en Lourdes cuando Dios la escogió para que transmitiera el mensaje de la Virgen.

   -"Sed cautos como serpientes e ingenuos como palomas". Jesús, tomas tus comparaciones del mundo animal. Anuncias la persecución a tus apóstoles, pero les pides que no se expongan inoportunamente: nos pides que seamos "cautos", es decir inteligentes, hábiles, finos, como serpientes... y también que hemos de conservar la "ingenuidad", es decir la "candidez", la simplicidad, sin disimulo, sin segunda intención, como palomas... Es preciso que se perciba que los mensajeros del evangelio sólo se ocupan de Dios y no buscan su propio provecho.

   -"Os llevarán a los tribunales... os conducirán ante gobernadores y reyes por mi causa, así daréis testimonio ante ellos". Jesús, no escondes la verdad a tus apóstoles: el evangelio provoca, a veces, la oposición y la persecución. Esto no te espanta. Nos pides que nos mantengamos valientes, como tú, pues tú mismo fuiste acusado ante el tribunal de Pilato.

   -"No os preocupéis por lo que vais a decir; será el Espíritu de vuestro Padre quien hable por medio de vosotros". Dios, que "habita en nuestros corazones", que habita "en mí"... Ayúdanos, Señor, a escucharte y a ser dóciles.

   A veces las dificultades surgen en el ambiente social, profesional, familiar. San  Ambrosio, hablando sobre los padres que no querían que sus hijos se entregaban a Dios, decía: "Y porque sé de no pocas jóvenes que, deseosas de consagrar a Dios su virginidad, no lo consiguieron por estorbárselo sus madres (...), a tales madres dirijo ahora mi discurso y pregunto: ¿no son libres vuestras hijas para amar a los hombres y elegir marido entre ellos, amparándolas la ley en su derecho aun contra vuestra voluntad? Y las que pueden libremente desposarse con un hombre, ¿no han de ser libres para desposarse con Dios?"

   -"Todos os odiarán por causa mía; pero quien resista hasta el final, se salvará". La oposición y la persecución vienen, a veces, de la propia familia: "un hermano entregará a su hermano y un padre a su hijo..." El odio puede nacer en todas partes. Jesús, nos sugieres una sola solución: ¡"aguantar"!, ¡permanecer fieles! Conservar la firmeza y el valor, contra toda decepción, contra toda oposición y contra todo fracaso. Lo que cuenta es la salvación eterna, "salvarse"... y saber que Jesús está con nosotros.

   -"Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Porque os aseguro que no terminaréis con las ciudades de Israel antes de que vuelva el Hijo del hombre". Jesús, nos promete que "vienes", que te veremos, que viviremos contigo. "No te prometo que serás dichosa en este mundo sino en el otro", decía santa María a Santa Bernardita (Noel Quesson).

   Ya cuando se redactan los Evangelios, Santiago y Esteban han sido mártires, así como Pedro y Pablo. La salvación está en ti, Señor, y te pido el modo de comunicarla a los demás. Con prudencia y, al mismo tiempo, con sencillez. Ayudados por el Espíritu de Dios. Tenemos trabajo hasta el fin del mundo, hasta la vuelta del Señor (J. Aldazábal).

   Y «el que persevere hasta el final, se salvará». Decía S. Josemaría: «¡Acabar!, ¡acabar! -Hijo, «qui perseveraverit usque in finem, hic salvus erit» -se salvará el que persevere hasta el fin.

   "-Y los hijos de Dios disponemos de los medios, ¡tú también!: cubriremos aguas, porque todo lo podemos en Aquél que nos conforta.

   "-Con el Señor no hay imposibles: se superan siempre» (Forja 656).

 

 

Llucià Pou Sabaté

Jueves de la 14ª semana de Tiempo Ordinario: Dios está junto a nosotros, en nuestro trabajo, en nuestro corazón, y nos pide que seamos misioneros de su reino de paz, amor y misericordia.

Jueves de la 14ª semana de Tiempo Ordinario: Dios está junto a nosotros, en nuestro trabajo, en nuestro corazón, y nos pide que seamos misioneros de su reino de paz, amor y misericordia.

 

A. Lecturas:

   1. Oseas (11,1-4.8c-9): Así dice el Señor: «Cuando Israel era joven, lo amé, desde Egipto llamé a mi hijo. Cuando lo llamaba, él se alejaba, sacrificaba a los Baales, ofrecía incienso a los ídolos. Yo enseñé a andar a Efraín, lo alzaba en brazos; y él no comprendía que yo lo curaba. Con cuerdas humanas, con correas de amor lo atraía; era para ellos como el que levanta el yugo de la cerviz, me inclinaba y le daba de comer. Se me revuelve el corazón, se me conmueven las entrañas. No cederé al ardor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín; que soy Dios, y no hombre; santo en medio de ti, y no enemigo a la puerta.»

   2. Salmo 79: Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece; despierta tu poder y ven a salvarnos.

   Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó, y que tú hiciste vigorosa.

   3. Mateo 10,7-15: "En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: -«Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata ni calderilla; ni tampoco alforja para el camino, ni túnica de repuesto, ni sandalias, ni bastón; bien merece el obrero su sustento. Cuando entréis en un pueblo o aldea, averiguad quién hay allí de confianza y quedaos en su casa hasta que os vayáis. Al entrar en una casa, saludad; si la casa se lo merece, la paz que le deseáis vendrá a ella. Si no se lo merece, la paz volverá a vosotros. Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo, sacudid el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo»".

 

B. Comentario:

   1. Oseas (11,1-4.8-9) canta al amor que Dios tiene a su pueblo. Es el mismo amor que antes llamó conyugal, y que ahora describe con rasgos bien tiernos de un padre -o de una madre- por el hijo que lleva en brazos, al que acaricia y besa, al que le enseña a andar, al que atrae «con lazos de amor». Pero ese hijo ahora le es infiel. El pueblo es como un hijo díscolo, que no acepta esa invitación al amor: ha roto la alianza que había prometido guardar: «cuando le llamaba, él se alejaba».

   ¿Cuál será la reacción de Dios? Uno piensa inmediatamente en el castigo que dará a Israel (aquí se le llama Efraím, una de las tribus descendientes de José). Pero no. Dios no se decide a castigar: va a perdonar una vez más.

   El profeta -reflejando su propia incapacidad de condenar a su mujer infiel, porque en el fondo la sigue queriendo- describe con trazos muy humanos ese amor de Dios: «se me revuelve el corazón, se me conmueven las entrañas: no cederé al ardor de mi cólera». Y la razón es todavía más impresionante: «porque yo soy Dios, y no hombre; santo en medio de ti, y no enemigo a la puerta». Lo propio de Dios no es castigar, sino amar y perdonar. No es un enemigo siempre al acecho, sino el amigo que está en medio de su pueblo.

   2. Cuando tengamos que reconocer nuestro pecado, haremos bien en acordarnos de estas palabras de un Dios que no puede dejar de amarnos, a pesar de lo que hayamos hecho. Dios sigue enamorado de la humanidad. Como Oseas de su mujer.

   ¿Queremos mejor «buena noticia» que ésta? ¿no se adelanta ya aquí -en una página que puede considerarse una de las mejores del Antiguo Testamento- el retrato que de Dios nos hará Jesús, describiéndolo como el padre del hijo pródigo y como el pastor que se alegra por recuperar la oveja descarriada, dispuesto siempre a perdonar?

   Podemos acudir a él con confianza, diciéndole con el salmo: «que brille tu rostro, Señor, y nos salve... despierta tu poder y ven a salvarnos... ven a visitar tu viña, la cepa que tu diestra plantó».

   Además, podemos aprender otra lección: a ser nosotros también misericordiosos, capaces de amar a cada una de las personas que forman nuestra Iglesia, nuestra comunidad, nuestra familia, aunque descubramos defectos en ellas. Como hace continuamente Dios. Y aunque nos cueste (J. Aldazábal).

   3. El estilo misionero tiene entre sus características la pobreza. Tus discípulos, Jesús, se ponen a disposición gratuitamente (su fe, su tiempo, su amistad), dan gratis lo que gratuitamente han recibido. Es lo que nos has enseñado, Señor: todo lo que hay en nosotros es don; por eso hemos de darlo y darnos. Y nos enseñas a contentarnos con lo estrictamente necesario. Y la tarea que nos das no es imponer la verdad sino una propuesta clara y convincente porque va atestiguada con nuestras vidas, y luego dejarla a la libertad del hombre (Bruno Maggioni).

   -"Jesús recomendaba a los doce apóstoles"... Jesús, abres la boca y hablas. Trato de imaginar algo del tono de tu voz... de la atención te prestan los apóstoles... Les dices lo que llevas en el corazón... tus recomendaciones...

   -"Proclamad que el Reino de Dios está aquí." Se busca, a veces a Dios "demasiado lejos": ¡de hecho está "aquí"! cerca de nosotros, como insistía san Josemaría: "Es preciso convencerse de que Dios está junto a  nosotros de continuo. -Vivimos como si el Señor estuviera allá lejos, donde brillan las estrellas, y no consideramos que también está siempre a nuestro lado. 

   "-Y está como un Padre amoroso -a cada uno de nosotros nos quiere más que todas las madres del mundo pueden querer a sus hijos-,  ayudándonos, inspirándonos, bendiciendo... y perdonando.

   "-!Cuántas veces hemos hecho desarrugar el ceño de nuestros padres diciéndoles, después de una travesura: ya no lo haré más! -Quizá aquel mismo día volvimos a caer de nuevo... Y nuestro padre, con fingida dureza en la voz, la cara seria, nos reprende..., a la  par que se enternece su corazón, conocedor  de nuestra flaqueza, pensando: pobre chico, qué esfuerzos hace para portarse bien!

   "-Preciso es que nos empapemos, que nos saturemos de que Padre y muy Padre nuestro es el Señor que está junto a nosotros y en los cielos" (Camino).

   Señor, ayúdanos a descubrir que estás próximo, junto a nosotros. Un Dios próximo, un Dios amoroso. No estoy nunca solo, incluso cuando me siento abandonado o solitario. Para poder proclamar a los demás la bondad, la proximidad de la presencia de Dios... primero hay que haber hecho la experiencia en sí mismo, personalmente. ¿Cómo podría decir a los demás: "el Reino de los cielos, la felicidad de los cielos esta aquí"... "Dios esta junto a ti"... si yo mismo no creyera en ello? ¡Ayúdanos, Señor, a creer que tu Reino ha comenzado!

   «La Iglesia ha nacido con este fin: propagar el reino de Cristo en toda la tierra para gloria de Dios Padre, y hacer así a todos los hombres partícipes de la redención salvadora, y por medio de ellos ordenar realmente todo el universo hacia Cristo. Toda la actividad del Cuerpo místico, dirigida a este fin, recibe el nombre de apostolado, el cual la Iglesia lo ejerce por obra de todos sus miembros, aunque de diversas maneras» (Vaticano II.- A. A.-2).

   Dices: "Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios." Resumes en estas cuatro frases todos los beneficios que los apóstoles deben aportar a sus hermanos, los hombres. Es lo que tú has hecho, Señor: curar, dar la vida, limpiar a pobres leprosos, liberar a los pecadores de sus pecados. El apóstol es el que distribuye beneficios... el que hace crecer a sus hermanos... el que les aporta luz, paz y alegría... Te pido, Señor, ser fiel a tus palabras: ¿Cuál será mi manera de ayudar, de servir, de curar?

   -"De balde lo recibisteis, dadlo de balde. No os procuréis oro, plata ni moneda... ni alforja, ni dos túnicas, ni sandalias ni bastón... pues el bracero merece su sustento". Tu simplicidad de vida es difícil de entender, Señor. Veo que ahí está mi verdadero crecimiento. Cuanto más se tiene, más se quiere... no se está nunca contento. Por lo contrario, el que sabe reducir al mínimo sus necesidades, encuentra una alegría y una libertad mayores: se contenta con poco.

   -"Al entrar en una casa, saludad. Si la casa se lo merece, la paz que le deseáis se pose sobre ella. Si no se lo merece, vuestra paz vuelva a vosotros. Si alguno no os recibe, salid de esta casa"... Me das instrucciones para mi apostolado, sin imponer… tú nos dejas libres. Ofrecer la paz. Ofrecer la alegría. Dar aliento. No hay que sorprenderse si uno no tiene éxito, si no es aceptado: hay que conservar la paz y el gozo interior. Nuestra buena tentativa ha sido para el Señor (Noel Quesson).

   Jesús nos habla de misión y de confianza: «En las empresas de apostolado está bien -es un deber- que consideres tus medios terrenos (2+2=4), pero no olvides ¡nunca! que has de contar, por fortuna, con otro sumando: Dios +2+2...» (J. Escrivá, Camino 471).

Llucià Pou Sabaté 

martes, 9 de julio de 2024

Miércoles de la 14ª semana de Tiempo Ordinario: Dios nos llama a una misión para desarrollar los proyectos de su corazón, con nuestra colaboración su misericordia se vierte sobre la humanidad.

Miércoles de la 14ª semana de Tiempo Ordinario: Dios nos llama a una misión  para desarrollar los proyectos de su corazón, con nuestra colaboración su misericordia se vierte sobre la humanidad.

 

A. Lecturas

   1. Oseas (10,1-3.7-8.12): Israel era una viña frondosa, y daba fruto: cuanto más eran sus frutos, más aumentó sus altares; cuanto mejor era la tierra, mejores monumentos erigía. Tiene el corazón dividido, ahora lo expiará: él mismo destruirá sus altares, abatirá sus estelas. Ahora dicen: «No tenemos rey, no respetamos al Señor, ¿qué podrá hacernos el rey?» Desaparece Samaria, y su rey, como espuma sobre la superficie del agua. Son destruidos los altozanos de los ídolos, el pecado de Israel. Cardos y abrojos crecen sobre sus altares; gritan a los montes: «Cubridnos», a los collados: «Caed sobre nosotros.» Sembrad justicia y cosecharéis misericordia. Roturad un campo, que es tiempo de consultar al Señor, hasta que venga y llueva sobre vosotros la justicia.

   2. Salmo 104: Cantadle al son de instrumentos, hablad de sus maravillas; gloriaos de su nombre santo, que se alegren los que buscan al Señor.

   Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro. Recordad las maravillas que hizo, sus prodigios, las sentencias de su boca.

   ¡Estirpe de Abrahán, su siervo; hijos de Jacob, su elegido! El Señor es nuestro Dios, él gobierna toda la tierra.

   3. Mateo 10,1-7: "En aquel tiempo, Jesús, llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Éstos son los nombres de los doce apóstoles: el primero, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el Zebedeo, y su hermano Juan; Felipe y Bartolomé, Tomás y Mateo, el publicano; Santiago el Alfeo, y Tadeo; Simón el Celote, y Judas Iscariote, el que lo entregó. A estos doce los envió Jesús con estas instrucciones: -«No vayáis a tierra de gentiles, ni entréis en las ciudades de Samaria, sino id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca»".  

 

B. Comentario:

   1. Sigue Oseas (10,1-3.7-8.12) con la imagen de Israel como una vid frondosa que producía mucho fruto. Es la primera vez que el pueblo elegido es comparado a una "viña" que ha de dar fruto, una imagen luego muy desarrollada, especialmente por Jesús.

   -"Pero, cuanto más aumentaba su fruto, más aumentaba los altares. Cuanto mejor era su país, mejores y más lujosos hacían los ídolos". Era Dios quien daba la prosperidad y la felicidad. Pero ellos iban a dar gracias a los Baales.

   -"Su corazón es doble". Fingen permanecer fieles al verdadero Dios, pero de hecho su corazón está en los cultos sensuales de los Baales. En verdad, Señor, mi corazón es también doble. Me atrae el bien, pero mi corazón va hacia los materialismos fáciles. San Pablo confesará que hay «dos hombres en él, uno que se complace en la ley de Dios, otro que le empuja al pecado» (Rom 7,14-25).

   "¡Se ha acabado Samaria! su rey no es más que espuma..." Es la predicción de la deportación: "-Espinas y cardos crecerán sobre los altares"... Jesús citará ese pasaje (Lucas 23,30).

   Y, como siempre, el camino: "-Sembraos simiente de justicia, recoged cosecha de amor, entonces será el tiempo de buscar al Señor, hasta que venga a lloveros justicia". La esperanza de conversión se abre camino, con la promesa de un futuro mucho mejor, si los hombres quieren colaborar en ello... Gracias, Señor. ¡Danos la valentía de "sembrar la justicia", para que Tú, por tu parte, «lluevas justicia»! (Noel Quesson).

   De nuevo se nos interpela respecto a si somos o no idólatras, si levantamos altares a dioses falsos, si tenemos «el corazón dividido», como Israel, o sea, si decimos que seguimos a Cristo, pero en realidad hacemos más caso a este mundo y sus criterios de vida, caminando, de este modo, derechos al desmoronamiento interior.

   Si hay conductas dudosas, o un doble juego en nuestro estilo de vida, o nos dejamos llevar por el egoísmo o la ambición, somos invitados a convertirnos a Dios: «sembrad justicia y cosecharéis misericordia» (J. Aldazábal).

   2. En el salmo (104) queremos buscar "el rostro del Señor"; cantarle "al son de instrumentos, / hablad de sus maravillas; / gloriaos de su nombre santo, / que se alegren los que buscan al Señor". Y acudir con la intercesión de Santa María, a él "y a su poder, / buscad continuamente su rostro. / Recordad las maravillas que hizo, / sus prodigios, las sentencias de su boca… El Señor es nuestro Dios, / él gobierna toda la tierra".

   3. Seguimos en este segundo de los cinco grandes discursos de Jesús, en el que da a sus apóstoles unas consignas para su misión evangelizadora. Ya había insinuado la idea al final del evangelio de ayer, cuando Jesús contemplaba la abundancia de la mies y la escasez de obreros para la siega, invitándonos a orar al Padre para que envíe trabajadores a su campo.

    "-Jesús llamó a sus "doce"" para enviarlos a misión. Tenemos ahora a los doce constituidos en "colegio apostólico", es decir, "misionero". "La Iglesia peregrina es misionera por su naturaleza, puesto que procede de la misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo, según el designio de Dios Padre" (Vaticano II: A.G. 2) "Así como, por disposición del Señor, San Pedro y los demás apóstoles forman un solo Colegio Apostólico, de igual modo el Romano Pontífice, sucesor de Pedro y los obispos, sucesores de los apóstoles se unen entre sí y forman un todo (ídem, L.G. III, 22). "El cuidado de anunciar el Evangelio en todo el mundo pertenece al "cuerpo de los pastores", ya que a todos ellos en común dio Cristo el mandato imponiéndoles un oficio común... Por tanto todos los obispos deben proveer a las misiones, no sólo de operarios para la mies, sino también de socorros espirituales y materiales." (ídem, L.G. III, 23).

   Unos serán más célebres y otros quedan en la sombra... –"Y les dio autoridad sobre los espíritus "inmundos" para expulsarlos y curar todo achaque y enfermedad". Nos mandas, Jesús, para curar, buscar la salud de alma y cuerpo… Destruir el mal. Hacer el bien. Nos llamas a cada uno para una misión, para que yo sea responsable contigo de la obra de salvación.

   -"A los doce los envió Jesús con estas instrucciones:.. Id a las ovejas descarriadas de Israel. Por el camino proclamad que el Reino de Dios está cerca". "Son muchos los cristianos persuadidos de que la Redención se realizará en todos los ambientes del mundo, y de que debe haber algunas almas —no saben quiénes— que con Cristo contribuyen a realizarla. Pero la ven a un plazo de siglos, de muchos siglos...: serían una eternidad, si se llevara a cabo al paso de su entrega.

   "Así pensabas tú, hasta que vinieron a "despertarte"" (J. Escrivá, Surco 1). Dios llama a cada uno según su pensamiento amoroso, y vamos descubriendo en el tiempo lo que desde siempre había pensado para cada uno. Es un diálogo entre el Señor y nuestro interior, y vemos aquí condensada la teología de la vocación cristiana: el Señor elige a los que quiere para estar con Él y enviarlos a ser apóstoles (cf. Mc 3,13-14). En primer lugar, los elige: antes de la creación del mundo, nos ha destinado a ser santos (cf. Ef 1,4). Nos ama en Cristo, y en Él nos modela dándonos las cualidades para ser hijos suyos. Sólo en vistas a la vocación se entienden nuestras cualidades; la vocación es el "papel" que nos ha dado en la redención. Es en el descubrimiento del íntimo "por qué" de mi existencia cuando me siento plenamente "yo", cuando vivo mi vocación.

   ¿Y para qué nos ha llamado? Para estar con Él. Esta llamada implica correspondencia: «Un día —no quiero generalizar, abre tu corazón al Señor y cuéntale tu historia—, quizá un amigo, un cristiano corriente igual a ti, te descubrió un panorama profundo y nuevo, siendo al mismo tiempo viejo como el Evangelio. Te sugirió la posibilidad de empeñarte seriamente en seguir a Cristo, en ser apóstol de apóstoles. Tal vez perdiste entonces la tranquilidad y no la recuperaste, convertida en paz, hasta que libremente, porque te dio la gana —que es la razón más sobrenatural—, respondiste que sí a Dios. Y vino la alegría, recia, constante, que sólo desaparece cuando te apartas de El» (San Josemaría).

   Es don, pero también tarea: santidad mediante la oración y los sacramentos, y, además, la lucha personal. «Todos los fieles de cualquier estado y condición de vida están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, santidad que, aún en la sociedad terrena, promueve un modo más humano de vivir» (Concilio Vaticano II).

   Así, podemos sentir la misión apostólica: llevar a Cristo a los demás; tenerlo y llevarlo. Hoy podemos considerar más atentamente la llamada, y afinar en algún detalle de nuestra respuesta de amor.

  Llucià Pou Sabaté

lunes, 8 de julio de 2024

Martes de la 14ª semana de Tiempo Ordinario: Jesús nos pide fe y sinceridad de vida para adorar a Dios, y nos envía a proclamar el Evangelio en una misión

Martes de la 14ª semana de Tiempo Ordinario: Jesús nos pide fe y sinceridad de vida para adorar a Dios, y nos envía a proclamar el Evangelio en una misión

 

A. Lecturas:

   1. Oseas (8,4-7.11.13): Así dice el Señor: «Se nombraron reyes en Israel sin contar conmigo, se nombraron príncipes sin mi aprobación. Con su plata y su oro se hicieron ídolos para su perdición. Hiede tu novillo, Samaria, ardo de ira contra él. ¿Cuándo lograréis la inocencia? Un escultor lo hizo, no es dios, se hace añicos el novillo de Samaria. Siembran viento y cosechan tempestades; las mieses no echan espiga ni dan grano, y, si lo dieran, extraños lo devorarían. Porque Efraín multiplicó sus altares para pecar, para pecar le sirvieron sus altares. Aunque les dé multitud de leyes, las consideran como de un extraño. Aunque inmolen víctimas en mi honor y coman la carne, al Señor no le agradan. Tiene presente sus culpas y castigará sus pecados: tendrán que volver a Egipto.»

   2. Salmo 113B,3-4.5-6.7ab-8.9-10: Nuestro Dios está en el cielo, lo que quiere lo hace. Sus ídolos, en cambio, son plata y oro, hechura de manos humanas.

   Tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen orejas, y no oyen; tienen nariz, y no huelen.

   Tienen manos, y no tocan; tienen pies, y no andan. Que sean igual los que los hacen, cuantos confían en ellos.

   Israel confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo. La casa de Aarón confía en el Señor: él es su auxilio y su escudo.

   3. Mateo 9,32-38: "En aquel tiempo, presentaron a Jesús un endemoniado mudo. Echó al demonio, y el mudo habló. La gente decía admirada: -«Nunca se ha visto en Israel cosa igual.» En cambio, los fariseos decían: -«Éste echa los demonios con el poder del jefe de los demonios.» Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: -«Las mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies»".

 

B. Comentario:

   1. Oseas profetiza contra los ídolos que se hacían: "-Con su plata y oro se han hecho ídolos, para su propia destrucción... ¡Rechazo tu becerro de oro, Samaria! Mi cólera se ha inflamado contra vosotros: ¿hasta cuándo permaneceréis en la impureza?" Aunque hay cosas muy distintas, es también uno de los problemas de nuestro tiempo: la contaminación de la fe auténtica por el materialismo ambiental. El oro (dinero). La plata (lo que brilla, el poder). La sexualidad, el placer. Ídolos también de HOY. Ídolos ilusorios incapaces de satisfacer el hambre profunda del hombre (Noel Quesson). Y el mal que vendrá será consecuencia de esa mala voluntad: "Siembran vientos y cosechan tempestades"

   2. El Salmo ahonda en la fe: "Nosotros confiamos en el Señor," y no en ídolos que son mentira: "Tienen boca y no hablan, tiene ojos y no ven, tienen orejas y no oyen, tiene nariz y no huelen": "Pueblo de Israel, confía en el Señor: él te auxilia y te defiende… él te auxilia y te defiende".

   3. -Presentaron a Jesús a un endemoniado mudo. Señor, ven a echar de mí los demonios mudos... Los demonios del silencio. Jesús hace tres milagros: que oyera, que hablara, que se fuera el diablo.

   -"Las multitudes decían admiradas: "Jamás se ha visto cosa igual" En cambio los fariseos decían: "Echa a los demonios con el poder del príncipe de los demonios."" ¿Ignorancia o mala fe? No sabemos las intenciones, sí que el poder diabólico se viste con la apariencia de la verdad…

   -"Recorría Jesús todos los pueblos y aldeas, enseñando en las sinagogas, proclamando la buena noticia del Reino y curando todo achaque y enfermedad". Es tu estilo, Señor: ahogar el mal en abundancia de bien, una actividad de "enseñar y sanar". Es el oficio o tarea del sacerdote y del cristiano. De pueblo en pueblo... vas a las sinagogas y a las calles, a la orilla del agua, bajo un árbol... repartiendo beneficios alrededor y aliviando cualquier pena o dolor...

   -"Viendo al gentío, sintió compasión de ellos porque andaban maltrechos y derrengados como ovejas sin pastor". Así comienza el segundo gran sermón de Jesús, llamado "Discurso misionero": Jesús enviará sus amigos en "misión" y les dará sus consignas... una especie de tratado teológico y práctico. Es esencial hacer oración sobre esta frase -viendo las muchedumbres-: ella revela algo esencial en el corazón de Jesús. La misión de la Iglesia nace aquí, en ese sentimiento que Jesús experimenta ante el gran desamparo de los hombres. La evangelización nace de esa misma observación, de esa misma mirada: "viendo" las muchedumbres... ¿Qué es lo que agota y aplasta hoy a los hombres? ¿Cómo puedo ser el "pastor" de mis hermanos? ¿Hacia qué pastos les conduciré? ¿Qué buena noticia les anunciaré?

   -"Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante y los obreros pocos. Por eso rogad al dueño que mande obreros a su mies". Rogar es la primera actividad misionera, la que hizo Santa Teresita, patrona de las misiones (Noel Quesson).

   En la historia, en el tiempo, se edifica el Reino de Dios con el trabajo de los jornaleros amigos de Dios. "Jesús, cuenta conmigo. Quiero trabajar esa tierra del mundo… Quiero ser uno de esos obreros que te ayude a recoger los frutos de tu Redención. Pero ¿qué he de hacer?" (Pablo Cardona).

   «Son innumerables la ocasiones que tienen los seglares para ejercitar el apostolado de la evangelización y de la santificación. El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas realizadas con espíritu sobrenatural tienen eficacia para atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios» (Vaticano II, A. A. 6).

   Mateo tiene su propia manera de hablar de la misión en un discurso de Jesús que nos hace pensar en ser portadores de humanidad, que participemos de una misión  en el mundo participando de las cosas del mundo. Un mundo que necesita la buena noticia de Jesús. ¡Cuántas personas a nuestro alrededor están extenuadas, desorientadas, sordas a la Palabra más importante, la Palabra de Dios! Si saliéramos de nuestro mundo y «recorriéramos los caminos», nos daríamos cuenta, como Jesús, de las necesidades de la gente. ¿No se puede decir que «la mies es mucha» y que muchos están «como ovejas que no tienen pastor»? Es bueno recordar el comienzo de aquel documento tan famoso del Vaticano II, la «Gaudium et spes»: «El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de los afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo» (GS 1). Jesús, tú quieres seguir andando por los caminos haciendo el bien, a través de tus amigos, en este sentido todos somos «sacerdotes», partícipes de la realeza tuya, Jesús, de tu misión de profetizar y santificar.

Llucià Pou Sabaté

Lunes de la 14ª semana de Tiempo Ordinario: Jesús nos salva y fomenta nuestra fe, para poder ayudarnos. Dios siempre es fiel, y suscita nuestra correspondencia a su amor

Lunes de la 14ª semana de Tiempo Ordinario: Jesús nos salva y fomenta nuestra fe, para poder ayudarnos. Dios siempre es fiel, y suscita nuestra correspondencia a su amor

A. Lecturas

   1. Oseas (2,16.17b-18.21-22): Así dice el Señor: «Yo la cortejaré, me la llevaré al desierto, le hablaré al corazón. Y me responderá allí como en los días de su juventud, como el día en que la saqué de Egipto. Aquel día –oráculo del Señor–, me llamará Esposo mío, no me llamará ídolo mío. Me casaré contigo en matrimonio perpetuo, me casaré contigo en derecho y justicia, en misericordia y compasión, me casaré contigo en fidelidad, y te penetrarás del Señor.»

   2. Salmo 144: Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza.

   Una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas. Alaban ellos la gloria de tu majestad, y yo repito tus maravillas.

   Encarecen ellos tus temibles proezas, y yo narro tus grandes acciones; difunden la memoria de tu inmensa bondad, y aclaman tus victorias.

   El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

   3. Mateo 9,18-26: "En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un personaje que se arrodilló ante él y le dijo: -«Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, ponle la mano en la cabeza, y vivirá.» Jesús lo siguió con sus discípulos. Entretanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el borde del manto, pensando que con sólo tocarle el manto se curaría. Jesús se volvió y, al verla, le dijo: -«¡Animo, hija! Tu fe te ha curado.» Y en aquel momento quedó curada la mujer. Jesús llegó a casa del personaje y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo: -«¡Fuera! La niña no está muerta, está dormida.» Se reían de él. Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano, y ella se puso en pie. La noticia se divulgó por toda aquella comarca".

 

B. Comentario:

   1. El drama del Libro de Oseas que leeremos hasta el viernes es la vida de un profeta (va después de Amós en el reino del Norte, en el siglo VIII a.C.) antes del destierro a Babilonia. Oseas vive una doble dimensión: en su vida personal, sufre el drama de su mujer, y como miembro del pueblo, le duele la infidelidad de Israel a su Dios.

   Oseas encontró en su desastrosa vida conyugal un camino para hablar del amor de Dios hacia su pueblo infiel.

   -"Mi esposa infiel..." un marido engañado. Gómer, su mujer, era una prostituta seguramente del culto a Baal. El profeta la redime, pero ella vuelve. A sus hijos les llama con nombres de desastres (nombre del palacio donde matan a toda la familia real, "La-no-amada", "No-mi-pueblo". Todo parece acabado, pero en medio de esa desesperación, ¿es posible el verdadero amor? Dios habla a través de la historia:

   -"Mi esposa infiel, yo voy a seducirla: la llevaré al desierto y le hablaré de corazón a corazón". Es la historia de una humanidad siempre tentada a ser infiel, y a la que Dios no se cansa de perseguir con su ternura. «¡Fue preciso que yo pasara por esto, dice Oseas, para comprender cuánto nos ama Dios!» Es emocionante oír a ese hombre decidido a volver a dar todas las posibilidades a su esposa infiel... y hablando de ella con tanto afecto: «le hablaré de corazón a corazón.»

   Jesús se presenta como novio y esposo, que se entrega por su esposa la Iglesia, siguiendo la tradición bíblica de ver la relación con Dios como un matrimonio. En el Apocalipsis, uno de los momentos culminantes de la lucha entre el bien y el mal es la gran fiesta de las bodas del Cordero.

   Nuestro amor a Dios se puede enfriar, y Oseas nos transmite la voz emocionada de Dios que nos anuncia su perdón y nos quiere «reconquistar», llevándonos a la soledad del desierto, para ver si recapacitamos y volvemos al fervor primero. Quiere que volvamos a mirarle con los ojos con que se miran los novios, llenos de ilusión y amor. Que abandonemos nuestros «baales» particulares y le tengamos sólo a él como esposo.

   Sea cual sea nuestra situación personal, Dios nos invita a recomenzar de nuevo, a iniciar una nueva etapa de amor y fidelidad (J. Aldazábal).

   Todo puede cambiar. Los corazones pueden convertirse: Y responderá ella, allí, como en los días de su juventud. En aquel día me llamará "esposo mío", y no me llamará más «Baal mío». Yo te desposaré conmigo para siempre. Después de la infidelidad de nuestros pecados, Dios sigue amándonos y sigue proponiéndonos su amor, con la misma ternura de siempre. Es un gran misterio, como el canto primaveral y fresco de los primeros esponsales, en la ilusión del primer amor. Pero la pareja ha pasado ya la prueba: ha sido purificada por el sufrimiento y tendrá en adelante una solidez inquebrantable: «¡será para siempre!»

   ¡Todo el evangelio de la «misericordia» está ya aquí! Hay que detenerse a contemplar ese Corazón de Dios, capaz de amar de modo totalmente gratuito, infinitamente desinteresado. Dios ama a los pecadores. Dios me ama a mí que soy pecador. Quiere que nos convirtamos, pero su amor no depende de que nos portemos bien, en cambio sí dependemos nosotros de acoger ese amor con el nuestro.

   -"Te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en amor y en ternura... Te desposaré conmigo en fidelidad y tú conocerás al Señor". «Amor» traduce aquí un término hebreo importante: «hésed»: «lazo profundo, apasionado, visceral», una especie de solidaridad vital, un compromiso, una inclinación afectiva. Se ve que se trata de algo que es mucho más que un sentimiento, que un pobre amor humano. Oseas añade la idea de «conocimiento»: tú conocerás al Señor (Noel Quesson).

   2. El salmo nos ayuda a emprender este camino de vuelta con confianza: «El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad: el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas».

   3. -Un jefe de la sinagoga se acercó a Jesús, se prosternó y le dijo: "Mi hija acaba de morir; pero ven tú, aplícale tu mano y vivirá". Es un notable, responsable de la reunión del culto de cada Sabat. Es ante todo un pobre hombre aplastado por el dolor: su hija ha muerto. Pienso en su pena... Es algo sorprendente la confianza que ese hombre tiene puesta en Jesús: ¡Todavía no ha resucitado a ningún muerto! Es una verdadera fe en lo imposible, y se atreve a pedirlo. "Ven, y aplícale tu mano". La mano de Jesús...

   -"Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos". Inmediatamente vas a atender a ese padre, Jesús.

   -"En esto una mujer que sufría de flujos de sangre desde hacía doce años se le acercó por detrás y le tocó el borde del vestido... Jesús se volvió y al verla le dijo: "Animo, hija, tu fe te ha curado" y desde aquel momento quedó curada". Marcos cuenta la escena con muchos detalles, Mateo subraya la fe. Pide a tus discípulos que "curen a los enfermos". También hoy Jesús cura por los sacramentos, también el amor de Dios continúa presente en la Eucaristía, donde le tocamos y Él nos cura.

   -"Jesús llegó a casa del jefe de la sinagoga y al ver a los flautistas y el alboroto de la gente dijo: "Apartaos..."" Hay ciertos ambientes, quizá algo convencionales o falsos, que no te gustan, Jesús, y pides que salgan esos que pululan por ahí…

   -"Pues ¡la niña no está muerta, sino dormida!" Será lo mismo que dirás sobre la muerte de Lázaro: "Vayamos a despertar a nuestro amigo" (Juan 11,11). Para ti, Jesús, la muerte no tiene el carácter temible que le damos... es más bien una especie de "sueño" del cual tú tienes el poder del despertar. Debo esforzarme constantemente en ver todas las cosas y situaciones como las miras, Jesús...

   -"Pero ellos se reían de El. Cuando echaron a la gente, entró Jesús, cogió a la chiquilla de la mano y ella se puso en pie. La Noticia del hecho se difundió por toda la región". Creo en ti, Señor, en tu poder de resucitar, de perdonar, de volvernos a la vida… te pido que me aumentes la fe, para creer más y mejor (Noel Quesson), para verte como Señor de toda la creación, de la vida y de la muerte, con poder sobre todo mal, que curas enfermedades... En eso consiste tu Reino, la novedad vienes a traer: la curación y la resurrección.

   Te pido verte en los sacramentos, Señor, donde nos acercamos con más fe a ti y te «tocamos», o tú nos tocas a nosotros por la mediación de su Iglesia, para concedernos su vida. En el caso de aquella mujer, tú notaste que había salido fuerza de ti (como comenta Lucas en el texto paralelo). Así pasa en los sacramentos, que nos comunican, no unos efectos de algo antiguo, sino la vida que tú nos transmites hoy y aquí, desde su existencia de Señor Resucitado. Como dice el Catecismo, «los sacramentos son fuerzas que brotan del Cuerpo de Cristo, siempre vivo y vivificante» (CEC 1116).

   El dolor de aquel padre y la vergüenza de aquella buena mujer pueden ser un buen símbolo de todos nuestros males, personales y comunitarios. También ahora, como en su vida terrena, Jesús nos quiere atender y llenarnos de su fuerza y su esperanza. En la Eucaristía se nos da él mismo como alimento, para que, si le recibimos con fe, nos vayamos curando de nuestros males (J. Aldazábal).

 

Llucià Pou Sabaté 

viernes, 5 de julio de 2024

Tiempo ordinario 14, domingo B (Jóvenes): cuando las cosas cuestan, hemos de ver la mano de Dios, que nos va acompañando con su mirada amorosa.

Tiempo ordinario 14, domingo B (Jóvenes): cuando las cosas cuestan, hemos de ver la mano de Dios, que nos va acompañando con su mirada amorosa.

 

A. Lecturas:

   1. Ezequiel 2, 2-5 En aquellos días, el espíritu entró en mí, me puso en pie y oí que me decía: -Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: "Esto dice el Señor". Ellos te hagan caso o no te hagan caso (pues son un pueblo rebelde), sabrán que hubo un profeta en medio de ellos.

   2. Salmo 122,1-2a,2bcd,3-4 R/. Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia.

   A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores.

   Como están los ojos de la esclava fijos en las manos de su señora, así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia.

   Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios; nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos.

   3. II Corintios 12, 7-10 Hermanos: Por la grandeza de estas revelaciones, para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un emisario de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces le he pedido al Señor verme libre de él y me ha respondido: "Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad". Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

   4. Marcos 6,1-6: «Partió de allí y se fue a su ciudad, y le seguían sus discípulos. Llegado el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y muchos de los oyentes, admirados, decían: ¿De dónde sabe éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es la que se le ha dado y estos milagros que se hacen por sus manos? ¿No es éste el artesano, el hijo de María, y hermano de Santiago y de José y de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros? Y se escandalizaban de él. Y les decía Jesús: No hay profeta menospreciado sino en su propia patria, entre sus parientes y en su casa. Y no podía hacer allí ningún milagro; solamente sanó a unos pocos enfermos imponiéndoles las manos. Y se asombraba por causa de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de los contornos enseñando.»

 

Comentario:

   1. El profeta Ezequiel siente ese desprecio hacia ti, Señor, y tu paciencia en no contestar mal por mal, sino que eres fiel en el amor: "el espíritu entró en mí, me puso en pie y oí que me decía: -Hijo de Adán, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde que se ha rebelado contra mí. Sus padres y ellos me han ofendido hasta el presente día. También los hijos son testarudos y obstinados; a ellos te envío para que les digas: "Esto dice el Señor". Ellos, te hagan caso o no te hagan caso (pues son un pueblo rebelde), sabrán que hubo un profeta en medio de ellos." Tú eres el enviado, y la fuerza de tu espíritu también nos acompaña a nosotros: "No soy yo, diría Pablo, es Cristo que vive en mí". Dios escoge lo pequeño de este mundo y dice: "Yo te envío". Es la Misión: la vocación, el profeta, el sacerdocio, todos llamados a ser santos en medio del mundo, a hacer apostolado…

   El Salmista canta: "Nuestros ojos están en el Señor, esperando su misericordia. / A ti levanto mis ojos, a ti que habitas en el cielo. Como están los ojos de los esclavos fijos en las manos de sus señores… así están nuestros ojos en el Señor, Dios nuestro, esperando su misericordia". ¡Qué bonita es esta oración muda y perseverante! Los únicos que hablan son los ojos... Como los ojos de un niño, que miran fijamente a su madre, en actitud suplicante, así Jesús nos dices que levantemos los ojos al cielo para orar "Padre Nuestro, que estás en los cielos...". Es lo que tú hacías, levantar los ojos al Padre, proclamabas: "Hacia Ti, Señor, elevo mi alma". En ninguna parte como en los ojos está el alma. Nuestros ojos hablan. Nos pueden servir para la oración... Mirar una imagen, un crucifijo, el sagrario... Y dejarse también mirar por Él, sin miedo, sin vergüenza de cómo somos, abiertos el alma y el corazón de par en par. ¡Qué descanso, poder abrirse totalmente en Su Presencia, con todos nuestros fallos también! Los ojos, espejo del alma, miran a Dios, que nos mira con toda su ternura y bondad. Como el niño que antes de meter los dedos en el enchufe  mira a su madre y ve que no se puede hacer, así quiero mirarte, Señor, para saber durante el día qué hacer, quiero ir contigo, Jesús. Quiero vivir en la  presencia de Dios las cosas pequeñas que me toca hacer en cada momento, así todo será grande si lo hago contigo. Además, qué fácil visitarte, porque tenemos el sagrario más o menos cerca y puedo venir siempre que quiera. Y si no puedes, cierra los ojos, imagina que estás ante el sagrario de tu parroquia, de la iglesia que más te guste… arrodíllate con el alma y en silencio adora a tu Señor. Él llenará tu alma de paz.

   3. San Pablo decía a los Corintios: "para que no tenga soberbia, me han metido una espina en la carne… para que no sea soberbio. Tres veces le he pedido al Señor verme libre de esa espina y me ha respondido: "Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad". Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte". Las cosas a veces cuestan, claro, pero así nos hacemos más resistentes. Las plantas más aromáticas están en los lugares ariscos, en lo alto de las montañas; ahí también los árboles son más fuertes, en los sitios más escarpados… La virtud se forja en la debilidad. En la tentación se despierta y se robustece tu fe; crece y se hace más sobrenatural tu esperanza; y tu amor –el amor de Dios que es el que te hace resistir valerosamente y no consentir– se manifiesta de modo efectivo y afectivo. Como la tentación más fuerte es el desánimo -pensar que no podemos, que no hay nada que hacer- el Señor le dice a san Pablo que basta luchar, que el premio lo da Dios cuando Él quiere. Que lo importante es que nunca perdamos la confianza, que no nos desmoralicemos: el Señor -y sus ángeles- cuando se aparecen suelen decir siempre: soy Yo, no temas.

   Abre todavía más los ojos de tu alma: el Señor permite la tentación y se sirve de ella providencialmente para purificarme, para hacerme santo, para desligarme mejor de las cosas de la tierra, para llevarme a donde Él quiere y por donde Él quiere, para hacerme vivir la felicidad que nace del esfuerzo, y para darme madurez, comprensión y eficacia en mi trabajo apostólico con las almas, y... sobre todo para hacerme humilde, muy humilde. Que así sea. Amén. Te lo pido por intercesión de mi madre santa María.

   4. Jesús hablaba "en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: -¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? Y esos milagros de sus manos?" Tus paisanos no te conocen, Jesús: saben de ti, pero no de tu alma… y siguen diciendo: «¿No es éste el artesano, el hijo de María?» Jesús, eres uno de nosotros, te conocen por tu trabajo… me gustaría saber de ti, de cómo fue tu trabajar bien, tu trato amable con los demás, tu visión positiva ante los problemas, verte cariñoso y con espíritu de servicio…

   Ser cristiano significa seguirte, Jesús, y también ver cómo trabajas: «El trabajo debe ayudar al hombre a hacerse mejor espiritualmente más maduro, más responsable, para que pueda realizar su vocación sobre la tierra, sea como persona irrepetible, sea en comunidad con los demás, y sobre todo en la comunidad humana fundamental que es la familia» (Juan Pablo II).

   Hay cosas que no entiendo: "Jesús, con tan pocos años como ibas a pasar en la tierra, ¿cómo no te dedicaste a resolver los problemas del mundo -hambre, guerras, injusticias, sufrimientos- en lugar de pasar prácticamente toda tu vida trabajando como artesano en una pequeña aldea de Galilea?" (Pablo Cardona). Puede ser que nos dejas a nosotros para continuar tu obra, pues sigues con tu Espíritu en el mundo, en nuestras almas… aunque veo que yo tengo impaciencia, y tengo que aprender de tu paciencia

   Tampoco entiendo que los tuyos no te aceptaran, Jesús, y siento tu tristeza cuando tuviste que decirles: "-No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa". Un alma sensible como la tuya, sufre mucho los desprecios, y sobre todo la falta de fe, que hizo que no pudieras ayudarles: "No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando". Fuiste a otros sitios porque los de Nazaret, ese pequeño pueblo que llevas en el corazón, que no es importante en el Antiguo Testamento, quisieron lanzarte desde lo alto de un monte, que llaman hoy del Precipicio. Allí ha celebrado la Santa Misa Benedicto XVI. Y se ha repetido un poco lo que le hicieron los nazarenos a Jesús, porque fueron robadas casi todas las hostias antes de ser consagradas y miles de personas no pudieron comulgar en la Misa del Papa.  La extrañeza y el posterior rechazo de sus paisanos basándose en el origen humilde y conocido de Jesús, tiene un cierto tono de insulto. Cuando un semita recuerda sólo a la madre de un hombre, y no al padre, intenta ofenderlo, como un hombre insignificante sin pasado ni porvenir.

En nuestro tiempo muchos también te rechazan, Jesús, y quiero recordar: "Cristo es todo para nosotros: Si quieres curar una herida, Él es médico; si estás ardiendo de fiebre, es fuente; si estás oprimido por la iniquidad, es justicia; si tienes necesidad de ayuda, es fuerza; si tienes miedo de la muerte, es vida; si deseas el cielo, es camino; si huyes de las tinieblas, es luz; si buscas comida, es alimento" (San Ambrosio). Es bonito pensar que somos de tu pueblo, Jesús, pues el mundo es ya Nazaret; más aún: de tu familia, hijos de Dios, de María, hermanos tuyos, pues la familia que ha formado se llama Iglesia, los bautizados somos hermanos y rezamos juntos el padrenuestro y vamos a Misa a unirnos contigo resucitado a Dios Padre, a hacer lo que tú nos pides para salvar al mundo, continuar la obra que quedó por completar, la libertad de los que están encadenados en sufrimientos y pecados: pues pienso que no cambiaste todo por un misterio insondable, pero intuyo que continúas en la tierra con nuestras vidas, para completar tu obra. ¡Señor, ven a vivir en mi corazón!

 

Llucià Pou Sabaté

 

Sábado de la semana 13 de tiempo ordinario (par): acoger al Señor es fuente de alegría, y el mejor sacrificio es la conversión de nuestro corazón a Dios

Sábado de la semana 13 de tiempo ordinario (par): acoger al Señor es fuente de alegría, y el mejor sacrificio es la conversión de nuestro corazón a Dios

A. Lecturas:

   1. Amós (9,11-15): Así dice el Señor: «Aquel día, levantaré la tienda caída de David, taparé sus brechas, levantaré sus ruinas como en otros tiempos. Para que posean las primicias de Edom, y de todas las naciones, donde se invocó mi nombre. –oráculo del Señor–. Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que el que ara sigue de cerca al segador; el que pisa las uvas, al sembrador; los montes manarán vino, y fluirán los collados. Haré volver los cautivos de Israel, edificarán ciudades destruidas y las habitarán, plantarán viñas y beberán de su vino, cultivarán huertos y comerán de sus frutos. Los plantaré en su campo, y no serán arrancados del campo que yo les di, dice el Señor, tu Dios.»

   2. Salmo 84: Voy a escuchar lo que dice el Señor: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón.»

   La misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo.

   El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos.

   3. Mateo 9, 14-17: «Entonces se le acercaron los discípulos de Juan, diciendo: ¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos con frecuencia, y en cambio tus discípulos no ayunan? Jesús les respondió: ¿A caso pueden estar de duelo los amigos del esposo mientras el esposo está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el esposo; entonces ayunaran. Nadie pone una pieza de paño nuevo a un vestido viejo, porque la pieza tiraría del vestido y se produciría un desgarrón peor Ni se echa vino nuevo en odres viejos, pues de lo contrario los odres reventarían, y el vino se derramaría, perdiéndose los odres; sino que el vino nuevo lo echan en odres nuevos y así ambos se conservan.»

B. Comentario:

   1. Amós ha sido ante todo un "profeta de desdichas": que para provocar a la conversión, anuncia catástrofes. Sin embargo, de hecho, esas catástrofes sucedieron. Caída de Samaria en 722. Caída de Jerusalén en 586. Con todo su cortejo de horribles sufrimientos.

   Nietzsche acusaba a la religión de ser «el sepulturero de los entusiasmos humanos». No son auténticamente religiosos los que se complacen en la desgracia y son aguafiestas. Aquí pega el dicho de que "para aguantar a un 'santo' hacen falta dos santos".

   La última palabra de los profetas es siempre la esperanza: -"En aquel día levantaré la cabaña ruinosa de David, repararé las brechas, restauraré las ruinas, la reconstruiré como en los días de antaño". El «día del Señor» es calamidad porque destruye el mal, pero es ante todo «salvación» porque «las ruinas serán restauradas y las ciudades reconstruidas».

   -"He aquí que vienen días -Palabra del Señor- en que el labrador empalmará con el segador". El tiempo se acorta: apenas ha sido labrada la tierra que ¡ya apuntan las espigas! Es la abundancia. Ya no hay que esperar para saciar el hambre.

   -"Destilarán vino nuevo las montañas y en todas las colinas se derretirá". Estas imágenes nos invitan a soñar. Es preciso descubrir de nuevo la esperanza. El «vino» es el símbolo de la alegría, de la comida festiva. Jesús lo escogió como símbolo de sí mismo. En el Evangelio de hoy vemos este tono festivo.

   -"Volverán a Israel los deportados; reconstruirán las ciudades devastadas y habitarán en ellas; plantarán viñas y beberán su vino; cultivarán las huertas y comerán sus frutos". En verano en que tantos hombres reencuentran la naturaleza es bueno contemplar en el mundo físico, en una hermosa «huerta», en un árbol frutal los signos de esta vida abundante que Dios quiere darnos. «He venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia» (Juan 10, 10). El trabajo puede ser algo penoso, pero también una fuente de alegría. Señor, ayúdanos a que sea el trabajo fuente de libertad, creatividad, realización personal, servicio a los demás…

   -"Yo los plantaré en su suelo y no serán arrancados jamás de la tierra que les di. Eso dice el Señor, tu Dios". Señor, tú nos alegras la vida presente, ya estás de algún modo aquí en la tierra, pues esta vida no es solo una preparación para «la otra vida». Tenemos el deber de ser felices aquí abajo: es un don de Dios. Pero aquí nunca somos del todo lo que estamos llamados a ser, sino en la esperanza de la vida eterna en la que «Dios será todo en todos», realizando una felicidad en plenitud (Noel Quesson).

   Uniendo esto con el Evangelio, podemos decir con el Catecismo: «Como ya en los profetas, la llamada de Jesús a la conversión y a la penitencia no mira, en primer lugar a las obras exteriores, «el saco y la ceniza», los ayunos y las mortificaciones, sino a la conversión del corazón, la penitencia interior. Sin ella, las obras de penitencia permanecen estériles y engañosas; por el contrario, la conversión interior impulsa a la expresión de esta actitud por medio de signos visibles, gestos y obras de penitencia» (1430).

   2. Jesús, te pido entender lo que me dices en el Salmo (84): "Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos y a los que se convierten de corazón".

   Que sepa ofrecerte un corazón enamorado, para vivir esta alegría: "la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan; la fidelidad brota de la tierra, y la justicia mira desde el cielo".

   Señor, que aprenda que la vida cristiana no es un sin fin de obligaciones y preceptos, sino amor y entrega, que pueden concretarse en sacrificios, y sobre todo oración y actos de servicio: levantarme a la hora, seguir un horario para aprovechar mejor el tiempo, ordenar la habitación y el armario, comer un poco menos de lo que me gusta más o un poco más de lo que me gusta menos, sobriedad en el uso de la televisión, estar disponible para hacer recados o pequeños arreglos en casa, etc. Santa María, te pido ayuda para estos propósitos, tú que eres maestra en el sacrificio escondido y silencioso (Pablo Cardona). Te pido buscar el mejor sacrificio que es la misericordia, para acogerme a la misericordia divina: "El Señor nos dará la lluvia, y nuestra tierra dará su fruto. La justicia marchará ante él, la salvación seguirá sus pasos".

   3. Se acercaron entonces los discípulos de Juan a preguntarle: "Nosotros y los fariseos ayunamos a menudo, ¿por qué razón tus discípulos no ayunan?" Jesús, tus discípulos están alegres y contentos... les ven poco austeros... no ayunaban... ¡eso era escandaloso! ¿Por qué no os portáis como todo el mundo? ¿Como los discípulos de los fariseos? En fin, ¡todos los demás rabinos imponen una disciplina estricta a los que quieren adelantar en la perfección! Es el problema que tienes, Jesús, de no ser muy sujeto a las observancias -Shabbat, abluciones, ayuno-...

   -Jesús les contestó: "Los invitados a la boda no pueden estar de duelo..." Esta respuesta debió provocar estupor. Jesús, hablas de alegría y de fiesta. En otra ocasión, hablando también del ayuno, les habías dicho: "cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara; ¡que tu aspecto no sea sombrío!". Los judíos piadosos ayunaban dos días a la semana (lunes y jueves). Los seguidores de Juan, también. El mismo Jesús ayunó en el desierto. Y los cristianos seguirán haciéndolo, por ejemplo en la Cuaresma, preparando la Pascua. Pero aquí nos quiere hacer ver que la religión es alegría, no poner cara de pena. Los cristianos no debemos vivir tristes, con miedo, como obligados, sino con una actitud interna de alegría festiva. El cristianismo es, sobre todo, fiesta, porque se basa en el amor de Dios, en la salvación que nos ofrece en Cristo Jesús. Israel no supo hacer fiesta. Nosotros deberíamos ser de los que sí han reconocido a Jesús como el Esposo que nos invita a su fiesta, por ejemplo, a la mesa eucarística, en la que nos comunica su vida y su gracia.

   Y sigues: -Los invitados a la boda ¿pueden estar de luto, mientras el esposo está con ellos? Cuando el novio invita a sus amigos a su boda, ellos y ellas aquel día no van a una ceremonia fúnebre. Es a una fiesta, ocasión de gozo y de alegría. Ahora bien, Jesús es este "esposo" misterioso que invita a su boda. El ayuno no tendría sentido. Tu tiempo, Jesús, es de felicidad y júbilo intensos. Los tiempos mesiánicos ya han llegado: Dios se ha desposado definitivamente con la humanidad y nos invita a festejar ese gran acontecimiento. Todo el Antiguo Testamento lo había anunciado. Y yo, por mi parte, ¿Respondo a su amor? ¿Cómo? ¿Estoy contento y alegre? ¿Soy feliz? ¿Vivo todos y cada día como un "invitado a la boda? Y la misa, ¿la considero como un "banquete de boda"? ¿Es una "cita de amor", un lugar privilegiado de encuentro, de diálogo, de silencio para escuchar? El celibato consagrado, para quienes lo han elegido, tiene esta significación. También el matrimonio tiene la misma significación de Cristo esposo de la Iglesia.

   -"Pero llegará el día en que se lleven al esposo: Entonces ayunarán". Es tu primer anuncio de la Pasión, en san Mateo. Vislumbras tu muerte... y, más allá de esta muerte, el misterio de la separación aparente, de la ausencia del esposo.

   -"Nadie echa una pieza de paño sin estrenar, a un manto pasado... Tampoco se echa vino nuevo en odres viejos"... Jesús, eres consciente de traer al mundo una realidad nueva, sin ninguna medida común con lo que los hombres han vivido hasta aquí. Todo lo antiguo está superado: no hay ningún compromiso posible entre las conductas de antaño y la novedad radical de la era nueva que Jesús instaura. "El vino nuevo se pone en odres nuevos". Señor, ¡danos ese "vino nuevo"! Ese espíritu y ese corazón nuevos. Como en Caná, cambia en buen vino el agua insípida de nuestras vidas (Noel Quesson).

   Creer en Ti, Señor, y seguirte no significa cambiar unos pequeños detalles, poner unos remiendos nuevos a un traje viejo, ocultando sus rotos, o guardar el vino nuevo de la fe en los mismos pellejos en los que guardábamos el vino viejo del pecado. Seguirte es cambiar el vestido entero, más aun, cambiar la mentalidad, no sólo el vestido exterior. Es tener un corazón nuevo. Seguir a Cristo afecta a toda nuestra vida, no sólo a unas oraciones o prácticas piadosas (J. Aldazábal). Danos, Señor, un corazón nuevo…

Llucià Pou Sabaté

 

Viernes de la semana 13 de tiempo ordinario: la llamada de Jesús en el camino de la vida nos hace descubrir el sentido pleno de nuestra existencia

Viernes de la semana 13 de tiempo ordinario: la llamada de Jesús en el camino de la vida nos hace descubrir el sentido pleno de nuestra existencia

A. Lecturas

   1. Amós (8,4-6.9-12): Escuchad esto, los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, diciendo: «¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el trigo, y el sábado, para ofrecer el grano?» Disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias, vendiendo hasta el salvado del trigo. Aquel día –oráculo del Señor– haré ponerse el sol a mediodía, y en pleno día oscureceré la tierra. Cambiaré vuestras fiestas en luto, vuestros cantos en elegía; vestirá de saco toda cintura, quedará calva toda cabeza. Y habrá un llanto como por el hijo único, y será el final como día amargo. Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que enviaré hambre a la tierra: no hambre de pan ni sed de agua, sino de escuchar la palabra del Señor. Irán vacilantes de oriente a occidente, de norte a sur; vagarán buscando la palabra del Señor, y no la encontrarán.

   2. Salmo 118:  Dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón.

   Te busco de todo corazón, no consientas que me desvíe de tus mandamientos.

   Mi alma se consume, deseando continuamente tus mandamientos.

   Escogí el camino verdadero, deseé tus mandamientos.

   Mira cómo ansío tus decretos: dame vida con tu justicia.

   Abro la boca y respiro, ansiando tus mandamientos.

   3. Mateo 9, 9-13: «Cuando partía Jesús de allí, vio a un hombre sentado en el telonio, llamado Mateo, y le dijo: Sígueme. El se levantó y le siguió. Estando él a la mesa en casa de Mateo, vinieron muchos publicanos y pecadores, y se pusieron también a la mesa con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al ver esto, decían a sus discípulos: ¿Por qué vuestro maestro come con los publicanos y pecadores? Pero él, al oírlo, dijo: No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Id y aprended qué sentido tiene: Misericordia quiero y no sacrificio; pues no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores.»

   1. Amós sigue procurando que la justicia social se viva, y por eso recrimina: "-Escuchad esto los que aplastáis al pobre y queréis suprimir los humildes del país…" una "fachada" de piedad para no cumplir con la justicia no puede engañar a Dios. Ninguna religión debe camuflar la explotación de los pobres.

   Los ladrones dicen: "-¡Achicaremos las medidas, aumentaremos el peso con el fraude en las balanzas". Concédenos, Señor, el sentido de buena conciencia en lo profesional. Que la fe se traduzca en justicia y defender a los más desprovistos. Ayuda nuestras Iglesias a comprometerse frente a las injusticias que sumen en la desesperación del hambre a mucha gente del mundo.

   El «día de Dios», es el día en que será castigada toda injusticia: "-En aquel día -oráculo del Señor Dios- haré ponerse el sol, a mediodía, cubriré la tierra de tinieblas en pleno día. Trocaré en duelo vuestras fiestas... Todas serán arrasadas... Y su final un día de amargura". Tiene que haber un día, sobre todo el cielo, para que las cosas se pongan en su sitio, y la justicia se restablezca, y muchas veces ya en esta vida con el tiempo se pone cada uno en su sitio… La droga, la polución, la criminalidad, la anestesia de las conciencias, y tantas formas que derivan del egoísmo de los países ricos, nos hace ver que la injusticia lleva en sí misma su propio castigo.

   Señor, ten piedad de nosotros: "-He aquí que vienen días -Palabra del Señor Dios- en que yo enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan ni sed de agua, sino de oír las palabras del Señor. Vagarán de mar a mar; irán y vendrán del norte a levante buscando la palabra del Señor, pero no la encontrarán". Una sociedad vacía de Dios da pena (Noel Quesson). El castigo mayor va a ser el silencio de Dios: que no se le oiga, a través de los profetas, que no les hacen caso. Te pedimos, Señor, que sepamos verte en medio de tanto materialismo, y despertemos al hambre de su palabra.

   2. Ojalá creyéramos lo que dice el estribillo del salmo: «no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».

   3. "-Salió Jesús de allí, vio al pasar a un hombre llamado "Mateo", sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: "Sígueme"". Se trata de Leví, un hombre que el pueblo detesta: es recaudador de impuestos. Jesús no duda elegir a alguien cuya situación social es despreciada... La reputación de los "publicanos" era también y ante todo de que se enriquecían en gran parte, a cuenta de los pobres: ¡solían ser ricos! A los pescadores ya llamados en la orilla del lago Jesús añade ahora a un hombre, que no inspira demasiada confianza: ¡es algo raro el equipo que Jesús está constituyendo allí! La tradición atribuye a este Mateo la redacción de este evangelio.

   Para poder oír también nosotros la voz del Señor, una costumbre muy buena es el examen de conciencia: «Avanzad siempre, hermanos míos. Examinaos cada día sinceramente, sin vanagloria, sin autocomplacencia, porque nadie hay dentro de ti que te obligue a sonrojarte o a jactarte. Examínate y no te contentes con lo que eres, si quieres llegar a lo que todavía no eres. Porque en cuanto te complaces en ti mismo, allí te detuviste. Si dices ¡basta!, estás perdido» (San Agustín).

   Señor, ayúdame a ponerme cada noche unos minutos en tu presencia -dos o tres minutos- para repasar cómo he vivido el día, y así me harás dar cuenta de por dónde mejorar mi vida espiritual, para luchar al día siguiente con un propósito de mejora.

   Jesús, se podría decir que Mateo «tenía la vida resuelta», cuando oyó tu voz, y te siguió. La llamada está en el designio de Dios desde siempre, pero se desvela en el tiempo, y te pido hoy, Señor, que me ayudes a responder con mi vida a tus gracias, a no poner pegas ni estar apegado a las cosas, sino decirte que sí, para poder ser plenamente feliz.

    "-El hombre se levantó y lo siguió". Fue instantáneamente. Se comporta exactamente como Jesús había dicho, sin demora, dejándolo todo. ¡Es realmente un riesgo para un rico! Pero, para "seguir" a Jesús, siempre hay que correr algún riesgo. Si miro atentamente mi vida, podré descubrir en ella lo que más me retiene para seguir mejor a Cristo.

   "-Estando Jesús a la mesa en casa acudió un buen grupo de recaudadores y descreídos y se reclinaron con El y sus discípulos". Al ver aquello preguntaron los fariseos a los discípulos: "¿Por qué come vuestro maestro con publicanos y pecadores?" Mateo ha festejado pues su vocación ofreciendo un banquete: al que, evidentemente, asisten también sus colegas, toda una pandilla de "sucios publicanos", y de "gentes-no-bien"... Se come, se bebe, se canta. ¡Qué escándalo!

   -"Jesús lo oyó y dijo: "No necesitan médico los sanos, sino enfermos."" Jesús cita aquí un proverbio. Hay que contemplar detenidamente lo que esta frase nos revela de la persona y del corazón de Jesús... Todos somos pecadores. Ahora bien, ¡Jesús dice que para eso ha venido! No sólo no le repele el pecado, sino que se siente atraído por nuestras miserias.

   ¿Dios puede estar en ciertos ambientes malos o perversos? Dios se encuentra allí... para salvar, para curar. Todo el evangelio, cuando se trata de Dios, nos urge a que sepamos sobrepasar la noción de Justicia y a descubrir la Misericordia infinita de Dios por los pecadores.

    -"Misericordia quiero, no sacrificios". No he venido a llamar a los "Justos" sino a los "Pecadores". Las comidas de Jesús con los pecadores nos recuerdan que hoy también la Eucaristía se ofrece "en remisión de los pecados". La revalorización de los elementos penitenciales de la misa continúa una tradición que viene directamente de Jesús.

   Acercarse a ti, Señor, yo no soy digno. La Eucaristía es también una comida de Jesús con los pecadores. Por eso el sacramento de la Penitencia nos ayuda a entrar con confianza, pero no se es nunca digno de recibir a Jesús.

   Señor, sálvanos. Que tu Cuerpo nos sane y nos purifique. Por tu Cuerpo y por tu Sangre sanados... Señor, sana el corazón del hombre de HOY.

   No se trata, ciertamente, de menosprecio hacia Dios. Pero es necesario primordialmente creer en su misericordia, creer lo que Jesús ha dicho y ha hecho (Noel Quesson).

Llucià Pou Sabaté